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HISTORIAS MARCO X ACE Y ASL por Loraine Ishmouth

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Notas del capitulo:

hola señoritas!!!! ha pasado un tiempo desde que tuvimos la suerte de leernos XD 

espero que la esten pasando bien, me alegra que hayan decidido leer esta historia y que se pasen por aqui nuevamente.

quiero agradecer a Denisse, Tormenta y cristy por haber comentado el capitulo anterior. muchas gracias.

a todos los demas fantasmitas tambien quiero agradecerles y animarles a comentar cuand tengan tiempo. un review me hace muy feliz, y no voy a mentirles, son una gran inspiracion a la hora de escribir.

el prologo de heart on a chain (si, ya se que se los debo hace meses!) pronto estara listo. lo que pasa es que cuando tengo el sentimiento de que una historia esta terminada, ya no se me ocurre nada mas que sacarle. pero si le hace falta el prologo para saber que fue de todos ellos ¿verdad?

bueno. a leer queridas amigas y amigos.

 

Cuando Ace recupero la conciencia supo inmediatamente que estaba lejos de su hogar. Era una habitación cerrada, una especie de celda pequeña con una única ventana con barrotes y estaba acostado en un rincón sobre un nido improvisado de pieles de animales.

Después de examinarse a sí mismo, se dio cuenta de que no tenía ninguna de sus joyas a excepción de un par de aretes de oro en su oreja derecha, ni su ropa fina. Únicamente  vestido con unos pantalones de lino blancos y una camisa holgada

Sus manos fueron atadas delante de su pecho y a ello se habían unido sus pies, también inmovilizados por una gruesa cuerda que dudaba poder soltar solo.

¿Cuánto tiempo llevaba inconsciente?, cuando la habitación en la que estaba se ladeo, se dio cuenta de que era un barco. ¿Dónde lo llevaban? Tal vez lo venderían como esclavo en sus tierras, aunque escucho decir a este hombre rubio que lo conservaría como un sirviente.

Ja, claro que no.

Se encargaría de arrancarle la garganta a la menor oportunidad. La vergüenza lo inundo y se mordió el labio. No había podido cumplir con sus ritos sagrados de suicidio y todo por su duda. Por su estúpida cobardía y sus deseos personales que hace mucho tiempo debió haber abandonado.

Él no debía seguir sus impulsos, debía seguir lo que ya estaba estipulado, eran las reglas para quien llevaba la maldita corona en su cabeza. Corona que uso como puñal contra uno de los invasores.

Un rey no existía más que para el bien de su pueblo. En la guerra sería el primero en dar y recibir el golpe, en la pobreza sería el primero en morir de hambre, en la enfermedad, sería el primero en buscar la cura para su pueblo.

Y sin embargo ¿Por qué no estaba arrepentido de no tomar su vida cuando tuvo la oportunidad? Era vergonzoso.

Ahora iba a ser llevado lejos de su tierra, poniéndose en vergüenza  no solo así mismo si no a su país.

Cuando escucho unos ruidos provenientes de la puerta, fingió seguir dormido. Escucho pasos entrar en la habitación y dirigirse a su celda, dejando algo en el piso y luego acercándose a él.

 Su captor le toco la cara y pudo sentir como delineaba sus ojos y sus labios con sus dedos callosos y fuertes.

Después de eso, se levantó y cerró la puerta tras de sí. Cuando el pecoso abrió los ojos, un plato  con un poco de pan y carne estaba frente al junto a un cuenco con sopa.

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El viaje en barco fue horriblemente aburrido. Bueno, tenía que serlo si se la paso encerrado en esa diminuta habitación durante todo el trayecto.

Cuando por fin llegaron a tierra firme, el ex príncipe pudo sentir el barco atracando en el muelle y una enorme algarabía por fuera.

La puerta del calabozo se abrió y dos personas ingresaron. El hombre rubio con quien peleo en el castillo y el pelirrojo a quien le propino una herida en la cara.

Ambos lo miraron.

- levántate- el hombre rubio dijo señalado al príncipe extranjero- hemos llegado

Ace cerró los ojos y suspiro. Con lentitud y mirándolos a los ojos se puso de pie, Días antes habían cambiado sus ataduras de modo que podía caminar sin caerse. Lentamente  la puerta de su celda se abrió y caminó hacia ellos en silencio.

Cualquier diría que estaba siendo muy dócil, pero la verdad no era así. En sus ojos se mostraba la furia enceguecida que lo poseía y prácticamente gritaba que si alguien se acercaba lo suficiente trataría de matarlo.

-Marco… ¿estás seguro de lo que haces? – El pelirrojo pregunto- es un extranjero, es un príncipe y está muy molesto. No creo que sea una buena idea

- basta Satch. Lo dije antes y lo repito ahora, es mío.

