(POV LAY)
Ya había pasado una semana desde que Kyung salió del hospital. Igualmente había pasado una semana desde que ni yo ni Min nos estábamos sintiendo bien. Los dos usualmente somos los que menos nos enfermemos, pero de alguna manera, todo esta muy diferente.
Yo no podía ir a mis practicas de baile sin tener nauseas o cansancio. Era como si cada mañana me tuviera que arrastrar de la cama a la escuela. Algo definitivamente estaba mal. Probablemente los dos habíamos cachado un resfriado o algo por el estilo.
-Señores Zhang y Kim, por favor pasen por este lado. –dijo una enfermera, sonriendo mientras nos mostraba el camino.
Kyung nos había recomendado de este doctor que al parecer era muy bueno en lo que hacia, porque de solamente conocerse por una semana, ya eran muy buenos amigos.
-Por favor siéntense, en un momento estoy con ustedes. –dijo el doctor Choi, quien usaba un par de lentes muy elegantes. Salió del consultorio para inmediatamente regresar y sentarte enfrente de nosotros.
-Bien, ¿Me podrían contar qué es lo que tienen? –dijo muy amigablemente.
-Pues verá… -miré a Min como pidiendo su permiso para hablar, el cual me otorgó con un leve movimiento de su cabeza. –No nos hemos sentido bien. Desde hace una semana, nos sentimos cansando sin razón aparente. El cuerpo nos duele, tenemos nauseas matutinas, entre otras cosas.
El doctor nos miraba con cara de estupefacción. Ya saben, cara tipo. “Really?”
Parpadeó más de una vez para salir de su sorpresa y abrió la boca varias veces sin realmente decir nada.
-Antes de que saque alguna conclusión, mejor les haremos unos estudios, aunque estoy casi seguro de lo que ustedes dos tienen y créanme que no es nada parecido a una infección.
Min y yo nos miramos mutuamente sin saber que era. ¿Tal vez se me habían pasado las bacterias de mi unicornio por pasar tanto tiempo con él? No. Eso no podría ser, porque Jun-Jun lo baña muy bien todos los días y Min casi no viene a visitarlo, por lo que no hay manera que sea eso.
Nos llevaron a otro cubículo en el cual una enfermera se me acercó con una jeringa. AH NO. Soy todo un macho peludo, pero odio las jeringas. ESO SI QUE NO.
-No se me acerque señorita, porque no respondo. Le advierto que Tao me enseño wushu. –dije poniendo una pose en defensa.
La enfermera rodó los ojos. Se que me estaba comportando como un crio, pero no me iba a dejar que me metieran esa cosa del demonio en mi bracito.
-Deja tus estupideces Xing, que ya me quiero ir a comer bollos mi casa. Así que apúrate. –dijo Min usando su táctica tan efectiva. “la mirada”
No tuve otra opción que hacerle caso a Min antes de que usara la chancla.
-Será solo un piquetito de hormiga. –dijo la sonsa enfermera.
Y por un demonio que era un piquetito. ERA UN PIQUETÓN.
-Despacito… despacito… ¡AH! ¡QUE MIERDA LE PASA SEÑORA! –grité cuando introdujo la aguja en mi vena.
-¡¿DISCULPA?! –dijo indignada poniendo una mano en su pecho inexistente.
-Disculpas aceptadas pero no sea tan brusca a la próxima. –dije balanceando mis pies en la camilla. Como decía, a veces puedo ser todo un hombre varonil pero a veces se me chispotea.
La enfermera bufó y continuó haciendo su trabajo.
Después de la odisea que pasamos para que nos sacaran sangre. O que yo pasé, porque Min no lloriqueo como yo lo hice.
He de agregar que esta semana, a Min-hyung se le ha estado removiendo la charola porque cambia de humor como de calzones.
Esperamos unas cuantas horas y luego fuimos llamados al consultorio del doctor.
-Siéntense por favor. –ofreció mientras leía los resultados de los dos.
Levantó la mirada del papel para observarnos y luego la llevó de nuevo al papel.
-He escuchado que ustedes son amigos de Kyung y Jongin.
-Así es, ellos nos recomendaron venir a verlo en caso de que nos sintiéramos mal.
-Hmm… ¿Acaso les comentó de que yo era un Ginecólogo Obstetra?
-… ¿Qué? –preguntó Min.
-Yo atiendo a las mujeres embarazadas o… hombres embarazados.
La quijada de los dos se nos cayó al piso.
