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Give me love por Allure

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Notas del capitulo:

Ni Supernatural o sus personajes me pertenecen y todo eso hahaha

 

Gracias eternas a mi beta Aleika, nena eres la mejorrr!

 

Tras vestirse Castiel esperó pacientemente a que Dean regresara para recoger sus cosas. Sin embargo, después de unos minutos más comenzó a preocuparse por el masajista.

Dean le hizo saber que la noche pasada había salido a divertirse, algo que él no hacía desde no recordaba cuanto tiempo. Todo su tiempo libre lo usaba en su empresa y gracias a eso ahora estaba a punto de firmar un contrato millonario. De conseguirlo aseguraría su futuro y el de muchísimas personas más.

No tenía tiempo para nada más. Por lo menos eso quería creer.

Volvió a mirar el reloj de su muñeca para comprobar cuantos minutos se estaba tardando Dean en regresar. No quería preocuparse por él, porque hacerlo era comprobarse así mismo que el rubio le importaba más de lo que debería. Deseaba saber si estaba bien. Necesitaba comprobar que su masajista era feliz, aunque eso no lo incluyera a él.

Se levantó de su silla y se dirigió a la puerta. Le preguntó a su secretaria por el paradero de Sam y Dean, ella le dijo que ambos se encontraban en la oficina del primero y allí Castiel se dirigió. Se dijo a si mismo que estaba preocupado por Dean solo porque le consideraba una buena persona y no porque desde hacía un tiempo ya había comenzado a pensar en él de una manera que al principio no imaginara.

Su cabeza estaba llena de él, cosa rara siendo que lo conocía desde hacía tan poco. Incluso en sueños lo sentía cerca. Cuando sus dedos tocaban su piel su corazón se aceleraba, mucho más que cuando su ex novia lo hacía.

Recorrió el pasillo que llevaba a la oficina de Samy mientras se acercaba vio que la puerta de su oficina se abría. No deseaba escuchar su conversación, no era un mal educado pero definitivamente quería saber que sucedía con Dean. De la manera más silenciosa que pudo se acercó hasta la puerta y vio al rubio de pie cerca de la puerta. Iba a preguntarle porque se tardaba tanto cuando oyó unas palabras que lo hicieron detenerse:

-Nos quedan juntos unos tres días antes de que me vaya. Deberías hacerme una fiesta de despedida o algo-

Castiel no podía creer o mejor dicho, no quería creer que acababa de oír esas palabras abandonar los labios de Dean. Desechando su educación se entrometió en la conversación de los hermanos.

-¿A dónde te vas, Dean?-preguntó tratando de mantener la compostura pero la realidad era que esa revelación había hecho remecerse su mundo.

- Me voy, Cas, ya no tendrás que aguantarme por un largo, largo tiempo-respondió Dean tratando de no contagiarse con la extraña tristeza que veía en el rostro de Castiel. El hombre lo miraba a los ojos, como tratando de averiguar si eso que había dicho era verdad. Como si no pudiera creer que de verdad su partida le entristeciera.

-Escuché eso, Dean, lo que me gustaría saber es porque te vas. No creo haber sido un mal cliente para ti ¿verdad?-pregunto Castiel y Dean sintió como si le hubieran dado un golpe. Era un descubrimiento, pero se dio cuenta que no le agradaba nada ver ese gesto de tristeza en el rostro del hombre de ojos azules.-quizás aún te sientes enfadado por lo de antes-

-Se va porque consiguió un trabajo en un crucero de lujo o algo así-la voz de su hermano interrumpió sus pensamientos y de cierto modo lo agradeció pues no quería seguir pensando en Castiel, no de esa manera por lo menos. No existía una razón por la que él de verdad fuera a extrañarlo.-Vamos a tener que buscar a alguien más que te siga dando masajes, mi hermano prefiere hacérselo a desconocidos-

-Sammy, pareces una niña…ya te dije porque me voy así que no sigas por favor-Dean no podía creer que su hermano estuviera comportándose de esa manera, menos con Castiel oyéndolos. Sabía que él jamás le diría lo que había presenciado pero no deseaba que por un descuido la verdad saliera a flote.-Me largo, voy a recoger mis cosas ahora-

Castiel se hizo a un lado para dejar que Dean abandonara la oficina de su hermano menor. Realmente no entendía la razón por la que él deseaba marcharse. No recordaba haberle hecho algo que lo hiciera enfadar, salvo el malentendido del cumpleaños de Sam, estaba muy seguro que se había comportado muy bien con él. Lo único que hizo fue preocuparse por él, bueno, eso y sentirse muy atraído hacia él.

