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El Último Zorro por HarukaChan

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Naruto Uzumaki desde hacía dos días se encontraba en la mansión de los Uchiha. No había querido salir del cuarto que se le había asignado, y mucho menos se había prestado a hablar con alguno de los dos dueños del lugar. ¿Por qué le había pasado eso a él? No tenía una buena explicación, y tampoco creía estar dispuesto a aceptar alguna por parte de cualquier otra persona. Él simplemente había nacido siendo diferente al resto de la humanidad, ¿por qué debía ser apartado como si fuese un bicho raro? Simplemente no quería escuchar las excusas baratas de los demás Beast.

 

—Todo pasó tan rápido que aún no puedo creerlo… ¿Cómo pude ser tan ciego a algo que pasaba delante de mí? —se cuestionó a sí mismo aun sabiendo que no tenía ninguna respuesta clara. Después de todo, ese sábado había cambiado totalmente su vida. Había sido tan fácil que ahora temía moverse, pues podría arruinar todo de nuevo.

Por un momento cerró sus orbes, debía analizar nuevamente lo ocurrido hasta ese punto. Podía adaptarse, no… Debía adaptarse, porque no le quedaba de otra, el monje encargado de su cuidado se lo había explicado claramente. Nunca se había sentido tan estúpido en la vida, realmente le habían visto la cara de estúpido, y habían sido mucho más listos que el mismo zorro.

 

