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El aroma de las flores por FershuWestfall

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Doce de febrero
Once de la mañana

 

El mes de febrero era una locura total. A Syo no le hacía demasiada gracia ver el color rosa por todo el lugar, aunque lo que le molestaba era el que solo usaran el color porque era algo distintivo del mes, por decirlo de alguna manera. Natsuki pensaba de otra forma, el adoraba lo linda que se veía la ciudad decorada con figuras rosadas, corazones rojos por doquier, y las sonrisas esperanzadas de las personas.

Para él era un mes perfecto. Más o menos.

El problema de ese año era que al fin haría algo por lo que estuvo esperando por años, lo que sin duda debería tenerlo de buen humor, más feliz de lo que alguna vez estuvo, bueno esa era la concepción que tendrían aquellos a su alrededor, porque la realidad no podía estar más alejada. Natsuki estaba muerto de miedo, no de manera literal por supuesto, no era como si estuviera paralizado en la calle o tumbado en su cama esperando a que las cosas pasaran, sino que, cada vez que pensaba en lo que iba a decir, su mente o bien se quedaba en blanco por tantas cosas que quería decir y no poder elegir que, o divagaba por todos sus recuerdos encontrando más cosas que le gustaría mencionar.

No era un buen orador al parecer.

Esa tarde, a tan solo un par de días del famoso día de San Valentin, el rubio se pasó por la florería de Ren, para ver a Syo durante su descanso. Era una suerte que ese mes estuviera de vacaciones, por decirlo de alguna manera, pues así podría llevar a cabo su plan sin ningún inconveniente más allá de una casualidad.

Cuando entro no se sorprendió de ver tantas personas moviéndose de un lado a otro en la tienda, de misma manera no se sorprendió al ver a Ranmaru en el mostrador junto a Ren, mientras que Reiji, Otoya e incluso Masato ayudaban los clientes con su elección de flores.

—Syo está en el almacén junto a Cecil, puedes pasar. —Natsuki ni siquiera tuvo la oportunidad de saludar debidamente a Ren, no solo porque este adivino a que venía –siempre lo hacía–, sino porque estaba ocupado haciendo las cuentas de lo que se estaba vendiendo, mientras que Ranmaru hacía las cuentas de lo que necesitarían pedir al jardín de Camus.

El rubio le dio una sonrisa en agradecimiento y procedió a ir la parte de atrás, pensó que, debido a que estaban tan frenéticos enfrente, Syo también lo estaría atrás creando más y más arreglos para remplazar los que estaban siendo llevados en el momento, de misma forma que probablemente estaría organizando las flores que utilizaría para los pedidos especiales.

 Su suposición no había estado demasiado lejos de la realidad, con la diferencia de que Syo no parecía tan ocupado con su trabajo, lo cual fácilmente debía recaer en que en esa ocasión estaba siendo ayudado por Cecil, mas, Natsuki sabía de antemano que el moreno no era especialmente bueno con los arreglos florares.

—Syo-chan, ¿No deberías descansar un momento? Puedo hacer esto por ti. —Aunque había empezado como una dulce propuesta, Natsuki tomo en sus manos lo que Syo estaba haciendo, terminando por su cuenta el arreglo de rosas blancas. En otro momento, Syo seguramente le habría gritado que no se metiera con sus arreglos, no obstante, el pequeño simplemente suspiro para después apoyar su frente en la mesa.

Syo no se dio cuenta hasta ese mismo instante de lo agotado que estaba, no era nada nuevo si era sincero con él mismo, todos los febreros eran iguales: Brutales. La diferencia recaía que en esa ocasión tenían más personal disponible, además de la ayuda de Cecil y Camus, que se presentaban un día sí y un día no.

—Al fin te relajaste un poco, Syo. —Escucho decir al moreno. El pequeño no sé molesto en mirarlo al rostro, estaba seguro que conocía el tipo de expresión que había puesto Cecil en su rostro. No era nada bueno—. Ya que parece que te darás el tiempo para pensar, ¿Te gustaría ayudarme con algo?

—Mientras no tenga que moverme de donde estoy, soy todo oídos.

 

Mediodía

 

Lo único que Ranmaru encontró como una buena noticia ese día, era el final de su turno en la caja registradora. Lo malo era que eso significaba regresar al almacén para echar una mano ahí, aunque si lo consideraba detenidamente, aquello era completamente mejor que lidiar con hombres estúpidos que creían que usas flores arreglarían sus problemas, o en algunos casos, que la chica querían les diera un sí.

El albino no se había detenido a pensar en ello hasta el momento, ¿El día de los enamorados era peor para los hombres o para las mujeres? Empezando por el hecho de que era cuestión de perspectiva, supuso que era mejor no considerarlo demasiado más que nada porque no era algo que le molestará más. Él nunca había esperado recibir dulces de nadie, había mandado flores a alguna chica, como algunos otros conocidos, pero, nunca se detuvo a pensar en si era algo que quería o no. Ahora, estaba seguro de lo que quería en esa fecha tan “romántica”, y era descansar por la tarde junto a la persona que amaba. Reiji. Ese castaño tan problemático.

—Esa es una buena expresión, Ranmaru. —El albino se había olvidado de la presencia de Cecil en la sala de atrás—. ¿Estás pensando en lo que harás tu día libre?

—Eres un bastardo con suerte, tienes libre el día más atareado del año. —Se quejó el rubio que seguía con su rostro sobre la mesa. Ranmaru había visto llegar a Natsuki antes, pero, no esperaba verlo hacer el trabajo de Syo.

—Syo-chan, no deberías hablarle así a Maru-chan. —Lo regaño suavemente el más alto. El albino aun no estaba seguro de si le molestaba o no el ser llamado “Maru-chan”.

—No se puede evitar, Syo, soy el MVW*. —Si sonó o no arrogante, no lo sabía, pero, en un principio eso era lo que había estado intentado. Ranmaru a veces hacía comentarios de ese tipo, siempre era una broma para provocar a Syo, pues el temperamento del rubio le recordaba un poco al propio, de forma que le era imposible no molestarlo un poco.

—¿No es MVP*? —Replico el moreno ladeando un poco el rostro. Tanto Syo como Ranmaru le dedicaron una mirada un tanto sorprendida, provocando que el moreno les preguntará porque la expresión.

