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Los cuentos de Haru por MikaShier

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Blanrin Nieves

 

"Hace mucho tiempo, en un país lejano, un castillo yacía sobre la montaña nevada. La ciudadela que a ese reino pertenecía, se encontraba en las faldas de la misma montaña, delimitada por kilómetros tras kilómetros de espeso bosque. En el invierno, el lugar se veía incomunicado con el exterior debido a las grandes cantidades de nieve imposibilitando el paso por las veredas que al costado de la ciudadela se encontraban. Sin embargo, detrás de la montaña, al norte, el bosque era aún más espeso y peligroso, por lo que los transeúntes evitaban acercarse a ese lugar e incluso corría el rumor de que estaba embrujado.

 

En la habitación principal de aquel castillo, sentado junto a la ventana, la Reina Makoto veía la nieve caer en el jardín exterior. Con una sonrisa cálida, tomó su abrigo y salió del cálido lugar para sentir los copos de nieve sobre él. Su abultado abdomen demostraba lo que muchos ya sabían, el próximo nacimiento de un heredero, niño o niña.

 

Su curiosidad lo llevó a acariciar las ramas secas de un arbusto, pinchándose el dedo por accidente con una espina. Una gota de sangre cayó y la Reina Makoto la observó contrastar con la monocridad del blanco de la nieve y las ramas negras de lo que un día fue un rosal, entonces una idea vino a su mente.

 

─Dame un hijo con el cabello tan rojo como la sangre ─rogó a Dios mientras observaba la segunda gota de sangre caer─. Que sea tan blanco como la nieve ─continuó. La tercer gota cayó y entonces sacó un pequeño pañuelo, limpiándose─. Y no sé qué, pero ponle algo tan negro como el carbón.

 

─ ¿Qué estás haciendo? ─las manos del Rey Sousuke rodearon la cintura de la reina antes de acercarse lo suficiente para besarle la mejilla. Makoto sonrió, guardando en su interior aquello que había pedido con devoción.

 

─Pensaba en nuestra futura hija.

 

No mucho tiempo después, la Reina dio a luz a un adorable bebé. Sin embargo, cayó en una enfermedad crónica que acabaría pronto con su vida. Aún así, en él se veía la voluntad y crió a un hermoso bebé de hebras más bermellón que rojo sangre, aunque el color de sus ojos era carmín puro,  y piel blanca como la nieve. Fue llamado Blanrin Nieves. La reina amaba vestir a su hijo como a una princesa, y él amaba ver la sonrisa de su madre e, incluso cuando ella murió, nueve años después, Sousuke continuó con la tradición.

 

El niño creció, frágil y hermoso, entre vestidos, lujos y listones..."

 

─ ¡Deja de travestirme! ─siseó el pelirrojo. Fue a levantarse, pero Sousuke lo sostuvo por el abdomen, en un abrazo forzoso. Haru observó a Rin con indiferencia mientras las miradas de Ran y Ren le decían que se callase para que Haru siguiese narrando─ ¡Ni siquiera me veo bien con ropa de mujer!

 

─De hecho, hermano... La ropa de maid te quedaba bien. Incluso...

 

─ ¡Eso es mentira!

 

─Rin, deja de gritar ─ordenó Haru. El pelirrojo intentó librarse del agarre de Sousuke. Quería romper la preciosa cara del chico caballa.

 

─ ¡Haru-chan! ¿Rei-chan y yo salimos en el cuento? ─el aludido asintió.

 

─ ¡Makoto! ¿Cómo dejas que les cuente a tus hermanos sobre relaciones homosexuales y travestismo? ─escupió el pelirrojo. El castaño se encogió de hombros.

 

─Quiero que tengan la mente abierta a todo tipo de gustos.

 

─ ¡Pero en el primero había pedofilia! ─Makoto tapó los oídos de Ren rápidamente y mostró a Rin una sonrisa que denotaba su molestia.

 

─Agradecería que no des malos ejemplos, Rin ─masculló. Haru observó a Ren y procedió a taparle los oídos a Ran también.