 

~~~~~Flashback~~~~~

Ese sábado había regresado como siempre a casa después de haber terminado su trabajo en la floristería. Por suerte nadie había estado cerca cuando Sasuke Uchiha y Gaara se habían enfrentado. No quería causarle más problemas a la dueña, ya bastante hacía ella por él al dejarlo trabajar con ella. A sus 18 años, el rubio de verdad estaba interesado en conseguir un trabajo para poder ayudar con los gastos del templo. Odiaba sentirse como una carga para los demás.

Como siempre el monje lo recibió con los brazos abiertos y una sonrisa. —Bienvenido. Vamos a cenar, tenemos que hablar de algo muy importante para ti, querido Naruto. —ya había finalizado el plazo que se le había dado para cuidar del cachorro huérfano de canino. Anteriormente había obtenido un pago destinado al ojiceleste, y ahora nuevamente había aceptado otro para dejarlo a cargo de los lobos.

—Estoy en casa… ¿Ah? Sí, está bien. —con una sonrisa entró  al templo que le había servido de hogar durante toda su vida. Siempre se había sentido cómodo allí, y más porque el monje siempre estaba para reconfortarlo. Cuando era pequeño los demás chicos se burlaban de él por su situación de huérfano, y era justamente esa persona quien lo recibía con cariño en sus brazos.

—Todo está servido, vamos a sentarnos. —el monje no entretuvo mucho al menor, y fueron a sentarse en la mesa. Había preparado rollos de pescado  con arroz para acompañarlos. A pesar de que le había cogido cariño al cachorro, no tenía intención de volver a verlo después de ese día. Todo para y por la sangre, cuando pequeño siempre lo escuchaba por parte de los mayores.

 

La cena transcurrió en un cómodo silencio por ambas partes. Por un lado el monje que no sabía bien cómo empezar a tocar el asunto y por el otro, el zorro que aún analizaba todo lo ocurrido durante el día. Naruto nunca se hubiese imaginado la razón del silencio de esa noche.

—Naruto. ¿Recuerdas la primera vez que te hablé sobre las bestias? —preguntó con voz tranquila, y ante el asentimiento del contrario, sonrió con tranquilidad. —Como te había dicho en ese entonces, los beast son criaturas que no pueden caminar por el mismo sendero que los humanos, y por ello, a pesar de compartir el mundo sus caminos rara vez se juntan. Están aquellos que son elegidos y los que no. Tú eres un elegido. Y por lo tanto el momento de hablar sobre tu destino ha llegado. —

Al rubio ese tema lo empezaba a incomodar, no sabía por dónde iban esas palabras, pero definitivamente tenía un muy mal presentimiento sobre ello. —¿A qué te refieres con eso? He vivido como humano por 18 años… Nunca me ha pasado malo, no entiendo por qué debo entregarme a algo así…  —parecía que al final todo sería como le había dicho Sasuke, pero no quería aceptarlo por las buenas.

—No es algo que se pueda elegir. Tus padres en su momento también tuvieron que vivir según las reglas de las bestias, y  si estuviesen vivos…. Tú seguramente habrías crecido entre ellos. Tu contacto con los humanos hubiese sido casi nulo, ya que normalmente a los niños se los educa en casa hasta que son capaces de controlar sus rasgos. —un pequeño suspiro escapó de sus labios. —Bueno, a lo que iba… El consejo de los ancianos decidió que a partir de mañana irás a vivir con los del clan del lobo. —

Por un momento el rubio pensó que había escuchado una mala broma. Primero lo pensó, pero al ver la seriedad en el rostro del hombre que antes le había mostrado una sonrisa, lo hizo darse cuenta de todo. —Tú… Siempre has estado de su lado… ¿Por qué? ¡¿Por qué me mentiste tanto tiempo?! —en un arranque de ira, se había levantado, pegando sus manos contra la fuerte mesa de madera.

—Porque me lo habían ordenado. Tú no tenías que saber nada sobre ellos hasta que llegaras a la mayoría de edad para los de nuestra especie. Y aunque eso fue hace dos años, ellos decidieron que era mejor para dejarte madurar un poco más. Pero el momento ha llegado. No es una petición, no tienes más remedio que ir con ellos. Claro, a menos que se deba usar la fuerza para hacerte entrar en razón. Aunque no me gustaría llegar a eso. —por fin le estaba mostrando su verdadero rostro al chico que había criado usando una máscara de mentiras.

—Entonces todo fue mentira… Mi vida entera no ha sido más que mentiras… ¡Tsk! —se mordió el labio, y apretó los puños, su mente se negaba a aceptarlo. Todas las sonrisas, las conversaciones, todo fue una mentira… ¿Su propia existencia se terminaría volviendo una mentira? En esos momentos quería salir de allí. El aire era pesado, y el odio empezaba a moverse en su corazón. Simplemente lo dejaría allí y no le abriría la puerta. —Iré… —fue todo lo que dijo antes de salir corriendo a su habitación.

 

El portazo resonó en todo el templo, y el monje respiró con calma antes de enviar un mensaje que decía: “todo listo, pasen por el mañana a primera hora.

Al día siguiente, un sirviente de la casa Uchiha lo había ido a recoger. No tenía muchas cosas, por lo que la mudanza total en un solo viaje fue sencilla.

La mansión a la que había sido llevado era todo menos humilde. Las paredes destacaban por su color café, las ventanas eran grandes y con barrotes negros que sobresalían hacia afuera. Esa estructura estaba totalmente mantenida por la fuerte madera de la estructura. La puerta era bastante amplia y los cerrojos de color plata. Para el rubio era evidente que la arquitectura era más bien una imitación de la gótica. Había estatuas de lobos a ambos lado de la entrada, y unas de mayor tamaño regadas por el jardín, que quedaba opacado por las bellas estructuras.

Cuando por fin estuvo dentro, un hombre de unos 27 años lo estaba esperando. De orbes azabaches al igual que su cabello, había un cierto aire arrogante que le recordaba al estúpido Sasuke, que creía que podía ir y tratarlo como le diese la gana. —B… Buenos días… —el rubio no estaba muy seguro de cómo debía actuar frente a la persona que sería de ahora en adelante su “cuidador”.

—Veo que has llegado bien. Es un placer conocerte al fin, zorro. Soy el actual líder del clan de los lobos, Itachi Uchiha, ayer conociste a mi hermano menor supongo. —había decido que debía mostrarse amable con el canino para no asustarlo desde el inicio. Tarde o temprano terminaría resignándose y haciendo todo lo que le dijeran. O por lo menos tenía esa esperanza.

—Ah… Tienen cierto parecido. Naruto Uzumaki… Un placer, supongo… —su mirada se desvió hacia los muebles de madera en la sala; no había muchos retratos, pero sí cuadros de paisajes antiguos y por supuesto, lobos. Había sillones individuales alrededor de un pequeña mesa de cristal, y del otro lado había una tv con un enorme sillón de cuero negro al frente. Y hacia delante estaba la escalera que se imaginaba conducía a la parte de atrás. A ambos lados de la escalera había dos puertas, pero ya tendría tiempo de investigar después.

—Creo que todavía no te han explicado del todo la situación, así que creo que seré el primero. Como sabrás los Beast estamos en peligro de desaparecer, y por ello proteger nuestra sangre es lo más importante para nosotros. Cada uno nació con ese fin, hasta tú. —con tranquilidad había empezado a caminar hacia la escalera, siendo seguido por el contrario que había entendido el mensaje inexistente.

—Eso lo entiendo… De cierta manera, pero no estoy seguro… No estoy al tanto de su manera de vivir, mucho menos de cómo debo comportarme. Estoy en blanco. —Una sonrisa apareció en sus labios. Debía tomarse aquello con madurez, aceptaría lo que pudiese y se negaría si no quería… Aunque si pudiese huir de ello no tendría ninguna duda.

—No tienes que actuar de ninguna manera predeterminada, simplemente sé tú mismo y ya. Nuestra sociedad es bastante liberal en el asunto del comportamiento, después de todos compartimos nuestra sangre con criaturas diferentes. Pero lo más importante es que sepas que entre los Beast las parejas homosexuales son completamente naturales, ya que los hombres también pueden dar a luz. —hablaba con voz neutral, totalmente relajado.

—¡¿Qué?! ¡¿Cómo es eso posible?! —sus orbes celestes se habían abierto de par en par por la sorpresa, nunca se hubiese imaginado que algo así era posible. Es más, no tenía nada en contra de la homosexualidad, pero tenía que ser increíble el hecho de que pudiesen procrear. Ahora empezaba a preocuparse, ¿estaba allí como un sacrificio para los lobos entonces? —.

—Luego te lo explicaré con mayor calma, imagino que debes estar aún confundido por todo lo que ha pasado así que no quiero llenar tu cabeza con demasiada información. Pero en efecto, tomando lo que te he dicho en cuenta, intenta enamorarte de mi hermano y tener cachorros con él. Sería un alivio para los caninos. —una sonrisa totalmente despreocupada se había formado en los labios del azabache.

—¡¿Ah?! ¡No! ¡No! ¡Y no! —sintió que la sangre subía hacia su cerebro en forma de un ataque de ira, y apretó los puños, sintiéndose incapaz de hacer algo contra ello. El lobo le indico la puerta que conducía a su habitación, y no dudó en entrar, cerrando la puerta tras de sí. No dudó en lanzarse a la cama, ocultando su rostro con la sábana. No podía creer que eso le estuviese pasando a él.

 

Itachi no reaccionó de mala manera ante el ataque de malcriadez del chico. Era natural, el telón de mentiras que había sido su vida hasta ahora se había levantado. Vendrían muchísimos más cambios, y era natural que se frustrara. Suspiró con suavidad, y simplemente se retiró, más tarde enviaría algo de comida y las cosas del rubio con el servicio.

 