Con esas palabras Ace gruñó. Apretó los puños y miro al rubio dejándole muy en claro con la mirada que domesticarlo no iba a ser una tarea fácil. Como respuesta recibió una sonrisa perezosa.

Ah, como disfrutaría el príncipe borrando esa sonrisa de su estúpida cara.

-camina, nos espera un largo viaje a casa

Salieron del barco. El moreno estaba descalzo y vio lo que querían hacer con él. Era una táctica militar muy usada, hacerlo caminar largas distancias para romper su escudo y que mostrara debilidad, si fuera posible querían que pidiera clemencia.

No era invierno así que el camino empedrado estaba libre de hielo y Ace camino con firmeza durante los largos kilómetros, soportando la mirada de todos los guerreros y personas que cruzaban en su camino.

Se mordió la lengua y soporto, incluso cuando sus pies comenzaron a arder, cuando las ampollas eran gigantes y no dejó de mirar al frente con la cabeza en alto, desafiante.

Todo su lujo se había ido. No hace mucho se imaginaba a si mismo caminando por las calles de su reino seguido de la corte real. Guardias armados lo custodiaban y hermosas doncellas abrirían el camino con sus sonrisas coquetas y sus bailes alegres.

Había pasado varias horas cuando vio el poblado.

Era un montón de casas antiguas, hechas de madera y las calles eran de tierra donde los niños corrían y  los animales andaban de un lado a otro. Todo el mundo detuvo sus actividades y corrieron al encuentro de sus guerreros celebrando y observando a Ace con curiosidad y extrañeza.

Después de una breve charla con los campesinos, siguieron caminando hacia una casa de madera más grande que las demás, donde había guardias armados que abrieron paso al rubio.

En el interior de la casa había un trono de madera tallado, donde un anciano poderoso leía antiguos escritos. Bajó el papel  y miro a los guerreros, sonriendo amablemente hacia ellos, dándoles la bienvenida.

- hijos- Ace le oyó decir- buenos sean los vientos que los trajeron de vuelta…

- padre- el hombre rubio dio un paso adelante y se inclinó ante el anciano- los dioses han bendecido nuestro camino.

El príncipe quería arrancarles los ojos, cuando con un movimiento algo brusco las cadenas que lo tenían atado de manos, fueron haladas por el hombre obligándolo a dar un paso al frente.

-¿Quién es ese muchacho?- oyó al anciano preguntar y miro directamente hacia el

Ace se sintió… intimidado. Los ojos de ese anciano hablaban de años y años de batallas, de sabiduría y experiencia. Pero aun así se mantuvo firme, sin doblar la cabeza o las rodillas, negándose a reconocer cualquier dominio sobre su ser.

Cuando aparto la mirada Ace sintió inmediatamente el alivio.

-¿Qué te ha pasado en el rostro, hijo mío?-

-ah ¿esto?- dijo Satch – bueno, una pelea difícil- el pelirrojo señalo con los ojos a Ace

- entiendo, déjanos solos muchacho. Ve a descansar y asegúrate de decirles a los otros que esta noche habrá una celebración por su regreso.

El pelirrojo asintió, inclinándose rápidamente y corriendo a la salida, dejando a Marco y Ace a merced del anciano.

El rubio se acercó a su llamado padre y dijo varias palabras a su oído. El anciano asintió de vez en cuando mostrando comprensión y Ace miraba disimuladamente a todas partes, tratando de encontrar algo útil para atacar en caso de necesitarlo.

- lo permito, hijo- dijo al final de su discusión- pero conoces las reglas, es peligroso y no puede andar libremente.

- los voy a matar a los dos-

- hijo…- el líder de la aldea no se vio afectado por la amenaza, pero debe pensar en su pueblo.

- no voy a cambiar de decisión padre.

- confió en tu juicio.

El hombre miró de nuevo a Ace, y el moreno sostuvo la mirada con firmeza.

- no voy a impedirte que guardes rencor contra aquellos que te han quitado la libertad- dijo el anciano – pero no tendré piedad si levantas la mano contra mis hijos e hijas inocentes.

Ace jamás mataría aldeanos inocentes, si ha de sacarle los ojos a alguien tiene que ser al culpable directo de que este ahí.

Pero eso ellos no tiene que saberlo, no merecen su honestidad.

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Marco guio a Ace a través del pueblo,  y el denominado esclavo observo mejor el paisaje. Casas de madera sencilla, la calle no estaba empedrada así que  los niños jugaban sobre la tierra y los charcos de lodo. Ahora  no estaban jugando más pero si mirando atentamente a aquel extraño, completamente desconcertados sin reconocer de donde venía este hombre encadenado que Marco guiaba.