—Me sorprende que entendieras el chiste, al menos a medias. —Syo se encogió de hombros, pensando que ya no podría hacer bromas en ingles para que Cecil no las entendiera. Por otro lado, el albino simplemente se sentó frente a Syo, quedando a dos sillas de distancia de Syo.

—Voy a ignorar eso, solo porque accediste a ayudarme con la fiesta que planeo. —Syo viró los ojos al escuchar aquello, termino accediendo porque escucho a Natsuki emocionarse con respecto a la fiesta, de no ser que su pareja parecía apoyar la idea de hacer una pequeña celebración él habría dicho rápidamente que no le interesaba.

—¿Una fiesta?, ¿De san Valentín? —Ranmaru alzo las cejas al hacer la pregunta, no se encontraba entusiasmado con la idea de una fiesta, no ese día, no ningún otro—. ¿O acaso es por el cumpleaños de Ren?

—¡Es cierto!, ¡Deberíamos festejar el cumpleaños de Ren! —Natsuki, que no había hablado en bastante tiempo interrumpió con aquella exclamación. Cecil le dio una sonrisa al alto antes de acordar que era una buena idea.

Entonces, el grupo empezó a hablar planes al respecto, seguros de que terminarían recurriendo a Masato para crear una distracción.

 

Tres de la tarde.

 

Masato estaba recordando como solía sentirse nervioso, el miedo que le recorría el cuerpo entero cada vez que estaba por encontrarse con su padre. La última vez fue el noviembre pasado, cuando la relación con su familia se acabó “abruptamente”. Ahora, estaba esperando por su padre en un restaurante, sin miedo a la mirada que le daría, sin temer que cosas podría decirle. Masato sabía que apenas si habían pasado un par de meses desde la última vez que lo vio, el último momento en que sintió temor, aun así, sentía que había pasado más tiempo, quizás un año entero desde que lo vio. No sabía a qué se debía el sentirse de esa forma, solo estaba seguro de que al fin se sentía liberado, sin las responsabilidades de su apellido, o su trabajo, era completamente libre de hacer lo que quisiera, de ser quien era en verdad y nada lo alegraba más que eso… Quizás Ren lo hacía más feliz, aun lo estaba pensando.

Cuando su padre, Masaomi Hijirikawa, entro en el lugar, llamo la atención de varias personas, no era precisamente normal ver yukatas de diario en un lugar como ese, por supuesto que eso no detendría a su padre, que hacía las cosas en regla.  Padre e hijo compartieron un saludo formal, como si no fueran familia, y hasta cierto punto no lo eran para ese momento.

—No tienes que decirme que estas confundido de que te haya citado. —Masato no planeaba hacer eso, a decir verdad no esperaba tener oportunidad de hablar.

—Siendo sincero, no esperaba que fuera usted quien llamará primero, y desde luego, estoy seguro de que no aceptarías una llamada mía. —Probablemente hablo un poco más frío de lo que quiso, para su sorpresa a Masaomi no pareció importarle en lo más mínimo.

—No, lo cierto es que no habría contestado, aun así, no dudo que Jii lo hubiera hecho, aun espera tu regreso. —Comento con demasiada naturalidad, algo que su hijo siempre había encontrado molesto, ¿Cómo era capaz de decir cosas como si no importaran? Aquel comentario hizo sentir a Masato un poco mal, de pequeño había adorado a aquel hombre, había sido él quien le enseño a tocar el piano, y una de las personas que lo apoyaron con su decisión de volverse un actor, de forma que saber que aquel hombre seguía esperando el momento en que Masato tomará el control de la familia… Prefería no pensar mucho en ello.

—Me cuesta creer que viniera aquí solo a tener una conversación desinteresada. —Antes no se habría atrevido a decir algo como eso, no era que estuviera siendo irrespetuoso con sus palabras, sino que, estaba siendo algo atrevido al hablar con esa soltura, o al menos su yo del pasado lo habría pensado de esa forma.

—Por supuesto que no, no hago cosas que no veo necesarias hacer. —Lo esperaba. Lo esperaba y aun así se dejó decepcionar un poco—. A estas alturas debes preguntarte que puedo querer de ti, después de haberte desheredado.

—Por lo que sé, has decidido venir conmigo para hablar sobre la familia y compañía, no me cabe la menor duda de que quieres llegar a un acuerdo. —La sonrisa en el rostro de su padre lo hizo perder cualquier atisbo de duda que tenía.

 

Después de una larga conversación sobre el porqué las reglas de su padre eran de esa forma, el peli-azul llego a comprender un poco más sobre el comportamiento de su padre, no era una especie de disculpa, mucho menos pensaba que estuviera absuelto de las cosas que hizo, o mejor dicho no hizo, sin embargo, al final entendió que era lo que su padre quería, y porque lo hacía de esa forma. Al final, termino estando de acuerdo con la proposición de su padre.

—Me alegra que llegáramos a un acuerdo, Masato. —Estaba seguro de esas palabras, no tanto porque al fin llegaban a un punto medio, un lugar en que ambos salían beneficiados, sino porque, la sonrisa en su rostro era sincera—. Ahora, me gustaría que me dijeras quien es para ti ese chico, antes dijiste que era un buen amigo, yo no lo creo.

Dos palabras: Oh, oh.

 

Trece de febrero.
Ocho de la mañana

 

Masato, Cecil, y Natsuki se reunieron en un centro comercial, a pesar de que era bastante temprano y muchas personas debían estar en el trabajo en la escuela, les pareció que la multitud en el lugar era bastante grande. El moreno comento en algún momento que debía ser culpa de la fecha, de modo que muchos estarían usando su tiempo libre del día para conseguir un regalo perfecto. Masato dudo un poco sobre esa idea, no consideraba que fuera tan simple como decir: “volveré en un momento”, aunque el rubio a su lado pareció estar de acuerdo.

Natsuki les pidió un momento para conseguir algo aparte, menciono que debía ser una sorpresa para todos por ello era que debía conseguirlo solo. El par restante lo observo alejarse con la curiosidad gravada en sus ojos, pero, respetaron los deseos del rubio y fueron por otro camino pues tenían sus propias razones para haber salido de compras.

