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Give me love por Allure

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Notas del capitulo:

No me mori...ok si mi cerebro e inspiracion pero una vez dije que no abandonaria a mis fics y aqui estoy.

 

Abrazos a todos los que me han esperado y una disculpa por hacerlos esperar.

 

Dedicado a Anahi que me beteo y me animo a seguir los fics.

 

Sam esperaba que Castiel no apareciera en todo el día. Sospechaba que la relación entre él y su hermano ya no era del todo simple. Algo más cercana. Probablemente, Dean se había atrevido a decirle lo que había pasado en la oficina de Castiel y este, más que enfadarse, solo se le lanzo encima para mostrarle que no estaba nada enfadado. Harían buena pareja, se dijo a sí mismo al tiempo que se lavaba las manos. El espejo le mostro un ceño fruncido, aun tenía que resolver sus propios problemas de pareja pero lo animaba el hecho que su hermano y su mejor amigo parecían estar bien.

Dean y Castiel, todavía se le hacía extraño que ellos pudieran estar teniendo una especie de relación. Aunque también existía la posibilidad que aun no sucediera nada entre ellos y todo eso se lo estuviera inventando porque no deseaba que su hermano se subiera a ese crucero. De tener una relación con Castiel era muy probable que él no se fuera. Aún quedaba un par de días antes de que su hermano se marchara, poco tiempo pero el suficiente para que su él y su esposo consiguieran un trabajo mucho mejor para que Dean se quedara en tierra firme. Si Gabriel lograba que su hermano mayor se quedara iba a perdonarle obligarlo a asistir a esa fiesta.

Abandono el cuarto de baño e iba a dirigirse hacia su oficina cuando recordó que Castiel tenía la carpeta en la que se encontraba el último informe de producción. Si quería demostrarle a su jefe que podía encargarse de la empresa cuando él no estaba presente, Castiel por fin podría tomarse vacaciones. Ya ni recordaba cuanto llevaba su mejor amigo sin vacaciones, algo totalmente inaceptable en alguien tan estresado como él.

Mientras se dirigía a la oficina de Castiel enumero mentalmente todo lo que aun tenía que hacer antes del almuerzo y sonrió feliz al notar que podía encargarse solo de la empresa.

Iba a restregárselo en la cara a Castiel, pensó con una sonrisa.

La secretaria de su mejor amigo no se encontraba en su puesto, así que supuso que se encontraría en la sala al final del pasillo en la que el personal bebía café. Sam se recordó mentalmente pedirle a la mujer que le llevara un café. Su secretaria estaba de vacaciones y Sam no conocía a alguien que preparara mejor el café.

Al llegar a la oficina de Castiel abrió la puerta y entro sin mirar. Estaba seguro que había visto a su jefe poner las carpetas en uno de los cajones de su escritorio. Si tenía algo de suerte encontraría el anillo que su mejor amigo había guardado en su escritorio. Quizás Castiel pensaba que él no lo sabía pero Sam estaba muy al tanto de que seguía conservando el anillo que había comprado para Caroline. Debía deshacerse de él y luego convencer a su mejor amigo de que siguiera con su vida.

Lo primero era lo primero se dijo. Iría por las carpetas y después sería el turno del ani…

— ¿Nunca te enseñaron a tocar antes de entrar?—aquello fue tan repentino que Sam soltó una palabrota antes de girar hacia el sillón que se encontraba cerca de la puerta. La puerta se abría en esa dirección y por eso probablemente no se había percatado que su mejor amigo y jefe se encontraba allí. Castiel estaba sentado en el sillón. Su cabeza apoyada en el respaldo, con la mirada fija en el techo sobre él.

— ¿Qué haces aquí? Mi hermano llamo para decirme que estabas dormido en su departamento así que supuse que no vendrías—Sam estaba auténticamente confundido. La última vez que había visto esa expresión perdida en el rostro de Castiel fue después de enterarse de lo que Caroline planeaba. —estaba seguro que ibas a pasar todo el día con Dean, cuando llamo me dijo que habían cenado juntos y que después se fueron a su departamento—

Castiel escucho a Sam recordando todo lo que había pasado la noche anterior: la cena, los celos, ir al departamento de Dean y fingir estar borracho para tener luego el mejor sexo de toda su vida. El dolor y la culpa regresaron. Sam seguía hablando y honestamente ya no estaba escuchándolo del todo. Solo algunas frases al azar llegaron hasta sus oídos:

“Pensé que descansarías por fin…la empresa está bien…hable con los abogados…creo que mi hermano siente algo por ti…nuestras acciones volvieron a subir”

Castiel se incorporó nada mas oír aquella frase que involucraba a Dean. Necesitaba volver a oír a Sam decir eso pero en cambio el otro se quedó mirándolo perplejo aunque eso no pudo importarle menos a Castiel cuando acababa de escucharle decir que su hermano mayor parecía sentir algo más que amistad por él.

