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Give me love por Allure

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Notas del capitulo:

Ni Supernatural o sus personajes me pertenecen sino a su respectivo autor.

 

 

 

Dean casi no podía creer que los últimos cinco minutos de esa sesión estuvieran siendo tan largos.

Al tiempo que seguía masajeando la espalda del hombre dormido sobre la camilla le dio un rápido vistazo a su reloj para darse cuenta que solo quedaba un minuto más. Su tortura acabaría por fin en tan solo un minuto. Guardaría sus cosas y después de recibir su paga podría huir a su casa, pagar la renta y sumergirse en la autocompasión.

Sin dejar de mover sus manos flexiono su cuello, consiguiendo un crujido que le informo de su propio nivel de estrés. Eso sí que era gracioso, ahora quien necesitaba un masaje era él.

Castiel volvió a suspirar en el momento en que sus dedos subieron otra vez a su cuello. Realmente amaba esos sonidos, pero al mismo tiempo deseaba que el hombre dejara de hacerlos o volvería a caer en la tentación y ya suficiente era con lo que había sucedido antes. Suavemente apretó la base del cuello de Castiel y Dean pensó que debía haber hecho algo realmente mal en su vida anterior para tener tal mal karma pues Castiel, otra vez, volvió a gemir.

Dean gruño entre dientes mientras detenía sus movimientos otra vez. Su corazón latía velozmente gracias a aquel erótico sonido. Su pene estaba volviendo a pulsar dentro de sus pantalones. Quería besar su piel, necesitaba hacerlo. Quizás se odiaría luego por volver a sucumbir ante sus deseos más bajos pero no pudo quedarse quieto y otra vez volvió a inclinarse sobre la espalda de Castiel. Su piel cálida estaba tentándolo otra vez y sin poder aguantar más se acercó a Castiel otra vez y comenzó a besar sus hombros.

Dejo un beso sobre cada uno de los lunares repartidos en su espalda. Quería hacer lo mismo con sus muslos pero se detuvo en seco al oír un ruedo que no debería oírse en la oficina. Levanto su vista hacia el lugar del que proviniera tan extraño sonido y su corazón se detuvo al encontrarse su mirada con la sorprendida de su hermano menor: Sam Winchester.

En menos de un segundo se apartó del cuerpo de Castiel y retrocedió un par de pasos. El rostro de Sam reflejaba auténtica sorpresa y en sus manos sostenía un par de papeles, mientras que a sus pies había varios más.

—L-Lo siento, yo no pensé que…—comenzó a hablar sin poder despegar su mirada del cuerpo de Castiel que seguía dormido o por lo menos eso pensaba Dean cuando vio uno de los brazos del hombre, supuestamente dormido, flexionarse para poder levantar a su dueño. Con la boca abierta, Dean, vio a Castiel incorporarse un poco y girarse para mirarlo y luego voltear hacia la puerta en la que todavía se hallaba Sam.

— ¿Qué quieres, Sam?—pregunto antes de que un bostezo lo interrumpiera. Dean trago el nudo que tenía en la garganta, ni siquiera quería pensar en que Castiel pudiera haber estado despierto cuando él estaba haciéndole “eso”. Aunque de haber estado despierto estaba muy seguro que hubiera estado gimiendo, no es que Dean se considerara a sí mismo un experto… ¿a quién quería engañar? Él era un jodido dios del sexo, de haber estado despierto Castiel, lo hubiera sabido.

—Creo que mi hermano quería hablar conmigo—dijo Dean desviando su mirada hacia el suelo mientras se alejaba hacia la puerta—ya termine, Cas, así que mientras te vistes yo hablare de algo con Sammy ¿bien?—

—Volví a quedarme dormido ¿No? Dios, realmente tienes manos mágicas, Dean—rio Castiel volviendo a enterrar la cara en la camilla, aunque volvió a levantarse unos segundos después—váyanse de una vez, me pone nervioso estar desnudo con Dean así que imagínate como me siento con tu presencia, Sam—

—Sí, entiendo eso…suerte que mi hermano sea un completo profesional—dijo Sam ante el enfado de su hermano mayor que le hizo un claro gesto para que se callara—bueno, te dejamos vestirte ahora…vamos, Dean—

Sin decir nada más, Sam dio media vuelta y abandono la oficina de Castiel. Dean suspiro viendo como su hermano se alejaba. Se sentía mal consigo mismo por haber dejado que su hermano fuera testigo de su debilidad. Le había asegurado tantas veces que él no era de esa clase de masajistas y sabía que su hermano le creía completamente pero ahora estaba seguro que se avergonzaba de él. Bueno, ahora eran dos los que se avergonzaban de su estúpida reacción.