~~~~~Fin del Flashback~~~~~

 

 

Naruto suspiró, desde ese momento no había salido de su nueva habitación. Las paredes de color verde olivo lo relajaban, al igual que los arboles pintados sobre ella. El techo era de madera, más claro que el suelo. Ya para ese momento sus cosas estaban en la habitación, y viendo la escena desde un lado gracioso, su ropa no llegaba a ocupar ni la mitad del enorme armario que allí se encontraba. Era ridículo en cierto modo que una persona como él estuviese en esa casa tan lujosa.

Del otro lado se encontraba la puerta que daba al baño, era bastante amplio con cerámica de color azul marino. Sobre el lavabo había un enorme espejo, el escusado estaba al lado y más allá las cortinas que separaban la tina del resto del baño. No podía quejarse, el lugar era amplio y cómodo, incluso tenía una tv en la pared, aunque rara vez la usaba.

Pero lo que más llamaba su atención era que el menor de los Uchiha no hubiese asomado su rostro por ahí. Un suspiró brotó de sus labios, y poco después en su estado total de pereza dejó salir lo que tanto deseaban sus “captores”. Las orejas de lobo rojo junto a una larga y peluda cola hicieron acto de presencia. Incluso en la peor de las situaciones, Naruto se negaba a dejar de sonreír. Todo tendría solución, de eso estaba seguro.

—De verdad que me dejaron una herencia problemática, madre, padre… —los recuerdos de sus progenitores eran muy pocos, tendría 4 o 5 años cuando ocurrió el accidente. Lo único que recordaba muy bien, era la soledad que había sentido cuando se lo informaron. En algún momento de su infancia se había culpado por no haber estado con ellos, por quedarse a vivir sin su supervisión. Cosa que había cambiado con el tiempo, ahora vivía siendo feliz, para que por lo menos sus adorados padres pudiesen estar tranquilos.

