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No body say It was easy por girlutena

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Podías escuchar el sonido de la lluvia, cayendo con fuerza sobre el asfalto, escuchabas como las desnudas ramas chocaban entre ellas, creando un sonido chirriante que llegaban a darte un fuerte escalofrío por todo el largo de tu columna vertebral, pero no podías evitar sentir miedo, la oscuridad aún se encontraba alrededor de tu cuerpo.


Aún eras un niño cuando todo aquello ocurrió, aún eras un niño, cuando tu padre se fue de casa, prometiéndote que iba a volver por ti, las lágrimas cayendo por tus pálidas mejillas, aferrándote con fuerza al pantalón de tu padre; habías perdido la noción de la realidad y cuando menos te diste cuenta tu madre empezó a llenar de hombres tu pequeña casa, no recordabas cuando ni como fue que llegó el primer golpe.


Pero recordabas que había sido un día de lluvia cuando tu madre te llevó a aquel orfanato, prometiéndote que si te portabas bien, tu padre llegaría a recogerte.


Pero nada de eso pasó, los golpes seguían cayendo sobre tu pequeño y delgado cuerpo de cinco añitos, intentaste hacer las cosas bien para que los golpes cesaran, pero nada de eso parecía mejorar, los niños eran malos, eran crueles, y los supervisores tan solo hacían caso omiso a todo aquello.


Pero a pesar de lo mal que te había ido, sabías que no podías abandonar a alguien, ni mucho menos a una pequeña criatura que crecía dentro de tu vientre, no mientras estuviera en tus manos poder cuidarlo y protegerlo.


Tu cuerpo se encontraba lleno de golpes, lleno de cicatrices, y aquellas que nunca sanaron no se podían observar a simple vista, pero amabas la vida, y era un lujo para ti poder abrir todos los días tus ojos y observar como el sol brillaba con fuerza, calentando tu alma.


Deseabas volver hacerlo, deseabas poder crecer y vivir, poder verlo crecer, protegerlo como si tu vida dependiera de ello, aún en la inconciencia llevaste tus pequeñas manos sobre tu, apenas abultado vientre, sentiste lástima, y unas ganas inmensas de llorar.


Podías sentir el calor de tu pequeño atravesar aquella fina capa de piel, te estaba dando ánimos, te estaba pidiendo ayuda, te estaba dando fuerzas para que sigas en aquel mundo. Porque los dos deseaban poder vivir y ver el amanecer juntos.


Porque él dependía de ti, y tú de él.


Soltaste un agradable suspiro cuando sentiste como tus cabellos eran acariciados suavemente y con ternura, habías dejado de temerle a aquellas grandes manos, deseabas escuchar aquella voz, deseabas saber como era el rostro de aquel hombre, de tu salvador.


Agradecerle por cuidar de ti, por darte una nueva oportunidad de poder seguir viviendo, sentiste como el calor de tu pequeña luz atravesaba por todo tu cuerpo, haciendo que tu corazón latiera emocionado.


Deseaba ver los ojos de tu pequeño, deseaba jugar con él, ver el nuevo amanecer a lado de tu pequeña luz.


 


Aún se podía escuchar como la fuerte lluvia caía precipitada contra la ciudad, las ramas se azotaban una contra otras, el olor a tierra mojada había inundado toda la casa, pero aquello parecía no importar; la suave luz color ámbar, resplandecía con sutileza en aquella habitación, y se podía ver un pequeño bulto recogido entre todas las gruesas mantas.


Los brunos ojos del varón se fijaron en el pequeño cuerpo del doncel que yacía acostado y abrigado en su cama, no pudo evitar acariciar aquellos rubios cabellos, y pasar delicadamente sus dedos por los golpes que empezaban a mostrarse en aquel rostro aniñado.


Cerró lentamente sus ojos y acarició sus cansados ojos, deseaba poder olvidarse de todos sus problemas y solo poder esconderse en el cuerpo de aquel doncel, poder dormir tranquilo como lo estaba haciendo su pequeño inquilino.


Deseaba volver a ver aquellas gemas azules, pero no le había gustado verlo tan vacío, tan triste, tan apagado, y por primera vez sintió unas ganas de consolar a un desconocido. Soltó un ligero y abatido suspiro cuando un trueno estalló muy cerca de su jardín.


