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Mi pequeño Charles//Mi pequeño Erik por Dark_Gaara

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Notas del capitulo:

Hola~!!! Volví!! Porque ya lo dije y lo repito, este fic no va a morir n3n Al fin encontré tiempo para escribir tranquila xD Las cosas que pasan en este cap las tenía pensadas hace mucho y quería que quedasen bien, aunque no sé si lo logré >< También les comento que tardé en acualizar porque....chanchanchan...estuve escribien un one-shot de estos dos (son taaaan lindos) <3! Voy más ded 5000 palabas y no llegué a lo importante todavía xD Asíque eso también atrasó que escribiese este cap. Espero que cuando suba el one-shot lo lean y les guste nwn En fin, acá dejo el cap n0n

 Erik miró extrañado a Charles cuando este se llevó dos dedos a la cabeza, como cada vez que necesitaba concentrarse en usar su mutación. Iba a reprenderlo, ya que debía descansar, pero enseguida Charles los bajó. Volteó a ver a su amigo y sonrió burlonamente al ver que, efectivamente, iba a regañarlo.

-Sólo hacía una revisión.-explicó.

-¿Una revisión de qué?-preguntó sin comprender.

-De todos.-dijo tranquilamente.- Sean y Alex están en el patio como les pedí. Moira está en su cuarto. Y Raven está con Hank, ambos en el laboratorio.

 Erik alzó una ceja, sin detenerse. Le asombraba un poco que Charles aún siguiese pendiente de los demás en aquella situación. Hubiese entendido si revisaba lo que Hank estaba haciendo, para asegurarse que estuviese trabajando en una cura para su pequeñez, pero revisar lo que todos hacían no tenía lógica. Y menos como le decía Charles: como si fuese algo común. Quizás el inglés lo hiciera siempre, sólo que no lo contaba. Y bueno, nadie querría saber que lo espiaban, de alguna manera. Si lo hacía bastante seguido, ¿significaba que también lo había visto a él cuando estaba en la cocina, o en patio, o en su cuarto? ¿Sabría incluso lo que hacía en su cuarto? ¿Lo que pensaba en aquellos momentos en qué….? Por un momento Erik sintió que invadían su privacidad. Y eso era algo que ni al mismo Charles le toleraría.

-No te preocupes, mi amigo.-dijo tranquilamente el inglés, sonriendo levemente.- No soy un espía o un curioso. Sólo lo hago de control, y ni siquiera sé qué están haciendo exactamente. Y no,-soltó una pequeña risita- no te leí la mente recién. Tu rostro es demasiado expresivo.

 Erik bufó, un tanto molesto, mientras Charles le sonría, divertido de lo infantil que podía ser el alemán cuando se trataba de que se entrometiesen en su mente. Enseguida Erik se percató de que su expresión debía ser más divertida que molesta, y chasqueó la lengua.

-Y ya que espías a todos, ¿no sabes al menos si Hank ya terminó la famosa cura?-dijo de mal humor.

-Ya te dije que no veo lo que hacen.-explicó alzando los hombros.

-Pero está con Raven. Debería dejar de jugar con ella y ponerse a trabajar en serio.

 Charles suspiró bajito. Lo cierto es que había mencionado que ambos estaban juntos intencionalmente, para ver la reacción de Erik al saber que su hermana estaba con Hank. Aún no estaba seguro de que sentiría su amigo por ella, y tampoco estaba seguro de querer saberlo, pero la duda lo carcomía en lo profundo de su alma. Podría preguntarle directamente, pero eso con Erik era complicado, y cuando lo había intentado un rato antes no había dado mucho resultado. Sólo podía darle pequeños indicios de que algo pasaba entre su hermana y Hank a ver si los celos de Erik florecían y le aclaraban las cosas. En ese sentido, esperaba que el alemán fuese lo bastante posesivo como para demostrar su molestia. Como cuando Alex lo había tomado en sus manos y casi destruía la cocina. Si Erik era celoso con él, seguro lo sería con la persona que más quisiera, ¿verdad?

-¿Quieres ir a ver en qué estado está la cura?-la voz de Erik se oyó lejana, porque cuando Charles se sumergía en sus pensamientos, era casi como si se fuera a otra dimensión.

-No, no.-se apresuró a decir.- Prefiero que trabaje tranquilo. Tampoco pasaron tantas horas desde que le encomendé la tarea. Vamos a entrenar un poco ahora, y luego pasaré por el laboratorio a ver cómo va.

