No podía creerlo. Nuevamente humillándose, nuevamente destruyendo sus valores, es que él nunca quiso intervenir en una pareja, pero de alguna manera dos veces ya había cometido ese horrible error. La noche que vivió con ese chico en el cumpleaños de Chiaki fue quizás el momento más mágico de su vida, jamás había sentido algo tan fuerte por un desconocido, no lo habría besado si el sentimiento no lo hubiese dominado por completo, para más remate él le había advertido de su novia, aún así cuando se besaron todo desapareció, estuvieron toda la noche maravillándose entre caricias y besos en un rincón de la fiesta, intentaban no dormir puesto que sabían que al día siguiente regresarían a la realidad y tristemente su nuevo amor se iría donde su novia y él… bueno, él -bien merecido lo tenía- quedaría con su corazón doblemente roto. Hubo un momento en la madrugada en la que ya no aguantaron más y durmieron sentados en unas sillas, incómodos pero abrazados, esto solo lo hizo más feliz. Al despertar ya eran pocos los que quedaban, Chiaki les sonreía un poco incómodo, claro, quizás qué lazo tendría ese joven con su amigo, prefería no saber mucho. Tomaron desayuno y limpiaron, hasta que solamente quedaron ellos tres, sabía que ya era hora de despedirse, y nuevamente se besaron, eran únicos, brillantes, explosivos, eran todo. O lo fueron, pues no quedaron en nada, sabía que ellos habían sido más efímeros que el soplo a los dientes de león y así mismo se extinguieron, con la brisa de la noche y se esparcieron por el mundo hasta desaparecer.
Al hallarse solos Chiaki lo miró aprehensivo - Hiroki, ¿qué fue eso?- parecía enfadado.
- Chiaki, yo… la verdad… no lo sé. Solo sucedió, no era mi intención - el castaño tartamudeaba avergonzado, después de todo se habían besado frente a todos - Te prometo que solo fue algo momentáneo - dijo para intentar solucionarlo.
- ¿Estás seguro? ¿No volverán a hablar? - Kamijou no sabía qué responder, ¿estaba su amigo en conocimiento de la situación de su chico misterioso? ¿Le estaba reclamando acaso por eso?...O tal vez, claro, quería proteger al joven.
- Seguro - afirmó - no te preocupes, no lo lastimaré -.
Tras esa breve charla decidió marcharse, agradeciendo a su amigo y felicitándolo nuevamente, volver a su hogar sería lo difícil, aparentando que nada sucedió, sus padres le creyeron sin chistar, Hiroki mantenía su propio departamento, pero la casa familiar estaba mucho más cercana a la de Yoshino, además sinceramente no quería estar solo.
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El lunes asistió a la universidad normalmente, quizás un poco más distraído pero casi pasaba desapercibido ese detalle, hasta que sonó su celular: Shinoda.
Shinoda había sido quien rompió su corazón despiadadamente antes que el chico misterioso, Shinoda le había ilusionado, lo había enamorado, con su sencillez lo atrajo y él cayó como un imbécil, creyéndolo diferente y sincero, tan ingenuo. Cuando se dispuso a contestar el teléfono ya agobiado de las intermitentes llamadas semanales alguien se lo arrebató y terminó el contacto antes de que siquiera comenzara.
- Hiroki, no puedes estar arrastrándote por este tipo, él simplemente no lo vale, ¿que acaso no lo entiendes? él sólo te utilizó, ¿cuándo encontrarás a alguien mejor? ¿hasta cuándo tendré que decírtelo? - Akihiko, él fue su primerísimo amor, pero claro, fue un mero cariño infantil, no desató las pasiones que Shinoda sí logró en él, a pesar de ese malentendido en el cual resultó rechazado pudieron mantener su amistad de la infancia sin mayores problemas, él lo apoyaba y sabía todo sobre él, bueno al menos ahora lo sabría…
- Conocí a alguien - lo interrumpió exabrupto - Los ojos de Usami se abrieron mucho más, incrédulos ante las palabras de su mejor amigo.
- ¿Qué? ¿es eso cierto? ¿quién es?¿cuándo?...¿cómo? - las preguntas se le liaban en la punta de la lengua al de ojos violeta, hasta que una ampolleta se prendió en su cabeza - ¡la fiesta de Chiaki! - No fue una pregunta, sino una afirmación, por lo que se limitó a asentir con la cabeza gacha, ahora debía contar el resto y sabía que su amigo no estaría nada feliz con eso.
- ¿Quién es? Acaso... ¿conseguiste novio? - los ojos de su amigo brillaban esperanzados con cariño, él se preocupaba mucho por el castaño, genuinamente vivía el dolor diario con él de haber sido traicionado, su interés era puro y bien intencionado y por lo mismo, le dolió pronunciar lo siguiente que rompería nuevamente la confianza entre ellos.
- Tiene novia, no sé su nombre, es un amigo de Chiaki al que no volveré a ver - Esa bomba cayó lentamente en la mente de su incondicional y mientras lo digería pudo divisar claramente el cómo las emociones lo embargaban, una tras otra. Primero confusión, luego enojo, un poco de decepción y por último mucha, muchísima tristeza.
