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Un hilo para los rivales por Fullbuster

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Tetsu caminaba con la cabeza agachada mirando al suelo, refugiándose su helada nariz tras la bufanda que Aomine le había prestado. Inhaló aquel aroma tan varonil que tenía su compañero y levantó levemente la cabeza tratando de encontrarse con él, pero en su lugar, vio a Kagami, ese chico pelirrojo del que no sabía qué pensar. Tan pronto era amable como era antipático con él. Habían empezado con muy mal pie pero ahora parecía que quería arreglar las cosas de verdad, aún así, no terminaba de fiarse de él y Aomine tampoco.


Agachó nuevamente el rostro pensando en cuánto le habría gustado que hubiera sido Aomine quien estuviera acompañándole a casa y no Kagami. Quizá le hubiera invitado a entrar, a tomarse algo y habrían podido repetir el sexo en la bañera de su casa con el agua bien caliente para entrar ambos en calor después del frío que había cogido en la cancha. Sentía sus huesos helados y sólo deseaba poder llegar a casa para darse una larga ducha en aquel agua y que eliminase ese frío que se había calado tan hondo en sus huesos.


- ¿Tienes frío? – escuchó que Kagami le preguntaba.


- Estoy bien. Mi casa está cerca – le comentó.


- Vale.


Tetsu veía cómo Kagami miraba todas las casas intentando adivinar cuál de aquellas sería la de Tetsu. Él ni siquiera vivía en esa zona sino en la de atrás pero no quería que nadie viera su casa, así que se detuvo frente a una dejando boquiabierto a Kagami.


- ¿Vives aquí? – preguntó extrañado – Tus padres deben ser importantes.


Tetsu miró la majestuosa mansión, él jamás podría vivir en un lugar como ése, de hecho nunca lo haría pero no quería decirle a nadie que tenía una beca para estudiar, no quería airear sus problemas y el único con el que tenía la suficiente confianza como para contárselo era Aomine, nadie más.


- Buenas noches, Kagami – le dijo intentando que se marchase y le dejase continuar su camino.


- Oye, Tetsu…


- ¿Sí? – preguntó.


- Yo… - tartamudeaba Kagami algo sonrojado.


- Gracias – comentó Tetsu pensando que era eso lo que no se atrevía a decir – gracias por acompañarme. Ya estoy en casa, puedes marcharte tranquilo.


- No era eso. Yo…


Tetsu le miraba extrañado y luego miraba hacia atrás donde estaba la casa. Era de noche y los que vivían allí seguramente dormirían, aún así, no quería quedarse mucho rato allí delante por si pudieran pensar mal y es que no les conocía de nada.


- Se hace tarde, Kagami – dijo al final Tetsu rompiendo aquel tenso silencio.


El chico de extraño cabello azulado sintió cómo cogía su muñeca y lo giraba hacia él. Notaba la mano libre de ese pelirrojo colocarse en su fría mejilla y cómo agachaba un poco la bufanda que llevaba hasta unir sus labios con los suyos. Se había quedado completamente paralizado, jamás esperó que Kagami, su compañero de equipo y el que había estado insultándole desde que entró, hubiera hecho algo así.


Tetsu se alejó levemente sonrojado y abrió los ojos encarando a un sorprendido Kagami que no esperaba que aquel chico se alejase así sin más.


- No vuelvas a hacerlo – se quejó Tetsu apartando la mirada de Kagami avergonzado – no quiero que vuelvas a hacerlo.


- Lo… lo siento – dijo sonrojado – yo creí que…


- Creíste mal – se excusó Tetsu sin saber a qué se refería.


- Creí que te podrían gustar los chicos.


- Y me gustan – dijo Tetsu.


- ¿Entonces? ¿Es que no soy de tu gusto? ¿No te parezco atractivo? – preguntó.


- Sí lo eres, cualquiera se podría enamorar de ti y de tu físico pero… yo no te veo de esa forma, eres mi compañero de equipo, uno que ha sido una maldita piedra en mi zapatilla desde que llegaste.


- Lamento eso, ya te lo dije. Quería empezar de cero contigo. Me ponen muy nervioso los chicos atractivos como tú y creí que alejarte de mí sería lo mejor para no tener estos sentimientos, pero los tengo, me gustas, Tetsu – comentó ante el asombro de Tetsu.


