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El dolor de la calle por Violador de Culitos

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Notas del capitulo:

Siento la tardanza es que apenas tuyo mi senpai media hora (sí, luego de tres meses)

No avanza mucho la historia pero ya entrarán más personajes.

¿Quiénes serán esos tipos?

Me quedé unos momentos más completamente paralizado, pero la asquerosa voz del primer tipo hizo que saliera de mis pensamientos.

- ¿Ya lo pensaste mejor mocoso? - me pregunta con sarcasmo y posteriormente saca su lengua para relamerse los labios. Esa visión es bastante asquerosa a mi parecer que no puedo evitar formar una mueca de repulsión. Luego todos ellos empiezan a reír con burla y sonoramente. Siento con exactitud como su escándolo hace eco en mis oídos como si todo se detuviera ese instante.

- Ya no pierdan el tiempo y ¡súbanlo! - les dice el jefe de ellos a los otros dos. Su tono es prepotente y autoritario que rápidamente estos asienten y se pegan más a mi. Las formas de sus cuerpos me resultan vomitivos -Que ya quiero saborearlo - agrega con completa lujuria lanzándome una mirada obscena. Su palma recorre toda la extensión de su miembro y siento como mi estómago comienza a doler. Es la cosa más nauseabunda que he mirado que mi faz se torna muy pálida.

Percibo como toman mis hombros uno de cada lado y levantan mi cuerpo. Me quedé un momento sin hacer nada pero cuando mis pies despegaron el piso por mero instinto comienzo a moverlos de forma frenética. Pero mis golpes y mis intentos de huida no logran nada. Tan solo hacer que se rían más.

- Vamos la niñita tiene miedo - comenta uno de ellos tocando mi cabello para luego jalarlo.

- Se quiere hacer el difícil - el otro lo secuenta.

Con todas las fuerzas de mis pulmones grito en busca de ayuda, pero apenas logro emitir la primera sílaba y un golpe impacta en mi labio que la sangre sale sin control. Me duele, me siento mareado y atontado por un lapso de tiempo que aprovechan para callar mi boca con tal fuerza que puedo oler el hedor de las mismas.

No hay nadie cerca que pueda auxiliarme y si lo hay probablemente no se percaten de lo que está sucediendo. La complexión de esos tipos cubren por completo la mía. Además dudo que alguien quiera meterse en problemas al defender a un simple "mocoso de la calle" se ve que ellos están acostumbrados a hacer lo que quieren. Tomar quien les plazca sin ninguna consecuencia, sin nadie que los detenga.

Mi corazón está latiendo hasta el tope cuando por fin estoy sentado en la parte de atrás del auto. Acelera tanto que incluso me asusto. Las ventanas son tan negras que no puedo mirar hacia donde vamos.

Trato de forcejear pero es casi imposible que yo logre algo contra esos "monstruos" estoy tan pequeño y delgado que muy apenas tengo fuerza para andar. Tengo tanta hambre que siento que voy a desfallecer en cualquier momento por la opresión que están causando sobre mi. Soy tan débil junto a ellos.

Mi garganta ya se encuentra un poco irritada por mis gritos y mis intentos de hablar. Trato de golpearlos pero al parecer ni cosquillas logro hacerles. Son tan fuertes y grandes.

- No tiene caso que opongas resistencia, nadie puede escucharte los vidrios son tan fuertes que nadie no se escucha ningún ruido ni se ve por fuera - me explica con burla. Yo solo respondo con una mirada de odio.

- ¿Por qué? - pregunto con tristeza sintiéndome tan ingenuo si acaso espero respuesta.

- Ya deja de llorar que verás que luego estarás gozando - comenta uno de ellos. Ni siquiera me fijo cuál de todos. Solo veo por todos lados desesperando queriendo inútilmente escapar.

- Y nosotros contigo claro está - escucho otra voz.

- Déjenme ir por favor - suplico y sus burlas se incrementan.

- ¿Quieres un poco? - seguramente en otro momento ese gesto de darme un poco de pan sería visto muy bien. Pero ahora, ahora simplemente no.

- No quiero problemas, por favor - sigo insistiendo.

- Tómalo y págame con culito - dijo con sarcasmo.

- Nunca - niego con las pocas fuerzas que me quedan. Pero mis ruegos ni negaciones son escuchados que el cabecilla se lo dá a uno de los que están atrás para que arremeta bruscamente en mi boca obligándome a tragar.

