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Una vida más por FrezaTS

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Notas del capitulo:

Pensaba publicar esté capítulo el domingo, pero como es día de elecciones presidenciales estaré todo el día ocupada y para la noche solo querre dormir. 

Así que, de verdad, espero que les guste el segundo capítulo.

 

Segundo mes

 

—Muy bien, es hora de empezar —una mujer de estatura mediana animó a que Haruka, ya vestido con una bata delgada, a que se tumbara sobre una camilla. A su lado, Makoto solo sonreía amablemente asegurándole que no lo dejaría solo en ningún momento.

 

Horas antes ambos muchachos discutían sobre ir al médico; Haruka jurando ya encontrarse mejor, y alegando que estaba perdiendo demasiados días sin entrenar. Las vacaciones de verano estaban muy próximas, eso significaría quedarse sin una amplia piscina de 50 metros y nadar en el mar hasta que las clases volvieran a comenzar. Makoto ganó la discusión cuando en el preciso momento que el moreno iba a cruzar el umbral de su casa las nauseas llegaron a él haciéndolo correr tan rápido como pudo hacia el baño.

 

—Disculpa si esto está demasiado frío— dijo la doctora, luego de descubrir una parte del abdomen del moreno. Derramó una cantidad moderada de gel. Tomó un pequeño instrumento que se conectaba a un gran aparato y una pantalla, haciéndolo rodar por entre su ombligo.

 

Makoto apretó la mano de Haruka, con los ojos cerrados y tratando de respirar lo más tranquilo que pudiese. Fuera lo que fuera, no quería ver la pantalla, todavía no quería creer que algo malo le estuviera sucediendo a la persona que más amaba.

 

—Esto es muy extraño —murmuró la doctora, moviendo de un lado al otro el instrumento redondo—, en esta zona no encuentro nada.

 

Haruka presionó la mano del castaño, haciéndole abrir los ojos.

 

—Revisaré más abajo —el gel frío se embarro en la zona de la ingle, produciéndole a Haruka unos pequeños temblores. Un par de movimientos más y en el monitor se deslumbró una mancha blanca, pequeñita, como una aceituna—. Sorprendente —dijo moviendo lentamente su instrumento y corroborando lo que veía.

 

—¿Es algo muy malo? —hablo Haru por primera vez desde que había entrado en esa pequeña habitación. En su mente diferentes escenarios donde se veía siendo tratado con fuertes quimioterapias y radiación, con Makoto siempre a su lado sosteniéndole la mano mientras forzaba una sonrisa—¿Voy a morir pronto?

 

—Nada de eso —se puso de pie caminando hacia la puerta de la habitación para llamar a una enfermera—. Por favor, llame a la doctora Sakurako que se acerque lo más antes posible a la sala 30.

 

Al cerrar la puerta, la doctora se volvió a sentar revisando otra vez las imágenes todavía sin creer lo que sus ojos veían en la pantalla a blanco y negro.

 

—Discúlpenme, dentro de poco una doctora más vendrá. Sean pacientes.

 

A los poco minutos la puerta fue abierta, dejando ver a una mujer entrada en sus cuarenta con una mirada amable vestida con una bata blanca.

 

—¿Alguna emergencia?

 

—Mira aquí por favor —el instrumento volvió a recorrer la zona baja de Haruka, deteniéndose en algunas pequeñas zonas—.  Esto no puede ser correcto.

 

Ambos jóvenes escucharon la pequeña conversación que las doctoras tenían mientras observaban la pantalla con detenimiento. La vista de Haruka voló hacia el monitor no logrando reconocer nada de lo que veía, solo un punto tan pequeño que se deformaba entre el blanco y el negro. Ya no podía soportar la tensión.

 

—Disculpe —interrumpió Makoto—, ¿por qué no nos dicen lo que está sucediendo?

 

La doctoro Sakurako tomó la palabra indicando que se necesitarían pruebas de sangre y orina —Tendrán que regresar mañana, por el momento nada es concluyente.

 

—Pero ni siquiera nos han dicho que es lo que encontraron —se puso de pie Makoto, no dispuesto a irse sin una respuesta clara—, ¿por qué tanto secretismo?

 

—Disculpe, Tachibana-kun, pero el día de mañana con los resultados de la analítica tendremos una respuesta —prometió la doctora Sakurako—, temo que es todo por el momento.