-Como tú quieras.-apoyó Erik, dando el tema por finalizado, lo cual su amigo agradeció. Si Erik no insistía con ir al laboratorio, es que realmente no tenía necesidad de hacerlo. Aún si allí estaba Raven con Hank, lo cual era un alivio para él.

 Llegaron a la habitación de Erik, y rápidamente entraron. Erik caminó hasta su cama, y depositó suavemente a Charles en ella, cuidando de no ser brusco en el proceso. Cuando se aseguró de que los pequeños pies estaban ya firmes en el acolchado, alejó la mano lentamente, quedando frente al pequeño Charles. Erik lo miró detenidamente, ya sin la preocupación de la solución (aunque jamás lo admitiría, confiaba en la inteligencia de Hank para hallar un antídoto). Charles se sacó el polvo del suéter, moviendo hábilmente sus manitas. El alemán no pudo dejar de pensar en lo tierno que se veía Charles así de vulnerable, de pequeño, de…abrazable. Sí, ese era el adjetivo. Sonrió tontamente ante aquella escena tan tierna. Cuando terminó, Charles alzó los ojos, y sus orbes azules se chocaron con las verdes que lo miraban fijamente.

-¿Ocurre algo, mi amigo?-preguntó con curiosidad, pues Erik lo miraba fijamente, casi sin pestañear.

 Entonces, el alemán recordó aquella cuenta pendiente que tenía desde aquella mañana, que había querido saldar justo cuando el inglés se había dormido por lo que había desistido. Sonrió con travesura, y comenzó a acercar sus manos lentamente a su pequeño amigo.

-¿Erik…?-preguntó extrañado ante aquel comportamiento.

 El mencionado no contestó, sino que siguió acercándose lentamente, hasta que sus manos tocaron el pequeño cuerpo. Apuntándolo con los dedos índices de cada mano, lo empujó suavemente. Charles, sorprendido, cayó de bruces a la cama. Antes de que pudiera emitir una queja o una pregunta, sintió que esos mismos dedos le extendían los brazos y comenzaban a picarlo amistosamente. Erik sonreía entre divertido y enternecido mientras picaba el pequeño cuerpo, sin permitirle escapatoria.

-¡¡Erik!!-gritó Charles entre molesto y avergonzado, con la cara sonrojada.- Déjame ir…

-¡¡Mi pequeño…-susurró Erik, aunque Charles lo oyó- Charles…!! Eres tan adorable…

-¡¡No!! Erik…-trató de contradecirlo, pero enseguida se dio cuenta que era inútil: Erik estaba casi hipnotizado tocándolo, con las mejillas ligeramente sonrosadas, y con una expresión cuasi infantil que Charles jamás hubiera creído ver en el alemán.

 Durante varios minutos Erik siguió tocando a Charles, queriendo recuperar toda aquella mañana en la que lo había visto vulnerable y apretable pero que por diferentes razones no había podido realizar su deseo. Luego, volvió a ser consciente de lo que estaba haciendo: estaba entre tocando y abrazando a Charles. Atacado por la vergüenza, se alejó rápidamente. El pequeño se levantó y lo observó con sorpresa, y cierta angustia. Podía ser un poco molesto que Erik lo picase aprovechándose de su vulnerabilidad, pero la había encantado la expresión que tenía mientras lo hacía. Como si se estuviera divirtiendo, como si disfrutase jugar así con él.

 Como si fuera feliz.

 En silencio, Erik se dirigió a su armario. Luego de abrirlo, comenzó a desvestirse en silencio. Se quitó la polera negra, y desde la cama, Charles pudo advertir sus marcados abdominales y sus fuertes brazos. Ante aquella visión sintió una mezcla de sensaciones: envidia, admiración, algo de lástima…porque aquél cuerpo tan trabajado era la muestra exacta de todo lo que había entrenado Erik, tan sólo para llevar a cabo su venganza. Un gusto amargo recorrió la garganta del inglés. Pero, sorpresivamente, no era eso en lo que más pensaba. Lo cierto es que la imagen de Erik semi desnudo le producía…¿lujuria? No, seguro no era esa la palabra que estaba pensando. Está bien, Erik tenía un buen cuerpo, un cuerpo bien formado, musculoso, sensual, atractivo…otra vez esas palabras colándose en su cabeza. Debía ser envidia, sí. No podía ser otra cosa.

No podía ser deseo. ¿No?

