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El aroma de las flores por FershuWestfall

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Doce de enero, 2017.
Ocho y media de la mañana.

 

‹‹Estaba pensando, es extraño que sigas apareciéndote en el apartamento de ese hombre para cuidar a su hijo, no tienes nada que ver con él y no parece que te este agradecido›› Nagi estaba furioso, o al menos lo estuvo al escuchar a Tessa decir aquello, ¡Como si ella no hubiera hecho cosas tontas antes!, claro que él sabía que ella estaba en lo cierto hasta cierto punto, ambos habían terminado su servicio social en diferentes clínicas, también habían ejercido de niñeros al mismo tiempo, en ambos casos trabajaron para el director general del hospital al que asistieron, como si vivieran por reflejo. Sin embargo, Nagi había continuado su labor como niñero de Akaashi, el hijo de Kira, aun dos meses después de terminar su servicio social. Si le preguntabas porque lo había hecho, él contestaría que era lo que debía hacer, ya que de esa forma estaría ayudando a un buen hombre que necesitaba ayuda con su vida personal. El muchacho se había enterado de la desafortunada situación familiar de Kira, de boca de Eiichi Ootori, uno de los jefes divisionales del hospital, aunque Aine Kisaragi, otro de los jefes de área, le había asegurado que no tenía por qué preocuparse por Kira, ya que él estaba bastante mejor sin su ex-esposa, el asunto de Akaashi, desde luego era algo distinto.

—Tessa, ¿Puedo hacerte una pregunta muy tonta? —Dejando de lado lo obvio, la muchacha le dio una mirada acusadora, Nagi estaba acostumbrado a las miradas de intimidación de Tessa, a quien a pesar de tener la misma edad veía como una hermana mayor, bastante mayor por lo alta que era, en serio, esa muchacha rivalizaba con Eiichi en altura si se ponía a pensarlo con detención.

—Cualquier pregunta por tu parte es tonta, Nagi, pero, hoy estoy aburrida y de buen humor, así que dispara. —Nagi no sabía que era lo más extraño en sus palabras, estaba claro que no era el insulto indirecto-no-tan-indirecto del principio, eso era bastante normal porque ella aprovechaba cada oportunidad que tenía para provocarlo de mala manera, pero, la mención de estar aburrida y de buen humor le puso el vello de punta, ese siempre era el peor momento para molestarla.

—Quería saber, ¿Crees que es el color azul claro es mejor que el café?, ¿O es más helado? —Supo en el mismo instante en que encontró los ojos rosas de Tessa, que había cometido un error demasiado estúpido—. ¡Lo siento!, ¡No es lo que quería preguntar! —Se apresuró a exclamar al cerrar los ojos de golpe, llevando las manos a cubrir su rostro. La respuesta de Tessa fuera rápida y sutil: “Lo que tengas que decir, o te doy una patada en {…}”—. No sé qué hacer ahora mismo y necesito un consejo de alguien listo. —Empezó mirando el suelo, aunque Tessa podía decir que Nagi tenía los labios fruncidos así como los cachetes inflados—. No es que tú lo seas pero… ¡Auch! —De acuerdo, sabía muy bien que se merecía ese golpe por parte de la muchacha—. Ya siendo serio al respecto, creo que necesito que me escuches por una vez en la vida.

—Mira, Nagi, estoy segura de que tiene que ver con Sumeragi, sabes que no quiero escuchar ese nombre ni una vez más en la vida. —Nagi apretó los labios por unos instantes, sabía que la ex-esposa de Kira era la hermana mayor de Tessa, por lo que comprendía que su amiga no quisiera saber demasiado de él en esos momentos—. Pero… Supongo que no todo es culpa de él, solo resulta que es un idiota adicto al trabajo, lo que me molesta es que yo también lo soy así que entiendo su posición mejor que la de mi propia hermana. —Eso era algo que él no sabía, si había notado cierta similitud entre las acciones y reacciones de Tessa y Kira, pero él nunca los habría comparado por una simple razón: Ella daba miedo.

—Sucede que, sigo yendo a cuidar de Akaashi porque lo encuentro relajante, sé que suena tonto porque encargarse de un niño de apenas casi un año no es sencillo, además de que ya que estoy ahí termino limpiando un poco, incluso hay días en que hago la cena para que Sumeragi-san no tenga que hacerlo, llega cansado tú lo sabes y… —Tessa lo calló con una mirada, ella no necesitaba escuchar cosas innecesarias, tampoco necesito escuchar más de eso para saber qué era lo que sucedía en realidad—. Mira, sé de hace mucho tiempo que soy bisexual, lo que es una bendición para el mundo, soy demasiado lindo para ser ignorado por hombres y mujeres, pero… —Una vez más, la muchacha lo calló, esta vez con un golpe en la nuca—. A lo que quiero llegar, es que me di cuenta hace unos días que me gusta Sumeragi-san, no sé si solo sea una atracción temporal o si acaso me estoy enamorando de él, aunque eso suena estúpido porque no hablo demasiado con él, solo un cruce de palabras y a veces una conversación cuando llega antes.

—Nagi, no me sorprende que te guste, es un hombre de buen ver, también es una buena persona aunque no sabe cómo lidiar con su propia vida. —Aun cuando parecía que se estaba quejando de él, el muchacho agradeció el hecho de que estaba usando palabras normales para describirlo—. Ahora, él es tan genial como yo, incluso es guapo como yo hermosa así que es normal que te guste o al menos te sientas atraído. —El muchacho le dio una mirada de advertencia, sabía demasiado bien que se estaba burlando de él como eso último, pues eran más o menos las mismas palabras que él le dio a ella cuando le hablo de su nueva novia. Tessa le dio una sonrisa arrogante así como victoriosa, antes de ponerse sería una vez más.

—No quiero meterme en problemas, es el ex-esposo de tu hermana, es un hombre mayor con un hijo, y sinceramente no creo que sea gay, ni bisexual ni nada, más que otra cosa parece que no le importa. —Admitió enfurruñado, Nagi no recordaba sentirse tan molesto por algo absurdo desde que un maestro en la preparatoria le puso un cinco en un trabajo, alegando que no había justificado el texto como había sido pedido.

