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El aroma de las flores por FershuWestfall

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Segundo de Marzo.
Dos de la mañana.

 

Esa noche se encontraba mirando el techo, mientras escuchaba el suave ruido que hacía Ren al respirar. Dormir nunca había sido tan difícil para Masato, al menos no en mucho tiempo, sin embargo, ese día se cumplí un año desde el fallecimiento de una de las personas más importantes para él: su hermana menor, Mai.

Muchas personas pensarían que el momento de seguir adelante había pasado tiempo atrás, que un año era tiempo más que suficiente para recuperarse, no obstante, esas personas no habían perdido, en su mayoría, a alguien tan importante en su vida. Mai no había sido solo su hermana menor, había sido su mejor amiga en algún momento, su fan número uno, e incluso hubo momentos en que Masato se sintió más un padre para ella, que un hermano mayor.

El año pasado, dos de marzo, Masato lloro el día entero en los brazos de Ren, quien en ese momento era un desconocido para él, uno que lo ayudo a lidiar con todo el dolor que sentía en su dolor.

—No consideré que fuera a ser tan difícil, no después de tanto tiempo. —Dijo de manera apenas audible. No quería molestar a Ren en su sueño, aunque no había hablado de forma consciente.

Con cuidado de no hacer ni el más mínimo ruido se levantó de la cama y salió de la habitación, sabía bastante bien que no dormiría nada esa noche, de forma que no veía razón para estar recostado. El peli-azul, siendo el líder de la compañía tenía bastante trabajo para toda la semana, y ya que no iba a dormir esa noche, pensó que lo mejor sería seguir con sus quehaceres, después de todo tenía que haber revisado varios informes antes de irse a la cama.

Ren despertó alrededor de las cinco de la mañana, preguntándose en qué momento su pareja se había ido de su lado en la noche. El peli-naranja se sentó en la cama, recordando la fecha que era y lo que significaba para Masato, no se sorprendió demasiado cuando su primer pensamiento fue que Masato estaría reprimiendo su tristeza por medio de otras cosas. Tampoco se sintió fuera de lugar ver a su novio consumido por su concentración en el trabajo en la sala de estar.

—Suficiente por ahora, descansa un momento. —Le dijo tomando los reportes de sus manos. Masato, que había estado concentrada en lo que leía levanto la mirada perplejo, con sus lentes de lectura a medio desacomodar—. Eres el presidente ejecutivo, no puedes permitirte lucir cansado ante tus empleados. —Agrego cuando el peli-azul quiso replicarle algo.

Ren lo ayudo a recostarse en el sofá, plantándole un suave beso en los labios antes de susurrarle algo que lo hizo sonreír al oído.

 

Ocho de la mañana.

 

—Me preocupo cada vez que te veo pensar seriamente en algo. —Tener a Ranmaru a su lado seguramente no era la mejor idea, no cuando su mente estaba tan dispersa y el albino, al conocerlo de muchos años atrás, era capaz de notarlo tan rápidamente—. Lo que estés pensando, seguramente puedes hacerlo más tarde, ahora mismo tenemos eventos y entregas particulares que planear.

—Me alegra mucho que seas tú quien esté a cargo, Ran-chan. —Replico Ren apoyando los brazos en escritorio frente a ellos—. Cualquiera del resto me habría dejado soñar despierto todo el día.

—No me alegra mucho que me compares con los idiotas. —Argumento el albino dándole una mala mirada—. Por otro lado, sé cuándo necesitas hablar de algo, te escucharé porque no tengo nada mejor que hacer ahora mismo. —La mayor parte del tiempo no sabía si estaba siendo amable con él, o simplemente buscaba algo más en que pensar un rato. Ren sabía, que Ranmaru tenía demasiadas cosas en su cabeza, por lo que la mayor parte del tiempo escuchaba a los demás para no pensar en sus propios problemas. No obstante, fuera cual fuera la razón que tuviera en el momento, Ren siempre se sentía algo agradecido de tener con quien hablar, sobre todo si se trataba de alguien que pensaba frio cuando era sobre otra persona, alguien como Ranmaru.

