Caminaba sin rumbo fijo por el bosque. No sabía qué buscaba, o si realmente buscaba algo en particular. Observaba la nieve manchada de tierra, pensando que podría llegar a decir Levi de la impulcritud que perturbaba aquel color níveo.
Su mente divagaba, impidiéndole fijar su concentración en cualquier detalle puntual. Hacía frío, y una llovizna ligera le había empapado la camisa, el agua se había acumulado en sus botas mojadas, causando que estas chapotearan a cada paso que daba.
14 días habían transcurrido tras el perturbador hallazgo del cuerpo sin vida de la Akerman, pero aunque eso había sido lamentable estaba lejos de ser la peor parte de aquel acontecimiento. Sin duda lo que le había robado el sueño había sido encontrar las ultimas prendas que Levi había portado antes de desaparecer por completo junto el cuerpo sin vida de aquella mujer, sin tener la certeza de que las manchas de sangre pertenecían a la pobre chica, o si, por el contrario, y aun peor, al azabache… sin entender que relación vinculaba el asesinato de Mikasa con la ausencia del capitán. Dos semanas completas de angustia y agonía, sin tener idea de que podría haber pasado con su querido “amigo”. Tenía tanto miedo, siempre ansioso. Sabiendo que debía esperar lo peor, pero incapaz de hacerse a la idea de haberlo perdido. Paseándose por el bosque horas y horas en caminatas nocturnas que se extendían hasta el amanecer. Dado vueltas en círculos. Buscando...... husmeando.... Sin saber que deseaba encontrar. Con la urgencia perpetua de encontrar indicios de vida.... pistas.... Algo.... cualquier cosa que pudiese avivar sus esperanzas. Pero a la vez con miedo profundo de encontrar un pequeño cadáver sin vida congelado entre la nieve ¿cuantas veces había despertado sudando por las noches después de haber soñado con aquello?
La luz naciente del sol entre las montañas le indicó que ya era hora de volver al cuartel. Se había hecho de día y de nuevo no había dormido nada. Otra noche en vela sin resultados.
Aquella mañana debía dar lecciones a un grupo de soldados novatos. Tenía muchos asuntos por resolver, sin embargo, se sentía en una nebulosa borrosa que le impedía pensar en algo diferente al azabache.
Estaba física y mentalmente agotado. Le dolía la cabeza, y un zumbido constante penetraba en sus oídos como una daga filosa que apuñalaba su cordura trasnochada.
Erw:-“.....¿dónde estás?...... sé que sigues con vida.... lo siento…. yo lo siento”
Susurró al viento seco que le golpeaba el rostro. Apretando su puño contra su corazón, mientras lavaba sus uñas en la palma de su mano, intentando mitigar aquel vacío doloroso.
Cada día el hueco que ocupaba su pecho se hacía un poco más grande. Aun así, se negaba a aceptar no poder volverle a ver: aquel rostro de rasgos finos; esos ojos bellos color oliva. Su esbelto cuerpo de agilidad felina; su piel lechosa.
Lo amaba. Sabía que lo amaba. Y esa era otra cosa que nunca había podido admitir.
Caminó de regreso con la cabeza gacha, escuchando el chapotear del agua entre sus zapatos. Y chocó contra alguien. Ese alguien era.......
Erw:-“¿Levi?........”
Eren.