Poco a poco los recuerdos de su infancia fueron abordándolo, y para huir de ellos decidió cerrar los ojos. Lentamente el cansancio fue apoderándose de su cuerpo, y sin darse cuenta se rindió ante el sueño

 

Sasuke Uchiha acababa de llegar a su hogar, siendo recibido por su hermano que bebía vino sentado en el sillón. Los negocios con la familia de los felinos habían ido de maravilla, pero para demostrar su buena fe había tenido que quedarse más de lo esperado. Estaba de muy mal humor por eso. ¿Por qué lo retenían sabiendo que su “prometida” lo esperaba en casa? No tenía ninguna idea de lo que estaba planeando la vieja gata que lideraba a los felinos.

—Pareces molesto, hermanito. —Instintivamente sonrió, sabiendo que eso molestaría aún más al contrario. A pesar de ser hermanos llevaban una relación amo/odio, estaban al tanto de que se necesitaban para obtener lo que querían, esa era la relación que los unía. Aunque por su parte de verdad se preocupaba por el azabache menor, que iba demasiado relajado para el ritmo de la vida.

—Claro que lo estoy, se suponía que vendría el mismo día. ¡Tsk! Esa anciana como siempre es sumamente pesada y rigurosa cuando se trata de negociar con nosotros. —suspiró de mala gana, y se dejó caer a un lado de su hermano. Desabotonó los primeros 3 botones de su camisa blanca, y casi inmediatamente tanto su cola como orejas de lobo negro aparecieron. Era su territorio y a diferencia de su hermano siempre se sentía relajado dentro de casa.  —¿Naruto? Pensé que te estarías llevando bien con él. —

—Está en su habitación, creo que se le está haciendo difícil acostumbrarse. Tampoco me he dado la tarea de ir a hablar con él, quiero dejar que su mente se calme un poco más. Aunque apenas ha probado los platillos que las sirvientas le han subido, imagino que se está adaptando al ambiente. —así eran los animales cuando eran llevados a un nuevo hábitat, tendía a tardar en volver a su actitud natural.

—No hablas de él como si fuese una mascota, aunque los zorros son criaturas desconfiadas por naturaleza así que no me sorprende del todo que haya optado por aguantar hambre antes de entregarse a nosotros. Creo que le iré a hacer una visita. —inevitablemente una sonrisa se había formado en sus labios también. Tenía plena confianza en que sus encantos bastarían para convencer al rubio.

—Intenta no asustarlo, una equivocación y seguramente irá corriendo hacia el tigre. Porque al parecer te lleva la delantera con nuestro pequeño zorro. —obviamente como uno de los ancianos estaba al tanto de todo, y sabía muy bien que uno de los competidores más fuertes por Naruto, era Gaara. Bueno, considerando la situación era el único que verdaderamente se encararía con Sasuke.

—No voy a asustarlo. ¿Quién crees que soy? Voy a conquistarlo, mi sangre lo pide a gritos. —se levantó con pereza, para dirigirse hacia las escaleras mientras movía su mano en forma de despedida para su “querido” hermano. Los lobos estaban acostumbrados a vivir en manada, pero eso no los obligaba a adorarse como lo hacían sus parientes animales.

—Justamente porque te conozco, te lo digo. Un acercamiento directo no funcionara. —por supuesto que el menor de los azabaches era demasiado terco e iba a ignorarlo. Para Itachi eso ya era algo completamente común. Bostezó lentamente, provocando que sus rasgos animales salieran, y sin preocuparse por nada más empezó a mover su cola de un lado a otro.

 

El azabache no tardó en subir al segundo piso. Se movía con pasos seguros, moviendo levemente su cola, pero por supuesto era la sonrisa arrogante en su rostro lo que llamaba la atención. Entró a la habitación sin tocar, y su mirada azabache se dirigió de inmediato hacia la cama donde había un bulto. Se acercó después de cerrar la puerta, y no pudo quitarle la mirada al rubio que dormía tranquilamente. —Así que también puede poner esa cara… Es ridículamente lindo para ser un chico. —expresó, antes de estirar su mano hacia el contrario, rozando las orejas rojizas.

Al no ver respuesta en el menor, se deshizo de sus zapatos y con lentitud se sentó en la orilla de la cama para poder estar más cerca del zorro. Por primera vez estaba dedicándose a admirar la belleza de alguien más. Cuando lo examinaba con mayor atención podía notar las largas pestañas que poseía, al igual que las marcas de “bigotes” en sus mejillas. Era increíble lo bien que se mantenía el ADN en él.