—Masato no ha visitado la tumba de Mai desde mayo, me preocupa que ahora sienta el peso de todo ello. —Dejo caer sin mirar el rostro de Ranmaru, quien a su vez mantenía los ojos firmes sobre unos papeles que habían recibido esa mañana.

—Entonces llévalo a la tumba. —Replico sin interesarse demasiado, ese tipo de cosas estaban lejos de su zona de confort, por no mencionar que él nunca se había considerado el tipo de persona que podía dar consejos fiables en los momentos oportunos—. También, podrías hablar con él durante la tarde, o hacerle una visita a su oficina, ¿Eso le gustaría no?

—No es tan simple como eso, Ran-chan. —Negó mirando hacia unas flores azules que sobresalían en su estantería—. Masato es orgullo, igual que nosotros dos de modo que no aceptará que le diga que está reprimiendo la tristeza que siente, además, no es como que nosotros no hayamos algo como eso anteriormente, ¿No es cierto?

—Hay de situaciones a situaciones, tú lo sabes mejor que nadie. —Argumento mirando el perfil serio del otro—. En tu caso, tuviste años de “entrenamiento” en ocultar lo que sentías, empezaste a hacerlo después porque era más fácil que enfrentarte a la realidad, y duraste de esa forma durante años. —Ren no podía decir nada para negar aquello, tampoco quería hacerlo porque sabía que era la pura verdad.

—Tú por otro lado, pensaste que podrías huir de lo que sentías, e incluso lo hiciste durante un tiempo, pero, termino por atraparte. —Si aquello terminaba por volverme un riña de malas decisiones pasadas, Ren no estaba muy seguro de quien era el que iba a perder. Probablemente los dos hubieran tenido el mismo número de decisiones tontas, aunque ninguno podía saberlo con total seguridad.

—Él te ayudo hasta donde estoy enterado. Te diré la verdad absoluta, Ren. —Ren miro el rostro de Ranmaru, seguro de que era la primera vez que lo escuchaba hablar de esa forma, estaba siendo serio como en otras ocasiones, pero, la intensidad en su voz era algo nuevo para el peli-naranja—. Hasta el febrero del año pasado, eras el tipo de persona que cualquiera evitaría tener en su vida de manera seria. —Ren mantuvo una mirada neutral, pensar demasiado en cómo era antes era un fastidio, más que nada por el hecho de que uno mismo rara vez se da cuenta de los cambios graduales que va haciendo en su persona durante un año, lo normal es darse cuenta después de bastante más tiempo—. Siempre fuiste el tipo de persona que atraía las miradas, sobre de las chicas, y aprovechabas aquello para salirte con la tuya, entonces te enfermaste con una de las peores enfermedades que alguien puede tener, en ese momento pensé que el karma empezaba a pasarte factura, pero, Masato apareció para darle un giro a las cosas. —Ranmaru había dejado de pensar en sus palabras poco antes, por lo general hablaba con Ren teniendo en cuenta la posición en que se encontraba con respecto al dueño de la tienda, ahora, estaba hablando como lo haría un amigo—. Cuando empezaste a salir con él, dejaste de ser la persona que eras, ya no te aprovechabas de tu apariencia para engatusar a ninguna mujer, supongo que el hecho de que cuando saliste del hospital lucias como la mierda ayudo un poco, sin embargo, fue totalmente como si te hubieras olvidado de esa parte de ti, remplazándola con la mejor.

Ren espero un momento, esperando que Ranmaru dijera algo más al respecto, en el momento en que se dio cuenta que no iba a escuchar más de parte del albino, dijo:

—Retráctate de algo: No lucia como la mierda, siempre he sido guapo. —Ranmaru le dio un ligero golpe en el hombro, haciéndolo reír—. Tú dices que no me he dado cuenta de un cambio en mí, y no estás mal hasta cierto punto porque no podría decirte la magnitud de este, sin embargo, soy consciente de que este año he cambiado detalles en mi persona.