 

─Rin, acéptalo. A los únicos que les queda el personaje son a ti y a Gou. Y si la usamos a ella nos matarías. Además, tú eres más diva ─el ojicarmín fue a golpearlo, pero, nuevamente, su amigo lo detuvo.

 

─Suéltame, Sousuke... ─El ojician tapó la boca de Rin, indicando a Haru que siguiese.

 

"Blanrin Nieves creció, frágil y hermoso, entre vestidos, lujos y listones. Cuando cumplió diez años, su padre volvió a casarse. La Reina Kisumi era en realidad un hombre, el hombre más bello de todo el reino, por no decir del mundo entero. Más hermosa que nadie. Pero poseía un oscuro corazón, lleno de egoísmo y avaricia.

 

Él poseía una vieja reliquia, regalo o maldición de los dioses años atrás, causante de guerras y desgracias. Cada día se levantaba con una sonrisa autosuficiente y, escondiéndose de la vista de todos, sacaba su espejo, observando en él su reflejo y murmuraba.

 

─Oh, mi querido espejo, ¿quién es el hombre más bello de éste reino?

 

─Eres tú, mi preciado Kisumi ─respondía el objeto. Asegurando la conformidad del humano.

 

La nueva reina fingió amar al pequeño Blanrin Nieves por largos años. Entonces, meses después de que el príncipe cumpliera dieciséis años, fue presentado ante la sociedad, marcando así su entrada a la hombría.

 

Blanrin Nieves era un chico muy alegre. No le gustaba usar vestidos y corsés, pero lo hacía por su padre y la memoria de su madre. Muchas propuestas habían llegado a manos del Rey Sousuke, quien amaba a su hijo como a nadie más.

 

─ ¡Blanrin Nieves! ─gritó una de las nodrizas del mencionado, quien bufó con desesperación.

 

─ ¡No tiene sentido que use un tonto corsé! ─masculló el chico─ Soy un príncipe ahora, completamente. Y ya te dije que solo me digas Rin.

 

─Mi niño, no digo lo contrario. Pero las promesas deben cumplirse y tu madre quería que usases vestidos hasta el día de tu boda. Además, el príncipe del este vendrá a verte, debes lucir como una princesa.

 

─Me educaron como a una chica ─se quejó mientras bajaba del banquito, levantó la falda de su vestido y lo sacudió─. No me casaré jamás si sigo siendo un chico vestido de chica. Menos con el estúpido chico del norte.

 

─Pero tienes pretendientes... Y él es una buena propuesta.

 

─Que creen que soy mujer... Y él no es la excepción.

 

─Oh, vamos, Príncipe Rin. Es el primer día después de otorgarle legalmente el título de príncipe, sea un poco más alegre.

 

─Es aburrido.

 

─Su madre, en paz descanse, estaría orgullosa de verlo ahora.

 

─No lo creo... A mi padre le molesta que me levante la falda frente a los sirvientes y con ella sería igual ─sonrió maliciosamente─. No entiendo a qué se deba.

 

─ ¿¡Que hace qué!? ─gritó exaltada la pobre mujer. Rin rió suavemente.

 

─Oh, vamos. Tienen que saber de alguna forma que yo soy hombre. Enseñándoles mí...

 

─ ¡Blanrin Nieves! ─vociferó una voz a su espalda. El aludido bajó su falda rápidamente y sonrió a su padre con inocencia.

 

─Rin ─corrigió. El hombre le acarició el cabello y besó su frente. La nodriza se retiró en secreto.

 

─Tu madre te nombró...

 

─Pero Blanrin es muy extraño. Además... Vestir de princesa estaba bien cuando era más chico... Padre, ¿puedo pedir un...?

 

─No.

 

─ ¡Pero ni siquiera me dejaste terminar!

 

Rin no entendía que su hermosura hacía imposible a su padre imaginarse al pequeño con algo que no fuese un lindo vestido esponjado. Estaba cegado ante la imagen que su hijo daba con aquellas llamativas vestimentas.

 

No muy lejos de ahí, Kisumi sacaba su espejo mágico y murmuraba aquellas palabras que traerían una respuesta placentera. Sin embargo, después de preguntar, escuchó mofarse al espejo.

