CAPÍTULO II
COMPATIBLE
—El sujeto 205 respondió bien a la administración de la sustancia, hasta ahora no ha presentado los síntomas que han tenidos los otros sujetos, tras el ingreso su presión ha estado normal, los exámenes bioquímicos que se realizaron se encuentran todos en rangos normales, el cirujano envió el informe de que no tuvo ningún problema con el implante y además en unos días ya debería haber citarizado por completo, pero se requieren pruebas un monitoreo constante —Saga escuchaba una voz masculina a lo lejos, estaba perdido y desorientado y con muchos esfuerzo lograba mantenerse en un estado de seminconsciencia peleando para no volver a quedarse dormido.
—Quiero que lo vigiles arduamente, Leo, si todo sale como esperamos el sujeto 205 podría ser la clave que hemos estado esperando durante todo este tiempo— otra voz masculina hablaba, una más grave, más fuerte, algo envejecida pero que no perdía su potencia— te quiero a ti vigilándolo las veinticuatro horas del día si es necesario, en dos horas más inyéctenle otra dosis de sedante y suero intravenoso, quiero muestras de sus niveles de PRGTNA para mañana en la mañana— Aun sin poder abrir los ojos y sin entender del todo de lo que hablaban Saga aun escuchaba la conversación.
—De acuerdo señor, como usted ordene—la otra voz había respondido, mientras escuchaba pisadas de alguien alejándose y cerrando una puerta, para luego escuchar un sonoro suspiro.
—Pobre chico, descuida yo me encargaré de todo, prometo cuidar de ti, déjalo todo en mis manos— el de cabellos azules sintió una mano cálida acariciar su mejilla y un leve ardor por su muñeca, el sonido de nuevo se alejaba, de nuevo perdía la conciencia y ante su desesperación comenzó recordar todo lo que le había ocurrido antes de estar ahí, intentaba moverse inútilmente, ni sus ojos lograba abrir, era una situación desesperante en el que sólo podía escuchar lo que ocurría a su alrededor pero no podía hacer nada más que eso y respirar, los pitidos de una maquina comenzaron a escucharse más rápido a medida que aumentaba el palpitar de su corazón.
—Tranquilo, no te pasará nada malo, si logras escucharme cree en mi, Saga— El hombre comenzó nuevamente a tocarle la mejilla con delicadeza, haciéndole cariño a su blanca piel, no sabía si era por hipnótico movimiento de las manos del sujeto o los sedante que probablemente aun circulaban por su sangre pero con cada caricia lograba calmarlo más y más hasta comenzar a dormir nuevamente, aún con el temor de lo que ocurría a su alrededor.
***°***
Lo primero que hizo al despertar fue gritar, porque temía como nunca en la vida, gritaba de un dolor que no sabía bien si es que existía, con sus manos temblorosas comenzó a arrancar las agujas y sondas que estaban conectadas a su piel, sacando una a una, liberándolo de su piel que había sido punzada por algún desquiciado, arrancó electrodos de su pecho y aun con sus manos temblorosas y su cuerpo que apenas le respondía intentó mover sus piernas para salir corriendo de la camilla, no sabía si era su oportunidad, pero de alguna forma debía salir de aquel lugar, todos sus instintos le decían peligro por todos lados.
Un sonido comenzó a salir de una de las maquinas a las cuales estuvo conectado tras aquello tres personas entraron rápido a la habitación dos de ellos sosteniendo sus brazos mientras Saga gritaba a todo pulmón que lo soltaran, pero esos hombres vestidos de blanco no le prestaban atención, sólo se encargaban de atar sus manos a la camilla para privarlo de su libertad nuevamente, de seguro el tercero lo sedaría una vez más, era seguro que no podría escapar de ese lugar, maldijo el día en que había nacido, no podía creer lo que le ocurría y aun temía por su incierto futuro.
—Tienes dos opciones 205, o te calmas tú mismo o te calma el sedante, elije— la voz se le hacía familiar al igual que su imagen, nunca creyó en las coincidencias, era más creyentes de que las cosas pasan sólo porque sí, pero supuso que la vida le estaba enrostrando cuan equivocado había estado todo ese tiempo.
Saga no sabía si reír, llorar, odiar o maldecir, podría jurar que el sujete frente a él debía ser algo de Aioros, porque el parecido entre ellos era hasta doloroso, facciones parecidas, compartían aquel mismo color verde de sus ojos, el mismo tono de piel, la única diferencia apreciable eran su color de cabello su voz y aquella mirada arrogante y de poder que le daba tan sólo al mirarlo, Saga comprendió que estaba acorralado y prefería saber lo que le ocurría antes de seguir durmiendo para el resto de su vida, si es que aún le quedaba algo de ella.
—Bien hecho, elección correcta—el castaño bajó la jeringa y se acercó hasta donde estaba él—retírense me encargaré de reconectar todo y enseñarles las normas del juego— los hombres que hace unos momentos estuvieron forcejando con él asintieron y abandonaron la habitación blanca.