—¿Qué es lo que necesitas para la fiesta, Aijima? —Cuestiono manteniéndose a un lado de él, Masato no era un partidario de las fiestas o cosas similares, sin embargo, había terminado por ser convencido, él no admitiría que los argumentos de Ranmaru habían sido bastantes buenos ante nadie, tampoco que la simple idea de la fiesta le había llegado a emocionar un poco.

—Quería conseguir un par de obsequios, uno para Ren por su cumpleaños, y otro para Syo por… —Masato espero a escuchar más por parte del moreno, aunque con la pausa abrupta que hizo se dio a la idea de que no diría más sobre ello. Cecil tosió para retomar la palabra—. ¿Ya tienes alguna idea para el regalo de Ren? —Pregunto en su lugar después de dejar pasar unos cuantos segundos. El contrario no respondió de inmediato, no porque no tuviera una idea de que quería darle a su novio por su cumpleaños, sino porque estaba considerando si era una buena idea.

—Por supuesto, tengo una idea que obsequiarle. —Limito su respuesta en un principio, pues revelar su plan podría traerle mala suerte. Al menos, era una pequeña creencia que se le había inculcado desde pequeño—. No sé si sea lo mejor que puedo hacer por él, pero, estoy seguro de que es algo que en verdad va a gustarle.

—Si estás seguro de ello, entonces está bien. —Masato aun no comprendía el tipo de persona que era Cecil, pues parecía ser ese tipo de hombre que tomaba las cosas con calma y no pensaba demasiado en todo, no obstante, las respuesta que daba a algunas preguntas o comentarios lo hacían pensar que el moreno era bastante sabio para lo ignorante que parecía ser—. La seguridad de uno mismo se ve reflejada en sus actos, y no tengo duda de que si crees que tu regalo le gustará, que lo hará feliz, entonces tus sentimientos serán recompensados con aquello que esperas.

Para ser sincero, Masato no disfrutaba demasiado de esos momentos con el chico, pues nunca encontraba las palabras adecuadas para responderle. Siempre tenía una idea sobre lo que podía responder, lo que debería decir para cada uno de los comentarios del moreno, mas, sus palabras nunca parecían concordar con sus pensamientos, incluso al momento de querer poner su mente orden para comenzar a hablar, era como si esta se convirtiera en un mar bajo tormenta.

—Realmente no espero nada a cambio, supongo que es lo uno espera al dar un obsequio desde el fondo del corazón, piensas que no necesitas nada a cambio, sin embargo, tan solo un agradecimiento o una sonrisa de emoción parece ser la retribución perfecta. —No pensó demasiado en sus palabras, dejo que estas salieran directamente desde su corazón.

Cecil no dijo nada sobre ello, consideró que era un bien final para ese tema en la conversación, por no mencionar que no veía que cosa podía decir ante aquello. El par observó unos cuantos escaparates antes de entrar en una tienda de importaciones, pues a Cecil le encantaba observar el tipo de arte que se vendía comúnmente en otros países.

El peli-azul sostuvo en sus manos diferentes figuras hechas de madera, algunas no eran más que representaciones de animales, otras parecían ser pequeños fragmentos de historia, pero, la figura que más llamo su atención era la de un pequeño zorro que descansaba una pata en una roca, mientras su rostro miraba a un lado. No había nada verdaderamente especial en la estatuita de madera, aunque el detalle en zorro era sorprendente.

Ese es un buen detalle para regalar. —Escucho la voz de alguien más, aunque no reconoció la voz en primera instancia. Cuando giro el rostro para ver a la dueña de esa voz, se sorprendió de verla de pie a su lado—. No te veas tan sorprendido, mi trabajo me hace viajar algo que a Melisa no le gusta demasiado.

—No pensé que nos volveríamos a ver. —Masato no recordaba su apellido, algo que era extraño considerando que él no olvidaba los nombres que aprendía. De forma que considero que nunca había escuchado el apellido de la chica, lamentablemente para él llamar por el primer nombre a una mujer era… impensable.

—No tengas miedo de decir mi nombre, te doy permiso de gastarlo si es lo que necesitas. —Fernanda se encogió de hombros al hablar, mostrando que le era indiferente lo que él hiciera o dijera—. Ahora dime, ¿buscabas algo en especial?

—No, ¿Trabajas aquí?

—No. ¿Ese chico es tu amigo? —Pregunto señalando con su mirada a Cecil, que seguía vagando por los pasillos de la tienda de importaciones. Masato suspiro antes de dejar la pieza de madera en el lugar que estaba antes.

—A veces pienso que solo le gusta tener a alguien con quien hablar de vez en cuando. —Replico cruzando los brazos un tanto por debajo del pecho. La muchacha se limitó a darle una mirada interrogativa, algo que Masato ignoro por completo—. Ahora dime, ¿Si has venido por trabajo, qué haces en una tienda cualquiera?

—Bueno, no trabajo las veinticuatro horas del día, dudo que alguien lo haga. —Contesto ella ladeando el rostro—. Además, el dueño de esta tienda es un amigo mío, vine a verlo.

Fernanda mantuvo sus ojos sobre el peli-azul mientras que este parecía pensar algo con profundidad. La muchacha considero despedirse de él para dejarlo con sus pensamientos, después de todo, ella se había llevado bastante mejor con Ren aunque aceptaba el hecho de que tenía más cosas en común con Masato.

—Fernanda-san, si tienes tiempo libre, me gustaría que me hicieras un favor. —Pidió el muchacho con el tipo de expresión que ella no podía ignorar. De hecho, aunque Fernanda quisiera decirle que no, que tenía mejores cosas que hacer –no era cierto–, la determinación en la mirada de Masato le hizo entender que él no aceptaría un no por respuesta.

 

Probablemente debió decirle que no. Tan solo un par de minutos después, la muchacha de cabellos oscuros se encontraba apretada entre los brazos de un rubio bastante alto. Según el amigo moreno de Masato, el nombre del rubio era Natsuki, aunque podía decirle Nacchan de cariño.

Una vez que el rubio la soltó, Fernanda le dio una mirada de resentimiento al peli-azul, quien solo se encogió de hombros.

—De acuerdo, ¿Qué es lo que quieres? —Le pregunto cruzando los brazos por encima del pecho. Ella no era el tipo de persona que tenía demasiada paciencia con extraños.