 

—¿Haru? —el moreno solo asintió, no tenía la energía suficiente de protestar y pedir un mejor médico. Quería ir lo más pronto a casa para meterse en la bañera y no salir hasta unas horas después.

 

 

 

 

—¿Te sientes bien? —preguntó Makoto  una vez se acomodó en la bañera acompañando a Haruka.

 

Rodeó la cintura de su novio, acurrucando su cabeza en el hombro de esté y repartiendo besos mariposa sobre la piel húmeda. Podía ver como Haru movía con un dedo el pequeño delfín de juguete que usualmente metía a la bañera.

 

—Estoy bien —se deslizó acomodándose sobre el pecho del castaño, encontrando una posición más intima—. No te preocupes, sea lo que sea que digan mañana, me siento listo para escucharlo.

 

—Sí, igual yo —apretó un poco más fuerte el agarre de la cintura del moreno—. ¿Quieres saber por qué? —Haru asintió— Porque estaré a tu lado, siempre, sin importar que tan malo sea.

 

 

 

 

Al día siguiente en el consultorio, se encontraron únicamente con la doctora Sakurako esperándolos. Les invitó a tomar asiento delante de su escritorio gris.

 

—¿Cuál es el diagnostico? —se aventuró a cuestionar Makoto viendo que la doctora no hablaba— ¿Cuántas probabilidades de vida tiene Haru?

 

—Bien, pues —tomó unas cuantas hojas para alinearlas, releyendo un poco de lo que se veía en la primera hoja—, antes que todo Nanase-kun no tiene tumores ni cáncer. En realidad es algo bastante diferente.

 

—¿Entonces, qué es? ¿Qué es lo que tengo? —Haruka se apresuró en preguntar al ver que la doctora se tomaba el tiempo para meditar sus palabras— Exijo saber qué está sucediendo.

 

—Se debe tener en cuenta que el diagnostico del primer médico que lo atendió ha sido un error. No es malo, no hasta cierta medida —la doctora Sakurako observo como los colores del castaño se le desvanecían del rostro—. Les pediré que se relajen y respiren suavemente.

 

—¿Bien? —instó Haruka, sintiendo el agarre de Makoto sobre su pierna cada vez más fuerte.

 

—Antes de continuar... deberé explicar por partes —tomó una de las hojas que tenía entre sus manos y la puso delante de Makoto y Haruka. La hoja tenía imágenes impresas del ultrasonido anterior, donde se remarcaba el pequeño punto borroso—. Se ha encontrado una masa en su vientre, Nanase-kun. Por eso fui llamada durante su ultrasonido porque lo que la doctora encontró fueron ovarios. Como obstetra no me encontrado con un caso similar.

 

Por un momento la doctora Sakurako creyó ver a Haruka con un tic en el ojo derecho.

 

—¿Disculpe? —preguntó Haru, asegurándose que lo que momentos antes la doctora que estaba sentada delante de ella hubiera sido productos de su imaginación— ¿Ovarios? ¿Cómo los que las mujeres tienen?

 

—Así es, tiene dos ovarios —al ver los rostros descompuestos de los jóvenes dudo en seguir explicándoles aquella bizarra situación y se planteó por un momento decirles que solo era un quiste, aunque eso también fuera algo improbable siendo su paciente un varón—, y hasta el momento han estado en correcto funcionamiento, produciendo óvulos con regularidad.

 

—¿Lo que está tratando de decir es que los óvulos son los que están enfermando a Haru?

 

—No, exactamente. Pero por lo que se encontró en las pruebas de sangre y orina podría asegurar que los óvulos son fértiles —tomó un lápiz y empezó a señalar sobre las imágenes del ultrasonido—. Al encontrar Gonadotrofina coriónica tanto en sangre y en orina y al ver esté pequeño bulto formándose… Nanase, kun, felicidades, está embarazado.

 

Haruka abrió la boca ante la sorpresa sin percatarse que la doctora Sakurako corrió a su lado para auxiliar a Makoto que había caído al piso,  desmayado.

