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Mi pequeño Charles//Mi pequeño Erik por Dark_Gaara

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Notas del capitulo:

Hola otra vez~ Les traigo un poco más de esta delirante idea nwn Sé que son caps cortitos, siempre me digo a mí misma que tengo que hacerlos más largos, pero llego a ciertas partes y no puedo contenerme de escribir, en especial porque no sé cuando voy a tener la combinación es escribir y tener inspiración (y este no es el único fic que estoy escribiendo u3u) Asique espero que no les moleste >< 

Espero que les guste el capítulo~ Dedicado a todos los que me dejaron review <3 Ustedes hacen que siga escribiendo esto xD

 Erik miró con curiosidad el gran canasto, lleno hasta el tope. No podía entender cómo había gente que realmente se emocionaba por tener mucha ropa pequeña para sus idiotas juguetes. Su infancia no había sido materialista, así que le costaba creer que realmente había algo como eso: un canasto cubierto de ropa pequeña para muñecas. Suspiró, agradeciendo que al menos encontraría algo para llevarle a Charles más fácilmente de lo que había creído.

 Cuando estaba a punto de meter mano, sintió que alguien se le paraba al lado. La mujer tenía una cara sonriente y amable, aunque en su mirada había un rastro de coqueteo.

-¿Buscabas algo en especial, lindo?-dijo desfachatadamente.

-No.-contestó cortés pero seco el alemán. No le interesaba hablar con alguien en aquel momento. Sólo quería encontrar algo adecuado para el telépata y marcharse rápidamente, alejándose de todo ese gentío que le resultaba sumamente imbécil.

-¿Es para una hija?-preguntó evaluándolo la mujer, esperando internamente que fuese una negativa. Erik negó con la cabeza y su sonrisa se ensanchó.

-Es para un amigo.-dijo creyendo que con eso acabaría la conversación. Pero la mujer sólo se acercó más.

-Oh, ¿un regalo para su hija o hermana?-dijo aun sonriendo coquetamente, esperanzada con entablar una conversación más profunda con ese guapo hombre, y enterneciéndose porque a pesar de su aspecto duro, estaba buscando un regalo para una niña.

 Erik la miró molesto, pero ella no pareció inmutarse. Al parecer era más terca de lo que había pensado. Buscó en su mente rápidamente qué podía decir para que se fuera inmediatamente. Entonces, sonrió cínicamente.

-Es para mi novio.-dijo simulando su malicia.

 La mujer abrió mucho los ojos y se vio confundida. Dio un respingo y trató de recuperar la compostura.

-Disculpa, creo que oí mal. ¿Es un regalo…?

-Sí, es un regalo.-y mostrándose seguro, agregó otra vez.- Para mi novio.-y remarcó lentamente la última palabra.

 La mujer lo miró confundida y sonrió nerviosamente.

-Bueno, cualquier cosa que necesites, me avisas.-balbuceó mientras se marchaba rápidamente.

 Erik la vio irse y no pudo evitar reírse. Dios, había amado la expresión de idiota que había puesto esa mujer, tan sorprendida. Era cierto que la ropa era para un hombre, aunque no de la manera en que ella pensaba. Ciertamente, a la mujer le hubiese afectado menos que le dijera que era un mutante, o que la ropa era para un amigo que había encogido. Trató de recomponerse de su propia broma y se dispuso a examinar el canasto.

