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El plebeyo del que me enamore. por Kou_bibe

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Notas del capitulo:

Hola !!

 

Esta vez actualizo súper rápido (?

 

Este capítulo lo escribí pensando en resolver algunas dudas, aunque al final creo que tendrán más preguntas que respuestas; disfrútenlo y nos leemos en las notas finales ~

 

 

X

 

 

 

 

— Maldición, me he quedado sin batería… —.

                            

Sasori se encontraba sentado en el piso con la espalda apoyada en una puerta. Solo Dios sabe cuántas horas llevaba sin moverse de ese lugar, desde que su amigo entro corriendo preocupado por su compañero de clases cerró la puerta y no se había apartado del lugar para evitar que fueran descubiertos en plena acción.

 

Sasori era un chico que tenía fama de sádico, cruel y despiadado; pero la verdad es que se preocupaba por sus amigos, tenía sentimientos, y gracias a esos asquerosos sentimientos ahora estaba sufriendo por un amor que sabía jamás seria correspondido; está enamorado de su mejor amigo, su amigo desde la cuna, Sabaku no Gaara. Desde bebes habían estado juntos gracias al hermano mayor del oji verde, Kankuro había desarrollado una pasión por las marionetas y la familia Akasuna no solo se dedicaba a los fármacos, sino que también tenían un teatro de las mismas, por lo que ambos líderes se hicieron amigos y al estar sus esposas embarazadas al mismo tiempo, se hicieron más cercanos.

 

Después de estar tantos años juntos compartiendo absolutamente todo y teniendo los mismos gustos sádicos veía a  Gaara como al hermano que jamás tuvo y nunca tendría. Un día cuando asistieron a un evento de los Namikaze se encontraba buscando a su casi hermano de ojos delineados por todo el jardín hasta que lo encontró en una de las mesas más apartadas, ahí estaba sentado vistiendo un elegante pantalón blanco al igual que la camisa de manga larga con los primeros botones abiertos, zapatos negros y un chaleco plateado con mancuernillas de oro blanco.

 

Se veía tan hermoso así, solo con la mirada perdida, la ligera brisa mover sus cortos cabellos rojos y esa expresión tan apacible mientras sostenía con su diestra una copa con lo que parecía ser sidra de manzana; sus mejillas se sonrojaron de golpe, no era la primera vez que se encontraba a si mismo teniendo esos pensamientos para con su auto declarado hermano, sabía que estaba mal, tal vez estaba confundido por lo que no les prestaba atención y de inmediato desechaba aquellos pensamientos para seguir comportándose como siempre.

 

De un momento el de cabellos más oscuros dejo la copa sobre la mesa y miro en dirección a donde estaba él y esbozo una ligera sonrisa, tan hermosa que sintió su corazón detenerse, Gaara le estaba sonriendo, ¿por qué? ¿Tan bien lucia en su traje color crema y camisa roja? Le sonrió de vuelta y antes de levantar el brazo para saludarle se dio cuenta de a quien miraba Gaara no era él, busco con la mirada y vio en otra mesa detrás de él a su amigo Naruto, pero no era el rubio quien atraía la mirada del de ojos verdes, era su mayordomo, ese chico alto de larga cabellera café y ojos lilas, ese absurdo chico que le ponía los nervios de punta y no pudo evitar el sentir la furia apoderarse de su conciencia. Para el Akasuna no era nada nuevo, sabía que su casi hermano estaba enamorado del chico Neji, mayordomo personal de Naruto, al principio le generaba una ligera molestia pero lo dejo pasar pues sabía que sería algo completamente unilateral; pero la expresión en el rostro pálido de su amigo era algo que jamás había visto, algo había pasado y pudo confirmarlo al notar como el Hyuga le devolvía la mirada de forma discreta; le helo la sangre, fue como si algo en su pecho se rompiera; ya no había duda, descubrió que Gaara y Neji se correspondían y al mismo tiempo acepto sus sentimientos, no era amor de hermanos, de verdad amaba al otro pelirrojo pero al mismo tiempo sabía que algo así jamás sería posible, la suerte estaba echada y él nunca tendría de regreso lo que quería, solo le quedaba ser incondicional para con el menor de los Sabaku, ¿qué podía hacer él?

 

Gaara jamás correspondería sus sentimientos.

 

Lo mejor era no decirle nada al respecto.

 

Si se enterara podría arruinar su amistad y apartarle de su lado.

 

Llevaría el secreto a la tumba.

 

Metió el móvil ya apagado en el bolcillo de los pantaloncillos de color negro que usaba y estiro sus piernas, corroboro la hora en el reloj de su muñeca, las 17:00 h, ¿cuánto más estaría haciendo de guardia? Si no salían en al menos media hora él mismo los sacaría a patadas.

 

— ¿Sasori? —. Se quedó de piedra, esa voz, la última persona que quería ver en esa situación. — ¿Qué haces ahí? —.

— Hola Deidara, ¿cómo estás? —. Maldición, ¿qué iba a hacer ahora?

— Bien, ¿qué haces ahí sentado frente a la sala de mi abuelo? —.

— Nada en especial, solo estoy descansando, me gusta este pasillo —.

— De acuerdo… ¿sabes dónde está Naruto? Llevo buscando bastante rato y no contesta su móvil, Hinata y Neji dicen que no ha salido de la mansión y los guardias tampoco lo han visto salir del territorio, hm —.

— Oh… Naruto debe estar durmiendo en alguna parte, ya sabes cómo es de inútil, después de comer se larga a dormir ¡ja, ja! —.

— Tú sabes en donde está, hm, mejor me dices ahora —. Los ojos azules del mayor le atacaban, ¿y ahora qué?

— ¿Y tú amigo ya se fue? Es muy guapo, Gaara y yo lo vimos después del desayuno, es muy agradable —.

— ¡¿HA?! ¿Se encontraron con Itachi? —. El sonrojo en las mejillas del Namikaze mayor se hizo presente, perfecto, ya tenía la forma de sacarse al chico de encima.

— Oh sí, hablamos con él. Dijo tantas cosas ~ —.

— ¿Heh? ¿De qué hablaron? —.

— Nada en especial, es bastante serio con sus comentarios, pero me dio la impresión de que le gustas —.

— ¡¿Eso dijo?! —. Se notaba entusiasmado.

 

Oh sí, Sasori no era nada tonto, sabía cómo poner cada situación a su favor; además tenía en su poder bastante información después de la charla que tuvo con el Uchiha en la mañana.

 

/Flash Back/

 

— Apresúrate a terminar Sasori, ¿por qué rayos pediste más comida? No querrás almorzar después —.

— No te enojes Gaara, un tazón de cereal con fruta y leche no me harán subir cinco kilos —. Volvió a concentrarse en devorar su nuevo alimento sin darle importancia a los regaños de su amigo.

— ¿De verdad piensas drogar a Sasuke con un afrodisiaco? —.

— Claro, no es como si se fuese a morir por ingerir una pequeña dosis —.

— Te falta un tornillo —.

— ¡¡Ja, ja, ja!! —. Detuvo su estridente risa al ver la puerta del comedor abrirse, se topó con los redondos ojos de Rock Lee que les sonrió tan animadamente como siempre y detrás un chico no más alto en comparación pero sí mayor, de inmediato lo reconoció, después de todo él también había investigado un poco a su compañero de clases, su lado chismoso no se hizo esperar.