 

 

 

Cuando Makoto quiso articular palabras al momento de despertarse, un largo rato después, sintió la garganta seca pero en vez de hablar se quejó por un dolor en la espalda por la dureza de la camilla en la que lo veían recostado. Buscó con la mirada al moreno encontrándolo con la doctora Sakurako, quien le extendía un vaso con agua —¿A-A caso lo soñé? —dijo incorporándose para volverse a sentar al lado de Haruka— ¿Es una broma?

 

—Me temo que no, Tachibana-kun —respondió la doctora Sakurako al ver que su paciente mantenía los labios fruncidos, indispuesto a hablar—. Según las pruebas el feto está entrado a la sexta semana de gestación.

 

—¿Está segura? —retrucó.

 

—Completamente.

 

Imágenes en su cabeza se reproducían donde veía a Haruka con una enorme barriga de embarazo, a sus padres preguntando cómo y por qué y en especial a un Haru muy enojado con él.

 

—¿Haru-chan…? —en el momento que iba a preguntar ‘estás bien’ vio sus hombros temblar.

 

—Les daré un poco de tiempo a solas; traeré más agua— indicó la doctora aproximándose a la puerta y saliendo sin hacer demasiado ruido.

 

—¿Haru? —lo llamó otra vez. El moreno tenía la mirada perdida en algún punto en la pared, aún procesando todo lo que le había dicho, todavía sin creer que todo lo que estaba sucediendo no fuera un sueño— ¿Estás bien?

 

Makoto no obtuvo una respuesta, solo a Haruka abalanzándose sobre él para buscar refugio en su pecho. Unos suaves hipidos se dejaron escuchar y el castaño se alarmó cuando sintió parte de su camiseta húmeda.

 

—Todo esto por no utilizar un maldito preservativo —gruñó, arrastrando las lágrimas de sus mejillas y recobrando su postura.

 

Makoto iba a responder a Haru, pero al no encontrar las palabras correctas tomó la mano de su novio y acarició sus nudillos.

 

Todo era demasiado angustiante, Haruka estaba embarazado, el bebé que esperaba era suyo. La idea aún pareciéndole algo utópico. ¿Qué sucedería de ahora en adelante? ¿Qué debía hacer con la universidad? ¿Qué sucedería con Haruka? Él iba a cargar con todo el peso del embarazo, tendría que afrontar los cambios, esconder su vientre cuando se abulte y sufrir el parto más adelante. Perdería la beca y su puesto en el equipo de natación en la universidad, iba a odiar a Makoto por eso. Además, que el embarazo seria solo momentáneo, el verdadero camino empezaría cuando naciera el bebé. Tendría que alimentarlo, vestirlo, era totalmente diferente a criar a una mascota, su mundo daría una vuelta sin reversa.

 

La perspectiva de sus ideas aterró a Makoto.

 

La doctora Sakurako apareció cinco minutos después con una botella de agua y un par de vasos de papel, ofreciéndoles que se sirvieran.

 

—¿Están un poco más tranquilo? —preguntó luego de unos segundos. Haruka suspiró después de su tercer vaso de agua— Bien, Nanase-kun. Sabiendo que usted aún es joven y lo delicado que puede ser un embarazo, es libre de escoger si conservará al bebé o si decidirá abortarlo. El procedimiento es bastante simple y no requiere hospitalización.

 

—¿Qué? ¡No! —de un salto Makoto estaba de pie, con el corazón azorado. Escuchar aquello fue mil veces peor que la sorpresa que se llevó cuando supo que Haruka podía quedar embarazo y que ahora sería padre, pero no permitiría que un pequeño sin nacer muriera—. No lo hará, lo conservaremos.

 

—Makoto, cállate  y siéntate—murmuró el moreno, todavía con el semblante inexpresivo—. ¿Puedo pensar mi decisión?

 

—Por supuesto —confirmo la médica—. Lo más recomendable es que el legrado sea en el primer trimestre de embarazo, por su salud y porque el feto aun no se ha formado completamente.

 

—En caso de que conservará al bebé —estrujó sus manos entre sí—, ¿nacerá sano?

 

—Con los cuidados y la correcta alimentación, claro que sí —sonrió la doctora—. Aunque al estar tu cuerpo cambiando para adaptarse a la vida que crece en tu interior; existen riesgos de aborto espontaneo —finalizó con pena.

