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Frío y no tan frío por MikaShier

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Notas del capitulo:

 

Disclaimer: Éste es un fanfic original basado en Free! Iwatobi Swim Club, Free! Eternal Summer y High Speed!

Los personajes no son de mi autoría. Pertenecen a las series anime y la novela anteriormente mencionada.

 

Advertencias: Este fanfic es de temática Yaoi (homosexual). Si no te gusta este género, te recomiendo que no leas.

 

Título: Frío y no tan frío

Subtítulo: Gato Rojo (TwoShot)

 

Autor: MikaShier

 

 

Personajes principales: Matsuoka Rin; Nanase Haruka;

 

 

ESTO ES UN AU

 

TwoShot1. Gato rojo

"Demonios" masculló mientras observaba los ojos azules e imperturbables del chico frente a él. Soltó un suspiro que parecía más bien una queja. Él ni siquiera lo estaba mirando. Posiblemente había olvidado su maldita y patética existencia.

 

Y, sin embargo, ahí estaba. Con su corazoncito latiéndole con fuerza dentro del pecho.

 

Caminó lentamente en cuanto el pelinegro lo hizo, sin dejarlo de observar. Le encantaba el uniforme de verano. A Nanase Haruka de segundo año de preparatoria le quedaba a la perfección. Como si hubiese sido hecho a la medida.

 

El pelirrojo asintió, gustoso ante la vista que tenía mientras caminaba a su lado, sin que él se percatara del todo.

 

─Haru... ese gato te está siguiendo.

 

"Jódete" escupió mientras observaba al castaño con desinterés. "Aléjate, aléjate".

 

─Pobrecito... Ha de estar hambriento, no deja de maullar... Haru, llevémoslo a tu casa.

 

El aludido clavó los ojos en la pequeña fiera rojiza que lo miraba con ojos brillosos. Suspiró y se agachó, estirando una mano en su dirección.

 

─Ven aquí.

 

"Ya que insistes" el gatito, encogiéndose de hombros y sin hacerse de rogar, se acercó y, con gusto, recibió una caricia por parte del mayor. Ronroneó agradecido. Quería que eso durara por siempre. Era el mejor día.

 

─ ¿Te molesta si te cargo?

 

"Hazme lo que quieras" maulló. Sus ronroneos enternecieron al pelinegro, quien lo cargó mientras le acariciaba la cabecita y comenzaba a caminar hacia su casa, acompañado de Makoto.

 

El camino era largo y el estar en brazos de un cálido humano lo estaba durmiendo. Cerró sus ojos de un tono carmesí mientras su lomo era acariciado por el chico al cual amaba desde hacía tiempo.

 

Cuando volvió a abrirlos, se encontraba ingresando a una casa. La curiosidad le ganó y saltó de los brazos del poseedor de su gatuno corazón y se apuró a recorrer el lugar. Sus patitas no se escuchaban al tocar el piso y la forma en que su cola se movía no era accidental.

 

Él se consideraba un gato seductor.

 

Consciente de que las miradas lo seguían, se sentó en el piso de madera y alzó su patita izquierda, comenzando a lamerla de una forma que a cualquier otro gato le parecería provocativo.

 

Pero Haru pensaba que había conseguido un gato adorable. Se dirigió a la cocina y abrió una de las latas de sardina que guardaba en el gabinete. Tomó uno de aquellos pececitos y lo acercó al pequeño animal que maullaba molesto por haber sido ignorado.

 

─Te llamaré... Rin.

 

"Y yo responderé a tu llamado" musitó el pequeño mientras ladeaba la cabeza de forma sumisa y su propia voz le pareció dramática. Aunque para el azabache simplemente había maullado. El castaño tomó su pata trasera y la levantó con suavidad.

 

─Pero es un chico, Haru.

 

“¡Eso es privado!" Gruñó saltando a un lado y erizándose "Los humanos de hoy no tienen pudor alguno" se quejó yendo hacia Haru y sentándose a su lado mientras el mayor colocaba un brazalete con un pequeño dije de tiburón en su cuello. "Me quedo esto" añadió poco después levantándose y tomando la sardina, que el pelinegro había regresado a su lata, con la boca.