— ¡Sasori-san, Gaara-kun, buenos días! —.

— Buenos días Rock Lee —. Saludo Gaara.

— Hola Lee, ¿quién es él? Es la primera vez que lo veo —. No iba a ser tan descarado, tendría cuidado pues según sabía, el hermano mayor de Sasuke tenía un carácter bastante difícil; sintió la mirada de su amigo Gaara sobre él, no estaba contento, probablemente ya sabía que tramaba fastidiar al mayor un poco.

— Es un amigo de Deidara-kun, lo traje para que tome el desayuno, no sabía que ya estaban despiertos, ¿y Naruto-kun? —.

— Regreso a su habitación —.

— Bien, Itachi-kun toma asiento donde gustes, iré por algo para que te desayunes, vuelvo pronto —. Y sin más salió a toda prisa dejando a los tres chicos solos.

— Anda, eres libre de sentarte donde quieras —. Ofreció Sasori y después de que el otro se sentara frente a él continuo su charla. — Así que eres amigo de Deidara, nunca te había visto y es la primera vez que escucho tu nombre, ¿de qué familia eres? —.

— Detente Sasori, no seas impertinente —.

— Está bien, Rock Lee-san dijo que soy amigo de Deidara pero no es así —.

— ¿Ehh? —. Sus ojos miel se desconcertaron, no esperaba que fuese tan sincero al respecto.

— Deidara me ayudo ayer y me trajo aquí, cuando desperté Lee-san estaba en la habitación acomodando las cobijas sobre ese chico rubio y me ofreció tomar una ducha y un cambio de ropa, como su amo aun dormía me trajo para que tomara el desayuno antes, es todo —.

— Entonces… —.

— No soy de una familia como la vuestra si es lo que te preguntas, me iré en cuanto me indiquen la salida —.

— Si Deidara se tomó la molestia de traerte y que te atendieran de esta manera se sentirá muy triste si escucha lo que acabas de decir —. Sin duda era el hermano mayor de Sasuke, era bastante frio aunque al menos hablaba más que su hermanito.

— Deidara fue muy amable al encargarse de mí, pero no tengo ningún motivo para permanecer más tiempo en este lugar —.

— Puede que le interese ser tu amigo —. Afirmo Gaara mientras le miraba serio.

— Tal vez, pero no importa cuánto le pueda interesar, la relación que él busca tener conmigo jamás podrá ser, aún si lo acepto es imposible —.

— ¿De qué hablas? —.

— Sé que ustedes saben quién soy, son los compañeros de mi tonto hermano, aunque él jamás los menciona —.

— ¡¿Sasuke nunca habla de sus mejores amigos?! —.

— No somos sus amigos, Sasori —.

— Eres muy inteligente Sasori-kun, pero no creo que estés haciendo lo correcto, entrometerte donde nadie te lo ha pedido —.

— No permitiré que me hables así —.

— ¿Y qué harás? —. El ambiente se había vuelto tenso, casi costaba respirar, ambos se miraban desafiantes ¿cómo habían llegado a esa situación?

— Cálmense, si alguien más llega a entrar podríamos estar en problemas, aunque seamos amigos de Naruto esta no es nuestra casa, compórtate Sasori —.

— Este tipo me irrita —.

— Lo siento, pero no era mi intención agradarte —.

— ¡Suficiente! —. Se levantó de golpe y antes de brincar al otro lado de la mesa la puerta se abrió de nuevo.

— Aquí está el desayuno —. El pelirrojo detuvo su inminente ataque y regreso a su lugar con gesto enfurruñado; Rock Lee venía con una charola de plata y en ella un tazón con algo de fruta picada, una taza de café y algunas tostadas con mermelada de guayaba, dejo todo frente al de larga cabellera y se sentó junto a él con su típica expresión alegre. — ¿De qué hablaban? —.

— Nada, ¿en dónde está Deidara? —. Comenzó el oji verde.

— Sigue en su recamara, ayer tuvo un día agitado y debe estar muy cansado, ¿verdad Itachi-kun? —. No obtuvo respuesta.

— Entonces Itachi-san, ¿te irás en cuanto Deidara despierte? —. El mapache.

— Sí —.

— ¡¿Ehh?! No puedes irte Itachi-san, Deidara-kun no dejara que te marches aún —.

—No hay razón para que yo siga aquí, estoy mucho mejor, le agradeceré por cuidarme, me disculpare por haber sido una molestia y me iré —.

— ¡No puedes! ¿Cómo podrías ser una molestia para él cuando está enamorado de ti? —. La expresión en los pelirrojos fue demasiado, esa información jamás la consideraron. El de peinado gracioso ni reparo en haber soltado “información clasificada”.

— Esa no es razón para que me quede más tiempo —.

— Espera —. Intervino el de piel de porcelana y ojos miel. — ¿Cómo es que esta información no te conmociona, ya lo sabías? —.

— Sin duda Deidara es una persona muy especial, en el trabajo siempre me deja buena propina y se asegura de que sea yo quien le atienda, en algunas ocasiones me ha defendido de algunos clientes borrachos que intentan algo más y me trata de una forma tan amable, es todo un caballero conmigo, aun así la mirada que me dedica es de amor, sé de sus sentimientos hacia mí desde hace mucho, pero no puedo corresponderle, nuestras vidas son muy diferentes, además parece que su hermano está interesado en el mío, si algún milagro llegase a suceder se lo dejare a ellos —.

— ¿De qué estás hablando Itachi-san, cómo supiste…? —.

— Deidara no es nada discreto al mirarme de esa forma cada que está en el bar; además lo escuche hablando sobre sus sentimientos hacia mí en una ocasión que llevo a su hermano al lugar, sé que no es correcto escuchar conversaciones ajenas pero no pude evitarlo, escuche cada palabra, él en verdad está enamorado de mí, pero no puedo corresponder, esa es la realidad —. Se quedó rozando el borde de la taza contra su labio inferior. — Además en esa ocasión menciono a mi hermano, en ese momento aún no lo tenía muy claro, pero por la forma en que hablo de Sasuke pude darme cuenta, ese chico Naruto está perdido por mi hermanito y… —.

— Ahora te voy a interrumpir —. Interfirió Sasori. — Es cierto que Naruto está enamorado de Sasuke, pero hasta ahora nunca se lo ha hecho saber, nuestro amigo es un idiota y puede que nunca haga ningún movimiento; si eres consciente de lo que Deidara siente por ti, ¿no deberías corresponderle? —.

— ¿Por qué haría eso? —.

— Es obvio que también te gusta —. Esta vez fue Gaara. — El cómo hablas de él es prueba suficiente, no engañarías a nadie nunca. Si Deidara lo supiera, que sientes lo mismo, haría lo imposible por tenerte a su lado —.

