El mundo estaba ordenado muy perfectamente, todos lo sabían. Una vez que nacías, te criabas con los congéneres de tu raza, recibías las habilidades y virtudes que se esperan de la sangre que corre por tus venas y luego, al cumplir los diez años recibirías la marca que sellaría de que raza era tu alma gemela.
Todo ordenado y limpio.
Si tu alma gemela era un humano, tu marca sería una cruz.
Si era un vampiro, un reloj de arena.
Si era un hombre lobo, el dibujo de una luna llena.
Un elfo, una hoja.
Un mago, una estrella.
Un ángel, un circulo representando el halo de divinidad.
¿Ven? Nada complicado.
Por eso, es que todo el mundo, sin importar su edad ni condición social, espera ese momento tan ansiado en que la marca aparecería, confirmando que alguien en el mundo estaría dispuesto a amarlo por toda su vida, por supuesto de forma recíproca.
Esta historia, comienza un día como cualquier otro en un lugar lejano y tranquilo como lo es Baterilla. Una isla dedicada a la venta de flores y artesanías donde las personas vivían vidas largas y no había conflictos que duraran más que unos pocos días.
Allí, un niño que vive con su padre y su madre pronto cumpliría los diez años.
Era el día y solo debía esperar a que fuera la hora exacta de su nacimiento para que apareciera. Todo el mundo estaba muy ansioso y eso lo hacía sentirse incomodo, decidiendo que lo mejor sería alejarse y esperar que sucediera para luego correr con su familia.
Estaba paseando por el bosque, el sol muy en alto y sin nubes a la vista cuando sucedió.
Su corazón dio un brinco cuando una sacudida (los adultos le habían informado antes sobre la sensación) estremeció su cuerpo y sus rodillas se doblaron, sintiendo el peso del enlace formándose en su piel. Se sentó en la raíz de un árbol esperando que todo pasara, emocionado y ansioso porque pronto sabría de qué raza era su destinada o destinado.
Cuando todo termino Ace vio el mundo de forma distinta. Todo era más brillante, los pájaros cantaban más fuerte y casi se sentía poderoso.
Miro su muñeca derecha donde la marca había aparecido y se extrañó.
No era nada de lo que había conocido antes.
No reloj de arena, no hoja, no cruz… nada de eso.
En lugar de todo lo anterior lo que había era la mitad de un círculo.
Casi como si hubiera sido destinado a un ángel pero la marca hubiera sido cortada horizontalmente dejando solo la parte de abajo.
Qué raro.
Sin embargo seguía teniendo alma gemela por lo cual era muy feliz. Oh sí, no le importaba si era un orco o una Gorgona, lo que sea estaba bien. Amar y ser amado era lo que importaba.
Regreso a paso lento a su casa, rascándose la muñeca, no por incomodidad si no por ansiedad, y pronto abrió la puerta de su casa, donde su padre, madre y abuelo estaban esperándolo.
- hola mi bebé- dijo su madre con esa sonrisa cariñosa – me parece que paso algo bueno hoy
Ace sonrió, todo el mundo sabía pero igual quería decirlo.
- mamá, apareció mi marca… pero es un poco rara.
-¿mmm?- Roger, su padre dijo- ¿Qué quieres decir con rara?
- no estaba en los libros, no es como las otras…
- a ver, muéstranos hijo.
Ace se acercó a su familia y dejo que tomaran su muñeca. Todos ellos miraron con cuidado y al final, abrieron la boca sorprendidos y… ¿asustados?
-A-Ace- dijo su madre tartamudeando- ve a tu cuarto cariño, los adultos tenemos que hablar.
-¿Qué?
- solo obedece a tu madre Ace- dijo el abuelo
Al pecoso no le gustaba eso pero obedeció. En su cuarto miro al techo extrañado, se suponía que su familia debía estar feliz por él, no con esas caras asustadas como si hubieran visto un fantasma.
¿Había algo malo con su marca?
Se aseguraría de preguntar más tarde.
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El barco se balanceaba de un lado para otro, y el niño sentado en la barandilla miraba como su hogar desaparecía en el horizonte.
¿Qué había pasado?
Él había bajado a la sala cuando sus padres lo habían llamado y le habían dicho que iría de viaje. Trato de pedir una explicación pero nadie quiso responderle y el abuelo le golpeo en la cabeza cuando dijo que no quería ir.
- estarás seguro allí
¿Seguro de que?, nadie quiso contestarle.
Su abuelo lo había empaquetado en el primer barco fuera de la isla y sus padres habían prometido ir a visitarlo pronto. El niño prácticamente quedo en shock.
Después de casi dos semanas de viaje la isla a la cual garp había llamado su nuevo hogar. Goa era supuestamente una isla para las personas con una marca como la de Ace que según garp era peligrosa. El niño no se explicaba de qué manera, pero al no tener voto en esa decisión solo pudo aguantarse y ser entregado a unos guardias sonrientes que le dijeron que ahora estaría a salvo.
Era mentira.
No estaba a salvo.
En cuanto garp se fue de regreso, los hombres se mostraron menos compasivos y lo empujaron y pincharon, llevándolo a lo alto de la montaña donde los demás niños “monstruo” estaban.
-Tu marca te hace destinado de un monstruo, así que eso te convierte en un monstruo también ¿oíste bien?-
Luego de eso lo arrojaron a una cabaña donde estaban muchos más chicos jóvenes, mayores y de su misma edad.
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Allí conoció a muchos otros niños como él. Estaba Sabo, un mago de viento que tenía en su mano la marca de una gota de agua, que según él, significaba que su alma gemela era una sirena o criatura marina. Ellas eran consideradas desgracias del mar que llevaban a los marineros a su muerte, por lo que Sabo había sido confinado por su familia cuando lo descubrieron.
También estaba Vivi, una princesa elfa de las tierras lejanas de arabasta cuya marca en su muñeca era la de un corazón con una flecha, eso, según los libros que habían adquirido los niños por medio de la mendicidad a los guardias y el robo, significaba que su alma gemela era una succubus. Su padre casi había sufrido un infarto y había jurado que ningún demonio asqueroso tendría a su hija, así que la había encerrado en esa isla junto con los demás.
También estaba sanji, un pequeño noble vampiro que según sus padres era un fallo genético que nunca debió existir y que además tenía un alma gemela espantosa. La marca de llamas en su mano, significaba dragón y estas criaturas aterradoras eran enemigas de muchas razas en todo el mundo.
Y Ace… el descubrió lo que su marca significaba.
Era el alma gemela de un demonio mayor, un ángel caído.
Había siete de ellos.
Gula, ira, orgullo, pereza, envidia, lujuria y avaricia.
Uno de ellos era su destinado.