—Si te soy sincera, no creo que a ese hombre le importe mucho si esta con una mujer o un chico lindo como tú. —Nagi omitió un comentario mal sonando que quiso hacer al escuchar eso, claramente se estaba metiendo con él una vez más, sin embargo, también le había dado una pequeña –y quizás inútil– esperanza. 

—¿Debería decirle que me gusta? —Cuestiono arrepintiéndose al momento, no era que alguien pudiera escucharlos, estaban los dos solos en un aula diminuta en la que tomaban clases de anatomía avanzada, pero, decirlo de aquella manera lo hacía más real, por ende él mismo se provocó un sonrojo ridículo. Al menos Tessa no se río de él.

 

Mediodía.

 

Reiji estaba nervioso, inquieto y un poco histérico… Más bien, estaba tan histérico que hasta parecía estar tranquilo, lo cual era toda una hazaña considerando lo que había visto un poco más temprano. Debido a su estado exaltado fue Ranmaru quien tuvo que hacerse cargo de la situación, anotando los datos necesarios en la formula, conversando con el doctor encargado e incluso haciendo empezó a hacer los arreglos que serían necesarios en la florería en su mente.

El castaño se sentía envidioso y la vez todo lo contario de su pareja, por un lado le parecía asombroso que se mantuviera tan tranquilo en esa situación, su mejor amigo acababa de ser víctima de un terrible accidente, y ahí estaba él, como si nada hubiera pasado. Por otro lado, mantenerse tan tranquilo en primera instancia solo significaba que explotaría más tarde, probablemente en su hogar y Reiji tendría que soportar las quejas y blasfemias de su novio.

Una vez que termino su intercambio de palabras con el médico, él cual Reiji pensó era demasiado joven, el albino se sentó a un lado del castaño, cruzando los brazos sobre el pecho al tiempo que echaba la cabeza hacía atrás, Reiji vio que cerraba los ojos mientras suspiraba, seguro que estaba bastante cansado, no solo no había dormido bien anoche por culpa del castaño, sino que esa mañana estuvo de un lado a otro haciendo entregas, no era ni un tercio del día para cuando tuvo que ocuparse de los papeles de Ren.

—Ese estúpido, ¿Cómo es que es tan descuidado? —Se quejó Ranmaru sin enfado en su voz, su rostro tampoco denotaba nada, lo cual extraño bastante al castaño—. Al menos le salvo la vida a un pequeño, eso ya es una especie de enmendación para su estupidez. —Oh, claro que estaba furioso, Ranmaru solo hacía esos pequeños elogios si estaba con los nervios destrozados, Reiji lo sabía muy bien porque lo conocía de años atrás, y había sido testigo de muchas de esas ocasiones.

—¿Esta muy grave?, ¿Debería llamar a Hijirikawa-kun ahora mismo? —Si la preocupación tuviera rostro, sería el de Reiji o al menos eso pensó el albino al abrir un ojo y ponerlo sobre su pareja, lo había visto preocupado por algo en otras ocasiones, pero, nunca había deslumbrado esa expresión como tal. Ranmaru se limitó a darle una pequeña negación con su rostro, no le parecía oportuno decirle a Masato, que estaba en Kansai para un importante proyecto televisivo a escala mundial, que su novio había sufrido un terrible accidente salvando la vida de un niño, y que estaba demasiado grave, incluso era posible que no despertará en unos días.

—No sé si preocuparlo ahora sea lo mejor, aunque posiblemente sea peor si no le decimos entre hoy y mañana. —Que estuviera indeciso con una idea que había sido propia era un terrible augurio, no como si dijera que el mundo se acababa o algo de estilo macabro, sino que, denotaba lo afectado que estaba por lo sucedido, claro que era imposible culparlo por ello, ¡El propio Reiji estaba hecho un desastre!

—Creo que es mejor que lo sepa, si fueras tu yo… —Ranmaru consiguió pararle la boca al poner una mano en su hombro, sus dedos estaban frotándolo con suavidad, diciéndole sin palabras que no pensará cosas innecesarias, después de todo él estaba ahí con él después de tantos problemas, no había fuerza en el mundo que lo apartará de su lado a esas alturas—. Vuelvo en un momento, quizás deberías hacerle saber a Otoyan y Syo. —Ranmaru le dio un leve asentimiento antes de dejarlo ir. En cuanto lo hizo, dejo escapar todo el aire que sus pulmones le permitieron.

No le había dicho toda la verdad a Reiji, Ren estaba terriblemente mal y no había recuperado la consciencia desde el golpe que se dio al apartar al niño de la línea del auto. El doctor, Eiijii Ootori, le advirtió que era posible que la memoria de Ren hubiese sido afectada por el golpe, la magnitud de esto –si había ocurrido– solo podría ser determinada una vez que despertará, el problema recaía en que, si bien Ren estaba estable y no corría ningún otro tipo de riesgo, no parecía que fuera a despertar.

Ranmaru hizo un par de llamadas después de salir de la sala de espera, como siempre había demasiado ruido en el hospital de modo que salió al jardín interior, a diferencia de Reiji que había optado por salir del completo hacia la calle. El albino le informo a ambos empleados de la condición de Ren, ignorando las quejas y preguntas que tuvo cada uno. También… Les obligo a no dejar sus tareas en la tienda, así como no presentarse en el hospital para ver a Ren, no respondió cuando preguntaron porque, de hecho les colgó al instante esperando que lo obedecieran.

—Él me mataría si los dejara verlo en ese estado. —Se dijo a sí mismo al pasar una mano por su cabello, estaba seguro de que Ren no quería que lo vieran de esa forma, ni siquiera Masato a quien amaba y en quien confiaba plenamente de corazón. Esa era la razón por la que Ranmaru no quiso en primera instancia llamar al peli-azul, no solo interrumpir su trabajo ya era algo malo, hacerle saber la situación de Ren era terrible, y que lo viera de esa forma sería la gota que derramaría el vaso por completo—. Eres un estúpido, siempre estas complicando la vida.

 

Dos de la tarde.