-¡Ojii-san! –El cuerpecito del niño ingresó rápidamente a la habitación y se escondió entre los fuertes brazos del moreno, el mayor sonrió levemente al sentir como su sobrino intentaba comportarse como un adulto, pero aún era un niño, un niño que le tenía miedo a las tormentas. -¿Por qué no despierta?


-Solo está casado, mi niño. –El cuerpecito del niño se removió ligeramente entre sus brazos y acercó su rostro hasta ver mucho más de cerca al doncel. Sonrió suavemente al ver como el infante acercaba sus labios hasta posarlo sobre la frente del rubio.


No sabía cuanto tiempo había pasado, pero su cuerpo se sentía cada vez más liviano, sentía como el calor había llegado poco a poco hasta cubrirlo por completo, le gustaba aquella sensación y podía sentir como a su pequeño también le agradaba sentirse de esa manera.


 


Sasuke observó desde la puerta de la cocina como su pequeño sobrino reía divertido al ver aquellos dibujos infantiles; lentamente soltó un ligero y abatido suspiro, y regresó su bruna mirada hasta el reloj que se hallaba en la pared.


Las diez de la noche, marcaban las manecillas del reloj, y soltó un gruñido, había pasado casi un día desde que su mejor amigo no le contestaba sus llamadas y no pudo evitar sentir como el odio hacía su hermano empezaba a aumentar.


-Sasu oji-san. –La suave vocecita del pequeño niño sonó suave y preocupada, obligándole a regresar a la realidad. El pequeño le mirada con unos ojos tan negros y profundos, con su ceño levemente fruncido, que tan solo le hacía ver tan hermoso. –El agua ya está hirviendo.


El mayor espabiló rápidamente y pudo oír el crispiante sonido del agua hirviendo, un chirrido que había cubierto todo el departamento, revoloteó los cabellos del más pequeño y mientras ingresaba a la cocina, escuchó como el menor le seguía.


Intentó que aquellos pensamientos se alejaran de su mente, tenía que encargarse de su sobrino y ahora de un doncel que parecía menor de edad y que se encontraba en peligro.


El pequeño le miraba con aquel ceño levemente fruncido, típico de un Uchiha, pero él tan solo le dedicó una pequeña sonrisa, mientras que le servía una taza de chocolate caliente.


Sasuke sintió algo extraño alojarse en su pecho, cuando el timbre empezó a sonar con fuerza, el pequeño niño tuvo que alejar la taza de su pequeña boquita, para seguir a su tío con pasos rápidos, debido a sus cortar piernas, hasta la entrada.


Las pequeñas manos del niño se aferraron con fuerza a la tela del pantalón del varón, observando con algo de miedo la sombra que se levantaba delante de ellos, cerró lentamente sus ojos al sentir la mano del mayor sobre sus desordenados cabellos.


-Ve por una toalla, pequeño. –Cuando el niño salió corriendo del lugar, los ojos carbones del mayor cayeron nuevamente sobre aquel pequeño y tembloroso cuerpo, un suave suspiro salió de sus labios y como si fuese lo único que ambos necesitasen, trajiste el cuerpo del doncel hasta aferrarlo contra sus brazos, escondiendo aquel triste rostro en tu pecho, sin importarte que mojara sus ropas con la lluvia o sus lágrimas.


El calor de la chimenea había llenado todo el espacio de la sala, escuchándose de vez en cuando el sonido del crepitar de la madera contra el fuego, aquella luz era lo único que alumbraba el lugar, mientras que el fuerte y penetrante aroma del café recién pasado se había convinado junto con el olor a la tierra mojada.


Mantenías fuertemente agarrado el pequeño cuerpo de tu mejor amigo entre tus brazos, dejando que él se diera el lujo de apoyar su espalda contra tu pecho, y esperaron con paciencia que ambos corazones se calmaran suavemente al estar unidos.


-No entiendo cómo puede seguir atrayéndote. –No viste cuando le menor mostró una pequeña y triste sonrisa, pero dejaste que se removiera ligeramente, cambiando de posición. –Es mi hermano, y me puedo dar el lujo de llamarlo “imbécil”


-El imbécil solo soy yo. –Frunciste tu ceño al escuchar el suave susurro, apretaste un poco más tus brazos, alrededor de aquella fina cintura; dándote cuenta que el menor había bajado de peso, nuevamente. –Debo romper este compromiso cuanto antes.


Apoyaste suavemente tu quijada sobre los cabellos bermejos del doncel, y cerraste lentamente tus ojos, amabas el aroma a almendras que el menor siempre traía consigo.