 

─Es un gruñón, Haru ─musitó Makoto con media sonrisa. Él enserio quería jugar con ese gato.

 

─Me parece muy cariñoso.

 

─Será solo contigo...

 

SSSSS

 

Rin estaba acostado en el regazo de Haruka mientras éste hacía sus deberes junto a Makoto. Su interior ardía de celos cada vez que el pelinegro se acercaba a explicarle algo a su compañero y viceversa.

 

El amor de su vida le había dejado la puerta abierta, por si necesitaba salir. Y eso era lo que Rin quería en aquél momento.

 

Había algo peor que el hecho de que la persona a la que amaba no supiese su existencia. Y era precisamente que ésta supiese de él pero simplemente no le importara.

 

Sus patas lo guiaron hacia el templo, donde maulló al son de una melodía que había escuchado en una de las casas que había visitado, aunque para los demás parecían simples quejidos de un gato hambriento, en un intento de controlar el torrente de emociones que llevaba dentro.

 

Se sentó frente al altar y se permitió llorar.

 

Se sentía tan patético por amar a alguien que estaba en uno de los primeros puestos en la jerarquía de la raza. Alguien... Inalcanzable.

 

"Dios... Lo amo" maulló en desgracia. "Lo amo tanto que... imaginar un día sin él... No soporto que solo me mire como... una simple mascota" suspiró y se lamió una patita, intentando recuperar la cordura "Sé que soy mucho más" se acostó recargando la barbilla sobre sus patas delanteras y, con una mirada suplicante rogó:

 

"Por favor, déjame estar con él"

 

Al no recibir respuesta alguna, chistó suavemente, lleno de decepción se levantó y talló sus ojos con una de sus patitas. Fue cuando dio media vuelta que vio un brillo que llamó su atención. Al instante, volvió su mirada hacia atrás.

 

Una imagen femenina se alzó ante él. Imponente y majestuosa, la diosa le sonrió con ternura.

 

─Tu alma limpia ha sido escuchada, pequeño Rin. Te brindaré mi ayuda.

 

"De... ¿De verdad? " su colita se irguió para comenzarse a mover con alegría "¿Lo harás un gato?"

 

─Te haré un humano, hijo del reino animal. Te otorgaré la libertad de estar a su lado por un tiempo y acomodaré tu vida para que te puedas acercar. Pero has nacido en esta especie y así morirás también. Tu cuerpo humano desaparecerá cuando él te toque. Y tu memoria se marchará en el acto.

 

"¿Me convertiré en espuma? " exclamó, sentándose frente a la diosa, quien lo miró con burla.

 

─No eres una sirena, felino estúpido.

 

SSSSS

 

Haru observó el cielo con preocupación. Su gatito había desaparecido el día anterior y no lo había encontrado, aunque había buscado arduamente. Volvió la vista a la pizarra justo en el momento en que el estudiante transferido entraba. Era extraño que alguien entrara semanas después de reinicio de cursos, encima más raro aún que era mitad del ciclo escolar. Frunció el ceño internamente. Era tan... rojo.

 

─Mi nombre es Rin ─murmuró. Sus ojos del color de la sangre se clavaron en Haruka. Sonrió amablemente. Al pelinegro esa sonrisa afilada no le recordaba nada, pero esa mirada cálida ya la había sentido.

 

─ ¿Apellido? ─el pelirrojo apretó los labios.

 

Maldita sea. La diosa no le había mencionado que debía tener un apellido. En su mente maquinó un plan con rapidez.

 

─Ma...Matsu... ¡oka Rin! ─sonrió por su creación, pero la maestra no le dio crédito por ello.

 

─Oka Rin... Bien, aún no te tengo en la lista de alumnos, iré a corregirlo de inmediato. Toma asiento, donde quieras.

 

¿Donde él quisiera? Observó con esperanza hacia Haru y, como si hubiese sido planeado por la diosa, ahí cerca había un pupitre sin un humano molesto arriba. Caminó rígidamente. La noche anterior había sido advertido sobre eso de bambolear la cadera. No se hacía si era un chico. Tampoco era muy fácil de evitar. Había aprendido a mantenerse en pie y caminar la noche anterior, bajo burlas sutiles de la diosa. Pero el vaivén de sus caderas había sido serio. Él... caminaba con cautela y elegancia mientras su cadera se movía rítmicamente. Como un gato. Y eso no estaba bien si iba a ser un humano.

