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Un hilo para los rivales por Fullbuster

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Notas del capitulo:

 

Que Kagami hubiera entrado en el vestuario de la forma en que lo hizo no se lo esperó ninguno de los dos, pero aún menos… Tetsu esperó ver sonreír a Aomine por aquella acción. Hace un año los dos trataban de matarse y ahora estaba sonriendo ante su intromisión. Quizá algo había cambiado entre ellos con aquella visita de Kagami, quizá algo había hecho que Aomine entendiera o pudiera perdonar las acciones de aquel pelirrojo, pero era algo que Tetsu aún no entendía.

 

Pese a que Aomine habría preferido hablar a solas con Kagami, éste insistió en que Tetsu se quedase a escuchar lo que tenía que decir. Ni siquiera pensó que algún día vería a Kagami disculparse por su comportamiento y mucho menos, ofrecerle a Aomine lo que faltaba del dinero para su operación. Al menos Kagami tenía un buen seguro por la empresa de su padre y estaba dispuesto a responsabilizarse por aquel accidente.

 

Sabían que era una buena oportunidad aunque Aomine dudaba si aceptar aquella oferta o no. Kagami había traído consigo todos los papeles del seguro para la operación, no por nada tenían un buen seguro para esos casos y al fin y al cabo… había sido un accidente del cual se sentía culpable. Al final, fue Tetsu quien tuvo que convencer a Aomine para que aceptase aquel ofrecimiento y aquello pareció relajar a un muy tenso Kagami que sólo esperaba arreglar las cosas intentando que todo volviera a ser como antes.

 

 

 

 

 

Cuatro meses después:

 

Aomine se encontraba en casa tratando de acostumbrarse de nuevo a poder ver. Tetsu estaba a su lado pasando la mano por delante de sus ojos y con aquellos ojos de niño pequeño completamente serio intentando descubrir si podía ver. Aomine sonrió al verlo con aquel semblante tan tonto en su rostro.

 

- Deja de hacer eso con la mano, puedo verte – le dijo Aomine deteniendo su mano.

 

- ¿Estás seguro?

 

- Más o menos. Aún veo algo borroso pero los médicos han dicho que debo dejar que la vista se acostumbre de nuevo. No es como si hubiera estado ciego toda la vida, mi cerebro recuerda las experiencias que he vivido, sólo tiene que acostumbrarse de nuevo, nada más.

 

- Ayer tropezaste con un bordillo.

 

- Ya te lo expliqué, Tetsu, no es porque no lo viera, de hecho lo vi… es sólo que mi cerebro no recuerda la medida exacta para levantar el pie. Iré acostumbrándome. Dame unas semanas – comentó Aomine sonriendo acariciando la mano de Tetsu.

 

- Vale.

 

Aomine podía ver aquellos ojos cristalinos apartar la mirada de él algo entristecido. No estaba seguro de qué le estaba ocurriendo a Tetsu esos últimos días pero sí sabía una cosa y es que no quería perder a ese chico por nada del mundo.

 

- ¿Quieres contarme algo? ¿Qué es lo que te preocupa? – preguntó Aomine.

 

- Las pruebas de ingreso al cuerpo de policía.

 

- Eso… - dijo Aomine suspirando – no les des importancia.

 

- Están muy cerca y no sé si tus ojos estarán en condiciones para pasar las pruebas.

 

- Lo harán. Ya sabes lo cabezón que soy y estoy decidido a ser policía.

 

- Sólo espero que no vuelvas a ponerte frente a un coche en marcha para salvar a alguien – susurró Tetsu.

 

- Si ese alguien fueras tú, saltaría mil veces delante de él – le sonrió Aomine levantando ligeramente el mentón de Tetsu hasta conseguir que le mirase.

 

- Me diste un susto terrible. Creí que te perdía.

 

- No puedes perderme tan fácilmente – sonrió Aomine – Ahora tengo esto.

 

Tetsu miró cómo Aomine levantaba la muñeca enseñándole aquel trozo de hilo azul que él le había prestado. No pudo evitar sonreír porque sabía que aquello era una tontería, una tradición del instituto sin fundamentos y sin magia de por medio, pero para ellos… había sido algo importante, fue el primer día del comienzo, el primer beso entre ambos, el primer gran acercamiento. Sonrió al ver el hilo azul que le había dado a Aomine y lo acarició con sus dedos como si intentase comprobar que era real, que Aomine seguía allí con él. Sin que se lo esperase, notó los labios de Aomine rozar los suyos, devorarlos con pasión y en aquel momento, supo que ya no podía ser más feliz, todo lo demás carecía de importancia, tan sólo ese instante era lo que le importaba en ese preciso momento.

