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HISTORIAS MARCO X ACE Y ASL por Loraine Ishmouth

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Notas del capitulo:

hola querid@s!!!! aqui traigo este oneshot.

con 27 paginas en word, 6.482 palabras, 36.000 caracteres es el mas largo que he escrito hasta ahora.

espero de todo corazon que les guste tanto como a mi me gusto escribirlo.

siempre me han gustado las sirenas y espero transmitirles un poco de ese amor a ustedes.

por favor, disfruten de la lectura.

leer notas al pie de pagina.

El hombre desagradable bebía alcohol de una botella apestosa y medio vacía, sentado en una roca con sus pies sumergidos en la orilla del mar.

-hoy…. ¡Hic!…es seguro que baja… voy a divertirme mucho con el… ¡hic!-

Había un niño que acostumbraba bajar solo a ese peligroso risco, le gustaba buscar chucherías en la arena mientras observaba el sol reflejarse en las olas y chapotear en el agua.

Perfecto… nadie que tuviera tres neuronas en el coco, bajaría a ese lugar.

Nadie se daría cuenta sí el niño no volvía a casa después de jugar.

Escucho una voz susurrante que se acercaba y volteo la cabeza con una sonrisa ¿ya había llegado? Mostro una sonrisa de dientes amarillos, que se cambio con una mueca de terror.

-¿Qué?-

Luego todo fue un borrón de garras y dientes.

Una mancha roja quedo flotando en el agua y fue deshecha rápidamente por la infinita agua del mar.

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Ace tenía cerca de diez años cuando lo vio por primera vez.

No era un niño muy sociable y le gustaba caminar solo por la playa, recogiendo conchas de caracol para vender y de vez en cuando chapotear por debajo del muelle donde la vista de las personas no lo alcanzara.

Un día tan normal como cualquier otro decidió que sería buena idea bajar el acantilado en la parte norte de su isla ahora que la marea estaba baja. A veces cuando se había aventurado a esa saliente rocosa de la cual los adultos le advertían que se mantuviera alejado, encontraba tesoros marinos que no se veían en ningún otro lugar de la isla.

Descendió la saliente, aferrándose a las rocas y bordes del precipicio consciente de que tenia al menos tres horas antes de que la marea comenzara a subir y lo matara aplastado contra las puntas filosas de la pared.

Una vez que llego al final de su recorrido comenzó a escarbar en la arena en busca de chucherías hasta que escucho un chapoteo.

Levanto la cabeza y miro a su alrededor, confundido porque no había nadie más con él, y no había nadie tan estúpido como para bajar el acantilado.

El no contaba, porque no era estúpido, era muy valiente, que es otra cosa.

Antes de que pudiera bajar su cabeza de nuevo escucho de nuevo el ruido.

Esta vez se levanto, invadido por la curiosidad y se echo a caminar hacia más adentro, donde había una cueva hecha por la olas que era una trampa mortal cuando la marea estaba alta, porque estaba llena de piques y baches.

Llego hasta donde el agua estancada subía un poco por encima de sus rodillas, no dispuesto a ir mas allá porque aun si sabía nadar no se iba a meter a un lugar potencialmente mortal solo por curiosidad.

A más o menos veinte o veinticinco metros vio el causante del ruido. No podía distinguir bien la figura pero parecía un hombre, un hombre que sostenía un bulto en sus brazos que tampoco pudo distinguir. Lo que si sabía era que el otro parecía estar comiendo.

-¿h-hola?- Ace tartamudeo  y vio que la persona miro en su dirección.

Retrocedió instintivamente hasta estar de nuevo en arena seca y vio que el hombre se sumergió en el agua en su dirección, dejando abandonado el bulto en el agua que se hundió como una piedra.

El niño sintió un escalofrió recorrer su columna y una advertencia de su mente que le gritaba que corriera y escalara el abismo sin mirar atrás.

Antes de que pudiera hacer eso, una cabeza con cabello rubio se asomo por encima del agua y lo miró

Tenía la mirada aburrida y ojos azul cielo, cuando empezó a abandonar el agua Ace miro que había un brillo azul por debajo del hombre y no pudo evitar inclinarse un poco para mirar más de cerca.

Una cola.

-¿eh?- el pequeño se quedo embelesado mirando la extremidad que terminaba en la cadera del hombre adulto. No se fijo en que el otro lo examinaba de la misma manera.

Finalmente entro en razón y comenzó a retroceder sin dejar de mirar el hombre adulto que se sentó en la arena con la cola sumergida  y lo miraba muy curiosamente.

Poco a poco el hombre con cola de pescado extendió el brazo derecho hacia él y curvado sus dedos hacia adentro una y otra vez, lo llamo de regreso.

Pero Ace no era tan estúpido como para cumplir esa petición y dando la vuelta corrió todo el camino hasta que empezó a escalar y desapareció de la vista muy pronto echándose a correr a su casa, sus tesoros dejados atrás en la carrera.