Aspiraste profundamente, llenando tus pulmones de aquel preciado aire y frunciste tu ceño. Sabías que el menor a pesar de todo seguía enamorado de Itachi, sabias que a pesar de que te habías molido a golpes con tu propio hermano, éste se negaba a abrir los ojos y darse cuenta que estaba dañando el menor de todos.


-¿Cuándo llega Obito-san? –Gaara tan solo necesitaba cambiar de tema, y tú lo sabías. Abriste nuevamente tus ojos para notar que aquellas pálidas manos se aferraban fuertemente a la taza de chocolate caliente.


-Kakashi llamó. Dicen que estarán por aquí hasta la próxima semana. –Gaara sonrió bajito al notar la voz adormilada de su mejor amigo; cerró lentamente sus ojos y se dejó llevar por las suaves caricias que el moreno repartía sobre sus cabellos. –Te llevaré a la habitación.


El bermejo no respondió, tan solo dejó que el mayor lo cargara entre sus fuertes brazos, dándose el lujo de acurrucarse entre ellos, sintiendo como la desolación volvía a hacer mella en sus pensamientos, como deseaba que Itachi le abrazara de esa forma.


Soltaste un leve gemido al sentir como aquellos cálidos brazos abandonaban, pero rápidamente te dejaste envolver por las frías, pero suaves sábanas de seda.


-Descansa, mi querido Gaa-chan. –Y con esas suaves palabras, besaste los cabellos húmedos del doncel, y saliste de la habitación, sintiendo como una bruma empezaba a crecer en tus pensamientos al recordar el cuerpo de aquel joven que mantenías en tu habitación.


 


La lluvia continuaba cayendo, pero eso no parecía importar, las personas seguían con la misma rutina de siempre, como si nada estuviese pasando, encerrándose en su propia burbuja de perfección. El aroma de la tierra mojada se había adueñado de toda la pequeña habitación, y cuando Sasuke pudo abrir sus ojos, empezó a sentir aquel malestar de haber dormido en el mueble de tres plazas que mantenía en su habitación; pudo ver como las delgadas cortinas se movían suave y ligeras, dejando que la habitación se llenara de una suave y extraña calidez.


Se puso de pie y con miedo de despertar al doncel, se acercó hasta la calma y sonrió al notar como la fiebre había desaparecido, acarició los cabellos del menor y besó con cariño aquella frente, para luego salir de la habitación.


Sasuke se encontraba en la cocina, escuchando como su sobrinito reía en la sala, escuchó los pasos de su amigo bajar con demasiada rapidez y frunció ligeramente su ceño al esperar que aquello no despertara a su inquilino.


-¿¡Por qué tienes a un doncel en tu habitación!? – Gaara había apoyado las palmas de sus manos sobre el mesón de mármol observando el rostro de su mejor amigo, y Sasuke frunció ligeramente su ceño al escuchar el suave, pero molesto susurro de su mejor amigo.


-Es muy bonito. ¿Verdad Gaa-chan? –El pequeño varoncito se había acercado apenas vio como el de cabellos bermejos ingresaba a la cocina, pero se sonrojó profundamente al tener las gemas aqua del doncel encima de su cuerpecito.


-Sí, es muy bonito. –Gaara se había acuclillado a la altura del infante y acarició los sedosos cabellos del menor.


-La otra noche lo encontramos bajo la lluvia, ¿Verdad Sasu oji-san?


-Es verdad, pequeño. –El pequeño niño sonrió feliz al sentir como el moreno revolvía sus cabellos. -¿No es hora de tu programa favorito? –Los hermosos ojos del niño brillaron emocionados, para salir corriendo a la sala.


-Vas a ser un buen padre, Sasuke. –El moreno espabiló al escuchar las suaves palabras de su amigo, esperó no haberse sonrojado ante aquellas palabras, pero soltó un ligero y abatido suspiro al ver la sonrisa sincera del menor. -¿Por qué no me contaste nada? –Gaara achicó sus ojos aqua marina. -¿Acaso no soy tu mejor amigo?


-Sí lo eres, Gaa-chan. –El moreno masajeó su ceño levemente fruncido, sentía como sus músculos se encontraban tensionados, y aquello le traía cierto malestar. –Es solo que todo ocurrió tan rápido.


- Sabes que es muy bonito. –Sasuke gruñó por lo bajo, él lo sabía, lo había estado observando, hasta el punto de abrazarlo protectoramente a la hora de dormir, pero no dijo nada, tan solo soltó un suave suspiro, regresando a cocinar. –¿Sabes algo de él?


