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Give me love por Allure

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Notas del capitulo:

Ni Supernatural o sus personajes....ayyy ya saben lo que deberia haber aqui hahaha

 

Dean salió de la oficina para darle a Castiel algo de privacidad. Bueno, eso era lo que quería creer porque si se quedaba a ver como el hombre de ojos azules se quitaba la ropa probablemente se le lanzaría encima. Aunque eso podría no gustarle a su cliente, muchos perdían la heterosexualidad junto a su sobriedad, una noche de sexo podía no significar nada.

Tras salir de la oficina cerró la puerta con suavidad y le sonrió a la secretaria de Castiel que lo observo. Dean iba a acercarse a ella para charlar mientras esperaba que su jefe estuviera listo, sin embargo, la repentina llegada de su hermano menor lo detuvo. Sam parecía feliz de verlo y no podía negar que él no lo estuviera también, después de todo no les quedaba demasiado tiempo juntos antes de marcharse por seis meses. Iba a extrañar demasiado a su hermanito menor.

—Hey, Sammy, justo estaba pensando en ti—dijo tratando de no verse demasiado necesitado de dinero aunque eso precisamente era lo que necesitaba. —iba a llamarte más tarde para pedirte algo de dinero, voy a pagar una bodega para guardar las cosas que no me llevare y no me alcanza—

— ¿Dinero? Sí, si por supuesto…déjame hacerte un cheque ¿Cuánto necesitas?—pregunto el menor de los Winchester tomando a Dean por el brazo para alejarse un poco de la secretaria de Castiel quien los observaba— ¿sabes que es innecesario que le pagues a alguien para que guarde tus cosas? Podemos hacerlo perfectamente nosotros en nuestra casa—

—Lo siento, Sammy, no voy a dejar mis cosas privadas bajo el cuidado de tu esposo y no es que no confié en ti, pero tengo demasiadas fotos de nosotros cuando éramos jóvenes y algo me dice que una de las fantasías de Gabriel te incluye a ti de adolescente—Sam abrió la boca sorprendido pero aquella mueca dio paso a una sonrisa—no lo niegas porque sabes que tengo toda la razón—

—No puedes acusarme de nada, entiendo tu punto así que supongo que no vas a dejarme que guarde tus cosas—

—Claro que puedo acusarte, soy tu hermano mayor—Dean desvió su mirada al reloj que se hallaba en una de las paredes y descubrió que había pasado tiempo más que suficiente para que Castiel pudiera desvestirse y subir a su camilla, solo cubierto con una pequeña toalla. —tengo que darle un masaje a tu jefe, así que después podemos hablar de cuanto te pediré y cuando poder devolvértelo—

—Como quieras, de todas maneras le dije a Castiel que iba a salir a comer con Gabriel. Volveré en una hora—

—Está bien, espero no te tardes o me veré obligado a pedirle el dinero a Cas—Dean se dio media vuelta y se alejó en dirección a la puerta de la oficina de Castiel. Ignorante de la gran sonrisa que su hermano menor Sam estaba exhibiendo. La manera tan cercana a la que se refería sobre su amigo le daba esperanzas de que Castiel iba a lograr que Dean se quedara. Realmente esperaba que su hermano se quedara.

Dean le dio un par de golpecitos a la puerta y entro en la oficina. Castiel estaba recostado de lado en la camilla. La pequeña toalla cubría su cadera y la posición en la que se encontraba le hacía parecer un emperador acostado en su diván, esperando a su esclavo que…mierda, debía dejar de imaginar a Castiel de esa manera o su cuerpo le jugaría una mala pasada. Se acercó al hombre de ojos azules, tratando de esbozar una sonrisa que lo hiciera verse calmado.

— ¿Estás listo, Cas?—pregunto notando la mirada fija del otro sobre él. No quería verse tan afectado por su presencia pero teniéndolo frente a si, sin más prenda que esa toalla su corazón comenzó a latir de manera apresurada—tiéndete y déjame encargarme de ti—

—Si, por supuesto—sin borrar la sonrisa de su rostro, Castiel hizo exactamente lo que Dean le pidió. Al verlo acomodar su cabeza en el hueco de la camilla, Dean se acercó hacia la pared en la que se encontraba el control de temperatura de la habitación. Subió un par de grados la temperatura y se acercó al lugar en el que había dejado el bolso que contenía sus demás implementos. Tomo el aceite que acostumbraba usar con Castiel y con él en la mano regreso hacia donde se encontraba la camilla.

