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No body say It was easy por girlutena

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Notas del capitulo:

Este capitulo va a hacer un poco de sobre la Gaara e Itachi.

los recuerdos estarán entre "" y en cursiva

 

“Recordabas aquella época en la que contabas con cuatro cortos años, y tus padres te hablaron sobre tu condición, una condición que te hacía tan especial. Recordabas que habías fruncido tu ceño, y habías gritado, hasta el punto en que te encerraste en tu habitación.


Tu padre te había prohibido salir a jugar al parque, te había prohibido ensuciarte, y correr tras el balón. Habías ocultado tu rostro lloroso entre tus rodillas, y con el pequeño niño que eras habías empezado a sollozar.


Escuchaste como tu papi intentaba calmar a tu padre, un hombre de cabellos bermejos y unos ojos azules, Sabaku no Shukaku, un varón con un carácter frío y calculador, pero tu papi, un hermoso doncel, sabia como calmarlo.


No sabías cuanto tiempo había pasado hasta que escuchaste unos suaves golpes detrás de tu puerta, limpiaste tus lágrimas, pero aún con las mejillas teñidas de un suave carmín, y tu ceño fruncido, abriste la puerta, y sentiste como el nudo en tu pequeño pecho, se volvía más asfixiante.


Te ocultaste en el pecho de tu mejor amigo, tu pequeño cuerpo se estremeció al sentir como las manos de ese niño acariciaban tus cabellos bermejos y tu delgada espalda.


Él era tu único amigo, cuatro años más grande que tú, un varón y tú, un doncel. Pero eso a ustedes no les importaba, solo eran niños, con las esperanzas a flor de piel, con los sentimientos vivos en sus hermosos ojos. Y esos ustedes los sabía.


Aún recordabas, como te habías molestado cuando Sasuke te dejó plantado un día, pero luego lo viste correr bajo la lluvia hacía tu casa, pero tú, como el doncel frío y orgulloso, que eras, tan solo lo viste desde tu ventana. Habías mordido tu labio inferior cuando el azabache se detuvo frente a tu casa, frente a tu ventana; con esa hermosa sonrisa que obligaba que tu corazón saltara con emoción.


No demoraste mucho en bajar y abrir la puerta, dejando que el varón te abrazara tan fuerte; te dejaste embargar por aquel fuerte y varonil aroma. Sasuke siempre olía a canela, pero tu corazón bombardeo con fuerza al sentir el aroma a arena mojada alrededor del moreno.


Sasuke pasó sus brazos alrededor de tu menudo cuerpo, y una sonrisa triste se posó en tus labios, cerraste tus ojos, mientras dejabas que tus músculos se relajaran.


-¡Lo siento mucho, Gaa-chan! –Frunciste ligeramente tu labio inferior, y soltaste un fuerte soplido, cruzaste tus pequeños bracitos sobre tu pecho, y tus mejillas se calentaron al recordar que tu papi siempre te comparaba con tu padre. –Mi hermano llegó, y no pude salir hasta ahora.


Poco a poco relajaste tus músculos. Sabías que tu amigo amaba a su hermano mayor, tú aún no lo llegabas a conocer, pero no lo necesitabas; tan solo sabía que te molestaba que tu mejor amigo se alejara de ti, por ir con su hermano.


-No tenías que venir. –Habías agachado tu rostro, para no mostrar tu triste mirada.


-¡Claro que sí! Te había prometido ir al parque, y eso vamos a hacer.


-Baka. Está lloviendo.


Lo único que sentiste fue como la lluvia caía con fuerza sobre tu delgado cuerpo, tus mechones bermejos se pegaron sobre tu frente, pero no pudiste seguir recriminándole al mayor; tan solo te quedaste de pie, observando el cuerpo de tu amigo.


Sus cabellos azabaches caían sobre su rostro, sus ropas se pegaban a su cuerpo, y te diste cuenta que él, poco a poco, iba formando sus músculos, su contextura más gruesa, sus piernas más largas, su pecho más ancho, sus brazos más fuertes, y sus manos, esas manos seguían igual de cálidas.


En cambio tú, a pesar de que ahora contabas con seis años; seguías siendo más pequeño, más delgado; y odiabas que tus padres, tus hermanos, y aquel único amigo; te cuidaran.


Le viste caminar hacia ti, con pasos lentos, y tan solo escuchabas el sonido del agua, chapotear bajo sus pies, tu menudo cuerpecito tembló de pies a cabeza, al notar como esos ojos tan negros, te miraban directamente.


Y de pronto, te viste siendo abrazado por esos brazos, tan cálidos; y te diste cuenta, que no importaba si era tan solo tu amigo, tu mejor amigo; sabías que siempre ibas a sentirte seguro alrededor de esos brazos, de esas suaves y tiernas caricias.”