- Estás muy flaco y así no me sirves mucho - me explicó más que preocupándose por mí, viendo mi cuerpo como mercancía.

- Solo quiero irme - escupo lo que tengo en mi boca. Seguramente me ahogaría por lo lastimado de mi garganta. O tal vez tenga una especie de droga. Aunque siendo más realista con narcóticos o sin ellos ya me tienen en sus manos.

- Si te portas bien la podemos pasar genial - de pronto el jefe acaricia una de mis piernas sobre la rodilla terminado justo al lado de mi miembro. Por mero instino le aviento la mano y le respondo con total enojo:

- ¡No me toque! - pero de pronto siento como los otros malditos sacan una esposa que deja mis manos inmóviles en la parte de atrás.

- ¡Quédate quieto mugroso! - el que está a mi derecha me dice con odio mientras me da un puñetazo en el abdomen que me saca todo el aire.

- Más vale que no vuelvas a hacer una tontería como esa, ¡al patroncito lo respetas! - me advierte el que está a mi izquierda al mismo tiempo que se acerca más hacia mí. Estoy completamente atrapado que solo puedo atinar a escupir en su rostro con todo el desprecio de mi alma - Miserable esto lo pagarás - termina de decir mientras se limpia.

- Dejenme ir - exigo entrecortado.

- Por supuesto que no - comenta el otro - De aquí no sales vivo - agrega de forma sarcástica.

- Entonces prefiero la muerte - informo con total seguridad. Prefiero cualquier cosa antes de servir de entretenimiento para esos imbéciles.

- Vamos estúpido escuincle probablemente te encante tenerla dentro que me pidas más - dijo con obscenidad mientras me lanzaba una mirada que estoy casi seguro que me desnudaba con solo verme. Pude notar con total asco como con cada palabra sucia que me decía movía su mano para tocar su pene. Es tan asqueroso que quiero vomitar en ese momento.

- Eso ni lo dude jefe, se ve que es bien putito - el que está a mi derecha lo apoya con burla. Son tan patéticos y repulsivos.

- Y está más que bueno - el otro dijo mientras suspiraba en su oreja. Yo solo me tragué las lágrimas que querían salir de mis ojos de la impotencia.

- No se preocupen cuando yo termine se los puedo prestar a ustedes - les dice a los otros. Yo tan solo me quedó temblando de rabia y de medio. ¿Acaso piensan usarme con su juguete? malditos depravados.

- Dime una cosa ¿eres virgen? - 

- Se la has chupado a alguien -

- Te han puesto en cuatro -

- Has tenido dos vergas al mismo tiempo -

Un sinfín de palabras sucias y degeneradas comenzaron a decir. Yo solo cerré mis párpados para no verlos más.

Me quejé cuando el jefe detuvo el carro en una especie de callejón y acercó su cuerpo un poco al mío todavía siguiendo en su lugar.

- Ya no aguanto más...Estoy bien caliente...Quiero una probadita antes de llegar - me dijo tan excitado que me asustó. Percibí como con brusquedad comenzó a masajear mis nalgas mientras yo seguía aún sentado. Trato de oponer resistencia pero no pudo. Solo intento poner presión para impedirle el paso. Pero mi peso es tan poco que ni le cuesta trabajo.

De pronto los otros dos me obligan a levantarme para voltearme. Ahora estoy apoyado en mis rodillas con el trasero claramente levantado y mis manos aún en mi espalda. Mi rostro pega en el asiento con violencia mientras en mi parte trasera tienen libre acceso.

Siento mucho temor y asco al sentir ese par de manos manosear con lujuria mis nalgas.

El sujeto al que llaman jefe es el único que me toca, los otros dos me detienen para que lo haga a su antojo.

Escuchó como se burlan, chiflan y comentan muchas cosas sucias.

- Que sabroso -

- Dele duro -

- Se ve bien rico ese agujerito -

- Comparta algo, yo también quiero -

- Partalo en dos -

- Métaselo ya, se ve que lo quiere bien adentro -

Mi pantalón hace un sonido peculiar cuando lo rasgan dejando mi trasero totalmente expuesto.

- No, ya no, basta - nada de lo que yo digo les importa.

 

 

 

Continuará.......

Notas finales:

En otra oportunidad sigo el otro fic.

Felices masturbaciones.


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