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Viva la Vida por Sakebitai

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Notas del capitulo:

Hola gente :3

Aquí estoy de nuevo con otro capítulo y espero que les guste.

Por fin se presenta de manera oficial la primera pareja canon (aunque no principal, lo siento) de esta historia, me gustaría que me dieran su opinión de ella.

Y eso :3 anímense a dejar reviews

- Vanitas, ya no quiero más ésto. - Dije seriamente mientras apoyaba mi espalda en el árbol.

- No hables así de serio, Ventus, da miedo que alguien como tú se ponga así. - La sonrisa que se formó en su rostro trataba claramente de animarme, Vanitas puede ser tan tierno a veces, me acerqué más a él y me apoyé en su hombro, inflé mis mejillas en un signo de molestia.

- Siempre he pensado que los interrogatorios serían interesantes, pero ya no es divertido.

- Lo sé, pero mira el lado bueno, no hemos tenido clases en toda la semana.

- ¿Mirar el lado bueno? - Tomé una de sus mejillas y la comencé a estirar, entrecerrando mis ojos. - ¿Quién eres y qué has hecho con mi Vanitas?

- No seas tonto, me duele. - Comenzó a reír. - Sólo estoy tratando de animarte.

- Me animo molestandote.

- Entonces mejor quédate así. - Comenzó a reír, pero yo sólo me deprimí más, él me abrazó. - Discúlpame, no soy bueno en ésto, tú eres el que siempre está animado y me saca sonrisas.

- Nos conocemos hace mucho, no entiendo que no sepas cómo hacerme sentir mejor. - Dije friamente.

- No seas así de malo, de verdad lo siento. - Su voz era sincera. - Pero de hecho sí conozco algo que siempre te anima. - Dijo a la vez que tomó mi cara con sus manos y se acercaba más a mí, nuestros labios estaban a centímetros y nuestras respiraciones chocaban.

- Y... ¿Qué es? - Dije nerviosamente.

- Lo sabes bien. Pídemelo. - Dijo en su típico tono altanero, él y su maldita costumbre de no conocer la vergüenza, siempre termino sonrojandome por su culpa.

 

Él siempre es así

 

- Eres un idiota. - Aparté mi cabeza, pero Vanitas comenzó a reír.

- Eres muy lindo, ¿Sabías? - Volvió a tomar mi cara, acortando nuevamente la distancia, pero esta vez no se detuvo, nuestros labios se juntaron tímidamente y saborié cada momento que duró el contacto, cada vez que nos besamos es como si una larga espera hubiera acabado. - ¿Algún día dejarás de sonrojarte por esto? ya somos novios, deberías acostumbrarte. - Sonrió burlonamente.

- Siempre matas la atmósfera, eres increíble. - Miré hacia otro lado claramente molesto.

- En cualquier caso, no dejes de hacerlo, me encantas así. - Acarició mi mejilla, supongo que tendré que aceptarlo, siempre me molesta y luego es tierno, aunque son más las veces que me molesta, no me importa, después de todo por eso me enamoré de este idiota. - ¿Estás cansado, verdad?

- Bastante, me he tenido que despertar muy temprano y acostar muy tarde, siempre nos hacen las mismas preguntas, no entiendo por qué es tan importante, sólo fue un loco que nos hizo pasar un susto. - Vanitas se acomodó dejando su espalda en el árbol y puso mi cabeza en su regazo, comenzando a acariciarla, también podía ver el cansancio en sus ojos, tomé su mano libre y empecé a jugar con ella.

- Debe haber pasado más veces, los detalles son importantes, supongo. Aunque como dije, sigo estando feliz por no tener clases.

- Pero si nos levantamos más temprano y nos acostamos más tarde de lo que deberíamos.

- Sí, pero así tengo más tiempo para estar de este modo contigo. - Una frase tierna y no me había molestado antes, increíble. - Y no tengo que soportar a los malditos profesores. - Tiene un talento natural para arruinar la atmósfera.

- Vanitas. - Bostecé. - No me toques la cabeza, me das sueño. - El rió.

- Entonces duerme.

- Pero, ¿No deberíamos ir a una cama? - Vanitas guardó silencio y luego comenzó a reír pícaramente, me dí cuenta de lo que dije y me sonroje fuertemente.

- Recien llevamos una semana y ya estás pensando en esas cosas, jamás me lo esperé de tí.

- ¡A DORMIR, IDIOTA!, eres un mal pensado.

- Aquí estoy cómodo.

- Más te vale que no me despiertes porque te duele la espalda o algo así. - Inflé mis mejillas.

- No te preocupes, duerme como el bebé que eres. - Continuó acariciando mi cabello y el sueño que me producía no me dejaba pensar en una respuesta decente para pelear con él, así que no repliqué. - Buenas tardes, bebé.