 Charles le había dicho que él mismo podía escogerle la ropa, ¿verdad? Era una idea francamente tentadora. Charles era muy aburrido para vestirse, con esa elegancia característica de los ingleses. Aunque debía admitir que al oji azul le quedaba bien ese estilo. No se lo podía imaginar de otra manera. Siguió revolviendo en el canasto examinando las prendas masculinas que encontraba. Se sorprendió de las cosas que había allí, preguntándose si realmente alguien compraba eso para vestir a las muñecas de sus hijas o si serían para tentar a algún coleccionista con extraños fetiches. Pantalones de cuero súper ajustados, bóxers, trajes de policía, de enfermero, de diablo, de vaquero, todos subidos de tono, incluso redes, trajes de sádico y zungas. Erik no podía evitar imaginar a Charles vestido con cada prenda que encontraba. Pero en su imaginación no veía a un tierno y empequeñecido Charles, sino en su tamaño normal, y con expresiones y poses acompañando ese tipo de prenda. Erótico. La sangre comenzó a hervirle mientras un ligero sonrojo le adornaba las mejillas. Dios, no podía pensar en su amigo de esa manera. Era eso, un amigo. Aunque fue él mismo quien no le había dado indicaciones de qué ropa llevarle. Incluso lo había convencido diciéndole que él podía elegir, y había notado una mirada y un tono sugerente. ¿Es que Charles lo había hecho a propósito, sabiendo qué cosas pasarían por la mente del alemán? Su amigo era tan maldito cuando jugaba con su mente sin meterse en ella…sacudió la cabeza, confundido. No quería pensar más en ello, sobretodo porque su cuerpo estaba reaccionando a ese tipo de imágenes que explotaban en su cabeza, y sería muy incómodo estar así en ese lugar. Así…así de excitado. ¡¿Qué mierda le pasaba a su mente y a su cuerpo?! Dio un respingo tratando de calmarse. Lo mejor sería buscar dos o tres prendas parecidas a las que usaba el telépata y huir de allí. Escaparse de ese materialismo, de esa multitud, de las miradas coquetas que le dedicaban casi todas las mujeres que pasaban por allí, enternecidas de ver a un hombre de aspecto duro buscando ropa de muñecas. Debía huir de esa maldita ropa, que no hacía más que despertar un lado de él que había olvidado que tenía, y que jamás pensó que se vincularía tan íntimamente con Charles. Su lado débil, más humano quizás que mutante, que buscaba un compañero, un amigo, y más aún que ello; su lado sentimental y sexual a la vez, que buscaba una pareja. Su lado que buscaba amor. Y que, con algo de terror, se estaba descubriendo cerca de hallar lo que tanto había buscado, en un par de ojos celestes adornados con una boca excesivamente roja.

 Cuando llegó a la mansión con la pequeña bolsa en la mano todo parecía de lo más normal. Los chicos ya estaban entrenando, y Erik no pudo evitar sentirse un poco orgulloso de lo disciplinados que podían ser. Sabía que era porque todos querían sentir que hacían algo por su amigo asesinado, pero aún así, le parecía grandioso que siguieran madurando y no se dejasen cegar por el dolor. Y sabía que buena parte de eso era gracias a Charles. El telépata y su afán de que todos se aceptasen a sí mismos para dar lo mejor era lo que movía a esos chicos a estar allí, entrenando tan temprano, a pesar de que ni él ni el inglés se lo hubiesen dicho. Porque así como Charles tenía su gran influencia, él también era algo decisivo en el comportamiento de los adolescentes: ambos mandaban allí, de maneras muy diferentes, pero complementarias. Charles lo había puesto en ese lugar, y los demás lo habían aceptado. Era realmente parte de eso, una parte importante de un grupo. De una familia. Y eso sólo se lo podía deber al inglés. Ahora que reflexionaba, realmente le debía muchas cosas. No se lo pagaría sólo con conseguirle algo de ropa para su tamaño actual. Quizás debería buscar otra forma de agradecerle. Quizás…

 Raven estaba por allí afuera, estirándose. Erik se acercó tranquilamente a ella.

-¿Raven?-la llamó desconcentrándola.

-Ho-hola, Erik.-dijo la muchacha acomodándose. Aunque quería disimularlo, el hombre notó cómo su cuerpo se crispaba un poco. Eso no era nada bueno.

-¿Sabes dónde está Charles?

 Tampoco pudo evitar notar cómo la sonrisa de la muchacha se apagaba un poco.

-Oh, él sigue con Hank…

-¿Sigue allí?-dijo con sorpresa. Había pasado bastante desde que Charles estaba siendo examinado por el mutante.

-No han salido en toda la mañana.-contestó alzándose de hombros.-Yo quise quedarme, pero Charles se negó.-entonces dirigió su mirada a la bolsa de plástico que sostenía Erik y no pudo evitar sonreír con gracia.- ¿Eso es---¿

-Gracias, Raven. Adiós.-cortó la charla girándose avergonzado ante la diversión de la mutante.

 Mientras entraba en la casa recordó horas antes el encuentro que había tenido con ella. Es cierto que entre ellos se había formado una atmósfera extraña. La sonrisa de Raven era muy brillante cuando hablaba con él, recién ahora lo notaba con más claridad. Pero no era eso lo que más lo había dejado pensando, si no la pregunta de Charles. “¿Te gusta Raven?” le había tirado de golpe, con reproche en la voz. No, la mutante no le gustaba, eso lo tenía claro. Ahora sólo le quedaba aclarar qué sentía ella. Y mucho más importante, qué sentía Charles. De dónde le venía la desconfianza de que él cuidaría a su hermana si realmente estuviese enamorado de ella. No le gustaba la idea de que el inglés no lo creyese confiable. Porque su reproche debía venir de allí, de ese pensamiento tan absurdo. Él era de confianza, y se lo demostraría.

