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Ninphedemious - Asesino personal por JennyYiNa

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Notas del capitulo:

Esta historia extraña esta por comenzar!!

Tu asesino personal...

 

Capítulo 1…

 

La arena estaba llena para ver el espectáculo de esa noche. Todos gritaban por que salieran los peleadores a escena. Era un extenso lugar para estar bajo tierra donde nadie lo descubriera. Una de las rejas del campo de la arena se abrió revelando a un niño de diez años con cabello azulado con sus manos vendadas. Los hombres de espectadores lanzaron criticas al chico pues a simple vista se veía débil comparado con su oponente. Un chico rubio más alto y de mayor edad que lo miraba sonriente de una manera algo oscura, con eso le daba a entender al chico que de ahí no saldría vivo. Ciel no sabía qué hacer, había peleado antes en ese lugar pero nunca con uno de mayor edad.

   -Mátalo, destrósalo sin importar que-. Se escuchaba una voz en su cabeza.

Era la voz del viejo de antes, quien le había dicho que hiciera lo que fuera para acabar a su oponente si quería ver a Alois libre. Trago en seco para calmar sus nervios y miedo. Miro hacia las gradas encontrándose con unos ojos azules llenos de miedo, eran los de Alois, quien lo miraba sentado al lado del tipo que los había metido en ese embrollo. Le sonrió dándole a entender que todo estaría bien.

La campanilla sonó dando inicio a la pelea. El rubio mayor se dirigió con rapidez a Ciel para darle un puñetazo en su rostro sin ser nada leve. El pequeño se tambaleo hacia atrás dificultando su equilibrio. Sintió otro golpe en su estómago y otro más y así sucesivamente. El primer round finalizo. Los dos peleadores se separaron yéndose a una esquina a tomar aire. Ciel por desgracia no había tenido ningún momento para defenderse o darle un golpe al mayor. Su cara estaba ensangrentada y su cuerpo adolorido. Su “manager” apareció por detrás y jalo bruscamente de los cabellos a lo que Ciel grito por el dolor.

  -¡¿Qué demonios crees que haces?! ¡¿Sabes cuánto dinero eh gastado en ti y tu amiguito? ¡Mucho! ¡Me están dejando en cero! Si no haces algo pronto olvídate y despídete de tu vida, ¿me escuchaste?

Ciel asintió ante la amenaza. ¿Cómo ganarle a ese tan grande que le superaba en fuerza y estatura? Debía usar su ingenio, era lo único que no le fallaba ahora. Miro fijamente al rubio buscando alguna debilidad que se le viera a la vista. “Su estatura” pensó él. Ciel era demasiado pequeño comparado con el hombre que tenía por contendiente. Se le vino una idea algo vergonzosa pero que surtiría efecto.

La campana sonó de nuevo dando comienzo al segundo round. Ahora los abucheos eran más fuertes hacia el niño quien estaba viendo como ejecutar su plan sin ser detenido.

El rubio corrió y le lanzo una patada al chico pero este lo esquivo inclinándose hacia atrás. Perfecto, Ciel aprovecho ese momento para subirse a la espalda del grande, donde lo ataco con certeros y pequeños golpes en la cabeza, jaloneo si era necesario el cabello también para no caer al suelo.

   -¡Bájate de mí enano! ¡Suéltame!-. Gritaba a Ciel mientras se movía bruscamente para quitárselo de encima.

Las risas y bromas hacia el rubio se escuchaban por todos lados de la arena. Una mirada presenciaba esa graciosa escena soltando una pequeña risa.

Cuando sintió que su oponente estaba lo suficientemente cansado decidió bajar. Al estar en el suelo vio de espaldas al rubio, sin pensar corrió y lo tumbo de una patada por la espalda. El grande cayó al suelo y Ciel se posó sobre el golpeándolo de nuevo en la cara con enojo y furia en su rostro. Llevo un rato así, rato en el que quería detenerse pero una voz le decía que siguiera. “Lo vas a matar”, resonó en su conciencia, se detuvo y se separó de él lo más rápido. Miro a su enemigo tirado en el suelo con la cara ensangrentada y morada por los golpes. El réferi marco que estaba inconsciente y no podría continuar con la pelea, por lo cual Ciel quedaba victorioso. Todos aplaudieron y aludieron el acto del niño. Observo sus manos aun vendadas, manchas exuberantes de sangre ajena, ¿Qué había hecho? Casi mataba a ese hombre solo porque se lo habían dicho. Cerró sus puños fuertemente, pequeñas lágrimas se resbalaron dejando en claro que se sentía fatal por el acto. Alois lo miraba triste desde las gradas, se sentía culpable, por su culpa su amigo había terminado en esa situación.  Una mirada escarlata observaba todo desde el fondo de la multitud. Un hombre de cabello negro y tez pálida miraba con atención cada expresión del menor, su mano jugaba con una botella de cerveza. Sintió como alguien se acercó.

   -¿Vio eso? ¡Ese es el chico del que le hablaba! ¡Le dije que lograría ganar! Ahora deme el dinero-. Dijo el manager de Ciel.

   -Tardo mucho para ganarle pero, tiene astucia y es inteligente, eso me gusta.

