Llegamos a mi casa y Anis no hizo nada. Entramos al apartamento y tampoco.
–¿Mm? ¿Te has arrepentido?–eché el pestillo y me vi acorralado de cara a la puerta–¡Ah!–
–Menudo boxeador estás tú hecho.–me tenía inmovilizado
–Imbécil.–
–Anis-sama, para ti.–
–Que te den.–intenté apartarme de la puerta, pero no me dejaba–¡¿Pero de donde sacas esa fuerza?!–
–Mido 1.80 y estoy en forma.–bajó sus manos hasta mis caderas–Veamos cómo estás tú.–deslizó mis pantalones hacia abajo
–Mm...–me dejé hacer a regañadientes
–Oh...gatito obediente...–un mordisco en mi cuello, y su mano derecha deslizándose bajo mi ropa interior, entre mis nalgas
–¡Ah!–gemí al sentir sus dedos introduciéndose en mí
–Abre un poco más las piernas–me ordenó
Obedecí aunque los pantalones estuvieran clavándose en mis muslos, y apoyé la frente en la madera de la puerta, dejándome llevar por los dedos de Anis y las sensaciones del momento.
–Mm...–
–¿Te has rendido?–se quejó–¿Tan fácil?–apartó su mano
–Eso es lo que tú te crees.–aproveché su lejanía para darme la vuelta y besarle, tomando el control de la lucha de lenguas esta vez
–Mm...–pero Anis me bajó los pantalones del todo, sin asumir el lugar que yo quería darle
–Eres difícil eh...–
–O tú muy fácil.–me cogió en volandas y sentí muchísima vergüenza en aquel momento
Creo que es la primera vez que alguien me coge en brazos desde que era un niño.
–¿Te has sonrojado?–le dio la risa
–¡No me cojas así imbécil!–
–Ahora te suelto.–me llevó a la habitación y me dejó sobre la cama–Como toda una princesa eh~–
Aunque estuviera burlándose de mí, aunque estuviera riéndose, había algo en la forma en la que me miraba, en la manera en la que se estaba desvistiendo frente a la cama... dentro de él residía esa semilla de lo salvaje, de lo exótico.
O quizá estoy demasiado borracho como para pensar con claridad.
–En qué piensas.–y me había quedado como toda una estrellita de mar boca arriba en la cama, a merced del señorito Anis
–...me he quedado ido.–dejé que me quitara la ropa que me quedaba
–Aki.–sus labios junto a mi oído
–¿Mm?–
–Fin del asalto.–
Y me penetró.
–¡Aaah!–clavé mis uñas en su espalda, no iba a concederle el placer de que yo fuera el único “sufriendo”
–Mm...–
–Eres un imbécil.–
–Dijo el boxeador fracasado con mi pene dentro de él.–
–La próxima vez te la arranco de un mordisco.–
–Oh.–echó sus caderas hacia atrás, saliendo lentamente de mí–Habrá una próxima vez.–no me dejó contestar porque volvió a impulsarse hacia delante
–¡Aah!–
Llegados a este punto ya no me importaba nada.
–Desde la primera vez que te vi en el gimnasio...–no entendía cómo Anis tenía la capacidad de crear frases largas en esta situación–Quería hacer esto.–
–Eso no es profesional por...ah...tu parte.–
–¿Ah no?–su lengua deslizándose desde mi clavícula hacia arriba, delineando mi cuello
–Mhn...no...–
Estaba ardiendo, hacía años que no hacía de pasivo en un encuentro sexual, pero no recordaba haber disfrutado jamás de esta forma.
Supongo que así son las cosas fuera de esta pequeña isla.
**
Tras mi declaración de sentimientos fallida a Aki estuve una semana completa sin recibir un solo mensaje o llamada por su parte, lo cual me entristeció más de lo que me esperaba. Al octavo día me llegó un mensaje de texto al salir del trabajo.
“¿Cuándo sales?”
“Estoy saliendo ahora.”
“Te espero.”
–...–hacía años que Aki no venía a buscarme al trabajo, no sabía si estar feliz o esperarme lo peor
Me lo encontré de frente nada más cruzar la puerta, y me decidí a saludarle yo primero:
–Hey...–
¿Cuál era el protocolo? ¿Un abrazo? ¿Nada?
–Hola.–me lo dio él–Esto... ¿podemos hablar?–
–Claro...–no sabía si quería escuchar lo que tuviera que decirme
Caminamos en dirección a mi casa, el uno al lado del otro.
–Aki...–yo soy el maduro aquí, debería empezar–Yo no te lo dije para que me dieras una respuesta sí o sí...podemos dejarlo como estaba...Solo...bueno, quería decírtelo.–
–Creo que lo sabía.–
–¿Ah?–
Ahora resultará que yo soy el tonto.
–Estuve pensando...y supongo que el hecho de que te guste aclara algunas cosas...–
–Mm...–
–Shinya yo te quiero, de verdad.–
Se viene el rechazo.
–Y no voy a salir contigo, precisamente por eso. No quiero intentarlo solo “por hacerlo”, “por lástima”, te mereces más respeto por mi parte que eso. Sería un reverendo idiota si te hiciera daño por embarcarme en una relación contigo sin sentir lo mismo que tú.–me miró a los ojos–¿Lo entiendes?–
Y por primera vez desde que nos conocíamos, Aki me había dejado sin palabras a mí. Ni la más florida definición del término “amor” que mi teléfono pudiera ofrecerme podría competir con su mirada en aquel instante.