 

 

 

Nueve meses después:

 

El despertador sonó a las cinco de la mañana. Tetsu se removió incómodo en la cama tratando de tapar ese molesto sonido colocando la almohada sobre sus oídos. Estaba en tercer año de universidad y todo le iba perfecto, era un gran estudiante, tenía buenas notas y le encantaba la biología.

 

- Aomine… levántate ya y apaga ese molesto ruido – susurró Tetsu sin poder abrir los ojos.

 

Aomine siempre había sido muy dormilón, ya en el instituto se pasaba las tardes en la azotea durmiendo. El despertador seguía sonando y en aquellos segundos, Tetsu se preguntaba cómo había sido capaz de decirle a ese cabezota dormilón que iría a vivir con él. Era la primera semana juntos y aunque todo era perfecto en la convivencia, las mañanas se hacían duras, más cuando Aomine tenía que madrugar para ir a trabajar.

 

- Levántate ya – le gritó Tetsu moviendo la almohada y golpeándole con ella despertando al moreno.

 

Aomine se quejó al sentir el golpe de la almohada en su rostro pero movió la mano apagando el despertador. Pese al golpe, Aomine no hizo el mínimo amago para levantarse así que Tetsu se giró enfadado hacia él.

 

- Aomine… vas a llegar tarde al trabajo – comentó sacando un sonido de disgusto a su pareja.

 

- Déjame dormir un poco más – comentó Aomine girándose para abrazarle.

 

- Aomine – le gritó Tetsu apartándole el brazo.

 

- Vale, ya voy – se quejó finalmente encendiendo la luz de la mesilla y apartando las mantas para levantarse.

 

Tetsu vio cómo Aomine se marchaba a la ducha y sonrió. Siempre había querido ser policía y por fin lo había conseguido. Las pruebas le habían salido fantásticas, era el chico con mejor nota y ya llevaba dos semanas asistiendo a clases y a la oficina para aprender con sus compañeros. Tetsu no quiso volver a dormirse y es que aunque le molestaba tener que escuchar aquel despertador todos los días a esa tempestuosa hora, también era cierto que verle salir con el uniforme era una de las cosas que más le excitaba. Cuando salió Aomine terminando de colocar las cosas en el cinturón, Tetsu se quedó con la vista fija en las esposas, algo que no pasó desapercibido para Aomine.

 

- ¿Qué pasa? – preguntó Aomine.

 

- Nada – dijo Tetsu sonriendo.

 

- En serio, ¿qué es? ¿Voy mal arreglado o algo?

 

- Tengo un problema, agente – le comentó Tetsu con una sonrisa sugerente.

 

- Ah, no, Tetsu, llegaré tarde.

 

Aomine caminó por un lateral de la cama tratando de irse cuando Tetsu se abalanzó sobre él cogiéndole de la muñeca.

 

- Vamos… estoy deseando probar esas esposas.

 

- Tetsu… no son un juguete – le comentó sonriendo – sólo las utilizo en chicos malos.

 

- Y yo lo soy… o puedo serlo. ¿No me digas que no te excita la idea de arrestarme y hacerme tuyo?

 

Aomine trató de mirar hacia otro lado cuando Tetsu empezó a bajar con su mano derecha el cuello de la camiseta del pijama dejando ver al descubierto su cuello.

 

- No hagas eso – le comentó Aomine rojo como un tomate.

 

- Entonces déjame hacer algo como esto – comentó colocando sus manos en la cintura de Aomine y desabrochando la bragueta del pantalón en busca de su miembro.

 

- Joder, Tetsu – comentó antes de girarse hacia él y arremeter con todas sus fuerzas besándole mientras se colocaba encima de su cuerpo y sacaba las esposas de la parte de atrás del cinturón.

 

Aomine abrió las esposas y pasándolas tras uno de los barrotes del cabecero de la cama, agarró ambas muñecas de Tetsu sin soltar sus labios ni un segundo. En aquel momento, Tetsu se excitó y sonrió triunfante al haber conseguido convencer a su novio de aquello. Al menos había conseguido volver a ver aquella pasión que siempre había caracterizado a Aomine y que perdió cuando se quedó ciego, por fin empezaba a ser el Aomine de siempre, el que conocía desde niño.

 

- ¿Así que alterando a un agente de la autoridad? – preguntó Aomine sonriendo.

 

- ¿Qué castigo tiene eso? – preguntó Tetsu sonriendo.

