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Entre Role Player's por Deih

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Notas del capitulo:

Nota: El anime no existe, todo es de mi invención. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia[?]

*Este fic lo había escrito antes de que saliera a la luz el hermano de Noiz, pero ahora he decidido colocar a Theo tal cual es, por lo que este capítulo sí que está remodelado.

*Ah, como ya saben, no manejo la verdadera edad de los personajes, puesto que esto es un AU. Por si las moscas, Theodore tiene 17 años, en realidad.

*No, ni idea de cómo se llama el padre de esas dos dulzuras; sin embargo, aquí le he colocado Adolph. Y, por si alguna lindura me lee y no lo sabe, Wilhelm es el verdadero nombre de Noiz. Pero, ¿por qué Aoba no lo llama así? Se verá más adelante.

Glosario: Porque seguro no se me entiende un carajo.

*Starter: Comienzo de un Rol.

*AU: Universo Alternativo.

*Epic Role: La Santa Biblia. Bien, no. Es una rama del RP en el que las cosas suceden de forma más detallada y con una trama más complicada, teniendo cosas de trasfondo si tu inspiración te dio una mano.

Sus cuerpos cada vez estaban más pegados, Aoba ya se encontraba completamente contra la pared, siendo sostenido por los brazos de Clear. Los labios de ambos se mantenían a escasos centímetros, pudiendo incluso sentir la caliente respiración ajena. El simple hecho de que no le desagradara aquello, le asustó.

—Quiero volver… —pidió el Seragaki, algo desesperado. Hizo presión sobre el pecho contrario para intentar apartarlo, volteando su rostro en un pobre intento de no embriagarse con el aroma a menta que desprendía el albino.

—Aoba-san, por favor —la voz de Clear se escuchó igual.

El más bajo volvió a fijar su mirada en el rostro del chico sin comprender. ¿Por favor qué? ¿Le estaba pidiendo un beso?

Sintiendo un intenso calor recorrerle de pies a cabeza, decidió que ya era suficiente. Frunció el ceño, negando varias veces.

—Clear, suéltame. No puedo —el recordar a Noiz hizo que su voz saliera sin titubeos, estaba enamorado del rubio y aunque éste no le correspondiera, él le sería fiel a sus sentimientos.

Para su sorpresa —y alivio, en parte—, esta vez sí fue liberado de los fuertes brazos que poseía su contrario. Éste suspiró y pasó una mano por sus cabellos, con algo de decepción en la mirada.

—…será mejor que volvamos con los demás —con una sonrisa algo fingida, se dispuso a salir de allí, seguramente los otros estaban pensando cosas nada decentes; sin embargo, antes de que pudiera abrir la puerta, Aoba lo tomó del brazo para impedir su avance.

—L-lo…lo siento, yo… espero que encuentres a alguien mejor —susurró, bajando la mirada con algo de vergüenza. Ni siquiera una chica se le había confesado y ahora, ¿un chico? ¿De verdad? Al menos era una motivación para no rendirse con el alemán.

Levantó la mirada con confusión al escuchar la risa del albino, el cual volteó hacia él sin borrar la sonrisa de su rostro.

—No diga eso como si me hubiera rendido, Aoba-san. Tan solo creo que en verdad fui muy rápido —dicho esto y antes de que Aoba pudiera reaccionar, depositó un pequeño beso en sus labios, y solo dios sabe lo que se tuvo que contener para no devorarlos. Eran dulces, adictivos— Volvamos —murmuró, su voz siendo algo grave. Abrió rápidamente la puerta y salió, no quería hacer algo que no le convenía. Al menos, no aún.

El Seragaki se quedó parado con una expresión que, poco a poco, fue pasando de pálida a colorada, mientras su mano derecha iba directamente hacia sus labios.

—Suaves… —sin querer, su pensamiento salió en un leve murmullo, lo que hizo que se sobresaltara y saliera igual de rápido que el albino de allí. Eso estaba mal, muy mal.

[…]

—¿No creen que se están tardando un poco? —preguntó Mizuki, ya se había aburrido y le estaba dando sueño, cosa que les hacía saber a los demás estando apoyado en el hombro de Sly. A éste parecía no importarle, estando más concentrado en asesinar a su hermano con la mirada por las tonterías que estaba diciendo.

—Y también tenemos que hablarle sobre el condón y… —calló al verlos llegar, Clear con una cara pensativa y Aoba más rojo que un tomate. Aunque parecía estar recuperando su color lentamente.