 

─El más bello de todo el reino, es el príncipe que a sí mismo llama Rin.

 

El odio se prendió como una chispa en un campo seco. Y ese mismo día, la reina Kisumi, con odio, envió al cazador del Reino, pagándole cien monedas de oro, a asesinar al príncipe. Para comprobarlo, debía llevar en una bolsa su corazón.

 

Rin, con suma inocencia, aceptó acompañar al cazador al bosque. Su nodriza lo vistió con un sencillo vestido blanco, aquél que el príncipe tanto odiaba, pues se ensuciaba muy rápido y lo reñían por eso.  Rin solía salir a cazar con el cazador del reino con frecuencia, era uno de los lujos de chico que su padre le dejaba conservar, un lujo que como príncipe, tenía, mas como princesa lo limitaban.

 

─ ¿A dónde estamos yendo?

 

─El bosque del norte. Los animales abundan ahí ─contestó el hombre, sintiendo los delgados brazos del príncipe rodeándolo mientras cabalgaban por la vereda.

 

─ ¡Oh! El bosque embrujado, siempre he querido ir ahí... ¿Sabes? El hijo de uno de los nobles dijo que una vez fue ahí y casi muere, ¿no es emocionante?

 

─Princesa...

 

─Príncipe. Aunque no tienes que llamarme así, ¿no hemos sido amigos desde siempre? Dime Rin, Winnie ─el aludido apretó las riendas en sus puños. No podía matarlo. Él era su mejor amigo, a pesar de la diferencia de clase y de edad. Pero su familia estaba en ruinas. Su esposa enferma de gravedad y sus hijos hambrientos, pues, a pesar de que Rin le dejaba quedarse con las presas a escondidas de la guardia, al llegar a la ciudadela tenía que cambiarlas por plata, u oro, en la mejor de las suertes, para medicamento. Así que cien monedas doradas hacían una grandísima diferencia.

 

─Lo siento, Alteza. Pero sabe que no me gusta desobedecer el reglamento Real ─escuchó un bufido a sus espaldas y sonrió con melancolía, ¿quién diría que sería el propio Winnie quien acabaría con la vida del príncipe?

 

─Cambiando el tema, me extraña que mis guardias no hayan venido... ─el caballo se detuvo y el mayor se apeó para después tomar a Rin por la cintura y ayudarle a bajar.

 

 

─Tampoco sé el motivo.

 

─Kisumi es una pésima reina. Él es malvado. Solo le importa ser bonito, el más bonito de todos ─despotricó─. No me extrañaría que fuese a causa de él que mis soldados no viniesen. Quizá quiera que un troll me coma.

 

─Alteza, no debería...

 

─No sé como mi padre pudo casarse con él. Es decir... Si tenía tanto tiempo para conseguirse una novia, ¿por qué no lo gastó mejor en mí? ─se alzó el vestido y pateó una gran roca para después sentarse sobre ella─ Encima me obligan a usar esta basura que no deja que respire.

 

Winnie miró el cielo, el sol se escondía entre las ramas del profundo bosque del norte. La atmósfera era tétrica, pero Rin no miraba más que el piso. Era cierto que el niño la tenía difícil, pues vestirse de niña y encima tener que buscar esposa... Bueno, era difícil cuando todos le creían mujer.

 

El hombre se acercó a la espalda de Rin y sacó una daga, alzándola sobre su cabeza. Un escalofrío recorrió la espalda del menor y lo llevó a darse la vuelta. Sus rubíes mostraron la sorpresa y el terror al ver el filo de aquél arma. Retrocedió a rastras, ensuciándose el vestido y rompiéndole el borde al mismo. Su espalda chocó con un árbol seco. Sus labios, rojos como la sangre, temblaron.

 

─Winnie... ¿Te mandó a matarme? ─cuestionó von miedo. El hombre bajó le daga, las lágrimas inundando sus ojos.

 

─La reina te quiere muerto, Rin... Por favor, alteza, huya y no vuelva a ese reino jamás. La Reina es malvada y no va a detenerse.

 

─Mi padre...

 

─Huya y no vuelva, su padre estará bien ─el cazador desató un bolso del caballo y se lo dio─. Tome, uno de los cambios de ropa que su nodriza siempre manda.