Ranmaru le dio una última mirada a Ren antes de regresar a su trabajo, considerando que le gustaba más el Ren actual que el otro, aunque el anterior le diera más tiempo libre.

—¡Ren! —Escucharon desde atrás la voz de Syo. Ambos sabían que la única razón para que este estuviera llamando por el jefe, era que estaba siendo molestado por Reiji, quien sabe de qué manera porque Reiji tenía demasiadas formas de sacar de quicio a cualquiera, Ranmaru estaba seguro de ello.

—Te diría que te toca a ti, pero, me has dado en que pensar así que tomaré este yo mismo. —Comento el oji-azul levantándose de su silla, bajo la mirada del oji-plateado.

 

Seis de la tarde.

 

Masato tenía la mente en todas partes y en ninguna a la vez. Esa sensación de perdición total no lo había acompañado durante tanto tiempo en un buen rato, de modo que se encontraba bastante frustrado en ese momento. Para él, se sentía como estar medio-sumergido en una alberca, una que estaba llena a la mitad, de forma que aunque nadará a los lados no podría salir por la diferencia de altura, además de que, tampoco podía sumergirse por completo en al agua. Era una situación bastante molesta.

—Deberías intentar dejar de pensar por un momento. —Escucho a su asistente personal, Haru, de un momento a otro. Masato no lo había escuchado entrar en la oficina de manera que se sorprendió al escuchar su voz—. Tienes visita de Jinguji-san, deberías aprovecharla para salir de aquí un rato, tengo entendido que no es un buen día. —Masato no se sorprendería de enterarse que Haru hubiese investigado sobre su vida, al menos hasta dos años atrás. No porque sabía muy bien el tipo de persona que era su asistente, y que trabajo tuvo anteriormente.

—Gracias por avisarme, Hazuki. —El otro murmuro un sencillo “para servirle” antes de retirarse de la habitación.

Masato arreglo su corbata de azul cobalto, se arregló coloco el saco negro una vez más, le dio una revisada rápida a lo que había en su monitor antes de apagarlo y salió de la oficina sin apagar las luces, dejándole una tarea más a Haru para cuando se fuera a casa. Se despidió de su asistente y de cada empleado que se cruzaba en su camino, aunque no fueron demasiados.

Al llegar al lobby, se encontró a Ren no muy lejos de la puerta, ocultando sus ropas casuales con lo que parecía ser una gabardina, Masato lo dejo pasar por alto porque aun hacía algo de frio a pesar de ser marzo, era curioso como el clima hacia las cosas que le salían de las corrientes de aire. El peli-azul, lejos de preguntarse porque su novio estaba esperando por él con un ramo de flores azules y moradas, se sentía agradecido de verlo esa tarde.

Al fin estaba aceptando la idea de que necesitaba hablar con alguien de lo que estaba sintiendo ese día, del terrible peso que tenía sobre sus hombros en ese momento, pero, Ren no dijo nada, le dio una mirada de soslayo indicándole que lo siguiera en silencio, y juntos caminaron por la acera durante un tiempo.

Masato no tenía el sentido de la orientación del todo desarrollado, de modo que no estaba seguro de si habían caminado por ese lugar antes, mucho menos a donde se dirigían, aunque al menos no era el tipo de persona que se perdía todo el tiempo, era un punto a su favor. Para cuando se dio cuenta de donde estaban, era muy tarde para decir algo o intentar desviarse del camino. También, Masato entendió porque Ren eligió esos colores para el ramo de flores.

—Hola, pequeña Mai, me habría encantado conocerte y ver esa bonita sonrisa de la cual Masato me ha hablado todo este tiempo. —El peli-azul ni siquiera estaba mirando, tenía los ojos apretados mientras sentía como las lágrimas se acumulaban en ellos. Escucho como el papel purpura que envolvía los tallos de las flores hacia contacto con la piedra brillante sobre la tumba de Mai, y aquello solo lo hacía querer llorar con más ganas—. Ha sido un año bastante complicado para tu hermano mayor, aunque él no lo acepte ni consigo mismo, yo sé que no ha pasado ni un solo día en que no le duela el no tenerte a tu lado, pero, tú sabes que es demasiado cabezota, de modo que se le ocurrió guardarse todo para sí solo en vez de intentar hablar con alguien.