 

Con la misma lentitud se sentó en el pupitre a un lado de Haruka. Por suerte la diosa le había otorgado la capacidad de hablar bien, leer y escribir. No llevaba libros más que una libreta que había encontrado en la calle y un lápiz con muy poca punta. Pero aún así sonrió. Los dioses lo habían escogido para el milagro y lo habían bendecido con un cuerpo humano temporal, una pequeña casa en la arboleda de Iwatobi y el uniforme de verano. Además de haberle dado un puesto en la clase de su querido Haru.

 

Makoto se volteó en cuanto la maestra se fue y sonrió amigablemente.

 

─Hola. Soy Tachibana Makoto. Es un gusto, Oka-kun ─Rin quiso gruñir, pero en cambio solo salió un chasquido de su boca. Giró el rostro para ocultar su sorpresa por su propia acción.

 

─Solo Rin.

 

─Entonces, llámame solo Makoto. Él es Nanase Haruka ─el pelirrojo sintió un vuelco en el corazón y observó al ojiazul con interés.

 

─Hola ─murmuró Rin, sintiendo calor en las mejillas.

 

El moreno lo analizó brevemente. Frunció el ceño en su interior, reconociendo aquél tono de cabello y aquellos ojos, aunque no lo ubicó. Estiró un brazo y fue a tocar el brazalete en la muñeca de Rin, por él reconocía aquella muñequera, pues en realidad era un collar. El mismo que le había puesto a su gato.

 

La respiración del pelirrojo se cortó mientras se quedaba rígido en su lugar. Acto seguido se alejó de la mano del pelinegro. Se acomodó el cabello detrás de la oreja y sonrió con nerviosismo.

 

─ Mi no... Nombre es Rin. Es un gusto, conocerte...

 

Haruka, ocultando su sorpresa por lo que había estado por hacer, asintió antes de volverse a la ventana, había muchas muñequeras iguales. Era una coincidencia.

 

Rin miró el techo sin mirarlo realmente. Dirigía la vista hacia los dioses en una súplica silenciosa. Era muy peligroso.

 

El tiempo pasaba demasiado lento. Iban en el tercer periodo y el pelirrojo quería estirarse. Correr un rato. Y jugar. Porque, si bien su cuerpo era el de un humano, su interior era como un gato. Hizo un puño con la mano y se talló el ojo mientras bostezaba.

 

¡Demonios! La maestra no paraba de hablar sobre cosas que él simplemente no entendía ¡Y tampoco quería entenderlo!

 

Su estómago gruño un rato después y Rin lo cubrió con sus manos mientras fruncía el ceño. No tenía comida. Ni dinero.

 

Resignado, se dejó caer sobre la mesa del banco y suspiró. Iba a ser un día muy largo. Sonrió. Pero Haruka lo valía.

 

Aún así, no entendía como los humanos soportaban tantas horas en un solo lugar. Él solo tenía ganas de hacerse bolita y dormir. Bostezó en un sonido agudo que llamó la atención de Haruka.

 

Sus ojos azules analizaban a Rin con minuciosidad. Había algo extraño en él, pero no sabía qué.

 

Suspiró y regresó la vista hacia la ventana. Todo era muy aburrido.

 

SSSSS

 

Los días pasaron rápidamente a pesar de que para Rin las clases eran una tortura. Sin embargo, había hecho amistad con Makoto y eso significaba que Haru estaba más cerca.

 

Después del tercer día en esa preparatoria, Rin no tuvo problemas para alimentarse. Varias chicas le llevaban una caja de almuerzo, el pelirrojo pensaba que eran subordinadas de la diosa, por lo que las tomaba con amabilidad.

 

Por alguna extraña razón, todos podían tocarle. Pero... ¿entonces por qué él no? Bueno, tampoco es que Haruka hubiese hecho el intento de hacerlo nuevamente, cosa que de cierta manera molestaba a Rin. Es decir... le había dado un nombre y ahora se desentendía de él.