El merman miro al niño desaparecer, se arrastro hacia la cueva y sonrió oscuramente mientras se echaba a nadar de nuevo hacia su comida abandonada hace poco.

No comería niños humanos porque eran demasiado flacos. Los hombres o las mujeres adultas eran mejores, con grandes cantidades de grasa y musculo.

Como el que estaba comiendo en ese momento.

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Por supuesto la historia que Ace conto a su familia, no fue creída.

Se burlaron del niño diciendo que tenía una imaginación muy vivida y que esas cosas no existían.

Nadie le dijo que había una persona desaparecida de la colonia vecina.

No importo lo mucho que insistió, siempre fue la misma respuesta.

Tal vez fue por eso que  termino creyendo que lo que había visto  no era real y considero seguro volver a bajar al risco.

 Las siguientes semanas no paso absolutamente nada y por eso Ace bajo completamente la guardia y su rutina volvió a la normalidad, coleccionando conchas de caracolas y cosas perdidas que él consideraba tesoros.

Un día mientras dormía a la sombra de una palmera sintió de nuevo que alguien chapoteaba, abrió los ojos, imaginándose que era uno de los niños de la aldea intentando molestarlo y tuvo que parpadear varias veces ante la visión.

Un poco más allá de la playa, por encima de las olas podía ver la forma flotante del tritón que lo observaba desde la distancia.

Se restregó los ojos y los entrecerró para hacer más clara su visión.

El mismo pelo rubio, piel clara y esa cola azul brillante que parecía llamas bailando debajo del agua.

Se acerco a la orilla del mar para observarlo mejor.

El era muy  joven para comprender conceptos como belleza y atractividad pero podía decir que era una vista extrañamente bonita.

Se sentó al borde del mar donde el agua rosaba sus pies y no se dio cuenta la manera rápida  y decidida en que el otro se acercaba.

Estaba mirando caminar un cangrejo cuando el agua lo salpico y levanto de nuevo su cabeza.

Estaba ahí, junto a él.

Ace se sorprendió y sí  no grito  fue porque estaba demasiado confundido para hacerlo.

Salto hacia atrás tropezando con sus propios pies y cayendo en su trasero.

Muchas afirmaciones y respuestas vinieron al mismo tiempo.

Si, era una sirena.

No, no estaba alucinando.

Corre maldita sea.

No pudo hacerlo y se quedo paralizado viendo como se arrastraba un poco por la arena en su dirección.

Pudo escuchar su voz, cosa que le pareció muy extraña porque el otro no abrió la boca ni una vez.

Le estaba pidiendo acercarse, le llamaba suavemente.

Nope.

La voz que era gruesa pero de tono amable y se suponía que  un tono como ese normalmente le causaba a Ace algo de tranquilidad, pero en cambio, todo su cuerpo gritaba peligro.

Malditas sus cobardes piernas que no funcionaban.

Justo cuando la mano palmeada del otro se extendía hacia su rostro, a centímetros de tocarlo, una voz rompió el encantamiento.

- ¡Ace!- era el niño de los vecinos que seguía a Ace a todas partes pidiéndole amistad.

Luffy, recordó que se llamaba.

El hombre pez retrocedió instintivamente y se sumergió en las olas, dándole una última mirada.

-¡Luffy!- Ace sintió un peso terrible irse de su corazón- ¿Qué haces aquí?-

- venia a buscarte, Makino hizo el almuerzo y estas invitado- el niño sonrió inocente y Ace supo instintivamente que no había visto al otro.

-ok- se levanto y sacudió su ropa, siguiendo al niño.

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Desde ese instante en adelante, su sentido de  auto conservación que nunca supo que tenía hasta ahora, le insto a no ir solo a la playa, y por ningún motivo sumergirse en el mar.

Tuvo más encuentros, pero eran lejanos, observándose el uno al otro desde la distancia, aunque la suave voz del otro intentara atraerlo hacia el mar.

Cuando cumplió los quince años y tubo la edad y el permiso necesario para buscar un trabajo, opto por el de pescador.

Su isla de residencia sobrevivía de la pesca y de otras labores menores, pero la más rentable era pescar, ya que en los demás trabajos había que matarse como un animal para conseguir si mucho la comida diaria.

Ace jamás volvió a mencionar la historia de sus encuentros con el monstruo marino, para evitar rumores acerca del enloqueciendo o fumando quien sabe que.

Al entrar en el mar para su primer viaje, se dio cuenta por fin, de la manera en que estaba metido en el territorio del tritón.

Joder.

Nadie parecía darse cuenta de que el rubio nadaba cerca del barco, el muchacho solo podía relacionarlo con un tiburón, con la forma en que se movía y parecía rodear la nave.

Extrañamente empezó a recibir presentes.

No podía demostrarlo pero estaba seguro de que era el otro quien se los daba.

Además de las buenas faenas de pesca que tenían cada vez que podía observar al rubio nadando alrededor de su barco, estaban objetos obviamente sacados del fondo del mar, que se enredaban en las redes que Ace tenía a cargo. Perlas, de vez en cuando algún objeto de oro, cosas probablemente hundidas hace mucho tiempo.