— Y es por eso que no lo haré, Deidara es demasiado bueno, jamás los arrastraría a una vida a mi lado donde el amor no es suficiente, es obvio que él está acostumbrado a tener todo cuando quiere, con solo una palabra todos hacen lo que le plazca, no podría quitarle nada de que lo tiene por un capricho egoísta; tienen razón, me gusta Deidara, ¿y cómo podría no gustarme? ¿Acaso no puedo tener un amor correspondido por alguien tan inalcanzable como él? A pesar de que nuestros sentimientos se corresponden, es imposible que estemos juntos, su amigo y mi jefe Yahiko me ha contado todo de la vida que ustedes llevan, Deidara tienen muchas responsabilidades y está acostumbrado a una vida de lujos donde lo tiene todo; a mi lado no tendrá ni la décima parte a lo que está acostumbrado, además su padre jamás estaría de acuerdo, nos haría la vida imposible y no quisiera ver que Deidara sufre por ello, es mejor que llore una noche por un amor no correspondido a que sufra cada día y se arrepienta por estar conmigo —.

— Eres un idiota Itachi, ¿de verdad crees que Deidara se arrepentiría de estar a tu lado? —. El Akasuna no tenía ningún reparo en decir lo que pensaba.

— La vida no es tan generosa con todos, si el milagro de que alguien tan importante como él este con alguien tan común como yo, prefiero que ese milagro sea para Sasuke —.

— Itachi-kun, Deidara-kun estaría dispuesto a dejarlo todo por ti —.

— Lo siento Lee-san, pero ya no quiero hablar sobre eso, me dijiste que podía pedir lo que fuera, ¿pueden dejarme solo? —. Los tres se quedaron quietos mirando al mayor del comedor, estaba con la mirada perdida en su café con ambas manos alrededor de la taza, se notaba cansado.

— Esta bien Itachi-kun —.

 

Los tres se levantaron de sus asientos y salieron dejando solo al Uchiha. Una vez afuera Lee se retiró a atender algunos asuntos como mayordomo que era y los pelirrojos se alejaron a paso lento con dirección a la habitación que siempre les cedían cada que se quedaban a dormir, ya una vez dentro tomaron algunas ropas para ducharse y estar más presentables.

 

/End Flash Back/

 

— Bueno, cada que mencionábamos tu nombre el rostro de Itachi se ponía completamente rojo, se veía tan tierno y se notaba nervioso, seguro es porque le gustas Deidara —. Comentaba Sasori de forma escandalosa. Evidentemente no le diría nada de lo que hablaron en realidad, si bien le gustaba meterse en la vida de los demás jamás diría nada que no le correspondiera.

— ¿Estás seguro? No suena como a Itachi… —.

— Claro que sí, yo lo vi todo —. Bueno, tal vez había exagerado. — Mejor vamos a buscar a Naruto, ya casi es hora de la cena, además debo regresar a mi casa —.

— Sí, hay algo que quiero preguntarle, hm —.

 

El pelirrojo sonrió satisfecho y se levantó de un ágil movimiento del piso, se estiro un poco pues llevaba un rato sin cambiar de posición, pero antes de dar el primer paso para llevarse lejos al de larga cabellera un sonido peculiar se hizo presente y sintió como le perforaba el cerebro; es oficial, estaba perdido. Giro la cabeza temiendo encontrarse con algo que no sabía cómo explicar.

 

Y como si todas las deidades conspirasen contra él ahí estaban Naruto y Sasuke saliendo de aquella habitación con las ropas mal arregladas, el cabello despeinado y una expresión en el rostro llena de satisfacción, una enorme sonrisa que se borró al ver al heredero frente a ellos.

 

— Deidara nii-chan… ¿qué haces aquí? —. Ciertamente era la primera vez que el pequeño zorro se sentía acorralado, se suponía que era sábado, se suponía que su hermano nunca estaba en casa los sábados, ¿qué estaba haciendo ahí junto a Sasori?

— ¿Naruto? —. Afortunadamente el mayor tenía un excelente autocontrol sobre sus expresiones faciales e impulsos, de lo contrario ya tendía la mandíbula fuera de su lugar de la sorpresa y posiblemente los ojos atrofiados de intercalar la mirada entre los tres chicos intentando buscar respuestas.

— Genial, Naruto te estábamos buscando —. Rompió el silencio el ojimiel, algo debía hacer para salir de aquella situación. — Ohh, viniste a verme Sasuke, pero está no es mi casa, así que vámonos —. Y sin más tomo al azabache de la muñeca para llevárselo casi arrastrando, salió corriendo a toda velocidad, excelente plan de escape; una vez que los rubios perdieron de vista a los menores se miraron de nuevo, ¿y ahora qué?

— Ven Naruto, es hora de cenar —.

— Pero… —. Quiso replicar, quería ir detrás del impertinente de su amigo que se atrevió a abandonarlo en aquella situación y que había huido con su pequeño; pero no podía, sentía el enojo de su hermano y sabía que su carácter era bastante explosivo, además no le convenía poner en su contra al único que siempre le defendía por algo que podía esperar un poco. Se mantuvo callado y siguió a su hermano hasta el comedor, caminaba lento detrás de él intentando arreglar su apariencia un poco, con suerte su hermano no lo habría notado; al llegar se sentaron en los respectivos lugares que siempre ocupaban, se mantuvieron en silencio hasta que Hinata entro al comedor.

 

— Naruto-sama, el Joven Sasori-sama me ha pedido le entregue un mensaje —.

— Adelante —.

— “Querido Naruto, espero que estés bien, he tomado prestada tu motocicleta, llevare a Sasuke a su casa, por favor envíale su uniforme y mochila, si sobrevives a Deidara te veré el Lunes en el Instituto, sin amor, tu amor imposible” —.

— Ése imbécil bastardo hijo de… —.

— Naruto, tus modales —.

— Tsk, puedes retirarte Hinata —.

— Compermiso… —. La chica hizo una reverencia y salió del lugar.

 

Silencio incomodo, el de cabello corto comenzaba a cuestionarse el por qué no había corrido detrás de ese par para escapar de esa horrible situación, obviamente su hermano estaba molesto, le iba a pedir una explicación, ¿qué se supone que le diría? “Oh, él es Sasuke, el hermano menor de tu amor inalcanzable Itachi, seguro lo recuerdas de la tienda de nuestro padre donde lo ayudaste, resulta que me enamore de él y acabo de pasar unas horas teniendo sexo en la sala de descanso de nuestro abuelo, ¿qué habrá para cenar?” NUNCA, su única salvación era una increíble mentira, no le gustaba recurrir a ello, pero era la única forma, debía mantener la calma, su hermano solía olvidar a la gente si no la frecuentaba, seguro ya no recordaba al moreno.

 

— ¿Qué hacías con Sasuke-kun en la habitación de nuestro abuelo? —.

 

OK estaba jodido, ¿qué explicación le iba a dar?

 

— Bueno, Sasuke tenía algunos problemas con Historia japonesa y vino a estudiar junto con Sasori, solo le enseñaba la casa para distraerlo un poco —.

— Naruto, no nací ayer, obviamente ustedes dos estaban… —. Sus mejillas se tiñeron de un fuerte carmín, como hermano mayor que era ¿era bueno hablar sobre sexo con su pequeño hermanito? No, precisamente él era el indicado para tratar ese tema, el momento había llegado; respiro profundo armándose de valor para no parecer el inexperto que era en ese tema. — Soy consciente  de que estas en edad de querer intimidad con tu pareja, pero aun eres muy joven, y si algo llega a pasar, él es más joven que tú, hm ¿usaron protección? —.