 

Había pasado un mes desde el milagro, pero para Rin no había pasado nada. El tiempo a lado de la persona a quien más amaba pasaba rápidamente, por lo que parecía que apenas llevaba días con él.

 

Ese día, todos estaban sentados en el patio debido a que alguien había cerrado su salón. Rin se encontraba adormecido en el piso, pues una chica le acariciaba el cabello mientras hablaba de solo Dios sabe qué. Haru se sentía extraño al ver esa imagen. No le agradaba. Le causaba un sentimiento amargo en el pecho. Observó a Makoto y, en un intento de llamarle la atención al chico que se comportaba como un gato, dijo:

 

─ ¿Me acompañarás hoy? ─el castaño soltó el aire y negó.

 

─No. Tengo que quedarme después del club para arreglar algunas cosas... Por cierto... Rin... ─la mirada del ojiverde cambió a una nerviosa. El pelirrojo lo fulminaba con aquellos ojos carmesí, sentía envidia de lo cerca que el castaño podía estar de Haruka, ya que él no podía hacerlo─ Eh... ¿Vendrás al club hoy?

 

─Sí ─escupió. No podía permitir que Makoto tuviera ventaja con su Haru. Ya había dejado que pasaran mucho tiempo juntos en aquél club. Sin contar que habían pasado muchísimo más tiempo cuando él no era un humano. Debía hacer su entrada.

 

Un pequeño gato negro con ojos azules se acercó con cautela a Rin. El pelirrojo frunció el ceño y lo alejó. Se olvidaba de que era ese tipo de temporada. Ojalá los dioses le hubieran quitado la esencia de gato.

 

"¡Ya tengo pareja, idiota!" Gritó mentalmente mientras seguía apartando al pobre gato que no parecía divertirse "Además, ¡soy un chico!"

 

"No hueles así" lo escuchó murmurar. Rin abrió los ojos con sorpresa, ¿podía comunicarse con otros gatos con la mente? Quizá simplemente era el hecho de que él era uno "Te buscaré cuando abandones ese cuerpo"

 

─No, vete ─masculló tomando al gato y dándole media vuelta, incitándole a marcharse. Malditos gatos caprichosos. Al menos cuando él era un gato era bastante humilde.

 

─Puede acompañarte Rin, ¿no? ─musitó la chica.

 

─ ¡Puedo ir contigo! ─asintió frenéticamente. Haru observó al pelirrojo y asintió.

 

─Bien.

 

─Bueno... Ya es hora de salir. Así que nos vamos. Adiós, Aki-chan.

 

─Que tengan buen día ─musitó la chica, revolvió el cabello de Rin y se marchó.

 

Los chicos se levantaron para caminar fuera de la escuela. Se dirigieron a paso lento hacia su antiguo club de natación. El ISC era un edificio viejo que había cerrado recientemente, pero una de sus piscinas aún estaba limpia y llena. Ellos sospechaban que alguien la mantenía así, pero no importaba. Rin había estado en ese edificio abandonado muchas veces. De hecho, lo había mantenido calientito el invierno pasado.

 

Se sentó junto a la pared y observó a los chicos desvestirse y lanzarse al agua. Pegó las rodillas a su pecho y suspiró. Él quisiera nadar tan bien como aquellos dos. Pero entrar a una piscina no era algo que le agradase en demasía. Luchaba contra su instinto cada mañana cuando tenía que darse un baño. Apenas soportaba tener que lavarse las manos antes de comer y después de ir al baño.

 

Se regañó a sí mismo. Antes había negado a ir con ellos a nadar por miedo al agua, pero ahora se arrepentía. Sus ojos disfrutaron el torso desnudo de Haruka. Sonrió sutilmente y se acercó un poco más, en un intento de ver mejor.

 

─ ¿No entrarás, Rin? ─el aludido negó. Makoto sonrió amablemente─ No te gusta mucho el agua, ¿verdad?

 

─Eh... No sé nadar.

 

─Oh, bueno... Quizá Haru pueda enseñarte, ¿No, Haru? ─ En ese momento, el pelinegro había subido a la superficie. Sus ojos azules evaluaron a Rin con cautela y asintió.

 

─Podría nadar bien.

