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Veneno y antídoto por LadyBondage

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Notas del capitulo:

Les traigo suculencia hahahaha, bueno... les traigo mucho SasuNaru, espero que les guste para está tarde lluviosa, ahora que estoy prácticamente sola, puedo subir lo que tenía preparado desde hace días. Gracias a todas por sus hermosos comentarios, marcas de favoritos y lecturas, estoy tan feliz de llegar tan lejos gracias a ustedes, gracias por leerme, y recuerden, para mí es un placer leerles, además alimentan a mis musas. 

 

Capitulo dedicado a Kuroyami Mirai, mi muñequita preciosa. 

 

 

A leer.

 

PD. Hoy cumplos dos meses aquí, yeeeeiii.

Placer

[1]

 

Naruto se remueve inquieto bajo el cuerpo fibroso de su esposo que batalla por sacarle todas las prendas posibles. Sasuke acerca su rostro a la curvatura del cuello delgado de su precioso rubio, Naruto suelta una vergonzoso gemido cuando la lengua juguetona del mayor se pasea por toda la sensible piel. No quiere despertarle la libido a Sasuke, pero es demasiado tarde, el Uchiha siente un ferviente deseo por el menor al grado de no dejar reparo en las partes que van quedando desnudas.

 

—Ah… Sasuke. —gime en voz baja el príncipe sol, Sasuke sonríe complacido por aquel gesto incontenido de su pequeño.

 

Se alza sobre sus manos que están posicionadas a cada lado de la cabeza rubia, el mayor admira el rostro congestionado de Naruto perdido entre una brizna de placer y de indecisión.

 

— ¿Por qué no te rindes, ya? —susurra, Naruto se sonroja violentamente por las palabras duras de Sasuke.

 

Serpentea su cuerpo para zafarse de la supremacía del otro, pero no puede deshacerse de la fuerza y brutalidad de su esposo, es un hombre avezado en los menesteres del placer, y lo sabe, su experticia se nota con cada caricia y beso que reparte sobre su cuerpo. Naruto instintivamente cierra las piernas entorno a las caderas masculinas del Uchiha. Un aroma agradable se extiende hasta sus fosas nasales.

 

Almizcle y menta, Sasuke huele a macho, y lo doma como sólo lo haría un semental.

 

Finalmente, rendido ante las estimulaciones aromáticas que expide el cuerpo de Sasuke, Naruto cegado por una lujuria intransigente, se abandona a las manos ariscas de su esposo.

 

—Eso es… —sonríe Sasuke mientras termina de deshacerse de las ropas de su cónyuge.

 

Entre besos cortos acaricia los hombros delgados de Naruto, el menor emite un jadeo gutural cuando atrapa una de sus tetillas con los dientes, Sasuke se entretiene lamiendo el contorno de la aureola sonrosada, y para cuando succiona el pezón, Naruto es un mar obscurecido por el deseo.

 

El Uchiha aún tiene las ropas puestas y eso hace sentir a Naruto mucho más expuesto ante su mirada ensombrecida por un sentimiento que no es capaz de interpretar.

 

—Quítame la ropa. —ordena Sasuke como si le leyera el pensamiento. Y el rubio asiente con todo el cuerpo cubierto de humedad gracias a que se mantuvo recostado sobre la hierba.

 

Naruto se posiciona sobre sus rodillas, su exquisito trasero queda a la mejor vista para Sasuke, quien de sólo ver esos dos pomposos glúteos siente unas tremendas ganas de morderlos, amasarlos y las manos le cosquillean por azotarlos a palma abierta.

 

El menor esta tan nervioso que con su habitual torpeza quita lentamente las ropas del Uchiha, primero deshace el nudo de la capa, la cual cae sedosamente sobre su espalda hasta cubrir una gran porción de hierba, luego se enfoca en la camisa, Sasuke le echa una mano levantando las manos para que la tela pase por encima de su cabeza, para cuando sus temblorosos dedos trepan a los pantalones, Sasuke, en un acto de misericordia, se pone de pie alcanzando su imponente estatura, Naruto traga en seco.

 

De rodillas y con el prominente bulto de su esposo frente a su boca. Sasuke generosamente se deshace de su calzado y de la prisión de tela que restringe a su miembro henchido y goteante.

