Algunas veces no puedo entenderlo en verdad.
Llegué a la escuela y comenzaron las clases de manera normal. Algunas veces lo veía en su casillero y otras no, por lo que no me sorprendió el no verlo. Todo fue igual que aburrido que siempre y realmente no esperaba nada nuevo, y de haberlo, no me importaría o simplemente lo dejaría pasar como cualquier cosa.
Esperé hasta que llegara el final de las clases y me dirigí a la biblioteca pero para mi sorpresa, él no estaba.
Era extraño ¿Acaso no había venido a clases? No pensé que fuera de los que faltaban por un simple resfriado o ¿Quizá se había atrasado? No, él salía antes y de lo contrario siempre encontraría un modo de llegar antes que yo. En fin, cualquiera que fuera la razón yo no tenía prisa alguna en llegar a mi casa, así que tome un libro y me senté a leer. No había avanzado más que dos paginas cuando comencé a sentirme un poco inquieto. La noche pasada no habíamos ido a mi casa, por lo que él se fue solo directamente de la escuela hasta su casa ¿Pudo haberle sucedido algo? No, él podría ser temeroso pero era un hombre y sabría defenderse ¿O no?
Esa deducción comenzó a dar vueltas en mi cabeza e inconscientemente me preocupé por él.
Si se hubiera enfermado sin duda sus padres habrían avisado para que pudiera reponer los apuntes que le faltaban, así que me levanté para ir a dirección y preguntar, pero justo antes de salir choqué con él.
-¡Senpai! L-Lo siento…- se disculpó con la cabeza agachada
-¿Dónde estabas?- pregunté
-¿Ah? ¡Oh! Fui… salí al baño- me dijo con pena -Pero no creí tardarme tanto-
Solo lo miré y me di la vuelta para sentarme de nuevo. Me sentí estúpido por imaginarme tantas cosas absurdas y no haber pensado en eso antes. Me había preocupado por nada, e incluso pensaba en ir a preguntar por él. Qué idiota.
Él tomó un libro y se sentó a mi lado. No paso mucho cuando me di tiempo para observar los alrededores. Como siempre, la biblioteca estaba vacía. Lo miré de reojo y estiré mi mano para sujetar la suya. Noté como se sonrojaba y se encogía en su silla.
-¿Por qué te da pena que te toque así?- pregunté
-Porque… no puedo acostumbrarme- me dijo de manera sincera y apenada
-¿No puedes?- pregunté mirándolo -¿Cuántas veces más debo hacerlo para que te acostumbres? No es normal que mientras salimos no…-
-¿Salimos?- preguntó sonrojado, soltándose de mi agarre -¿No-Nosotros estamos sa-saliendo?-
No entendía al principio ¿Acaso bromeaba? –¡Por supuesto que sí! Llevamos un mes haciendo este tipo de cosas-
-Cinco semanas- me respondió
-¿Qué dices?-
-Llevamos cinco semanas… un mes y una semana- me dijo con una ligera sonrisa
-¿En verdad llevas la cuenta?-
-Bueno yo…- comenzó a decirme, pero en ese momento se dio cuenta de lo vergonzoso que sonaba eso –o al menos creo que pensó eso- y se apenó mucho -¡Ah, no! No es que lleve la cuenta ¿Quién haría eso? ¡Es patético que alguien haga ese tipo de cosas! ¡Por supuesto que no hago nada de eso!- comenzó a decir, intentando componer su error pero fue imposible. Me pareció que estaba muy inquieto y lo abracé para que se calmara.
Sentí como ocultó su rostro en mi pecho y sus manos entre ambos. Podía sentí sus acelerados latidos y su cuerpo temblaba un poco. Un deseo incontrolable me hizo acercármele para besarlo, pero él me detuvo.
-¿Qué?- pregunté algo confundido pero sin aparentarlo
-No… no, lo- lo siento- respondió
-¿Por qué?-
-Porque… … … -
-Estas actuando extraño- lo interrumpí
-¿Yo? ¡No, no! Yo…-
-¿Entonces por qué no dejas que te bese?-
-Es que yo… yo me…- dijo nervioso –Me sentí mal hace un rato…vomite-
-Si estás enfermo deberías irte a tu casa- le dije
Él me miró nervioso y después agachó su cabeza –Sí… sí, eso haré- me dijo antes de darse la vuelta y tomar sus cosas
Lo detuve antes de que se fuera y le di un beso en su frente, lo que le causó un sonrojo enorme y salió corriendo de la biblioteca.
Cuando me quedé solo me di cuenta de que ese chico era por demás curioso.