-No, en realidad lo encontramos bajo la lluvia. –Sonrió agradecido cuando Gaara se posicionó a su lado para ayudarle a terminar el desayuno. –Vestía una andrajosa bata de algún hospital clandestino.


 


Un dulce aroma a miso te hizo regresar a la realidad, lentamente tus manos palparon suavemente las finas, delicadas y frías sábanas, mientras te dabas el valor de abrir suavemente tus ojos, los sentías hinchados y ardientes, tu garganta reseca y tus labios cortados; tus dedos pasaron suavemente sobre tus párpados, intentando sacar aquella incomodidad.


Tus ojos se clavaron hasta el pulcro blanco del techo, intentando recobrar todos tus sentidos, lentamente empezaste a observar embelesado como la delicada tela de la cortinas se movía por el suave viento que entraba por el balcón.


Sin pensar en nada, junto con la rapidez de un rayo, llevaste tus pequeñas y temblorosas manos a tu cuerpo y te sentiste aliviado al palpar aquella sutil curvatura de tu vientre, sintiéndolo ahí, contigo y nuevas lágrimas volvieron a bajar por tus mejillas, por saber que aquello no era más que una simple pesadilla.


Sentiste como algo extraño empezaba a alojarse en tu estómago, y pudiste notar las anchas ropas que llevabas encima e inconscientemente llevaste aquella polera a tu nariz, sintiendo aquel aroma a detergente y a cítricos, un aroma algo peculiar.


Te mordiste el labio inferior al sentir como tu estómago te pedía algo de comer, tus mejillas se tiñeron de un suave rosa, sintiendo algo extraño empezaba a revolotear en tu estómago.


Recordaste el frio consultorio donde casi te arrebataron a tu hijo, los ojos brillantes del hombre del cual caíste enamorado, aquellas toscas manos que intentaron asesinarte; cerraste con fuerza tus zafiros, intentando alejar aquellos horribles recuerdos y envolviste tu tembloroso cuerpo con tus delgados brazos.


Lentamente la puerta fue abriendose y llevaste tus ojos sobre el pequeño cuerpo de un niño, sus cortos cabellos plateados brillaron y como sus ojos negros empezaron a brillar emocionado.


-¡Hola! –Viste como el infante corría y saltaba sobre la cama, y en un segundo tuviste el rostro sonriente sobre tuyo. –Mi nombre es Haku, tengo así de años. –Lentamente sonreíste enternecido al ver como el menor mostraba sus cuatro deditos. -¿Cuántos años tienes?


-Haku. Es de mala educación hacer esa pregunta. –Viste como un hermoso doncel se detenía en el umbral de la puerta, aquella sonrisa, tan pequeña, pero perfecta; combinada con sus cortos cabellos bermejos junto con su piel de porcelana y sus ojos aqua.


-Pero Gaa-chan. –El pequeño hizo un gracioso puchero con sus labios, pero dejó que el bermejo acariciara sus cabellos. –Es muy bonito.


-Ve a ver porqué Sasu-chan se demora con la cena. –El infante salió con una sonrisa de la habitación. Y de pronto te viste siendo observado con una mirada profunda. –Mi nombre es Gaara; Sabaku no Gaara.


-Yo... – No podías seguir observando aquellos hermosos y claros ojos, agachaste tu mirada, y sentiste como el bermejo se sentaba a tu costado, mordiste ligeramente tu labio inferior, empezando a sentirte intimidado. –El pequeño Haku es muy bonito.


-Claro. –Levantaste tu mirada observando como el bermejo soltaba una pequeña risa. -Haku sacó el parecido a su padre, pero tiene la hiperactividad de su papi.


El pelirrojo observó como el menor agachaba lentamente su mirada, observando sus manos sobre la sábana. -Oye. -Sintió como el cuerpo del rubio temblaba al sentir su mano sobre la del menor. -Todo va a estar bien, ahora vas a estar bien.


La sonrisa que mostró el menor fue triste, pero notaba un signo de necesidad, tanto que Gaara no pudo evitar abrazar aquel cuerpo, dejó que el menor temblara y que escondiera su acongojado rostro en su pecho, besó los rubios cabellos del menor, esperando que se calmara.


-¡Gaa-chan, la cena! -El pelirrojo soltó una pequeña risa al escuchar la voz del pequeño niño.