Tenia dieciséis cuando sucedió algo que cambio su perspectiva del tritón para siempre.

Había sido contratado por un nuevo barco pesquero bajo el mando de un hombre que se hacía llamar barba negra.

Era un hombre ya entrado en los cuarenta, obeso pero fuerte y que ofreció a los jóvenes del puerto un trabajo lucrativo en poco tiempo.

Sobra decir que más de uno fue atraído con la propuesta y Ace mismo se enlisto en la tripulación del hombre.

Zarparon del puerto con una prontitud increíble y en pocos días se encontraron en mar abierto, siguiendo las instrucciones del capitán que buscaba un cardumen de peces extraños y valiosos.

Pero una vez que se encontraron lejos del puerto, todo se había vuelto mucho más oscuro para los jóvenes ayudantes.

El hombre había cambiado su manera de actuar y se había revelado a sí mismo como un esclavista.

Ace y los demás chicos se resistieron con fuerza, pero eran superados en número y armamento siendo arrinconados en la cubierta y encadenados.

Mientras los hombres celebraban su nuevo “cargamento” Ace trabajaba con una pequeña ganzúa que le había regalado Luffy intentando zafar el seguro de las cadenas y hacer algo para evitar su destino.

Entonces fue cuando lo vio.

Mirándolo desde las olas como siempre.

Justo cuando el sonido del cierre de las esposas se activo  y sus manos fueron liberadas, justo en el momento en que barba negra y sus compañeros se dieron cuenta de que Ace estaba libre y se abalanzaron contra el…

Justo en ese momento el tritón, canto.

No era un idioma conocido, fue lo único que Ace pudo pensar.

Si algo en el mundo se pudiera comparar a ese momento, entonces tendría que ser el éxtasis.

El canto se escucho por toda la nave. Era hermoso, perfecto, se escuchaba por cada rincón, cada respiradero, como si estuviera en todas partes y en ningún lugar.

Entonces el joven se dio cuenta del efecto que esto tenía en los demás tripulantes.

Estaban embelesados, mirando fijamente al mar donde el tritón de cabello rubio seguía cantando. Ace se acerco a la barandilla, y miro el agua.

-dios… - se cubrió la boca mirando el agua alrededor.

Estaba llena de ellas.

Amarillo, verde, negro, rosa… podía ver aletas de todos los colores moviéndose por debajo del agua y alrededor del barco.

Miro a la tripulación del esclavista y vio que caminaban muy despacio, con cara de idiotas, casi babeando, hacia el borde de la embarcación.

Sus  amigos estaban en el mismo estado y agradeció mentalmente  porque estaban encadenados y no podían moverse.

Volvió a mirar el agua donde los hombres y mujeres más hermosos que haya visto empezaron a salir uno por uno.

Miraron a los tripulantes y extendieron los brazos hacia ellos, con una cara sonriente, amable, casi amorosa.

No pasaron muchos segundos antes de que el primero saltara al vacio hacia los brazos de una de las bellísimas criaturas.

En cuanto toco el brazo de la sirena, esta se sumergió junto con el hacia las profundidades.

 Luego otro y otro, hasta que solo quedo barba negra en el mar.

Y su tritón.

La voz no se detuvo a medida que nadaba hacia el capitán del navío.

Ace miro con curiosidad cuando llego al hombre y detuvo su cantar.

Barba negra parecía confundido por un segundo, antes de darse cuenta de su situación y mirar con terror a la criatura a su lado y gritar por ayuda.

El tritón tomo al desagradable hombre entre sus brazos y Ace se sintió extrañamente confundido.

Entonces el hombre pez sonrió.

Nunca lo había visto sonreír antes, era solo una torcedura de labios la que le dejaba ver… ahora supo que probablemente era para darle algo de seguridad. Porque lo que se escondía en su boca era una fila de dientes puntiagudos y brillantes.

Los cuales clavo en el cuello del hombre con saña.

Ace callo de rodillas ante la escena, su mandíbula inevitablemente abajo ante la visión de la carnicería.

Hasta el momento, había visto al tritón  como un inofensivo habitante del mar, que lo seguía a todas partes y le daba regalos de vez en cuando.

Y ahora estaba viendo a ese mismo ser, devorar al capitán barba negra, arrancando la carne, desgarrando los músculos y huesos como si fueran papel.

Miro hacia otro sitio del mar, buscando tal vez un poco de consuelo en las aguas azules, y solo encontró algo aun más horrible.

Toda el agua alrededor del barco era de color rojo…

Las demás sirenas…

Intento vomitar pero su estomago se negaba, y aunque el olor a sangre invadiera su nariz, y pudiera escuchar el latido de su corazón en los oídos, no podía apartarse.

Al final, el tritón soltó los restos despedazados y los dejo hundirse en el mar.

Entonces devolvió la mirada.

Y sonrió.