 

Decir que era un manojo de nervios era decir nada. Estaba hecho un completo desastre desde dos horas atrás, aunque Ryuya lo había dejado pasar en un principio, pensando que se trataba de sus nervios por lo que aquel trabajo significaba para su carrera y vida, sin embargo, el agente pronto entendió que su estado se debía a algo más, no estaba seguro de que podía haber sido, pues solo había dos cosas que lo ponían de esa forma, o más bien dos personas que lo ponían de los nervios: Su padre y Ren.

El hombre dudo seriamente que Masato recuperara la comunicación con su padre –estaba al tanto de la situación–, así que algo tuvo que ocurrir con Ren, o ese era su pensamiento en un principio, pues luego de que el director terminará en ensayo general de ese día –el siguiente empezarían a grabar–, Ryuya se encargó de sacarle la información completa a Masato. Por supuesto que el hombre se sorprendió al enterarse del accidente de Ren, pero, no por eso sería menos estricto con el peli-azul, puede que incluso se hubiera sobrepasado un poco con su regaño. Desde luego, Masato no le respondió nada a ninguno de sus comentarios, solo lo miro con ojos sin emoción y los labios apretados.

En el momento en que Ryuya lo dejo solo en su habitación de hotel… Bueno, lo más correcto era decir que estaba en una posada tradicional japonesa, en cualquier caso, Masato se sentó sobre el tatami, mantuvo sus ojos cerrados y sus manos sobre sus rodillas, considerando lo que debía de hacer en ese momento. Retirarse de la grabación era como cometer un suicido si pensaba en su vida laboral, quedarse era matar la confianza de Ren. Entre las cosas, lo sencillo sería quitarse la vida a sí mismo porque era imposible elegir una opción.

Al final, tomo una decisión antes de apagar las luces de la habitación.

 

Trece de enero.
Diez de la mañana.

 

Podía escuchar lo que había alrededor, era consciente de que estaban dos personas con él discutiendo sobre qué color era mejor, lo terrible no era la molesta conversación que estaba escuchando sin poder hacer nada al respecto, sino que, no era capaz de abrir los ojos o decirles que se callaran, que estaban perturbando su descanso. Ren casi podía imaginar que pronto su alma o esencia se saldría de su cuerpo y podría ver que hacían los demás, algo así como en la película  “Just like Heaven” con Mark Ruffalo y Reese Witherspoon, la cual estaba basada en un libro de Marc Levy… Aunque, es información no le servía de nada en el momento.

—Creo que el azul le va mejor, contrasta con su naranja natural. —Sin lugar a duda ese era Syo, quien sabía demasiado de colores por su afición insana a la moda, lo cierto es que Ren a veces lo encontraba molesto.

—Pero, a Ren le gusta más el color rojo, pienso que deberíamos hacer algo que le gusta y no que se le vea bien. —Otoya siempre pensaba en los sentimientos de los demás, así que no era sorpresa que estuviera chocando con las ideas de Syo, la verdad estaba en que esos dos no congeniaban bien con las ideas que tenían sobre ciertas cosas, aunque se llevaban bastante bien, Ren diría que eran los mejores amigos.

—Ustedes dos dejen de discutir por tonterías ahora mismo —Ranmaru, indudablemente era Ranmaru—, él no necesita unas tontas flores en este momento, necesita que ustedes se encarguen de la florería y los arreglos que tenemos que entregar durante esta semana, no pueden confiar en Reiji y Masato para ello. —¿Masato?, ¿Por qué lo estaba mencionando a él si estaba en otra región por trabajo?, sin mencionar que el peli-azul no tenía nada que ver con la florería, de hecho Masato si intentaba ayudar cuando era completamente necesario, como la ocasión de los quinientos arreglos florares, pero, la verdad que él preferiría no entrometerse en cosas que no eran su fuerte, ¿Y entonces porque Ranmaru lo mencionaba como si estuviera EN la tienda en el momento?.. ¿Sería posible..?

—Pero, Masato es bueno con las cuentas y aprende rápido, por no decir que Rei-chan es un instructor paciente y amable. —Otoya siempre veía lo bueno en todos, su positivismo era pegadizo y el propio Ren se sentía mejor de tan solo escucharlo hablar bien de los demás, aunque la duda en su mente seguía persistente.

—También es un payaso que se confunde con facilidad, no confíes demasiado en él si está bajo presión, algo que sin lugar a dudas es la situación actual. —Nunca antes se había sentido tan frustrado como en ese momento, aunque eso podría estar relacionado al hecho de que nunca antes sus palabras habían estado atoradas en su garganta, así como que no hubo momento antes de ese día en que sus ojos no se abrían a pesar de que necesitaba ver que ocurría a su alrededor.

Ren escucho como la puerta se abría, ruido seguido por los pasos de un par de personas, rápidamente su mente se imaginó que el albino había corrido del lugar al par con tan solo una mirada, aquello siempre era gracioso de presenciar pues la intimidación que manaba de parte de su osco amigo era algo que tener en cuenta, de misma forma que era objeto de burla por ello. Parecía irónico.

Hubo un momento en que pareció que todo se congelo, claro que eso era imposible porque el tiempo no se detenía solo porque si, más bien era lo único que siempre avanzaba constantemente, siendo independiente de cualquier otra cosa. Aunque sin duda alguna el no saber que estaba rodeándote, ayudaba a dar la sensación de la detención del tiempo, era como si un solo instante fuera una eternidad. Entonces, Ren escucho como se movía una silla en su cercanía, seguida del ruido de alguien desplomándose sobre ella. No mucho después escucho las teclas de un celular móvil, ¿Le estaría enviando un mensaje a Reiji? A Ren no se le ocurrían muchas personas a las que Ranmaru enviaría un mensaje de texto, y entre las que venían a su mente el castaño parecía ser la prioridad, no solo porque era su pareja de un par de meses atrás –al menos de forma oficial–, sino que siempre habían sido “buenos amigos”, por supuesto, también estaba el hecho de que mientras Ren no pudiera atender la florería, Reiji era el encargado de hacerlo. De forma que había muchas razones por las cuales contactaría al castaño en ese momento.