—No entiendo tu empeño en estresarte, mi hermano podía hacer perfectamente lo que se supone que el haga y tu habrías podido descansar en mi departamento—susurro Dean al tiempo que abría la botella de aceite y ponía un poco de el en su mano. No quería pensar en lo que hubiera pasado si Castiel recordaba lo que había pasado entre ambos pero no iba a echarlo de su casa—te hubiera invitado un buen desayuno, si debo ser honesto no uno de los que debes estar acostumbrado pero hubiera sido genial—

—Estoy seguro que lo hubiera sido, Dean, pero hay cosas de las que debo encargarme por mí mismo y si no hubiera venido a trabajar no me habrías dado uno de tus masajes ¿no?—la risa de Castiel hizo que Dean sonriera. –aunque no me habría negado a que cocinaras algo para mi…quizás podamos hacerlo en otra ocasión ¿quieres?—

—Cuando regrese, en algunos meses, vamos a comer algo juntos. Es una promesa—respondió Dean mientras unía sus manos para calentar un poco el aceite y luego llevarlas a la espalda de Castiel que se estremeció un poco por el repentino contacto—ahora olvídate de todo y déjame hacerte feliz ¿quieres?—

Castiel tenía una respuesta para esa pregunta, claro que la tenía. Sin embargo, aún no era el momento de responderla y mucho menos si no tenía las pruebas de lo que Sam le dijera fuera verdad. Después de la informativa charla con su mejor amigo, una idea tomo forma en su cabeza y no le importó gastar más dinero del que solía gastar pero necesitaba conocer la verdad. Busco en internet una tienda que vendiera cámaras, las más pequeñas de todas y pago el envió rápido. Una hora después tenía una cámara del tamaño de su puño y que escondió tras la diosa de madera que Sam le trajo de regalo.

Esa cámara iba a sacarlo de todas sus dudas. No podía enfrentar a Dean y pedirle que le dijera si sentía algo más por él, menos después de la caliente noche que pasaran juntos. No quería equivocarse y menos si las consecuencias eran perder a Dean. Noto, con un ligero temblor que Dean había puesto sus manos sobre su espalda y luego, el dulce olor del aceite se esparció por el lugar haciéndole sentir un poco más relajado. Las manos suaves del rubio se deslizaron por sus hombros y luego presionaron un poco más fuerte, justo en el lugar preciso. Eso se sentía tan bien, el calor que sus palmas desprendían calentaba su piel y dejaba una especie de relajante cosquilleo. Castiel bostezo cuando las manos frotaron la parte baja de sus hombros, dentro de poco iba a dormirse y la única manera de saber lo que sucedía cuando el dormía era la cámara oculta en el estante.

—Si me duermo no te detengas—dijo Castiel acomodando la cara en el hueco de la camilla y relajando un poco más su cuerpo gracias a las atenciones del rubio. —Tienes manos mágicas—

Dean esbozo una sonrisa y siguió trabajando en los hombros de Castiel. La respiración acompasada del hombre y su ausencia de conversación le dio a entender que ya estaba dormido. Eso era ya tan normal para el que no le dio más importancia y siguió trabajando en el cuerpo de Castiel.

Pasada media hora y cuando ya se encontraba masajeando las pantorrillas de Castiel, Dean se detuvo para soltar un largo suspiro. No sabía como pero le alegraba haber logrado estar tanto tiempo sin hacerle nada inapropiado a Castiel. Algo que demostraba ser demasiado complicado y más si el hombre soltaba gemiditos de placer cada que tocaba uno de sus puntos “sensibles”. Dean había aprendido que el hombre de ojos azules tenía varios de ellos. Suavemente deslizo sus manos por sus pernas hasta llegar a sus tobillos  y ahí se detuvo unos segundos para masajear aquella zona que tanto hacia suspirar a Castiel. Dean se preguntó si el hombre recordaría lo que habían hecho la noche pasada.

No fue una sola vez, Dean recordaba perfectamente como Castiel le hiciera ver el cielo dos veces antes de caer profundamente dormido. Soñó con él esa noche, aunque dudaba si el otro habría soñado con él. Volvió a subir por sus pantorrillas y bajo de nuevo. Aquellos movimientos parecían agradar a su cliente así que los siguió repitiendo un par de veces más. Las suficientes para volver a oír los sonidos que tanto le gustaban.

