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No body say It was easy por girlutena

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Notas del capitulo:

!!!!!

segundo capitulo!!! (: 

espero que les guste!!!

Las luces ámbar destellaban con fuerza, alumbrando las frías calles de Tokio, el frio vendaval soplaba lento y suave, moviendo ligeramente las ramas descubiertas. Las luces de los autos pasaban con demasiada rapidez, sin importarles salpicar los pequeños charcos de agua, que se alojaban en las pistas.


Cubriste tus oídos con tus pequeñas manos y sin importante los sonidos de los claxon o que el semáforo siguiera en rojo, cruzaste con miedo aquella avenida, la avenida que te separaba de aquel frio lugar, de aquellas frías y duras manos. Lentamente, tus piernas empezaron a flaquear, tu corazón golpeaba con fuerza tu caja torácica y tus pulmones quemaban por falta de oxígeno.


 Te detuviste en un pequeño parque, no muy lejos de aquel horrible lugar, pero con el alma abatida, te dejaste caer de rodillas, escuchando a lo lejos las risas de los pequeños niños, y no te habías dado cuenta que tus lágrimas seguían cayendo, pero ahora era por vergüenza, ahora es por miedo, es por rabia.


Tus puños golpean el jardín, con tanta fuerza que no te importa que las pequeñas plantas se desprenden de la arena, no te importa que las pequeñas piedrecillas se incrusten en tu delicada piel, ya no te importaba que la gente te quedase viendo, o que la bata de aquel hospital de mala muerta se encontrase sucio y roto. Sin importarte como tus rubios cabellos se manchen con toda esa mierda, porque es así como te sientes ahora.


Llevas lentamente tus manos hasta tu pequeño y apenas abultado vientre, lloras con más fuerza, mientras que empiezas a sentir como las primeras gotas de la lluvia caen sobre ti, bañando tu pequeño y menudo cuerpo; y como la fría lluvia limpia y se confunden con tus perseverantes lágrimas. Escondes tu rostro entre las palmas de tus manos, intentando que tus rodillas toquen tu pecho, intentas acurrucarte, deseando olvidar todo aquello, y deseando despertar cuando apenas eras un pequeño doncel y te acurrucabas en los brazos de tu padre.


 


Sientes como algo ligero rebota contra tus rodillas aun flexionadas sobre la hierba húmeda, pero no levantas tu rostro, escuchas unos suaves gritos a lo lejos, pero se confunden con el sonido de la lluvia. Con tus ojos cerrados recuerdas cada golpe, cada burla, de aquel hombre; aquellas pesadillas que todos los días envolvían tu vida, volvieron a invadirte y quisiste gritar, pero tu voz tan solo se desprendía con sonoros gemidos lastimeros.


Quieres ponerte de pie, pero sientes como tus piernas se han entumecido, quieres gritar, porque sabes que ya no puedes volver a aquel lugar, no con aquella persona que pensaste que era tu príncipe, no con aquella persona que quiere acabar con lo único que te aferras a este mundo lleno de personas miserables.


 


Vuelves a escuchar una pequeña y delicada vocecita, pero aun estás metido en tus pensamientos y esos ojos violetas, que cambian de un brillo rojizo y azul, mirándote con odio y desprecio; y esos cabellos rojos se han impregnado en tu mente; en tus cansados pensamientos. Empiezas a tener miedo, de sus acciones y de sus palabras,  tu cuerpo tembló fuertemente al imaginar que aquel hombre te iba a encontrar y a matar a tu hijo.


Niegas fervientemente, intentando sacar todas esas estúpidas ideas de tu cansada mente, quieres levantarte, para empezar a buscar algún lugar donde dormir aquella noche, pero te das cuenta que no tienes dinero y la realidad te golpea el rostro, tan duro como un muro de cemento, de pronto sientes como algo liviano cae sobre tus delgados y casi desnudos hombros.


Muerdes con fuerza tu labio inferior, mientras que tus pequeñas manos se aferran con fuerza sobre tu vientre; y con miedo, abres lentamente tus ojos; sintiéndolos resecos y adoloridos, levantas despacio tu rostro, al ver como unos zapatos negros se acercan a ti y sin soltar las manos de tu vientre; temiendo que él te haya encontrado; temiendo que algún golpe se aloje en tu mejilla o en tu vientre, pero tan solo vez a un varón, de pie, delante de ti y de nuevo aquella vocecilla que se confundía con los murmullos de tu perturbada mente.


Tus ojos no podían ver el rostro de aquel hombre, pero a tus sentidos llegó el aroma a tabaco y canela, su corazón se encogió y las náuseas empezaron a hacer mella en tu tembloroso cuerpo.


 -Tío ¿Va a estar bien? –Te obligaste a retirar tu mirada de aquel hombre sin rostro y posaste tus añiles ojos sobre el pequeño cuerpecito, que se escondía detrás de las largas piernas de aquel varón, el pequeño con sus cabellos plateados y unos ojos tan negros, le miraron tan penetrantes, que no pudiste evitar volver a llorar.


Soltaste un gemido lastimero al recordar al pequeño que crecía dentro de ti, recordando lo tonto que fuiste, al confiar en alguien; pero no le dio tiempo para reaccionar, al sentir como las poderosas manos de aquel varón se posaban sobre sus hombros.