 —… Es curioso. —A Ranmaru casi se le cae su móvil debido a la sorpresa. Había estado tan centrado en el texto que escribía, así como en la sensación de no escuchar nada más que las teclas que tecleaba, por ello escuchar la voz de Ren –o el susurro que dio– le hizo saltar en la silla, para su suerte el otro no había abierto los ojos aún.

—A la otra, da una seña de que estas despierto antes de asustarme. —Eso no se repetiría, no volvería a admitir ni una sola vez que se asustó en el momento, más que nada porque más que asustarse se sorprendió, y Dios sabe que no es la misma cosa. 

—No siento… que pueda, hacer algo. —Confesó alegre de no ser ni capaz de mover su propio rostro, porque estaba seguro de que de tenerlo posible tendría una horrible expresión de debilidad—. ¿Qué paso exactamente? —Al menos afasia temporal paro bastante rápido. Ren no sabía cómo tenía conocimiento de aquella palabra, aunque no iba a cuestionárselo demasiado tiempo, mucho menos cuando le era útil.

—Pasa que eres un idiota de buen corazón, probablemente iras a pudrirte al cielo. —Replico el otro con una voz irritada, por ello fue que Ren no dudo que había hecho algo estúpidamente honorable.

—Eso es tan irónico, ¿Sabes? Pudrirse en el cielo debe ser una buena recompensa. —No estaba intentando ser gracioso o molestarlo, pero, sus palabras estaban saliendo más rápido de que su cerebro pensaba en ellas, lo que podía ser un daño colateral del golpe que se dio en la cabeza.

—Eres un idiota, eso siempre lo serás. —Más que una queja era un comentario por parte del contrario—. Y ya que preguntaste. Sucede que un niño estaba en peligro, y tú por supuesto actuaste antes de pensar, de modo que saltaste como si fueras un héroe y le salvaste la vida, aunque tú no saliste bien parado de ello. —Ren fue capaz de abrir los ojos, a pesar de que los tenía adoloridos. Enfoco su mirada en los ojos plateados de su amigo, viendo en cansancio debajo de estos. Probablemente fue Ranmaru quien se quedó con él desde el accidente hasta ese momento.

—Lo siento, soy impulsivo. —No dijo nada en respuesta, no necesitaba una de todos modos—. ¿Qué fue de Masato?, ¿Esta en la florería? —Aquello era lo que le importaba en ese momento, no podía cambiar lo que ya había hecho además de que no se arrepentía de ello pues salvo la vida de un niño.

—… Será mejor que él mismo te cuente que paso, yo no creo que pueda explicarlo con facilidad. —Sí que estaba cansado, Ren llego a pensar que el albino no había dormido nada esa noche.

—Ranmaru…

—Lo sé, me iré a… ayudar a Reiji a controlar a los sensibles de Otoya y Syo, también te enviaré a Masato.

No necesitaban despedidas, porque no tenía caso que se dijeran nada en ese momento, tenían bastante claro que se verían, sino más tarde el día siguiente.

 

¿?

 

 Ren cerró los ojos un momento, o eso pensó en un principio porque cuando los volvió a abrir ya no estaba siendo dejado solo por Ranmaru en la habitación del hospital, sino que entraban tres personas, entre ellas un interesante peli-azul que lucía agitado.

—Jinguji-san, es bueno ver que está consciente. —El simple hecho de que llevaba una bata larga blanca le indico que era un doctor, él hecho de que dijera aquello como primeras palabras le dijo que era el doctor encargado de su caso, el que fuera tan amable lo asusto un poco—. Me llamo Eiiji Ootori y soy su doctor encargado, la señorita aquí es Tessa Ichinose, su enfermera.

Ren estaba apenas consciente de lo que estaba escuchando de parte de su doctor, estaba seguro de que solo le estaba explicando lo sucedido y cuánto tiempo estaría en el hospital internado. Pues la mente de Ren –así como sus ojos–, estaban sobre Masato quien parecía estar recuperando el aliento mientras escuchaba con atención al doctor, pero, lo que llamo la atención de Ren era el arreglo de flores anaranjadas y rosas sostenido por su novio. 

Ren dejo de intentar entender que era lo que Eiiji le dijo, asumiendo que tanto Ranmaru como Masato lo pondrían al día con todo eso después, tampoco le importaba sino llegaba a enterarse de que hizo con exactitud, era algo que estaría en su pasado por siempre aun si no lo recordaba, por ello pensaba que no necesitaba –así como no quería– que estuvieran recordándole todo eso.

—Me diste un susto de muerte. —Comento Masato tomando su mano, poco después de que el doctor y la enfermera se fueran para dejarlos solos. El peli-azul en un desliz de pensamiento dejo el ramo anaranjado con toques rosas sobre el regazo de Ren, antes de tomar una de sus manos—. No te diré nada sobre ello… Al menos no hoy. 

—Es por eso que te amo, siempre sabes cuándo es el momento de regañarme por mi increíble torpeza a la hora de pensar. —Quiso reprimirla con todas sus fuerzas, pero, Masato no fue capaz de ocultar la sonrisa con atisbo de risa en sus labios, felicitar a Ren por su gracia en ese mal momento no sacaría nada bueno, aunque tampoco podía evitar reírse de él –o con él, como fuera–.

—No comiences por favor, la risa es quizás la mejor medicina, pero, ahora mismo no me siento con ganas de bromear sobre nada. —Intentarlo nunca estaba mal, al menos eso era lo que pensaba Ren. Aun con ello no insistió en ello—. Cuando Kurosaki-san me llamo… —suspiro—. Simplemente no podía pensar en nada que no fueras tú, tú estando solo y dormido, mal herido… Te apoderaste de mi mente por completo, no es que no lo hayas hecho anteriormente, pero, ahora fue diferente, no estaba esperando el momento de llegar a casa y ver películas contigo, el momento de escucharte hablar sobre flores o preguntarme a mí como me fue, sino que esperaba el momento de salir corriendo del set, venir aquí sin pararme en ningún otro lugar —Ren apretó su mano—, sin embargo, no fue eso lo que hice… Tenía miedo, estaba tan asustado que la idea de pisar el hospital me paralizaba. —Habría sido absurdo preguntar por ello, Ren conocía bien porque Masato odiaba los hospitales—. Otoya insistió en que estuviera en la florería hoy, acompañando a Reiji mientras ellos te visitaban, temo admitir que he sido un cobarde este par de días.