Masato paso de alejarse de los otros dos para contarle sus planes a la peli-negro, considerando que era mejor que se enterarán también, de forma que podrían ayudarlo a que su plan tuviera una mayor tasa de éxito al ser llevado acabo. Una vez que termino, Natsuki lucía bastante emocionado con la idea, algo que a Cecil le pareció curioso pues vio un destello de algo más en la mirada de Natsuki, envidia quizás.

Fuera como fuera, todos acordaron ayudar al peli-azul con su idea, y partieron en direcciones diferentes dentro del centro comercial, para hacer las compras de forma eficaz. Cecil fue a conseguir el resto de la decoración que necesitaba, con el ligero cambio de planes gracias al plan de Masato, necesitaba unas cuantas cosas más. Natsuki fue a conseguir algunos pastelillos y otros postres para la reunión, mientras que Fernanda fue a mirar algunas joyerías. El peli-azul sabía perfectamente que lo que buscaba no estaba en ese lugar, pero, tenía un encargo que cumplir para Natsuki, por lo que se apresuró a ir a una florería.

{…}

 

14 de febrero.
Ocho de la noche.

 

Ren no estaba seguro de que debía decir. En un principio se había tratado de una pequeña celebración entre amigos, por todo eso del día del amor y la amistad, estaba seguro de que en Japón solo se tomaba la parte romántica del día, sin embargo, se encontraba feliz de que todos celebraran su amistad en vez de dispersarse por la ciudad. Ren no mentiría sobre ello, tenía ganas de irse con Masato a dar un largo paseo antes de regresar a casa, no obstante, la idea de pasar la tarde con sus amigos, contando anécdotas, cosas que vieron por la calle o en la televisión, o incluso viendo películas cómicas le gustaba demasiado, casi tanto como pasar la tarde solo en compañía de su pareja.

Pero, las cosas habían cambiado un poco en cuanto llegaron los hermanos Kisaragi/Mikaze. De alguna forma los dos salieron del hospital a tiempo para la fiesta de la amistad, pero, en cuanto llegaron el moreno revelo sus verdaderos planes: Aquella no era solo una fiesta para todos, sino que era la fiesta de cumpleaños de Ren, de modo que en cuanto los peli-turquesas aparecieron, todos sacaron un regalo para el peli-naranja, quien se impresiono tanto que se quedó sin habla por unos instantes.

—¡No te lo viste venir, Ren! —Exclamo Cecil con una sonrisa de oreja a oreja. Camus, que estaba su lado se sintió un poco incómodo, pues seguía pensando que no tenía razón alguna para estar ahí.

Si, era amigo de Ai y Reiji, y tenía una extraña relación odio-amistad con Ranmaru, pero, con el resto era una historia completamente distinta, solo hablaba con Ren y eso era por negocios, de forma que casi se sentía un intruso estando ahí. ¿Por qué había aceptado la invitación de Cecil? Seguramente porque el moreno le insistió demasiado, no encontraba otra razón para haber asistido.

El rubio, por pensar demasiado en aquello no se dio cuenta de cuando todos dejaron de felicitar al peli-naranja, para pasar a hablar entre ellos. Observo que los hermanos médicos no se separaban demasiado el uno del otro, a pesar de la expresión de fastidio del menor. Obviamente, Reiji estaba encaramado en Ranmaru. Tal vez, lo más extraño esa noche era la distancia entre Natsuki y Syo. Camus sabía que esos dos salían de tiempo atrás, años, sin embargo, esa noche parecían estar distanciados por alguna razón tonta, podía afirmar aquello por la expresión en el rostro de ambos.

—Se ve que desean hablar de algo, y no pueden hacerlo. —El comentario de Cecil era exactamente lo que él había estado pensando, no iba a decir nada porque no era de su incumbencia. Cualquier problema que tuvieran no era algo que él pudiera resolver—. Creo que necesitan un pequeño empujón.

—Lo que estés pensando, es mejor que no lo hagas. —Replico sin saber muy bien porque le molesto la idea de que Cecil hiciera algo—. No es algo que tú debas resolver, les toca a esos dos arreglar sus problemas. — Por alguna razón al rubio le molesto la idea de que el moreno se inmiscuyera en cosas que no le incumbían, lo normal habría sido resoplar para después irse a hablar con otra persona, mas, Camus no podía darse el lujo de dejarlo hacer lo que quisiera, era tiempo de que alguien le frenará los pies.

Cecil empezó a replicar que si se trataba de sus amigos, podía ayudar aun si no era algo que le afectará directamente, a lo que Camus tuvo que alegarle que las cosas no funcionaban de esa forma. Continuaron de esa forma durante un buen rato.

 

Syo estaba harto de esa situación. No había aclarado las cosas con Natsuki desde septiembre del año pasado, ¡Era el jodido momento de hacerlo! El problema recaía en que no estaba seguro de cuál era el problema. Tenía miedo de que Natsuki lo engañara con alguien, sabía que continuaba haciendo llamadas a alguien a escondidas, e incluso se había ido de la ciudad por un par de días cada canto tiempo, lo que no era una buena señal para el rubio pequeño. Syo no pensaba que Natsuki fuera ese tipo de persona, sabía que el alto lo amaba tanto como él lo amaba, por ello la idea de que estuviera siendo infiel era una locura.

—Pero, si no lo es… —Syo no podía celebrar el día del amor con la mente tan revuelta como la tenía, además el hecho de que Natsuki estaba al otro lado de la habitación ignorando mientras hablaba con Otoya y Reiji no lo estaba ayudando demasiado.

—Deja de compadecerte. —Hablar con Ranmaru era el colmo. El albino le caía bien en la distancia, pues era el tipo de persona que dice las cosas como son sin ningún miramiento, lo que siempre venía bien porque Syo era similar, sin embargo, Ranmaru no tenía tacto y no le importaba lastimar con sus palabras—. Si tienes algo que decirle, díselo a la cara de otra manera no se enterará, ya sabes que tiene la cabeza en las nubes todo el tiempo.

—Me gustaría que fuera algo fácil de decir. —Dijo con un hilo por voz. Syo sabía que no podía guardarse las cosas más tiempo. Fuera lo que fuera que estuviera sucediendo, tenía que ponerle un alto esa misma noche. Lamentaba no poder celebrar como era debido el cumpleaños de uno de sus mejores amigos, sin embargo, su relación tenía prioridad—. Gracias, Ranmaru.