Sin tapujo, como el depredador que era.

Con la mandíbula y los dientes manchados de rojo.

Como la criatura mortal que siempre fue.

 Lo peor, era que lo quería a él, como se lo hacía entender mientras extendía sus brazos hacia él y lo llamaba suavemente.

Lanzó  algo al barco y Ace oyó el ruido metálico de las llaves al caer.

Ven… sígueme…

No, no, no, no.

Salta al agua…

Ace retrocedía ante cada palabra.

Su cuerpo ardió contrariado.

No debía querer saltar.

Y sin embargo quería.

Estaba aterrado y aun así  quería moverse y unirse al hombre en el agua.

La tentación de un demonio.

Los gritos de sus compañeros clamando ayuda lo sacaron de su hipnosis y corrió hacia ellos sin dar una sola mirada atrás, donde el tritón se sumergió en el agua con una sonrisa traviesa, dejando atrás solo una mancha roja.

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Ace se negó a hablar de lo que vio a cualquier persona.

Cuando volvieron a su hogar todos en el pueblo esperaban escuchar la manera en la que habían salido victoriosos contra los malvados hombres de barba negra, y misteriosamente los compañeros de Ace no recordaban nada, así que le preguntaron, ya que él estaba suelto en ese momento.

- no lo sé, no lo recuerdo- eran sus únicas respuestas.

Había reflexionado muchas veces sobre el asunto, y llego a la conclusión de que lo mejor para todos era que nadie supiera la verdad.

Que barba negra y sus hombres habían sido reducidos a pedazos por un cardumen de sirenas.

 Je, el mero pensamiento le resultaba inverosímil.

Irónico era que el objetivo inicial del viaje había sido encontrar “un cardumen de peces extraños y valiosos” y los habían encontrado sin querer.

Y habían sido conducidos a la muerte por ellos.

Por otro lado estaba el hecho de que si por casualidad, alguien le creía aquella historia loca armarían algún tipo de viaje para “cazarlos” u observarlos o lo que sea y estaba seguro de que algo así solo terminaría muy mal.

Por supuesto, decidió mantenerse lejos de altamar por algún tiempo… o para siempre si pudiera.

Pasaron dos años sin que él se acercara al mar, sin que viera al tritón, sin que tocara la cubierta de cualquier barco pesquero.

Y eso hubiera continuado por mucho tiempo más si no fuera porque un día decidió ir a comprar camarones al puerto.

Terminaba su compra cuando oyó los gritos.

-¡mi hijo! ¡Por favor, sálvenlo!-

Ace soltó la bolsa  y corrió hasta donde la mujer gritaba desesperada señalando un punto que se alejaba.

El muchacho no lo pensó, ni siquiera reflexiono un solo momento en las posibles consecuencias  cuando se quito la camisa y salto al mar.

Nado con rapidez intentando alcanzar al cuerpo que veía sacudirse a lo lejos  luchando por no hundirse.

Pataleo unos metros más,  y su mano toco la camisa del niño de la cual se aferro sacándolo a la superficie.

-¡no te sacudas!- Ace protesto cuando el otro comenzó a patalear y gritar por su madre- ¡nos hundiremos!-

 El niño estaba demasiado aterrado para escuchar y golpeaba a su salvador, hundiéndolo en el agua.

Cuando ya no podía mantenerse a flote por más tiempo y trago su primer bocanada de agua, sintió escamas acariciar los dedos de sus pies.

Dos fuertes brazos lo sacaron de vuelta a la superficie y Ace pudo respirar de nuevo.

Estaba a punto de agradecer a quien fuera la persona que lo había salvado cuando se dio cuenta de quién era.

Miro hacia abajo solo por confirmación y vio la cola llameante sacudirse.

El niño estaba inconsciente gracias a dios.

Ace deseaba que todo fuera un mal sueño, que cuando despertara estuviera en su cuarto y se hubiera caído de la cama o algo.

Miro a todas direcciones menos a la cara del hombre pez, cuando una mano palmeada se poso en su barbilla y lo obligo a mirar esos ojos color cielo…

Y esa sonrisa aterradora llena de colmillos mortales.

Mío…

 Estaba seguro de que el tritón había estado rondando esos dos años en busca de él.

Pensándolo bien era la primera vez que se tocaban.

Bueno, que Ace era tocado por el otro.

Sus manos recorrían el pecho desnudo del muchacho al mismo tiempo manteniéndolo a flote. El pecoso se congelo cuando sintió esos dientes rosar muy suavemente la piel de su espalda y hundirlo un poco más.

Volvió a ponerse al frente del muchacho y sin darle tiempo para reaccionar puso sus labios helados sobre los de él.

Y comenzó a hundirse llevándolo hacia las profundidades.

Soltó el cuerpo que estaba intentando salvar y unió sus manos en un desesperado intento de liberarse. Pateo y araño pero el otro permanecía impasible besándolo suavemente.

Sintió algo pasar a toda velocidad por un lado suyo y de repente estaba libre del agarre y de dos fuertes patadas salió a la superficie.