- ¿Hasta cuándo Hiroki? - hablaba quedito, sin rastro de furia, su rostro estaba plano, sabía que le había decepcionado nuevamente - ¿Cuándo aprenderás a valorarte? eres un chico estupendo, eres lindo, inteligente, eres bueno, ¿por qué debes buscar a gente problema que no vale ni un suspiro tuyo? - No sabía qué le dolía más, si su tranquilidad o los gritos, ahora ciertamente parecía que la pasividad de Usami al hablar calaba más profundo en su corazón y sin su permiso las lágrimas desbordaron de sus ojos, haciendo el recorrido desde sus mejillas hasta el final de su rostro, era un llanto silencioso y pesado, de esos que te nublan la vista y no paran, que te destrozan el corazón.
- No nos volveremos a ver Akihiko, no nos volveremos a ver jamás - Ah, los molestos hipidos comenzaron a emerger, era deplorable, pronto se sintió envuelto en los brazos de su mejor amigo,una persona como él, tan incompleta como Hiroki mismo lo intentaba reconfortar, en un principio se dejó hacer, Usami solo pasaba sus dedos entre el cabello del castaño y a ratos besaba su frente y eso, eso solamente lo enfureció, se sintió un niño siendo reprendido por su madre, sintió que era compadecido, se sintió sucio y roto y ya no pudo más.
- ¡BASTA! - gritó tan enfurecido y repentinamente que hasta las lágrimas se interrumpieron, su rostro estaba enrojecido de la ira pura, sus puños apretados listos para blandirse ante cualquier situación que lo requiriera, y vomitó las palabras que jamás realmente pensó ni sintió, pero que aún así se alzaron sin duda, sin ton ni son - Eres tan cínico Akihiko, me hablas de aprender a valorarme cuando ni tú mismo realmente lo haces, me miras con pena por caer ante chicos que ya tienen su vida armada cuando tú andas por ahí babeando por Misaki, ¿y sabes? Misaki es un chico con su vida lista, no te necesita y solo estorbas en su noviazgo con Ijuuin, sabes que le causas problemas pero insistes en perjudicarlo y ¿por qué? ¡Porque dices que es tu verdadero amor! ¡A la mierda el verdadero amor Akihiko! Se pueden pudrir tú, Misaki y su novio en un triángulo que sabes solo tú mantienes, eres igual de ridículo que yo Usami, somos las escorias que nadie puede reconocer como un hombre digno de ser un compañero, somos simples “otros” que viven de intervenir en relaciones ajenas, así que deja de sermonearme si no puedes mantener ni tu propia vida en orden, ¡IDIOTA! - grité todo realmente molesto a las afueras de la universidad, no había nadie lo suficientemente cerca para oír pero sabía que mis palabras habían calado profundo en el endeble corazón de mi amigo. Yo era el idiota.
Salí corriendo del lugar camino a mi departamento, quería estar solo y ahogar mis penas en alcohol, llorar un rato y llamar a Shinoda rogándole por un poquito de su amor, postrándome a sus pies si era necesario para que me hiciera el amor al menos una vez ¿es que acaso no era deseable? Teniendo 20 años seguía siendo virgen, en la adolescencia le propuse a mi amigo peliplata perder la virginidad juntos, él se excusó diciendo que ya hace un rato no era virgen, pues un tutor suyo lo había violado, fuera del shock que esto me causó me dijo que no me preocupara, pues le había gustado y los hicieron durante unos años hasta que conoció a Misaki. Luego, con Shinoda, no tuvimos tiempo ni lugar para llegar a más, ¡Rayos! Odiaba ser virgen, odiaba a Usami por aguantarle sus estupideces, odiaba saber que le perdonaría sus crueles palabras, odiaba al tonto de Misaki por caer redondito ante su novio siendo que Kyo lo engañaba por quien se interpusiera en su camino, odiaba a Shinoda por no amarlo, odiaba a Chiaki por no presentarle a su amigo misterioso y por sobre todo, odiaba al chico de profundos ojos mar y cabello negro azulado por no intentar mantenerlo ni siquiera como su puta, todos se podían ir al jodido infierno. Bebió una botella de ron, una de vodka y tres chupitos de tequila, aun estaba consciente y había vomitado su alfombra, no podía mantenerse de pie, por lo que se encontraba recostado cerca de su inmundicia cuando su celular sonó, miró la pantalla y apretó el botón para aceptar la llamada, al intentar hablar su lengua se enredaba y nada coherente salía, al parecer la otra persona tampoco hablaba, pues llevaba unos minutos intentando reaccionar de alguna manera, miró nuevamente la pantalla y lo que creyó era una llamada era más bien una notificación de las estúpidas redes sociales. Era una solicitud de amistad, la abrió entre risas ahogadas, un poco enfermizas debido al alcohol, luego de un poco de esfuerzo se puso de pie y se afirmó de la mesa de centro, aceptaría a cualquier imbécil y se le insinuaría, le daría su virginidad y se volvería su puta, para al fin terminar con el iluso sueño del felices para siempre, cuando ingresó al perfil grande fue su sorpresa. Kusama Nowaki, se leía, la foto era algo borrosa y sus ojos nublados no ayudaban pero lo sentía, era él, su chico misterioso y aceptó, para luego caer desfallecido al suelo tal como un costal de papas cayendo en un sueño profundo e intranquilo. ¿Qué quería Kusama Nowaki?