Ren se detuvo por un instante al escuchar los sollozos de Masato, hacía tiempo que no lo escuchaba llorar, y la sensación seguía siendo de alguna manera agridulce. Sin embargo, continuo hablando con la tumba de Mai, recordando como Masato había hablado con la tumba de Renge el año anterior. Cuando termino, envolvió a su novio en sus brazos, obligándolo a esconder su rostro en su clavícula.

—Deja de ser un cabezón y cuéntame cuando te sientes triste, cuando sientas desesperación, si estas estresado voy a escucharte, quiero saberlo todo de ti, Masato, sabes que no hay de ti que me moleste, nada que haga que este en tu contra, lo único que yo quiero es que seas feliz, me preocupo por tu bienestar y no soporto la idea de que intentes cargar con todo tu solo. —Le dijo desde el corazón, logrando conectar sus ideas de alguna manera, pues en su mente todo estaba ocurriendo demasiado rápido, tanto que ni siquiera podía pensar que estaba diciendo.

—Lo siento. —Replico Masato dos veces, apretando el cuerpo de Ren contra el suyo—. Es solo que… No consideré lo mucho que dolería. —Ren sabía cómo se sentía, la fluctuación en su voz era algo conocido para él—. Después me dio miedo admitirlo, ¿Y si hacía que doliera más?, ¿Si me distraía aún más? Empecé a cuestionarme todo lo que se me ocurría, y en algún momento empezó a sentirme tan triste, tan distante… Era como estar dando vueltas en una sala oscura. —Ren colocó una mano sobre la cabeza de Masato para acariciar su cabello.

—Ya no importa, estoy aquí y siempre lo estaré. Siempre voy a escucharte así que no lo olvides.

 

Seis de marzo
Cuatro de la tarde

 

Ranmaru no pensaba preguntar por ello, no necesita ni quería una respuesta. Es más, no iba ni a pensar en que posible razón tuviera Cecil para estar en la casa de campo de Camus, porque, ¿Quién querría estar quien sabe cuánto tiempo con ese rubio petulante? Bueno, el albino aceptaba que Camus ya no era tan molesto como solía serlo. En cualquier caso, Ranmaru solo estaba ahí para hacer un pequeño notariado sobre la cantidad de flores que recibirían de Camus ese mes.

Gracias a que Masato había “comprado” la florería, el grupo estaría consiguiendo más variedad de flores de distintas partes de la región, e incluso podrían conseguir otras de otras regiones de Japón. Tanto Ranmaru como el notario de Masato se habían percatado que aquel contrato entre el CEO de las empresas Hijirikawa y Ren, el simple dueño de una florería popular, beneficiaba más a la florería, en sentido monetario que a la empresa, aunque en cuestiones de publicidad era lo contrario.  

El oji-plateado se preguntó una y otra vez, como fue que se le permitió a Masato tomar tal decisión a las bravas. Por supuesto, ser el presidente ejecutivo debía ser la mayor razón para ello, no obstante, consideraba que sus abogados y socios debieron haberlo detenido, pues él que había estudiado administración de empresas sabía que ese contrato no era nada conveniente para el peli-azul, era cierto que no estaría perdiendo demasiado pues la empresa familiar que poseía tenía demasiadas ramas de las que conseguía más y más recursos, pero, aun con todo eso a Ranmaru le parecía bastante tonto el comprar una florería.

—Como siempre, el mayor pedido es el de rosas de colores varios, seguido de lirios. —Comento Camus mirando por el gran ventanal que daba a los jardines de su casa de campo. Ranmaru alguna vez había admitido que esa vista era genial y le gustaría tenerla—. El problema radica en las flores de temporada, no están floreciendo los brotes. —Ranmaru no recordaba haber visto ni una sola vez un indicio de preocupación en el rostro de Camus, de modo que se sintió vagamente sorprendido por ello.