— Nii-chan, por favor, no hablemos de esto —. Bajo la mirada contra la mesa y apretó los puños sobre sus piernas, por favor, que la tierra se abriera y se lo tragara ahí mismo, era muy incómodo hablar sobre ello, tenía hasta las orejas rojas, obviamente no había usado protección y todo eso había sido sin planearse, estaba seguro que había actuado mal, aunque el otro le correspondió, bueno, estaba drogado, pero le correspondió a fin de cuentas. Debía estar de camino a buscar a Sasuke, no teniendo esa conversación.

— Naruto, tal vez no sea el momento de hablar de ello, pero antes que nada siento que debo agradecértelo —. El de piel canela se tensó, no podía estar hablando de ese tema. — Gracias por todo… gracias por… —.

— Detente, tampoco quiero hablar de eso, olvídalo —.

— En algún momento debemos hablar de esto —.

— Sí, pero no ahora —.

— Si no quieres hablar solo escúchame —. El menor se iba a negar pero al encontrarse con la mirada suplicante de su hermano no pudo resistirse, tal vez era el momento de hablar sobre eso, aunque no se sentía preparado para ver a su mayor llorar al recordar lo ocurrido.

— Está bien —. Accedió.

— Realmente no quiero extender este tema, bien, empezaré con lo obvio… —. Entrelazo sus dedos frente a él, estaba nervioso, recordar no le hacía ningún bien y por ello necesitaba sacárselo, que alguien le escuchara y que mejor que su hermanito. — Cuando me secuestraron en mi primer año de Instituto, estoy seguro de cuan preocupado estabas, aún más porque nadie aparte de nuestra familia supo sobre ello, nuestro padre se encargó de que nadie fuera de los Namikaze supieran lo ocurrido, imagino que debió ser muy difícil para ti estar solo sin poder contarle a tus amigos ni a nadie sobre cómo te sentías —.

— Eso no importa, tú lo estabas pasando peor Deidara, te secuestraron, te mantuvieron encerrado por seis meses, medio año tú solo lleno de miedo sin siquiera ver un maldito rayo de sol… no compares el cómo me sentí con el infierno que estabas viviendo —. La ira se apoderaba de su interior, sintiéndose tan impotente como en ese tiempo, pero prefirió callar para que el oji azul continuara.

— Como sabes, me mantuvieron en un viejo departamento en Takahama, Kioto, hm —.

— Sí, aún no me explico cómo consiguieron llevarte tan lejos sin que nadie lo notara… —.

— Puede ser… Desde que me dejaron en ese lugar me mantuvieron con grilletes en ambos tobillos, vistiendo únicamente lo que suponía era una enorme playera desgasta, siempre tenía los ojos vendados, los primeros días me la pasaba llorando, estaba realmente asustado, a pesar de que estábamos cerca de la costa siempre tenía frio, me la pasaba en lo que yo creía era un rincón abrazando mis rodillas, sabía que estaba encadenado y que era imposible escaparme, esos grilletes eran pesados y me lastimaban; cada tanto tiempo me llevaban comida, pero no comía, no quería, solo quería que me dejaran ir. No importo cuanto les suplicara, esas personas nunca me dirigían la palabra, lo único que decían al entrar en esa habitación era “tu comida” y salían después de dejar lo dicho cerca de mí, a los minutos regresaban por la comida intacta y sin decirme nada se iban. Después de un tiempo decidí que al menos debía comer algo, si por algún milagro lograba salir de allí… no podía morir de hambre, debía ser fuerte; comencé a comer lo que me habían dejado, era arroz cocido, un trozo de pan, sopa y agua, todo en recipientes de unicel, ni una cuchara si quiera, comía con las manos lo mejor que podía, era asqueroso, fue la primera vez que probé algo tan desagradable, aun así siempre me terminaba todo lo cual al final era inútil pues terminaba por vomitarlo todo a los pocos segundos; pensé que si aguantaba lo suficiente nuestro padre pagaría la recompensa o les daría lo que fuese que pidieran a cambio de mi liberación, pero ya había perdido la noción del tiempo, ya no sabía si era de día o de noche, no sabía cuantos días, semanas o meses llevaba allí, tal vez años y yo ni enterado —. Cerro los ojos con fuerza y un nudo se apodero de su garganta, en cualquier momento comenzaría a llorar, sintió la cálida mano de su familiar sobre las suyas y después de sonreírle suavemente continuo. —

 

 

/Flash Back/

 

Comenzaba a perder toda esperanza, a sentirse vacío, no solo por no haber comido nada en largo tiempo, sinceramente no se encontraría en aquella situación si le importara a alguien. Pasaba el tiempo y nada cambiaba, ese hombre desconocido llegaba siempre con la comida, le dejaba solo y regresaba por los recipientes vacíos y de vez en cuando le escuchaba limpiar lo que vomitaba sin pronunciar palabra alguna ¿cuánto tiempo iba a seguir aquello? Después de lo que pudieron ser días un hombre entro gritando, el Namikaze escucho unos fuertes pasos acercarse, le tomo del brazo y lo levanto, le apretaba con fuerza, gritaba e intentaba quitárselo, ahí se dio cuenta de cuan débil estaba; el hombre aventó al rubio y cayó al piso, sintió un dolor increíble en el brazo, tal vez se lo había roto, otro hombre se acercó y le cargo con cuidado, no pudo evitar que su cuerpo temblara por completo, estaba aterrado, era la primera vez que alguien entraba de esa manera, comenzó a llorar de nuevo; aquel hombre que le cargaba con sumo cuidado dio unos pasos y le dejo sobre algo suave, una cama vieja tal vez, desde que llego no se había movido del mismo lugar, hasta se quedaba dormido en el suelo cuando el llanto le vencía, ni siquiera sabía que había una cama en ese lugar.

 

— ¿Te duele algo? —. La voz de ese sujeto era de alguien tal vez un poco mayor que él, se percibía amable pero no le respondió, no entendía nada de lo que estaba pasando, ¿lo iban a matar?

 

— Déjalo, solo veníamos a ver si seguía con vida, aunque no creo que haya problema si se muere, ya van dos meses desde que está aquí y nadie lo está buscando —. Dos meses, así que ya eran dos meses desde que su encierro había comenzado, ¿y nadie lo buscaba?  Nunca se sentido realmente superior a los demás pero, era el hijo mayor de la familia Namikaze, el heredero, ¿por qué el mundo no se había vuelto loco buscándolo?

 

— Minato es inteligente, sabe que si matamos a su hijo jamás conseguiremos nuestro objetivo; pero ocultar la repentina desaparición de su hijo diciendo que lo envió a un extraño curso privado de finanzas en Canadá es demasiado —. Esa era la voz de quien lo había cargado, sabía que su padre nunca mostro afecto por ellos realmente, pero llegar a esos extremos, ¡¿En qué estaba pensando?! Estaba seguro que al menos sus abuelos o su madre los buscarían pero ¿Nadie? ¿Y su hermano? ¿Qué hay de sus amigos? ¿En serio se habían tragado esa mentira de su padre? — Como sea, no podemos dejar que muera —.