Quisieron acercarse pero los adultos los detuvieron, mostrando una mirada desconfiada hacia este extranjero.

La primera noche la paso en otra celda. Afortunadamente para Ace había agua en la celda así que pudo lavar las heridas de sus pies y cuidar de ellas lo mejor que pudo, ignorando el dolor y la necesidad de medicinas.

Su abuelo se burlaría de él si pudiera verlo.

Cuando era niño, para enseñarle el camino de un guerrero, de un rey independiente había sido sometido a entrenamientos que podrían definirse como espartanos.

Abandonado en un bosque con un solo cuchillo para que sobreviviera, aprender medicina para atender sus propias heridas y ser capaz de soportar diferentes tipos de torturas y tratos.

Mirando por la pequeña ventana de una celda, en un país extranjero, supuestamente declarado esclavo de un líder bárbaro, tenía muchas ganas de llorar.

Pero no lo hizo y guardo todo otra vez, como siempre.

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Ace dejó caer el hacha sobre el tronco, con la ira suficiente para partirlo en dos de un solo golpe. Sus cadenas estaban un poco más largas para que pudiera realizar los trabajos que se le pedían. El rubio le había dicho antes de salir a una cacería que cortara leña.

Estaba aprovechándose del orgullo de Ace. El rubio había estado preocupado de que le moreno intentara suicidarse de nuevo pero no había sucedido.

¿Por qué?

Bueno, Ace no iba a derramar su sangre en territorio extranjero. Marco obviamente había preguntado pero se había llevado un buen gesto grosero de parte del moreno.

El tronco calló al piso con un estruendoso rugido y los hachazos no esperaron, partiendo el enorme árbol en partes manejables, exactamente del tamaño que se necesitan para mantener una fogata viva.

No sería llamado inútil nunca. Tenía que “obedecer” para poder conseguir de regreso su libertad. Marco, como se supone que era el nombre del desagradable tipo, era alguien muy perspicaz y no era posible tenderle una emboscada ya que estaba permanentemente en alerta.

Si Ace quería proporcionarle la muerte, tendría que ser menos directo y más astuto de lo que estaba siendo ahora.

Se limpió el sudor con el dorso de la mano y siguió derribando arboles sin aflojar el ritmo. Sus pies dolían como el infierno, tenía sed y hambre, pero no se quejaría. No estaba en el palacio donde solo tenía que hablar y las doncellas correrían a traer lo que necesitaba.

No tenía sentido intentar romper las cadenas con el hacha. Ya lo había intentado y no había funcionado.

Unos pasos que se acercaban a él, llamaron su atención. Se detuvo inmediatamente y dio una vuelta, con una mirada que podría matar.

-e-hey- era ese hombre pelirrojo al que casi había logrado sacar fuera- aquí hay algo de comida y agua. Debes tener hambre.

La tenia, pero no lo demostraría.

Ignoro la llamada del hombre y siguió en su tarea, más y más árboles fueron cayendo a sus pies.

- hey, no es necesario que cortes todo el bosque ya sabes ¿Por qué no te tomas un descanso?

El hacha se clavó violentamente en su último tronco caído y el pelirrojo no pudo evitar saltar un poco. ¿Por qué en el mundo Marco le había dado un hacha al tipo peligroso y le había dicho que cortara leña? Su hermano mayor por lo general era el tipo razonable e inteligente de la aldea y no lo estaba demostrando ahora.

La única razón por la que él creía que no era atacado violentamente, era porque las cadenas si bien le dejaban mover con bastante soltura, sin duda darían problemas cuando tratara de pelear.

Dejando el hacha a un lado, comienza a apilar leña en grandes montículos, considerando que los quince árboles que derribo deben ser suficiente leña para algunos días.

- oye… tus pies no se ven bien-

 Satch está un poco preocupado por el chico, sus pies sin duda están lastimados de la caminata que tuvo hace casi una semana cuando llego a la aldea y no ha recibido un tratamiento adecuado. Marco obviamente trató de hacerlo pero fue echado a la mierda y creo que no lo ha intentado desde entonces porque está esperando que Ace comprenda lo mala decisión que fue rechazar las medicinas.

El hombre camina con el plato en una mano y con la que le queda libre trata de tocar el hombro del prisionero de su hermano. El movimiento es demasiado rápido  pero Satch no había bajado la guardia y esquiva el puñetazo que probablemente le hubiera dejado algo más que un dolor de muelas.

-aléjate de mi

Satch retrocede un poco y deja el plato sobre uno de los troncos.

- está bien pero come algo ¿sí?

Un gruñido es la única respuesta.