—Ya encontraras la razón de ello, por ahora no es prioritario tenerlas. —Replico el albino encogiendo los hombros, denotando lo poco que le interesaba aquello en el momento. Él sabía que a la larga sería un problema que no podrían arreglar en poco tiempo, sin mencionar las consecuencias que acarrearía el carecer de dichas flores durante la temporada.

—Supongamos que tienes razón por ahora. ¿Necesitas algo más? —Ranmaru se tomó unos cuantos segundos para mirar por el gran ventanal antes de responderle. En verdad, esa vista era preciosa.

—¿Qué diablos está haciendo Cecil aquí? —Termino preguntándole al darle una mirada casi de angustia.

A este no le importaba demasiado lo que alguno de esos dos hacía, después de todo no tenía una buena relación ni con uno ni con el otro, mas, el hecho de que dos personas tan contrarias como esos dos estuvieran en un mismo lugar sin causar un desastre le llamaba la atención. De vez en cuando deseaba que su vena curiosa se cerrara para siempre.

—No lo sé, insistió en venir el otro día, asumiré que sabes que cuando quiere algo no se detiene hasta que lo obtiene. —Replico el rubio antes de darle un sorbo a su taza de té, Ranmaru no recordaba en que momento la había obtenido, ¡Ni siquiera había una mesa frente a ellos!

—Solo esperemos que no quiera quitarte tu casa de campo como yo. —Murmuro el albino con una mirada de fastidio, por supuesto que se ganó un estruendoso “¿Qué?” de parte del rubio, a lo que simplemente desvió la mirada—. En cualquier caso, no tengo más que hacer aquí.

El albino termino de firmar unos papeles para el rubio, y se despidió de esté junto al otro visitante, dejando al par disparejo en soledad tan pronto como cruzo la puerta de la entrada.

—Podrías haberle dicho que me quedaré un rato, y que sí que quiero esta casa para mí. —Se quejó el moreno tan pronto como el albino desapareció de sus miradas. Camus le dio una mirada llena de fastidio antes de salir al jardín trasero, él único lugar en que podía relajarse aun si era seguido por esa molestia morena de ojos verdes.

—Lo que quiero saber es porque tú, de entre todos los molestos que conozco, tuviste la necesidad de aparecerte en mi casa apartada de la sociedad por una razón bastante obvia, ¡Sin siquiera avisarme! —Argumento el rubio dejando escapar sus escrúpulos por un momento, pues al instante de haber soltado aquellas palabras parecía estar tranquilo nuevamente.

—No creo que sea necesario anunciar mi llegada, siempre tienes todo impecable y estas solo, de hecho creo que necesitas un compañero de hogar. —Camus entre cerro los ojos al escuchar aquello, esperaba no estar próximo a oír lo que creía que iba a escuchar de boca del moreno—. ¡Por eso te traje una sorpresa! —Anunció el moreno dándole un pequeño alivio al rubio, quien pensó que el contrario se estará auto-invitando a pasar más tiempo en su casa del que él soportaría.

Poco después de que Cecil exclamara sobre una sorpresa, se escucharon agudos ladridos a lo lejos, haciéndose más notorios de forma rápida, hasta que el par fue capaz de ver a un pequeño cachorro de Borzoi*

—Este pequeño te hará compañía mientras revisas las flores que cultivas, ¿Buena idea, no? —El rubio estaba controlando un tic en su ojo izquierdo. Le gustaban los animales y en especial los perros, por ese lado no tenía problema alguno con el pequeño cachorro de pelo dorado frente a él, sin embargo, una mascota era una responsabilidad que no estaba buscando ni quería, así que el hecho de que el moreno se tomará esa libertad de darle la responsabilidad de un animal lo estaba haciendo hervir de ira.

