-— t-tú no eres Marco…
El muchacho moreno señala la figura casi idéntico de su novio, de pie en la cocina sonriéndole cariñosamente.
— Marco no tiene… esos b-b-Bo…
— ¿b-b-botones?
El hombre rubio muestra de nuevo esa sonrisa de dientes inusualmente blancos mientras señala los botones relucientes de color azul, cocidos donde se supone que la gente normal lleva sus ojos.
— ¿te gustan?, querido, yo soy el otro Marco, tu otro novio— su sonrisa se ensancha aún más—
— ¿hay otro Marco? ¿Tengo otro novio?
— Todo el mundo tiene otro algo— dice sabiamente el supuesto Marco— algunas veces es otra madre o padre, u otro amigo de la infancia, pero para ti soy tu otro amante, el otro Marco.
Ace no confía, pero el otro parece ignorar su mirada, invitándolo a cenar. La boca se le hace agua… ¡hay tanta comida! Cosas que ni Ace ni Marco han podido comer desde que se mudaron y su marido siempre está ocupado en su nuevo y explotador trabajo.
— come todo lo que quieras cariño, todo lo hice para ti… ¿son tus favoritos, verdad?
Es verdad y Ace come hasta saciarse. Esa noche, el y el otro Marco se sienta a una distancia relativa en los muebles de la sala y hablan durante mucho tiempo. Ace extrañaba que su esposo le contara sus aventuras en el trabajo y discutir sobre los contratiempos que tenía, sus nuevos compañeros y amigos. Su novio había estado tan ocupado últimamente que todo lo que hacía al llegar a casa era darse una ducha y dormir, solo dejando un rápido beso de buenas noches en la frente de Ace.
No puede negar que ama la forma en que el otro Marco le presta atención y lo mira como si fuera los más valioso en el mundo. De la misma forma que Marco lo hacía antes de estar tan ocupado en el trabajo.
Se duerme sintiendo los dedos del otro Marco en su cabello.
Se despierta en su cama normal, rodeado del gris de las paredes sin pintar y su novio no está por ninguna parte.
Ya se ha ido a trabajar.
Ace maldice, porque su sueño fue tan maravilloso y la realidad tan diferente que se levanta con pocos ánimos para hacer el desayuno.
Le envía mensajes de texto contándole de su interesante sueño y de cómo quiere que vuelva a casa para que puedan hablar en la noche.
Pero la única respuesta que recibe de Marco es un “estoy trabajando”.
Gruñe en frustración.
Y la puerta pequeña en una de las paredes de la sala de repente se vuelve más atractiva. Incluso si es solo un sueño, Ace está conforme con refugiarse en el para huir de la triste realidad en la que se encuentra. Después de todo es imposible resistir cuando en la otra casa, su otro amante lo espera, sonriéndole todo el tiempo y solo para él.
¡Es un sueño hecho realidad!
Dejando entonces la gris casa detrás, se interna en el pequeño corredor al otro lado de la puerta en la sala.
— bienvenido, Ace— dice el otro Marco con su increíble sonrisa— ¿quieres jugar a un juego?