Tomo una gran bocanada de aire y miro a todos lados buscando la causa de la repentina liberación y vio un bote pesquero que había recogido al hombre que se ahogaba y disparaba al agua sin parar.

El viejo Garp.

El anciano extendió una mano hacia el ayudándole a subir al bote donde el otro hombre permanecía inconsciente pero vivo.

-¡viejo! ¡¿Cómo llegaste?!—

-¡aléjate de la orilla Ace! ¡Podría volver por ti!

Ni bien había terminado de decir esa frase cuando  el tritón salió disparado del agua y se aferro con agarre de hierro al brazo del pecoso.

- ¡suéltame!- la fuerza del hombre pez era muy superior y gruñía furioso mientras salía sangre negra de su hombro e intentaba arrastrarlo de nuevo al agua.

Garp cargo la pistola y le apunto.

Entonces el rubio clavo sus colmillos  en el hombro del joven sacándole un grito fuerte y recibió un nuevo balazo en la cola.

Con un gruñido salvaje se sumergió en el agua negra y desapareció.

Ace recupero el aliento y se dio cuenta de que no era capaz de levantarse, que sus piernas temblaban sin control y su corazón latía dolorosamente.

Garp no dijo nada mientras remaba hacia la orilla y la familia del muchacho que casi se ahoga les agradecía llorando por haber salvado al otro.

- ¡vamos!- Garp lo agarro del hombro y lo llevo hacia su casa.

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-¿lo has visto más veces?- Garp puso frente a él una taza de té caliente y saco un botiquín.

- desde que tenía diez- dijo Ace en un susurro- pero últimamente ha estado más… ¿posesivo?...

-¡diez!- Garp parecía horrorizado ante la idea, y la verdad si era algo para asustarse- ¿tienes idea del peligro en que has estado?-

- ¿crees que no?, ¿Por qué crees que me mantuve alejado del mar estos dos años? Estaba demasiado asustado para volver, con las cosas que vi… lo que hizo-

-las sirenas  son demonios Ace… comen carne humana

- lo es viejo, ¡devoraron una tripulación entera frente a mí!…

-¿b-barba negra…?

- y sus hombres…-

-¡¿Por qué no lo dijiste?! ¡Pudimos haber hecho algo!

- ¡no seas ridículo viejo! ¡Los devoraron! ¡Sin una lucha! Saltaron al mar por sus propios pies… ¿Qué podríamos hacer nosotros? Solo terminarían muertos al igual que ellos- Ace examino la herida en su hombro, no estaba nada mal, considerando que pudo haberle arrancado el brazo de un solo tajo.

-tienes que permanecer lejos del mar Ace… esa cosa no quiere comerte por una razón…-

-¿Qué? No… espera ¿Por qué sabes tanto de ellas?

- tuve un encuentro una vez…

- supongo que te salvaste porque eres sordo…

Garp había perdido la audición cuando en su juventud había participado en la guerra y las balas de cañón le habían reventado los tímpanos.

- lo mejor será que no vuelvas al mar…

-¿y se puede saber cómo voy a hacer eso? Me las he estado arreglando los últimos dos años pero ya estaba pensando que no podía durar más tiempo… ¡es una isla por dios! ¡Está rodeada del océano!

Garp se quedo pensando mientras atendía la herida de Ace, era cierto. Indiferente a la extensión de la isla, los habitantes Vivian de lo que sacaban del mar, era simplemente ridículo que planeara vivir toda su vida alejado del mismo cuando había una playa en todas partes cada pocos kilómetros.

La herida era profunda y dejaría cicatriz, pero afortunadamente no había dañado los nervios o el hueso así que se recuperaría sin mayor problema.

Cuando termino de suturar cayó sobre el espaldar de su silla  y miro a la lámpara.

-¿Por qué no le dijiste a nadie?

- lo intente las primeras veces… pero me dijeron que tenía mucha imaginación… que esas cosas no existían y preferí quedarme callado antes de convertirme en un renegado por locura…

- bueno… tienes razón… Ace, esa cosa, esa cosa esta intentando llevarte con él.

-¿hm?

- me refiero a que solo hay dos razones para que una sirena o tritón salga a la superficie

-¿Cuáles?

- la primera para cazar humanos… y la segunda es para conseguir pareja

Ace escupió el té que estaba bebiendo tranquilamente.

-¡¿Qué?!

- a diferencia de lo que muchos creen, las sirenas y tritones no son una raza natural… son demonios, seres caídos así que cosas como tener hijos o reproducirse están fuera de la cuestión

-¿entonces quieres decir que…?

- tientan humanos a las profundidades y los convierten en sus amantes-

Ace se helo en su asiento.

-¿hay alguna manera de evitar toda esta mierda?, tengo miedo…

- habría que arriesgarse una última vez… tienes que viajar al continente, podemos pedirle a Luffy que cuide de ti mientras te acostumbras y viajas a algún país donde no tengas que ver el mar nunca más…

Era una apuesta de todo o nada, sí lograba llegar al continente jamás tendría que ver de nuevo al hombre pez y viviría su vida humana tranquilo, hasta el día de su muerte.