 

Ese miembro salta hacia el exterior, Sasuke jadea de alivio, el aire golpea su falo erguido y caliente, quiere introducirse en una cavidad estrecha, y Naruto es la victima perfecta.

 

Naruto vuelve a tragar saliva, la primera vez que vio el miembro de su esposo fue en su noche de bodas, pensó que era grande, y bonito, porque para ser el pene de otro hombre que no fuera el suyo, Sasuke tenía un falo largo, de venas que surcaban la piel arrugada de esa imponente bestia que pertenecía a la hermosa anatomía del Uchiha, y por si fuera poco, al final se encontraban dos redondeados testículos, sólo una fina capa de vello púbico cubría parte de la piel de Sasuke. ¿Por qué tenía que ser tan malditamente sensual?

 

Incluso ahora, que estaba por arrepentirse de consumir el acto sexual, no podía, porque ver ese miembro cerca de su rostro, alzado y orgulloso le tentaban. Y Naruto sintió un hambre devorarlo por dentro, hambre de probar la verga endurecida de su esposo, no sólo quería tenderlo dentro de su otra cavidad, sino de esa cavidad.

 

Sasuke se sorprende así mismo cuando la boca deliciosa de Naruto se acerca tímidamente a su falo, no es capaz de reprimir el gruñido casi leonino que brota de su garganta, como una sedosa advertencia de que estaba tocando terreno peligroso.

 

El Namikaze abre la boca, no tiene idea de qué hacer con exactitud, no posee la experiencia de su esposo y tampoco sintió tanto deseo de tener algo que anteriormente calificaba de repugnante, en su cavidad bucal.

 

Sin embargo, su lengua sale de su escondite, reparte lamidas de gatito en toda la extensión de Sasuke, y el Uchiha aprieta los puños. Naruto se ve tan erótico con su carita sonrosada, la lengua afuera y sus ojos obscurecidos, lo está mirando directamente, rodeado de un aura pudorosa e inocente.

 

Podía verse como un condenado ángel con un miembro en su boca a pesar de que podría sonar a blasfemia si comparaba un acto tan sexual con algo celestial, pero no le importaba. No había ser más endemoniadamente bello como Naruto, Sasuke podría jurar a todos los dioses que se había llevado la gloria al casarse con alguien como su hermoso príncipe de sol.

 

Naruto era el fuego en persona, lo llevaba en la sangre y en la mirada.

 

Con la decisión en su cabeza, el de ojos celestes introduce el pene de Sasuke completamente en su boca, la cabeza de este golpea su garganta, lo hizo abruptamente que no contempla las consecuencias. Quiere sacarlo pero las manos de Sasuke lo sujetan de sus cabellos impidiéndole la retirada.

 

—Succiona, lame, pero no muerdas. —dice cariñosamente, la advertencia al final suena más como un precario regaño.

 

El rubio asiente con la boca llena, coloca sus manos sobre los testículos de Sasuke, son suaves y calientes como lo que está engullendo. Los acaricia con los dedos, su mirada azul se alza buscando respuestas en las facciones de Sasuke.

 

Y Sasuke gime con fuerza, echa la cabeza hacia atrás y mantiene los ojos cerrados, con los parpados fuertemente presionados.

 

Es irreal que una mamada de alguien que no tiene experticia sea tan vivificante, Naruto lo hace todo perfectamente bien. Su lengua de gatito se enreda en él, y sus delicados dedos acarician los testículos con amor infinito. Naruto continua con su trabajo, cuando llega a la punta del pene de Sasuke: succiona, sus mejillas se hunden y su lengua juguetea, luego lo suelta con un sonido de chapoteo. Un hilo de líquido preseminal une su boca a la punta del falo que ha degustado.

 

Y quiere más, quiere sentirlo. Algo arde dentro de sí, quiere que Sasuke lo haga suyo, que lo penetre con violencia salvaje hasta que se le acabe la voz.

 

Sin la menor vergüenza, Naruto hace pucheros a Sasuke, y el Uchiha complacido necesita venirse en el cálido interior de su rubio.

 

—Ponte en cuatro. —comanda Sasuke. Naruto se queda en su misma posición sin entender en lo más minimo a que se refiere el Uchiha. —Sólo pon las manos sobre la hierba.