— ¿Qué acabas de decir?—pregunto mirando interesado a su mejor amigo—repítemelo—

Sam se quedó mirándolo como si en ese instante le hubiera crecido una tercera cabeza. Normalmente Castiel siempre era una persona calmada, pero en esos momentos, Sam estaba seguro que si no le decía nada su amigo saltaría sobre el  y lo obligaría a hablar. Sam se aclaró la garganta y para molestia de Castiel lo hizo esperar unos segundos más antes de volver a hablar.

—Lo que acabo de decir es que hoy hable con nuestros abogados sobre la demanda que tenemos contra…—

—No, repite lo que dijiste sobre tu hermano

— ¿Qué está interesado en ti? Bueno, eso es lo que yo creo después de ver cómo te mira—repuso Sam acercándose al escritorio de Castiel para sentarse en la orilla de este—eso y que hayan tenido esa cita anoche—

— ¿Solo eso? Yo…yo pensé que él podría haberte dicho algo mas— Sam se sintió un poco culpable al ver la desazón de su amigo. En verdad quería animarlo y al parecer, Castiel deseaba escuchar algo muy distinto abandonar sus labios. Repentinamente recordó la escena que había contemplado al entrar el día anterior en su oficina.

Su hermano era un verdadero profesional y detestaba como su trabajo se veía cuestionado por ciertas personas que se hacían llamar masajistas y que en verdad solo eran prostitutas. Algo le decía que su hermano mayor sentía por Castiel algo que jamás había llegado a sentir por ninguna de sus anteriores parejas. No tenía otra forma de explicar el que hubiera puesto en peligro el trabajo que tanto amaba.

Castiel se veía auténticamente triste y eso, sumado a las acciones de Dean le hicieron dar un paso que no sabía si era para bien o para mal. Quizás solo estaba asustado de perder a su único hermano.

—Cas, prométeme que no te enfadaras con mi hermano si te digo algo—dijo acercándose hasta el sillón y tomando asiento a su lado—ayer cuando vine a la oficina, Dean estaba…—

Dean maldijo una y otra vez rememorando todo lo que pasara con Castiel desde el día anterior. Su casi fallida cita, la idea de ir a beber a su departamento y luego el sexo…en ese pensamiento Dean se detuvo, no tenía idea sobre si aquello había sido hacer el amor o solo sexo. Ciertamente le había dicho a Castiel que lo quería, pero ¿Qué pasaba con Castiel? Él estaba borracho y sus palabra bien podían ser fruto del alcohol ¿podía sentir algo más por él?

No quería seguir dando vueltas a ese tema en su cabeza. Estaba sentado en el mismo sillón en el que se dejara llevar por las acciones de Castiel. Su olor flotaba a su alrededor, recordándole la deliciosa manera en la que sus manos recorrieran su cuerpo. Su voz excitada, sus besos y la manera en la que lo llevo al cielo de los orgasmos.

Debía detenerse, no podía seguir recordando eso.

Desvió la mirada hacia el reloj en la pared, faltaban un par de horas para que tuviera que ir a la oficina de Castiel. Tendría que mirarlo a la cara y seguir fingiendo que entre los dos no había sucedido nada. Dean suspiro con fuerza y se dejó caer a lo largo del sillón, con la mirada fija en el techo mientras los recuerdos de la noche pasada volvían a reproducirse en su cabeza. Quizás como un castigo por su mentira, se dijo a si mismo Dean. El karma era algo muy jodido. No es que el creyera o algo así pero su mala suerte no podía ser algo normal.

Gruñendo un par de maldiciones cogió su teléfono para programar una alarma que lo despertara. Su otra opción era emborracharse pero debía presentarse en la oficina de Castiel para darle un masaje. Cerró los ojos y trato de relajarse para dormir dos horas antes de volver a ver al único hombre que deseaba y al único que no podía tener…otra vez. Sin embargo, a pesar de todo lo que intento para conciliar el sueño, este simplemente lo esquivo. A pesar de todas las posiciones que intento, el sueño no llego y enfadado se incorporó. Miro a su alrededor, un extraño sentimiento se asentó en su estómago al pensar que dentro de poco se marcharía del que fuera su hogar durante casi cinco años. No podía llevarse todas sus cosas con él y tampoco iba a pedirle a Sam que las guardara. Si no podía dormir iba a hacer algo práctico.

Tras encargarse de hacer la maleta que se iría con él en el crucero, Dean se encargó de meter en cajas todo lo que estaba seguro no iba a utilizar. Adornos y un par de fotografías, las que Castiel viera la noche pasada. No podía sacarlo de su cabeza, cada palabra que había abandonado sus labios se repetía en su cabeza.

No podía huir de Castiel.

Miro la caja que sostenía en sus manos y de un golpe la cerro. La sello con cinta y la llevo junto a las que ya se encontraban cerca de la puerta. Saco su teléfono y busco en la memoria la fotografía que tomara de un cartel que anunciaba el arriendo de bodegas. Realmente esperaba que usar ese servicio no fuera tan caro o iba a tener que pedirle un préstamo a su hermano y eso era una de las cosas que no quería hacer.