— Pero nos podemos divertir con él —. El tono en la rasposa voz de aquel hombre le causo escalofríos, los espasmos de su cuerpo aumentaban, de forma instintiva se abrazó a si mismo, le dolía el hombro derecho, seguía atado con aquellos grilletes, no podía escapar.

— Mientras no le mates, después de todo lo necesitamos vivo —. Escucho unos ligeros pasos alejarse y el sonido de la puerta al cerrarse.

— Aunque ahora estás más delgado estoy seguro de que eres delicioso —. Los resortes del colchón crujieron por el peso extra, aquel hombre había subido a la cama y le sujetaba por ambas muñecas dejándolo boca arriba. — Un doncel tan bonito como tú… ¿con cuántos te has acostado? —. El rubio se mordió el labio inferior, trataba de quitarse a ese hombre de encima pero era imposible, el miedo le estaba invadiendo, no podía detener las lágrimas y qué decir de gritar, seguro se encontraban en el fin del mundo, nadie le iba a ayudar. Sintió una de sus muñecas libre y en seguida como levantaban la única prenda que usaba. — Muérdela, no me gusta que griten mientras tengo sexo… —. Obedeció a duras penas, estaba muerto de miedo, pero la verdad es que el ser violado no era su mayor preocupación en ese momento, sí, era horrible y no quería pasar por algo así, pero si se negaba, si se resistía ese hombre era capaz de matarlo y eso era peor, con suerte lo dejaría tranquilo o tal vez se aburriera al no ver resistencia y se marcharía, pero si no al menos seguiría vivo otro día, no tenía mucho sentido, después de todo nadie lo estaba buscando, pero aun no quería rendirse, no todavía.

 

 

 

Con pesadez se removió sobre aquel tibio colchón, lo primero que sintió fue el peso del metal en sus tobillos y la tela sobre sus parpados rozando la piel de sus sienes, ese pedazo de tela siempre estaba tan ajustado y por más que intentaba romperlo era imposible, la parte interior contra su piel no era tan rasposa, pero por fuera era diferente, sus dedos se encontraban contra una textura porosa y acartonada, se sentía muy pesado, trataba de arrancárselo con los dedos y uñas pero siempre se lastimaba, podía sentir como sus uñas se rompían y sangraban sin éxito alguno; ignoro lo inevitable, jamás podría quitarse por su cuenta esa extraña venda ni los grilletes.

 

Quiso levantarse pero el cuerpo le dolía horrores, lo sabía, sabía que tendría sobre toda su piel varios hematomas enormes, ese tipo le había tratado de una forma tan bruta, le había golpeado la mejilla tan fuerte por haber gritado cuando le penetro sin preparación alguna y al notar que el rubio era virgen le trato peor; le embistió tan fuerte que sintió como si le destrozaran las entrañas, le mordía el torso, los brazos, las piernas y la espalda; llevo sus manos a la mejilla izquierda, la sintió hinchada. Con pura fuerza de voluntad bajo de la cama pero cayó de rodillas en cuanto quiso dar un paso, se quedó sobre el piso frio, podía sentirlo, el semen salía de su entrada y escurría por sus piernas, no lo sentía tan espeso como algunos de sus amigos le habían contado, tal vez no era solo semen, quiso llorar pero ya ni para eso tenía fuerza.

 

Intento recordar en qué momento se había desmayado y cuánto tiempo había pasado desde entonces, lo último que recordaba era el pene de ese tipo embestirle con fuerza mientras su cadera era rasguñada sin compasión. No recordaba mucho y lo agradecía enormemente, al no haberlo visto podía pretender que fue una pesadilla.

 

¿A quién engañaba? La piel le quemaba y el cuerpo le dolía hasta los huesos, su entrada le ardía, como si pusieran de esa estúpida hierva venenosa con la que jugo sin saber hace unos años en el invernadero de su loco amigo Zetsu. Sería más fácil si al menos pudiera ver, ¿para qué? ¿Comprobar con la vista la miserable situación en la que se encontraba y de la que jamás saldría?

 

Se estremeció cuando escucho la puerta abrirse, unos pasos se acercaron a él y le levantaron con cuidado del piso.

 

— Ése imbécil se excedió, si bien no te mato casi lo hace —. Reconoció era el otro sujeto que le había cargado anteriormente. — ¿Puedes caminar? —. Negó con la cabeza. — Bueno, relájate un poco, te llevare a otra habitación para curarte —.

 

Cargo al de larga cabellera entre sus brazos y lo dejo sobre la cama de donde minutos antes se había levantado, dejo de sentir al otro cerca ¿lo había dejado solo? Iba a moverse cuando sintió unos dedos alrededor de sus tobillos y como los grilletes eran removidos, los escucho chocar contra el piso y por primera vez sintió que no estaba tan perdido como creía, podía al menos disfrutar de esa pequeña libertad un poco.

 

Fue cargado nuevamente y sintió como avanzaban, ¿de verdad lo estaba sacando de aquel lugar? Después de caminar un poco escucho a este hablar con alguien más en otro idioma, lo identifico como ruso, maldición, si hubiera tomado ruso en lugar de portugués podría entender lo que hablaban, escucho una puerta abrirse y percibió entraban a otro lugar más fresco, pensó en preguntar pero desechó la idea al momento, ¿tenía permitido hablar? Fue dejado en lo creyó era otra cama, esta era un más suave que la anterior y el lugar tenía un fuerte olor a medicinas y antisépticos, una enfermería.

 

— Para curarte necesito quitar y cambiar la venda de tus ojos, aunque ya no tienes los grilletes sé que no intentaras escapar, estás muy débil que apenas puedes sostenerte, puedes hablarme si quieres, de mí dependerá contestarte —. Asintió con la cabeza.

 

Escucho pasos de nuevo y que alguien comenzaba a mover su cabello para quitar esa extraña venda, percibió el ruido de algo metálico, como una cerradura siendo abierta y al escuchar un ligero clic esta fue retirada, fue como si le quitaran un enorme peso de encima, sintió como la luz golpeaba contra sus parpados, quiso abrirlos, maldición quería abrirlos, pero no lo hizo, tenía miedo y comenzó a temblar otra vez, ¿y si al abrirlos no estaba en una enfermería sino en un horrible calabozo donde lo torturarían hasta morir? Su imaginación le había comenzado a jugar en contra.

 

Dejo de imaginar cosas y se concentró en respirar con normalidad, no era bueno para los nervios temblar como lo hacía. Pasaron bastante tiempo en ese lugar; le habían dado un buen baño, lavaron todo su cuerpo e incluso se encargó de eliminar todo el semen de su interior ¿Que si fue vergonzoso? No tanto como el terror que sentía, curo sus heridas también, podía jurar que parecía una momia con tantos vendajes y gasas que le habían puesto, cuando termino de atender todas sus heridas le cepillo el cabello, después volvió a colocarle esa pesada venda en los ojos; desaprovecho su única oportunidad de volver a ver, cada vez que quería abrir los ojos se arrepentía al instante, de nada servía ver si no podía moverse, le vistió con ropa interior, un pequeño short y una larga camiseta, no podía averiguar nada más.

 

Le cargaron de nueva cuenta y al entrar en otra habitación le dejaron de nuevo sobre una cama aunque esta vez no le encadenaron.

