Ha pasado dos semanas desde aquel suceso con la chica que tuvo Kouki y, no podía faltar, el pelirrojo pervertido.
Burlas y reclamos hacia Furihata no paraban.
Después de que el castaño huyera de aquel agarre del pelirrojo, unos chicos que se hacían llamar “El club de Fans de Sunohara-sama” lo golpearon y lo dejaron tirado en el suelo mal herido para luego irse como si todo lo que hicieron no fue nada. Ante lo sucedido supo que la chica era popular en el instituto y por ello es que tenía poder sobre los chicos y algunas chicas del instituto. No solo lo hirieron estos chicos así nada más, pero nunca imagino que eso lo llevaría a estar internado por una semana en el hospital, afortunadamente no le habían roto ningún hueso, pero eso no dejo que varios moretones y heridas un poco profundas se le hiciera notable.
Tuvo una severa discusión con sus padres, ver la cara de preocupación de su madre y el enojo de su padre cuando fueron llamados por parte del hospital. Su padre le exigía los nombres de los estudiantes que le hicieron aquellas heridas y moretones, en su cuerpo y cara. En primera: no sabe los nombres de ellos; y Segunda: si los supiera no se los diría. Tanto su madre como su padre le exigían salirse de aquel instituto, a pesar que si asistirían aun a la escuela le tendría miedo aquellas personas que lo golpearon, pero él se negaba ante las sugerencias de ellos. Furihata pedía una segunda oportunidad para quedarse, no dejaría a su mejor amigo, como Kuroko lo hacía con él, no lo dejaría solo.
Ahora que se sentía un poco mejor asistía al instituto.
-Furihata-kun, ¿Está poniendo atención?-a pesar de que el maestro no grito se asustó.
-¿Eh?... ¡Sí!- contesto rápido y con cierto nerviosismo ya que todos los presentes voltearon a verlo, y eso no le gustaba. A veces desearía ser como Tetsuya, un fantasma, a él tampoco le gustaba ser el centro de atención.
-….- el profesor volteo al pintaron para seguir escribiendo de la materia de Matemáticas.
Furihata había estado tan inmenso en sus pensamientos que se le había olvidado que estaba en clase.
Al dar el toque de que ahora era para retirarse todos los alumnos guardaban sus cosas rápidamente para irse. Kouki lo hacía con cierta calma y sin prisas hasta que en un momento se había quedado solo en el salón. Salió del edificio del instituto para irse a casa. Él normalmente se iba a casa con su único amigo, Kuroko Tetsuya, pero hacía tres semanas, máximo, que no lo veía y estaba realmente preocupado. Su amigo tenía una vida rara, en si él era raro. Nunca le contaba acerca de su vida, pero el castaño sabía que era dura e injusta para Kuroko. Muchas veces trato de ayudarlo pero Kuroko le decía que no se involucrará.
Después de muchos intentos fallidos, Kouki se rindió, pero siempre estuvo muy pendiente de lo que le pasaba al chico. Ahora mismo no sabía nada de él. Entre sus problemas y los de Kuroko, Furihata era un lío.
Apenas había salido del instituto, estaba como a una cuadra de la escuela, cuatro sintió unos cuatro chicos lo acorralaron es hizo que quedara en shock, iba a reaccionar para salir de ahí pero dos de ellos le agarraron de los brazos para que no se pudiera defender de los golpes que le proporcionaban.
-¡Aaagh!- grito de dolor y desesperación al sentir el golpe en el estómago, todavía no se recuperaba por lo de antes- Pa…Paren. Ngh- trataba de respirar, esta vez no creía poder soportarlo esta vez.
-Óiganlo- dijo uno de ellos- Cree que si suplica nos detendremos- al decir esto, los chicos comenzaron a reír sin parar de golpearlo.
No lo aguantaba, su cabeza dolía, solo veía a los chicos hablar y reír sin escucharlos. Parecía cámara lenta cuando termino perdiendo la conciencia.
-¡Oye! Despierta no te duermas.
-¿Eh?
-Ya llame a la ambulancia. Aguanta.
-No. Hospital…no- decía el castaño.
-¿Y dónde quieres que te lleve?- dijo irónico el contrario. Furihata tenía el ojo hinchado y cerrado por lo que no podía ver quien era en realidad, aparte su vista estaba algo borrosa. La voz se le hacía familiar- Te estas muriendo…
-Je… no lo sé……-dijo aturdido. Ya no aguantaba más. Solo alcanzó a decir eso antes de desmayarse de nuevo.
-¡Ayúdenme a subirlo al coche! No va alcanzar a llegar al hospital- lo último lo dijo en un susurro que nadie logro oír, pero sonaba preocupado y ansioso, algo muy raro en él.