 

─Winnie...

 

─ ¡Corra antes de que decida matarlo!

 

Un sollozo escapó por los labios del príncipe mientras se levantaba y echaba a correr al oscuro bosque encantado. La oscuridad le aterraba si estaba solo. Los animales se escuchaban y sus pasos provocaban crujidos en las ramas. A lo lejos, el relincho de un caballo fue escuchado. Rin tropezó con la raíz de un gran árbol, cayendo de bruces en la tierra. Sus lágrimas mancharon aquél lugar y los sollozos atrajeron a los animales.

 

Una pequeña ardilla se paró en la rodilla del pelirrojo y, cuando éste fue a tocarla, no se apartó. Poco después, Rin se vio rodeado de animales del bosque. La oscuridad dejó de ser aterradora y pronto sus lágrimas se secaron. Si él no estaba en el reino... No había más peligro. Ya no tendría que ser una princesa. Podía ser un chico.

 

Los animales lo guiaron hacia lo más profundo del bosque embrujado, Rin buscaba trolls mientras caminaba, pues le hacía mucha ilusión ver uno. Sin embargo, lo que encontró fue una pequeña cabaña. Era vieja y se veía sucia. Pero no importaba, algo era algo. Tuvo que inclinar la cabeza levemente para pasar por la puerta, aunque una vez dentro, su altura estaba bien y no tenía que agacharse.

 

─ ¿De quién será está casita tan chiquita? ─preguntó a los animales, mas se sintió estúpido cuando ellos no respondieron.

 

Había telarañas y conejos de pelusa por todas partes, así que, con el ánimo creciendo, hizo una de las cosas que más le gustaban. Comenzó a organizarlo todo mientras tarareaba una vieja canción. No dijo nada sobre la impresión recibida al ver a los animalitos ayudarle. Gracias al equipo, no tardaron mucho en terminar. Entonces el príncipe encendió la chimenea y comenzó a hacer sopa con los ingredientes que ahí había.

 

Rin estaba exhausto. El día había sido difícil y ojalá supiera sacarse el corsé. Rin se dejó caer en las escaleras, subiéndose la falda hasta las rodillas. Los animales lo observaron un momento y lo incitaron a subir al segundo piso.

 

Blanrin Nieves abrió la puerta lentamente, la luz del piso de abajo iluminó lo suficiente para vislumbrar siete pequeñas camitas. Sonrió cansadamente y dio gracias a los animales, quienes no tardaron en empujar las camas para él. Rin se dejó caer sobre las camitas, cubriéndose con una de las mantas. El sueño llegó a él y pronto cayó dormido.

 

No muy lejos de ahí, siete enanitos cantaban dentro de una mina. La jornada había terminado y se preparaban para regresar a casa. Las personalidades de cada uno se habían vuelto sus apodos.

 

─ ¡Oye, gruñón! ─gritó uno de ellos. El aludido lo observó con molestia.

 

─Haru, Feliz ─corrigió al enanito rubio, quien saltaba de un lado a otro con un pico en la mano─. Morirás.

 

─ ¿¡Eh!? Oye, Doc-chan, gruñón está deseándome la muerte, detenlo.

 

─Él seguramente se refiere a que dejes el pico en su lugar o puedes lastimarte, Nagisa-kun ─musitó Doc, cuyo nombre real era Rei.

 

─Podríamos irnos ya a casa ─preguntó una enana pelirroja con voz algo nasal justo antes de estornudar.

 

─Pues alguien debe ayudar al tonto y despertar a Makoto ─masculló gruñón.

 

─M... Momo-kun ─balbuceó Nitori, observando a su amigo enredándose en su suéter─. Te... ¿te ayudo?

 

─Está bien ─exclamó tontín, abriendo ambos brazos hacia Nitori.

 

─Chicos, va a oscurecer si siguen tardándose tanto ─comentó Rei─. Termina de ayudarlo mientras caminamos, tímido.