 

─ ¡Bien! Ya le enseñarás luego. Ahora... se ha hecho tarde y debo irme. Ustedes también. Tienen que pegar los carteles antes de que oscurezca.

 

─ ¡Entendido! ¡Vamos, Haru!

 

Minutos después, ambos veían a Makoto marcharse. Haru se aferró a la correa de su mochila y comenzó a caminar en dirección opuesta. Rin lo siguió, ansioso por saber que iban a hacer.

 

La respuesta surgió cuando el pelinegro sacó un montón de hojas y cinta adhesiva. Pegó uno de los papeles a un poste dentro del parque. Rin sintió su corazón daba un vuelco.

 

En aquél cartel, su foto felina aparecía en grande junto a una breve descripción suya y letras grandes que ponían "Se busca". Debajo se encontraba el nombre del pelinegro y su número telefónico.

 

Bajó la mirada y siguió a Haru mientras éste ponía otro de los papeles.

 

─ ¿No se perdió hace mucho? ─preguntó en voz baja. Haru lo observó y le pasó los papeles.

 

─Lo quiero. Solo me falta de buscar en esta zona. Aquí no pegué ningún cartel.

 

─Solo es un gato.

 

─Sí, pero es mi gato.

 

Rin hubiera ronroneado de seguir siendo uno de esos felinos, pero se limitó a sonrojarse y apartar la vista. Haru lo observó con un poco de interés. Seguía pensando que había algo extraño en ese chico al que le gustaba ser abrazado y que disfrutaba que le acariciasen el cabello. Claro, Rin jamás lo había dejado tocarlo, no se lo decía abiertamente, pero la manera en que se alejaba cuando él se acercaba era suficiente. Aún así, le gustaba aquella forma de ser. Dio media vuelta y comenzó a caminar.

 

El pelirrojo esperó a que Haru se alejara para arrancar el cartel y guardárselo en el bolso. Ese pelinegro no encontraría a su gato nunca, porque él planeaba seguir siendo un humano.

 

Y las cosas siguieron así, Haru ponía y Rin quitaba, hasta que los carteles se acabaron. El pelinegro se sentía algo satisfecho, pues procuraba que su gatito pelirrojo fuese encontrado por alguna buena persona que le llamase para entregarlo. Rin se sentía culpable.

 

Se sentaron en una banca del parque, con una distancia bien calculada por Rin. El silencio no era para nada incómodo. Ambos disfrutaban de la presencia del otro sin musitar palabra alguna. El atardecer daba su inicio cuando Haru se dignó a mirar al pelirrojo. Rin sonreía inconscientemente.

 

Pensaba que era una especie de elegido. Sus deseos habían sido escuchados y le habían otorgado la oportunidad de estar cerca de Haruka, a quien amaba incluso si las leyes de la naturaleza lo impedían. Aún si era el único ser humano que no podía tocarlo, aún si una relación con él era imposible, Rin estaba contento.

 

El pelinegro observaba un pequeño insecto que había trepado en el brazo de Rin. Lo veía mientras éste escalaba por la piel del pelirrojo sin que éste se diera cuenta. Era una arañita. Haru alzó la mano y fue a quitarla cuando Rin al fin volteó. Saltó de la banca sin pensarlo y cayó al piso con la mirada clavada en Haruka y la respiración entrecortándosele por la sorpresa.

 

Pero el azul en los ojos del pelinegro se volvió frío. Pero no observaba a Rin. Estaba mirando los carteles arrugados que habían salido de su mochila. Tomó uno y lo abrió, encontrándose con el cartel que había pegado en todos lados. No era idiota. Lo comprendió de inmediato y se levantó, dispuesto a marcharse.

 

─Haru... Espera, yo...

 

─Cállate, Rin. Incluso si es estúpido buscar un gato perdido por tanto tiempo, tú no tienes el derecho de joderme de ésta manera ─escupió antes de darse media vuelta e irse.

 

El pelirrojo se levantó de inmediato y lo persiguió, intentando arreglar las cosas. No podía enojarse por eso. No cuando lo único que siempre serían capaz de ser era solo amigos. No cuando la fuerza divina había puesto su vida como humano en el borde de un acantilado y un simple roce de Haru podía hacer que todo terminase.

 

─Déjame explicarte... Yo...