 

— En un rato te traerán tu comida, necesitamos que comas o no duraras mucho, aquí también hay un pequeño baño, aunque no te puedo quitar la venda si te dejare con libertad de caminar, igual es imposible que puedas abrir la puerta y escapar —.

 

Los días siguieron pasando, ya podía comer al menos, aunque seguía siendo horrible, también había dejado de llorar a cada minuto, probablemente se había acabado las lágrimas de esta vida y la siguiente. Se dedicaba a despertar, comer lo que le llevaban, de vez en cuando iba al baño que le costó reconocer al principio y de regreso a esa cama para dormir. Sentía pasar el tiempo, al menos ya estaba acostumbrado a esa comida, sabía que ya habían pasado otros dos meses, de alguna forma había aprendido a sacar la cuenta de los días.

 

Una vez a la semana le sacaban para llevarlo a esa enfermería donde atendían sus heridas, estas siempre eran abiertas pues ese otro tipo había tomado el gusto por violarlo cada que quería.

 

Ese día escucho la voz de una chica hablando con el sujeto que al menos lo trataba bien, de entre la conversación entendió en qué mes estaban, distinguió que mencionaban algo sobre navidad y un evento, estaban en Diciembre, cuatro meses en ese espeluznante lugar con esa porquería de vid; de alguna forma agradeció que su amigo Hidan de vez en cuando hablase en su idioma natal, ruso, lo que le permitió reconocer esas palabras de la conversación. De forma inconsciente recordó la euforia de sus amigos al acercarse esa fecha, los banquetes y fiestas a las que asistía y las reuniones que planeaban, siempre tan divertido, casi podía sentir el frio de la nieve y la calidez de los abrazos de sus amigos, la euforia de las fiestas, el aroma de la deliciosa comida y…

 

— ¡Deidara! —.

 

Ese hombre se le acerco a levantarlo del piso, el de piel blanca se había ido de frente cayendo de la cama cuando recordaba toda esa comida, su estómago se revolvió y tenía unas horribles ganas de vomitar, las náuseas eran demasiadas, tenía ambas manos sobre su boca, no iba a aguantar mucho. Fue llevado a un baño y cuando estuvo frente al retrete se aferró para sacar todo, la garganta le dolía, todo lo que había comido antes salió sin compasión, ya tenía el estómago vacío pero las náuseas no se iban, tal vez algo de esa comida no le cayó bien. Le ayudaron a enjuagarse y fue llevado a esa habitación de nuevo.

 

Los días pasaban y esas nauseas no desaparecían, era horrible, le habían cambiado la comida y aun así era imposible que comiera algo, todo le daba asco, en una visita reconoció algo de fruta, mandarinas, intento pelarlas y gracias al cielo pudo comerlas sin vomitar, rápidamente se convirtieron en sus aliadas, mandarinas y agua era todo lo que ingería. Pasó otro mes y las náuseas comenzaban a disminuir, a cambio se sentía cansado, no es como si tuviese mucha energía, pero le daba mucho sueño y de vez en cuando tenía antojos, ¿qué estaba pasando? No era posible que comenzara a sentirse cómodo en ese lugar como para relajarse de esa forma. Era todo tan extraño pues cuando ese hombre que abusaba de su cuerpo estaba cerca no solo tenía pavor, había algo más, algo que no entendía, ¿por qué si tenía miedo de esa persona también quería recibir al menos un abrazo? Se estaba volviendo loco, en cualquier momento comenzaría a hablarle a las paredes.

 

Cinco meses en ese lugar; le llevaron a la enfermería como ya era costumbre, al parecer la mayoría de sus heridas estaban curadas, bueno, una preocupación menos.

 

Después de eso su violador no se había vuelto a presentar, al menos agradecía ya no tener que soportar ese maltrato físico, psicológico y emocional que recibía constantemente. Ese día se despertó con buen ánimo, era extraño, como si algo bueno fuese a pasar, tal vez ahora le permitieran quitarse la venda o le llevarían alguna otra fruta, mango o melón, vaya que tenía muchas ganas de comer melón, bueno, nada perdía con soñar aquello. Presentía que ya había pasado la hora en que le llevaban la comida, se sentía hambriento y de forma inconsciente se llevaba las manos al vientre que comenzaba a gruñir.

 

— Tranquilo, no creo que nos dejen sin comer, sería bueno que nos trajeran más fruta o algún pan con mermelada, hm —. Era extraño pero había adquirido la costumbre de hablarle a su estómago.

 

Resignado a tal vez no comer se dirigió a la cama donde se sentó con las piernas cruzadas y la espalda contra la pared, tenía mucha hambre, ¿en serio no le llevarían alimento alguno? Comenzó a quejarse mentalmente hasta que escucho pasos y gritos fuera de su habitación, brinco por la sorpresa, ¿qué estaba pasando? Desde el día en que llego ese lugar era bastante tranquilo y callado, como si él fuese el único viviendo allí. Agudizo el oído y ahora podía escuchar disparos, Dios, se llenó de miedo, abrazo sus rodillas y comenzó a temblar y llorar, era un miedo diferente, ahora sí estaba seguro de que iba a morir. El ruido de gente corriendo y gritando entre los disparos se escuchaba cada vez más cerca, cuando creyó que su momento había llegado estos se detuvieron, ya no se escuchaba nada, quiso levantar la cabeza pero un fuerte estruendo lo sobresalto; el sonido de puertas siendo derribas llenaban el lugar, lo iban a encontrar y lo matarían, estaba seguro. Su puerta fue derribada y se cubrió la cabeza con ambas manos sin dejar de llorar.

 

— Por favor, no me mates, por favor —. Comenzó a rogar.

— ¡Lo encontramos! ¡Díganle que aquí esta! —. Gritaba alguien más, no era ninguno de los dos hombres que tenían contacto con él, ¿qué le iban a hacer? Levanto la cabeza y se acercó a la esquina de su cama.

— No me hagas nada, por favor —. Suplicaba, estaba desesperado, iba a seguir rogando cuando escucho que alguien llegaba corriendo hacia él, estaba perdido.

— ¡¡Deidara-kun!! —. Unos brazos le rodearon por el cuello y sintió su hombro húmedo, era tan fuerte el abrazo, tan cálido, podía sentir el cuerpo de esa persona temblar, lo escuchaba llorar. — Estás vivo… te encontré… al fin te encontré… Deidara-kun… —.

— Lee… —. Su cerebro se volvió un lio, apenas reconocía esa voz, la sentía tan lejana, ¿de verdad era él quien le abrazaba? Maldición, ¡claro que era Lee! —. Lee, eres tú… Lee —. Le abrazo tan fuerte como pudo.

— Vine por ti Deidara-kun —. Se separó del rubio y con facilidad le levanto en sus brazos cargándole con mucho cuidado. — Es hora de ir a casa… —. Comenzó a caminar.

— Rock Lee-sama, aquí están las llaves —. Escucho otra voz.

— ¿Qué esperas? Quítale esta cosa —. Deidara sintió como movían su cabello y después del cilc la venda fue retirada, apretó los ojos con fuerza. — Esta bien Deidara-kun, abre los ojos por favor… —. La voz del moreno se escuchaba quebrada, en cualquier momento comenzaría a llorar otra vez, sintió el agarre más fuerte y firme y se decidió a abrir los ojos, no había mucha luz pero se le dificulto enfocar algo, cuando lo hizo sus ojos se encontraron con los llorosos de su amigo y mayordomo; ahí estaba de frente, los ojos de ambos se llenaron de lágrimas y se aferró al pecho de su amigo. — Estás a salvo —.

