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No body say It was easy por girlutena

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El olor a antisépticos se mezclaba con el hedor de la sangre quemada, los gritos de los pacientes y el ruido de las sirenas de la ambulancia, los colores azul y rojo de los oficiales de policía se entremezclaban con el blanco de las relucientes paredes del hospital, las enfermeras corrían de un lado a otro llevando instrumentos quirúrgicos y bolsas de sangre.


Todo aquello el caos, se sentía como un sueño, una pesadilla, un sentimiento extraño y doloroso se había alojado en la boca de su estómago, la sangre seca en sus manos y su ropa, el hollín marcando partes de su rostro, tuvo que impedir que varias manos tocaran el cuerpo inerte de su hijo, él mismo se vio cayendo al ver como el menor dejaba de respirar, su voz se escuchó como un grito ahogado cuando los médicos pudieron arrebatarle a su hijo de sus brazos, mientras que lentamente su cuerpo fue cayendo al duro y frio suelo, viendo como las puertas de Emergencia se cerraban con su hijo adentro.


Para ello ya habían pasado casi cuatro cinco horas, donde ninguna enfermera sabía darle alguna explicación de lo que estaba sucediendo con su hijo. Fugaku ya estaba harto que le dijeran que esperara al médico y ahora solo caminaba de un lado a otro, dando vueltas por el largo pasillo, tronando sus dedos, intentando que el suficiente aire llegara a sus lastimados pulmones, intentaba no derrumbarse, no ahora que se encontraba fuera de la sala de cirugía, con la luz roja aún prendida, ocultando el cuerpo de su menor hijo.


Él podía considerarse un hombre que casi nunca perdía la calma, pero se había vuelto loco al no poder visualizarlo dentro de toda la habitación, sintió como su cuerpo casi se descompensaba al  encontrarlo en uno de los rincones, el fuego consumiendo todo a su paso, acercándose rápidamente a su hijo, su pecho se comprimió al notar que su cuerpo se encontraba inerte debajo de una de las pesadas columna de cemento, corrió tan rápido como pudo, esquivando los escombros y el fuego, intentando no aspirar en demasía el humo negro, con sus manos temblorosas recorrió el cuerpo del menor, la sangre cubriendo gran parte de su torso, deteniéndose lentamente y con miedo al no sentir su respiración.


Había tardado en sacarlo de ahí, pero cuando pasó por el cuerpo de la madre de sus hijos, pudo verla aún con vida, recordaba sus ojos negros, llenos de miedo, pidiéndole ayuda, no tan lejos de la mujer se encontraban los tres pelirrojos, pero no se tomó el tiempo de verlos, solo salió del lugar, dejando que los bomberos se encargaran del resto.


Su corazón se había roto en pedazos al ver como los médicos se llevaban las camillas de Minato y Sasuke, hacia el interior de los quirófanos. Había hecho caso omiso cuando una enfermera le pidió que ingresara a un cubículo para que un médico revisara sus heridas, pero se había negado rotundamente a moverse de aquel pasillo, intentaba decirse que eran tan solo superficiales e intentaba hacerle caso omiso al dolor de sus pulmones cuando tenía que respirar, pero necesitaba estar cerca de su hijo.


Su cuerpo temblaba, lleno de miedo, lleno de ira, sus pies se detuvieron abruptamente cuando sintió la mano de su padre sobre su hombro, Madara se había quedado con él, esperando la respuesta del médico y por él mismo; no le había sentido ponerse de pie, pero necesitaba calmarse, Obito se encontraba custodiando la habitación de Naruto e Itachi se encontraba con él, descansando cerca del menor de los rubios.


-¿Te han dicho algo sobre Minato -Apretó sus puños, odiando la forma en que lo había encontrado, su hermoso cuerpo ahora se encontraba lleno de cicatrices y quemaduras. Y tal vez, solo si tenía suerte pudiera volver a acercarse al rubio doncel. Tenía que pensar en otra cosa, pero todo lo que se le venía a la mente era tan malo o peor.


-Los médicos tienen muchas cosas que decirnos, pero por ahora él está estable. -Solo esperaba que no se encontrara roto. -Acaba de salir del quirófano. Ve a verlo. -Los ojos de Fugaku se abrieron a la par y Madara supo que había miedo dentro de él. -Ve, yo me quedaré aquí.