—Tu nombre es 205, tu cuerpo le pertenece a la corporación Kido, eres parte de un experimento del doctor Mitsumasa el cual lo consolidará como el doctor y científico más grande de la historia, así que tu trabajo es sólo cooperar y ver cómo nos encargamos de todo— la sonrisa del joven era forzada, podía notarlo sin ser un genio; estaba atrapado y ahora yo no tenía libertad sobre sí mismo.
— ¿De qué trata el experimento? — Saga preguntó sin rodeos, si estaba siendo parte de algo tan grande como el hombre le decía al menos tenía que saber en qué consistía su participación—al menos merezco eso— el castaño sólo lo vio serio y desvió su mirada.
—Por tu torrente sanguíneo corre la hormona PRGTNA TH5-2A, una mutación de la progesterona la cual permite a las mujeres embarazarse, hasta ahora has sido el único que ha respondido bien al tratamiento, además debes saber que se ha colocado dentro de ti un órgano en forma de bolsa que cumple las mismas funciones que un útero, este órgano ha sido producido a base de material sintético y células madre y los últimos exámenes que te hemos realizado ha demostrado una compatibilidad del 98% lo cual hasta ahora ha sido el nivel más alto de compatibilidad, resumiendo la corporación Kido está en busca de la fertilidad masculina y otros potenciales de las células madres— el castaño tras terminar su relato comenzó a recoger los papeles que se habían caído tras el forcejeo.
Saga no sabía si creer o no, todo lo que el castaño le decía parecía sacado de una novela, una novela de aquellas de las que se reía por lo fantasiosa que eran, pero el agarre de las correas de cuero y el frío metal contra sus muñecas le decían que el sí tenía un nuevo órgano, y al parecer una hormona mutante recorría libremente su sistema sanguíneo.
— Eso suena maravilloso, ¿Por qué tanto anonimato? —con una sonrisa fingida y utilizando todas las dotes de actor innatas que tenía intento ocultar todas las emociones las cuales estaba sintiendo sólo para conseguir más información.
— ¿El que eres el 205 no te dice nada? — el castaño le mostró una sonrisa burlona, el gemelo comenzaba sudar frío y su corazón comenzaba a palpitar de manera apresurada. —Veras han habido bastantes daños colaterales, los primeros sujetos reaccionaban tan mal a las primeras dosis que morían al instante, otros han muerto por un rechazo al implante, otros por la infección interna por culpa del implante, reacciones alérgicas a la hormona, formación de postulas por la piel, caída del cabello, pulverización ósea, atrofia de músculo y otras mutaciones que se han ido dando, como te digo has sido afortunado 205— el castaño le sonrió, pero a diferencia de la anterior esta se veía más real, le recordaba a alguien, le recordaba a la sonrisa de Aioros.
—Ahora quédate quieto conectaré los tubos y electrodos y te pido por favor que no intentes nada, no me hagas ponerme rudo contigo— el d cabellos azules no dijo nada, no había mucho que decir de todos modos su destino estaba sellado, él era el sujeto de pruebas número 205, era una rata de laboratorio con la cual experimentaban.
El abrupto portazo de la habitación y la entrada de una enfermera algo agitada lo asustaron, la mujer lucia pálida, intentando decir algo pero como si su respiración no lo dejara salir, Saga sólo observa el rostro de la mujer, y como el castaño preocupado se levantaba de la cama para dirigirse hacia donde estaba ella.
—Leo, el 184 está teniendo convulsiones, el implante nuevamente fue rechazado, ahora se está pudriendo por dentro ¡Si no mueves tu trasero y sacamos esa mierda que tiene dentro de él ahora morirá!—la mujer finalmente había hablado y con sus palabras había confirmado todo lo que el hombre le acababa de decir.
Veía todo cámara lenta como el hombre junto a la enfermera abandonaban la habitación, como seguido de ellos veían una camilla y otros hombres en aquel traje blanco, sus lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas, sin alboroto, si gritos, sin dolor, un llanto derrotado, un llanto silencioso como alguien el cual acepta su destino, recordó los pensamientos que tuvo antes de entrar aquella maldita clínica, “ no tenía nada más que perder “ pensó en ese momento, no sabía cuan equivocado estaba, si había algo que aún le quedaba esa vez y eso era su libertad, el poder decidir sobre su cuerpo, un cuerpo enfermo pero que seguía siendo suyo.
Saga siguió mirando al horizonte pidiendo que él también se pudriera, que su sufrimiento acabara al igual como habían acabado sus ganas de vivir, sus lágrimas corrían por su cara, cayendo desde su barbilla hasta mojar la bata que traía puesta, movió sus brazos, otro grito, sonó por el pasillo y a ese otro se le unió uno más coro, gritos de auxilio, gritos de jóvenes hombres que estaban encerrados todos en su habitación, gritos de dolor, de pena, de rabia e impotencia y él sin querer ser menos comenzó a gritar también, gritar como si no hubiese fin a sabiendas que sólo terminaría dañando su garganta antes que conseguir la ayuda que tanto necesitaba.