 

Castiel estaba teniendo un hermoso y candente sueño. Uno con su masajista y que incluía uno de esos masajes con final feliz. Podía sentir su piel cálida bajo sus dedos y oía claramente el sonido que hacían sus cuerpos cada vez que chocaban entre sí. Dean estaba saltando sobre él, dejando que su erección llenara su hermoso trasero y…Ahh que bien se sentía. De pronto el rubio se detuvo y bajo su mirada hacia el con una mueca de tristeza.

—Debo irme, Cas—las palabras abandonaron su boca y Castiel abrió la boca para exigirle una respuesta, una que nunca llego porque el hermoso hombre sentado sobre su regazo ya no estaba con él, bueno, no de la forma en la que hubiera deseado.

— ¿Dean?—su voz salió algo rasposa, Castiel se incorporó sobre la camilla apoyándose en sus codos y miro a su alrededor hasta que su mirada se encontró con los ojos verdes de Dean Winchester que estaba sentado en el sillón cerca de la puerta. En sus piernas sostenía su bolso deportivo en el que transportaba todas sus cosas. El rubio lo miro con una pequeña sonrisa y Castiel se encontró a si mismo imitando el gesto—pensé…pensé que te habías ido—

—No iba a irme dejándote dormido y desnudo, además, debo llevarme mi camilla—rio Dean al tiempo que cerraba el bolso y se ponía de pie—te veías tan bien dormido que decidí darte un rato más antes de despertarte. Saldré ahora para que puedas vestirte—

Castiel estuvo a punto de detenerlo pero no tenía una razón lógica para pedirle al otro que se quedara y muchísimo menos cuando no traía más prenda que esa toalla alrededor de su cintura. Dean abandono la oficina y Castiel comenzó a levantarse lentamente, se sentía un poco desorientado por haberse quedado dormido, pero no podía negar que se sentía infinitamente más tranquilo. El estrés había desaparecido sin dejar rastro, lo único que estaba incomodándolo en ese momento era la erección que el sueño con Dean le dejara. Suerte que él no la había visto o pensaría que estaba frente a un pervertido.

Tras ponerse de pie y comenzar a vestirse, Castiel recordó que la cámara que el escondiera había estado haciendo un registro de todo lo que el no pudo ser testigo. Esa era su oportunidad de averiguar la verdad sobre su hermoso masajista, realmente necesitaba saber que lo que había pasado entre ellos la noche pasada no fue algo que solo paso por el calor del momento.

Unos golpes en la puerta le indicaron que Dean estaba de regreso así que procuro adecentarse un poco e iba a ponerse su camisa cuando una pequeña idea se le ocurrió. Se puso los pantalones y la camisa solamente, dejando esta última completamente abierta. No era como si se vanagloriara demasiado de su cuerpo pero no era mal parecido, además, deseaba saber si podía poner, aunque fuese solo un poco, nervioso con su cuerpo a Dean.

—Adelante—la puerta se abrió y Dean entro en la oficina con una pequeña sonrisa que se transformó en una mueca de sorpresa al ver a Castiel a medio vestir. De no ser por el rubor en las mejillas pecosas del otro, hubiera dado por hecho que eso a él no le había agradado nada—me puse a revisar unos papeles, perdona que no este del todo vestido—

—No hay…no hay problema, Cas, tomare mis cosas y me iré—Dean se sentía un poco tonto por actuar como un adolescente frente a la persona que le gustaba. Comenzó a doblar la camilla metódicamente, tratando de no quedarse embobado con el hombre que lo miraba fijamente. Castiel estaba sentado tras su escritorio y esa camisa abierta que dejaba a la vista su perfecto pecho no estaba ayudándole demasiado. — ¿Por qué no te vistes? Vas a agarrar un resfriado—

—Estoy bien, Dean, además, hace calor aquí—Castiel sonrió y busco con su mirada la chequera sobre el escritorio. Mientras el rubio seguía ocupado empezó a escribir un cheque para él, quería pagarle un poco más pero no iba a poder explicarle la razón de sus acciones, así que opto por no hacer nada. —ven, aquí está tu pago por lo de hoy. Mañana es nuestro último día ¿no?—