A pesar de que no quería estar lejos de Sasuke, sabía que tenía, en algún momento, que ir a ver a Minato. Después de todos esos años, soñando en cómo sería el momento en que se reencontraran, imaginó tantos escenarios, siempre pensó que el doncel se encontraría casado, siendo dueño de una pequeña, pero acogedora casa de dos pisos, con un gran jardín, con dos niños y un perro siberiano. Era lo que el rubio siempre había deseado.


Pero ahora solo tenía miedo de que el menor no quisiera verlo, que quisiera irse, tomar a Naruto y alejarse de todos ellos. Ingresó al ala este, donde sabía que se encontraba el doncel, y esperó a que el medico saliera y le diera alguna información.


Las sillas de metal eran incómodas, su pie se movía nervioso, no podía permanecer sentado, las ansias y el dolor, era lo único que lo mantenía despierto, alzó su bruna mirada al médico, quien cerró la puerta de la habitación detrás de él. Sabía que toda su familia se encontraba a salvo, pero no podía alejar aquella sensación de querer llevarse a todos a un lugar seguro.


-Minato-san a entrado con un cuadro grave de infección pulmonar, al mismo tiempo que sus heridas están infectadas, su cuerpo a sido golpeado y abusado de las formas más inhumanas que he podido ver, las heridas antiguas no han sido curadas apropiadamente, creando una infección en la piel, lo hemos inducido a un coma, esperando que sus heridas, así como sus pulmones puedan sanar. En estos momentos es necesario que él se encuentre tranquilo y estable.


-¿Por cuánto tiempo?


-Siete días, es lo máximo que podemos darle. -El medico volvió a observa el historial entre sus manos, para luego volver a verlo. -Después de eso, sus heridas serán monitoreadas, pero necesitará un especialista clínico. Un psiquiatra puede ayudar en su recuperación.


-¿Puedo verlo? -El galeno se alejó de la puerta, sabiendo que no lo podía impedir. Tal vez el hombre necesitaba decirle algo más, pero él necesitaba verlo y saber que ahora se encontraba en sus manos, cuidarlo y hacerlo feliz.


Se detuvo un momento, apoyó su cuerpo sobre la puerta, observando el cuerpo inerte del doncel, el sonido del respirador llenaba todo el lugar, lentamente sus pies empezaron a acercarse, observando como su rostro se encontraba aún con rastros de hollín y sangre, tomó la toalla blanca y en un pequeño cuenco llenó agua fresca, lentamente su hermosa piel empezó a verse limpia, pero aún pálida y mostrando los golpes en él. Acarició sus cabellos rubios y besó con cuidado su frente, temiendo mover alguna de las agujas incrustadas en su delgado brazo.


-Ahora estarás a salvo. -Volvió a besar los labios del menor, recordando aquellas noches en las que se escapaba solo para poder verlo a lo lejos. Aquellos tiempos en los que solo eran unos jóvenes adolescentes. Alzó su rostro cuando la puerta se abrió suavemente, Obito se encontraba en el otro lado, intentó darle una pequeña sonrisa, pero sintió como se formaba una horrible mueca en sus labios, volvió a agachar su mirada, escuchando como ingresaba a la habitación.


-Sasuke salió de la cirugía. -Sin darse cuenta su mano se aferró a la del rubio, sus ojos negros le veían dormir tranquilamente. -Ve, yo me quedaré con él.


En silencio salió de la habitación, sabía que podía dejar a Minato en custodia de su hermano, Naruto se encontraba con Itachi, así que sabía que nada malo podría pasarles, buscó a su padre en la habitación que le habían asignado a su hijo, pero sus pasos se volvieron pesados y lentos al ver como el mayor observaba a través de una ventana, sintió como su corazón caía en picada al ver que el cuerpo de Sasuke se encontraba inerte en una cama esterilizada, sus brazos cubiertos de vendas y su rostro intubado.


El doctor de la cirugía se encontraba saliendo de la habitación, pudo ver como se quitaba una mascarilla y los guantes para entregárselos a una enfermera.


-Hemos inducido a su hijo en un coma, sus heridas eran profundas, algunas de ella se han llegado a infectar, su hígado ha sido perforado, hemos podido detener la hemorragia, pero por las otras heridas en sus extremidades ha perdido una cantidad sumamente alta de sangre, el humo llegó a perforar uno de sus pulmones y el golpe de la columna llegó a causar estragos en su cabeza y columna.