–Sabes Aki.–mi mano en su hombro
–¿Mm?–
–Serás un gran profesional.–
–¿Ah? Qué dices ahora.–
–Puedes irte.–le di dos palmadas en la espalda–No voy a ir a casa.–
–¿A dónde vas?–
–A hacerme mayor, que de momento vas ganando.–le revolví el pelo–Deberías ir a ver a Anis. Creo que os irá bien.–comencé a caminar en dirección contraria, y Aki no me siguió
Acabé en la puerta del gimnasio, en esta ocasión esperando a la salida de alguien “menos habitual”.
–¿Ah?–Makoto se sorprendió al verme allí–¿Shinya?–
–¿Estás libre ahora?–
–¿Mm?–
–Te invito a cenar.–le ofrecí
–Claro.–aceptó sonriente
Y por primera vez en toda su vida, el pequeño empollón de la clase tomó las riendas de su vida amorosa.
Y ganó el combate.
**
–¡Kuina, despierta!–
–Mm...–se abrazó a mí–¿Ya es hora...?–
–¡Sí, vamos a llegar tarde!–
–Voy voy voy.–se levantó de un salto–Uh, mala idea.–se apoyó en la pared para no marearse
–Si es que eres tonto.–le pasé su ropa de deporte–Venga vamos.–
–¡Sí señor!–se vistió sin pensárselo demasiado
Desayunamos juntos y salimos de casa. A correr. ¡Sí, yo, Subaru, y mi novio, Kuina! Después de mi “charla pacífica” con Kazuki su entrenamiento dejó de interesarme, o quizá él dejara de esforzarse en su trabajo porque no iba a tener mi culo.
–¡Ah!–hablando de eso Kuina acababa de darme un azote
–¡Vas con mucha prisa!–
–¡Perdón!–volvimos a correr al mismo ritmo
Aún visitaba el gimnasio un par de veces por semana para hacer “trabajo de máquinas”, pero ya no iba solo. Kuina se sumó a mis rutinas de forma natural, sin que yo se lo pidiera: “Supongo que podríamos divertirnos juntos en esto.” había dicho. ¡Y aquí nos tenéis! Es casi fin de año de nuevo...y esta vez he cumplido todos mis propósitos.
–Aaah...estoy muerto.–nos detuvimos a descansar un momento
–Oye Kuina.–
–¿Mm?–se sentó en un banco a reponer líquidos
–¿Sabes qué reto podríamos plantearnos para el año que viene?–
–No voy a dejar de fumar y el sexo diario es innegociable.–me cortó
–No, idiota.–me senté en su regazo
–Entonces te escucho.–su mano en mi espalda, abrazándome
–Mudarnos.–
–¿Mm? ¿A dónde?–
–A donde nos dejen tener gatitos.–le robé la botella para beber yo
–¿Ah?–
–¡Llevamos años queriéndolos!–
–Lo sé pero... ¿por qué así tan de repente?–
–Sé que es mucha responsabilidad pero...bueno...ha llegado un punto en el que sé que quiero estar contigo todo lo que pueda y...quiero que hagamos las cosas que nos gustan aunque sean... “decisiones a largo plazo”.–
–Aha ahora dime eso mirándome a los ojos.–me retó
–Eres un idiota.–le di un beso
–El primero se llamará Manchitas.–
–Y le querré más que a ti.–
–Ahora tú eres el idiota.–volvimos a besarnos
Nunca me he sentido tan completo.
**
Todo el mundo estaba de un lado a otro, y parecían tener muy claras sus tareas... Y mientras tanto yo intentaba no ahogarme con mi propio aire ante lo que iba a ocurrir en unos minutos.
–¡Aki!–Shinya entró al vestuario–No me dejaban pasar pero no iba a dejarte salir ahí sin decirte nada–me abrazó–Lo vas a hacer genial. ¿Estás nervioso?–
–Para nada.–
–Mentiroso.–
–Calla, ¿has venido con Makoto?–
–Sí, ahí lo tengo en la grada esperando.–
–Pues ve tranquilo con tu chico que yo estoy bien, pienso ganar.–
–Claro.–me revolvió el pelo–Mucha suerte.–salió del vestuario
Respiré hondo, todos mis amigos habían venido a verme hoy, era el combate más importante de mi vida, ya que...
–¿Qué, listo para tu debut? Mr. Professional Boxer.–
Malditos sean Anis y su inglés de Oxford.
–Estoy listo.–
–Lo sé.–se acercó a mí y compartimos un intercambio de saliva–Si ganas te compensaré esta noche.–
–Vete preparando el culo.–lo reté, y se rió de mí
–Por supuesto cielo.–
Ha pasado ya un año desde que Anis apareciera en mi gimnasio con su pelo largo y su imponente altura, y por muchas peleas que hayamos tenido, y la forma “poco madura” en las que las hemos resuelto...a día de hoy más que un entrenador, un amante esporádico o una pareja sentimental, puedo considerarlo mi compañero de batalla.
Y es que si bien esta noche voy a salir yo solo al ring, sé que da igual si alcanzo o no la victoria, porque nunca estaré solo cuando baje.