 Erik se colocó el buzo gris con capucha que usaba como uniforme de entrenamiento en la mansión. Enseguida hizo lo mismo con los pantalones, cambiándose al joggin gris que hacía juego con el buzo, todo bajo la mirada atenta y confundida de Charles, cuyos ojos recorrieron las piernas desnudas, descubriéndolas también firmes y musculosas, como el resto del cuerpo. Se mordió el labio ligeramente, e internamente agradeció cuando Erik terminó de cambiarse, aunque una parte suya no quería que el espectáculo acabase. Pero aquello no podía ser. Erik era su amigo, su compañero, la persona herida y difícil de tratar que él intentaba ayudar, no podía pensar en él de otra manera. No era correcto. Y no era justo para Erik, tan sensible y herido. Si el alemán realmente estaba empezando, si no a tenerle afecto, a confiar en él, no podía traicionar su confianza exigiendo algo que, sabía, jamás le sería concedido.

-¿Ocurre algo?

 La voz de Erik lo sacó de su ensueño. Allí estaba, ya cambiado, y mirándolo enigmáticamente. Charles tenía la mirada perdida, estaba sorpresivamente rojo, y respiraba sonoramente. El mencionado tardó en responder, aún tratando de acomodar sus sensaciones.

-N-no.-contestó con dificultad.

 Erik enarcó una ceja y lo miró inquisitivamente. Charles era una persona a quien le era sumamente fácil hablar, en cualquier situación. De hecho, jamás lo había oído tartamudear. Hasta ahora.

-¿En serio estás bien, Charles?-preguntó, temiendo que se tratase de algún efecto colateral del poder mutante que lo había empequeñecido.

 Cuando la voz de Erik sonó preocupada, Charles recuperó la compostura, recordando que se encontraba en un estado delicado, y que debía mostrarse seguro de sí mismo si quería dejar de depender tanto del alemán. Sonrió amablemente.

-Seguro.

-A veces no te entiendo.-respondió Erik, sin dejar de mirarlo, sorprendido ante el cambio de expresión en su amigo.

 Charles soltó una risita divertida.

-Es sólo que me parece un poco extraño aún, mi amigo.

-¿Qué?

-Qué te preocupes tanto por mi bienestar.-y antes de que Erik pudiera rebatir, añadió- No me malentiendas. Me encanta que lo hagas.- “Me encantaría no tener que llegar al punto de ser diez veces más chico que mi tamaño normal, sin embargo” agregó para sí.

 Erik se sonrojó ante la inesperada observación. Bufó bajito.

-¿Seguro que no afectó el cerebro el ataque de ese mutante?

-Mi cerebro funciona perfectamente, y lo sabes.-y sonrió con suficiencia.

 Erik resopló y se acercó a la cama. Extendió una mano hacia su amigo.

-¿Vienes?-y miró hacia otro lado.

 Charles se subió a la palma del alemán. Enseguida notó su tibieza, y un poco de sudor. Se preguntó si Erik estaba nervioso. Porque él, ciertamente, lo estaba. No podía estar en contacto con esa piel sin que la imagen de Erik cambiándose golpease su mente. Quizás su amigo tenía razón y el ataque mutante sí le había afectado el cerebro, porque eso debía ser lo que hacía que no pudiese quitarse la secuencia de Erik desnudándose en su cabeza. Como fuese, el calor que emanaba de la palma de su amigo se le hacía abrumador. Casi sin pensarlo, se deslizó rápidamente a uno de los bolsillos del pantalón del alemán.

-¿Qué ocurre? No es como si alguien de la mansión no supiese ya de tu condición.-comentó extrañado Erik, mirándolo.

-Aun así, prefiero estar aquí ahora.

 Erik no entendió demasiado, pero prefería no insistir. De a poco, comenzaba a aceptar que jamás comprendería del todo al inglés. Había cosas que pasaban por su cabeza que seguro él no se imaginaba. Y en aquel momento no tenía ganas de discutir o hablar al respecto. Además, aún no olvidaba lo idiota que se había comportado unos minutos antes, apachurrándolo como si fuera un muñeco. Así que para él también era mejor que el pequeño viajase en su bolsillo, donde no pudiese verlo y tentarse de tocarlo nuevamente. Aunque no podían verse, los rostros de ambos tenían un tinte colorado, abrumados por la vergüenza de desear tocar al otro, irónicamente.

 El alemán comenzó a caminar a paso firme dejando la habitación.

-¿Prefieres el gimnasio o el jardín?-preguntó

-Mejor el jardín, así si los chicos necesitan algo estamos cerca. ¿Qué opinas?

-Sí, también voto por el jardín. Necesito aire fresco.-y el inglés no se atrevió a preguntar por qué.