 

/End Flash Back/

 

— Nii-chan… —. El zorrito tenía los ojos rojos, le ardían de tanto que luchaba por que sus lágrimas no salieran, tebía que ser fuerte, si su hermano estaba siendo tan valiente al contar por primera vez todo lo sucedido en aquel lugar, él también lo sería; apretó con más fuerza las manos un poco más pequeñas del oji cielo, este tenía su propia batalla por no llorar y controlar el temblor en su cuerpo, eso había pasado hace mucho, pero no tanto como para hablarlo sin sentir miedo, tal vez, nunca lo superaría.

— Recuerdo que Lee me cargo hasta la salida de aquel edificio, era un lugar viejo bastante horrible, afuera había varias patrullas y mucha gente uniformada, policías, soldados y cuerpos de recate que al vernos salir corrieron y nos rodearon; en varios se notaban expresiones de alivio y felicidad en sus rostros, nos protegían mientras Lee me dejaba en la camilla de una ambulancia, después de pedirle que no se apartara ni un momento de mí nos subieron a la unidad, me tomaron los signos vitales y me hacían preguntas rutinarias, me conectaron a una máquina que tomaba mi pulso y algunas funciones, me ajustaron un suero, recuerdo que Lee me tomaba la mano, estaba preocupado y temblaba más que yo, iba llorar otra vez, me causo mucha ternura verlo así, era la primera vez que lo veía en ese estado, después de susurrarle un gracias me desmaye —.

— Desde que te fuiste al dichoso internado recuerdo que Lee casi no estaba en la mansión, me parecía bastante extraño que no hubiese ido contigo, siempre iba a donde tú ibas, parecía tu sombra; las pocas veces que lo veía se notaba preocupado y sin dormir, cada vez estaba un poco más delgado. Tres meses después de que te fuiste le cuestione sobre tu número telefónico pues por más que llamaba a tu móvil entraba directo al buzón, solo me contesto que no sabía, era una mala mentira, le obligue a contarme todo; me sentí horrible, la peor persona del mundo, ¿cómo era posible que me enterara hasta ese momento? —.

— Seguro no quiso preocuparte… —.

— Pero claro que no quería, pero debía hacerlo, ¡Eres mi hermano! ¿Por qué ocultármelo? Estaba tan molesto, fui directo a buscar a nuestro viejo exigiendo explicaciones, ni siquiera me recibió, me sacaron del edificio y me llevaron a rastras de regreso, ¿por qué…? —.

— Naruto, no te pongas así, sé que el actuar de nuestro padre pudo no ser el adecuado, pero si la noticia de que yo había sido secuestrado y probablemente ya  estuviera muerto se hubiera sabido… ¿sabes cuántos problemas hubiera tenido la compañía? La empresa habría sufrido y… —.

— ¡Eso no importa! —. Comenzó a desesperarse. — Eres mi hermano, ¡su hijo! ¡¡Su deber era buscarte como desquiciado debajo de cada maldita roca!! —.

— Si fuésemos como cualquier otra familia, tal vez lo hubiese hecho… y ese es el punto, no somos como los demás, tenemos obligaciones, enormes obligaciones que cumplir, hm —.

— Es una tontería… —. El oji zafiro decidió calmarse y con un gesto le indico a su hermano que podía continuar su historia, aún había cosas que debían hablar.

— Aah… cuando desperté estaba solo en la habitación de un Hospital, tenía algunos cables pegados a mi pecho y brazo, un catéter conectado al suero junto a mi cama y un oxímetro en el índice derecho además de una cánula de oxigeno nasal; me sentía horrible. Levanté un poco mis manos, estaban tan delgadas, sabía que había bajado de peso, pero no creí que tanto, no quería ni saber de mi aspecto físico, cuando iba a levantarme la puerta se abrió y entro Lee, corrió para detenerme, me explico que estábamos en el Hospital privado de los Haruno, que habían pasado tres días desde que me rescataron y ya me encontraba estable a pesar del estado tan deplorable en el que me encontraba, iba a hacerle unas preguntas cuando la puerta se abrió de nuevo, Lee se levantó e hizo una reverencia mientras se alejaba de mi cama; era nuestro padre junto a dos hombres de traje, se acercó y tomo asiento a mi lado, le indico a sus hombres y a Lee que salieran y así lo hicieron… —.

 

/Flash Back/

 

— Buenos días padre… —. Saludo con voz débil.

— Son las 15:00 h. Deidara, has dormido demasiado —.

— Lo siento… —.

 

Namikaze Minato, dueño, presidente y líder del grupo Namikaze, el hombre más poderoso del país, conocido a nivel mundial como un empresario talentoso y capaz, un hombre no muy alto pero de fuerte presencia, de cabellos rubios como sus hijos y ojos azules iguales a los de su primogénito. Permaneció en silencio un momento inspeccionando la apariencia de su hijo en la cama, cerró los ojos y suspiro para abrirlos de golpe.

 

— Has de saber que pasaste seis meses en ese lugar, hoy es 22 de Febrero, ¿tienes idea de cuantos problemas pase por ello? Fuiste muy descuidado al pasear solo en Shibuya, ¿qué hacías allá? —.

— Lo siento padre, yo… fui a ver una exposición de arte y… —.

— Lo sabía, te dije que te olvidaras de ser un artista, te dije que eso jamás te traería nada bueno y dime ¿me equivoque? Tan solo recuerda donde terminaste por ir a ese lugar —.

— Lo siento… —. Apretó el edredón de su cama cuanto sus fuerzas se lo permitieron, de nuevo quería llorar, quería preguntarle tantas cosas, quería bajar y correr a los brazos de su padre, abrazarlo y llorar sobre su pecho, creyó que jamás lo volvería a ver y aun así no se podía permitir aquello, sabía que de cierta forma era su culpa por escaparse de sus guardaespaldas y Lee para ir a ese evento que tanto anhelaba ver, ¿Era necesario hablarle de esa forma? ¿Por qué era tan cruel con sus palabras? ¿Acaso no fue su propio padre quien no le buscaba?

— Tu mayordomo hizo un buen trabajo al encontrarte. Como ya te habrá informado estás en la clínica de los Haruno, estamos en Kioto pues fue imposible regresar a Tokyo por tu condición, desde tu secuestro no he tenido más que problemas, has de saber que voy a romper tu compromiso con Kakashi, no tiene caso casarte con un varón si ya no puedes tener hijos —.

—… ¿Eh? —. Soltó la suave tela y sus ojos se abrieron cuanto pudo. — ¿De-de qué hablas padre? —.

— Hmh, cuando llegaste aquí te hicieron todos los exámenes médicos existentes, tenías deshidratación, deficiencia de varias vitaminas, principios de anemia, varios golpes además de rasguños por todo el cuerpo y un embarazo de dos meses —. Hizo una mueca de disgusto. — Según el médico fuiste violado en repetidas ocasiones y en alguna de ellas quedaste encinta, no necesito explicar mucho, ordene que te hicieran un aborto, algo se complicó y tuviste una fuerte hemorragia, por suerte pudieron salvarte, aunque por las condiciones en que te encontrabas y tu corta edad… ya no puedes embarazarte —.