-¿Él quedará paralítico?


-Necesitamos esperar a que despierte.


Podía escuchar las voces de su padre y la del médico, pero poco a poco volvieron a formarse murmullos, sintió como la bilis subía por su estómago, había visto la sangre debajo del cuerpo de Sasuke, había sentido como escurría por sus manos y a pesar de ahora tenerlas limpias, seguía sintiendo la calidez del líquido carmesí. Se sentía enfermo y con ganas de matar a las personas que tanto daño le hicieron.


-En este momento no podremos decirle. -Podía sentir la pena emanar del cuerpo del galeno, pero nada de eso ya le importaba. -Todo dependerá de lo rápido que sanen sus heridas y él pueda salir del coma por sí solo.


-¿Podemos verlo?


-El joven a sido colocado en una habitación aislada, no podemos correr riesgo a que agarre alguna infección, por más mínima que sea. -Quería poder protestar, pero las enfermeras, hasta el médico mismo se encontraban usando trajes especiales.


-Él se recuperará. -El medico ya se había ido, y podía sentir como el peso y el dolor caían sobre su cuerpo, todas las personas que él amaba se encontraban postradas en una cama, y su hijo se encontraba en un coma que no sabían si podría despertar. -¿Has ido a ver a Naru?


-No, pero Obito me comentó que se encuentra estable. -No podía apartar su mirada de su hijo, se veía tan calmado, como si tan solo se encontraba tomando una siesta, sin saber lo mal que se encontraba su cuerpo. Sintió la mano de su padre alrededor de su brazo y dejó que lo guiara a la otra habitación.


 


La habitación de Naruto e Itachi se encontraba en el otro lado de la planta, era una de las más grandes que habían podido encontrar, alejada del bullicio de la ambulancia y los demás pacientes, y donde podían entrar dos camillas y un mueble de casi una plaza.


Las enfermeras entraban y salían cada treinta minutos, revisando los signos vitales del menor de los donceles, había una maquina que medía los latidos del pequeño corazoncito del bebé, pero aquel fuerte y rápido sonido parecía no molestar a nadie. Es más, todos se encontraban tranquilos al oír el fuerte golpeteo del pequeño niño.


El médico había tenido que realizar un ultrasonido para ver el estado del bebé, en su momento Naruto no tuvo ninguna replica, el cansancio había hecho mella en su cuerpo y con la presencia de Obito, dejó que su cuerpo cayera en la inconciencia.


Fugaku tomó la pequeña foto del ultrasonido que le habían hecho al pequeño bebé y acarició con sus dedos la diminuta y borrosa forma, apenas podía verse sus deditos, su cuerpito se encontraba acurrucado contra una de las paredes del vientre, con sus ojitos cerrados, tan ajeno a la realidad.


-Es un niño. -La voz de Itachi se escuchó ronca, pero orgulloso. Volvió a colocar la foto cerca de la almohada de Naruto, sus cabellos rubios cubriendo parte de su frente, ligeros golpes adornando cruelmente su aniñado rostro. Podía respirar tranquilo al ver como su pecho subía y bajaba lentamente, gracias al respirador.


 


Las horas habían pasado tan rápido, no recordaba la hora en que habían llegado junto a las ambulancias, pero después de todo el caos y la pesadilla que habían pasado, Madara había caído dormido en el mueble de una plaza, podía entender lo cansado que estaba, él mismo sentía sus músculos entumecidos.


Observó como el cielo empezaba a aclararse, poco a poco el manto negro empezaba a volverse violeta, el viento empezando a agitarse suavemente y el movimiento de los autos llenando la autopista, a pesar de la altura podía notar como las personas caminaban por las aceras. No se sombró cuando la puerta se abrió abruptamente, dejando ver por el reflejo de la ventana, como un pequeño rayo rojo ingresaba a la habitación, para, abruptamente, treparse al cuerpo de Itachi.


Gaara ocultó su rostro en el pecho del moreno, dejando que el mayor lo abrazara con fuerza, Madara había despertado por el abrupto sonido, pero nadie dijo nada al ver como el pequeño cuerpo de Gaara temblaba y las lágrimas empezando a bajar por su rostro, pero confiaba en que Itachi no iba a dejar que nadie las viera.