 Salieron, y el aire fresco les golpeó suavemente los rostros. Era un día soleado, perfecto para entrenar afuera o simplemente disfrutar la tarde. Charles volteó la cabeza y descubrió que, bastante lejos de allí, Sean y Alex estaban corriendo juntos. Sonrió con algo de orgullo.

-Veo que los chicos me hicieron caso.-comentó, recordando que él los había mandado a entrenar luego del episodio de la cocina.

-No me sorprende demasiado.-comentó con simulado desinterés.-Siempre te estás preocupando por su entrenamiento y su avance. Es lógico que te hagan caso.

 Charles sonrió aún más ante las palabras de Erik. Éste, a su vez, corrió el riesgo de echarle una ojeada a su bolsillo para ver con qué expresión le respondía el telépata. Y no pudo evitar sonreír como un idiota al verlo tan radiante por tan sólo unas palabras, que, encima, eran completamente verdaderas para él. Estaban sonriéndose mutuamente, cuando una voz los sacó de su mutua ensoñación.

-¡Erik! ¿Otra vez estás paseando en lugar de cuidar de Charles? Y encima te ríes. No pareces muy preocupado al respecto.

 Erik volteó con pesadez ante las palabras. Moira lo miraba con una mirada cargada de reproche, afianzada por sus cejas que se juntaban en señal de desaprobación. La boca, cerrada luego de pronunciar las palabras con un tono sumamente molesto, estaba ahora contraída, en una mezcla de ira y envidia. Tenía los brazos cruzados, y trataba de mantenerse firme, por más que Erik le inspirase un respeto fundado en temor. Sólo saber que Charles también estaba en la mansión le daba la seguridad suficiente para hablarle así a un hombre que consideraba casi un psicópata, lo suficientemente loco como para tratar de detener un submarino desde el océano. Y peor aún: lo suficientemente poderoso para casi lograrlo. Pero ahora Charles estaba indefenso, enfermo y enclaustrado en su habitación. Es cierto que no podía protegerla, sin embargo, para ella era más fuerte su deseo de “protegerlo” a él. Aún si eso requería discutir con Erik Lehnsherr.

-No otra vez ella.-fue el murmuro de Erik como respuesta, mientras resoplaba sonoramente.

-¿No era que podías cuidarlo?-y colocó sus manos en las caderas, para enfatizar su regaño.-Y tienes puesta tu ropa de entrenamiento. ¿O sea que vas a entrenar mientras dejas a Charles solo? Bueno, ¿sabes qué? Mejor. Iré a cuidarlo yo misma.-apenas terminó la oración, volteó para dirigirse hacia la mansión.

  Cuando sintió que su cinturón la retenía, tirando todo su cuerpo hacia atrás producto de la inercia, su corazón se frenó un segundo, sorprendida.

 Erik ni siquiera había estirado su brazo. Le había bastado con mover su mano derecha, concentrándose en retener esa hebilla de metal en su lugar y, con eso, detener a su dueña. No dejaría que Moira le hablase así. Y menos que fuese a buscar a Charles, aunque él no estuviese allí. Él era apto para cuidarlo, y esa mujer debería entenderlo. Si no lo hacía por las buenas, vaya que lo haría por las malas. Porque sería la última vez que le hablaría con ese tono de autoridad y reproche. A él nadie le reprochaba nada. Nadie le daba órdenes. Nadie le decía si podía cuidar o no a Charles. Nadie lo reemplazaría como su protector temporario. Y menos esa perra del gobierno que le coqueteaba cada vez que podía. Antes que eso, la ahorcaría con su collar, o le rompería la espalda con su cinturón, o…

 Sintió una pequeña punzada en su mente. Seguramente Charles se había percatado de la ira que había nacido en él. Y bueno, era obvio, si había usado sus poderes contra Moira tan descaradamente. Pero no le importaba demasiado. Al diablo Charles también. Él siempre defendía a Moira, de todas formas. Además, no tenía voz en aquella discusión. Supuestamente ni siquiera estaba allí.

-¡¿Qué haces?!-fue la respuesta entre asustada y sorprendida de la agente. Se dio vuelta, aún confundida, pero queriendo ver la expresión de Erik. Al ver la frialdad de su rostro, un pequeño escalofrío le recorrió la espalda.

-Eres tú la que habla sin pensar.-y sin dejar de mirarla fijamente, como si sus ojos verdes pudieran traspasarla, agregó- No irás a ninguna parte.

 Moira chasqueó la lengua con impotencia. Tampoco era una persona que acatase muy bien las órdenes. Y menos cuando las consideraba, como aquella ocasión, injustas.