 

Haru, con un suspiro, tomó los pies de Makoto, que dormía profundamente, y lo arrastró por el sendero para llevarlo a casa. Rei no dijo nada al respecto, pero sí amarró su suéter a los hombros de Makoto y puso su cabeza sobre él, para que no se lastimara mucho.

 

Nagisa revoloteaba alrededor de Gou, parloteando una y otra vez sobre algo que a estornudo tenía sin cuidado. Nitori había ayudado a Momo con su suéter y ahora lo llevaba de la mano, guiándolo con los demás, mientras éste mantenía un escarabajo en la otra mano.

 

Cuando visualizaron la casa, Doc se detuvo abruptamente. Las luces estaban encendidas y el humo salía por la chimenea. Había alguien dentro. Lo sabía porque, antes de irse, él mismo había apagado las luces y la chimenea.

 

─Hay alguien dentro de casa ─musitó hacia los demás. Gou se llevó ambas manos a la boca y estornudó.

 

─Nadie entra al bosque encantado ─exclamó la chica. Haru pateó el costado de Makoto, haciéndolo despertar.

 

─Otros cinco minutos, Haru.

 

─Makoto, despierta de una maldita vez. Hay alguien en casa. Y no, no es ninguno de nosotros ─escupió gruñón.

 

─ ¿¡Eh!? ─dormilón se levantó de un salto y fue a esconderse tras Haru─ Y... ¿Y si es un monstruo con grandes colmillos que escupe fuego? Haru, tengo miedo...

 

─ ¡No es...! ─un estornudo interrumpió la frase de Gou. Suspiró antes de continuar─ No es esa clase de monstruo.

 

─ ¿Cómo lo sabes, Gou-chan?

 

─Porque la casa ya estaría quemándose, feliz.

 

─Manden a tímido a revisar ─propuso Haru.

 

─ ¡Yo no...! ─Nitori se aferró al brazo de Momo, quien observaba un escarabajo arrastrándose en el piso.

 

─ ¡Ya está! Dejen de hablar. Iremos todos y nos desharemos del monstruo ─declaró Doc.

 

─Pero...

 

─Dormilón, tu también debes ir. Somos todos o nadie.

 

─Mejor nadie ─aportó Momo.

 

─Vamos a ir todos, he dicho. Andando ─ordenó Rei. Haru lo siguió, maldiciendo entre dientes mientras Makoto permanecía pegado a su camisa. Nagisa y Gou se escondieron tras el castaño y Nitori se cubría con Momo, a quien empujaba.

 

Abrieron la puerta en silencio, descubriendo que esta ya no rechinaba. El lugar parecía mil veces más limpio que antes, todo estaba acomodado en su lugar y olía delicioso. Momo corrió hacia la caldera que pendía sobre la chimenea y tomó una cuchara, dispuesto a probar el contenido. Sin embargo, Rei lo detuvo, diciendo que, si bien olía de maravilla, del peor de los brebajes podía tratarse. Un sonido provino del piso superior, asustando a Makoto, quien corrió a esconderse en la alacena. Haru se acercó a las escaleras e intentó asomarse, pero arriba estaba oscuro.

 

─Creo que está allá arriba ─comentó Nagisa. Haru asintió.

 

─Pues ve a por él.

 

─ ¡Haru-chan! ─gritó en un susurro─ El más valiente eres tú.

 

─No seré yo quien se arriesgue. Y no cuenten con Makoto.

 

─Yo no subiré ─decidió el rubio. Dirigió la visa a Rei, quien alzó ambas manos.

 

─Yo no.

 

─ ¡Yo no! ─exclamó Gou.

 

─Yo... Yo no... Momo-kun...

 

─Yo... ¿No? ¡Oigan, es injusto! ─dijo el pelinaranja. Haru dio su pésame y le entregó una vela.

 

─La democracia reina en esta cabaña. Has sido elegido ─Nagisa sonrió con tristeza y empujó a Momo.

 

─Pero...

 

─Solo sube de una vez y cállate ─exclamó Haru con fastidio. Momo asintió y subió las escaleras lentamente.

 

Abrió la puerta con la misma velocidad y entró a la habitación. Parecía estar vacía, aunque las camas estaban descolocadas. Sin embargo, justo cuando iba a dar aviso, las sábanas se movieron y un quejido inundó el silencio. Momo salió corriendo de ahí con rapidez, mas Nitori no logró salir de su camino, por lo que ambos cayeron al piso.