 

─ ¿Tú qué? ─gritó el pelinegro con exasperación─ Desde que llegaste no has hecho más que seguirnos a Makoto y a mí. Y lo acepté. Te consideré uno de mis amigos. Tú sabías lo importante que algo como pegar estúpidos carteles para encontrar a mi gato era para mí. Te he soportado demasiado. Incluso el que sea solo a mí a quien le impidas tocarte, por más mínimo. Estoy cansado de ti.

 

─Haru... Yo en verdad... ─entonces sucedió. El pelinegro se dio la vuelta y Rin decidió que en ese juego todos la pasarían mal. Estaba torturándose a sí mismo y arrastraba a Haruka, quien se había encariñado con su versión gatuna.

 

Cuando tomó su mano, sintió un cosquilleo en el cuerpo entero. Haru lo observó, calmándose. Rin llevó la mano contraria a su pecho y sonrió con tristeza.

 

─Me gustas, Haru. Desde siempre. Lamento que la hayas pasado tan mal buscándome. Quisiera pedirte que no lo hagas más ─el pelinegro ahogó un grito de sorpresa cuando un par de orejas emergieron entre el cabello de Rin. Luego fue testigo de una colita pelirroja meneándose atrás del ojicarmín─. Espero que algún día encuentres a alguien que te haga feliz como tú me hiciste a mí ─quitó el brazalete de su muñeca y la puso en la mano de Haru─. Te amo.

 

─ ¿Rin? ─el atardecer llegó a su fin, dando paso al oscuro anochecer. El rostro de Haru se iluminó cuando el pelirrojo sonrió antes de desaparecer.

 

Su corazón latía fuertemente. Buscó a Rin con la mirada, eso era demasiado irreal. El pelirrojo no podía desaparecer así. Era imposible. Un maullido llamó su atención.

 

Un pequeño gato pelirrojo, su gato, se lamía una patita. Haru jadeó, haciendo que el animal subiese la mirada. Al ver al mayor, el miedo lo invadió. El gatito echó a correr lleno de terror, incapaz de reconocer el rostro que una vez había amado.

 

Y a pesar de que Haru gritó su nombre, el gato que juró un día responder a su llamado no volvió a aparecer.

 

Los meses pasaron lentamente. Para los demás, jamás había existido un estudiante transferido. Pero la vida de Haru se había convertido en una rutina. Estudiaba, llegaba a casa y se sentaba frente al teléfono, esperando que alguien llamara para entregarle a su pequeño gato, Rin. Observaba la muñequera de la que un pequeño dije de tiburón colgaba, con nostalgia mientras su esperanza desaparecía poco a poco.

 

Pero un día, el teléfono sonó.

 

Haru caminó hacia el parque, intentando no emocionarse. Se detuvo cuando lo vio. Un chico que usaba un pantalón negro ajustado, una sudadera gris y una gorra bajo la capucha. En su regazo, un pequeño gato rojo jugaba con los dedos del chico. Movía la cola de un lado a otro mientras el desconocido lo acariciaba. Maullaba tiernamente.

 

─Ese... mi gato... ─pronunció a duras penas. El chico asintió, levantándose y cargando al gato con una mano. Se sacó la capucha, dejando que la gorra cayera al piso. Su rostro quedó descubierto. A Haru le dio un vuelco el corazón mientras el chico sacaba una hoja de su sudadera y la extendía. Era su cartel.

 

─Lo sé. Y me ha parecido una mala broma. En venganza, le he puesto Haruka a mi gato ─una vez dicho esto, un pequeño gato negro de ojos azules apareció, llevaba la gorra entre sus dientes.

 

─No entiendo ─el chico entregó al pequeño gato rojo y sonrió. Haru lo tomó y observó la mano extendida del desconocido.

 

─Mucho gusto.

 

Los ojos de Haru su llenaron de lágrimas.

 

─Mi nombre es Matsuoka Rin.

Notas finales:

¡Bien! 

Les dejo otro Shot sobre Haru y Rin. Gracias por todos sus Reviews y perdón por la tardanza! Espero les guste tanto como a mí. Si leyeron los disclaimers, se darán cuenta de que es un TwoShot, osea que tiene continuación! Nos vemos.


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