-No uses tu mutación en mí.-se defendió enojada.- No tienes derecho. De hecho, si estás aquí es sólo porque Charles así lo quiere y así lo pidió. Pero tampoco te abuses de su bondad.

 Otra vez Charles, y su bondad, y todo lo bueno del telépata. ¿¡Es que esa mujer no sabía hablar de otra cosa!?

-Si estoy aquí por Charles, no te debo nada. Ni siquiera explicaciones.-respondió con frialdad.

-Pues te cuento que Charles y yo somos los jefes de esto, así que quieras o no tienes que respetarme.

 Charles y yo, Charles y yo, Charles y yo……

-Eso no te habilita a regañarme.-“ni siquiera a hablarme”, pensó.

-No lo haría si hicieras bien las cosas. ¡Ya que tanto me discutiste por cuidar a Charles, lo mínimo que deberías es estar con él!-gritó enfurecida. Luego se calmó un poco.- Y si no, tener el sentido común suficiente para saber que yo estoy más capacitada…

-No hables como si supieras.-la interrumpió, empezando a enfurecerse de verdad.

-Pues sé lo bastante como para…

-¡No!-y su voz fue más dura aún que antes.- Hablas como si hubiera abandonado a Charles.

-¿Y no es lo que has hecho?

 Erik sonrió con malicia. Moira contuvo el aire ante aquella mueca, tratando de mantenerse firme.

-Jamás haría algo como eso. Sólo que estás tan desinformada, que crees eso. No tienes idea lo qué está ocurriendo.

-Bueno, Charles está enfermo, descansando en su habitación…-balbuceó confundida.

-¿Segura?-y casi rió un poco, disfrutando saber más de la situación de Charles que ella.

-¡Deja de burlarte de mí! Y suéltame, digas lo que digas voy a ir al cuarto…

-Erik tiene razón, Moira.

 La voz interrumpió la discusión con una suavidad que no admitía réplicas. Tanto Erik como Moira se sorprendieron. Él, porque en su afán de defenderse de aquella mujer odiosa había olvidado que Charles estaba allí, en su bolsillo, oyendo y viendo todo. Ella, porque no entendía cómo le había llegado la voz de Charles, y como parecía como si éste hubiese oído todo. Se llevó la mano a la cabeza, consternada, pero sabía que había oído esa voz por sus oídos, y no en su mente. Sin embargo, el telépata no estaba allí. No lo había visto en el jardín. Y tampoco había gritado, como si estuviese lejos. Entonces, ¿dónde…?

-Estoy en el bolsillo de Erik. A ver, dame una mano, mi amigo.

 Moira pestañeó, aún sin entender. Erik llevó su mano a su bolsillo, y Charles escaló hasta llegar a ella. Una vez parado en la palma, miró hacia arriba, para ver a Moira. Erik acercó un poco su mano, sin estar convencido. Cuánto más lejos estuviese la agente del telépata, mejor. Aunque sabía que podía ser contraproducente mostrarse muy posesivo.

-¡¿Charles?!-gritó la mujer entre horrorizda y confundida cuando reparó en el pequeño inglés que la miraba desde la palma de la mano alemana.

-Buenos días, querida.-fue la respuesta con la sonrisa amable usual, y un tono de voz conciliador. Quería evitar discusiones.

-¡¿Pero qué te ocurrió?!-preguntó aún exaltada.

 Erik se resistió a comentar algo acerca de su histeria. La agente enseguida volteó a verlo a él, en una clara indirecta de que seguramente él era la causa de que Charles estuviese así. Pero más que verlo como un desafío o un regaño, Erik suspiró para sus adentros. Porque quisiera o no, la culpa de que Charles hubiese encogido realmente había sido suya. Si él hubiese reaccionado más rápido…

-Fue culpa enteramente mía, Moira.-aclaró Charles rápidamente. Moira, aún sin estar convencida del todo, volteó a ver de vuelta al pequeño.-Pero no hace falta que te preocupes. Hank ya está buscando una solución…

-¿Hank?-repitió, confundida. Sus cejas se arquearon, y el inglés supo que había metido la pata.- ¿O sea que Hank ya sabe de esto?

-Oh sí, Hank y Raven están trabajando muy duro. Bueno, Alex y Sean hacen su parte entrenando aunque no tengan a su profesor.-agregó Erik con un dejo de humor.

 Charles miró a su amigo con mucha molestia. Erik se hizo el desentendido, aunque lo había hecho conscientemente.  Echarle en cara a Moira que todos sabían del estado de Charles menos ella le había dado una satisfacción personal que ni cualquier enojo o reproche de Charles le haría arrepentirse. Sonrió con cierta malicia.