—Cuestionaré una sola cosa, ¿En qué momento pensaste que era una buena idea conseguirme a mí un perro? Podría ser alérgico a ellos, o simplemente odiarlos. —Replico dejando notar lo frustrado que estaba por la situación frente a él. Pero, a pesar de su aura de peligro, el cachorro se acercó a sus piernas y se froto contra ellas, ganándose toda la atención del rubio.

—Supongo que fue en el momento en que lo vi y me recordó a ti. —Contesto ignorando el enfado del otro. Camus ignoro las palabras de Cecil, concentrándose en el cachorro a quien acuno en sus brazos—. Este pequeño estaba solo en el refugio, ignorando al reste de perros, yo incluso diría que los otros lo evitaban apropósito…

—Ni una palabra más. —Dijo el rubio de manera pausada, creando un punto intimidante en su frase—. Vamos, Alexander, te mostraré tu nuevo hogar.

Cecil siguió a Camus y al cachorro recién nombrado Alexander por el jardín, para luego entrar en la majestuosa casa del rubio, en serio, Cecil estaba seguro de que Camus era parte de la nobleza o venía de una familia millonaria de media Europa, porque ese estilo para decorar, sumado a la apariencia de los muebles, solo podría de gustos ricos y anticuados… No se lo iba a decir a la cara, no quería morir.

En algún momento, llegaron a una pequeña estancia que lucía un tanto más normal, los muebles por supuesto seguían siendo elegantes, aunque un tanto más modernos. Poniendo atención a la sala, el moreno se dio cuenta de que era una pequeña estancia de lectura y ocio. Mientras Cecil moraba a su alrededor, Camus se acercó a un librero en el cual también ponía cosas de decoración, y tomo una pequeña cajita envuelta en papel verde.

—Esto es para ti. —Le dijo al moreno poco antes de acercarse para entregársela, solo en ese momento Cecil se percató del cristal en forma de copo sobre una mesa, siendo el centro de decoración sobre la superficie. El moreno tomo la cajita y abrió el papel con cuidado de no romperlo, encontrarse con una cajita que resguardaba una cadena de oro con un dije muy particular adornándola.

—¿Por qué un sol? —Cuestiono el moreno mirando con atención la representación del sol. El dije estaba hecho de oro, sin colores adornando el metal por encima.

—Tienes una personalidad cálida y abrazadora, también sueles imponerte a los demás como si ninguna otra cosa pudiera detenerte. —El moreno miro con atención los ojos helados de Camus, captando un brillo peculiar en ellos—. Te lo dije antes, eres como un día de verano.

—Atesoraré este regalo, Camus. —Afirmo mientras se colocaba la cadena alrededor del cuello, dejando el pequeño sol de oro brillando un centímetro por arriba de su pecho.

Camus le dio un pequeño atisbo de sonrisa antes de girarse para seguir dándole atención a Alexander.

 

Once de la noche.

 

—Sigo estando algo intimidado por esto. —Comento Ren mientras cerraba el cierre de su maleta. Masato miro la espalda de su novio entendiendo perfectamente que no era un comentario que buscaba una respuesta de apoyo—. ¿Lo tomo bien?, ¿Me lo juras? —El mes pasado había ocurrido algo… Digamos maravilloso.

—Primero tendrías que definir que es “bien” para ti. —Replico dándole una mirada interrogativa—. No pensé que te vería tan nervioso por esto, no considerando que fuiste a hablar con él por tu cuenta anteriormente. —Masato estaba sorprendido, si no se notaba era solo por sus dotes de actuación, porque lo cierto era que se estaba derritiendo por dentro al ver a Ren de esa forma—. Yo también tengo algo de miedo por esto, no sé cómo vayan a tomarlo el resto de mis familiares, de mismo modo me preocupa que dirán los demás sobre ello, pero, si te tengo a mi lado no me afectará tanto, tu amor es más grande que cualquier otra cosa. —Los nervios de Ren se fueron tan pronto como habían llegado, era sorprendente para él como unas cuantas palabras por parte de Masato podían relajarlo a ese nivel, de misma forma se encontraba sin palabras al ver lo tranquilo que su novio lucia ante aquella situación, por supuesto que se imaginó que estaba recurriendo a sus dotes de actuación para mantenerse entero.