 —Mm… —el rubio se removió con suavidad en la cama, y cuando fue a voltearse un cuerpo extraño le impidió hacerlo. Entreabrió los orbes lentamente, y al ver al azabache tardó en reaccionar. Con sus manos tocó el costado del lobo, dándose cuenta que en efecto no era su imaginación gastándole una broma. —Eh… ¡¿Eh?! —rápidamente se hizo hacia atrás, pero en vez de encontrarse con alguna pared, encontró el suelo. Se incorporó para poder acariciarse la cabeza, donde se había golpeado.

—Vaya que eres tonto. —una leve risa escapó de los labios del azabache, que con un leve movimiento se puso de pie y rodeó la cama para asegurarse de que el rubio estuviese bien. Por supuesto no pensaba decírselo. —Qué horrible reacción, ¿tan feo soy? —obviamente hablaba con un tono de sarcástico. Al parecer el rubio estaba nervioso, y sus instintos lo llevaban a esa actitud.

—Mierda…  —un sonoro y pesado suspiro escapó de sus labios. No entendía qué le pasaba a esa gente que no tenía modales ni respeto por el espacio personal de los demás. —¡¿Qué estabas haciendo?! ¡Debiste tocas la puerta primero! —entonces se detuvo al notar las orejas y la cola ajenas. El pelaje negro era brillante y se veía realmente suave.

—Es mi casa, puedo ir a donde quiera. Además estaba viéndote ¿No lo notaste? ¿Quién pensaría que podía ser tan lindo? —con calma volvió a sentarse sobre la orilla de la cama, y palmeó justo al frente, indicándole que se sentara con él.

—¿Eres una especie de acosador? —un suspiró escapó de sus labios, y de mala gana se sentó frente al contrario. Hacía mucho tiempo que no pasaba tanto tiempo con ese aspecto semianimal, pero se sentía realmente bien no tener que hacer el esfuerzo de ocultarlo por primera vez en mucho tiempo.

—Ja, para ser un niño eres bastante irrespetuoso ante tus mayores. —con suavidad posó su mano sobre la cabeza del rubio y la acarició entre ambas orejas. El pelaje rojizo era abundante y esponjoso, la sensación era confortante. —¿Tienes hambre? Mi hermano me ha dicho que no has comido nada. —

—¡Es tu culpa por meterte en mi cama mientras dormía! —un pequeño gruñido escapó de sus labios, pero las siguientes palabras del azabache hicieron que su estómago rugiera. Inmediatamente se sonrojó y posó sus manos sobre su abdomen. Parecía que pasar hambre no era buena idea al final.

—Parece que tu cuerpo es más sincero que tú. Pediré que te suban algo de comer. Tampoco tienes que estar encerrado todo el día, puedes salir a donde quieras, simplemente debes volver aquí antes de que anochezca. —en realidad prefería que no saliera a ningún lugar fuera de la mansión y mucho menos con todos esos Beast alborotados por el anuncio de que el último zorro había aparecido en su sociedad.

—¿Ah? ¿Entonces no soy un prisionero? —al escuchar la risa burlona del azabache, se sintió sumamente estúpido. Realmente no entendía “ese” mundo, pero supuso que en algún momento iría descubriendo de qué se trataba. —Bueno… Entonces simplemente haré como si nada. ¿Puedo volver a trabajar en la floristería? —.

El lobo se estaba recuperando del ataque de risa cuando el menor lanzó una pregunta menos agradable para él. Suspiró con suavidad, y negó. —No, hasta allí no vas a llegar. No necesitas trabajar más como si fueses un humano, quédate tranquilo. También deberás tener cuidado cuando salgas, las bestias se enteraron de tu reaparición y van a querer tomarte. Los humanos a tu alrededor estarían en peligro si fueran por ti. —su voz había pasado de un tono relajado a uno más grueso y serio, demostrando que hablaba muy en serio.

—Ah… Bueno, no quiero causarle problemas a la abuela. —se acomodó sobre la cama, observando el techo por algunos momentos. Sería borrado de la sociedad humana, así funcionaban las cosas entre las bestias,  no era muy difícil de entender. Bueno, tendría que empezar a conocer a sus iguales. La advertencia del azabache simplemente no era importante.

—También está el hecho de que me perteneces. Serás mi esposa. —al ver cómo el contrario se levantó de golpe, simplemente sonrió. —¿Itachi no te lo dijo? —era increíble la facilidad con la que el rubio podía sacarlo de quicio, se sentía tan extrañamente malhumorado sin razón aparente que hasta empezaba a creer que el contrario inducía el instinto animal en los demás.