—¿Se puede saber cómo sabes tanto del tema? —cuestionó Koujaku, apoyando su rostro sobre la mesa. También se estaba durmiendo, y es que había estado ayudando a Mizuki desde temprano.

—Ya dejen de joder —y no faltaba el mal genio de Sly—. Estos se están durmiendo, lo mejor es que vayamos a la mansión —chistó, picando la mejilla del moreno. Éste hizo una pequeña mueca molesta, acurrucándose más contra él.

—¿Entonces vamos a volver? —preguntó Aoba, observando con algo de ternura cómo Mizuki se negaba a separarse de su hermano, murmurando ''un rato más'' mientras Sly se debatía internamente entre tirarlo del asiento o dejarlo ser.

—Sí, y estos tres se vienen con nosotros —soltando una ligera risa, Shiroba se levantó con ganas. Al parecer, no se cansaba con nada.

—¿Eh? ¿Yo también? —Clear salió de sus pensamientos, sobresaltándose un poco.

—Koujaku, arriba… ¡ARRIBA! —de un zape despertó al japonés, asintiendo en dirección al peliblanco con gesto inocente.

—Aunque estamos en el centro, hace un rato se oían algunos truenos —comentó Mizuki, manteniendo sus párpados entrecerrados. La calidez del Seragaki mayor solo hacía que quisiera dormir con más ganas. Además, debía aprovechar que éste no se estaba dando cuenta, o de lo contrario ya lo hubiera tirado al suelo por idiota.

—Está bien, hemos venido en mi auto. Tch, ¿a qué hora se levantaron? —preguntó, frunciendo el ceño al ver cómo el moreno ya estaba dormido en su hombro.

—Uhm…como a las cuatro —respondió Clear, algo dudoso; sin embargo, no pudo decir nada más cuando Shiroba lo tomó de la mano junto con Koujaku, empezando a arrastrarlos hacia la salida.

—¡Vamos Aoba! Sly~, cuidado que estás en público —lo último no lo dijo, sino que movió sus labios sabiendo que su hermano le entendería al instante. Rió, guiñándole un ojo.

—Tu hermano nunca cambiará —susurró Mizuki una vez quedaron solos, intentando no reír para que su contrario no se desquitara con él.

—¿No estabas dormido? —cuestionó alejándose con molestia, colocando sus manos sobre la mesa para levantarse e irse de allí de una vez por todas.

—No puedo dormir teniéndote tan cerca —como si de un niño se tratara, el moreno tomó la mano de Sly, jalándolo hacia él nuevamente hasta hacerle caer de sentón a su lado.

—¡Tú…! —antes de que el Seragaki pudiera propinarle un buen golpe por estúpido, una presión sobre sus labios le detuvo.

¡Ese idiota! ¡¿Cómo carajos le besaba delante de toda esa gente?! Aunque, tal vez, era lo mejor. De esa manera podría demostrarle a esas niñatas que no dejaron de verlo en toda la maldita hora, que ya tenía dueño y era él. Porque sí, era posesivo. Y sí, también muy celoso.

Poco a poco comenzó a olvidarse de su alrededor, de todas aquellas miradas y rostros curiosos, envidia o molestia. Después de todo, él hacía lo que quería, con quien quería y cuando quería, no se detendría a fijarse en la opinión de los demás.

Dispuesto a tomar el control, rodeó el cuello del moreno con sus brazos e hizo mayor presión, comenzando a mover sus labios lentamente mientras sentía las manos de Mizuki bajar hasta su cintura, moviéndose algo inquietas en la zona a la par que le atraía aún más a su cuerpo.

Casi sin poder evitarlo, su boquita se entreabrió y Mizuki, sin perder tiempo, introdujo su lengua con fuerza, llevando su diestra a la nuca de Sly para hacer más presión contra sus labios, sin percatarse de que las miradas que les observaban sin disimulo, aumentaban.

Cuando un jadeo escapó de su garganta, supo que era suficiente. Con algo de dificultad, logró apartarse del moreno, limpiando rápidamente el rastro de saliva que había quedado a causa de la unión que habían tenido.

—Para que a esas mocosas les quede claro de quién eres —masculló con el ceño fruncido, levantándose para salir de allí. Nunca iba a admitir que cuando Mizuki lo besó, realmente se olvidó del lugar en el que estaban

Por su parte, el moreno rió quedo, haciéndole una seña a su padre antes de seguir a su chico. Con suerte y se podría acercar si no estaba enojado.