Después de hablar con el encargado y enterarse que si iba a tener que pedirle una pequeña ayuda económica a Sam, Dean se sintió un poco más calmado. Ciertamente no le agradaba depender del dinero de su hermano pero se juró a si mismo que se lo devolvería apenas le dieran su primer sueldo. Mirando a su alrededor y viendo que ya casi nada más le quedaba por hacer, Dean sintió como su corazón se encogía un poco. Los recuerdos de Castiel seguían atormentándolo, haciéndole sentir como un bastardo por haberse aprovechado de la confianza que él le diera.

Volvió a sentarse en el sillón y apoyando la cabeza en el respaldo se durmió.

 

Castiel miro atentamente el estante en el que se encontraban algunas fotografías familiares y algunos diplomas que recibiera mientras se encontraba en la universidad. Algunos regalos de personas que significaban muchísimo para él. Sin embargo, nada de eso llamo su atención tanto como la estatua de caoba que Sam le trajera de recuerdo de uno de los viajes que Gabriel y el hacían para celebrar su aniversario de matrimonio. Esta estatua representaba una diosa de la fertilidad o algo por el estilo. Sam le había contado que la mujer que se la vendió le aseguro era un amuleto incomparable que atraería a su dueño al amor de su vida. Cuando Sam se la entrego, Castiel pensó que se trataba de una broma o peor, la señal de que su mejor amigo creía que su suerte en el amor era tan mala que debía recurrir a esas tonterías para conseguir una pareja. Después de todo, Caroline acababa de dejarlo.

En sí, la estatua no era lo que tenía toda su atención sino la pequeña cámara de video que estaba ocultando tras de ella. Realmente esperaba…no, rogaba que Dean no se diera cuenta de la pequeñísima luz roja encendida cerca de la pierna de la diosa y que iba a hacer un fiel registro de lo que el no veria cuando se durmiera. Necesitaba comprobar que las palabras de Sam fueran verdaderas, de ellas dependía su felicidad.

De pronto, unos golpes en su puerta hicieron que minimizara la ventana en la que podía verse lo que la cámara estaba grabando en ese momento. Miro su reloj y vio que faltaban algunos minutos para las cuatro de la tarde. Seguramente se trataba de su guapo masajista, se dijo a sí mismo al tiempo que recordaba las palabras de Sam:

“Cas, quizás mi hermano me mate por decirte esto pero ayer cuando entre en tu oficina…no vayas a creer que estaba espiando pero mi reloj está descompuesto y eso es otra historia que a nadie le importa así que seré breve…ayer descubrí a mi hermano besándote la espalda”

—Pase, por favor—dijo al tiempo que trataba de borrar la sonrisa de idiota que debía tener en ese momento al ver a Dean asomándose por la puerta.

—Hey, Cas, déjame instalar la camilla y luego te dejare para que te quites la ropa ¿Si?—Dean le ofreció una sonrisa que logro acelerar su corazón y que por poco no logra que se le lance encima—no debiste venir a trabajar, estoy seguro que tus hombros deben estar durísimos—

“No es lo único, Dean” se dijo a si mismo el hombre de ojos azules levantándose de su silla para acercarse al recién llegado.

—Debía venir, no me siento cómodo dejando mi empresa—respondió con sinceridad viendo acercarse al otro hombre que borro su sonrisa, algo que no le hizo nada feliz. Castiel había llegado a creer que no existía nada más bello que la sonrisa de Dean Winchester.

—Lo único que consigues es hacerte daño—dijo el rubio acercando una mano a su cuello para comenzar a palparlo, gesto que hizo que Castiel soltara un suave gemido. Las mejillas de Dean se colorearon y Castiel lucho contra el deseo de lanzarlo al sillón para repetir lo que hicieran en el departamento del otro.

—Pero para hacerme sentir bien te tengo a ti ¿no?—pregunto cubriendo con su mano la de Dean que se encontraba en su cuello. —Eres el mejor masajista que he tenido en toda mi vida—

—Solo hasta el viernes…así que desnúdate y déjame hacer mi trabajo—de pronto el gesto del rubio se había endurecido y esquivando a Castiel comenzó a montar la camilla frente al escritorio.

Castiel lo observo unos segundos antes de desviar su mirada hacia la diosa de madera que miraba directamente hacia la camilla. Si tenía suerte iba a hacerle un altar por traer a su vida al hombre que tenía delante de él.

“Mi hermano siempre toma con seriedad su trabajo…así que creo que si hizo eso es muy probable que se sienta verdaderamente atraído por ti”

Castiel rogo a la diosa y a cualquier otro dios que pudiera oírlo que Sam no se equivocara y que su plan resultara completamente. No deseaba perder a Dean.

Realmente esperaba que la cámara que pusiera a escondidas le mostrara los verdaderos sentimientos de Dean Winchester.

 

Notas finales:

Continuara...


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