 Tocó la puerta del laboratorio de Hank, más que por su privacidad, porque no quería interrumpir algún estudio de esos que necesitaban concentración. En seguida Hank le abrió la puerta, primero con reservas. Al ver quién era, suspiró aliviado.

-Erik, pasa.-dijo alejándose para darle lugar. Erik recordó que Charles no quería que nadie más que él, Hank y Raven supiese de su estado actual, y se ve que seguía siendo exigente en este aspecto.

 Apenas entró buscó desesperadamente con la mirada a su amigo. Maldito sea, era tan difícil hallarlo entre tantos cachivaches con su pequeño tamaño. Siguió con la vista al científico, para ver si podía darle una pista de donde estaba el inglés.

-Aquí, mi amigo.-oyó desde un costado de la habitación.

 Se sorprendió al escuchar la voz de Charles no en su mente, sino en sus oídos. Dirigió la mirada hacia donde venía la voz. Allí estaba él, pero aún pequeño. Estaba acostado con los brazos abiertos, y jadeaba lentamente. Se lo veía sumamente agotado, con los ojos entrecerrados. Aún así, notó que sonreía cuando sus miradas chocaron. Charles suspiró y trató de levantarse con lentitud.

-Aún estás en miniatura.-remarcó Erik.

-No he encontrado una cura aún-se apresuró a decir Hank- pero ya le hice los estudios necesarios para hallarla.

-Hank también me hizo un micrófono, así que ahora no tengo que usar mi mutación.-sonrió aun cansado pero alegre el inglés. Recién ahí Erik se percató de que debía ser cansador usar su mutación para comunicarse, y más cuando era tan pequeño.

-Algo es algo.- dijo un poco resignado.

-Erik, ven.-le pidió Charles.

 El mencionado se acercó rápidamente.

-¿Quieres que me quede?-preguntó con más ilusión de la que hubiese querido.

-En realidad ya hemos terminado por ahora.-comentó Hank-Así que pueden irse ambos. Si llego a necesitar otra muestra, les avisaré.

 A Erik le cosquilleó un poco el estómago cuando oyó que Hank usaba el plural. Se refería a un ellos, un ustedes, un grupo, un dúo, una pareja. Al instante se reprendía sí mismo, últimamente tenía muchos pensamientos de ese tipo, completamente desechables y estúpidos. Miró a su amigo, que aún estaba sentado en la mesa sin ánimos de moverse.

-¿Vamos, Charles?-le dijo lo más suave que puedo, estirando su mano.

 Chrles lo miró sorprendido. Nunca había escuchado a Erik ser tan amable. Aunque sólo habían sido dos palabras, el alemán las había dicho con una dulzura muy profunda que no se le había pasado por alto. El oji azul sonrió enormemente. Era odioso estar en esa situación, pero si Erik le hablaba de esa manera, y le ofrecía la mano, todo parecía estar bien.

-Vamos, amigo mío.-correspondió mientras se arrastraba a la palma de la mano de Erik.

 Se sintió desfallecer cuando apoyó todo su cuerpo en esa palma tan grande y cálida. Sentía la piel de Erik erizarse un poco por el contacto, y eso sólo le agradó más. En esa mano se sentía completamente seguro, sabiendo que a pesar de su tamaño nada podría ocurrirle, pues estaba protegido por el mutante más fuerte que había conocido. Y estaba tan cansado…

-Nos vemos, Hank.-saludó Erik mientras se daba la vuelta.

-Gracias por todo.-dijo rápidamente, habiéndose olvidado de todo en cuanto tocó a Erik.

 El científico correspondió el saludo con la mano. Erik cerró la puerta y miró al pequeño Charles en su mano. Éste entrecerraba los ojos, adormilado.

-¿Estás bien?-preguntó con algo de preocupación, que hizo sonreír ampliamente a su amigo.

-Estoy bien. Algo cansado…

-Es agotador ser una rata de laboratorio. Lo sé por experiencia propia.-dijo con altanería en broma.

-Sí, es realmente agotador….-confirmó demasiado agotado para pensar en lo que podía generarle a Erik hablar sobre estudios o experimentos humanos. En aquel momento sólo podía pensar en la pesadez que le invadía el cuerpo y la mente, y en el aroma de Erik. Su olor, su fortaleza, su piel, su calidez, todo en él era sumamente embriagante, dándole ganas de cerrar los ojos y permanecer allí para siempre, protegido de todo.- ¿Me llevas a mi habitación, por favor?