Miró a Sam que estaba sentado en la orilla de su escritorio mientras miraba hacia el suelo. De verdad parecía preocupado por su hermano, de estar él en la misma situación estaría igual. Sin embargo, algo le decía que Sam no le diría nada más para no hacer enfadar a Dean así que lo único que le quedaba era averiguar la verdad de labios del hombre que acababa de salir de la oficina. Sin saber que decirle a su amigo se dio media vuelta y se dirigió él también a su oficina. Quizás debía hacer algo que jamás se hubiera atrevido a hacer antes.

Regresó a su oficina y en ella se encontró a Dean quien estaba terminando de guardar su camilla. Se acercó a él y se quedó mirándolo en silencio unos segundos hasta que él se detuvo y se giró para encararlo.

-¿Tú también vas a preguntarme porque me voy?-pregunto Dean aunque con un poco más de suavidad que la que usara con Sam, después de todo Castiel no tenía ninguna culpa, es más, sólo era una víctima- Cas, la cosa es que necesito dinero-

-Normalmente esa es la primera razón por la que nos obligamos a nosotros mismos a hacer algo que no queremos- Castiel le ofreció una sonrisa a Dean mientras daba un paso hacia él. Quería saber que estaba empujándolo a irse, necesitaba saberlo así que se obligó a sí mismo a ser valiente-Dean ¿quieres acompañarme a cenar esta noche?-

-¿Cenar, tú y yo?-Dean se dio una palmada mental en la frente por aquella boba pregunta. Castiel lo miraba con cierto temor que lo hizo desear que ese golpe fuera doble- Castiel ¿Por qué querrías cenar conmigo?-

-¿Por qué no querría cenar contigo? Dean, creo que somos amigos y me dolería mucho que no hubiéramos charlado como tal antes de que te vayas-

-Somos amigos, Cas, no lo  dudes- eso sí que no se lo esperaba, no era como si no deseara tener esa experiencia con Castiel pero no hubiera imaginado jamás que sería él quien lo invitara- supongo que no hay nada de malo en que cenemos esta noche pero que no sea un lugar demasiado elegante porque no estoy precisamente bien económicamente-

-Te llevare a mi restaurante favorito, hace algún tiempo que no voy pero te aseguro que tiene un buen ambiente- Castiel sentía que la sonrisa que estaba mostrándole a Dean era la más sincera que había tenido en un muy largo tiempo. Dean había aceptado cenar, ahora lo difícil sería aguantar hasta la cena. Castiel se acercó a su escritorio y cogió el cheque que había hecho para Dean con él que regreso junto a Dean -dime en donde vives y yo pasare por ti a las ocho-

-Está bien, dame un segundo- Dean sospechaba que estaba sonriendo como un verdadero idiota pero no le importó y en cambio buscó una de las pocas tarjetas que le quedaba. Cogió un bolígrafo del escritorio de Castiel y anotó al reverso de la tarjeta su dirección, después de esto se la dio al otro- Te esperaré pero no te enfades si mi ropa no es tan elegante como la tuya ¿bien?-

-No hay manera de que pueda enfadarme, algo me dice que no debe haber ropa que te haga ver mal-

Mientras bajaba en el ascensor, Dean se observó en una de las relucientes paredes tratando de comprobar si sus mejillas seguían tan rojas como estaba casi seguro se pusieran tras huir de la oficina de Castiel. Esas palabras le habían hecho ponerse igual de nervioso como cuando estaba en la secundaria. Castiel siempre lograba que su corazón se acelerara como si fuera una chiquilla enamorada. Repentinamente su teléfono comenzó a hacerse oír, lo sacó de su bolsillo pensando que se trataba de su hermano menor o de Castiel pero en cambio se encontró con un número que no recordaba de ningún lugar. Contesto, seguro de que era alguien que marcara su número equivocado pero para su sorpresa era un cliente al que atendiera un par de veces, un japonés que había regresado al país por negocios.

Dean sonrió feliz de saber que tendría dinero para pagar la renta.

 

Un segundo cliente apareció apenas terminara con el japonés y Dean solo pudo desocuparse a las siete de la tarde. Regresó a su edificio y tras pagarle al casero todo lo que le debía, más los días que se quedaría antes de marcharse. El crucero llegaba en un par de días y estaba seguro que conseguiría trabajo, se iría aunque tuviera que fregar pisos.