—No me importa que no vinieras de inmediato, no me habría importado que te hubieras quedado en el set, no soy tu prioridad Masato, no siento que debería serla no cuando no pensé en ti antes de hacer algo tonto. —Masato no quería disculpas por su parte, no las necesitaba y las veía demasiado innecesarias, después de todo Ren hizo algo que él habría querido hacer—. Has luchado demasiado tiempo para conservar tu trabajo, es lo que siempre quisiste hacer con tu vida, ahora me siento pésimo de haberte sacado de algo tan importante. —El peli-azul no notó en que momento sus hombros se tensaron tanto, tampoco fue consiente de cerrar el espacio entre él y Ren.

—¡No digas tonterías! —Exclamo sin elevar demasiado la voz, aunque la emoción que salió de él fue suficiente para callar las palabras de Ren por completo—. No había momento de pensar entonces, yo habría querido hacer aquello pero soy un cobarde y no me habría movido… Pero, tú, tu siempre puedes hacer lo que yo quisiera, siempre me animas a que siga haciendo lo quiero, por ello es que te amo tanto, por ello no soporto que digas que no eres mi prioridad, ¡Yo renunciaría a cualquier cosa por ti! —Si estaba pensando en lo que estaba diciendo, seguro que era después de decirlo—. No me importa perder lo que he hecho, no me importa si mi familia me da la espalda, si termino en la calle, mientras te tenga a ti seré feliz, si estás conmigo puedo hacerle frente a cualquier cosa.

Ren no se había sentido tan amado desde que su madre falleció, había recibido ayuda de su padre y sus medio-hermanos, pero, nunca se sintió parte de su familia. Con Masato, con él todo era cuestión de lo que podían hacer el uno por el otro, todo era amor y comprensión. Lo había dicho antes, era afortunado de haber encontrado a Masato, más que suertudo por tenerlo a su lado, pero, apenas en ese momento comprendió que no era cuestión de suerte solamente, ahora más que nunca estaba seguro de que eran él uno para el otro, en esa y en cualquier otra vida, sus almas seguro se encontrarían una y otra vez.

—Sabes, elegiste unos colores hermosos para este ramo. —Había habido un silencio bastante largo entre ellos, debido a que Masato tenía la mirada en el suelo, avergonzado de lo que había declarado, así como inseguro de que más podía decir—. El anaranjado es un color que me fascina, pero… También es el completo del azul. —Ren hizo un esfuerzo que le dolió más de lo que había imaginado en los músculos.

El peli-naranja había tomado una de las flores del color de la fruta, partió el tallo para que quedará una pequeña parte de él en la flor, y entonces se removió en la cama para acercarse a Masato, de forma que podía colocar la flor en su cabello, sostenida por su oreja. El peli-azul levanto la vista para encontrar sus ojos con los Ren, aunque ambos tenían los ojos azules, el tono de cada uno era distinto. Los ojos de Ren eran de un azul un tanto más claro, uno que imitaba el cielo despejado en una mañana, mientras que los de él parecían imitar el azul claro del mar al medio día. Pocas personas notarían esa diferencia, pero, Masato la veía siempre que miraba directamente a los ojos del otro.

—Así como el anaranjado complementa el azul, yo te complemente a ti, y viceversa. —Masato sintió como las comisuras de sus labios se alzaban un poco—. Hoy más que nunca, siento que nací para estar contigo, que tu naciste para encontrarme. —Hizo una pausa para pensar claramente que quería decir—. Ya no puedo vivir sin ti, es inconcebible para mí imaginarme un momento en el futuro sin ti a mi lado, y temo cada día, que llegas a cansarte de mí, que decidas que ya no me necesitas más. Cada día que pasa, cada mes que estamos juntos veo lo mucho que cambias, lo mucho que te fortaleces, soy una persona despreciable porque a veces pienso que me gustaría que volvieras a ser como unos meses atrás, cuando parecía que me necesitabas tanto como yo a ti, ahora yo te necesito más a ti de lo que tú a mí. Y eso me aterra. —Una vez más, Ren sintió que pasaba una eternidad en un instante, pues al mirar los ojos de Masato directamente, era como si se perdiera en el tiempo.

—Eres un idiota. —Se rio el otro para su sorpresa. Ren no cambió su expresión, no tenía fuerzas para ello, solamente lo miro—. ¿Cómo podría dejarte? Es de ti de quien saco fuerzas para hacer las cosas que quiero, es por ti que he podido seguir adelante con lo que mi corazón me dice que haga. De no ser porque te tengo en mi vida, me habría consumido de pena el año pasado, la muerte de Mai fue… Solo fue soportable porque te tenía a ti, y en ese entonces era como depender de un desconocido, será cierto que nos conocimos de niños, pero, aun en ese entonces no éramos cercanos es más, ni siquiera hablamos después de que me dieras el ramo de flores. Y entonces, un mes después me di cuenta que te quería, sentí tanto pánico cuando me dijiste que estabas enfermo, no podía perder a otra persona que quería tan pronto, por suerte te recuperaste con velocidad y sentí que mi suerte cambiaba de forma radical, los siguientes meses fui tan feliz que parecía irreal. Cuando nos mudamos juntos… Nunca supe que era tener a alguien que se preocupaba tanto por ti hasta ese momento, y entonces me ayudaste a tomar una decisión. —Ren no supo que había estado conteniendo el aire hasta esa pausa—. Mi familia, mi trabajo o tú. Tres caminos que tenía frente a mí y no era capaz de elegir ninguno, de no ser por tus actos seguiría atorado con todo eso, es cierto que me deprime lo ocurrido con mi padre, pero, ha sido un alivio dejar de tener esa responsabilidad. —Masato dejo escapar un par de lágrimas de uno de sus ojos—. Entonces solo me quedaba mi trabajo y tú, en su momento no pensé que tuviera que hacer otra elección, porque tú me apoyos en todo lo que hago. Pero, eso era ser ingenuo, mi trabajo no es para las personas que quieren tener algo estable en todo momento, al menos no al principio de sus carreras, no en los primeros años por ello es que tenía otra difícil elección por delante, una que tendría que hacer por mi cuenta. —Ren escuchaba con atención cada palabra de Masato, lo había visto ‘madurar’ y crecer durante esos meses, casi un año, pero, nunca lo había escuchado hablar tan claramente sobre ello—. Esto sonará cruel, mas, de no ser por tu increíble acto heroico, no habría tomado esta decisión con tanta facilidad, probablemente seguiría debatiéndome sobre esto —respiro profundo—. Te elijo a ti, siempre lo haré.