— ¿Te sientes bien, Dean?—la voz de Castiel lo hizo regresar al presente. Dean enfoco su mirada en el hombre que ahora se encontraba sentado en la camilla mientras lo miraba fijamente—te ves algo pálido ¿has dormido suficiente?—

—Estoy bien, Cas, es solo que necesito descansar algo más y la verdad no he comido mucho en el almuerzo—esa era una mentira y Dean sintió un poco de pena por el hombre que lo miraba con un claro gesto de preocupación.

—Dios, Dean, no puedes estar diciéndome la verdad—Castiel se veía auténticamente preocupado por su salud, algo que no había visto en casi ninguna de sus anteriores parejas y que por mucho que no quisiera aceptar logro derretirlo por dentro—Deberías cuidarte mucho más, una mala alimentación no es algo con que bromear—

—Lo sé, lo sé, no te preocupes por mí porque realmente no me arrepiento de nada—dijo apartando su mirada de la suya y encaminándose hacia la puerta—bebí demasiado anoche y me acosté muy tarde—

—Sí, me doy cuenta, Dean, debes haberlo pasado muy bien anoche—murmuro Castiel mientras el rubio abandonaba su oficina. Era obvio que eso había sucedido, bien se lo enseño ese moretón en su cuello.

 

Tras abandonar la oficina de Castiel, Dean comenzó a darle vueltas a lo que estaba casi seguro le había oído a Castiel decir mientras salía de la oficina. Mientras se vestía había visto en su cuello una marca que Trent le dejara tras haber tenido sexo. Al principio pensó en ocultarlo pero tras meditarlo un poco más quiso demostrarle a Castiel que él podía tener a alguien. Sabía que eso era tonto y completamente infantil, sin contar inútil pues aun no conocía la orientación sexual de Castiel.

Recorrió el mismo pasillo que llevaba hacia el ascensor. Entretanto llegaba a la oficina de Sam iba preguntándose qué era lo que este le diría y si todo no terminaría de mala manera entre ambos, algo que realmente no deseaba pero que probablemente era inevitable. Sam lo había descubierto y no existía manera en que el pudiera negar lo contrario, después de todo él no era ese tipo de hombres.

La puerta de la oficina de Sam estaba entreabierta, supuso que él estaría dentro. Dio un paso dentro de la oficina, sentado sobre el escritorio y mirando el suelo frente a él, su hermano menor se veía preocupado. Tenía la misma expresión  a la que le enseño cuando se enteró que llevaría a su mejor amigo al estreno de “Los vengadores” y no a él. Sam estaba decepcionado y eso, aunque no quisiera demostrarlo, le hacía sentir muy mal consigo mismo.

Sin emitir palabra alguna entro en la oficina y cerro tras de sí la puerta, antes de acercarse un poco al escritorio para parase frente a Sam con los brazos cruzados sobre el pecho. Ciertamente no se sentía del todo bien consigo mismo, aunque eso no significaba que se dejaría regañar por él. A pesar de todo, el seguía siendo el hermano mayor.

— ¿Y bien, puedes explicarme que estabas haciéndole a mi jefe?—pregunto Sam mirándolo fijamente. Su estado nervioso no se hallaba de lo mejor y justamente por dos de las personas más importantes de toda su vida—estaba seguro que tú no eras de “esa” clase de masajistas—

—Espero que lo que acabas de decir no se refiera a lo que yo creo, porque si lo estás haciendo, Sammy, va a irte muy mal— podía ser su hermano menor, sin embargo, Dean no le permitiría que lo rebajara a un simple prostituto—yo sigo siendo un profesional en mi trabajo y un desliz no me convierte en una puta—

—No he usado esa palabra, Dean, lo único que estoy diciendo es que me habías asegurado que harías muy bien tu trabajo pero entro y veo que…veo que estas aprovechándote de el—casi susurro el menor temeroso de que alguien pudiera oírlo. Casi no podía creer que en esos momentos el estuviera diciéndole esas cosas a su hermano mayor, pero estaba bastante seguro de lo que había visto en la oficina de Castiel. —sabes que fui yo quien le hablo a Castiel de ti, si él llega a enterarse de…—