-Es mejor ir antes de que Haku se moleste. –Asentiste suavemente y podías sentir como poco a poco un agradable calorcito empezaba a alojarse en tu pecho.


 


Agradeciste al pelirrojo que te esperara, mientras ingresabas al reluciente baño para poder lavar tu rostro. El espejo reflejó una realidad que deseabas no ver, podías ver como los golpes en tu mejilla y párpado empezaban a oscurecerse, pero no te dio tiempo de lamentarte cuando el pequeño Haku ingresó al baño para casi sacarte a rastras.


La pequeña mano de Haku te llevó hasta el comedor, no tuviste tiempo de admirar las fotografía, pero te detuviste abruptamente cuando tus ojos azules cayeron sobre el gran cuerpo de un varón, tan solo podías ver lo alto que era, su espalda ancha, aquel gran cuerpo, mientras que sus cabellos azabaches caían en puntas.


Mordiste ligeramente tu labio inferior al ver como se volteaba lentamente, intentaste concentrarte con el apretón en tu mano por parte del infante, pero no pudiste alejar tu mirada de squellos pozos azabaches.


Lentamente le viste acercarse y cerraste rapidamente tus azulejos al sentir sus largos y frios dedos sobre tu mejilla, te diste ánimos de abrir tus ojos y sentiste como el calor había aumentado en el interior de tu cuerpo al tener aquellos pozos sobre ti, regalandote una perfecta y hermosa sonrisa.


-Me alegra ver que te encuentras mejor. –Sentiste como tu corazón empezaba a bombardear cada vez más rápido, esperabas que el calor no subiera hasta tus mejillas, pero al ver como el mayor se alejaba tan solo unos pocos centímetros, no sabías si sentirte triste o aliviado, sentiste como el infante te llevaba a rastras hasta la silla del comedor.


-La comida de mi tío es exquisita. ¿Verdad Naru-chan?


Gaara sonrió casi imperceptiblemente al notar el suave sonrojo en las mejillas del rubio. Por otra parte el menor no podía evitar sentirte ansioso o nervioso, sentías la penetrante mirada de aquel varón sobre tu cuerpo, pero tan solo intentabas concentrarte en la voz del pequeño varoncito.


 


 


Gaara se había llevado al más pequeño a la sala, mientras que Naruto y Sasuke se habían quedado en la cocina terminando de limpiar. La risa del pequeño Haku se podía escuchar por toda la sala, la luz del televisor alumbraba el pequeño lugar, mientras que Sasuke observaba el delgado y menudo cuerpo del rubio doncel.


Naruto sabía que la presencia del varón no podía dejar de ser percibida, Sasuke era un hombre tan alto y grande, llevaba vistiendo un pantalón de chándal gris y un polo manga larga de color negro, un negro al igual que sus ojos, tan profundos y penetrantes; tuviste que recordar que tenías que respirar cuando tu vista cayó sobre aquel rostro tan varonil y los labios del varón, junto con esos cabellos desordenados de un color tan negros,  pero con un extraño brillo de color azul.


Al parecer los dos habían caído en una especie de limbo, Sasuke no podía dejar de observar aquellas gemas azules, tan puras y brillantes, pero Naruto empezaba a ponerse cada vez más nervioso cuando sintió como algo cálido crecía en su interior.


Sasuke apoyó suavemente su mano sobre el delgado hombro del doncel, y con una cálida mirada le incitó a caminar hasta la habitación, el mayor sintió como aquel delgado cuerpo se tensionaba ante su tacto, pero se alegró al ver como empezaba a calmarse. No supo que pensar cuando el mayor se detuvo en el umbral de la habitación, pero se sintió extraño al darse cuenta que aquel lugar era propiedad de aquel hombre.


Intentó retirar su mirada al notar que el mayor se encontraba haciendo un detalle minucioso de su cuerpo, y se sintió sucio, él no debería estar ahí, aquel hombre no tenía que estarlo cuidando.


El mayor dio un paso hacia el interior de la hhabitación, sin perder detalle alguno de como el pequeño jugaba nervioso con sus dedos, arrugando levemente la sábana. Soltó un ligero suspiro, componiendo su postura erguida, aquella que tanto le caracterizaba.


El menor se sentía nervioso, ansioso; y tan solo deseaba salir de aquel pequeño lugar, salir de aquella cómoda habitación, alejarte de aquel hombre, y nunca más tener que observar los ojos de aquel hermoso varón.