-Itachi tonto, tonto, tonto, tonto. -Su voz sonaba entrecortada y opacada por el pecho del mayor, pero Itachi solo pudo besar suavemente los cabellos granates de su pequeña cerecita, intentando que no despertara al pequeño sol de su hermano. -No vuelvas a hacer algo así, tonto.


-Mi pequeña cerecita. -Acomodó el cuerpo del doncel sobre sus piernas, borrando con suaves besos el rastro de lagrimas que caían por su hermoso rostro. -No podría simplemente alejarme de todo esto, pero te prometo tener mucho más cuidado la próxima vez.


-No habrá próxima vez. -La gruesa y parca voz de Madara se dejó escuchar en la habitación, Itachi pudo sentir como las mejillas de Gaara se teñían de un fuerte carmín al darse cuenta de que seguía entre sus piernas. -Cuando Naru despierte y el doctor le de el alta, se irán con él a casa.


-¿Qué pasa con Sasuke y con Minato? -Fugaku retiró su mirada de los ojos de su hijo, volviendo a sentir aquella presión, caminó hacia el pequeño Naruto, acariciando sus cabellos rubios. Era la única manera por ahora de sentirse tranquilo. El alivio había impregnado su cuerpo al saber que el menor no había recibido alguna clase de maltrato, no algo de que no se pudiera recuperar.


-Se irán a casa sin hacer ninguna pregunta. -Podía sentir la mirada de su hijo sobre su espalda, pero no tenía el valor de darle la cara, era su familia, todas esas personas eran su familia.


-Sé que Mikoto está en este mismo hospital. –Itachi vio como los hombros de su padre se tensionaban, su cuerpo se colocaba en posición de alerta.


-Sí, su cuerpo fue encontrado bajo un escombro de piedras, con graves quemaduras por todo el cuerpo. -Se alejó del menor para ver como Gaara se encontraba cómodo y algo más calmado entre los brazos de Itachi. -Lo que pase con ella no me interesa.


Itachi asintió suavemente, no era que se preocupara por la mujer que los abandonó, no sentía ninguna lastima por la persona que lastimó a su pequeño hermano, tampoco podía entender el odio que sentía hacia una persona como Minato y Naruto. Cerró lentamente sus ojos y dejó que los suaves dedos de su cerecita sobre sus cabellos le relajaran sutilmente.


 


No sentía ningún dolor lacerante sobre su cuerpo, o el humo corriendo y quemando sus pulmones, ya no podía escuchar el grito de las personas o la sangre corriendo con fuerza por sus venas. Otra vez su cuerpo había caído en aquel limbo, se encontraba relajado y flotando, tal vez había muerto o tal vez todo lo había soñado.


El colchón bajo su cuerpo ya no se sentía duro, ahora era suave y ligero, un ligero calorcillo albergaba su cuerpo, podía sentir como las mantas le abrigaban, no podía sentir el aroma de la humedad calando las paredes, o el viento golpeando con fuerza contra las ventanas rotas, ahora el sonido de la lluvia golpeando las ventanas era suave y ligero.


En la nebulosa que se encontraba su mente, podía recordar la voz de Sasuke, las caricias de sus manos, el beso en su frente, y como lo aferró con fuerza al brazo de Itachi, podía sentir el calor del fuego, aún sin que ni una lengua roja lo haya tocado.


Abrió con fuerza sus ojos al recordar como Sasuke se había quedado dentro de la construcción, la oscuridad fue lo que primero vio, agitó sus manos con fuerza al darse cuenta de que no podía respirar, llevó sus manos hacia su garganta, quiso gritar cuando sus uñas se clavaron en su delicada piel y el dolor volvió a consumir su cuerpo, las luces se prendieron y él cerró rápidamente sus ojos al sentir como quemaban sus lastimadas córneas.


Escuchó las voces de varias personas corriendo hacia él y con sus ojos aún cerrados, pudo escuchar las suaves palabras de Fugaku, sus grandes manos acariciando sus cabellos, su rostro, sus ojos negros brillando ante él, pidiéndole calma.


Dio una gran bocanada de aire, llenando sus pulmones para luego empezar a toser, sintió un jalón en su tráquea y quiso llevar sus dedos hasta su boca, pero las suaves manos del moreno se lo impidieron, intentó relajarse cuando sus fuertes brazos se aferraron a él, casi y podía jurar que aquel gran y poderoso hombre tuvo miedo de perderlo.