-Ah, ya veo. Todos sabían de tu estado menos yo, ¿verdad?-replicó la agente, percatándose del mensaje oculto en las palabras de Erik. Miró a Charles con una mezcla de enojo y dolor  que al inglés le acongojó un poco el corazón.

-No lo malentiendas, querida.-suspiró. Miró a Moira clavando sus ojos azules en ella. Por más que habían empequeñecido, su intensidad no había disminuido en lo absoluto. Ella no tuvo más opción que escucharlo.- Sólo le conté a Erik porque él había estado conmigo cuando nos atacó el mutante que causó todo esto, y a Hank porque es quien puede hallar una cura. Los demás se enteraron de casualidad.

-Bueno,-siguió con su tono enojado, pero mucho menos fuerte, dado que no podía enojarse con el telépata cuando parecía ser tan honesto.- pero aun así podrías habérmelo dicho cuando ya todos sabían.-y suspiró con cansancio, mientras Erik se regodeaba internamente.

-Oh no, no lo hubiese querido así.-contestó Charles rápidamente. Ambos lo miraron con sorpresa.- No quería que te preocupases, Moira.

-Pero todos…

-No metas a los demás en esto. Esto es asunto entre tú y yo, querida.-volvió a interrumpirla pacientemente. Sonreía con amabilidad.- Porque yo sé que tú te hubieras preocupado mucho por mi estado, y eso te hubiese desconcentrado. Eres una mujer muy capaz para tu trabajo, pero también muy sensible. Y no quiero que toda nuestra misión se vea entorpecida por un descuido mío. Es importante para mí, y para todos, que tú te mantengas concentrada.  Mientras pueda arreglar mis asuntos por mi cuenta, prefiero no molestarte.-y le sonrió brillantemente, como sólo Charles sabía hacer.

La misma sonrisa que le dedicaba a las mujeres que le interesaban en un bar, pensó Erik sumamente molesto.

-Oh, Charles….-respondió sorprendida la agente, conmovida por las palabras del telépata. Su ceño se relajó, y su mente también. Le devolvió la sonrisa.-No hacía falta…sabes que puedo lidiar con todo.

-Lo sé,  no dudo de eso.-la halagó con seguridad.- Aún así, prefiero evitarte inconvenientes.

 Moira acercó sus manos al pequeño y lo levantó. De pronto la palma de Erik se sintió muy vacía, y la dejó allí, abierta y estática. Como su interior.

-Estás tan indefenso…-comentó la agente mientras lo acercaba a ella, abrazándolo con su mano.- ¿No quieres quedarte conmigo? Así me aseguraré de que no te ocurra nada.-y miró sutilmente a Erik, cuyo rostro ardía de furia.

-Muchas gracias por la oferta, me siento halagado.-respondió alegremente Charles, mirando de cerca a la mujer. Esta sonrió, segura de su victoria.

-Estaba por ir a mi cuarto para hacer unas llamadas…-y estaba a punto de girarse hacia la mansión, cuando la voz de Charlas la detuvo.

-Pero…-suspiró tranquilamente.-Creo que será mejor que me quede con Erik.

 Moira se detuvo en seco, mirándolo fijamente, sin poder creer lo que oía. Y el alemán tampoco parecía creerlo mucho, pero comenzó a oír atentamente.

-No puedes entrenar con Erik en este estado.-se apresuró a rebatir.-Mejor ven conmigo, estarás más vigilado y seguro y…

-Moira-y la voz de Charles sonó igual a cuando hablaba hacia los chicos. Una autoridad tranquila, pero firme- tienes cosas que hacer. Y no son cosas que yo deba saber, aunque sea parte de esta misión. No quisiera que pusieras en riesgo tu carrera o la confianza que la CIA tiene en ti por mi culpa.-Erik recordó lo correcto que el alemán podía llegar a ser. Para suavizar tensiones, Charles sonrió levemente y aflojó un poco el tono de voz.- Además Erik no va a entrenar exactamente. Estoy seguro que él cuidará bien de mí. ¿Podrías confiar en él tú también?-y sacó a  relucir su arma final.-¿Por mí?

