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Un hilo para los rivales por Fullbuster

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Cuando Tetsu salió de su casa aquella mañana para ir hacia el metro que le llevaría a la universidad, se giró unos segundos en la puerta sabiendo que su madre estaría descansando después del intenso turno que habría tenido que hacer. Había una  nota clavada en una de las maderas de la entrada donde le expresaba su gratitud por haber arreglado la madera de la entrada y le hizo sonreír levemente al acordarse de Aomine. Él siempre estaba cuando le necesitaba, siempre se preocupaba por él pese a ser el chico más arrogante y engreído de todos sus amigos. Todos decían lo idiota que era a veces pero Tetsu sabía que era su mejor amigo, había sido su luz en el campo, su compañero, el amor de su vida.


Caminó solo hasta el metro y al llegar, se quedó de pie al ver que ya estaban todos los asientos ocupados. Miró a la gente, siempre iban todos tan serios y concentrados en sus cosas, nadie se percataba de a quién tenían a su lado pero cuando sintió que alguien le daba una palmada en el trasero se giró enfadado viendo allí a su compañero Kagami que se había levantado del asiento en el que había estado.


- Buenos días, capitán.


- No vuelvas a tocarme el trasero – le dijo con tono inexpresivo.


- Parece que no te has levantado con muy buen humor.


- No, no lo estoy. Será porque ayer perdimos – comentó.


- Será que no sirves para ser capitán.


- Será que quizá no atiendes a las órdenes y piensas que no necesitas compañeros para ganar. No ganarás jamás a Aomine en uno contra uno, es bueno.


- Le ganaré – comentó sonriendo – si me dijeras su secreto acabaría antes.


- Ya te lo dije, no lo tiene.


- ¿No quieres sentarte un rato? Se te veía muy cansado ayer en el partido – dijo riéndose al haberle visto tan débil hacia la finalización del partido.


- Déjame en paz – le dijo Tetsu y en cuanto las puertas se abrieron bajó caminando hacia la facultad.


Kagami iba tras él sonriendo pero no volvió a acercarse a su capitán. Desde luego conseguiría hundir a ese chico, no podía alguien tan débil como Tetsu ser el capitán de un equipo de baloncesto que necesitaba que tirasen de ellos. Ese chico caería, sólo tenía que separarle de su mejor amigo y aunque aún no sabía cómo, conseguiría hacerlo tarde o temprano.


Ese Aomine le había sacado de las casillas en el partido. Nunca antes se había enfrentado a alguien tan bueno individualmente y su capitán no quería decirle la manera de vencerle. Seguro que tenía que haber alguna. Quizá fuera la misma que con Tetsu, simplemente distraerle y hacer que olvidase el baloncesto para centrarse en otro problema. Vio a Tetsu caminar delante de él y entonces le vino una idea a la cabeza. Aomine estaba muy atento siempre a ese chico de extraño cabello azulado, quizá era sólo un suponer, pero ese chico tenía que importarle algo. Iba a robarle a ese chico para que su juego bajase y mataría dos pájaros de un tiro. Podría también destrozar el corazón de Tetsu para que su rendimiento disminuyese y tuvieran que quitarle como capitán. Ambos serían vencidos. Estaba completamente seguro que la debilidad de esos dos estaba el uno en el otro.


Sólo tenía un problema su brillante plan… ¿Cómo iba a conquistar a Tetsu cuando ya había empezado mal la relación con él? Aomine le sacaba mucha ventaja y tendría que empezar a ponerse las pilas. Mentiría si era necesario, Tetsu era de esa clase de chicos que se creen cualquier cosa, que tratarían de ayudar incluso si se hundiera él mismo, podría aprovechar eso y contarle algo deprimente y triste para que se acercase a él consiguiendo así alejarle poco a poco de Aomine.