-Me alegra que hayas despertado, joven Naruto. -Pudo escuchar las palabras del extraño, pero Fugaku no lo separó de su cuerpo, cerró sus ojos aferrándose al cuerpo del mayor, podía sentir su calor traspasar la fina tela del pijama que estaba utilizando.


Lentamente fueron soltándose, y aún con su pequeña mano aferrada a la del moreno, llevó suavemente sus manos temblorosas hasta su vientre un poco más hinchado y lo sintió caliente y latente, su bebé aún se encontraba con él, vivo y sobreviviendo. Dejó que el medico revisara sus signos vitales, así como la de su bebé, sus heridas ya no dolían y por lo que sabía, el medico le había prescrito una droga que no lastimaría a su pequeño.


-Podemos saber el sexo de tu bebé, si así lo deseas. -Naruto se encontraba observando y acariciando la foto de su hijo, los ojos azules del doncel cayeron sobre la sábana ligeramente levantada por su vientre hinchado y con su mano acarició los pliegues de la tela, deseaba que aquel momento sea especial, con Sasuke a su lado, sonriéndole y besándolo, feliz de tenerlo a su lado.


-Creo que mi pequeño desea esperar. -Fugaku sonrió suavemente al ver como el menor le volvía a mirar, con esos ojos grandes y azules, asintiendo emocionado al saber que había leído sus propios pensamientos.


-Si ese es el caso, no me queda nada más que decir. -El galeno tomó la planilla y escribió unas cuantas cosas más. -Pero debo mantenerlo aún en observación.


-Muchas gracias doctor. -El hombre se alejó con pasos calmados, dirigiendo su mirada hacia el joven moreno quien yacía en la otra camilla, siendo abrazado por un pequeño pelirrojo, tan solo sonrió suavemente y salió de la habitación.


 


-¿Dónde está Sasuke? -Fugaku había dejado que el menor, prácticamente, lo jalara hasta subirse a la camilla y acurrucarse contra su cuerpo, dejó que el doncel apoyara su cabecita sobre su pecho, y no pudo evitar imaginar como hubiese sido su vida si Minato y él nunca se hubieran separado, ninguno de sus dos hijos hubiese existido, nunca hubiese podido criar a Gaara, y lo más importante, Naruto y Sasuke nunca se hubieran conocido.


-Él está descansando. -No necesitaba decirle la verdad al menor, aún no. Tampoco podía hablarle de Minato, ni de los desgraciados que arruinaron su vida. -Y lo mismo debes hacer. -Besó los cabellos del menor y no pasó mucho tiempo que el cansancio se llevara al pequeño Naruto.


Miró a su hijo y sonrió al ver como Gaara seguía aferrado a Itachi, aún en sueños no iba a poder dejarlo en paz. Lentamente salió de los brazos del rubio y en silencio salió de la habitación para poder regresar con su padre, quien observaba fijamente el cuerpo de Sasuke.


-El médico me ha dicho que han podido salvar a Nagato y a Mikoto. -La expresión del mayor no cambió mucho, pero su voz había sonado muerta y sin sentimientos. -Le dije que no nos importaba lo que pasara con ellos.


Asintió ligeramente, concordando con su padre, aquellas personas no se merecían la piedad de nadie, ya había hecho los movimientos para demandarlos y que paguen por todo el daño que han hecho, sin importarle nada, les iba a hacer sufrir.


-Naruto no es hijo de Nagami. -El peso que yacía sobre sus hombros se aligeró tan solo un poco, el solo hecho de imaginar que Nagato haya violado a su propio hermano le causaba nauseas. -Ellos lo sabían, todo el tiempo supieron como manipular a Minato.


 


La semana había pasado en calma, que casi no pudo darse cuenta de cuanto tiempo había permanecido en vela, intercalando su tiempo en observar a Sasuke y a Minato. Los dos parecían tan calmados, inconscientes de todo lo que podían transmitir, de todo el daño que les habían causado. Apenas el médico les dio de alta, había dejado que Obito se llevara a Itachi y a Naruto hacia su casa, sin siquiera poder comunicarle algo al menor de ellos.