 


Poco a poco fuiste abriendo tus hermosas gemas, tu corazón latía con fuerza, y el calor había subido a tus mejillas, mordiste tu labio inferior, al sentir como la tristeza embargaba tu alma.


-¿Por qué tuve que recordar aquello? –Tu voz salió como un suave susurro, después de soltar un abatido suspiro.


Observaste como la lluvia caía con fuerza bajo la ciudad, y a pesar de que el reloj de la pared mostrara las tres de las tardes, parecía que el cielo estaba cayéndose a pedazos, al igual que tu joven e inexperto corazón.


Escuchaste la voz de tu profesor, dando las últimas indicaciones del trabajo de fin de semana, escuchaste como los alumnos guardaban sus objetos personales, mientras el sonido de la campana se escuchaba con fuerza por todos los pasillos.


Lentamente todo fue sumiéndose bajo los insistentes murmullos de los alumnos, pero tú te quedaste ahí, sentado, esperando a que él llegara por ti, pero sabías, en lo más profundo de tu corazón que él no te pertenecía.


Te odiaste aún más, cuando sentiste como una pequeña lágrima caía por tu mejilla y golpeaste con fuerza la mesa, sin importarte que tus cosas cayeran al suelo. Mordiste con fuerza tu labio inferior, mientras empezabas a guardar tus cosas.


Con pasos lentos fuiste caminando por los, ahora, vacíos pasillos, escuchando como el viento se azotaba con fuerza contra los grandes y altos ventanales, observaste como las copas de los árboles se agitaban con fuerza, y cuando llegaste a la salida, el olor a tierra mojada chocó contra tu apacible rostro.


Llenaste tus pulmones de aquel fuerte aroma, y viste como la entrada se encontraba vacía, sin rastros de aquel hombre.


 


Caminaste con pasos lentos, escuchando como las llantas rechinaban contra el asfalto mojado, las luces de los faroles ya se encontraban prendidas, y las luces de los autos chocaban de vez en cuando contra tu triste mirada.


Mientras que los autos pasaban con extrema rapidez, salpicando las sucias gotas, dejando que el sonido de los neumáticos sonaran hasta lo más alto de los edificios, las pocas personas caminaban con rapidez, intentando cubrirse de las pequeñas, pero copiosas gotas.


Tus cortos cabellos se habían pegado contra tu frente, al igual que tu uniforme; marcando tu pequeña silueta. Muy en el fondo agradecías a la fuerte lluvia, muy lentamente fuiste deteniéndote, sintiendo como tus lágrimas caías sobre tus mejillas, siendo borradas por la fuerte lluvia.


Frunciste fuertemente tu ceño al darte cuenta que llegaste hasta el centro comercial; sabías que no debías estar en aquel lugar, lo sabías, pero aun así tus pies caminaron lentamente, casi como si supieran qué camino tomar.


Subiste al segundo piso, y seguiste caminando; las resplandecientes luces de los concurridos pasillos, caían sobre todo el lugar.


El olor a café se podía sentir desde lo lejos, y te diste cuenta que no estabas tan lejos de romperte el corazón. Lentamente tus pies fueron deteniéndose, apretaste tus manos hasta volverlos puños, y sentiste como el nudo en tu pecho empezaba a hacerse más fuerte.


Y ahí lo viste. Aquel hermoso doncel, de cuerpo delgado y alto, esbelto y menudo; de cabellos rojos, tan vivos como la misma sangre, pudiste darte cuenta que mantenía sus hermosos ojos cerrados, mientras era besado salvajemente por aquel varón.


 


“Tenías seis cortos años cuando tus padres y tus hermanos fueron invitados a la casa de tu mejor amigo, no entendías porque no podías ir con tus ropas de juego, en cambio de eso, tu papi te vistió con un kimono.


Y tus mejillas se sonrojaron fuertemente, al escuchar la suave risa de tu mejor amigo; frunciste tu ceño al darte cuenta que no podías correr para poder golpearlo, pero a la vez, pudiste sentirte hermoso al ver como aquel varón te miraba con una hermosa sonrisa.


-Te vez hermoso, Gaa-chan. –Sí, lo sabías. Sasuke podía haber sido tu único amigo, tu primer amor no correspondido, pero no era culpa del varón. Te sentías feliz al saber que tú también eras su único amigo.


-Ven hijo. –Sentiste como la mano de tu padre se posaba suavemente sobre tu delgado hombro, mientras te llevaba lentamente hasta la sala, con un Sasuke al costado de ti. –Quiero presentarte a alguien.