—Masato…

—Renuncie. Me di cuenta que no amaba mi trabajo, amaba actuar y recibir los halagos de las personas, pero, no amaba tener la responsabilidad que tenía ni los compromisos. —Masato soltó la mano de Ren para acariciar su mejilla con suavidad—. Te amo, eres lo que más amo en este mundo y quiero estar contigo siempre que sea posible, no quiero volver a alejarme de ti.

—¿Cuándo te volviste tan directo? —Se río el otro incapaz de poner sus pensamientos en orden.

 

Veinte de enero.
Seis de la tarde.

 

Era el momento, no podía retrasarlo más –aunque quería hacerlo– si no lo decía esa tarde no lo haría nunca, y si no lo hacía iba a enloquecer lentamente. El problema estaba en que se sentía ansioso, no recordaba sentirse de esa forma desde que participo en una obra escolar… Hacía diez años o más. La gran diferencia entre eso y esto, era que ahora no tenía líneas memorizadas que no entendía, que solo debía decir mientras ponía expresiones acordes, tampoco iba vestido como alguien diferente, alguien que no existía en la realidad.

—¿Estas horneando algo? —Nagi se sorprendió al escuchar la voz profunda de Kira, había estado tan concentrado en lo que diría, quizás en lo que haría, que no escucho el momento en que llego. También, se sintió aliviado de no haber estado cargando a Akaashi, o de no haberse encontrado cortando verdura en el momento, o habría pasado algo muy malo.

—Pensé que te gustaría un poco de lasaña. —Confesó antes de pensar, de forma que se maldijo a sí mismo al terminar de hablar—. Llevaré a Akaashi-chan a su cuna, ¿Podrías sacar el refractario del horno? —Kira simplemente le dio un pequeño asentimiento, desde luego que Nagi no esperaba palabras por su parte, sabía bastante bien que si un gesto le bastaba, no hablaría. Lo sorprendente de ese hombre era el hecho de que encontraba maneras imposibles de evitar hablar.

Nagi tomo al niño, que había estado sentado en su silla de bebe todo el rato, en los brazos para llevarlo a la cuna, la cual seguía estando en la misma habitación en que dormía Kira, lo cierto era que el muchacho ignoraba si el bebe seguía llorando por las noches, le parecía que era demasiado tranquilo como para que lo hiciera, pero, nunca podía estar seguro de nada.

Como cualquier otro día, Nagi le canto una corta canción para asegurarse que se quedaba dormido, entonces lo arropo con su frazada azul con lunares blancos, y encendió el monitor por si acaso. Luego regreso a la pequeña cocina, la cual estaba adjunta a un diminuto comedor, sorprendiéndose de encontrar que Kira había servido las porciones correctas para ambos, así como servido un par de copas de su vino favorito.

—Pensé que sería un buen momento para abrir esta botella. —Nagi sabía que esa botella había sido un regalo de bodas, nunca había preguntado porque no la había abierto en compañía de su esposa, pensó que sería doloroso para Kira hablar de ello, pero, ahora dudaba que ese fuera el caso—. Te serví sin preguntarte, ¿Estuvo mal que supusiera tu respuesta?

—Eh, no, está bien. —Dijo de forma apresurada, afortunadamente el hombre no se dio cuenta del ligero sonrojo que tenía en sus mejillas—. Sumeragi-san, yo… quería hablar con usted sobre algo.

—Estaba pensando —completamente ignorado, buena forma de empezar—, que cuando me regalaron esta botella no pensé que llegará abrirla nunca, con suerte se la regalaría alguien más sin que Reyna se diera cuenta. —Nagi estaba más que solo sorprendido, si le hubieran dicho que Kira Sumeragi era capaz de dar un monologo antes, se habría reído estrepitosamente—. Siendo honesto conmigo mismo, nunca ame a esa mujer, toda esa experiencia fue como si cumpliera con un deber, con algo que debía hacer para continuar con mi vida, por ello es que no podía darle a ella lo que quería, que no podía ser el esposo que ella quería que fuera.

A esas alturas no estaba seguro de que podía hacer, o decir, ¿Sería una buena idea decirle lo que había estado “planeando”?, ¿O sería indudablemente mejor no hacerlo? Nagi estaba sufriendo por ello, y le molestaba en gran medida, pues nunca pensó que un hombre lo haría sufrir de esa manera, no era que estaría feliz de que una mujer lo hiciera, aunque sin duda sería menos patético.

—Ella ni siquiera lo intento. —Replico el menor dejando fluir sus palabras antes de que su cerebro las pensará—. Quiero decir, tú no pareces ser el tipo de persona que desarrolla sentimientos con facilidad, ella tendría que haberse dado cuenta que no podía esperar que la quisieras de un día para otro, las cosas nunca son tan sencillas. —Se sentía celoso, de alguna forma intuía que Kira lo había intentado, además, estaba Akaashi…

—Eres más receptivo de lo que aparentas, ¿Por qué no hiciste tus estudios para ser médico? Es algo que me he estado preguntando desde antes que terminarás tu servicio social. —Indico el peli-negro mostrando curiosidad por él –primera vez– en sus ojos dorados.

—Porque es demasiada responsabilidad, no es que ser enfermero no conlleve un compromiso, puede que incluso mayor, pero, es diferente. —No estaba seguro de si era posible ponerlo en palabras, aunque lo intento—. Nunca pensé que pudiera ser un doctor, me asusto con facilidad en momentos de tensión, y prefiero cuidar de las personas una vez que se cómo tratarlas, no antes. 