Nada más entrar en su departamento dejó su camilla cerca del sillón y sobre él lanzó el bolso en el que traía todas las cosas que usaba para trabajar. Estaba cansado, quería meterse en la cama y dormir, sin embargo, le había prometido a Castiel que cenarían. Obligándose a si mismo se dirigió al baño para tomar una ducha, debía estar presentable para la que quizás sería su primera y última cita con el hombre que se metiera tan rápido dentro de su corazón.

Se bañó concienzudamente, no deseaba desentonar en el lugar al que Castiel fuera a llevarlo. Lo siguiente era encontrar en su escaso armario algo que fuera elegante. Y si mal no recordaba la única que podía entrar en esa categoría era el traje que había usado en la boda de su hermano menor. Sam lo eligió como padrino y tuvo que usar sus ahorros para comprar un traje a la altura de la ocasión.

Que odiara a Gabriel no era motivo para verse mal en el día más feliz de Sam.

Se puso ropa interior limpia y cogió la bolsa en la que se encontraba guardado el traje. Después de ponérselo comenzó a buscar su corbata, pero enfadado descubrió que no recordaba donde había sido la última vez que la viera. No quería llamar a su hermano para pedirle que le prestara una porque estaba seguro que no tenía ninguna normal. No estaba seguro cuanto tiempo llevaba buscando entre sus cosas hasta que oyó unos golpes en la puerta. Miro el reloj y vio que faltaba media hora para las ocho, quizás era uno de sus vecinos así que se dirigió a la puerta y sin usar la mirilla abrió la puerta solo para encontrarse con un sorprendido Castiel que se quedó mirándolo de pies a cabeza. Como si estuviera comiéndoselo con la mirada.

-Cas, pensé que vendrías a las ocho-Dijo Dean cuando logro apartar su mirada del hombre parado frente a él. Siempre veía a Castiel con traje y esta vez también llevaba uno pero que el infierno se congelara si no se veía totalmente apetecible. Se hizo a un lado para dejar entrar al hombre y mientras este pasaba frente a él se le hizo imposible no quedársele mirando el trasero. Quizás fuera culpa de lo que le hiciera mientras se suponía estaba dándole un masaje- Aún no estoy listo, no puedo encontrar mi corbata-

-Lo sé, es que en el restaurante se equivocaron con mi reservación y debemos llegar antes. Lamento la molestia pero esperaba que estuvieras listo- Castiel se veía auténticamente apenado, realmente Dean no estaba molesto y mucho menos al ver su expresión. Caminó hasta donde él estaba y le dio una palmadita en el hombro.

-No hay problema, sólo dame cinco minutos más para buscar esa jodida corbata y podremos irnos-

-Allí está tu corbata, Dean-El rubio se quedó unos segundos congelado en el lugar, mirando confundido a Castiel que se encontraba de pie en su sala al lado de su sillón, señalando un punto tras de él. Lentamente, Dean se dio media vuelta para mirar lo mismo que él y colgada en el pomo de la puerta se encontraba su corbata negra. Realmente no recordaba cuando la pusiera allí pero no se lo cuestiono demasiado y fue por ella.

-No sé cómo termino aquí pero me alegra haberla encontrado, no quería terminar pidiéndole una a Sam-dijo mientras tomaba la corbata y deshacía el nudo. La sacudió para quitarle el polvo que se había pegado a ella, algo que consiguió por suerte. –Me la pongo y nos vamos, Cas-

-Por supuesto, Dean… ¿en estas fotografías donde te encontrabas?-pregunto Castiel señalando la repisa en la que se hallaban un par de fotografías que se encontraban en unos marcos de madera. Nada más verlas la curiosidad lo inundó, quería saber sobre la vida de Dean- bueno, si no te molesta que me inmiscuya en tu vida-

-Claro que no, estas son de un viaje que hice a Asia hace algunos años. Tómalo como un viaje de estudios porque aprendí muchísimo- con la corbata alrededor de su cuello pero sin el nudo, Dean se acercó también a la repisa y tomó uno de los marcos para mirarlo mejor, en la fotografía aparecían él y un grupo de chicos asiáticos frente a una casa de claro estilo oriental- Me quede con una familia genial mientras aprendía, espero poder volver otra vez cuando reúna dinero-