—Ellos aceptarán quien eres, Masato, estoy seguro que te adoran tanto como tú a ellos por ello estoy seguro de no te verán diferente de ninguna forma, sigues siendo el hombre que ellos esperaban que fueras. —La paz en el rostro de Ren apaciguo el miedo interno de Masato.

Ninguno de los dos se daba cuenta de que encontraban su paz, su lugar seguro en el otro aun habiéndose apoyado en el contrario tantas veces en el último año. A pesar de cada situación complicada que habían sobrellevado juntos, seguían sin notar el fuerte lazo que los mantenía juntos, que los acercaba cada día más. Quizás lo hermoso de su amor, y de cualquier otro amor, era el no darse cuenta lo fuerte que se hacía cada vez, el no ser consciente de que como este incrementaba probablemente lo hacía especial.

—Es hora de dormir, mañana será un día largo para los dos. —Comento el peli-azul luego de plantarle un rápido pero dulce beso al otro. Ren le respondió con una pequeña sonrisa, y se acostaron juntos en la cama.

Aunque estaban en la misma posición de siempre, aun cuando sentía su corazón latir con normalidad, y su mente estaba en blanco, Ren no fue capaz de conciliar el sueño. Él sentía el miedo ahondado en el fondo de su mente, sentía como la sensación de que algo iba a ir mal se volvía más fuerte, casi como si pudiera presentirlo en ese mismo momento, pero, por más que intentará alejar esa sensación, ese miedo, todo regresaba al instante a él.

El peli-naranja no estuvo seguro de en qué momento consiguió finalmente quedarse dormido, pudo ser a media noche, pudo ser a las cinco de la mañana, él nunca lo sabría con exactitud, no obstante, lo que no olvidaría nunca era el sueño que tuvo.

En el no solo las cosas iban mal desde el momento que dejaban su pequeño y humilde hogar en los suburbios, sino que, al llegar a la casa familiar de lo Hijirikawas, ubicada en las afueras de la ciudad con una gran sección de prado como jardín, todo iba de mal en peor. Para cuando despertó, su sueño ya había sobrepasado los niveles de una historia trágica que había leído tiempo atrás, en la cual una pareja era separada por la familia de uno de los chicos, el otro moría en un terrible accidente automovilístico, y el primero al enterarse de aquello se suicidaba*.

Él sabía que no pasaría nada tan drástico, que no tenía ni una sola razón para estar tan nervioso sobre ello, en primer lugar ya se había enfrentado anteriormente a Masaomi Hijirikawa, en segundo lugar, el propio Ren pertenecía a una familia bien acomodada, incluso si él mismo lo negaba y no buscaba a sus hermanos, y por último, contaba con Masato a su lado, lo que le daba la fuerza de hacer cualquier cosa. Con todo eso en su mente, se despertó decidido a hacer las cosas con calma, a no dejarse llevar por cualquier pequeña tensión que sintiera en el ambiente.

Masato no tuvo el mismo pensamiento al despertar.

 

Siete de Marzo
Ocho de la mañana.

 

Fue Ji quien los recibió en la entrada, mostrando la alegría que sentía al ver a Masato regresar una vez más a aquella gran casa tradicional, esta vez para quedarse. Más o menos. Por supuesto, miro a Ren con cierta curiosidad a diferencia de la primera vez que lo vio, cuando lo miro con cierta antipatía. El peli-naranja se preguntó si los empleados de la casa ya estaban al tanto de su relación con Masato, o si Masaomi se había guardado aquello para él mismo por el momento.

Fuese como fuere, le bastaría con esperar a la cena para saberlo.

Como era de esperarse, Ji los guío hacía la antigua habitación del joven amo. Por el camino, recordó algunas cosas al peli-azul sobre su infancia, como el hecho de que él le había enseñado a tocar el piano, y animado a buscar un camino en la música, aunque al final Masato había escuchado más a su abuelo y se había descantado por las artes escénicas del teatro.