-¿No habrá sido que ellos estaban sospechando de algo? –preguntó el doctor alzando una ceja.
Min se levantó inmediatamente de su asiento como si este quemara.
-No puede ser… -dijo anonadado.
-En efecto. –contestó el doctor mostrándonos los resultados. –Felicidades, ambos tienen un mes y dos semanas, igual que Kyung.
Hubo un silencio sepulcral en el consultorio. Solamente se escuchaba el doctor que se aguantaba las ganas de reírse, probablemente porque ya había pasado por una situación parecida de revelar en embarazo de jóvenes adolecentes.
-Jejejeje… -me reía sin razón aparente. –Muy buena esa doctor, casi me la creo.
El volvió a enarcar una ceja y acomodó sus elegantes lentes. –No es ninguna broma Yixing. Estás embarazado, lo mismo que Minseok.
Me puse a llorar como magdalena.
-No puede ser cierto –dije entre hipidos. -¡Me quitaran a unicornio! –Mi vida estaba terminada. –Jun-Jun no me va a querer gordo.
-Dilo por ti que estas delgado yo ya decía por qué me veía tan gordo últimamente. –dijo dramáticamente Min.
El doctor simplemente se reía de nosotros.
-No olviden venir a sus chequeos mensuales. Y espero verlos con los padres de los bebés.
-Si claro, eso lo dice usted porque no lo empotraron y lo dejaron preñado. –Y ahí va Min con sus cambios de humor.
El doctor se seguía riendo de él y sus cambios de humor.
-Por cierto, llámenme Seung, no hay que tener formalidades entre amigos, porque los amigos de mis amigos, son igualmente mis amigos. –dijo sonriendo y yo lloré de nuevo por que él era muy tierno.
(***)
Me encontraba vagando por las calles. Min se había ido hacia mucho tiempo atrás, diciendo que lo tenia que consultar con la almohada y los bollos.
Me sentía devastado. ¿Un hijo? Ni siquiera podía cuidar de mi mismo, menos de un pequeño unicornio.
Sonreí, la idea de Junmyeon cargando al pequeño unicornio o unicornia me hizo sonreír. Pero esa felicidad se esfumó al pensar en todas las responsabilidades. ¿Qué dirían mis padres?
Comencé a llorar de nuevo. Las personas que estaban a mi alrededor caminando me miraban raro, pero en ese momento me valía un comino lo que pensaran. Tal vez las hormonas eran el problema.
Después de estar llorando por lo que pareció una eternidad, recogí los pequeños pedazos de coraje que tenía y me animé a hablarle para contarte del bebé.
Usualmente Junmyeon me contestaba en la primera tonada, pero pasaron unas 3 hasta que una voz me contestó.
-¿Bueno? –y no era exactamente su voz.
-¿B-bueno? J-jun… -era la voz de una mujer.
-Lo siento, el no se encuentra en este momento, se está tomando una ducha, estaba muy sudado luego de terminar. –dijo riendo inocentemente.
Ese fue la gota que derramó el vaso. Colgó y dejé caer mi brazo a peso muerto.
Mis ojos picaban, pero me quería convencerme a mi mismo que no era lo que parecía. Que Junmyeon me amaba lo suficiente como para no engañarme con otra persona, pero era muy difícil y si se le agregaban las malditas hormonas, no fue muy difícil, hasta que terminé llorando de nuevo.
Mi vida en China fue algo no tan buena. Un pasado que evitaba traer a memoria, porque yo había cambiado, pero dicen por ahí que el pasado siempre te persigue a donde uno va.
Yo era un pandillero, no importando que mis padre tenían enormes cantidades de dinero, a mi me encantaba ir a pelear a las calles y golpear a mis oponentes hasta que perdieran el conocimiento.
Era conocido como el Invencible Dragón Zhang, ya que nunca fui derrotado. Mis amigos nunca pensarían que yo había sido ese tipo de persona porque yo había hecho un cambio de 360 grados.
Era mentira de que había aprendido wushu de Tao, yo sabia pelear perfectamente. Cuando me secuestraron, había sido tan influenciado por la amabilidad de Suho que mi lado peleador no salió a flote, pero mi antiguo yo todavía no se había desvanecido por completo.
Solamente cuando llegaba a mi limite era cuando este salía, y en este momento acababa de alcanzar ese límite.
Estrujé mi celular en mis manos y me limpié las lagrimas, me tragué mi amargura y me dirigí a un lugar al que usualmente frecuentaba cuando estaba en China; al bar.