El mayor te insitó a acostarte en aquella mullida cama, y tú con temor le hiciste caso, mordiste ligeramente tu labio inferior y apretaste tus manos contra aquella sábana al sentir que el moreno dejaba la pequeña bandeja sobre la mesa, con un par de píldoras y un vaso con agua; tus ojos azules se clavaron en el pequeño botiquín que llevaba en su mano, viste como se iba acercando hasta la cama, y no pudiste evitar sentirte extraño al ver como esos ojos tan profundos, empezaban a recorrer por todo tu rostro.


Cerraste con fuerza tus ojos al ver como levantaba su mano hacia tu rostro, pero aquel golpe nunca llegó, sentiste como sus grandes manos acariciaba suavemente tus desordenados cabellos, pasando sus largos y cálidos dedos por cada golpe que tenías ocultos en tu cabeza, en tu rostro.


-Abre los ojos. –Y con un temblor recorriendo tu cuerpo, abriste tus ojos y un profundo dolor invadió tu pecho al verle fruncir notablemente su ceño y te mordiste el labio inferior, para mitigar un poco el dolor que empezaba a intensificarse en tu pecho, al sentirte menos doncel, un doncel miserable. -¿Quién te ha hecho esto, pequeño?


Tu corazón saltó con fuerza, y no pudiste evitar que un pequeño calorcito se intesificara en el interior de tu cuerpo, al ver como el moreno apoyaba su frente contra tu rostro. Apretaste tus manos sobre tus muslos, llevando consigo un poco de tela del pantalón de dormir.


Ahora sus suaves y delicados dedos se posaron sobre tus hombros y delicadamente te colocó de nuevo sobre la cama, tu espalda chocó contra las frías sábanas y el mullido colchón, y no pudiste evitar sentir miedo cuando con sus grandes manos palparon la zona de tu vientre, y soltaste un leve pero audible gemido.


-Esto no va doler. –Aquella voz sonó pausado y ronca, pero colocaste rápidamente tus manos sobre las de él, transmitiéndole todo tu miedo, en tus claros ojos, pero él te sonrió y besó tiernamente una de tus manos. –No voy a dañar a tu hijo.


Y tú, aún sonrojado por la repentina acción y por haber escuchado aquella voz tan suave, pero segura, le dejaste continuar, cerraste suavemente tus ojos al sentir como aquellas suaves caricias sobre tu fría y desnuda piel, sentiste como colocaba un gel frío sobre tu vientre para luego de unos segundos te llenara de un calor confortante.


-Has estado mucho tiempo bajo la lluvia, así que esto ayudará a tu hijo a mantener un poco el calor. –Su voz tan pausada y delicada llenó todo el espacio de la habitación y tú tan solo, como el niño que eras, asentiste nervioso, dejando que el moreno te acomodara la ropa de dormir.


Después de que terminaras de tomar las pastillas, él salió de la habitación, no sin antes abrigarte con todas las finas mantas de la cama y dejando prendida la luz de la pequeña lámpara de la mesita de noche.


Volviste a consumirte en una oscuridad, y tenías miedo de volver a soñar nuevamente con aquellos ojos, aquella fría mirada y aquellas manos toscas, envolviste tu vientre con tus escuálidos brazos e intentaste dormir, cerraste tus ojos, intentando apartar todos los malos pensamientos de tu mente, pero todo esfuerzo parecía en vano, hasta que escuchaste como la puerta se abría suavemente, abriste tus ojos con demasiada rapidez, imaginando que era –él-  pero luego sentiste como un pequeño peso se colaba por debajo de tus sábanas.


-Tío Sasuke me dijo que estabas durmiendo, pero puedes dormir conmigo. –El mayor escuchó aquella suave y tierna vocecita, sintiendo nuevamente sus ojos llorosos, al recordarlo bajo la lluvia, llamándolo.


Pero no le dijo nada al pequeño, mas, aquella lluvia empezó a sonar con fuerza ocultando sus penas y siendo arrullado por los brazos de un pequeño niño; ibas cayendo lentamente a aquel extraño sentimiento.


-Tío Sasuke dice que todo va a estar bien, y él siempre tiene razón. –El pequeño niño pasó sus bracitos por el pecho del mayor, dejando que el rubio desahogara todo su llanto, sintiéndose reconfortante cuando esas pequeñas manos acariciaron con ternura tus cabellos.

Notas finales:

Un poco lento, pero ahí vamos avanzando (:

Muchas gracias por leer.

Besos!


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