 

Natsuki termino de hablar con Otoya y Reiji, agradeciéndoles por escucharlo atentamente, justo a tiempo, pues el pequeño rubio que lo tenía loco llego a su lado, con la misma mirada de tristeza que había tenido de tiempo atrás. Natsuki sabía que su mirada era su culpa, había descuidado su relación con Syo, tenía una razón para haberlo hecho, solo que a esas alturas dudaba que pudiera justificarse de cualquier forma. No intentaría explicar cada pequeño detalle sino que haría lo posible por arreglar el daño hecho de ahora en adelante.

—Natsuki, tenemos que hablar. —La seriedad en el rostro del pequeño lo hizo estremecerse un poco. Él no estaba considerando el peor de los casos, porque sinceramente sabía lo mucho que Syo lo amaba. Natsuki simplemente asintió para luego seguir al pequeño a otro al jardín.

Ninguno de los dos se dio cuenta que el resto se amontaba en las ventanas para ver que sucedía.

—¿Tienes algo que decir, o debo empezar  yo como siempre? —Estaba siendo más duro de lo requerido, no era su intención hablar de esa forma no con Natsuki, sin embargo, estaba bastante dolido por lo ocurrido en esos meses. Sentía como si el rubio hubiera tomado provecho de su confianza.

—Hay muchas cosas que tengo que decirte, pero, creo que debo escucharte a ti primero. —Natsuki se dio una idea de que era lo que recibiría del menor, estaba listo para escucharlo. Él se lo había buscado.

—Estoy tan molesto contigo, ni siquiera sé que es lo que has estado haciendo, con quien estás hablando y…  Yo te amo, te amo más que a nada en este mundo, y aun así me haces esto, me ocultas cosas. —Syo estaba temblando de la rabia, sus pensamientos se estaban dispersando por la rabia que sentía al recordar cada vez que Natsuki se excusaba para hablar con esa otra persona.

—Syo-chan, sé que estas molesto, que parece que estuve despreciando tu amor y confianza, pero, lo cierto es que siempre te tuve en cuenta, no hay momento alguno en que no desee estar contigo, y cuando estamos juntos solo puedo desear que nada ni nadie nos separe. —Natsuki estaba abriendo su corazón, era relativamente fácil para él hablar lo que sentía sin pensar demasiado, perderse en sus propias emociones… Lo hacía todo el tiempo—. También sé que dudas de mí ahora, porque he estado hablando con otra persona todo este tiempo. Pero, tú sabes que te amo a ti, que siempre te he amado no solo porque eres lindo y pequeño, sino porque eres capaz de decir lo que piensas, de hacer lo que crees que es correcto. Nunca has tenido miedo se ser quien eres y eso es algo que admiro de ti. —Syo sentía como las lágrimas empezaban a acumularse en sus ojos. Odiaba discutir con Natsuki, odiaba hablar de sus sentimientos porque estos se apoderaban demasiado rápido de él.

Natsuki saco su celular del bolsillo, marco un número y en cuanto la otra persona contesto, puso el alta voz.

—Esta es la persona con la que he estado hablando todo este tiempo. —Anunció con una mirada seria, casi triste. Syo no quería saberlo no le importaba quien fuera, le había estado quitando a Natsuki todo ese tiempo.

—Shinomiya-san, ¿Ya le dijo? —¡¿Kaoru?! ¿Su hermano gemelo al teléfono? Que rayos estaba pasando, ¿Por qué Natsuki había estado hablando con su hermano menor?

—Estoy a punto de decirlo. Solo quería reafirmar que tenía tu bendición para ello. —Syo no sabía qué demonios estaba pasando. La última vez que Kaoru y Natsuki hablaron las cosas fueron e mal en peor, ahora parecía que eran amigos. ¿Y qué demonios era eso de la bendición?

—Por supuesto que la tienes, quiero decir… Todo está en manos de mi hermano, pero, estaré feliz de que suceda. —Dudaba que pudiera perderse más, no estaba entendiendo nada de lo que estaba escuchando, y lo más molesto de todo fue que noto las miradas curiosas de sus amigo en las ventanas, a excepción Camus y Cecil, que habían estado discutiendo sobre quien sabe que antes.

Cuando regreso sus ojos al alto, este se había puesto sobre una rodilla frente a él, mirándolo desde abajo con esos hermosos ojos verdes que tanto amaba. Syo al fin estaba entiendo que ocurría ante sus ojos.

 

Diez de la noche.

 

Aine y Ai tuvieron que regresar a la clínica por una emergencia, Reiji y Ranmaru mencionaron algo sobre una cena especial con la familia del castaño, de modo que también partieron. Tokiya apenas había llegado, de modo que él y Otoya salieron al jardín a hablar un rato, dejando a Cacil, Camus, Natsuki, Syo, Masato y Ren en la sala, mirando “El día de los enamorados” en su versión en inglés, para no perder los chistes en la traducción.

Masato estaba feliz de que Natsuki logrará poner sus pensamientos en orden y le pidiera matrimonio a Syo. Sería difícil para ellos dos casarse en Japón debido a las leyes para el matrimonio homosexual, pero, estaba seguro de que todos los apoyaban. Por otro lado, él aún tenía que darle una última noticia a Ren.

Al terminar la película, el grupo de amigos discutió un poco sobre cómo habían celebrado ese día durante sus días de instituto, llegando a la conclusión de que Ren era todo un encantador de damas en sus días de escuela media-superior, aunque Masato y Camus no se quedaban demasiado atrás. Una vez que Tokiya y Otoya se reunieron con el grupo principal, se dio a conocer que el peli-azul también había tenido días de san Valentín llenos de obsequios.

Syo y Otoya por otro lado… Prefirieron no hablar mucho de esos días.

Algunos minutos más tarde, Natsuki y Syo se disculparon, se irían a su casa para poner las cosas en orden. Syo le había dado el sí sin pensar demasiado, pero, era evidente para todos que aún tenía cosas que discutir con el alto. Tokiya menciono algo sobre el bar del que era dueño, y regreso con Otoya a su lado. Por último, Cecil les dijo a Masato y a Ren que sería mejor que terminaran de celebrar ese día tan especial por sí solos, guiñándole un ojo al peli-azul al momento de despedirse.