Diste una perfecta reverencia ante los padres de tu mejor amigo, y te sentiste demasiado nervioso al tener la penetrante mirada de Fugaku-san sobre tu pequeño y delgado cuerpo, pero luego le viste darte una pequeña sonrisa.


-Me da gusto volver a verte, Gaa-chan.


-¡Oto-san! –Todos observaron como Sasuke se acercó a su padre, con su ceño fuertemente fruncido. –Yo soy el único que le puede llamar “Gaa-chan”


Todos rieron ante las palabras del menor de los Uchiha, pero nadie vio como las mejillas de Gaara se tiñeron de un fuerte carmín, y tampoco nadie se dio cuenta como un par de ojos ónix le miraron con cierta curiosidad.


-Está bien, está bien. –Fugaku palmeó la espalda de su hijo, y le dedicó otra pequeña sonrisa al pequeño doncel. –Ven, Gaara. Deseo presentarte a alguien.


Él, como el pequeño doncel que era, alzó su hermosa mirada y observó como su padre le asentía suavemente. Caminó con pasos lentos e inseguros, sintió la mano del mayor sobre su hombro, y observó como otro hombre se acercaba con pasos calmados.


Nadie podía culparlo de nada, él tan solo era un pequeño doncel de seis años, cuando todo aquello ocurrió, cuando sus hermosos y brillantes ojos aguamarina le observaron por primera vez; aquel hombre era tan alto, tan hermoso; y su pequeño cuerpo tembló fuertemente cuando esos ojos negros, rasgados, le miraron fijamente.


Aquel varón tenía dieciséis años, cuando le conoció; y él tan solo pudo mostrar sus mejillas fuertemente sonrojadas al tener aquella mirada sobre su pequeño cuerpo; los cabellos de aquel hombre estaban amarrados en una desordenada coleta, y las marcas de sus ojeras le hacían ver, como el hombre más varonil que él haya visto.


En ese momento no supo el por qué, aquel hombre, le había fruncido fuertemente su ceño, mientras que creaba una aburrida mueca con sus labios, tampoco supo el por qué, sintió aquel beso, en la palma de su mano, tan frio, tan seco.


-Él es Uchiha Itachi. –La fuerte voz de Fugaku se escuchó traspasar todas sus barreras. –Tu prometido.”


 


Y en ese momento te diste cuenta que el único lugar en el que te podías sentir seguro era en los brazos de tu único amigo, te sentiste estúpido al sentir como las lágrimas volvían a derramarse por tus mejillas.


Observaste como los fuertes brazos del mayor se aferraban con fuerza a la delgada cintura del doncel, y te sentiste desplazado, cruelmente, cuando los ojos color miel del doncel te observaron, brillosos y burlones.


Cuando menos te diste cuenta, nuevamente la lluvia se encontraba cayendo sobre tu cuerpo, la fuerte lluvia limpiaba tus amargas lágrimas, mientras que podías sentir como tu corazón se desquebrajaba lentamente.


No podías negarlo, sabías y era algo obvio. Uchiha Itachi siempre estuvo enamorado de tu primo. El sobrino preferido de tu padre, el doncel que siempre se ganaba el corazón de todos los varones. Del doncel con el que siempre terminaban comparándote.


Y aunque lo odiaras, sabías que no podías hacer nada, que tan solo te quedaban dos años para terminar con aquel compromiso, pero sin tener las ganas de dejarlo ir con él. Sabías que no podías ganar contra un doncel tan perfecto como Sasori, un doncel que había sido capaz de ganarse el cariño de tu mejor amigo, tan solo para que te des cuenta que nadie podía quedarse a tu lado.


Y al darte cuenta que ya eran las cinco de la tarde, y que aquel varón tenía cosas más importantes que hacer, que cumplir una promesa. Caminaste lentamente, y con el corazón dolido y con las ganas de llorar, enterradas en su pecho. Decidiste regresar solo a casa.


La insistente lluvia había dejado el olor a arena húmeda, las autopistas llenas de charcos lodosos, las nubes esponjosas y plomizas aún no se alejaban de la hermosa ciudad de Tokio, mientras que el viento soplaba fuerte y helado, obligando que las personas se abrigasen.


Tu cuerpo se fue deteniendo lentamente, dejando cubrirse por la copiosa lluvia, frunció ligeramente su ceño, mientras que pasaba con fuerza su mano sobre su rostro lloroso. Empezó a caminar con un poco más de prisa, sintiendo como la lluvia y el viento chocaba contra su delgado cuerpo.


 


El aroma de la tierra mojada se había impregnado con el aroma a sexo de la habitación, tu cuerpo empezó a removerse suavemente, tus músculos se encontraban entumecidos y tu cuello había empezado a doler con fuerza. Lentamente fuiste abriendo tus ojos, sintiendo aquel vacío en tu pecho, un dolor que ya había empezado a sentir desde hace mucho tiempo atrás, empezaba a doler aún más con fuerza.