—Sam, escúchame y cállate, él no va a enterarse de nada porque no volverá a suceder nada entre nosotros—Dean n iba a refutar las palabras de su hermano, todo era cierto, incluyendo la parte de aprovecharse de Castiel pues eso era lo que había hecho al hacerle esas cosas estando el dormido sobre la camilla.— cometí un error , ya no tienes que seguir restregándomelo en la cara, así que te aseguro que hare mi trabajo como se debe y la próxima semana me largare—

— ¿Cómo es eso de que te iras? ¿A dónde y por qué? No me digas que aceptaste ese trabajo en el crucero del que me habías hablado el mes pasado—Sam casi no podía creer eso que acababa de oír, incluso se sentía un poco culpable por hablarle de esa manera a su hermano hacia solo unos segundos—mierda, Dean, no es necesario que te vayas. Estoy casi seguro que Castiel ni siquiera se dio cuenta de que lo besaste—

—No lo hago solo por eso, Sammy, lo que paso con Cas es solo una de las razones pero más que nada fue la patada en el trasero que necesitaba para darme cuenta que estoy transformándome en una carga para ti—Sam abrió la boca para decir algo, pero alzando su mano Dean lo hizo callar—mira, la cosa es que me canse de ser una carga para ti y antes de empieces con esa basura que no soy una carga porque soy tu hermano y que me amas quiero que sepas que yo me siento exactamente como eso…una miserable carga—

—Pero…sabes que ese tipo de trabajos no son lo mejor y que las jornadas de trabajo que los empleados tienen, son por decirlo menos, extenuantes—dijo Sam poniéndose de pie y caminando hacia el lugar desde el cual, Dean lo miraba con un gesto de exasperación que lo hacía ver, según él, como un niño enfadado—siento lo que dije antes y vuelvo a repetirte que Gabriel y yo podemos conseguirte un millón de empleos mejores que ese—

Dean suspiro mientras cambiaba su peso de un pie a otro. Odiaba la expresión de cachorro abandonado que su hermano podía enseñarle cada vez que quería que el hiciera algo. La odiaba porque si sus cálculos eran los correctos no volvería a verla en un largo tiempo pero simplemente ya no podía más. Castiel se había colado dentro de el en tan poco tiempo que le asustaba. Si continuaba así iba a acabar enamorándose de él y lo más probable era que ese sentimiento solo sería unilateral. Bien se lo había probado la mujer que se apareciera el día anterior en la oficina de Castiel.

—Sé muy bien a lo que me enfrento, Sam, nadie lo sabe mejor que yo pero no puedo seguir así aquí. No puedo continuar viéndolo sin recordar lo que le hice sin su consentimiento—respondió antes de dejar salir un pequeño suspiro al recordar lo bien que se sintió mientras besaba la piel desnuda de Castiel—estudie muy duro para ser masajista porque esto es lo que me gusta, así que no me importa trabajar un par de horas más, además, voy a tener de fondo el caribe ¿Qué es mejor que eso?—

—Sé que te gusta mucho tu trabajo, Dean, nadie lo sabe mejor que yo pero deberías entender lo mucho que odio la idea de no poder verte en tanto tiempo, sabes bien cuanto duran esos cruceros y como eres tan bueno en esto de seguro te hacen quedarte más tiempo con ellos—

—Esa es la idea, Sammy, pero deja de preocuparte ya por mí—a pesar de la sonrisa que ahora estaba enseñándole a su hermano menor, Dean no podía sacar de su pecho el desazón que le producía saber que les quedaba solo esa semana juntos. Retrocedió hasta la puerta cerrada y cogió el pomo sin apartar la mirada de Sam que se quedó inmóvil frente al escritorio. Lentamente hizo girar la perilla y la puerta tras él se abrió sin ningún ruido—nos quedan juntos unos tres días antes de que me vaya. Deberías hacerme una fiesta de despedida o algo—

— ¿A dónde te vas, Dean?—la profunda voz y que el rubio sabía muy bien solo podía pertenecer a una sola persona, prácticamente, le hizo dar un salto en donde se encontraba. Giro despacio y sus ojos se encontraron con los azules de Castiel que, de pie en el pasillo, lo miraba atentamente. Su rostro mostraba confusión y un extraño pesar en el que Dean no quiso pensar demasiado, ese era el peor momento para comenzar a hacerse ilusiones sobre él y Castiel.

—Me voy, Cas, ya no tendrás que aguantarme por un largo, largo tiempo—

 

 

 

Notas finales:

Continuara...


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