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Aún de esa forma... yo te amo. por Adri6

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“¡¿Acaso dijo que se masturba pensando en mí?!... ¡¿dijo que me ama?!” No sé cuál de las dos preguntas interrogantes me causa más impacto, para mí, ambas son igual de graves. No puedo creerlo… debe estar jugando, pensé mientras le veía verme fijamente. Su rostro serio le daba credibilidad a sus palabras, la caricia que sentí en mi rostro me hizo abrir aun más los ojos por el asombro.

“¿Alguna vez has estado con algún hombre, Kirk?” --susurro sobre mis labios”“espero que no”. Sentí como mis piernas flaqueaban, aquella pregunta era demasiada intima incluso para nuestros años de amistad. Me paralice, me quede hecho de piedra. Todavía lo hubiera considerado todo como una broma de mal gusto si no fuera porque de pronto sentí, como el cuerpo de Hernán estaba excitado. El pantalón de su traje con disimulaba nada la entrepierna de mi amigo… aunque a estas alturas creo que no es apropiado llamarlo así. Sabía que usando la fuerza lo lograría moverle ni un cabello, así te tenía que persuadirlo con palabras, usando mi gran repertorio del porque era mala idea que… estuviéramos juntos fue que comencé hablarle…



“¡Hernán… por favor… no!” --le grite a duras penas cuando me llevo hacia el lavamanos, usando su mano tomo mi mentón y me obligo a verme a través del espejo que había frente a nosotros. Lamio mi cuello el cual, reciente he descubierto que paradójicamente era un punto demasiado sensible para mí. Pude ver la expresión de mi propio rostro y me avergoncé profundamente, trate de desviar mi rostro hacia otro lado pero Hernán continuo obligándome a mantener la vista al frente.

“¡Hernán… no lo hagas!”--le suplique mientras sentía que no solo lamia la piel de mi cuello sino que también rodeo mi cintura con su otra mano y me acerco mas a él. Aquel gesto, significaba mi captura, nervioso, le dije: “¡HERNAN POR FAVOR!”

“Ten cuidado con lo que dices, Kirk… porque podría interpretar tus palabras como una petición para que te lo haga ahora mismo” --Susurro y mordió mi cuello, sus dientes me dejaron una marca, no solo en mi piel sino que en mi interior, es mi punto débil y al parecer ya es de dominio público.

“¡Detente!” --cambie de palabras pero eso no ayudo en nada, Hernán solo sonrió en silencio, aparto su mano de mi rostro y comenzó a recorrer con sus dedos mi clavícula, continuo bajando hasta mi pecho, continuo descendiendo por mi abdomen y cuando continuo deslizándose, abrí los ojos de par en par. Mi respiración se agito, trate bajo todos los medios de apartarme de él antes de que me… toque… ahí…

“No lo voy a repetir dos veces, Kirk… mantén la vista al frente, quiero que te veas a ti mismo disfrutando de mi compañía” --Beso mi hombro al tiempo que su mano ya había llegado a mi zona púbica. No me desobedezcas, me advirtió al tiempo que comenzó a masturbarme, pero instintivamente cerré los ojos, por nada del mundo quería verme frente a una situación semejante”“Eres un chico muy indisciplinado Kirk… tal parece que quieres que te castigue ¿verdad?” --susurro en un tono divertido.

Por mi parte, trataba de mantener mi mente ocupada en mis investigaciones o en Albert Einstein, trataba de mantener bajo control mi cuerpo, piensa en cualquier cosa menos en lo que te está ocurriendo, me decía a mí mismo. Pese a disfrutar de su cuerpo desnudo junto al mío, que también estaba desnudo, me mantuve firme en no demostrar placer, aunque poco a poco me fui dando cuenta de que cerrar los ojos no era una buena idea, en mi oscuridad, el tacto de Hernán se intensificaba.

“¡Hernán!... no me hagas esto… somos amigos” --le rogué una vez más pero él se rio para después decir: “justamente… yo te quiero mucho… y te lo quiero demostrar”.

Ya había conseguido mi erección, y no se detuvo ahí, ahora él comenzó a masturbarse usando mis nalgas como si fuera una mano, sus movimientos simulaban embestidas que cada vez más me perturbaba. Ante eso, no pude evitar abrir mis ojos, aquel miembro prácticamente me quemaba la piel de lo caliente que estaba. Enfoque mi vista en Hernán, ahora era él quien tenía los ojos cerrados mientras gozaba de lo que hacía. Escuchar su respiración agitada, solo causaba que me rindiera poco a poco al placer carnal, pero como aun conservaba una pisca de cordura, la use como mi última carta y recurso para mantener virgen mi retaguardia.