- Idiota. - Fue lo último que susurré antes de caer rendido por el sueño.

 

◆◆◆

 

- Roxas, ¿Dónde están mamá y papá?

- Salieron otra vez, dijeron que volverían mañana por la mañana.

- Estaremos sólos entonces...

- ¿Estaremos?, estarás. - Declaró en un tono indiferente, el miedo comenzó a surgir.

- ¿Por qué?, ¿Qué harás?

- Iré a casa de Axel.

- ¿Puedo ir también? - Pregunté en un tono suplicante.

- Mmm... No. - Su tono era frío.

- ¿Por qué no?

- Porque Axel es mi mejor amigo y quiero estar con él, además cuando me invitó ni siquiera mencionó tu nombre.

- Mamá y Papá se enojarán cuando sepan que me dejaste solo. - Dije con la esperanza de que se retractara.

- Ventus, a mamá y papá no les importamos, no seas llorón.

- Roxas, no me hagas esto. - Comencé a desesperarme y las lágrimas se amontonaban en mis ojos.

- Ventus, eres el mayor, deja de ser una niñita. - Su voz sonaba irritada, tomó su bolso y comenzó a caminar a la salida.

- ¡ROXAS, POR FAVOR! - Ni siquiera se volteó a mirarme, cerró la puerta y se fue sin más.

 

Roxas siempre fue egoísta

 

Comencé a correr escaleras arriba mientras las lágrimas comenzaban a aparecer, tenía que ser rápido, debía prender todas las luces de la casa antes de que todo se oscureciera por la noche, nuestra casa es muy grande y no me ayuda a terminar antes. Cuando por fin la última luz estaba prendida, corrí al living del primer piso, encendí la tele y me senté en el sofá, subí mis piernas y las abracé contra mi pecho, no quiero que algo me tomé las piernas desde el suelo, en la noche es cuando los monstruos aparecen y tengo miedo de todo lo que pueda pasar. Ya debería dejar de tener miedo, siempre era así, Papá y Mamá nos dejaban sólos a Roxas y a mí, cuando esto pasaba no era tan malo, dormíamos juntos porque aunque él no quisiera admitirlo también tenía miedo, sin embargo hoy me abandonó por Axel, es un idiota. Sé que ya tengo 8 años y debería dejar de llorar, no soy una niña, pero es que el miedo que tengo no puedo controlarlo, Roxas lo sabe, no debió dejarme sólo, ya me las pagará...

 

Siempre he sido un cobarde

 

El tiempo pasó rápido mientras pensaba las clases de tortura que aplicarle a mi hermano, podía rayar sus cómics, borrar sus partidas o hacerle una carta de amor en su nombre a algunas de las chicas en la clase solo para reírme de su vergüenza y desesperación, sin duda sería muy divertido, pero mis carcajadas malvadas callaron en cuanto alguien tocó la puerta, no hice ningún ruido tratando de concentrarme mejor, en cuanto volvió a sonar dí un salto y me aferré a uno de los cojines del sofá, continué en silencio, pero el ruido de una mano golpeando la puerta continuaba, sentí miedo, mis padres no volverían hasta mañana y si era Roxas merecía quedarse afuera, pero el ruido seguía, cada vez más constante y más fuerte, comencé a llorar, me sentía desprotegido, aunque como siempre no debe ser nada malo, un ladrón no tocaría la puerta, ¿verdad?, quizás solo sea un vecino o un vago pidiendo dinero. Justo ahora que mi mente logró calmarme los ruidos pararon, tenía razón, no podía ser algo malo. Me relajé de tal manera en solo un instante que comencé a quedarme dormido y mientras entrecerraba mis ojos una mano tocó mi hombro por detrás, no pude pensar ni mucho menos reaccionar, me quedé estático con los ojos muy abiertos por el susto.

- ¿Qué te costaba abrirme la puerta si estás tan cerca? - Para mi suerte, era una voz que conocía.

- Van... Vanitas... - Me voltié y comencé a abrazarlo, las lárimas caían por mis ojos irremediablemente, estaba tan aliviado.

- ¿Por qué estás llorando? - Él estaba confundido, rompí el abrazo para mirarlo, luego lo golpié.

- ¡Idiota! ¿Cómo entraste a mi casa?, casi me muero del susto. - Vanitas tomó mi cara con sus manos y delicadamente limpió mis lágrimas, me sorprendí un poco.

- No llores, te ves feo. - Bufé y el sonrió. - Escalando, la ventana de tu habitación estaba abierta así que subí por el árbol, aunque me raspé la pierna.