 Erik comenzó a caminar. Miraba su mano constantemente, viendo como su amigo cerraba los ojos para volver abrirlos una y otra vez.

-Hey, ¿te vas a quedar allí?

 A Charles le recorrió un escalofrío de sólo pensar en alejarse de esa tranquilidad absoluta que lo estaba arrastrando.

-¿A qué te refieres?-se esforzó en articular.

-Alguien podría verte….-ante esas palabras, se relajó por completo. Al alemán no le molestaba que estuviese allí, sólo quería que nadie lo viese porque él mismo así lo había dicho. Pero al parecer no había problema en seguir en su mano, así que dejó de oírlo. Sólo quería descansar.- Y estás insistente con que nadie te vea. ¿Quieres ir a mi bolsillo? ¿Charles? ¿Charles?-repitió al no oír ninguna respuesta.

 Volteó a ver a su mano con atención y allí estaba su pequeño amigo, durmiendo plácidamente. Estaba acomodado en su palma como si fuese una cama, con un brazo bajo su cabeza. Erik suspiró, relajado. Su amigo debía estar realmente cansado. Y bueno, ya estaban cerca de su cuarto y nadie los había visto, asique no había problema. Sonrió al pensar que tenía a Charles en la palma de su mano, en todos los sentidos posibles: el telépata se había dormido allí sin reparo, confiando completamente en él.

 Abrió la puerta y la cerró una vez que hubo entrado. El cuarto estaba como lo habían dejado horas atrás, incluso la cama estaba deshecha, lo cual era raro de ver en la habitación del inglés, siempre tan prolijo y ordenado. Erik se acercó hasta allí y depositó con sumo cuidado el pequeño cuerpo, como si fuera lo más frágil del mundo. Cuando lo apoyó oyó a Charles gruñir molesto, mientras trataba de acomodarse, como si aún  buscase la calidez de su mano. Aún así no se despertó. Erik lo miró curioso, se ve que Charles realmente estaba cansado. Y bueno, era agotador tener que ser sometido a agujas, a máquinas, a brebajes, a ruidos, a números, a molestias y a veces dolores, y más alguien como Charles, que no estaba para nada acostumbrado a salir de su zona de confort. Y a eso debía sumarle el estrés que debía haber sentido el inglés desde que había despertado midiendo diez centímetros: el terror, la preocupación, la impotencia. Por algo lo había llamado a él para que lo ayudase a pesar de saber que lo iba a regañar. Seguro que a pesar de su humor, su sonrisa y sus bromas, había estado estresado toda la mañana. Y en cuanto había hecho todo lo que podía hacer, sabiendo que Hank se esforzaría al máximo por hallar una respuesta, y viendo que Erik había vuelto a su lado para protegerlo, todo el estrés debía haber caído sobre él como un pesado yunque de sueño. Eso explicaría por qué se había dormido tan rápido en su palma, y tan pesadamente como para no despertarse en ningún momento.

 Erik se alejó un poco para verlo. Dios, si Charles ya era un hombre precioso con su tamaño normal, midiendo diez centímetros era francamente…adorable. Sí, eso era. Sumamente tierno, como Raven había dicho. Y es que ahora que estaba todo encaminado para una cura, Erik también podía darse el lujo de ver el lado bueno de ello. Hubiese querido actuar como la muchacha, tironeando de los cachetes regordetes del pequeño Charles, apresarle las manitos y presionarle la panza, apachurrarlo contra él como un muñequito. Sin percatarse, sus mejillas se habían coloreado y una sonrisa ansiosa y dulce adornaba su rostro. Realmente le encantaría hacerlo, ese pequeño Charles era tiernamente irresistible…pero estaba durmiendo. Estaba descansando después de tanto estrés. No, no podía despertarlo para molestarlo así. Quizás cuando despertase, si Hank aún no había hallado una solución, podría apretujarlo todo cuanto quisiese. Total lo estaba ayudando, así que podía exigir esa paga. El inglés no podría resistirse aunque quisiera. Y si pretendía vengarse cuando tuviese su tamaño normal, no suponía un gran problema, él era mucho más grande y fuerte que Charles. Sí, definitivamente iba abrazarlo demasiado en cuanto despertase.