Tetsu pasó las clases tomando apuntes y de vez en cuando, miraba hacia Kagami que había elegido algunas optativas iguales a las suyas. Encima de aguantarle en la cancha tenía que aguantarle en algunas clases, menos mal que coincidían en pocas. Cuando Kagami le observaba, Tetsu giraba la cara con desinterés volviendo a sus apuntes. Estudiaba biología y es que siempre le había interesado mucho ese trabajo pese a que la gente no le daba mucha salida en comparación a otros estudios que podía haber escogido.


Tenía tantas ganas de salir de clase que cuando se hizo la hora, recogió todo con rapidez y se marchó a todo correr hacia el metro. Kagami le siguió pero cuando vio que su parada se pasaba, se extrañó de ver a Tetsu aún allí en el vagón.


- Te has saltado tu parada – le comentó con cierta sonrisa.


- No voy a mi casa.


- Oh – fue lo único que pudo exclamar - ¿Con Aomine quizá? ¿Vive muy lejos? A este paso llegarás a mi zona.


- Voy más lejos que a tu zona.


- Ni siquiera sabes dónde vivo.


- Me lo imagino. En el distrito de las afueras, seguramente en alguna urbanización de medio lujo pero… yo voy aún más lejos.


Kagami no quiso insistir y cuando llegó a su parada se acercó a la puerta deteniéndose con la mano en el botón para abrirla sin poder pulsarlo.


- Oye, Tetsu – le susurró al estar tan cerca – lamento que empezásemos con mal pie. No era mi intención. Hasta luego – comentó pulsando finalmente en el botón y saliendo, dejando a un sorprendido Tetsu que seguía sin creerse que aquellas palabras hubieran podido salir de aquel chico arrogante.


Tetsu se quedó mirando por el cristal de la puerta automática que se cerraba tras aquel pelirrojo.  Se quedó dudando pero aún así, decidió pasar del tema y se bajó cuatro estaciones más adelante. Esperó cinco minutos en la estación hasta que vio el siguiente metro llegar por la vía contigua dejando a Aomine allí.


Cruzó al otro lado y miró a Aomine desde el final de las escaleras mientras éste también se giraba hacia él y le miraba. Tetsu se había sonrojado al verle allí con su bolsa de deporte al hombro y caminando hacia él. Kuroko se había sonrojado al verle venir hacia él con paso decidido pero no sabía cómo iba a saludarle hoy después de la conversación que habían tenido anoche. ¿Se suponía que eran amantes o algo por el estilo? ¿Cómo se saludaban los amantes?


Pensaba si debería hacer una reverencia, dar la mano, darle dos besos… ¿Qué debía hacer? Normalmente se saludaban siempre alzando la mano así que fue a alzarla cuando Aomine tomó su muñeca empujándole hacia él hasta besarle en los labios provocando que cerrase los ojos.


- Dai… pueden vernos – susurró Tetsu rozando sus labios.


- Es cierto. Lo siento. Venga, vamos a la casa de Akashi.


Ambos chicos caminaron juntos hacia la mansión de Akashi mirándose a veces de reojo apartando la mirada con rapidez sonrojados. Akashi vivía a las afueras, en un barrio residencial de alto lujo y cuando llegaron a la gran verja de hierro negro, la puerta se abrió automáticamente dándoles paso. Caminaron por el inmenso jardín hasta que vieron un vehículo bajar por la gran rampa entre los frondosos árboles y detenerse a su lado. Akashi bajó la ventanilla y les indicó que él tenía un compromiso, pero la cancha estaba cruzando el jardín al otro extremo, así que agradecidos con él por dejarles utilizar su cancha privada se marcharon hacia ella.


Estuvieron aquella tarde los dos solos practicando los tiros. Tetsu era realmente malo en los lanzamientos y aunque Aomine se colocaba tras él y le ayudaba a posicionar bien sus piernas, su cintura y sus brazos, no había forma de que Tetsu encestase ni una. Aomine por otra parte, se estaba poniendo enfermo de tener que estar tocando todo el tiempo el cuerpo de aquel chico que tanto le excitaba, no sabía cuánto tiempo podría aguantar sin echarse encima y tenía que exhalar e inhalar con calma intentando calmar su mente y sus ganas de hacerle suyo allí mismo.