   -¿Entonces se lo lleva?

Negó con la mano sin despegar la mano de la arena. –Esperare un tiempo para que prepare a ese chico como debe ser.

El otro se quedó confundido. –Pero, pero usted dijo que se lo llevaría ahora. ¿Por qué esperar?

Bajo la botella de cerveza y miro al hombre. –Yo nunca le dije que me lo llevaría hoy, yo solo le dije que pagaría por él.

   -¿Y entonces que hare yo con ese mocoso?

   -Mándelo a entrenar con los mejores, yo le pagare todo el gasto que haga. Pero quiero que ese chico sea el mejor ¿me escucho? Vendré por el en seis años, hasta entonces-. Dijo levantándose del asiento para irse dejando al hombre con las palabras en la boca.

Miro al hombre marcharse y luego al niño con los ojos entrecerrados. Mientras le generara plata, estaba bien.

 

Seis años después…

   -¡Dale duro! ¡Noquéalo! ¡Golpéalo hasta matarlo! ¡Así!-. Gritaba un tipo ya borracho entre la multitud de hombres que miraban escandalosos la última pelea de esa noche.

Dos pequeños de doce años peleaban agresivamente para salvarse esa noche. El tiempo acabo marcando que la pelea había quedado en empate. Eso molesto a varios en efecto porque habían apostado todo lo que traían. Abuchearon al par de niños y les lanzaron las cosas que traían a la mano. Una botella grande de cerveza voló por el aire para caer en la cabeza de un niño pero no llego.

Un disparo se escuchó seguido del estallido que hizo la botella al quebrarse en mil pedazos salvando al pequeño de cabello rojizo. Todos miraron en dirección de donde había provenido ese disparo, encontrándose así, a un chico alto de cabello azulado con un parche en su ojo derecho. Su único ojo miraba fastidiado a todos los espectadores.

   -Ay en serio, esta gente ya no tiene educación ni hasta con los niños-. Dijo aburrido guardado su pistola en sus pantalones. -¿Qué sigue? ¿Qué disparen a los peleadores con armas? ¡Vaya! Sería interesante en un cierto punto.

El niño pelirrojo miro a quien consideraba en ese momento su salvador. –Gracias por evitar que saliera herido.

Ciel miro de reojo al pequeño-. No te salve porque quisiera, lo hice solo para no tener que gastar más en quemar cuerpos. Ya me harte. Más vale que a la próxima salga uno victorioso.

Se fue de ahí dejando solos a los niños en medio de la revuelta que se estaba creando por la fallida pelea.

   -Vaya, tu sí que sabes cómo llegar en el momento exacto Ciel-. Dijo un Alois burlón recargado de espalda en la pared con sus brazos cruzados.

   -Cállate, esos viejos solo me sacan de quicio. ¡¿Por qué yo de todos los trabajadores en esta pocilga tengo que salir a controlar a esos ineptos?!-. Soltaba molesto mientras se dirigía a las afueras de ese lugar.

   -Tal vez porque fuiste el único que no vino ese día a la reunión.

   -Como sea, solo espero no verlos de nuevo hasta el próximo sábado.

Los dos chicos caminaban por las oscuras calles de ese solitario barrio. Se topaban con cada borracho y loco pero siempre salían ganando. Llegaron a un apartamento algo descuidado por el tiempo pero era algo para vivir, mejor que la calle.

Ciel se recostó en su cama cansado de la ajetreada noche mientras Alois sacaba unas cervezas de la nevera. Se acercó a su amigo y le dio una para luego sentarse a un lado.

   -Oye, mañana vas a ese lugar ¿cierto?-. Pregunto Alois dando un gran sorbo.

   -Sí, mañana es el día. No sé si iré, estoy muy cansado como para gastar mi domingo en eso.

   -Tienes que ir, es para eso para lo que te has preparado durante seis años. Si consigues el trabajo ganaras dinero y viviremos mejor.

   -¿Y tu qué? ¿No vas a trabajar?-. Pregunto Ciel.

   -Claro, claro pero después de que hayas conseguido el trabajo. Sabes que me va bien con eso de ser francotirador. No dudo que alguien me contrate pronto.

   -Tú y tus estupideces. ¡Consigue algo bueno!

Alois aplasto su bote de cerveza y se la lanzo en la cabeza a Ciel. -¡Tu deja de ser un mercenario por tiempo! Al menos yo disparo desde lejos y me mantengo a salvo. ¿Sabes cuantas noches en vela me eh pasado pensando que la policía me llamara diciéndome que te arrestaron o encontraron tu cuerpo sin vida? ¿Sabes cuantas? ¡Miles!-. Le dio un coscorrón a su amigo.

 -¡Ah! ¡Está bien! Tendré cuidado la próxima vez-. Dijo un Ciel con mueca de dolor por el golpe.

Desde los diez años a los dos los habían preparado para ser buenos mercenarios. Les enseñaron tácticas de pelea profesionales, como matar limpiamente, usar armas de todo tipo y aprendieron idiomas. Su entrenamiento fue largo y tortuoso para ellos pero aprendieron bien.