[…]

Sobó su cien por quinta vez en el día, estando completamente irritado por todas las estúpidas reuniones que tuvo que soportar desde las seis de la mañana. ¡Y las seguía aguantando!

—Muy bien, supongo que estos ingresos podrían ser suficientes —un joven de buen porte y voz grave, se dirigió al padre de Noiz, el cual estaba sentado en la punta con sus dos hijos a cada lado.

—No me convence demasiado —el hombre mayor, mismo que poseía cabellos oscuros y opacos, junto con ojos azules cansados, no se mostró muy convencido. A pesar de tener cincuenta años, creía tener la inteligencia suficiente para no dejarse engañar. Además, tenía a sus dos retoños.

—Es obvio que es un engaño. Si en verdad quiere hacer negocios con esta empresa, debería ponerse más serio —tal vez tendría que haber sido más respetuoso, pero Noiz no estaba de humor como para aguantar idioteces cuando podría estar hablando con Aoba o estudiando para el maldito examen que tenía la próxima semana.

—Mi hermano tiene razón, en verdad ya aburren —suspiró un joven de unos dieciséis años, era idéntico a su hermano, a excepción de su cabello, el cual era un poco más largo.

—Mis hijos han hablado, puede retirarse —espetó el mayor.

—Se equivoca, señor Adolph, estos ingresos son… —el empresario que hasta entonces se mantuvo serio, se levantó en un intento por convencerlo.

—Wilhelm, Theodore, pueden volver a casa. El chófer los espera fuera —sin siquiera prestarle atención al estafador, Adolph salió de allí junto a sus hijos. Theo observando algo apenado al sujeto que intentó pasarse de listo.

—Padre, ¿Addie se encuentra en la mansión? —cuestionó el menor con una disimulada mueca de disgusto, no era sorpresa para nadie que su madrastra era una abusiva de primera.

—Por supuesto, vive allí después de todo —con cariño, el mayor revolvió los cabellos del rubio—. Ahora bajen y nada de paradas —lo último lo dijo mirando a Noiz, el cual estaba más ocupado revisando su celular.

No se ha conectado desde anoche —pensó frunciendo levemente el ceño, guardando nuevamente el móvil y haciéndole una seña a su hermano para subir al ascensor, sin dirigirse la mirada a su padre. Éste solo negó, soltando un suspiro.

—¿No eres muy duro con nuestro padre? —cuestionó Theo una vez estuvieron en el elevador, apoyándose con cansancio contra la metálica pared.

—No me interesa realmente —respondió, frotándose los ojos, no había dormido nada.

—No quiero ir a la mansión. Addie siempre me molesta y ni hablar de su hija —se cruzó de brazos. Él no se quejaba demasiado, de hecho era amable con todos, pero luego de años ya era imposible seguir soportando la convivencia. Incluso, podría decir que comenzaba a odiar a la mujer con la que su padre se casó, luego de la muerte de su madre.

—¿Por qué no te encierras en tu habitación y ya? —dejando escapar un bostezo, Noiz salió del ascensor. Habían llegado al primer piso.

—Porque no tengo nada que hacer encerrado. Noiz, ¿no puedes hacer algo? No soporto más esto —solo le faltaba arrodillarse, a sus dieciséis años esas dos locas convertían su vida en un infierno. ¿Por qué? Por el simple hecho de que él era demasiado bueno, e incapaz era de decir que no.

—Estaba pensando en viajar a Japón cuando termine los exámenes —confesó algo inseguro; sin embargo, su hermano parecía estar sufriendo mucho, por lo que, tal vez, no sería tan malo decirle sus planes—. Y si nuestro padre no molesta, puedes venir conmigo —terminó de decir, subiendo a la limusina seguido de Theo.

Le hizo un gesto para que no dijera nada delante del chófer y apoyó su mentón sobre su mano, observando la ventana con aburrimiento. El vehículo comenzó a moverse y Noiz cerró sus párpados, intentando no dormirse. Luego de haber tenido que parar la video-llamada, su padre lo arrastró hacia la oficina sin importar el horario, cosa que no le había hecho mucha gracia; mas no pudo negarse, después de todo aún era menor.