- ¿Por qué viniste? -

- Axel me llamó para pedirme unos videojuegos que ma había prestado, escuché la voz de Roxas así que supuse que él estaría con Axel y tú te quedarías sólo, como eres un llorón no podía permitirlo. -

- Tú... ¿Te preocupaste por mí? -

- En realidad Tidus fue a la casa y ni él ni Sora me dejan estar con ellos, me aburría. - No sé que expresión puse, pero podría decir que me desilusioné y enojé a la vez, acababa de arruinar el momento. - Pero sí queria estar contigo y jugar a algo, me caes bien, Ventus. -

- Vanitas... - Mi alegría fue enorme, me abracé a él, ya no estaba sólo, no necesitaba rogarle a nadie que no fuera él, me conoce mejor que nadie, cuando necesito a alguien él siempre está ahi...

 

Siempre estaré seguro junto a él

 

- ¡Ventus! mi pierna, me duele. - Sin querer rocé su herida y ahora sangraba.

- ¡Perdon, perdon! - Me separé y comencé a pensar que es lo que mamá haría. - Alcohol, alcohol... ¡Espérame! te curaré... alcohol... alcohol... -

- No te preocupes, no me moveré. -

Y así cuando por fin encontré lo necesario para esterilizar su herida comenzamos a jugar videojuegos, quejarnos sobre nuestros molestos hermanos e idear las más ingeniosas venganzas, también vimos televisión.

No sé qué hora habrá sido, pero yo estaba acostado en el sillón y él en el suelo, el sueño me ganaba pero yo no quería dormir, si Vanitas está aquí siempre reímos, no quiero que el momento termine jamás.

- Vanitas - Dije despacio. - Vanitas - Ninguna respuesta.

Decidí bajarme del sillón y quedé sobre él, definitivamente estaba dormido. Me quedé observándolo un tiempo, su rostro estaba en paz y sus oscuros cabellos cubrían parte de su cara, no supe qué me pasó pero ahí me quedé, recorriendo con mis ojos cada detalle de su rostro hasta que el sueño me ganó, caí a su lado, tomé su mano y mientas seguía observándolo caí dormido, sin dudas una hermosa vista.

Es verdad, en ese momento no sabía qué era lo que me pasaba, esa sensación que recorría todo mi pecho, aceleraba mi corazón y respiración por igual, y hacía que horas pasaran en sólo minutos, era inocente, sin embargo logré darme cuenta de algo...

 

Siempre estoy feliz junto a él

 

◆◆◆

 

Amo soñar, sobre todo si son sueños así.

Al despertar ví la cara de mi hermoso Vanitas apoyado en el árbol, su expresión al dormir sigue siendo igual a la de aquel día, pacífica, incluso una sonrisa se forma en la comisura de sus labios, sus preciosos labios, es increíble que todo él sea para mi.

Me levanté de su regazo y puse una pierna a cada lado de él, tomé su cara con delicadeza y me acerqué a sus labios...

Sus labios siempre son dulces

No quería separarme y continúe haciéndolo, siemplemente acariciar sus labios con los míos, entregarle todo el amor que pudiera con ello, al igual que siempre pues debo disfrutar cada momento a su lado.

- Ventus... - Dijo al momento que comenzó a abrir sus ojos.

- Disculpa, te desperté. - Iba a levantarme pero él me tomó por la cintura y se acercó a mi cuello.

- Despiertame siempre así si es lo que quieres. - Besó mi cuello y yo me derretí por aquel contacto, un pequeño gemido salió de mi boca y provocó un sonrojo en mí. - Me gustan tus ruidos. - Iba a reclamar, pero tomó mi cara y me besó, podía sentir cómo él también trataba de demostrarme su amor, nuestras lenguas danzaban, mis manos se enredaron en su cabello y él acariciaba mis piernas, siempre que estamos así simplemente estoy deseoso de más, pero he esperado tanto por esto que cada segundo es un premio para mí.

- ¡Adios! - Era la voz de alguien más, sentimos como unos pasos paraban en la entrada de la casa y nos separamos automaticamente, y ahí estaba Sora, mirándonos con una cara de sorpresa a la vez que se sonrojaba, si antes estaba sonrojado yo ahora debo ser un tomate y por su parte, Vanitas se veía relajado.

- Sora... no. - Traté de decir algo pero no me salieron las palabras.

- Y-Yo ... voy a... - Simplemente dió la vuelta y escuchamos cómo la puerta se abría para luego cerrarse nuevamente.

- ¡¿QUÉ VAMOS A HACER?! - Grité desesperado, sentí miedo, miedo de que Sora le contara a todos y luego terminaran separandome de mi Vanitas.

- Hablar con él. - Dijo tranquilamente mientras besaba mi frente. - Vamos, antes de que le diga a alguien. - Me levanté y lo ayudé a él, quise correr tras Sora pero el tomó mi mano y me sonrió.

 

Su sonrisa siempre me tranquiliza

 


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