Naruto había exigido, hasta el punto de derramar lágrimas, saber el daño en el que se encontraba Sasuke, pero él no había tenido el valor de decirle algo. Madara se había escabullido a la habitación del moreno, agradeció que hubiese sido Obito, el que haya tranquilizado al menor, prometiéndole que Sasuke llegaría junto a Fugaku y a Madara, tampoco le habían podido hablar sobre Minato, esperaba que, en casa, un poco más tranquilo Obito pudiera ir hablándole sobre él.


En ese momento se encontraba en la habitación de Minato, sabiendo que su hijo era resguardado por su padre, acarició los cabellos del doncel, había pasado varios días en la misma silla, tomándole fuertemente su mano y contándole las pocas, pero hermosas cosas que sabía de Naruto, de sus hijos, de cómo sería su vida cuando regresaran a casa.


El medico le había pedido paciencia, le había dicho que Minato saldría solo del coma. Ocultó su rostro contra la palma de la mano del rubio, cerrando sus ojos, sintiendo como el cansancio en sus hombros volvía a hacer mella en él, sintió un fuerte golpeteo en su corazón al sentir como los finos dedos empezaban a moverse, recordaba que el galeno le había comentado sobre los reflejos, pero aquello se sentía tan natural, tan real, muy lentamente se separó de él y bajó la intensidad de la luz, para que no dañara sus lastimadas pupilas.


Presionó el botón de llamado a las enfermeras y fue testigo de como los ojos azules se abrieron ante él, tuvo que moverse de la silla, al ver como el medico rápidamente le quitaba el respirador, dejando que el rubio llenara sus pulmones de aire, por sí solo, su cuerpo se estremeció, pero Fugaku no dejó que cayera. Los ojos azules de Minato se llenaron rápidamente de lágrimas, Fugaku tan solo lo aferró con más fuerza. Esperando que el médico terminara de leer sus signos vitales, comprobando que todo era correcto y saliera de la habitación, sabiendo que necesitaba dejarlos solos.


Su cuerpo convulsionando, sintiendo como sus pulmones dolían al respirar, como sus ojos ardían al dejar que las lágrimas se derramaran por su golpeado rostro, y su pequeña mano acariciando la mejilla del mayor, sintiendo como su descuidada barba picaba en la piel de sus dedos, sintiendo aquellas sensaciones, aquellas emociones que pensó nunca más volver sentir, y Fugaku no pudo aguantar el dolor en su pecho. Escondió su rostro en el pecho del menor, derramando sus lágrimas al sentir como los dedos del menor se enredaban en sus cabellos.


Sintió como el pecho del rubio se agitaba, había querido decir algo, pero su voz había sonado ronca y rasposa, le alcanzó un vaso con agua y con una pajilla le hizo beber.


-Yo… mi bebé. -Las lágrimas volvieron a llenar sus brillantes ojos. -Mi bebé.


-Él está a salvo. Naruto está a salvo. -Minato dejó que los fuertes brazos de Fugaku se aferraran a él, dejó que el miedo saliera de su cuerpo en forma de llanto, sin importarle nada más que la seguridad que le podría brindar su siempre amor.


-Pensé que nunca iba a volver a verte. -Su voz aún sonaba rasposa, pero ahora era suave, sus cabellos habían sido limpiados, al igual que su rostro y el resto de su cuerpo. Había sentido el nudo en su garganta al ver lo delgado que se encontraba y con un cuadro de anemia alarmante.


-Ahora estás conmigo. -Sus grandes manos acunaron el rostro del rubio, un suave tono de rojo había coloreado sus mejillas, sus labios eran de un suave rosa, su pequeña y respingada nariz, y sus hermosos ojos azules. Era el mismo Minato que había conocido en su juventud. -Y nunca más te dejaré ir.


 


No sabía cuanto tiempo había pasado, pero podía sentir el cuerpo de Minato sobre el suyo, era una locura, pero desde que había conocido al doncel, su cuerpo siempre le llegaba a enfriar, Minato siempre se había quejado de que abrazarlo con fuerza le producía calor, pero a pesar de eso, nunca había dejado de hacerlo. Minato se removió suavemente, pero sin alejarse de sus brazos, sus dedos acariciaron su pecho de una forma más personal y él besó sus rubios cabellos, afianzando sus brazos alrededor de su cintura.