 

El príncipe rubio hace lo que le pide, alza sus nalgas sin pretender excitar al otro, aunque tiene el efecto deseado. Sasuke se deja caer de rodillas detrás de Naruto, acaricia la espina dorsal con dedos firmes, y Naruto suelta un suspiro soñador que el mayor toma como una primicia del placer que se avecina para su esposo.

 

Luego posa sus manos sobre las nalgas de Naruto, las separa toscamente, el menor deja escapar un gemido por lo alto, asustando a los ciervos que por ahí pasaban a beber un poco de agua.

 

—Ah… Sasuke. —Naruto se atraganta con su saliva cuando la lengua traviesa de Sasuke deja lamidas sobre las nalgas.

 

Pero nada lo prepara para las mordidas que está por recibir; Naruto aúlla de dolor y a la vez gime de placer, una extraña mezcla que depone las dudas iniciales, y deja en su lugar una espesa neblina de éxtasis. Sasuke no se conforma con sólo darle unas cuantas lamidas, siguen las mordidas que gradualmente aumentan su grosor y las marcas de propiedad son hermosos, un contraste de los dientes hundidos sobre la piel y la tez acaramelada del rubio.

 

Sasuke vuelve a erguirse, Naruto tiene el rostro ladeado, gracias a ello puedo ver su boca abierta y sus ojos cerrados, ese perfil de ninfa a punto de ser violada le excita tanto. Sasuke se enfunda en el papel de sátiro, sin contemplaciones, azota la nalga izquierda del príncipe.

 

El Namikaze grita como si quisiera quedarse afónico. El dolor que le hizo sentir ese golpe envía vibraciones placenteras a todo su cuerpo, su miembro golpea su estómago y el vientre le cosquillea. Naruto se sostiene con la derecha y la otra la lleva a su adolorido falo que necesita atención.

 

El Uchiha de nuevo, azota la otra nalga, y Naruto grita otra vez. Lo hace así durante algunos largos y tortuosos minutos. Harto de la espera, y de la urgente necesidad de su miembro por ser atendido, Sasuke penetra de un solo y vasto golpe a Naruto.

 

—Joder… aprietas tan rico, condenado rubio. —jadea Sasuke, pegando todo su pecho contra su espalda sudorosa, sus labios de nirvana se pegan a su oreja derecha, y una maliciosa risita emerge desde lo más profundo de la garganta de Sasuke.

 

Naruto se muerde el labio inferior con fuerza, empuja sus caderas hacia atrás, quiere más del Uchiha.

 

—Por favor… Sasuke. —demanda el menor. Sasuke separa más sus preciosas nalgas.

 

El errático vaivén es delicioso, hilarante y lo fulmina por completo. La estrechez está hirviendo, recibe a su miembro abrasivo, y lo atrapa en sus angostas paredes. El sonido constante de chapoteo mezclado con sus jadeos y los gritos del rubio le nublan el pensamiento.

Naruto no puede mantenerse sobre sus codos por más tiempo, recuesta todo el pecho en la hierba, lleva su mano derecha a su miembro comenzando a repartir caricias, Sasuke apresa sus caderas con tanta fuerza que teme romperse en cualquier momento. Él es muy delgado y Sasuke tiene una musculatura fuerte, de espalda ancha y piernas duras, duda mucho que él se canse tan rápido.

 

—Más… Sasuke, rápido… por favor… —los mandatos de Naruto son escuchados.

 

Sasuke aumenta la velocidad de las embestidas, sus testículos golpean las nalgas del rubio con salvajismo, Naruto no puede más. Siente que está a punto de venirse. Sasuke también tiene el mismo sentir.

 

Con una última pero certera estocada, el mayor derrama todo su néctar dentro del rubio y Naruto lo hace sobre su mano contagiando parte de su pecho. La espesa blancura de su semen le recuerda la advertencia de su amiga, ahora consciente de lo que ha hecho.

 

—Oh… joder. —musita por lo bajo, para que Sasuke no lo escuche.

 

 

 

[2]

 

Itachi se alza por encima de las cabezas de los labriegos, impone con su estatura, su largo cabello negro, y su mirada recelosa. Deidara a su lado no sonríe, se mantiene tranquilo sobre el caballo, si pudiera decir algo al respecto, diría que no quería esto, que deseaba volver todo atrás y dejar las cosas como estaban. De haber sabido que Itachi tomaría la decisión de volver al reino de Fuego, se habría quedado en los Campos Santos de los Hyuga quienes amablemente les ofrecieron un lugar para guarecerse.