Estaba parado frente a una casa enorme con aire de riqueza. A simple vista se veía que era de alguien multimillonario. Se acomodó su traje negro y su apretada corbata.

   -Maldito Alois, me ajusto esto demasiado. ¿Por qué decidí venir? A esta hora aun estaría dormido-. Miro su reloj y eran aun las 7:49 de la mañana. –Aún falta para las ocho. Muy bien, dar un último vistazo. Traje listo, pelo arreglado, armas por si algo sucede-. Dijo sacando su lindo revolver y ajustándolo. –Guantes negros para evitar dejar huellas listo. Todo está perfecto.

Toco el timbre de la casa. Después de que le dieran la entrada camino. Al entrar a la gran casa un mayordomo lo recibió y lo llevo a la sala principal.

   -Tome asiento por favor, el amo llegara en unos momentos-. Dijo el mayordomo señalando un sillón negro de piel.

    -Ah gracias-. Dijo Ciel amablemente tomando asiento.

El mayor desapareció de la habitación dejando al chico solo. Tamborileo sus dedos en signo de nerviosismo y algo de impaciencia. Quería irse de ahí lo más rápido para dormir más. Voces se escuchaban aproximándose a la sala, Ciel se puso alerta levantándose para enfrentar cara a cara a quien le había quitado su día libre. La persona entro, el chico abrió los ojos en asombro, no mucho pero si algo.

   -¿Tu?-. Dijo en voz baja.

   -Así es, mi pequeño. Es sorprendente que aún me recuerdes-. Dijo Sebastian sonriendo entrando a la habitación seguido de su mayordomo Tanaka.

Ciel acomodo sus guantes oscuros tomando asiento de nuevo al igual que Sebastian.

   -Cómo olvidarte si cada cumpleaños mandabas un regalo y cada navidad enviabas un arma nueva-. Señalo su revolver.

   -Vaya, y yo que pensé que no te darías cuenta.

   -¿Por qué lo hizo? ¿Por qué todo este tiempo se ha tratado de mantener oculto?

   -Porque eras muy pequeño para ser mi guardaespaldas. Vamos al grano, odio los rodeos. Ciel Phantomhive, eh pagado por tu educación para ser un perfecto guardián.

Ciel frunció el ceño. Así que esa era la razón por la que le quitaron mitad de su infancia y adolescencia, solo para ser el guardián de alguien.

   -Usted no quiere que yo sea solo su guardián, ¿quiere que también se su mercenario personal?

   -Sí, lamentablemente soy objetivo de muchos envidiosos. ¿No te aburres de solo controlar a borrachos en ese sucio lugar? ¿No te gustaría tener más retos?-. Le pregunto al chico para tratar de convencerlo.

Ciel lo pensó mirando a los ojos de Sebastian. Tenía razón, a veces le daba fastidio seguir controlando a esos locos. Se lo pensó varias veces para al fin dar su respuesta.

   -Claro que seré su guardián y asesino personal-. Dijo riendo bajo. –Pero a cambio, usted no se meterá en mis asuntos.

   -¿Eh? ¿A qué te refieres?-. Confundido el pelinegro pregunto.

   -Usted, por más que sea mi jefe no preguntara nada de mi vida ni de lo que haga. Si usted me pide que le diga como hago mi trabajo absténgase de hacer eso, no le diré nada. No me pregunte como me siento o algo por el estilo, mi vida es mi vida. Yo tampoco le preguntare nada de la suya.

Sebastian asintió. –Bien, si eso es lo que quieres está bien pero, ten por seguro que cuando quiera hablar de mi vida contigo lo hare.

   -Como quiera. ¿Cuándo empiezo?

   -Mañana, te quiero aquí temprano con tus maletas. Vendrás a vivir aquí para que no bajes tu guardia.

   -¡¿Qué?!-. En que rayos se metió, ahora todo se le venía abajo y algo le decía que nada bueno vendría de estar cerca de ese tipo que apenas si conocía.

   -Sí, Tanaka te ayudara. ¿Hay algún problema?-. Miro al chico esperando una respuesta.

   -¡Eh! No, no, no-. “¡Idiota! ¡Claro que sucede algo! Estarás las 24 horas del día con este raro sujeto” se regañó así mismo mentalmente.

   -Bueno, te veo mañana aquí a primera hora. Hasta entonces Ciel Phantomhive-. Se retiró del lugar dejando a Ciel solo.

   -Ese tipo no me da buena espina. Algo en él me dice que me aleje-. Dijo asustado por solo imaginar lo peor.

Vamos, creo que alguien necesitara a un “guardián” en vez de ser el guardián. ¿Qué le espera en ese lugar? Nadie lo sabe. Hasta el momento solo se puede decir este es el comienzo de una extraña relación. ¿Verdad Ninphedemious?

   -Como odio ese apodo-. Dijo Ciel suspirando por aburrimiento. –Solo me queda soportar esto hasta que me cambien por uno nuevo.

Notas finales:

Continuara...

Ay Ciel, solo te quedara auantar tal vez hasta que te hagas viejo o "mueras"...

Nos vemos luego en el proximo capitulo n.n7!!


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