-Estoy seguro que volverás, eres un buen masajista- Castiel logro detener el suspiro que naciera en su pecho. Dean tenía una vida genial, trabajaba en lo que quería y podía decidir a donde ir. Si lo pensaba bien, él no podía ofrecerle lo mismo, él no era tan divertido u ocurrente, Castiel disfrutaba muchísimo más una tarde sentado junto a su pareja en un sillón, hablando o mirando una película-¿Quieres que te ayude con el nudo de la corbata?-

-Claro, no suelo usar estas cosas así que estoy abierto a consejos o que solo hagas todo por mí-dijo Dean con una sonrisa parándose derecho frente a Castiel para que este pudiera ayudarle con la corbata. Suavemente, Castiel tomo la corbata y sin apartar sus ojos de los verdes de Dean comenzó a anudarla. Sus dedos casi se movían solos al tiempo que se encargaba de la corbata del otro. El hombre frente a él era su definición de belleza masculina, quería acercarse a él y pedirle que le diera una oportunidad pero como tantas otras veces, Castiel se obligó a sí mismo a callar. Temía echar todo a perder con él, sabía que lo perdería en unos días pero aun así no se atrevió a meter la pata.- No voy a mentirte, este es el traje que usé en la boda de Sammy. No tengo demasiado dinero y realmente no suelo vestirme de manera tan elegante-

-Es una pena, te ves muy bien de traje. Me hubiera gustado asistir a la boda de tu hermano pero me encontraba en un viaje de negocios que no pude posponer- explicó Castiel mientras pasaba la corbata por debajo de su mentón, rozando suavemente su piel, una caricia que no debería serlo pero que no pudo evitar- a pesar de que no lo dijo, estoy seguro que tu hermano se enfadó conmigo-

-Sam a veces puede ser una chica despechada, hace buena pareja con el idiota de Gabriel-a pesar de sus palabras Dean tenía una sonrisa de felicidad en su rostro que le hizo pensar a Castiel que en verdad estimaba a su cuñado- Eres muy bueno haciendo nudos, debes tener mucha experiencia usando trajes-

-Prácticamente es mi segunda piel, no suelo usar otra ropa durante la semana y durante el fin de semana me quedo más tiempo en casa-Castiel dejo de hablar apenas se dio cuenta que le había revelado a Dean justamente eso que no quería decirle- Lo que quiero decir es que como paso tanto tiempo en la oficina…no quiero decir que no salga a divertirme pero…-

-Cas, te entiendo, es normal que quieras estar en casa después de lo mucho que trabajas-Dean no tenía idea de la razón por la que Castiel estaba tan nervioso. El nudo de la corbata le había quedado perfecto pero aún no apartaba sus manos de ella. Suavemente puso sus manos sobre las suyas y le ofreció una sonrisa- sólo te falta encontrar a alguien con quien quieras salir a divertirte, vámonos ya o perderemos la reservación-

-Tienes razón, lo siento, quizás estoy muy estresado por todo esto de la firma con los japoneses-Castiel miro sus manos, cubiertas por las grandes y cálidas de Dean. Le gustaba sobremanera esa sensación que llenaba de calor su cuerpo. No quería que las soltara nunca pero si no se marchaban iba a pasar exactamente lo que Dean dijera-Vamos ya-

Pese a lo que ambos dijeran no se separaron de inmediato. Se quedaron mirando un par de segundos más para después soltar sus manos suavemente. Con una sonrisa se apartaron para después dirigirse hacia la puerta. Dean dejó que él se adelantara para poder volver a disfrutar de la vista de su hermoso trasero. Castiel era un bombón de pies a cabeza. Ambos bajaron hasta el primer piso y se dirigieron al lugar en donde estaba el auto de Castiel. Dean abrió la boca sorprendido al ver el lujoso auto del año estacionado al lado del suyo. Era de color plateado y su interior de cuero. Demasiado caro para alguien como él pero era justamente lo que se esperaba del dueño de una empresa tan grande como Castiel.

Subieron al auto y emprendieron camino hacia el restaurante. Nada más sentarse en el asiento del copiloto, Dean se apodero de la radio y buscó una emisora de rock. El interior del auto se vio invadido por una de las canciones de Led Zeppelin y Dean comenzó a cantar a todo pulmón. Castiel rió a su lado sin apartar la mirada del camino, le encantaba la compañía del rubio, su energía y su belleza.