—¡Me niego rotundamente a entregarme a ti! No me importa nada, simplemente no pienso estar con alguien a quien ni siquiera quiero. —sus orbes celestes mostraban determinación en sus palabras. “Mejor olvídalo, no puedes salir de aquí. Te comerán vivo si sigues con esa estúpida mentalidad.” Aquellas palabras eran tontas para él, no lo entendía, y no quería entenderlo.

—No puedes salir de los terrenos de la mansión, espero que te quede claro. —tomó el mentón del contrario, y sin dudar lo besó, recibiendo una mordida en su labio inferior. Lo que lo hizo separarse rápidamente. —¡Maldito! ¿Cómo te atreves a morderme? —sujetó fuertemente el rostro del contrario, y le mordió el cuello, asegurándose de dejar las marcas de sus colmillos. De esa manera su olor quedaría impregnado en el cuerpo del zorro.

—¡Grr! —de un empujón pudo quitarse al lobo de encima, y rápidamente se bajó de la cama, poniendo la espalda contra la pared. Era mejor si no le daba la espalda al engañoso depredador. Debería de haberlo sabido, ese rostro amable no era más que una farsa para obtener lo que quería. Así parecía ser todo en ese mundo. —¡No vuelvas a tocarme, Sasuke! —.

El azabache tenía el enojo marcado en sus rasgos, ese pequeño e insignificante canino se había atrevido a rechazarlo. —Veamos cuánto aguantas intentando escapar de mí. Yo soy tu destino, no tienes más opción. —con tranquilidad se levantó de la cama para acomodarse los zapatos y acercarse de nuevo al zorro que en esos momentos estaba en una posición defensiva. —Asegúrate de comer por lo menos, si quisiera matarte ya lo hubiese hecho. —movió su diestra en señal de despedida y se retiró de la habitación, ocultando lo mejor posible su mal humor.

 

El rubio se dejó deslizar por la pared hasta quedar sentado sobre el suelo. Llevó una de sus manos hacia sus labios, tocándoselos con lentitud. ¿Por qué ese extraño sentimiento estaba creciendo en su abdomen? Debería estar molesto, furioso, pero ese beso le había sabido a nostalgia y tristeza… —No lo entiendo… ¿Cómo puedo sentir pena por la persona que está jugando conmigo? ¿Soy estúpido? ¡Ash! ¡No quiero pensar más en ello! —se levantó, asegurándose de cerrar la puerta con llave, y volvió a arrojarse sobre la cama, esta vez asegurándose de meterse entre las sábanas.

Un crujido llamó su atención y lentamente metió su mano en su bolsillo, sacando un papel arrugado. ¿Era el destino dándole una salida? Eso parecía. —Podría ir con Gaara… Tal vez él sepa que me está pasando… También podría averiguar más cosas sobre Sasuke si voy con él. —<<¡Ah! ¿Pero qué estoy pensando? Ese estúpido es el mismo que anda queriendo hacerme su esposa. Definitivamente debo estar volviéndome loco.>> Realmente no estaba consciente de la razón, pero de alguna manera su corazón se sentía inconforme con lo que el lobo le mostraba.

Era como si estuviese siendo atraído hacia el contrario, pero ¿podría confiar en la persona que quería engañarlo para poseerlo? Lo veía bastante difícil en esos momentos. Su mirada fue subiendo hacia la ventana, ahora que lo notaba… Únicamente las ventanas del pasillo tenían barrotes, una sonrisa amplia se formó en sus labios: había encontrado su vía de escape. Iría al lugar que posiblemente le daría todas las respuestas.

 

 Su vida entera había resultado ser una mentira, sus relaciones, sus esperanzas, todo había sido a base de falsedad.

Ahora por fin el sol salía, pero nuevas sombras se formaban.

El telón de mentiras se había levantado, sin embargo seguían existiendo penumbras.

¿Sería capaz de escapar por completo de ese escenario?

No estaba seguro, pero no debía permitir verse cegado por los engaños.

 

Ese telón de mentiras no debía ser bajado nunca más.

 

 

Notas finales:

*Muchas gracias por leer. Me gustaría saber cómo lo voy haciendo, debido a que es la primera vez que escribo sobre ellos. 

 

*Esperaré sus reviews con ansias~ 

 

 


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