- Tetsu… lanzar es como pasar – le dijo al final Aomine.


- No es cierto.


- Sí lo es, es como si pasases el balón a la canasta, sólo que debes pasársela por encima para que pueda cogerla. Vamos, Tetsu, eres experto en pases, puedes hacerlo. Sólo piensa que es un compañero al que vas a pasarle y es torpe para coger el balón, es un ángulo concreto el que necesitas para que él la coja.


Mientras Tetsu trataba de relajarse para lanzar a canasta nuevamente, Aomine se quedó observando aquel pabellón cubierto que se había montado Akashi, seguramente su padre se lo habría mandado construir y es que era un hombre muy exigente siempre. Su hijo debía ser perfecto en todo. Debía ser difícil la vida a la que estaba sometido Akashi con tanta presión sobre él y todas esas expectativas.


Observó las camas elásticas al fondo y bajó una subiéndose a ella. No había subido a una desde que era un niño pero era algo lógico que a Akashi le dieran todo lo que pidiera con tal de tenerle su padre bien controlado haciendo todo perfecto como le gustaba. Aomine sonrió saltando como un niño pequeño mientras veía el lanzamiento de un concentrado Tetsu. No pudo creer que encestase, ni el mismo Tetsu se lo creía que se giró de golpe sonriendo, perdiendo su inexpresión.


- ¿Has visto eso? He encestado – gritó hacia un anonadado Aomine que había dejado de saltar.


- Felicidades – comentó sonriendo – me alegro mucho, Tetsu.


- ¿Crees que ha sido suerte?


- Habrá que comprobarlo con otro tiro – dijo Aomine sonriendo.


Tetsu buscó el balón lanzando de nuevo tras concentrarse y el balón entró nuevamente en la canasta haciendo que saliera corriendo hacia donde estaba Aomine y saltase encima de la cama para abrazar a su amigo. Tetsu se impulsó con tanta fuerza que al subir a la cama elástica cayó contra el pecho de Aomine y ambos se quedaron unos segundos tumbados en la lona que rebotaba con suavidad.


Tetsu apoyó sus brazos en el pecho de Aomine que miraba el techo de cristal de la cancha viendo las nubes moverse. Estaba tan relajado que prácticamente podía cerrar los ojos y dormirse.


- Gracias – escuchó de aquel chico de cabello azul que se apoyaba en su pecho.


- ¿Por qué?


- Por ayudarme.


- Somos amigos, Tetsu, yo siempre estaré aquí para apoyarte y ayudarte en lo que sea. ¿Para qué están los amigos, Tetsu? Para lo bueno y para lo malo. Siempre podrás contar conmigo sea lo que sea.


Tetsu le miró extrañado, habría deseado contarle cuánto le amaba, cuánto deseaba escuchar aquellas palabras pero no fue capaz de decirle nada, en cambio, sí se acercó ligeramente hacia él. Aomine se tensó un poco al verle tan cerca y más al verle cerrar los ojos pero no se apartó. Algo le retenía a permanecer allí, esa atracción tan fuerte que sentía por el que era su mejor amigo y ahora amante.


Sus labios se rozaron en un dulce y tierno beso que ninguno de los dos quería romper. Aomine no resistió tenerle tan cerca y a solas colocándose enseguida encima de él mientras se quitaba la camiseta dejándole a Tetsu ver su trabajado abdomen. Kuroko no pudo evitar sonrojarse levemente y alzar la mano hacia aquel cuerpo rozándolo con las yemas de sus dedos antes de que Aomine volviera a agacharse devorando sus labios nuevamente. ¿Cuánto tiempo había deseado Aomine tenerle en aquella posición? ¿Tenerle bajo él? Había soñado tantas veces con tener a Tetsu, con hacerle suyo, se había despertado con tantas erecciones que había tenido que acabar él mismo al no tenerle cerca y ahora… estaba allí, la persona a la que más deseaba y a quién más defendía estaba bajo su cuerpo, le amaba pese a que no tuviera el valor de decírselo al menos… se lo demostraría.


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