Sin poder evitarlo, sus pensamientos se centraron en Aoba. Ese chico captaba su atención en todos los sentidos, y no entendía muy bien lo que sentía cada vez que hablaba con él. Ni siquiera terminaba de comprender el por qué su corazón dolió tanto cuando le vio llorar, sin saber el motivo de sus lágrimas. Lo único que sabía era que hablar con él le daba tranquilidad, esa tranquilidad que no tenía desde que su madre falleció y a su padre se le ocurrió tener otra mujer, con una hija por demás molesta para completar.

Algunas veces, cuando roleaban, sentía que quería traspasar la maldita pantalla y tocar su rostro, consolarlo cuando sabía que estaba mal, tenerlo entre sus brazos. Aquellos pensamientos solo lo confundían, se suponía que sus gustos eran hacia las féminas, entonces… ¿Por qué?

¿Por qué quería estar más cerca de él y acabar con la distancia que los separaba? ¿Por qué se ponía tan celoso cuando alguien robaba su atención? ¿Por qué su corazón pedía a gritos escuchar su voz y sentir su piel?

No era tonto, estaba al tanto de que pensar y sentir aquellas cosas, significaban que estaba enamorado. Lo que no entendía era el por qué. ¿Cuándo pasó? ¿En qué momento cayó?

No importa si es chico o chica, es Aoba y él… —hizo una pequeña mueca al recordar la video-llamada, como se había puesto rojo, lo adorable que era— Solo no me veo con alguien que no sea él —terminó de pensar, sin saber qué hacer. No podía simplemente llegar y decirle: ''Hola, me acabo de enterar que soy gay. Me gustas, ¿sales conmigo?''

Aunque la idea no está tan mal.

—¡Mis hermosos hermanitos llegaron!

Un chillido lo sacó de sus pensamientos, la limusina ya había estacionado y una chica de largos cabellos rojos y mirada pícara, se encontraba abrazando a Theo. Dios, parecía estar asfixiándolo.

—¡P-por favor…! —el menor no sabía cómo zafarse de semejante abrazo. A pesar de que tenía la misma edad que Noiz, se comportaba como una niña pequeña.

—Ema, suelta a mi hermano —bufó el mayor con molestia, saliendo del auto. Caminó hacia los grandes portones oscuros de la mansión, lo único que quería era dormir aunque sea una hora.

—¡Noo! ¡Quiero ir de compras con mis hermanos! —antes de que Noiz pudiera pasar al jardín, la chica lo abrazó por detrás, pegándose a él como lapa— Mi madre dijo que no tendrían problema.

—Te dije que no me molestaras —se soltó sin ser brusco, acelerando sus pasos para encerrarse en su habitación, sin prestarle atención a los gritos de su hermanastra.

Una vez allí, pudo respirar con tranquilidad. La corbata empezaba a asfixiarle y el traje lo estaba matando, definitivamente ese no era un estilo que combinara con sus piercings.

Luego de ponerle seguro a la puerta, se quitó todo sin prisas hasta quedar en boxers, dirigiéndose hacia la gran cama para tirarse en ella y frotarse contra la almohada como un gatito. Una vez que sus exámenes terminaran podría ir ''de vacaciones'' a donde quisiera, o eso le había prometido su padre.

La verdadera razón por la que quería ir a Japón en ese lapso de tiempo era obvia. Quería conocer a Aoba, verlo aunque sea una vez y aclarar sus sentimientos, saber si lo que comenzó como una amistad, lo que empezó gracias al mundo del RP, se había convertido en amor.

Y si lo confirmaba, no lo dejaría ir.

[…]

—¡ESO FUE TRAMPA!

El grito de Shiroba retumbó en la sala de la mansión. Hace una hora habían llegado y el cielo parecía a punto de caer en cualquier momento. Además, los truenos eran cada vez más fuerte y la luz comenzaba a parpadear; sin embargo, eso no fue impedimento para que se pusieran a jugar a cualquier cosa.

A las cartas, por ejemplo.

Con una prenda menos si perdías, por ejemplo.

—Deja de quejarse y sigue las reglas del juego —con una sonrisa siniestra Sly se cruzó de brazos, no había perdido ni una sola ronda.

El peliblanco lo observó antes de quitarse la remera con un puchero. ¡Hacía frío! ¡Maldecía a su suerte!

—No es justo, tú no has perdido ni una sola ronda. Haces trampa, ¿cierto? —Koujaku señaló acusadoramente al peliazul, mismo que le sacó la lengua con burla.

—Solo pasamos tres rondas, es normal —Mizuki se encogió de hombros, él solo se había quitado el abrigo.