 Moira se mordió ligeramente el labio inferior, molesta. Miró a  Charles y luego a Erik y luego a volvió a ver al inglés. No, no podía confiar en el alemán, y jamás lo haría. Menos algo tan delicado como el cuidado de un Charles indefenso. Pero el telépata tenía un buen punto, y ella no tenía, en ese momento al menos, argumentos para rebatirlo. Sólo pudo resignarse a su derrota. Suspiró. Y Erik supo que había ganado. Acercó su mano, y Charles, soltándose del agarre de Moira aprovechándose de su confusión interna, saltó hacia la palma extendida de su amigo. Moira chasqueó la lengua con molestia.

-Cualquier cosa que necesites, no dudes en llamarme.

-No te preocupes, lo haré.-contestó sonriendo.

 Erik también sonreía.  Aunque su sonrisa no tenía ni una pizca de amabilidad, a diferencia de su amigo. Clavó sus ojos verdes en la mujer, que lo observaba desaprobatoriamente. Con un gesto de la mano saludó, y se dirigió a la mansión. Erik la vio alejarse con el corazón saltando de felicidad.

 Charles lo había escogido a él por sobre Moira.

 Cuando este sentimiento le produjo una estúpida sonrisa en el rostro, se percató de lo imbécil que eso sonaba. Parecía una colegiala luchando por el amor del chico popular del instituto. Se sentía un idiota, porque, lo peor de todo aquello, es que no podía evitarlo. Se preguntó si realmente odiaba tanto a la agente por ser humana, y autoritaria, y molesta, o si el hecho de que charles estuviese entre ellos tenía algo que ver. Además, si lo pensaba objetivamente, por más que le costase, quizás ella tuviese razón. A fin de cuentas, él no había podido proteger a charles antes. Ni a su madre. Ni a nadie. ¿Por qué eso iría a cambiar ahora?

-¿Estás seguro?-preguntó sin dejar de mirar al horizonte.

 Charles alzó la cabeza en dirección a su amigo, sin comprender.

-¿De qué?

-De quedarte aquí conmigo. Quizás si vas con Moira…

-Pero yo no quiero ir con ella.-lo interrumpió como si dijera una obviedad.

-Quizás estarías más seguro.

-¿Más seguro que con el mutante más inteligente y poderoso que he conocido?-sonrió con suficiencia.-Lo dudo mucho.

 Erik desvió la mirada hacia el suelo, avergonzado y contento a la vez. Vaya, en serio que debía dejar de ser tan idiota con cada frase que Charles decía. O con cómo le brillaban los ojos cuando le hablaba. ¿Le brillaban igual cuando le hablaba a Moira? ¿Sonreía con tanta honestidad con la agente también? Rayos, debería haberse fijado cuando tuvo la oportunidad. No, debería dejar de sentirse como alguien que está…la simple palabra lo horrorizó. Comenzó a mirar hacia todos lados, buscando algo con lo cual distraerse. Cualquier cosa le serviría, algo que hiciera que dejara de pensar en cierto telépata que, de hecho, estaba en la palma de su mano. Literalmente.

 Charles sonrió con gracia ante la expresión que Erik había puesto con su respuesta. Porque lo que decía era cierto. Había sido un poco difícil rechazar a Moira. Y sabía que luego lo pagaría, porque la agente no era una mujer simple precisamente. Y eso le atraía, debía admitirlo. Pero también se le hacía atractiva la idea de pasar todo lo que quedaba de día con  Erik, como habían estado haciendo. La pasaba bien con el alemán. Y se sentía más seguro que con cualquier otra persona. Antes de conocerlo, sentía que él era el mutante más poderoso. Un poco creído quizás, pero era innegable. Podía controlar la mente de quien quisiera para sus propios planes. La consecuencia es que él siempre era protector, y nunca protegido. Si necesitaba sentirse seguro, debía recurrir a él mismo, a su orgullo para sentir que todo estaba bajo control. Hasta que había aparecido Erik. Por primera vez hallaba un par, y no alguien a quien cuidar. Erik se cuidaba solo, y eso estaba clarísimo. Y ahora ambos comenzaban a ver que también podía cuidar de alguien. Y ese alguien podía ser el siempre protector, Charles.

-¿Qué es eso de allí?-preguntó Erik de pronto, quien aún trataba de olvidarse de su corazón saltando de alegría.

-Acércalo, a ver.-pidió el telépata, volviendo a la realidad.

 Erik estiró su otra mano y acercó hasta ellos el objeto que estaba tirado en el pasto, olvidado. Cuando lo tuvieron cerca, ambos hicieron un gesto de desaprobación.

-¿Un jarro?-comentó decepcionado el alemán.

-Los chicos deben haber estado haciendo algo con él y lo olvidaron aquí.-suspiró como un profesor molesto.- A veces sí son descuidados.