-Yo... había escuchado que Sharingan había llegado, confundí a tu hijo. -Minato había vuelto a cerrar sus ojos y agradeció en silencio que el mayor no dijera nada, tan solo le abrazara con más fuerza. -Él me salvó.


Minato alzó ligeramente su rostro al sentir como un par de pequeñas lágrimas cayeron sobre su mejilla, su pecho dolió al verlo llorar.


-Él te entregó a mi hijo mayor, junto con Naruto para que los sacara de aquel lugar. -Por primera vez en una semana dejó que el dolor saliera de su cuerpo, dejó que sus lagrimas y el miedo por perder a su hijo saliera a flote, estaba feliz de volver a tener a Minato entre sus brazos, pero sufriría demasiado si perdía a su hijo.


-Su cuerpo ha dejado de responder. Es como si él mismo se diera por vencido. -No le importaba que Minato sea testigo de sus lágrimas, por primera vez en varias semanas sintió como podía soltar su dolor. -Los doctores dicen que es mejor desconectarlo, pero no puedo hacerlo. No puedo Minato.


El doncel solo pudo abrazarlo con fuerza, llorando con él. Podía recordar el miedo, la sangre y el fuego envolviendo su cuerpo, pero una vez se sintió seguro en aquel horrible lugar, podía recordar un ligero toque a cítricos y tabaco, recordaba los fuertes brazos alrededor de su cuerpo, asegurándolo y cuidándolo.


No sabía cuanto tiempo había permanecido postrado en la camilla, pero Fugaku le había hecho jurarle que no se levantaría, cada noche necesitaba que Fugaku lo abrazara, soñaba con los golpes, con los maltratos que recibía, cada vez que despertaba agitado y gritando, el moreno siempre le hacia recordar que eran pesadillas, pero él lo sentía tan real. Tan doloroso.


Había dejado de preguntar por Sasuke, pero sabía que nada estaba yendo bien, podía ver el cansancio bajo los ojos de Fugaku y Madara, el miedo y la tristeza era lo único que podía ver en esos ojos tan característicos de los Uchiha.


Había sido muy de noche, cuando el medico entró por última vez a chequearlo, sabía que Fugaku se encontraba durmiendo, así que con sumo cuidado se separó de su cuerpo, sintiendo rápidamente como el frio le envolvía, pero con fuerza salió de la camilla y arrastrando el suero, caminó por el largo pasillo, sintiéndose aliviado que ninguna enfermera le viera caminar y le obligara regresar a su habitación. Cruzó el pasillo hasta la ala de cuidados intensivos y observó como Madara se había quedado dormido en las frías butacas, arregló sobre el cuerpo del mayor la delgada manta, para luego acercarse a la habitación de Sasuke, observó desde la ventana el cuerpo del joven conectado a las intravenosas, su rostro intubado y las quemaduras en parte de sus brazos y su rostro.


Sin darse cuenta las lágrimas volvieron a caer por sus mejillas, el dolor llenando su pecho.


-¿Desea entrar a verlo? -Su cuerpo se giró tan rápido que agradeció que el médico haya impedido que se golpeara con la ventana, asintió suavemente ante las palabras del mayor y después de ponerse un traje extraño ingresó a la habitación.


Podía sentir el olor a antisépticos, el lugar tan minuciosamente cuidado y limpio, para impedir que el joven pudiera contraer alguna enfermedad, se sentó en una de las sillas metálicas, escuchando el sonido del respirador artificial y del marcapasos cardíaco.


-No puedes simplemente darte por vencido. -Acarició los cabellos del joven a través de los guantes de látex, observando su varonil rostro cubierto de cicatrices y golpes. -No puedes dejar a mi pequeño bebé, ni a mi nieto.


Sus dedos acariciaron suavemente la piel de sus brazos, podía darse cuenta de que el moreno había sido grande y musculoso, en cambio ahora sus brazos se sentían delgados y laxos.


-Será difícil, pero estaremos ahí para ti. -Sus dedos acariciaron los dedos del más joven, casi salta de su silla al ver como los dedos del moreno se movían. Las lágrimas volvieron a atiborrarse en sus ojos azules al recordar los reflejos del cerebro. Volvió a acariciar la piel de su brazo, subiendo suavemente hasta su rostro. -Sasu, por favor no puedes hacerme esto. No puedes simplemente salvarnos e irte tan fácil.