—Tienes razón, Cas, mañana es nuestra última sesión y tendrás que conseguir a alguien más que se encargue de tus hombros de madera—a pesar de la sonrisa en su rostro, Dean no se sentía nada feliz mientras decía aquellas palabras. Ni siquiera deseaba pensar en que otro masajista llegaría a poner sus manos sobre el cuerpo de su Castiel. —Debo irme, tengo que llevar mis cosas a una bodega antes de irme—

—Dudo que vaya a encontrar a alguien tan profesional como tú, Dean, supongo que tu tendrás muchos clientes también—por un segundo, Castiel pudo jurar que vio un poco de tristeza en la expresión de Dean y deseo ponerse de pie para arriesgarse a confesarle lo mucho que le gustaba…pero tenía miedo y procuro ocultar lo que realmente deseaba. Lo de la noche pasada podía significarlo todo o nada. —te espero mañana a la hora de siempre ¿sí?—

—Claro, es un hecho que vendré y espero no me lo hagas tan difícil, deberías dejarle el estrés a mi hermano. Con un esposo como Gabriel ya debe estar más que acostumbrado al estrés—

—Gabriel es un buen amigo mío y…estoy completamente de acuerdo que no es el mejor para el estrés—rio Castiel extendiéndole el cheque a Dean que lo tomo y sin mirarlo lo guardo en su bolsillo.

—El tipo es una patada en el trasero, pero es el esposo de mi hermano así que supongo que no es tan malo—Dean acomodo en su hombro el bolso de deportes y cogió con la otra mano la camilla antes de alejarse hacia la puerta—nos vemos, Cas—

 

Castiel aguardo cinco minutos o eso esperaba haber logrado alcanzar a esperar antes de abrir el archivo que la cámara había grabado. Aquella seria su única prueba, la verdad sobre lo que pasaba cuando él se dormía bajo los dedos de Dean estaba frente a él. Entretanto el archivo terminaba de cargarse, Castiel se arregló la camisa y la abotono, mientras recordaba el sonrojo en las mejillas de Dean. Una ventana se abrió en la pantalla y el video comenzó a reproducirse.

Los primeros minutos, Castiel deseo que un agujero se abriera bajo el para huir de la vergüenza que sentía ¡cada vez que Dean lo tocaba gemía como una virgen! Eso era terrible, aunque Dean no parecía enfadado por sus sonidos de placer, sino ¿contento? Sin embargo, la distancia y la baja resolución de la cámara podían hacerle creer ver algo que no estaba pasando en verdad.

Una hora después, Castiel no sabía si seguir agarrándose a su esperanza de que Dean sintiera algo por él. No iba a negar que verse a sí mismo, dormido y a merced de sus manos fuera demasiado excitante pero no había pasado nada que pudiera considerar fuera de lo normal. El rubio estaba comportándose como un verdadero profesional y a pesar de no sentirse tan feliz por ese descubrimiento, Castiel sonrió.

Quizás Sam se había equivocado y él también podía haberlo estado. Era probable que él no fuera a tener un final feliz con su masajista. Dean no hacia amague de ningún movimiento fuera de lo común y el tiempo seguía acabándose. Lo vio deslizar sus manos por su espalda, hombros e incluso sus pantorrillas, pero, nada más. Dean dio por terminado su masaje. La cámara grabo el momento en que el rubio cogía un trapo que colgaba de su cintura y se limpiaba el exceso de aceite. Era todo, no tenía ninguna prueba.

 

 

 

 

 

 

 

Bueno, ninguna hasta el momento en que el rubio se detuvo cerca de su cabeza y se quedó mirándolo un par de segundos, que a Castiel se le hizo demasiados largos. Segundos en los que le oro a cualquier dios que pudiera oírlo que Dean le diera una señal aunque fuera la más mínima de que sus deseos eran los mismos. Que él también se sentía atraído por él.

Y quizás dios estaba oyéndolo en ese momento porque lenta y delicadamente, Dean, se inclinó y comenzó a depositar varios besos sobre su espalda descubierta, antes de subir hasta su cabeza para seguir dejando besos entre su cabello.

Ahí estaba ¿Quién diría que Castiel Novak iba a tener un final feliz?

Hace una semana, ni él lo creería.

Notas finales:

Continuara...


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