- No digas tonterías, apenas me conoces.


- Lo que conozco de ti me gusta y quisiera seguir conociéndote mejor.


- No puede ser.


- Pero… te gustan los chicos y tú mismo has dicho que te gusta mi físico.


- No puedo salir contigo ni con nadie – comentó Tetsu algo enfadado pensando en Aomine. Él sólo amaba a Aomine.


- ¿Tienes novio? ¿Es eso?


Tetsu abrió los ojos ante aquello. ¿Tenía novio? ¿Qué eran Aomine y él? A veces pensaba que por la forma en que Aomine le trataba podría ser algo importante, otras veces pensaba que sólo era un rollo, un amante para las ocasiones, aún así con tal de estar con él prefería ser sólo su amante si eso le permitía estar a su lado, seguir siendo su sombra.


- Yo… no tengo novio. ¿Cómo iba a tener novio? – preguntó extrañado.


- ¿Entonces? ¿Por qué no puedes darme una oportunidad?


- Porque te estaría mintiendo, yo no engaño a la gente y no siento lo mismo por ti. Sería una gran farsa y no dejaré que tú seas el único capaz de entregarlo todo en una relación sabiendo que yo no podré entregarte lo que deseas de mí.


Tetsu había mezclado parte de una verdad con una excusa y con la mayor mentira de todas y es que no podía contarle a nadie que amaba a Aomine Daiki, eso jamás pasaría, no podía consentirlo. Nadie se metería en medio de su relación por extraña que fuera, nadie amenazaría la carrera ni el juego de Aomine en ese equipo universitario y desde luego… intentaría proteger su beca todo lo posible para poder estudiar.


- Podría enamorarte – comentó ilusionado – sólo necesito una oportunidad.


- Sufrirías intentando conquistarme, Kagami. No soy un chico que cambie fácilmente de sentimientos ni de decisiones.


- Ése es un problema mío.


- Y mío. ¿Crees que me gusta ver a la gente sufrir por mi culpa? – preguntó enfadado Tetsu y Kagami se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo.


Quisiera admitirlo o no, estuviera en sus planes o no… sabía que ese chico era increíble, tenía una ética aplastante y haría lo correcto o lo intentaría siempre que pudiera. No podría reprocharle su honestidad, ni su bondad, ni su dedicación al equipo. Por un momento pese a que todo empezó como un engaño… empezaba a sentirse levemente atraído por esa actitud de su capitán.


Kagami sonrió sin creerse aún que estuviera sintiéndose atraído de verdad por ese chico débil e indefenso, por ese chico de altos valores que, aunque era el capitán, era incapaz de encestar un balón. Siempre se había fijado en gente que jugaba realmente bien, como en su amigo de la infancia Himuro pero… en alguien como Tetsu… jamás se lo habría imaginado.


- Lo siento, Tetsu – dijo Kagami – no quise molestarte pero tampoco podía retener más mis ganas por probar tus labios.


- Para ya, Kagami – le aclaró – somos compañeros de equipo y así deben quedar las cosas. Olvidemos que esto ha ocurrido.


- De acuerdo. Lo siento, Tetsu, no quería que te sentase mal. Fue un estúpido impulso. Buenas noches.


Kagami se marchó de allí caminando y Kuroko se quedó de pie observando cómo se marchaba. Quizá había sido un poco duro pero no quería tener nada con nadie que no fuera Aomine. Se sentía un poco mal por cómo había reaccionado y por cómo se había marchado su compañero de cabizbajo, no podía evitar pese a ser inexpresivo, tener ese gran corazón que pensaba por los demás antes que por él mismo.


Cuando perdió de vista a Kagami, empezó a caminar sobre sus pasos hasta el final de la calle y giró a la derecha en dirección a la manzana de atrás. Las lujosas casas quedaban tras él dejando ver unas más demacradas. Se acercó hasta su casa comprobando la luz del jardín y sonrió. Aomine se la había cambiado el otro día y es que sólo pensar en él, le sacaba una sonrisa.