Un golpe más, sus dedos golpearon contra el colchón, su pecho hizo un suave sonido y sus parpados se movieron rápidamente. Alzó su rostro hacia el monitor al ver como la pendiente del latido aumentaba con fuerza.


A pesar de que fue solo un reflejo, fue lo suficiente para que prácticamente saltara de la silla, y jalando el suero saliera, sin detenerse al ver como Madara le veía conmocionado salir de la habitación y Fugaku llegando por el otro extremo del pasillo, no se detuvo cuando oyó la voz de Madara, ni siquiera cuando Fugaku le pidió que no corriera, pero él solo necesitaba encontrar al doctor y se detuvo rápidamente cuando lo encontró saliendo de una habitación.


-¡Él… él hizo varios movimientos! -Apoyó sus manos sobre los anchos hombros del hombre, obligándole a detenerse y mirarle fijamente.


-Señor Minato, debe entender de que, en un estado de coma, el cuerpo aún puede tener ciertos reflejos.


-¡No! No me está entendiendo -En ese momento Fugaku y Madara llegaron a su lado, y solo Fugaku pudo apoyar sus manos en los delgados hombros del doncel, separándolo del hombre y apoyándolo sobre su pecho. -¡Yo le hablé Fugaku y él me respondió!


Su corazón se estrujó contra su pecho, podía ser tan solo los reflejos de un cuerpo inerte, pero no podía negarlo, deseaba que aquello sea verdad, limpió suavemente las lágrimas que descendían con tal fuerza que tuvo que obligar al médico que revisara los signos vitales de su hijo, mientras todos ellos volvían a sentarse en las bancas de metal, dejando que Minato se sentara sobre sus piernas.


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Naruto observaba como el cielo empezaba a oscurecerse, habían pasado cinco días desde que regresaron a la casa Uchiha, él había intentado hacer todo lo posible para seguir con su misma rutina, pero no podía olvidarse de aquellos días, no podía olvidarse del frio y del miedo, aquellos ojos y las manos ásperas de Nagato acariciándolo, cada vez que lo recordaba, amargas lágrimas inundaban sus ojos y las ganas de vomitar se removían por su estómago.


No le gustaba sentir las miradas tristes de aquella amable familia, pero intentaba sonreír cuando el pequeño Haru se acercaba a él, pidiéndole jugar, intentaba no llorar al recordar a Sasuke, pero todas las noches, cuando se envolvían en las cálidas mantas del moreno, enterraba su nariz en alguna camisa del mayor, era la única manera en la que podía conciliar el sueño, y su pequeño bebé dejaba de moverse inquieto, casi como si imaginara que Sasuke fuese alguien tan, pero tan cercano a él.


Sus pequeñas manos se cerraron sobre su vientre hinchado, escuchó los pequeños pasos de Haru llegar a la sala, pero se detuvo al verlo sentado, se volteo suavemente e intentó sonreírle, pero sabía que el menor podía percibir que algo andaba mal. Su corazón latió con fuerza y dolor al ver como Obito llegó y le palmeó suavemente su espalda, el pequeño salió corriendo de la sala.


-Yo… lo siento mucho. -Obito se acercó con pasos lentos, pero seguros. Todos se sentían inquietos y el miedo de perder a alguien tan cercano como Sasuke, era algo que no se podía borrar con facilidad.


Envolvió el cuerpo del menor y lo aferró con fuerza contra su cuerpo, Naruto escondió su rostro en el pecho del moreno y Obito pudo esconder su rostro en los rubios cabellos.


-No tienes que pedir perdón. Nada de esto es tu culpa, nadie tiene la culpa de lo que esos bastardos hicieron. -El mayor acunó el rostro del doncel, limpió sus lágrimas, sabiendo que sería en vano, ya que nuevas lágrimas mojaban sus tersas mejillas. -Debes saber que no puedes permitirte caer nuevamente, tendrás nuestro apoyo en todo lo que necesites.


-Yo… creo que, necesito ayuda. -Obito besó su frente, y lo volvió a aferrar contra su cuerpo, mostrando una pequeña sonrisa al ver a su pequeño Haru traer una manta entre sus manitas. El niño se subió sobre el alfeizar, al otro lado de Naru y envolvió a los tres cuerpos con la manta.

Notas finales:

Lamento, lamento, lamento mucho la tardanza 


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