—Ese es un excelente argumento. —Aclamo Kira recargando un codo en la mesa—. No obstante, no comportado del todo tu opinión, por supuesto que eso se debe a mi experiencia en el trabajo, no discutiré contigo sobre ello, ha sido tu decisión y es algo respetable.

Pero Nagi quería que discutiera con él, ¿Por qué nadie lo había hecho?, ¿Por qué a nadie le importaba lo que hiciera? Si, ya era un adulto y podía hacer lo que él quisiera, sabía eso, pero incluso desde antes nunca lo habían cuestionado. Él no era el heredero de una familia adinerada, no era nadie importante y aun así nunca le habían reclamado nada, no lo habían regañado en la vida por ninguna decisión. Y ya no sabía, si estaba haciendo las cosas bien o si a nadie le importaba lo que hiciera.

  —¡Pero yo quiero tu opinión!, ¡Quiero que me regañes por mi decisión! —¿Se había levantado?, ¿Tiro la silla? No se dio cuenta de en qué momento empezó a verlo por arriba—. No quiero que solo acepten que hago algo, quiero que me digan si estoy mal, o si estoy bien, quiero importarle a alguien en esta vida, saber que no estoy tan solo como parezco estar… Quiero importarte a ti. —Sus mejillas estaban frías, sus manos hechas ovillos a sus costados y sus labios se habían transformado en una línea delgada y apretada. Kira era consciente del dolor en sus palabras, entendía que quisiera la aprobación o desaprobación de alguien, pero, no comprendía porque estaba tan desesperado porque alguien lo contradijera.

El mayor se levantó de su asiento, alcanzando al muchacho por una muñeca, jalándolo hacía él. Nagi conecto sus ojos con los Kira, a sabiendas de todo él estaba temblando ante la cercanía, ante la furia que estaba desbordando, no precisamente contra Kira. No había mucho que pudiera pensar en momento, no consideraba que Kira pudiera hacer nada para calmarlo un poco, y en el mejor de los casos solamente le pediría que se tranquilizará antes de irse.

Por otro lado, estaba formando oraciones en su mente, cualquier cosa que pudiera decirle al chico para que estuviera tranquilo, pero, cada cosa le parecía más tonta que la anterior, de forma que se quedaron de esa forma durante unos instantes, con Kira tomándolo por una muñeca, con una peligrosa cercanía mientras Nagi lo miraba a los ojos, esperando por palabras que no parecían llegar nunca.

—Quédate hoy. —Podría jurar que así era como iniciaban sus sueños, no precisamente los sueños rosas. La diferencia entre uno de esos sueños y ese momento, era que en sus sueños Kira le sonreía y no llevaba su camisa.

—¿Por qué? —Sería muy absurdo aceptar aquello sin más, quería quedarse y no le diría que no al final, solo que eso no significaba que no quisiera saber porque se lo estaba pidiendo.

—Porque quiero que estés aquí. —Tan simple como siempre, ya tendría que haber aceptado que era un hombre directo para todo—. Porque no creo que deba dejarte ir como estas ahora mismo. Porque no quiero que nadie más te vea de esta forma.

Si no se hubiera prometido a sí mismo no llorar por cualquier cosa años atrás, se habría echado a hacerlo de inmediato. Ni en su mejor sueño Kira le había dicho algo como eso, nunca había considerado que él fuera capaz de darle ese tipo de palabras. Lo que Nagi se permitió hacer ante esa confesión de parte del hombre, fue sujetarlo por la cintura, hundiendo su rostro en el pecho de él. Si Kira se sorprendió o molesto por el gesto del muchacho, no lo demostró de ninguna manera.

—¿Esta mal que me sienta feliz ahora?, ¿Hay algo mal conmigo? —Murmuro el muchacho con la voz destrozada, haciéndolo saber a Kira lo mucho que quería empezar a llorar. El oji-dorado empezó a acariciar la espalda del chico con una mano, y con la otra peinaba su cabello.

—No hay nada de malo en sentirse feliz por ser querido.

 

Veintiuno de enero.
Ocho de la mañana.

 

Masato se puso un delantal blanco sobre su camisa de cuadros azules, realmente no era necesario que lo usará porque estaría moviendo macetas de un lado a otro, aunque uno nunca sabe cuándo la tierra decida moverse y ensuciarlo, por ello  opto por usarlo. Otra cosa a la que tendría que acostumbrarse, sería a tener a Ranmaru encima de él por las mañanas, indicándole como y a donde mover las macetas, las flores y cualquier otra cosa que necesitaran al frente de la tienda.

Otoya le había prometido que le daría lecciones de cómo hacer arreglos significativos más adelante, mientras que Syo aseguro que no había nadie mejor que él mismo para ayudarlo con la imagen de los mismos. Claro que Ren se aseguró de que ninguno presumiera demasiado de su cualidad, pues era él quien dominaba ambas.

Masato empezó a hacer un inventario de las flores que estaban en la columna A del almacén, entonces escucho un ruido de teléfono, muy similar al típico ruido que suena al tomar una fotografía, provocando que el peli-azul se girara para encarar a Reiji, e instantáneamente volvió a escuchar el ruido de la cámara.

—Kotobuki-san, ¿Qué esta haciendo? —Cuestiono levantando ligeramente las cejas, no estaba seguro de que tomar fotografías digitales fuera parte del trabajo, y aun si lo fuera, tendrían que ser de las flores ya en los arreglos y no de los empleados en el almacén.

—¡Me encargo de capturar tu primer día! —Exclamo con entusiasmo contagioso. Masato pronto se encontró dándole una sonrisa –aunque fuera de cortesía–. El castaño reviso las fotos que tomo, antes de decir—. También, se supone que te ayude con el inventario.

—En ese caso lo mejor que empieces, hay trece columnas de las cuales debemos encargarnos antes de mediodía, sin contar la que ya empecé. —Por comentarios como ese, Reiji dudaría quien estaba a cargo en el momento.

Mientras hacían las cuentas de cada tipo de flor y color que tenían, escucharon varias veces como la puerta del almacén se abría y cerraba, de misma forma que escucharon distintos pasos moverse por detrás de ellos. Ninguno de los dos se dio cuenta del paso del tiempo, y para cuando terminaron con la séptima columna, ya era el descanso del mediodía.