Su bruna mirada cayó en el techo pulcro, los suaves reflejos de la luna, apenas alumbraba parte de aquella habitación, una habitación que ya se le hacía familiar. Una habitación donde cada dos noches se llenaba de fuertes y frustrados gemidos. Gemidos extasiados y lágrimas amargas.


Observó cómo sus ropas yacían esparcidas por el suelo de madera, y antes de hundirte nuevamente, escuchaste como unos suaves susurros caían cerca de tu oído, sentiste como unos fríos dedos empezaban a recorrer, somnolientos, tu pecho desnudo.


Llevó su bruna mirada, y a pesar de que la oscuridad empezaba a adueñarse de todo el espacio, observó los cabellos bermejos de su pareja, observó cómo caían sobre su fuerte y desnudo pecho; como esos dedos subían y bajaban, creando una sensación única. Pero su labio inferior tembló levemente y cerró con fuerzas sus ojos, intentando alejar aquel malestar.


Despacio y con algo de miedo, empezó a alejarse del hermoso doncel, con el que compartía su cama, sintió como el frío del tatami recorría por sus pies desnudos, pero no le importó, tan solo tomó sus ropas, y su corazón palpitó con fuerza al ver los condones tirados fuera del tacho de basura.


Un suave gemido le obligó a alzar su mirada y fijarla sobre el doncel que yacía sobre la cómoda cama, sentiste como tu pecho se agitaba al ver como la sábana de seda recorría por el cuerpo desnudo del menor y observaste como el menor empezaba a abrir sus hermosos y brillantes ojos.


Te fijaste en sus tersas mejillas, suavemente sonrosadas y se sintió culpable al engañar a todos, mordiste tu labio inferior al ver como los hermosos ojos color miel del menor le miraban con insistencia, con ganas de que regresara a la cama y se ocultara entre las sábanas. Y se odió a él mismo.


Había agachado su rostro, mientras terminaba de abotonar su camisa, mientras que el pelirrojo tan solo le observaba fijamente y frunció su ceño, soltando un cansado bufido. Nuevamente la mitad de su delgado cuerpo cayó sobre el colchón y sus cabellos bermejos volvieron a desparramarse.


-No te entiendo. –La suave voz de Sasori sonó cansada y dolida, y él sabía que era el único culpable de todos los sentimientos que estaban aflorando. –Pero cada noche que nos encontramos en esta habitación, sales huyendo, después de que despiertas.


-Sabes qué. –La voz de Itachi salió como un suave susurro, casi sin saber que decir o hacer, se sentía estúpido, al no poder mantener su mirada con el pelirrojo.


-¡Lo sé! –El mayor siguió rehuyendo su bruna mirada, mientras se sentaba en el colchón para ponerse sus zapatos.  Intentaba hacer oídos sordos a aquello, porque en realidad le dolía lastimar al único doncel que había amado. –¡Y no entiendo cuándo va a hacer el día en que les digas a tus padres y de lo nuestro!


-Lo lamento mucho, Sasori. –El doncel tan solo se quedó acostado en aquella cama, desnudo; cerró sus ojos, lleno de frustración; escuchando como el mayor se levantaba de la cama, para dejarlo abandonado en aquella desolada habitación. Mordió con fuerza su labio inferior, pero no fue suficiente para que una pequeña lágrima se resbalara por su mejilla.


 


-¿Dónde está Gaara? –Había leído el corto mensaje de su hermano mayor, y se quedó observando la pantalla de su celular, sin saber muy bien que hacer.


Se quedó de pie, fuera de su auto, sintiendo como la fuerte lluvia caía sobre su cuerpo, deseó que aquello limpiara su alma, deseaba poder observar al menor de los donceles con amor, pero tan solo se sentía frustrado.


Se escondió en su deportivo, esperando sentirse seguro, esperando que sus problemas se solucionaran, y se sintió, por primera vez, un cobarde. Golpeó su frente contra el timón de su auto; escondiéndose de aquel hermoso doncel de mirada violeta, y de aquel doncel de mirada aqua marina, el doncel que siempre había sido su futuro.


Soltó una fuerte maldición al recordar la vaga promesa que le había hecho al menor, recordó que hace seis horas el menor salía de sus clases, recordó que le había prometido que él iba a ir a recogerlo, y se sintió un desgraciado, para con el menor.

Notas finales:

Bueno...aún no sé como incluir las relaciones de las demás parejas... pero supongo que van a tener sus capitulos, espero que les haya gustado. 

;)!

espero sus comentarios 

Besos!!!


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