—Realmente eres un entrometido. —Se quejó el rubio una vez que se quedaron solos. El moreno lo miro por el rabillo del ojo mientras cambiaba el canal de la televisión, le gustaba ver las noticias internacionales por la noche.

—A veces hay que darle un empujón a tus amigos, de otra manera no avanzaran. —Argumento el moreno dándole una sonrisa al rubio—. ¿No lo crees de esa forma?, ¿O simplemente me llevarás la contraria?

—No me interesa discutir contigo, pero, en verdad creo que no hay necesidad de hacer todo eso. —Repitió echando la cabeza hacía atrás. Ese día había sido bastante largo y estaba cansado, considerando aquello se preguntó una última vez porque había aceptado acudir a esa pequeña fiesta, ni siquiera se había divertido por estar discutiendo con el moreno.

—Respeto tu opinión al respecto, yo tengo otra y en verdad siento que si puedo debo ayudar a mis amigos a resolver sus problemas, aun si no me lo han pedido explícitamente. —Cecil estaba siendo serio con algo, el rubio llego a pensar que el fin del mundo llegaría más pronto que tarde.

—Debe ser cierto que cada cabeza es un mundo. —Comento el rubio desviando sus ojos, mirar demasiado tiempo los ojos verdes del moreno le causaba migraña. De hecho, el propio chico le causaba dolores de cabeza que tardaban demasiado en irse. Otra razón para no saber porque acepto ir esa noche.

—Quizás, pero, aun si eso es cierto creo que todos somos capaces de comprender a otra persona si en verdad lo intentamos. —Encontrar profundidad en alguien tan poco denso como el moreno debía ser una especie de logro en la vida. Camus sabía que era tal como él decía, estaba más que de acuerdo que si alguien intentaba de corazón comprender a otra persona, podía lograrlo.

—Dejémoslo ahí, que tú estés dando lecciones de vida es demasiado raro. —La expresión de Camus era indescriptible, parecía estar resignado al mismo tiempo que asqueado, lo que era demasiado extraño. Aquella extraña combinación hizo que Cecil no pudiera evitar reírse, ganándose una mirada molesta por parte del rubio—. Eres exactamente el tipo de persona que suelo evitar.

—Bueno, creo que eso nos hace buenos amigos, ¿No lo crees tú?  —Camus no estaba tan seguro sobre ser buenos amigos, sin duda lo soportaba lo suficiente para pasar tiempo con él, pero no iría más lejos de eso, por eso se limitó a hundir un poco sus hombros—. Te conseguí un pequeño regalo a ti también, pero, quería dártelo sin la atención del resto. —Eso si lo sorprendió de una manera grata. No había esperado recibir ni un solo presente ese año, aunque Otoya había llevado chocolates para todos no lo había contado como uno, pues, ¡Eran para todos!

—No tenías que darme nada, yo no tengo nada para ti.

—Un obsequio se da porque quieres demostrar tu afecto a alguien, no porque esperes algo a cambio. —Replico guiñando un ojo, después saco un pequeño cristal del bolsillo de su camiseta. Camus lo recibió con cuidado, las cosas de cristal le gustaban demasiado y las cuidada como si fueran de oro.

—¿Por qué un copo de nieve? —Cuestiono mientras consideraba que había otras cosas que podría haberle dado, como una figura de una flor, quizás era Ren el florista, mas, Camus era quien cultivaba las flores que vendían con tanto afán.

—Porque eres como una nevada. —Pensar en la comparación que estaba haciendo era extraño. Camus aceptaba que podía ser una persona fría, más bien sabía perfectamente como era, sin embargo…—. Tu sabes que eres frío con todos, no tienes miramientos a la de ser quien eres, pero, también eres amable a tu manera.

—Si vamos a empezar con esas cosas, tú eres como un día de verano. —Camus le dio un pequeño atisbo de sonrisa antes de levantarse del sofá para marcharse—. Gracias por la figura de cristal, la cuidaré.

—Nos veremos luego, Camus. —Cecil correspondió su sonrisa y lo acompaño hasta la puerta.

Esa noche se quedó pensando en lo que el rubio le había dicho: “Eres como un día de verano”.

 

Casi media noche.

 

Ren estaba demasiado lleno de sí mismo, su cumpleaños estaba por terminar, pero eso no lo entristecía, había recibido mucho amor de todos sus amigos, en verdad estaba feliz de contar con todos ellos, quizás el mundo los había juntado de las maneras más extrañas, mas, estaba agradecido por ello. Sin lugar a duda, el regalo de Masato había sido el mejor en toda su vida. El peli-azul se había tragado su orgullo, lo sabía porque estuvo sonrojado todo el rato, incluso antes de empezar.

—Sabes que puedes quitarte las orejas de gato. —Comento el peli-naranja conteniendo la risa. Esa situación lo había dejado sin habla una vez más, aunque estaba más que encantado de ver a Masato de esa forma, quizás había encontrado un fetiche que no sabía que tenía.

—Cállate. —Dijo el otro apretando los dientes—. Esto no ha sido divertido. —Era claro para el otro que era una mentira, sabía bastante bien como pensaba Masato, sabía que él no aceptaría que también lo había disfrutado bastante.

—Por mucho que quiera pensar que si, sé que esta no fue idea tuya. —Comento Ren con media sonrisa en el rostro. Este se puso de lado en la cama, recargando parte de su masa sobre un brazo, de manera que miraba por encima a Masato, quien estaba acostado boca abajo, abrazando una almohada bajo su cabeza, la cual estaba girada de forma que no le daba parte del rostro a Ren—. ¿Quién te ayudo con esto?

—… Fernanda-san. —Respondió luego de resoplar. Ren abrió la boca para decir algo, pero, la cerró de inmediato—. Me la encontré justamente ayer cuando fui a hacer unas compras con Aijima y Shinomiya. —Explico antes de que Ren hiciera la pregunta.

—Bueno, en verdad me sorprende que este en Japón, me habría gustado verla. —Masato giro el rostro para encontrarse con los ojos de Ren—. No te sientas celoso, te amo solo a ti. —Replico ante la mirada del peli-azul. Este viro los ojos antes de insultarlo:

—Idiota.

—Tu idiota.

—Solo mío.

—Completamente tuyo.