 

─Momo, ¿qué hay allá arriba?

 

─No sé, Doc... Pero era... Bueno... Hizo... Aaah...

 

─ ¿Qué clase de monstruo haría ese sonido? ─preguntó Haru. Gou alzó la mano rápidamente.

 

─Un monstruo con colmillos que escupe fuego.

 

─No. No hay ningún monstruo en este bosque que haga tal sonido. Haru, Nagisa, Gou, Nitori, Momo, Makoto, tendremos que subir todos. Haru, trae a Makoto.

 

─ ¿Yo por qué? ─se quejó. Rei se acomodó los lentes.

 

─Porque eres el único que puede sacarlo a rastras.

 

Unos minutos después, los siete enanitos subían los escalones en silencio. Rei encabezaba la fila, sosteniendo la vela que Momo había soltado al caer. Entraron a la habitación cautelosamente y escondieron tras las camas. El monstruo se movía quedamente, desperezándose. Gou comenzó a echarse aire con las manos.

 

─Chicos... ─Rei chistó, intentando callarla─ Chicos...

 

Estornudó estruendosamente, despertando a la criatura que yacía sobre la cama. Rin se sentó, con el corazón latiéndole con fuerza. Los siete enanitos gritaron, ocasionando que él también gritase y se pegase a la pared tras ver a aquellas personitas.

 

─Un segundo ─dijo el chico, tallándose la cabeza─ ¿Niños?

 

─Humano ─exclamó Haru antes de salir de su escondite. Rei lo siguió.

 

─ ¿Eh? Pero... si eres solo una chica... ¿Qué estás haciendo aquí? ─Rin apretó los labios ante la impertinencia de aquél chico de cabello azul, ¿qué en él le hacía pensar que era una chica? La respuesta estaba en la falda esponjada de la que tuvo que desenredar sus piernas.

 

─ ¿Qué hace un grupo de niños en el bosque? ─cuestionó.

 

─No somos niños... ¡Vaya, eres hermosa! ─Nagisa se subió a la cama rápidamente.

 

─ ¿No? Pues eso parece. Les calculo ocho años.

 

─ ¿Por qué actúas tan normal? ─musitó Haru con irritación─ Invadiste nuestra casa.

 

─Haru, no seas grosero con la dama ─exclamó Makoto.

 

─No soy propiamente una dama, niño.

 

─Oh, hay una concubina en casa.

 

─ ¡Gruñón! ─exclamó Rei, escandalizado. Haru se encogió de hombros. Rin iba a quejarse, más un pequeño se sentó sobre sus ropas.

 

─Me gusta tu pecho ─declaró Momo, toqueteando el encaje del pecho del vestido de Rin, quien sonrió.

 

─Bueno... Mi nombre es Rin.

 

─Soy Momo, pero me dicen tontín. No sé por qué ─contestó el pelinaranja.

 

─Yo soy Rei, me llaman Doc, soy quien cuida a estos chicos.

 

─Vaya, encargarse de niños debe ser difícil.

 

─No somos niños. Somos enanos, la raza maldita, ya sabes. Mi nombre es Nagisa, pero me llaman feliz.

 

─ ¿Raza maldita? Nunca escuché hablar de una raza maldita, es decir, en los libros solo se les dice enanos... ─Nagisa iba a explicarle, mas Haru se le adelantó.

 

─Fue el poblado maldecido miles de años atrás, aquellos que se negaron a trabajar para la reina Amakata, quien lanzó un hechizo sobre ellos, haciendo que los niños no crecieran más que siete años. Edad congelada, algo como eso. Al ser en verdad adultos, no se nos puede decir niños, así que nos llamaron enanos.

 

─No sabía eso... Quieres decir que... ¿Ustedes tienen miles de años?

 

─No, idiota. Somos descendientes de esa raza. Decidimos venir a vivir al bosque hace siete años.

 

─Gruñón, ¿no? El nombre te va.

 

─Soy Haru.