—Deja de defender a tu novio —chilló Shiroba aún enfurruñado, pensando en que debió ponerse alguna chaqueta como el moreno para no quitarse la remera y quedar expuesto tan rápido.

—Yo no defiendo a nadie, además Clear tampoco perdió —se quejó, ocultando su sonrojo al momento de apuntar igual de acusador al nombrado. Éste solo atinó a soltar una risa por lo infantiles que eran.

—Si se van a andar acusando entre sí, es porque no saben jugar —Aoba apareció en el umbral de la puerta con algunas bebidas, viendo desde allí a los cinco chicos que se encontraban sentados en la alfombra, alrededor de la pequeña mesita ratón.

—Habló el que no quiere jugar —musitó Sly, haciéndose el desatendido mientras observaba las cartas que le habían tocado en esa ronda.

—No me gusta —se defendió. Dejó los refrescos en el suelo para que pudieran tomarlos y volteó indignado—. Me voy a mi habitación, cuando terminen de verse entre sí me llaman —antes de que su hermano lo matara por decir tal cosa, salió disparado escaleras arriba, sintiendo la mirada asesina de alguien a sus espaldas.

Justo cuando cerró la puerta de su recámara, un trueno resonó, provocando que todo se iluminara unos instantes. Algo realmente terrorífico y digno de una película de terror.

Aoba pasó saliva lentamente, encendiendo la luz para, seguidamente, sentarse en uno de los cojines que se encontraban en el centro. Su abuela tuvo que salir a un viaje de negocios, por lo que estaría solo con sus hermanos un buen tiempo en la mansión. Pobre de las sirvientas.

Con algo de aburrimiento, tomó uno de los libros que estaban en la pequeña mesa. No quería ir a jugar ni tampoco tenía algo importante que hacer.

—¡NOIZ! —cubrió rápidamente sus labios al percatarse de que había gritado—. Ugh, espero que esté conectado —musitó, gateando hasta su cama para tomar su móvil. No prendería la computadora, ya que con el clima que había lo más probable era que se quedaran sin luz y no quería que se quemara.

Cuando llegó al aparato notó que había muy poca señal, pero algo era algo y necesitaba conectarse. El aspecto de terror que daba el cielo le había dado inspiración para un starter y no desaprovecharía la oportunidad. No siempre te visitaba doña inspiración.

Se sentó en el suelo, apoyando su espalda en la cama mientras comprobaba con pesar que el rubio no estaba conectado.

—Bueno, eso no me impide escribirle algo —susurró, sonriendo apenas. Recordó las veces que Noiz se había disculpado por responder tarde debido a las reuniones a las que era arrastrado. Simplemente era tan adorable, que lo enamoraba aún más.

Estuvo pensando unos cuantos minutos antes de empezar a escribir. Un escenario trágico, muerte, lluvia y dolor, agonía. Un Rol AU donde él protegería a su Usagi, luciendo los poderes que poseía por naturaleza.

Sin darse cuenta, terminó creando un Epic Role, tan largo que casi cansaba llegar al principio desde su celular. Tal vez los días tan oscuros como su corazón lo inspiraban más.

Pero no todo era perfecto. Porque seguramente el destino estaba en su contra, queriendo ver su cara de ''¡¿Por qué a mi?!''

—Mátenme —jadeó. Con rabia contenida, dejó su celular a un lado lentamente. Casi se podía oír cómo algo dentro de él se rompía.

¿Por qué?

En el momento exacto en el que apretó la maldita opción de ''Enviar'', a todos los Dioses y seres sobrenaturales que existían se les ocurrió que la luz debía irse, y no solo eso, también debía desaparecer la señal.

No enviando el starter.

Perdiéndolo más rápido de lo que lo escribió.

Tomó una almohada con suavidad antes de aplastarla contra su rostro con ganas de suicidarse. ¡NO PODÍA SER! ¡ESO TENÍA QUE SER UNA MALDITA PESADILLA! ¡QUERÍA DESPERTAR, RIGHT NOW!

¡Un maldito Epic Role perdido! ¡Maldecía a su celular y a la maldita señal!

—Creo…que voy a llorar… —murmuró, mordiendo un cojín.

Al final, ese día terminó peor de lo que comenzó. Sus hermanos notaron que había llorado, fue acorralado por un chico en el baño, un beso robado, Noiz que no se conectó y un maldito starter perdido.

No.

Definitivamente no fue un buen día.


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