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Ace ve como el tipo de pelo rojo se retira y apila la leña hasta terminar. El plato con sopa se ha enfriado hace mucho tiempo pero está bien. Lo toma con cuidado y se sienta sobre una roca comiéndolo de un bocado.

Luego pone la vasija en el suelo. Se arrastra un poco por las bases de los arboles cortadas hasta que encuentra lo que buscaba. Unas cuantas raíces curativas que machaca en una piedra hasta hacer un ungüento pastoso para sus pies.

Han estado doliendo bastante a pesar de que Marco le dio unas sandalias para que no anduviera descalzo.

Una hora después unos hombres vienen para custodiarlo hasta la casa de Marco donde conectan sus cadenas a la pared.

El bárbaro llega por la noche y por lo que Ace puede oír desde su pequeña celda, tuvo una exitosa cacería y la aldea celebra el botín. Al parecer encontraron un rebaño de renos.

Ignora la algarabía allá afuera y quita las vendas sucias, lavándolas en agua lo mejor que puede. Luego unta el ungüento que hizo en la tarde sobre las plantas de sus pies y lo extiende para que abarque todas las ampollas y laceraciones.

Arde un poco pero ayudará a sanar.

La puerta de la cabaña se abre y Marco entra, sonriente. En su hombro hay un enorme pernil de reno que es probablemente su parte del botín, toma unos cuantos troncos de leña y los arroja a la chimenea colgando la carne de un gancho.

Siente que camina en su dirección.

No levanta la mirada pero siente que se agacha a su nivel.

- buen trabajo- dice- he traído algo de comida para ti.

- vete al diablo.

- tu lenguaje sigue siendo una dulzura, Ace.

Oh y como odia su nombre ser pronunciado por esos sucios labios de salvaje.

Un plato con carne, pan  y sopa se pone frente a él y  siente que se le hace agua la boca. No deja salir ni un poco de baba, simplemente ignorando su estómago hasta que el maldito traidor gruñe.

- no es mi intención matarte de hambre - dice él un poco más seriamente – come.

Ace lo ignora para mirar las interesantes escaramuzas en la pared. De repente, una mano  aprieta su barbilla y vuelve su cara bruscamente hasta quedar mirando a la cara de Marco.

El chico forcejea y sus manos son aprisionadas por la que el bárbaro tenia libre, ¡maldita la diferencia de fuerza!

- ¿acaso no has aprendido tu lugar, su alteza? – La voz del hombre suena amenazante y es como si prometiera algo terrible-¿demasiado malo para su paladar exquisito?- burló- este no es tu castillo donde todo el mundo cumple tus caprichos ¿verdad?

-¡suéltame, maldito! ¿Por qué no acabas de una vez con esto? ¡Puedes irte al infierno, tú y toda tu familia de mierda!

Uh, uh.

Grave error.

Una mano presiona en su garganta y lo levanta del piso, su paso de aire se corta y su cara comienza a ponerse roja por el esfuerzo. El bárbaro le mira con furia.

- nunca… nunca hables así de mi familia.

- p-púdrete.

Ace no va a disculparse, no le importa si el otro lo mata. Total, será mejor que todo termine ahora. Incluso si se muere el seguirá siendo un maldito salvaje.

La mano lo suelta y su cuerpo absorbe el aire avariciosamente, tosiendo con brusquedad. Marco lo mira sin nada de culpa y de nuevo pone el plato de comida frente a él hablando con más firmeza.

- tienes que comer. Mañana te hará falta la energía.

 El moreno realmente quiere matarlo. Si fuera posible, torturándolo antes de la muerte.

Ace agarra el pan con fuerza y lo mete a su boca con prisa, masticando furiosamente sin dejar de mirar a los ojos de Marco, desafiante. Cada bocado es una frenta  y el bárbaro lo sabe. Aun así, su mano se mueve hacia la cara del esclavo, pero el moreno no cierra los ojos, si va a golpearlo, quiere verlo y hacerle saber que no será suficiente para amedrentarlo.

Se sorprende un poco cuando la mano se posa suavemente en su mejilla sin dañarlo y el pulgar calloso del hombre recorre su labio inferior. Debe verse horrible, con la boca llena de pan y una mirada que podría matar un oso. Marco lo mira casi fascinado y así como así…

Se levanta, le da la espalda y sale de la casa.

Ace se queda confundido, masticando el pan con cara de no saber absolutamente nada, pero finalmente manda al diablo a su captor y se come el resto de las cosas con ansias, ahora que no se le está observando.

 

Notas finales:

ok, voy a sobornarlos un poquito (para aunmentar participacion) y espero que no se molesten. pero tengo la tercera parte de eso preparada.

si llego a cinco reviews la subo XD 

(no me tiren piedras pleas TT.TT) que me hacen falta sus comentarios 


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