“No quiero que me toques…. porque si lo haces, me iré lejos” --Pero Hernán abrió los ojos y frunció el ceño, entonces me di cuenta de que no lo había intimidado, sino mas bien molestado.

“Te castigare por tan siquiera atreverte a pensar en dejarme, si te vas… iré tras de ti por todo lo que me quede de vida” --Me mordió el cuello con algo de brutalidad, y eso es algo que me hizo rendirme definitivamente, mientras sentía sus dientes en mi piel, también sentí que me empujo hacia delante logrando que me inclinara por sobre el lavamanos, mientras que el, se mantenía detrás de mí. Nuestros cuerpos húmedos facilitaban el tacto y rose de nuestra piel, nunca imagine que se sintiera tan bien las manos de Hernán, mis mejillas se sonrojaron y un pequeño jadeo se escapo de mis labios, nuevamente cerré los ojos abruptamente, verme en este estado iba contra mi mente de científico, “se supone que debo detenerlo y no excitarlo más” --pensé pero…

“Me desobedeciste” --susurro en mi oído. De pronto sentí que me abría las piernas sin mayor esfuerzo, aquel gesto inequívoco me hizo mirar atónito a Hernán, ¿acaso?, negué con la cabeza pero ya era tarde, puso más esmero en la masturbación que me hacía y volvió a morder mi cuello, me sentía inquieto por que ya no podía hacer nada, ya estaba perdido a su merced, mi cuerpo pálido contrastaba con su cuerpo bronceado, y si entramos al juego de buscar nuestras diferencias, basta con decir que todo es grande en Hernán, con eso lo digo todo.

“Te aplicare un correctivo” --esas fueron sus palabras, el cual consistió en invadir mi entrada con tan solo un dedo, hice una mueca de dolor pero no se detuvo con eso, también comenzó a moverlo fuera y dentro de mí, con eso, causo que cerrara mis ojos con fuerza. “¡NO!” --le grite al sentir un terrible dolor, no me era nada agradable aquella intromisión. Pero mi rechazo, lo motivo a ingresar otro dedo dentro de mí. “Si sigues cerrando los ojos, no tardare en penetrarte… y créeme… que lo gozaras como nunca en tu vida” --susurro y ante el miedo de fuera hacerlo, tuve que verme reflejado en el espejo, a estas alturas, mi aspecto era completamente patético, mi piel estaba cubierta de sudor y mi boca entreabierta, dejaba ver mis dientes… “¡me quiero morir!” --pensé mentalmente, ver a Hernán junto a mí, era demasiado sensual.



Use mis brazos para apoyarme en el lavamanos, mientras que él, usaba sus manos para sostenerme por la cadera, me había penetrado sin piedad, me continuaba penetrando sin piedad… y lo seguiría haciendo… eso fue lo que me dijo después del primer orgasmo.

Mis jadeos, mis guturales jadeos me avergonzaban como no nunca en mi vida, al tener a Hernán entre mis piernas no hacía más que causarme placer tan legítimo que varias veces le pedí por más, el vaivén que ejercía sobre mí me subyugaba, sentía que él era mi dueño, mi absoluto y completo amo y señor.

Estábamos ardiendo, tanto por fuera como por dentro, nos quemábamos mutuamente, Hernán sonreía extasiado al prever que aquella sensación placentera estaba por venir otra vez. Me tomo aun con más fuerza y continuo poseyéndome casi como si me estuviera dándome un escarmiento por mis malas acciones.

“¡Hernán!” --grite y ambos terminamos al mismo tiempo. Si él no me hubiera seguido sosteniendo, sin duda me hubiera desplomado, me sentía tan cansado y relajado, que mis ganas de dormir habían regresado.

“Vamos a la cama” --susurro mientras me cargaba en sus brazos, no le conteste, solo cerré los ojos y me deje llevar. Poco a poco me iba durmiendo, y cuando sentí que era recostado sobre el colchón, era la señal definitiva para entregarme a Morfeo.

“Mi amor… aun no termino” --me dijo y abrí los ojos para mirarle incrédulo, pero continuo diciendo: “ahora que estas muy bien lubricado con mi esencia, es ahora cuando te mostrare lo hombre que soy… te demostrare que soy tu hombre”. Abrí la boca para suplicarle que se detuviera pero ya se había acomodado entre mis piernas, ya había tomado mi cadera y elevándola a la altura de su miembro, fue que me volvió a penetrar.

Mis manos se aferraron a las sabanas y una vez más, sentí el placer de ser tomado casi a la fuerza, casi como si no hubiera un mañana.
Notas finales:

Gracias por leer...

Besos!!! hasta la proxima...


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