-¿Cuándo…?-

- lo más rápido posible. Creo que esta semana un barco mercante va a viajar, es un viejo amigo mío así que le diré que te lleve a tierra firme, y le avisaremos a Luffy para que vaya por ti.

Ace asintió en silencio y dándole las gracias al viejo por sus cuidados se fue a dormir, tenía muchas cosas en que pensar, demasiados problemas en muy poco tiempo.

Esa noche no pudo dormir.

Su mente estaba en el mar y en el tritón de cabello dorado… ¿eso era lo que quería? ¿Arrastrarlo al fondo del mar y convertirlo en su amante?, era extraño incluso para el que después de haberlo visto en su verdadera naturaleza, no sintiera asco o repulsión, tal vez porque su víctima fue barba negra y su tripulación… o tal vez porque su mente seguía pensando en esa belleza cegadora y la mano que se extendía hacia él a través de las aguas…

-ahhhh- se sostuvo la cabeza mientras gritaba confundido- ¿Qué mierda pasa?-

¿Por qué no podía verlo como el monstruo que era?, se había metido tan profundo en su cerebro…

--lo mejor será viajar al continente y olvidarlo de una vez y por todas… maldita sea…

Tres días después, Garp llego a avisarle de que su amigo Kuzan había preparado el barco para zarpar y que lo esperaban al amanecer para el viaje hacia el continente.

- ¿estás seguro de que estará bien que vaya con ellos?-

- no te preocupes-Garp le palmeo con la fuerza suficiente para mandarlo de frente – llegaras a salvo mientras sigas escondido donde te dijimos

Iban a llevarlo en uno de los cuartos inferiores del barco, lejos de la vista del mar, debía quedarse allí hasta que tocaran tierra firme. No podía arriesgarse a salir, y que el tritón lo viera y trajera con el otro cardumen de sirenas.

A demás, la embarcación conocía la leyenda y solían llevar tapones para los oídos, Kuzan mismo había enfrentado a una también y sí no fuera porque solía hacerle caso a las advertencias de Garp sobre los misterios del mar…

En fin.

Ni un rayo de sol se había levantado aun sobre el océano cuando Ace llego a la nave. Estaba cubierto con una capucha verde oscura y llevaba en una mochila sus pocas pertenencias y algo de dinero que había ahorrado durante sus años de vida.

-¿así que tu eres el nieto de Garp?- pregunto el hombre moreno de pelo afro mientras lo guiaba al interior de la embarcación.

-sí… muchas gracias-

El hombre no respondió, llevándolo a las habitaciones bajas de la nave.

- este será tu cuarto-

Era una pequeña habitación, con una cama, una mesa y una silla, bastante oscura por la distancia entre ella y la cubierta.

- te traeremos las comidas a las ocho, una y siete… - sin darle más explicaciones u otra palabra, salió del cuarto.

Ace entro al pequeño habitáculo y se sentó en la dura cama. El barco se balanceaba suavemente y podía oír algunas suaves olas golpear el barco. Tiro la bolsa  con sus pertenencias a un lado y encendió una vela, tirándose en la cama, mirando el techo.

No tenia nadie de quien despedirse en su isla natal porque no había muchos que lo quisieran teniendo el padre que  tenia, solamente Garp alguna vez se preocupo por él, Luffy y Sabo, pero no podía depender de ellos para siempre.

- tal vez pueda emprender una nueva vida…- Ace sonrió- iré a algún país donde nadie sepa mi pasado o mi descendencia, donde la gente no me juzgue por que Roger fue un hijo de puta… será genial…-

La verdad es que todas esas palabras se las estaba diciendo para consolarse a sí mismo, sabiendo que dejaba atrás la seguridad de lo único que había conocido y que tenía miedo.

Miedo de estar en un lugar extraño con gente extraña  y miedo de lo que el mar tenía para él.

La herida de su hombro estaba aún fresca, y le dolía… a pesar de que había recibido el tratamiento adecuado, parecía que no quería curar bien… no estaba infectada pero no cerraba.

-tch… -

Ya que no podía salir, decidió que intentaría por lo menos tener un poco de sueño.

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Habían pasado tres días después de zarpar y Ace estaba infernalmente aburrido.

Encerrado en ese pequeño cuarto, las horas eran eternas y  los días parecían siglos.

Su hombro dolía mucho, y las medicinas que su abuelo le había dado no estaban surtiendo efecto, se sentía mareado y casi no podía dormir, haciendo su estancia aun más insoportable.

Además tenía una extraña sensación… estaba seguro de que el tritón rubio estaba ahí… en alguna parte, podía sentirlo, esa sensación de miedo y atracción mesclados.

La respuesta a ello se presento esa misma noche… el barco sufrió una sacudida mucho más fuerte que las anteriores y Ace supo que debían estar pasando por una tormenta.