 

—Llegaremos en un par de días. —le dice a nadie. Deidara está renuente a escucharle. Itachi tiene idea del por qué.

 

Hace dos semanas habían discutido, Deidara lloró aquella noche y le pidió que olvidaran todo y comenzaran de nuevo. Pero no podía, Itachi tenía que volver.

 

Quería conocer a Naruto, quería recuperar el trono que era suyo. Y Deidara a pesar de sus protestas, tuvo que seguirlo porque pensaba que en el trayecto podría convencerlo de lo contrario, es que era absurdo que después de que había dejado a Naruto plantado, podría hacer algo al respecto ahora que estaba bien casado con Sasuke.

 

«—Pero él me ama. —le decía seguro aquella noche mientras el rubio lloraba y suplicaba.  »

 

Deidara esperaba que a su llegada, Naruto estuviera lo suficientemente enamorado de su esposo como para darle cabida a Itachi, de cualquier modo los matrimonios no tenían posibilidad de deshacerse, pero la infidelidad es un arma poderosa. Conocía a su primo, sabía qué clase de persona era, él mantenía sus códigos intactos, sin embargo, Itachi es un hombre seductor capaz de derretir el hielo y encender el fuego donde las cenizas quedan.

 

 

[3]

 

La noche se ciñe sobre todo el reinado de Fuego. Naruto admira el cielo nocturno en la terraza de sus aposentos. Hacer el amor con Sasuke en el bosque fue el peor y más dulce error que ha cometido. Todo el cuerpo lo tiene dolorido, empero, no más que la angustia que lo corroe por dentro. La noche de bodas había intimado con Sasuke hasta que el alba los alcanzó, y luego hace horas… tenía que cerciorarse de que no iba a volver a pasar, sus relaciones con su esposo tenían que ser limitadas, antes de que ocurriera lo peor, y con ello hablamos de un embarazo no deseado. No por el momento.

 

Naruto podría haberse entregado al dulce placer que Sasuke le obsequiaba, pero no quería decir que por eso ya estaba prendado del Uchiha. Ya se había enamorado una vez, y aún mantenía aquellas reservas en su corazón, para despojar a Itachi de su lugar tenía que ser cuidadoso, porque aunque Naruto tenía inmensas ganas de enamorarse otra vez, el miedo prevalecía.

 

No conocía a Sasuke lo suficiente para darle la confianza de tenerlo por completo, quizá en cuerpo sí, porque era un amante extraordinario, pero el alma prefería mantenerla lejos del alcance de aquellas ásperas manos hasta tener seguro que Sasuke podría amarle vehemente.

 

Y sólo los dioses sabían cuánto iba a demorarse en ello.

 

 

[4]

 

Sasuke camina por los alrededores del castillo de los Namikaze, pensativo. Esa tarde Naruto se había entregado a él con una fuera apabullante, no fue como la primera vez, ese Naruto del bosque descubrió ante él una sensualidad inocente y lo enredo entre sus garras. Sasuke no podía recordar la última ocasión en la que se sintió tan excitado como con el rubio.

 

Reconocía que era la criatura más bella que había tenido el placer de tocar, y compartir en su propio deseo. Y nunca antes pensó que un hombre podía ser tan erótico y llevarlo al delirio con una mirada.

 

Sasuke no quería caer enamorado, no quería volver a pasar por ese trazo mal dibujado y pintada de colores llamativos, no quería que le fallaran de nuevo. Naruto era su esposo mas no suyo por completo. Madara le contó que el rubio estaba perdidamente enamorado de su hermano.

 

No puede evitar que una ráfaga de celos lo ataque de pensar en su hermoso esposo en la cama con su hermano. Sasuke aprieta los dientes tanto como le es posible.

 

En el fondo, la atracción arrolladora que ejercer Naruto sobre él es incomprensible, ni siquiera ella le hizo sentir como su esposo.

 

—Lo lamento. —se disculpa con el viento. Como si se llevara sus palabras hasta lo más alto del firmamento, hasta donde ella se encontraba, dormitando entre nubes vestida de blanco, probablemente. Así era como pintaban el paraíso.

 

Piensa en la sonrisa de ella y la sonrisa de Naruto.

 

Y no hay comparación… Naruto es un ángel en su infierno.

 


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