 Suspiró, pensando qué hacer a continuación. Su mirada iba a la puerta del cuarto pero en seguida volvía al pequeño cuerpo que respiraba con cansancio, recostado en la enorme cama. En una de sus manos aún sostenía la bolsa con la ropa que había ido a comprar. Pensó en irse, para no molestar a su amigo. Pero le daba pena dejarlo durmiendo casi desnudo, si es que ese pañuelo realmente le cubría algo. ¿No estaba acaso más débil? El telépata no parecía tener un cuerpo precisamente resistente. ¿Y si se enfermaba? ¿Podría tomar medicamentos? Sería engorroso. Mejor lo vestía, para calmar su conciencia, y listo. Tomó con suavidad el pequeño cuerpo, y deslizó lentamente el pañuelo que lo cubría, tratando de no mirar nada en particular. Sus ojos no podían evitar recorrer ese pequeño cuerpo imaginándose cómo serían esas proporciones y líneas en su tamaño normal. Pero no, no debía pensar eso de Charles, de su amigo, sólo debía sacarle el pañuelo y vestirlo de nuevo. Sí, desnudarlo….se oía tan mal, aunque fuese sólo en su cabeza. Agradeció hacer eso mientras el telépata dormía y no podía leer la confusión y la ansiedad que lo embargaban. Y que tampoco pudiese ver lo colorado que se había puesto su rostro. Sin embargo, cuando terminó de sacarle el pañuelo, no pudo evitar detenerse un momento a darle una gran ojeada al cuerpo desnudo.

 -Erik….-murmuró el inglés.

El corazón del mencionado se detuvo, congelado por la vergüenza. ¿Charles se había despertado justo cuando él lo observaba desnudo? ¿Habría proyectado su pensamiento de lo sexy que debía ser ese cuerpo en su tamaño normal? Aquello no podía estar pasándole, Charles lo iba a tachar de pervertido, iba a dejar de hablarle, iba a…

Pero el pequeño cuerpo sólo se removió, aún con los ojos cerrados, y con la respiración tranquila que sólo tenemos en el sueño. Erik suspiró al verse salvado de la humillación. Sin querer distraerse más, vistió rápidamente a su amigo. Si bien éste le había dado permiso de elegirle la ropa, había optado por comprarle la ropa más parecida a la que él solía usar. Y de hecho, al tener tanta variedad, no le había sido difícil. Sonrió satisfecho cuando terminó, tratando ese cuerpo con una suavidad como si fuera de cristal. Aún luego de todo eso Charles seguía durmiendo.  El magnético sintió un poco de compasión al pensar lo cansado que debía estar su amigo entonces.

 Cuando por fin terminó, un gran bostezo escapó de sus labios. Bueno, lo cierto es que él también estaba terriblemente cansado. Había dormido muy ligeramente, preocupado por lo que le podía pasar a su amigo luego de sufrir el rayo de aquel mutante por su culpa. Y a las pocas horas había tenido que ir corriendo a su cuarto a cuidarlo. Luego las tiendas, la gente, las mujeres molestas, y sobre todo, el stress de no saber si había una cura. Ahora que las cosas estaban encaminadas, a él también le estaba cayendo con pesadez el cansancio. Y tenía una cama en frente sumamente tentadora. Además, no podía dejar a su indefenso compañero durmiendo solo en una cama tan grane para él, ¿verdad? ¿Y si se caía desde esa altura? ¿O necesitaba algo? Lo mejor sería que se quedase allí mientras dormía. Y había una cama que lucía sumamente cómoda….

 Decidió acostarse a descansar un ratito. No se dormiría, sólo tendría su cuerpo en posición horizontal para recuperar energías mientras cuidaba  a su amigo. Se acostó en la cama, y no pudo evitar sentir un cosquilleo cuando percibió, en  almohada, el inconfundible aroma de Charles. Era sumamente embriagante. Tomó con su mano el pequeño cuerpo con delicadeza, y lo colocó sobre su pecho. Charles subía y bajaba al ritmo de la respiración del alemán, lo cual le robó una sonrisa. Tenía miedo de aplastarlo si lo dejaba acostado a su lado. Se quedó contemplando aquella escena, sintiendo mucha ternura por el pequeño tamaño su amigo. Y, sin planearlo demasiado, no pudo evitar quedarse dormido.

 

Notas finales:

Me gustaría muchisimo si pueden dejarme algún review con comentarios, criticas, lo que sea, me incita muchisimo a seguir escribiendo nwn espero poder actualizar pronto! 

Nos leemos~!


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