Uno de los hombres de Kuzan le informo que estaban en medio de un tifón y que necesitaban a todos los hombres que pudieran en cubierta, para recoger las velas, y sobrellevar la nave hasta salir de la tormenta.

No podía quedarse cruzado de brazos, aunque muy en su interior sabía que estaba cayendo en una trampa.

Cuando salió a cubierta, todo era caos.

El barco se sacudía, lanzando a los marineros de un lado a otro, no dudaba que alguno hubiera caído por la barandilla a estas alturas.

Corrió hacia una de las velas y ayudo los tripulantes a enrollarlas y evitar que la nave fuera afectada más gravemente.

El sonido del agua cayendo los ensordecía y los truenos iluminaban esa noche tormentosa con un mortal resplandor.

¿De dónde había salido semejante tormenta? Esto no era algo que no se pudiera predecir, normalmente las nubes se verían desde la distancia y el barco debería haber sido capaz de cambiar el rumbo antes de verse envuelto.

Una ola especialmente fuerte ladeo el barco unos grados más de los que son sanos para la vida y el pecoso y algunos de los marinos con los que estaba subiendo la vela no tuvieron de donde agarrarse y golpearon la barandilla.

-mierda…- Ace fue tirado de nuevo al piso de la cubierta cuando el barco se estabilizo a pesar de que casi se había volcado.

Se arrodillo y sosteniéndose de la barandilla y aclarando su visión.

Allí estaba.

Allí estaba, ahí estaba… ahí, ahí, ahí, ahí.

Mirándolo.

El tiempo se paralizo, las gotas de lluvia caían tan lento que casi aseguraba que podía contarlas.

Su ropa empapada se pegaba a su cuerpo y le dificultaba el movimiento.

-¿Cómo…? ¿Cómo lo supo?-

¿Había estado siguiendo el barco todos estos días? ¿Planeando la manera de sacarlo fuera? ¿Vio como Ace subía a la nave?

Sacudió la cabeza espantando todas esas preguntas estúpidas que no necesitaba por el momento. El problema era que estaba ahí, nadando en la superficie, con una mirada oscura y una sonrisa mortal.

Mío…

Ven…

Ahora…

-detente… ¡detente!- Ace miro directo a los ojos azules del otro -¿acaso piensas hundir el barco?

La sonrisa de la criatura se ensancho y Ace supo que era justo lo que buscaba.

Ven conmigo…

Ahora…

Siempre…

Un rayo impacto uno de los mástiles y se incendio.

Ante la destrucción del barco, ante la tormenta, por un solo momento, no existió nadie más que ellos.

¿Seria… sería tan malo?

El tritón estaba dispuesto a llevarse todas las vidas necesarias con tal de tenerlo, lo había salvado y había asesinado a cualquier persona que había intentado hacerle daño.

Todo porque lo quería a él.

Porque lo deseaba.

Trago grueso, pensando… decidiendo.

El tritón planeaba hundir el barco y llevárselo.

Pero sí él le daba le daba la mano y lo seguía… ¿Qué pasaría con él? ¿Sería devorado? ¿Sería arrastrado al océano?

Se levanto y camino los pocos pasos que lo separaban del borde de la nave.

Su corazón ardía en deseo.

Desde niño su miedo había sido seguir ese deseo que lo llenaba cada vez que aparecía la cola brillante y el cabello rubio del hombre pez.

Había intentado llevarse la contraria, había temido el día en que no pudiera resistirse.

En que su deseo de tocar esa piel paliducha y esos labios helados, le ganara.

Hoy era ese día.

La mano derecha de la criatura se levanto de nuevo y se extendió hacia él.

No había sonrisa maliciosa, no había ojos mortales, su rostro era serio e inescrutable.

¿Cuál es tu respuesta?

Ace no oyó los gritos de los marineros que corrían hacia él, no oyó los relámpagos o la lluvia mientras  saltaba por el borde de la nave.

-sí-

Fueron segundos que parecieron horas los que se tomo caer de lleno al mar.

El agua lo cubrió por completo y abrió los ojos observando las aguas negras que lo rodeaban.

Aun sí iba o no  a morir, había tomado su decisión.

Oyó una especie de silbido atravesar el agua y pronto fue apresado de por esos brazos fuertes. Hubo un jalón violento que lo empujo lejos de la nave donde los hombre aun gritaban y fue arrastrado como un muñeco  a través de las olas hasta que estuvo lo suficientemente alejado como para no oír ni un ruido proveniente de la tripulación.

Salieron a la superficie  y Ace tocio el agua que trago y recupero la respiración.

Una vez que lo hizo miro a la cara del tritón rubio, esperando lo que fuera que iba a sucederle, ahora que estaba en sus brazos y nadie lo salvaría.

El rubio le devolvió la mirada penetrante, y Ace sintió que atravesaba su alma.

Sus manos palmeadas rodearon el cuello del joven y lo atrajeron hacia él, besándolo posesivamente.