 

Haruka asintió. Sintió la garganta escocerle y los ojos arder, se quería ir, salir de una vez de ese hospital con su olor a antisépticos y desinfectantes para darse un largo baño y quitarse la peste de encima. Makoto lo tomó del brazo ayudándolo a levantarse de su asiento, despidiéndose de la doctora Sakurako y prometiendo que haría que Haruka tomará las medicinas pre-natales y estarían en contacto con ella una vez sepan qué harían.

 

 

 

 

Durante todo el camino a casa Haruka no pronunció ninguna palabra ni le dirigió la mirada en ningún momento a su novio. Ni siquiera cuando el moreno se paró delante de una tienda a comprar tantos bollos como el dinero que traía en los bolsillos le alcanzase. Dulces, salados, con rellenos  de atún y algunos con crema de avellana.

 

Una vez en casa, Haruka se dirigió al baño con dos bolsas llenas de comida. Se quitó la ropa que llevaba puesta, excepto por su traje de baño. Abrió el grifo dejando que el agua llenara la tina mientras el comía un bollo dulce en dos mordiscos. Suspiro y vio como el agua iba llegando hacia la mitad de la bañera, hundiendo las puntas de sus dedos en la superficie.

 

Cuando estuvo completamente dentro de la tina de baño, los ojos cerrados, siendo mecido por las suaves ondas del agua, oyó como la puerta se abría.

 

—Haru, no me ignores —pidió Makoto, arrodillándose fuera de la tina para observar a Haruka con los ojos cerrados—. ¿Estás molesto conmigo?

 

—No —bufó. Acto seguido metió la cabeza completamente dentro del agua, enviándole señales al castaño que no deseaba hablar en ese momento.

 

Makoto al ver la evasiva, metió su mano dentro de la bañera para jalar del brazo a Haruka obligándolo salir del agua. Los ojos de Haru irradiaban mucho enojo, resentimiento y miedo, Makoto lo sabía, así en cómo había escapado de él para esconderse en su baño evitando charlar sobre el bebé.

 

—Por favor, Haru…

 

—Tranquilízate tú, Makoto —estalló el moreno, poniéndose de pie para salir de la bañera en dirección a su habitación dejando un rastro de pequeños charcos sobre el piso. Makoto lo siguió, pisándole los talones—. Voy a tener un hijo, ¿sí? ¡Yo! ¿Esperas que esté bien? Acabo de enterarme que puedo quedar embarazado y que tengo algo creciendo dentro de mí, ¿pretendes que sea instantáneamente feliz? —cubrió su rostro cuando sintió las lágrimas caer, avergonzado—. ¿Qué le voy a decir a mis padres? ¿Qué va ser de mi carrera?

 

Makoto no aguantó. Abrazó a Haruka pesé a que se rehusaba, acunándolo entre sus brazos y acariciándole la espalda como si fuera un pequeño niño quien acaba de tener pesadillas —No estás solo, Haru. Vamos a tener un precioso bebé, tuyo y mío. Se parecerá a ti, amará la caballa e irá contigo a nadar a la piscina de Goro-sensei —prometió besándole la frente.

 

—Pero…   ¿Tus sueños de ser profesor? ¿Tu familia? —ahogó un sollozo, hundiendo más la cabeza en el pecho de Makoto—. ¿Qué les vamos a decir? No quiero arruinar tu vida.

 

Makoto tomó el rostro de Haruka con ambas manos haciendo que sus miradas se conecten, secándole las pocas lágrimas que seguían cayendo con sus pulgares.  Besó la punta de su nariz y le dedicó una de esas sonrisas especiales que siempre portaba cuando el moreno se ofuscaba entre sus problemas internos.

 

—Lo pensaremos luego, Haru-chan. Por ahora necesitas descansar.

 

Haruka empezó a pensar ya recostado en su cama, con ropa más cómoda y Makoto rascándole la cabeza suavemente,  en la prescripción de las pastillas pre-natales que la doctora Sakurako le había entregado, haciendo nota mental de mañana ir a comprarlas. También llamar a la médica para comunicarle que no abortaría y pedirle que sea su obstetra de cabecera.

 

Si realmente quería que el embarazo se logre, debía poner de su parte, pero no se presionaba, Makoto estaba a su lado.

 

 

 

Notas finales:

Gracias por los bonitos comentarios, en verdad no esperaba la aceptación. :))


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