Tras quince minutos de camino por fin llegaron al restaurante. Castiel se estaciono frente a la entrada y de inmediato un chico se acercó para estacionar el automóvil. Otro abrió la puerta de Dean y retrocedió un paso cuando vio que se trataba de un hombre. Riendo al ver al adolescente palidecer, bajó del auto y espero a Castiel para entrar juntos en el restaurante. Dentro los abordó el recepcionista del lugar y éste los llevó a su mesa.

Ambos tomaron asiento y al instante se acercó a ellos un camarero que tras saludarlos les entrego el menú. Dean se quedó mirando el menú tratando de decidir que podía comer pero le asustaba elegir algo que no le agradara o que fuera demasiado caro. No estaba en sus planes abusar de la buena fe de Castiel.

-¿Qué sucede, Dean?-el rubio salto en la silla al oír la voz del otro. Lentamente bajó el menú y observó a Castiel que lo miraba desde el otro lado de la mesa- ¿Hay algo que te moleste? Pide lo que quieras, eres mi invitado-

-Sé que me invitaste pero no quiero…ya sabes, ser una carga o que pienses mal de mí. Realmente no quiero irme y que tengas una mala impresión de mí-

-No eres una carga, por favor elige algo o me obligaras a elegir algo por ti y como he estado comiendo con tu hermano, y su esposo, será algo saludable ¿Quieres eso?-ofreció Castiel levantando una ceja mientras sonreía. Dean sonrió también bajando un segundo la mirada hacia el menú abierto frente a él. Castiel descubrió que adoraba esa expresión y se propuso guardarla en su memoria por el resto de su vida- Vamos, pide un filete o acabaras con una ensalada muy nutritiva-

-¿Es una amenaza, Novak?-pregunto Dean sin borrar la sonrisa de su rostro. Volvió a levantar el menú y tras leerlo unos segundos se decidió por algo. Lentamente lo cerro y lo deposito frente a él- Ya sé que quiero así que no vayas a decirle a Sammy o comenzara con sus discursos de vegetarianismo o lo que sea-

-¿Es una amenaza, Winchester?- rió Castiel dejando su menú también frente a él. Jamás en su vida se había sentido tan feliz con otra persona.

Dean era hermoso y ante sus ojos perfecto. Deseo que esa noche jamás acabara y que el hombre delante de él nunca se marchara. Valentía, Castiel quería ser valiente, deseaba preguntarle a Dean si podían volver a cenar otra vez pero cuando iba a abrir la boca el mismo camarero volvió a acercarse para preguntarles si estaban listos para ordenar. Castiel callo y oyó a Dean pedir un gran filete.

Quizás lo mejor era esperar hasta el final de la cena, se dijo mientras el camarero se dirigía a él.

-Cas ¿puedo hacerte una pregunta?-el aludido bajó su tenedor y observó expectante a Dean quien se veía un poco incómodo- si no quieres contestar sólo dilo-

-Puedes preguntarme lo que quieras, Dean, los amigos pueden ser sinceros entre si ¿no?-

-¿Por qué no te casaste con esa tipa?-pregunto Dean desviando la mirada un poco, no estaba seguro totalmente si quería saber la verdad pero aun así la deseaba- no es mi tipo pero no puedo negar que sea bonita y todo eso-

-No me case con Caroline porque ella se aprovechó de mi confianza, Dean, yo la amaba pero ella solo estaba usándome y cuando me di cuenta no pude perdonarla-dijo Castiel evitando la mirada de Dean. No le gustaba hablar de eso con nadie pero de alguna manera quería que el rubio lo supiera. Deseaba que lo conociera y que a pesar de todo pudiera llegar algún día a quererlo. A él y no a lo que tenía, no como Caroline- Si hay algo que jamás podría perdonarle a nadie es que traicionen mi confianza-

Dean trago saliva al oírlo.

Eso era precisamente lo que había hecho mientras Castiel estaba dormido. Aprovecharse de la confianza que él le entregara. Esa era otra buena razón para salir corriendo de su vida.

Después de todo, su situación no podía empeorar más.

-Hey…yo te conozco ¿te llamas Dean, cierto?-Esa voz, Dean sabía que la conocia de algún lado pero aun así eso no lo preparo para encontrarse en una de las mesas cercanas al hombre con el que tuviera sexo la noche pasada en el estacionamiento. Más exactamente sobre el capo de su auto.

Trent.

Castiel.

Ambos hombres se observaron confundidos antes de girarse a mirar a Dean que deseo hundirse en su silla y desaparecer.

Maldita ley de Murphy.

 

Notas finales:

Continuara...


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