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Una canción, el inicio de todo por HIkari Aome Nikoru

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- ¡¡Querido!!

Se hoyó un grito por toda la casa. A penas pasaban de las 6:00 a.m., la madre de Yuuta había despertado muchísimo antes que sonara la alarma, tenía una preocupación que no le había permitido volver a dormir cuando de madrugada había despertado. Por lo que aprovechó para hacerse un café y poner algo de ropa en la lavadora. Cuando llegó a la planta inferior, observó que la cerradura principal de la casa seguía con seguro, tal y como la habían dejado el día anterior, así que siguió con sus labores. Sin embargo, cuando quiso volver a subir observó un papel doblado encima del buró con las palabras "Mamá y papá", un pequeño nerviosismo la asaltó de pronto, tomó el papel, lo desdobló y lo leyó. Una vez terminado, subió rápidamente a la habitación de su hijo, y luego de haber forzado el cerrojo entró en la habitación, con el corazón en la boca.

Al escuchar le tremendo grito, su esposo había corrido hacia ella, preguntando qué era lo que sucedía.

- ¡Se escapó! – fue lo único que dijo y le entregó la carta a su esposo

- ¿Cómo dices? – recibió presuroso el papel que le pasaba su esposa

- Que ocurre mamá, porque gritas de esa manera – incluso su hermana había despertado

- Tu hermano se escapó – fue lo dijo su padre al terminar de leer el susodicho papel

- Debe estar camino al aeropuerto – dijo su madre

- ¡Ese muchacho! – exclamó el hombre

- Debemos ir por él

- Vístanse, tienen 5 minutos

Ambas mujeres se dirigieron a sus recamaras respectivas y luego de 5 minutos la familia se subía al auto. En vista de quera de madrugada casi no había tráfico, por lo que su padre excediendo el límite de velocidad, se dirigía hacia Narita.

Eran casi las 8h15 cuando parqueaban el auto ya en el aeropuerto. Según lo que decía en la carta, el vuelo del muchacho salía al medio día, por lo que todavía debería estar en la sala de espera pre-abordaje.

Sin embargo, al llegar, no vio a su hijo por ningún lado. Su esposa e hija vieron el tablero de vuelos internacionales, a Canadá solo había cuatro vuelos programados en dos diferentes aerolíneas, 8:40, 10:30, 14:00 y 15:50. Todos a tiempo.

Una sensación de vértigo le invadió el cuerpo. Se acercó a la aerolínea del vuelo de las 8:20 y solicito información sobre su hijo. La señorita le informo que en la lista de pasajeros no había nadie con ese nombre, por lo que algo parecido a la calma quiso abrirse paso e instalarse en su corazón.

Al menos su hijo no estaba sentado en el avión que salía prácticamente en ese instante.

Se acercó nuevamente hasta su esposo para informarle sobre lo dicho por la aerolínea. Y que adicional el supuesto vuelo en el que se iba su hijo no coincidía con ninguno de los horarios que mostraba el tablero de salidas internacionales.

- Va a irse en el vuelo de las 10:30 – dijo su hermana, quien regresaba de solicitar información en la otra aerolínea. – Yuuta pasó a la salda de pre-abordo hace 15 minutos.

- Debemos pasar – dijo su padre

- Papá, no nos dejarán, ya hablé con la señorita y me dijo que la única manera de pasar era con un boleto en mano, caso contrario hasta aquí llegamos

- Compraré un boleto – dijo su madre

- ¡Que! estás loca mamá, ¿sabes cuándo te costaría un boleto a esta hora?

- No me importa

Se acercó nuevamente a la aerolínea solicitando un boleto. Sin embargo, para el vuelo de las 10.30 todo se había vendido, pero que tenía espacio para el vuelo de las 15:50, no obstante, las puertas de abordaje se abrirían a partir de las 12:30.

De todas maneras, no había manera de detenerlo.

Su hermana llamaba al celular de su hermano, pero desde hacía mucho tiempo este estaba apagado.

La madre del joven rompió en llanto y la señorita la ver la desesperación de la señora solicito que localizaran al joven. Si sus padres estaban de esa manera era porque el muchacho seguramente no tenía un permiso legal para viajar.

Casi eran las 09:00 am. Una vez terminado todo el trámite, Yuuta se encaminaba a la sala de abordo. Veía a hombres del aeropuerto correr de un lado a otro. Sin tomar importancia, se dirigió hacia los baños para lavarse las manos y el rostro. Estaba empezando a ganarle la mala noche que había pasado. Quería encender su celular para jugar un poco y así poder distraerse y evitar aburrirse, pero aún no estaba seguro si sus padres ya notaron su ausencia. No quería arriesgarse y como si lo hubiera invocado escucho por los altos parlantes su nombre solicitando se acercara a la puerta 4.

Sintió un escalofrío recorrer toda su espalda. Algo andaba mal, no sabía porque, pero algo andaba mal, podía sentirlo. Quería creer que podría ser parte del protocolo de abordaje, pero algo dentro de sí le decía que esa llamada no era normal.

Tomándose su tiempo salió del baño y se acercó lo más calmado posible hasta la puerta 4, allí pudo ver a dos hombres con gafetes de la aerolínea y 4 más de seguridad.