Entró en la vacía y oscura casa viendo tras la puerta el papel de su madre explicándole que le habían llamado para un turno. Sabía que pagaban más las horas extra y su madre jamás decía que no a esos turnos, necesitaban el dinero como fuera. Todo eso sólo hacía que preocupar más a Tetsu. ¿Hasta cuánto aguantaría su madre esos turnos sin caer enferma?


Caminó descalzo por la tarima de su casa y fue directamente a su habitación a coger la ropa. Quería ducharse y entrar en calor. Dejó bien doblada la bufanda de Aomine tocándola con sus yemas y sonriendo, era la bufanda del chico al que más amaba, de ese maldito amor imposible que le estaba volviendo loco. ¿Cuánto tiempo podrían seguir escondiéndolo? ¿Cuándo podrían dejar de ocultarse? ¿Cuando acabasen la universidad? Para eso quedaban muchos años.


La ducha le hizo bien, notaba cómo su cuerpo se desentumecía poco a poco entrando en calor. Al salir del agua, el frío volvió y se secó con rapidez buscando su ropa. Intentó encender la calefacción pero no funcionaba, seguramente se habrían retrasado en alguna factura. Buscó en su habitación una chaqueta y se la colocó tapándose bien hasta la cocina. Su madre le había dejado algo de comer en la nevera. Lo comió con mucha rapidez y es que estaba congelado, sólo quería meterse en su futón y dormir toda la noche.


Fregó todo lo que había utilizado antes de irse a la cama y en su habitación, cogió unas mantas del armario colocándolas por encima del futón para abrigarse. Pensó en Aomine, en su cálido cuerpo, si sólo hubiera estado allí no habría tenido ese frío. Se acurrucó con la almohada intentando imaginar que era Aomine y que le daría calor pese a saber que nada era real.


Cuando se despertó por la mañana lo primero que hizo fue vestirse para marcharse a clase. Se sorprendió al ver a Aomine en la puerta esperándole con unos bollos, eso le hizo sonreír. Él siempre se preocupaba por él y era posible que no supiera lo que eran, pero él tenía sus sentimientos muy claros.


- Gracias, Daiki – le llamó por su nombre extrañándole.


- Buenos días, Tetsu. ¿Has dormido bien?


- Sí – mintió – oye, Daiki… yo… tenía una duda desde hace un tiempo.


- Dime entonces.


- ¿Qué somos? Es decir… nunca hemos hablado de esto y no sé muy bien qué estamos haciendo. Yo sé que tú eres importante para mí pero…


- Tú eres lo único que me importa, Tetsu – le dijo Aomine – yo… - se sonrojó y miró hacia otro lado – supongo que yo… te quiero, aunque me cueste a veces admitirlo.


- No me lo habías dicho antes.


- Tenía miedo de lo que pudieras decirme.


- Quiero salir contigo – dijo Tetsu sin rodeos – formalmente, como pareja.


- Lo había pensado – comentó Aomine sentándose en el bordillo – pero no quería hacerte daño de alguna forma, esta relación es demasiado clandestina y no quería involucrarte en algo así.


- Sé que no me ocultas porque te avergüence, sino porque me proteges, estás protegiendo mi beca y te lo agradezco.


Aomine se acercó hasta sus labios besándolos con suavidad. Tanto tiempo buscando la manera perfecta para confesarse y había sido algo casual y fortuito, algo sin planificar, algo más fácil de lo que ninguno se había imaginado, era tan sencillo como escucharse un par de segundos lo que el otro tenía que contar.


- ¿Tienes partido? – preguntó Tetsu.


- Este fin de semana, el sábado. ¿Vendrás a verme?


- Que primero tienes que venir tú a verme a mí – comentó Tetsu.


- Lo sé. Espero que ganéis.


- Lo haré. Ahora lo que más me preocupa es encontrar algún trabajo.


- ¿Un trabajo? ¿Tan mal están las cosas en tu familia?


- No puedes hacerte una idea. Quiero ayudar a mi madre pero no sé cómo.


- Deja que piense algo, quizá pueda ayudarte con algunas cosas.


- Si me ayudas a buscar un trabajo, todo iría genial – sonrió Tetsu.


- Entonces busquémoslo.


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