Fue desesperado, violento.

El rubio mordió sus labios con esos dientes de sierra y saboreo la sangre que salía de las heridas.

Mío, mío, mío…

No volverás a escapar…

Nunca.

Sonrió de nuevo y una de sus manos palmeadas se separo del cuerpo de Ace y se dirigió a su propia mandíbula.

El pecoso no pudo evitar notar que no tenía cicatrices de los balazos que Garp le había dado, y que no parecía en mal estado. Es más, estaba radiante.

Solo vio un pequeño destello de esa dentadura afilada y la sangre negra del tritón comenzó a circular por la herida en su palma.

Era oscura como la noche, incluso más oscura que el mar, como petróleo.

Estuvo confundido por un momento, pero el segundo después a ese, la otra mano del tritón apresaba su mandíbula, abriendo su boca.

-¿eh?-

Gotas negras se deslizaron por sus labios y su lengua perdiéndose en su garganta.

Sabía mal, horrible, como hiel.

Se atraganto e intento escupir pero no lo dejo, lo obligo a tragar ese líquido negro hasta que comenzó a arder.

Dolía.

Ace grito.

¿Por qué?

Su cuerpo empezó a doler, a arder, a retorcerse, sus gritos quien sabe sí podían escucharse hasta la nave, o hasta el otro lado del océano.

El tritón permaneció impasible intentando brindarle algo de tranquilidad, sostuvo su cabeza para que no se hundiera, y tampoco pudiera mirar que le sucedía a su cuerpo.

Los huesos de sus pies tronaban y sentía su carne abrirse y cerrarse, ¿Por qué no perdía el conocimiento?, su ropa se rasgo y quedo desnudo frente al rubio que seguía mirando a sus ojos sin inmutarse.

Pronto terminará…

Perdió la noción del tiempo y estuvo entre la conciencia y la inconsciencia por quien sabe cuándo.

Cuando recupero un poco la noción de sí mismo, ya no sentía dolor.

Estaba algo atontado y miro al rubio en busca de una explicación.

El otro nadaba dando vueltas a su alrededor. Parecía muy satisfecho mientras lo miraba de arriba abajo.

Miro sus pies para  ver que tenían de especiales.

No estaban.

En su lugar, una brillante y poderosa cola roja se extendía donde estuvieron sus extremidades inferiores, terminando en una aleta de color dorado.

Sus manos también habían cambiado y ahora eran palmeadas, terminando en garras filosas y escamas rojas iban desde la muñeca hasta el codo, se toco el cuello y pudo sentir las branquias.

Sus dientes…

Sus dientes eran puntiagudos.

En medio de su confusión el otro tritón se abalanzo sobre él y lo abrazo.

Por siempre…

Para siempre…

Me perteneces.

Mientras asimilaba esos cambio el otro lo tomo de la mano y lo hundió en el océano nadando en dirección a la nave.

¿Qué quería hacer allí?

La tormenta había terminado y aunque el cielo estaba cubierto por nubes oscuras y aun lloviznaba las olas eran mansas y los vientos suaves.

La embarcación no había salido indemne eso sí. El mástil golpeado por el rayo había caído y las velas se habían rasgado a pesar de todo.

Probablemente estaría varado hasta que algún barco respondiera a sus señales de auxilio.

No habían salido todos con vida de eso. Bajo la superficie del mar y del barco, había varios cuerpos flotantes, marineros que se cayeron por la borda y no resistieron el suficiente tiempo para recibir ayuda.

Se acercaron a un cadáver al azar.

Ace lo reconoció un poco, pero no sentía nada al verlo muerto.

El tritón de cola azul se acerco un poco más y tomo el cuerpo entre sus brazos, clavando sus dientes en la carne fresca, dejando salir la sangre que tiño el agua y llego hasta Ace.

Era embriagador.

El olor metálico que antes le hubiera dado repulsión de repente se sentía muy bien.

Ace abrió la boca y probó el agua de mar con sabor a sangre

De repente sentía mucha hambre.

El otro parecía saberlo y seguramente por eso era que lo había llevado hasta allá.

Lo miro y le hizo una seña para que se acercara. El pecoso lo hizo sin dudar.

Devoraron la carne hasta que no quedo más que un lio difuso de partes desmembradas y órganos no comestibles.

 No sintió remordimiento ni pena, fue como comer cualquier cosa, no había maldad en ello.

No había nada de malo.

Su cola se movía suavemente con el compas del mar y tomo la mano que el rubio le ofrecía, sonriendo mientras se hundía en las aguas oscuras, hasta el fondo del mar, hasta el lugar que ningún humano vería jamás.

 

 

Notas finales:

¿que tal les parecio? espero que bueno, por favor, dejarme su opinion acerca de este, he estado muy ilucionada con que les guste y realmente me romperia el corazon si no es asi.

chau.

las dos opciones para el proximo fic esta entre

-viaje en el tiempo

-vampiros

elijan por favor <3


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