- Buenas tardes, usted Hoshitani Yuuta

- Así es, escuche que me requerían en esta puerta

- Al parecer usted no puede viajar

- ¿Cómo dice?

- En la parte externa se encuentran sus padres alegando que su viaje no puede realizarse – bastante altanero respondió uno de los señores de la aerolínea

- Disculpe señor, pero si no pudiera viajar, en migración me habrían detenido. Usted no puede solo decir que no voy a viajar porque mis padres no quieren que me vaya.

- Usted es menor de edad por lo que debe ir acompañado de un adulto

- Señor tengo 17 años, para viajar con un adulto debo ser menor a 15 años. Y aquí tengo la carta firmada por mis dos padres concediéndome el permiso de salida del país. – ante el argumento del joven, el hombre se quedó callado. De mala gana tomó los papeles del joven para revisarlos. Todo estaba en orden – Discúlpeme que le diga, pero si algo hubiera estado fuera de lugar desde el principio no me habrían sellado el permiso de salida. La razón de que mis padres estén haciendo este escándalo, es porque no quieren ver a su hijo mayor irse a estudiar en otro país. Les da tristeza que me vaya.

- Su padre alega que esta carta fue firmada falsamente.

- Esas firmas son las de mis padres, si quiere puede verificarlas. – hablaba con seguridad

- Permítanos un segundo por favor – dijo el otro hombre que hasta el momento se había mantenido al margen.

Luego de 10 minutos se acercaron los dos hombres, el altanero venía con el ceño fruncido.

- Sus firmas son reales, están verificadas.

- Lamentamos el incidente - se apresuró a decir la sobrecargo.

- No se preocupe

- Su madre me dio un mensaje – dijo el segundo hombre de la aerolínea – solicita que encienda su teléfono

- Pero si mi teléfono está encendido – dijo como si nada sacándolo de su bolsillo – Ah, parece que se me apagó. Ahora lo enciendo. – justo en ese momento la llamada de su padre entró. Bajo la vista atenta de todos se atrevió a contestar

- Lo lamento papá el celular se me había apagado – rápidamente respondió. Del otro lado solo se escuchaba el bufido furioso de su padre – No puedo creer que hagan todo este alboroto solo porque me van a extrañar – fingía estar triste el muchacho

- Si te subes a ese avión dejarás de ser mi hijo – fue lo único que escuchó. Su corazón dio un palpito angustioso, y una horrible sensación le invadió el cuerpo.

- Lo se papá, adiós – colgó la llamada. – bueno señores, con su permiso

Yuuta caminó hasta la tercera fila de asientos, puso su celular en modo avión para evitar que este suene nuevamente, puso el reproductor de música conectó los audífonos y solo se limitó a leer una revista que estaba sobre la mesa junto a su silla. Todo bajo la atenta mirada de las personas allí presentes.

Haciendo uso de todas sus fuerzas, se aguantaba las infinitas ganas que tenia de llorar. Se esperó un insulto por parte de su padre y 100 palabras más que le reclamaran la mala acción de escapar. Sin embargo, nunca se le cruzó la idea que aquellas palabras le iban a afectar de la manera en la que le estaban afectando.

1 hora más tarde Yuuta ya se encontraba abordando el vuelo. Caminaba por el largo pasillo que lo llevaría hacía la puerta del avión. Estaba emocionado por subirse por primera vez a uno, pero lo sucedido con su familia en las últimas horas no lo dejaba disfrutar del todo la experiencia que estaba viviendo.

Antes de pasar por la parte final del pasillo, sacó su celular y tomó una foto hacia la pista a un costado del avión. Al observar la foto, recordó el porqué de su viaje. Se iría para empezar de cero. En un nuevo país, en una nueva escuela. Un futuro diferente con el que alguna vez soñó, trabajaría muy duro por tener un futuro prometedor y haría todo lo posible por no dejar que la infelicidad le embargara. Se hizo a la idea de que ya no tenía familia y que ahora estaría completamente solo.

Con una seriedad aplanante retomó sus pasos y se adentró en el avión. Saco su pase de abordar y revisó el número de asiento designado. Una vez localizado, se acomodó en él y vio sin mucho interés como los demás asientos eran ocupados por el resto de pasajeros.

A los pocos minutos, la puerta se cerró y vio como el finger empezaba a retirarse. 3 azafatas se colocaron en el pasillo del avión para las debidas instrucciones sobre seguridad y emergencia, todo mientras el avión se movía en reversa y luego giró hacia la izquierda. Avanzó por la pista contigua al terminal del aeroportuario y al llegar al final giró hacia la derecha. Se alineo paralelamente a unas luces rojas de los filos de la calzada y se detuvo. En ese momento las azafatas terminaban con su explicación, se dirigieron hacia la parte delantera del avión y desaparecieron tras una cortina vino tinto. Las luces internas del avión se apagaron y este empezó a avanzar. Yuuta apretó el asiento al sentir el tirón hacia atrás ante la repentina velocidad que tomó el avión acompañado de varias sacudidas. Unos segundos después el vacío invadió su estómago indicando que habían levantado vuelo y ya no tocaba suelo japonés.

Fijo su vista en la ventana y observaba como poco a poco tomaban altura.

 


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