 

─Haru es quien ha mantenido a salvo a la familia ─comentó Feliz─. Su mal humor ahuyenta depredadores.

 

─No me da risa, Nagisa.

 

─Bueno, bueno... Ahora, terminaremos de presentarnos ─declaró Rei, empujando a los tres enanitos faltantes.

 

─Mi nombre es Gou... Y me llaman estornudo... Pero... ¡No estornudo todo el tiempo! ─Rin sonrió antes de acariciarle el cabello a la niña.

 

─Me encanta tu cabello. Es muy rojo ─Gou sonrió e imitó el gesto.

 

─ ¡El tuyo es casi igual!

 

─Yo soy Makoto. Me dicen dormilón, probablemente duermo toda la noche y la mitad del día.

 

─Ah, eso debe ser genial. A mí no me dejan dormir más allá de las siete de la mañana, mi padre... ─Rin suspiró y observó al último enano─ ¿Tú quién eres? ─el menor, quien jugaba con sus manos, dio un brinco en su lugar.

 

─Ni... Ni... Nitori...

 

─Él es tímido ─explicó Rei. Rin asintió, sonriendo─. Entonces, ¿tú limpiaste la casa entera?

 

─Sí... Lo siento.

 

─ ¡No, no! Está perfecto. Nosotros somos descuidados."

 

___

 

─Alto ahí. Estás diciendo, Haruka Nanase, que mi linda hermanita vivía sola con seis hombres.

 

─ ¡Rin-chan, ya cállate! ─gritó Ren.

 

─Ren, Rin es la princesa, no le grites ─comentó Ran. Ren se mostró arrepentido. El pelirrojo apretó los labios.

 

─No soy una princesa.

 

─Pues actúas como una ─atacó Sousuke. Nagisa llegó de la cocina y le dio a Haru una botella de agua mientras Ran se acurrucaba en su regazo.

 

─Cállate. Además, winnie es mi perro, ¿cómo va a matarme?

 

─Estoy considerando seriamente el divorcio ─comentó Haru.

 

─Hermano, deja de actuar como si tú fueras el único importante de la historia.

 

─Sí, Rin. A mí también me travistió.

 

─No es cierto. Dije que fuiste la reina, pero solo a Rin le quedan los vestidos. Jamás mencione que tu usaras uno, Makoto ─explicó Haru. El castaño se mostró aliviado.

 

─Que no me quedan.

 

─Rin, lo hacen ─el pelirrojo fulminó a Sousuke con la mirada.

 

─ ¿Por qué no usa otros personajes, Haruka-senpai?

 

─Rei, son mis cuentos. Modificados a mis gustos.

 

─ ¿Y tienes gusto de verme como una chica?

 

─Ya deja de quejarte ─ordenó Haru.

 

─La pizza llegó ─comentó Nagisa─. Hice el pedido cuando el cuento de Caperincita terminó, no me mires así, Gou-chan. Hay señal en los celulares.

 

─Bien, cenemos y después seguimos con el cuento ─decidió Makoto.

 

Gou y Nagisa se adentraron a la cocina y volvieron con platos y bebidas. El grupo se acomodó alrededor de las cajas de pizza, siendo iluminados por las velas que Rei había encendido en algún momento, y se dispuso a comer. El mal humor de Rin comenzaba a pasar mientras degustaba una rebanada de pizza, aunque aún le molestaba el hecho de ser una princesa.

 

Y el cuento aún no acababa.

Notas finales:

 

¡Hola! Soy yo, Mika(? En fin, quiero decirles que Blanrin Nieves es taaan largo que lo dividí en dos capítulos. También quiero avisar a aquellos quienes me ayudaron, que el problema del plagio de Cómo Robar un Uke fue resuelto (aunque la excusa que dio esa ladrona fue patética, vaga y meramente irracional), así que ahora que estoy en paz, regreso tranquilamente a las publicaciones de mis fic.

 

Los cuentos de Haru serán actualizados cada lunes. He decidido un capítulo por semana porque son realmente pocos y, pues, tengo bastantes cosas que atender xD

 

¡Nos vemos, muchas gracias a quienes brindaron su ayuda!

 


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