—Excelente. Ahora, tengo otro regalo para ti. —Ren alzo las cejas, ese día estuvo lleno de obsequios de todo tipo, no esperaba ninguno más—. Yo… Me encontré con mi padre el otro día, él quería resolver las cosas entre nosotros. —Explico mientras sacaba algo de la mesa de noche que tenía de su lado. Después se sentó sobre la cama sin importarle su desnudes—. Te contaré sobre ello más adelante, aún no he decido que hacer al respecto.

Ren no dijo nada, cualquier cosa que Masaomi le dijera a Masato, era algo que solo su novio podría resolver esa vez. Lo apoyaría en cualquier cosa que decidiera, siempre lo haría, lo amaba demasiado como para no entender sus intenciones.

Masato sostenía entre sus manos una pequeña cajita, no estaba envuelta en papel de colores, pero, la manera en que el oji-azul se aferraba a ella hizo entender a Ren que era algo importante. Si ese era su regalo, lo cuidaría con esmero.

—Mi padre encontró esto el otro día, esta foto le hizo acordarse de tu rostro y cuando me la mostro, supe que tenía que hacerla llegar a ti. —Ren acepto la cajita, y cuando la abrió se encontró con un retrato que lo dejo sin aliento.

Se trataba de una foto de su madre.

En la foto, su madre se veía completamente hermosa y feliz, se veía esperanzada como cualquier mujer embarazada que no podía esperar para conocer a su hijo. Pero, eso no era todo, a su lado estaba otra mujer sonriente, no se veía tan entusiasta como su madre, pero, Ren no dudaba de que ella también estaba feliz por su embarazo, la manera en que protegía su barriga lo demostraba. El peli-naranja pronto supo que se trataba de la madre de Masato, pues tenía los mismos ojos amables, y esa inconfundible marca de belleza.

—Masato, esto… Yo… —Ren estaba tan feliz que era difícil mantener sus pensamientos en línea.

Ya había recibido algunas fotos de su madre antes, de parte de sus hermanos mayores, sin embargo, en esas fotos no podía apreciar la verdadera belleza de Renge, pues en casi todas estaba acompañada del padre de Ren. Él y Ren no se llevaban bien, nunca lo hicieron, solo que esa es otra historia.

—No tienes muchas fotos de ella, y las que tienes no las sacas del álbum porque está tu padre, por eso quería que tuvieras esta. —Hoy más que nunca, Ren estaba tan feliz de tener a ese hombre consigo.

El peli-naranja, incapaz de decir nada, dejo el retrato en su mesa de noche, entonces de abalanzo sobre Masato, haciendo caer al contrario en la cama. Ren se aferraba a Masato como si temiera que algo o alguien se lo arrebatarán. Ese año se había vuelto dependiente de él, de alguna manera al menos, y ahora vivía con el mío de que algo los separará. Si bien tenía ese miedo, no sería víctima de él todo el tiempo, disfrutaría más del momento sin pensar en cualquier cosa negativa, eso siempre le había ayudado.

—Te amo tanto. —Murmuro contra su oído—. Me das dado un fragmento de mi pasado que pensé no recuperaría. —Tenía la voz temblorosa, en cualquier momento lloraría de la felicidad—. Cada pequeño fragmento de mí que perdí a través de los años, me lo has devuelto en cuestión de meses.

—Ya no me acuerdo si me lo dijiste tú, o lo dije yo… —Comenzó el otro apretando el cuerpo de Ren contra el suyo—. Tú naciste para mí, y yo lo hice para ti. Tú me a completas y yo te a completo, no hay nada más perfecto que nosotros.

 

Dieciséis de Febrero
Tres de la tarde.

 

Después del día de los enamorados hubo una pequeña recesión en el trabajo, lo cual fue perfecto para tomarse descansos largos entre las horas de jornada. Todos seguían agotados de estar de un lado a otro, tanto haciendo arreglos especializados como los regulares, y había sido especialmente duro para Ranmaru y Reiji, que hacían las entregas de los ramos por todo el distrito, e incluso habían tenido que ir a distritos vecinos en esa ocasión.

En definitiva, todos estaban agotados.

Ren y Masato eran los únicos en la parte de enfrente de la tienda, pues a pesar de que no creían que nadie apareciera a comprar algún ramo de flores ese día, nunca podían estar seguros al cien por ciento. El resto de los empleados, o no se había presentado o estaban en el almacén jugando cartas. Ren tenía ganas de ir a ganarles todas las apuestas de un dollar.

—Ren, ¿Recuerdas que te mencione la reunión con mi padre? —Pregunto el peli-azul evitando la mirada del contrario. Por supuesto que lo recordaba, Ren recordaba cada pequeño detalle de Masato, quizás la respuesta no le llegaba a la mente al instante, sin embargo, estaba ahí en su mente.

—Es difícil olvidar algo como eso, siempre estás tenso cuando se trata de tu familia. —Replico restándole un poco de importancia, pues a esas alturas sabía bastante bien como era su novio, y que este no cambiaría su forma de comportarse bajo ciertas situaciones de la noche a la mañana. A Ren no le importaba, le gustaba ser el pilar de apoyo del peli-azul.

—Sé que soy complicado en lo que respecta a ello, pero, supongo que todos tenemos algo en lo que no sabemos cómo sentirnos. —Oh, eso era bastante claro para Ren, él tenía más de una sola cosa en la que no sabía que sentir, una de ellas era la relación con sus hermanos mayores. Él los apreciaba lo suficiente, no iba a decir otra cosa, sin embargo, tenía años sin verlos, sin visitarlos y no sentía la necesidad de hacerlo—. No quiero alargar las cosas de forma innecesaria, así que iré directo al punto. —A Ren no le habría importado si era sincero, le gustaba hablar con Masato aun si solo estuvieran repitiendo lo que escucharon en un programa de televisión—. Mi padre quería arreglar la relación entre nosotros, y… Bueno, convencerme de tomar la empresa familiar.

—Bueno, considerando que es una empresa familiar, y tu él único heredero, no me sorprende que lo intentará. —Comento hundiendo los hombros un poco, después descanso la parte superior de su torso, junto a su cabeza en el mostrador—. ¿Y bien, cuando empiezas?

El peli-azul se quedó de piedra por unos instantes, incapaz de articular ni una sola palabra. Aun pensando las cosas con calma, nadie podría decir que había aceptado con tanta facilidad. Bueno, Ren era un caso especial en varios sentidos, aun así le era impresionante.