 Erik comenzó a hacer girar el recipiente con su dedo índice, pero sin tocarlo. Los ojos del inglés se concentraban en el metal girando y girando y girando al ritmo que se proponía el alemán. De pronto, sonrió tontamente.

-Hey, eso se ve genial desde aquí.

 Erik iba a preguntar a qué se refería, cuando sintió que Charles se escapaba de su mano. Efectivamente, el telépata saltó hacia el recipiente de metal. Era lo suficientemente pequeño para que él, aun empequeñecido, cupiese de pie con su cabeza afuera. Apenas entró en él se aferró con sus manos al borde, mirando todo desde adentro. Erik se sorprendió, y detuvo el movimiento. Charles lo miró con reproche.

-No te detengas, le quitarás la gracia.

-¿Estás seguro?-preguntó con algo de duda, sin dejar de pensar en lo tierno que se veía Charles metido en el vaso de metal, con su cabeza allí asomando.

 El inglés asintió con confianza, sin dejar de sonreír. Sus ojos brillaban con expectativa, lo que acabó convenciendo a Erik. Comenzó a girar otra vez el vaso, aunque más lentamente esta vez. Los cabellos castaños comenzaron a revolotear, y la sonrisa se ensanchó.

-Puedes ir más rápido.-y en realidad era un “gíralo más rápido” encubierto.

 Erik sonrió levemente. El vaso empezó a girar más y más rápido, aunque cuidaba constantemente la velocidad para que Charles no saliera volando, lo que sería un desastre. Pero charles debía estar bien aferrado, porque no estaba ni cerca de caerse. Sus ojos se habían abierto lo más que podía, y observaba todo como si nunca hubiese visto el patio de la mansión. Y bueno, jamás lo había visto girando sobre sí mismo. Con cada vuelta que pasaba sin que Charles saliese herido, Erik se sentía más seguro.

-¿Estás mareado?-quiso asegurarse.

-No. De hecho, esto es genial.-y la alegría se notaba en su voz.

 El alemán, entonces, entusiasmado por la felicidad de su amigo, detuvo el vaso. Antes de que Charles pudiese reprocharle, estiró el brazo, y el vaso se movió con él y más allá. Volaba lentamente hacia adelante en línea recta, y luego en diagonal, hacia arriba. Era un movimiento constante, más lento que los giros anteriores, pero sin que sea aburrido. Charles sonrió con más fuerza que nunca. Y Erik correspondió esa sonrisa, porque era demasiado contagiosa.

-¡Wow, todo se ve tan maravilloso aquí arriba!-gritó el pequeño, emocionado.

 Erik comenzó a mover el jarro hacia ambos lados, ya sin una línea recta ni un camino prefijado. El vaso simplemente se movía de aquí para allá, al ritmo del brazo del alemán, que parecía un director de orquesta. La brisa acariciaba el rostro de Charles, y jugaba con sus cabellos. Y el telépata comenzó a reír. Su risa acampanada se oía como una cascada de agua fresca. Era una risa casi infantil, porque tenía la emoción de un niño en un parque de diversiones, en un juego nuevo y divertido. La risa de cascabel llegó a oídos de Erik. Y si la sonrisa de Charles era contagiosa, su risa era aún más. Erik también comenzó a reír, primero levemente, y luego con fuerza. Movía el brazo mirando fijamente el vaso, llevándolo por todos lados, hacia arriba, el costado, abajo, el costado, abajo, arriba, más arriba…y reía, como hacía mucho tiempo no hacía, quizás como nunca había hecho. La diversión de Charles era también su diversión, y su risa era su risa, y su corazón agitado era su corazón agitado. Por un rato sólo existieron ellos dos, paseando, volando, riendo, sonriendo, disfrutando de una diversión tan simple como extasiante. No había allí miedos, ni celos, ni peligro, ni responsabilidades, ni culpas. Sólo Erik y Charles, riendo como niños, con sus corazones latiendo al mismo tiempo.

 

 

 

 

Notas finales:

¿Y? ¿Qué tal? Iba a cortarlo luego de lo de Moira, pero pensé en agregar esta parte. No sé si habrá quedado bien, para mí era importnte y quedó corta Dx y no quise cortarla en este cap, prefiero que tengan esta linda imagen de Erik y (mini) Charles jugando hasta que actualice, que espero sea pronto xD Ya no falta mucho para terminar con mini Charles, y tengo ganas de escribir del mini Erik nwn Por favor déjenme reviews con comentarios, críticas, opiniones, sugerencias, para mejorar nwn

Nos leemos~!


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