Por lo general descansaban entre la una y las tres de la tarde, que era cuando había una especie de recesión de personas en la calle, pero, los fines de semana –era un sábado caluroso– esa recesión se daba más temprano de lo regular, de modo que descansaban antes.

Todo el equipo de la florería –incluyendo a Cecil– se reunió en las mesas del almacén para almorzar, aprovechando que el moreno y Tokiya, quien fue llamado por Otoya, llevaron comida. Es cierto que Masato ya había tenido reuniones con todo ese grupo anteriormente, pero, era diferente esa vez, era un almuerzo en grupo laboral, nunca antes había tenido un almuerzo laboral con tantas personas, mucho menos había estado conversando abiertamente con nadie antes. Si ese era el ambiente de la florería, estaba encantado de estar ahí.

En algún momento empezaron a hacer bromas los unos a los otros, el peli-azul participio entusiasta en aquello, tomándole el pelo tanto a Ren, como a Tokiya, quienes a su vez molestaban a Ranmaru, Otoya, Syo y Cecil. De Masato no podían decir demasiadas cosas, pues apenas empezarían a conocer cada una de sus costumbres, de forma que todos estaban seguros que con el paso de los días podrían provocarlo con facilidad, por otro lado, el ignorar a Reiji era la mejor forma de molestarlo que tenían.

 

Siete y media de la tarde.

—¿Eres tonto?, ¿Masoquista?, ¿Inútil? —Eso último solo era un insulto que ella siempre le decía, a Tessa le encantaba recalcarle a Nagi que pensaba que era un estorbo en general, por supuesto que él muchacho había entendido tiempo atrás que era la manera en que ella expresaba cariño. Ella era la que estaba enferma.

—Mira, Tessie, he encontrado un lugar en que me gusta estar, y una persona que me dice lo que necesito oír. —Replico el muchacho hundiendo los hombros por un instante—. Lo mejor sería que te concentraras en Eiiji, ¿Te gusta el doctor no es cierto? —El silencio al otro lado de la línea le hizo saber que había dado en el clavo, pero, dar en el punto exacto con Tessa significaba golpearte a ti mismo también.

—¿Estas en la casa de Sumeragi? —No responder era igual que hacerlo. Nagi le dio un muy silencioso “hmm”, haciéndole saber que su intuición dio en el punto—. Debería matarte por intentar salir con el exesposo de mi hermana, así que tienes suerte que el amor homosexual me parezca más tierno.

—Nunca sabe cuándo estás hablando en serio. —¿Acaso había un perro al otro lado de la línea? —. Como sea, Tessa, tienes pacientes que atender ¿No?

—Te lo advertiré una sola vez, Nagi, si él te rompe el corazón a ti también, no pienso consolarte.

—Gracias por los ánimos.

—Sabes que te adoro, pedazo de tonto.

—Pienso lo mismo de ti, cabello de spagetti.

Nagi paso de despedirse de Tessa, además, las despedidas por teléfono se le daban fatal, nunca sabía cuándo colgar él o cuando esperar a que la otra persona colgará, vamos que se hacía un lio completo por algo insignificante.

En cuanto dejo su móvil sobre la mesa de la sala, escucho como el bebe comenzaba un puchero, Nagi se apresuró a cargarlo en sus brazos, se encamino a la cocina para prepararle una botellita de leche. Al niño estaban por salirle el resto de dientes, así que también comía papilla a ciertas horas del día, aunque Nagi prefería que comiera a horas específicas, por ello seguía dándole leche en primera instancia.

Mientras lo alimentaba, noto la puerta abrirse, seguida de un suave “regrese”, Nagi correspondió con una bienvenida de forma automática, hacia un par de años que no le daba la bienvenida a nadie, y no recordaba que hacerlo fuera tan satisfactorio.

El muchacho se encontró con Kira en la sala, recibiendo una sonrisa cálida de parte del hombre.

Quizás, Nagi pudiera ser la persona que logrará que Kira desarrollará esos profundos sentimientos, valía la pena intentarlo.

 

.~

 

—Primer día oficial, ¿Cómo te sentiste? —Le pregunto Ren mientras regresaban en autobús a su hogar, o más bien tomaban una de las rutas que los dejaba más cerca de la casa que compartían. Masato le dio una mirada por el rabillo del ojo, observando que Ren miraba por la ventana.

—Fue muy divertido, aunque solo hice cuentas. —Confesó con una pequeña sonrisa en los labios. Ren lo observo girando el rostro un poco, le gustaba la idea de tener a Masato a su lado tanto tiempo como fuera posible, aunque, no pensaba que el lugar de Masato estuviera en la florería a su lado.

—Me alegra oír eso, aunque debo advertir que hoy fue un día tranquilo, por lo general son más ruidosos. —Sonaba a una disculpa adelantada, aunque Masato no la necesitaba, trabajar en la florería con Ren era algo que quería hacer.

—En ese caso me iré preparando, aunque no creo que sea demasiada molestia. —Se encogió de hombros durante una fracción de segundo—. Por otro lado, el solo hacer las cuentas del inventario fue divertido. —Eso lo encontraba curioso, pues ni él ni el resto de los empleados de la florería encontraban el inventario como algo divertido, en el mejor de los casos simplemente lo hacían.

—Qué bueno que no tienes problema con ello, el resto no es tan entusiasta cuando tienen que hacerlo. —Confesó tomando una de las manos del otro, aprovechando el hecho de que estaban al fondo del autobús.

—Supongo que todos encontramos diversión en cosas diversas. —Replico el peli-azul dándole una sonrisa picará a Ren, quien alzo una ceja al ver ese gesto—. Y hablando de diversión…

—Ni lo menciones, llegando a casa te doy permiso de ello, pero, ahora mismo no me tientes.

Masato se río bastante alto, como si al fin pudiera ser él mismo, sin tener que lidiar con nada más que su propia imagen de él. Lo que hacía a Ren sentirse feliz por él, por fin parecía ser completamente libre para ser la persona que él quería ser.

 

 


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