—No te veas tan sorprendido, te conozco demasiado y sé cómo piensas cuando no se trata solo de ti. —Aclaro el hombre con una media sonrisa en los labios—. Cuando tienes que cuidar de otros, piensas menos en lo que tú quieres en verdad, crees que es tu responsabilidad ver por los demás, si consideramos que tu familia depende de ti, al igual que todos los empleados, tanto de la casa Hijirikawa como de la empresa, no es ninguna sorpresa que aceptaras. —La expresión de Masato se suavizo hasta el punto que parecía un par de años más joven, como si le hubieran quitado un buen peso de los hombros.

—Supongo que no estás muy feliz conmigo, soy demasiado inconsistente con este tema. —La expresión de Masato era extraña, para estar feliz al mismo tiempo que avergonzado, quizás decepcionado de sí mismo. Ren no pudo evitar cerrar los ojos por un instante, al tiempo que suspiraba.

—No sé porque piensas tan mal de ti mismo, o de mí en este caso. —Dijo sin ningún atisbo de molestia en su voz—. Yo te amo como eres, inconsistente o no, eras una persona de la cual estoy orgulloso, me enorgullece decir que estás conmigo, para mí no hay mejor persona en el mundo que tú, tú que pones a todos antes de ti, que te aseguras de que todos a tu alrededor estén feliz, que nos cuidas con esmero en todo momento a pesar de que tú mismo te estés cayendo a pedazos. También eres fuerte, puedes ser demasiado independiente si tienes que serlo, y lo siguiente es una contradicción, porque me he dado cuenta de que si dependes de alguien, dependes de alguna persona que te muestre lo mucho que te quiere, una que te apoye sin dudar ni un solo segundo. Y estoy verdaderamente feliz de ser esa persona, tú eres todo lo que alguna vez desee e incluso más.  —Ren ni siquiera estaba pensando en lo que decía, estaba hablando desde el fondo de su corazón—. Por eso me molesta cuando te haces menos, cuando dudas de lo que estás haciendo por la opinión que pueden tener los otros. Debes confiar más en ti mismo y en tu criterio, y confiar en que mi amor es tan grande que te seguiré ahí a donde vayas, porque lo haré.

Masato apretó los dientes, aquellas palabras habían calado en el fondo de su corazón, de alguna manera, a pesar de que era algo que debería alegrarlo, también se sentían como pequeñas agujas en su piel. Él sabía de tiempo atrás que el amor era doloroso, pero, no había experimentado nunca esa sensación, estaba feliz a pesar de sentir cierto dolor a causa de algo que debía halagarlo.

—Creo que, se volvió una mala costumbre durante mi infancia. —No se estaba excusando, ambos lo sabían bastante bien—. De ahora en adelante, confiaré más en mí mismo, no puedo decir que notaremos un cambio próximamente, pero, no me cabe ni una sola duda sobre ello. Creeré en tus palabras y me aferrare a ellas.

Ren le dio una sonrisa completa mientras se reincorporaba, después unió sus labios con los del oji-azul, ignorando el sonido de la pequeña campana que sonaba cada vez que alguien entraba en la tienda.

Esto es perfecto para una foto. —Dijo una voz en un perfecto español.

 

~.

 

Reiji estaba seguro de que Syo seguía en trance, por ello le estaba poniendo una corona de flores mientras Ranmaru dormía con medio cuerpo en una de las mesas. Al asegurarse de que el color de las flores era perfecto para la piel del rubio, empezó a tomarle algunas fotos, para luego cambiar la corona por otra y repetir el proceso. Reiji estaba bastante aburrido ya que Otoya no estaba ahí ese día, pues era su día libre, y el albino estaba dormido de un buen rato atrás.

Obviamente no iría a interrumpir el momento entre Ren y Masato, ¿Qué clase de amigo haría eso? Él no por supuesto. En cualquier caso, dejo de hacer el tonto con el rubio cuando este reacciono enojándose con él, despertando al albino con sus gritos.

—¡No seas escandaloso! —Se quejó Ranmaru acomodándose la cabellera—. Syo, ¿Al fin arreglaste todo?

—… Creo que lo hice, quiero decir, estamos comprometidos y todo eso, y resulto que Natsuki solo había estado consiguiendo la aprobación de mi hermano para ello, y… Sigo confundido. —El par restante compartió una mirada, antes de hablar.

—Probablemente tienes miedo del compromiso, es un paso demasiado grande, aun para una pareja con tantos años como ustedes. —Dijo el castaño sintiendo empatía por él—. Quiero decir, apenas si pasan tiempo juntos por el trabajo de Natsuki, por no mencionar que tú vives encerrado en este lugar.

—Deberías hablarlo con él, cualquier cosa que ponga en duda tu mente es un problema para tu relación, y si no te apresuras cometerás estupideces como alguien que yo me sé. —Termino el albino con los brazos cruzados sobre el pecho. Reiji lo miro con una ceja alzada, indicándole que tendrían una conversación más adelante.

  

Veintisiete de febrero.
Ocho de la mañana.

 

Ren no estaba seguro de como sentirse. Había visto a Masato de traje algunas veces. Se veía condenadamente caliente, y como siempre quería plantarle un profundo beso en los labios, sin embargo, la situación no lo hacía posible. Masato estaba de pie frente a él, con un abogado detrás de él. Incluso Ranmaru, que estaba a un lado de Ren tras el mostrador, estaba sin palabras.

—¿Recuerdas que te mencione sobre el acuerdo con mi padre? —Ren lo recordaba, dos después de su cumpleaños, Masato le contó que había llegado a un acuerdo con su padre, y próximamente se volvería el presidente ejecutivo de la empresa Hijirikawa—. Bueno, ahora soy el responsable de todo.

—No te ves muy emocionado. —Ren sabía que a Masto le preocupaba no ser apto, aun así, hizo el comentario considerando que sería mejor hacerle notar las cosas desde un principio—. Pero, ¿Por qué viniste a una pequeña florería si tienes cosas de las que encargarte? —Probablemente estaba sonando algo duro con él, pero, estaba haciendo una pregunta seria.

—Porque quiero hacer un trato contigo. —Replico luciendo mortalmente serio, justo como un presidente ejecutivo debía lucir.

Ren le dio una sonrisa antes de indicarle el camino.

 


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