 


Tu pequeño cuerpo se estremeció al sentir aquellos brazos tan fuertes alrededor de tu delgado cuerpo, estabas tan cansado para ponerte a pensar en algo más, apoyaste suavemente tu cabeza sobre el pecho de aquel hombre, escuchando y tranquilizándote con aquel suave golpetear de su corazón, dejando y permitiendo que el cansancio invadiera tu cuerpo y tu mente.


 


Por primera vez en casi toda tu vida, sentiste como eras acobijado por unos cálidos y suaves brazos, tu cuerpo se sobresaltó cuando la imagen de aquellos ojos violetas, lo miraban desde lo más recóndito de aquel oscuro lugar, no podía ver, pero sabía que aquel hombre le estaba mostrando una de sus más escalofriantes sonrisas, aquellas manos que intentaban jalarte en la oscuridad, habían tomado con fuerza tu delicado brazo.


Quisiste correr pero de pronto viste como manos huesudas salían desde la oscuridad, mientras que tomaban con fuerza tus piernas, haciéndote caer en aquel vacío lleno de oscuridad; no podías gritar, sus labios se habían sellado y poco a poco, empezabas a quedarte ciego, empezaste a removerte con fuerza, cuando sentiste como una mano se introducía sin piedad en tu vientre.


Quisiste gritar, tu cuerpo se encontraba duro y adolorido, aquella mano aún en tu interior, comenzó a removerse sin piedad, tomando el pequeño feto aun sin forma de tu hijo, mientras gruesas lágrimas se desprendían de tus azulejos, empezaste a removerte con fuerza, empezaste a patalear, pero aquellas manos sin rostro, tomaron tus cuatro extremidades. Deseabas gritar al sentir como empezaban a desprenderlo de ti; sin calma, sin sutileza.


No podías ver toda la sangre que emanaba de tu interior, pero podías olerla, la sentías, sentías como empezaba a mojar todo tu cuerpo; tus lágrimas empezaron a derramarse por tus mejillas hasta caer a tus labios semi abiertos, y pudiste sentirlo; aquel sabor metálico. Sentiste como tus extremidades iban desprendiéndose de tu cuerpo.


Pero de pronto aquellas manos se volvieron sutiles y cálidas, sentías como empezaban a secar tus lágrimas que aún seguían cayendo sobre tus mejillas, acariciando suavemente tu cabeza, podías escuchar un suave susurro, muy cerca de tu oído.


Poco a poco dejaste de moverte, ahora tu cuerpo buscaba con ahínco aquellas manos tan suaves, y casi te comparaste con una polilla en busca de la luz, te sentías tan frágil, tan débil, querías abrir tus ojos, pero te dolía todo el cuerpo, tu alma se encontraba demasiada cansada; sentiste como tu cuerpo era acobijado suavemente por unas finas y frías telas.


Tu cuerpo cayó despacio, sintiéndose cálido alrededor de aquellos brazos, volvió a escuchar aquella vocecita tan suave y a lo lejos los truenos caían alumbrando toda la noche junto con los relámpagos. Pero soltaste un suave gemido al sentir como unos delicados besos se posaban sobre su rostro, ya no lo sentías húmedo, ya no sentías nada.


 


Como rápidos y agonizantes punzadas, los flashes llegaron a tu mente, los tormentosos recuerdos pasados, los golpes sobre tu pequeño cuerpo, y el olor a sangre que emanaba de tu labio partido; los ojos te dolieron aún más cuando intentaste cerrarlos más fuerte.


Las imágenes de tus padres discutiendo sin importarles que su hijo de cuatro años estuviera al frente de ellos, tu padre abandonando la casa, abandonándote a ti, a su único hijo doncel, dejándote con una mujer que no le importaba nada, una mujer que nunca le importabas, una mujer que se gastaba todo el poco dinero que tenían para comer, en bebidas.


Cada día te encerrabas en tu habitación, apagabas la luz, te sentabas en el piso, apoyando su espalda en la puerta, sin hacer ruido para no llamar la atención de los diferentes hombres que visitaban a tu madre, todas las noches.


Fluidas lágrimas se desprendían de tus zafiros, dejando que el frio viento de la noche los secara sobre tu delicado y fino rostro, a veces intentabas ocultar los golpes que tu madre te hacía, mayormente en tu cuerpo y cuando estaba demasiado enojada, solía dejarte marcas en tu rostro.


No sabías que pensar, o que sentir cuando tu madre te abandonó en aquel viejo orfanato, mintiéndote de que algún día tu padre iba a llegar a recogerte, pensaste que los golpes y los gritos algún día se detendrían, pero nunca se detuvieron, y te odiaste por haberle creído a aquella mujer, tu padre nunca regresó por ti.

Notas finales:

...Por cierto....en el primer capitulo, cometí una equivocación u.u (me pasó por no corregir antes de subir) ...trata sobre los ojos del "novio" de Naruto... pero bueno... no diré más.... :v 

espero que les guste y espero sus lindos comentarios *-* (?)

Besos!!!! y espero que hayan pasado una bonita Navidad y un Feliz... pronto.... 2016!!!!!

Besos!!!


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