 

- Quizá podamos llegar a un acuerdo tú y yo para que te suelte – comentó Aomine bajándose el pantalón levemente.

 

Tetsu movió sus manos queriendo coger el miembro de Aomine y dándose cuenta de que no podría moverlas de encima de su cabeza por las esposas. El moreno sonrió con perversión mientras levantaba la camiseta y recorría su abdomen dejando suaves y sutiles besos hasta llegar a sus pezones y mordisquearlos con sensualidad.

 

Aomine aprovechó el momento en que Tetsu aún trataba de recobrar la respiración normal para arrebatarle el pantalón y colocarse en medio de sus piernas terminando de bajar la bragueta y sacando su miembro. Preparó a Tetsu metiendo sus húmedos dedos en el interior, dilatándole. Una vez estuvo listo, Aomine se introdujo en él con cierta rapidez, lo único y lo que más deseaba en aquel momento era sentir de nuevo aquella estrechez de su chico, aquel placer que ambos se daban mutuamente.

 

Allí de rodillas sobre el colchón y con cada pierna de Tetsu a un lado suyo tenía la posición perfecta para coger más profundidad en su interior, para acelerar el ritmo consiguiendo escuchar finalmente aquellos gemidos que Tetsu tanto trataba siempre de silenciar por su timidez. Podía escuchar el metal de las esposas chocar contra los barrotes de madera del cabecero de la cama pero eso y la postura de Tetsu tan a su merced aún le excitaba más, tanto… que se corrió allí mismo en su interior dejando todo su ser.

 

Tetsu sonrió intentando recuperar la respiración después de aquel despertar tan movido pero cuando Aomine miró el reloj, supo que iba a llegar tarde. Sonrió besando en la frente a Tetsu y se vistió con rapidez buscando la llave de las esposas para desatar a su novio. Ni siquiera tuvo tiempo de desayunar, simplemente, cogió su bolsa y salió corriendo calle abajo en dirección al metro.

 

En cuanto el moreno se marchó de casa, Tetsu volvió a dormirse. Cogió la almohada rodeándola con sus brazos y apoyó la cabeza en ella dejándose envolver por la fragancia que Aomine había dejado impregnada en ella. Durmió tan plácidamente que acabó despertándose tarde, tanto… que ni le daba tiempo a ir a clase. Suspiró frustrado pero decidió cambiarse para ir a la cancha de baloncesto, todos deberían estar allí excepto su novio que estaba trabajando.

 

Llegó a la cancha viendo con sorpresa a Kagami jugando junto a su antiguo equipo contra la generación de los milagros. Le extrañó ver allí a Kise o a Akashi ya que siempre estaban muy ocupados, pero suponía que habrían hecho un hueco para jugar. Al ver a Tetsu, todos se giraron hacia él con una sonrisa.

 

- Vamos, Tetsu, llegas tarde – comentó Kagami con una sonrisa.

 

- Creo que todos imaginamos el motivo por el que llega tarde – sonrió Kise haciendo alusión al sexo con Aomine y sonrojando a Tetsu mientras todos se reían.

 

- Dejad de reíros todos.

 

- ¿Cuándo sale tu novio del trabajo? Me apetecía un partido con él, aún tengo que ganarle – comentó Kise girando la pelota de baloncesto en su dedo.

 

- Aún te queda para ganarme – se escuchó la voz de Aomine detrás de Tetsu – dame ese balón que voy a enseñarte a jugar.

 

Tetsu vio cómo Aomine dejaba la bolsa del trabajo en un lateral de la pista y se lanzaba a por el balón que tenía Kise en la mano. Kagami también acabó uniéndose al partido y lentamente, el resto de jugadores. Tetsu no pudo evitar sonreír al verles a todos jugar de nuevo y divertirse como siempre habían hecho en el pasado. Se unió al juego también cuando Aomine pasó por su lado cogiéndole de la muñeca para que le siguiera. Ya le tenía cogido cuando Aomine se giró de golpe dándole el beso de su vida haciendo que todos se girasen a mirarle y silbasen pero todo eso le dio igual a Tetsu cuando escuchó a Aomine susurrarle que le quería. Todo estaba perfecto entre ellos y él mismo se encargaría de que todo siguiera igual. Ahora por fin vivía con Aomine Daiki y él había cumplido su sueño de ser policía. Todo estaba volviendo a su sitio y hasta Kagami había cambiado, empezaba a comprender que ellos dos jamás podrían estar separados y su actitud había dado un gran vuelco, ahora hasta empezaban todos a entenderle y hasta cogerle cierto cariño y aprecio.

 

Fin


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