 

El rubio menor sintió que el mundo daba vueltas más rápido de lo que debería, su cuerpo comenzó a temblar y sus pensamientos se desordenaron; había estado embarazado, le practicaron un aborto y ahora era estéril, ¿cómo podía manejar y mantenerse calmado con toda esa información? Era un joven doncel de 15 años aún, en Mayo cumpliría los 16, todavía no se enamoraba, ni siquiera se había emborrachado, maldición todavía no había dado su primer beso y ya se le había arrebato una parte fundamental de su futuro.

 

— Tengo unos asuntos que atender, regresaré mañana —. Se levantó y se acercó a la salida donde se detuvo para mirar a su hijo que seguía en estado de shock. — Me alegra que sigas con nosotros —.

 

Escucho la puerta abrirse y al cerrarse unos pasos se apresuraron a él, fue abrazado con fuerza, no necesito mirar a esa persona, cerró los ojos y comenzó a llorar de forma escandalosa. Rock Lee le acariciaba la cabeza y la espalda susurrándole que todo saldría bien, que jamás se apartaría de su lado otra vez. El oji azul solo podía llorar y aferrarse al cuerpo del otro, lloraba con todas sus fuerzas, ¿cómo iba a superar algo así?

 

/End Flash Back/

 

Ambos rubios estaban abrazados llorando, uno más fuerte que el otro, era una situación bastante difícil, no era sencillo hablar de todo eso; saber por todo lo que había pasado su hermano. Recordaba cuando éste le contaba entusiasmado sobre su condición de doncel, le decía que algún día tendría un hermoso bebé, que viviría al lado de su varón y sus lindos hijos, que se esforzaría por ser una buena madre, le hacía mucha ilusión imaginar tener una niña, vestirla con encantadores vestidos y peinar su suave cabello, presumirla a sus amigos, pasear con ella; recordaba la enorme sonrisa de su hermano mayor al imaginarse con su pancita crecer cada vez más y los pucheros que le provocaba cuando le decía que embarazado parecería un hipopótamo, cuando Deidara hablaba sobre formar su propia familia tenía un enorme brillo en los ojos y una radiante sonrisa. Jamás verían ese futuro, su hermano jamás podría embarazarse, dolía como los mil demonios saber que una parte importante había sido arrancada de su hermano, si al de marquitas le dolía, no podía alcanzar a imaginar cuanto dolor soportaba el de piel de porcelana.

 

Estuvieron un rato abrazados hasta que el mayor se calmó, se separaron y le limpio las lágrimas que escurrían por las mejillas, le beso la frente y la nariz roja.

 

— Gracias Naruto, estoy seguro de que hubieses sido un excelente tío, hm —.

— Siempre estaré para ti Deidara nii-chan —.

— Dos días después me dejaron salir y regresamos a Tokyo, recuerdo que cuando entre corriste a abrazarme y lloraste llenando mi camisa de tus lágrimas y mocos, hm —.

— Hmph, tú llenaste mi cabello de tus asquerosos fluidos nasales —. Se fingió ofendido.

— ¡Ja, ja! Toda una semana estuviste pegado a mí. Gracias a tus cuidados pude recuperarme rápidamente. Es una pena que por mi culpa haya crecido el rumor de que un hijo de los Namikaze era doncel y creyeran que eras tú… —.

— No te preocupes, me encargue de desmentir todo eso y con ayuda de Rock Lee modificamos tu información e historial médico, incluso se encargó de hablar con tus amigos para que olvidaran que eras un doncel con la excusa de que el examen era incorrecto, que siempre fuiste un varón y entre los Namikaze no existía ningún doncel —.

— Supongo que no tenía caso decir que era un doncel estéril, ¿cierto? —.

— Solo no queríamos que sufrieras más por ello —.

— Aunque a ti te molestaban con eso —.

— Sasori aún me fastidia diciendo que soy un doncel, incluso hace bromas de ello, es un idiota —.

— No comparto su ideal de arte, pero es un buen chico, hm —.

— Pasa más de una hora con él y te retractaras de lo que dices —.

 

Comenzaron a hablar de trivialidades, ahora el mayor sentía que al fin había llorado lo que debía, hablar de ello fue difícil pero se sentía más relajado y con un enorme peso removido de su ser y conciencia, hablar con Naruto era lo que necesitaba.

 

— Joven amo, la cena esta lista —. Neji entro seguido de dos mayordomos para dejarles los platos frente a ellos y que comenzaran a comer.

— Disfruten —. Hizo una reverencia y salió.

— Neji es muy serio, hm —. Comenzó a comer.

— Siempre es tan frio, me rendí con él, por más que le pedía me tratara con más naturalidad fue imposible, al menos Rock Lee no es tan serio —.

— Sí… ¿ahora me dirás la razón de ése chico para estar aquí y por qué tuvieron sexo en la sala de nuestro abuelo? —. El de marquitas comenzó a atragantarse con la comida, definitivamente la suerte estaba en su contra. — Si te reúsas a hablar le preguntaré a Sasori, sé que hablara con gusto, hm —.

— Es un maldito traidor… —.

— Naruto… —.

— Tsk —. Dejo los cubiertos junto a su plato y respiro resignado y nervioso, era mejor que fuera él mismo quien hablara y no el idiota de su amigo, vamos Naruto, se hombre y cuenta toda la verdad. — Él… Sasuke, sé que lo recuerdas, es el chico becado del Instituto-ttebayo, es compañero de clases de Gaara y Sasori, él… es el hermano menor de Itachi —.

—… ¿Qué? —.

 

 

 

 

 

 

 

 

Continuará…

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Hola otra vez !!

 

Cuantos recibieron todo lo que pidieron a los reyes magos ? A cuantos no les trajeron nada ? seguro se portaron mal, pero no se preocupen que a mí tampoco me trajeron nada

 

Espero haber aclarado algunas cosas, en un capitulo Sasori menciona que Naruto es un doncel y algunos perdieron la cabeza por ello y más con el capítulo anterior, si Naruto es un doncel ¿por qué es el seme? Bueno, espero que esa duda esté resuelta. También pudimos conocer el terrible pasado de Deidara que nadie vio venir, Ja, ja ! me sentí horrible haciéndole eso a mi bebé Dei *muere*. Además pudimos apreciar los sentimientos de Sasori y lo que Itachi siente hacia nuestro lindo rubio y lo que piensa ante ello.

 

El próximo capítulo no sé cuándo pueda publicarlo, trabajare en el cuanto antes, ya tengo una ligera idea; esta vez actualice rápido porque seguro están enterados (algunos) de la situación en México, debido a ello mi jefe nos dio el Jueves y Viernes libres por lo que aproveche para adelantar mi trabajo y me dejo todo el sábado libre, la inspiración vino a mí por la tarde y aquí está el resultado, espero que les haya gustado y que resolviera algunas dudas.

 

Sin más por ahora, gracias por leer y si tienen inquietudes no duden en dejarlas en los RW.

 

Nos vemos ~

 


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