—Jinguji-kun, lo llevaré a la habitación de invitados sino le molesta. —Indicó el hombre viejo sin ninguna mirada en particular, por lo que ambos jóvenes dedujeron que simplemente estaba haciendo lo que creía debía de hacer.

—Ren se quedará conmigo, Ji. —Reclamo el joven amo con una voz suave, junto a una pequeña sonrisa en sus labios—. Ha sido todo por ahora, te llamaré si necesitamos algo. —Indico Masato al darse la vuelta, se sentía cohibido por la situación, pues nunca había actuado de esa forma frente a Ren.

—Por supuesto, joven amo, lo que usted me pida. —Replico el viejo sonando alegre. En cuanto se retiró, Ren dejo de ahogar la risa que aquello de provoco, logrando solamente que el sonrojo en los pómulos del otro se oscureciera un poco más.

—Joven amo, me temo que no me ha dicho que quiere para cenar. —Comento Ren modulando de la voz de manera que sonará como la de un hombre mayor. Masato le dio cara con una mirada a medio enfadar, pues más que nada se veía avergonzado por ello.

—¡No es para jugar!, no me siento especialmente feliz de esto. —Replico el otro sintiéndose un tanto atacado, pues sabía que Ren simplemente estaba provocándolo un poco, como solía hacer cada vez que el peli-azul se sentía azarado por alguna situación.

—¿Tú crees eso? Me gustaría ser tu mayordomo por un día, o una noche si tú lo prefieres. —Masato estaba seguro de que todo su rostro estaba rojo, también sentía las orejas calientes así que la pena que sentía era demasiado grande. La cual solo aumente en el momento en que Ren se acercó suficiente a él como para hablarle al oído—. Por supuesto que, eso sería cuando volviéramos a casa, o alguien más podría molestarnos.

—No seas tonto, no te permitiría hacer algo tan estúpido. —La expresión en su rostro contradecía sus palabras. Ren sintió su propia sangre al verlo con esa mirada, aunque lucía más que nada molesto, ansioso e incluso temeroso, el peli-naranja sintió que lucía sumamente provocativo y no ser porque estaban en una casa ajena para él, lo habría tomado en ese mismo instante.

—Tienes razón, ¿En qué estoy pensando? —Se preguntó Ren conteniendo una risa a un lado del oído de Masato—. Sería más divertido que fueras mi sirvienta* por una noche, te verías encantador con ese uniforme. —El peli-azul sintió un escalofrió recorrerle el cuerpo entero, de misma forma que sintió una terrible onda de calor en su rostro.

Esa era una parte de Ren que no sabía si le encantaba a morir, o la odiaba con toda su alma. Lo que podía asegurar era que la idea de vestirse de Maid no lo avergonzaba tanto como la de ponerle orejas y cola de gato, como lo había hecho el mes pasado.

—Realmente no tienes remedio, ¿Verdad? —Se quejó encarando al otro, no estaba muy seguro de que expresión tenía en su rostro, pero, viendo la de Ren supo decir que solo lo estaba incitando a tener más pensamientos indecentes.  

Fue Masato quien inicio el beso esa vez, poniendo sus manos en el cuello de Ren para atraerlo a él, mientras que el otro acomodo sus brazos alrededor de la cintura del peli-azul, disfrutando infinitamente de la cercanía entre ellos. A Ren le encantaban los momentos que iniciaba Masato, así como adoraba la idea de que su novio fuera dejando su vergüenza por iniciar esas cosas en cualquier lugar o momento.

Ren habría empezado a pasear sus manos por la espalda de Masato, de no ser que escucharon un leve toque en la puerta corrediza, lo que hizo que ambos chicos tomaran un poco de distancia justo para cuando se abrió.

—Hijirikawa-sama, el desayuno está listo, su padre lo espera en el comedor. —La muchacha parecía joven para trabajar ahí, Ren supuso que había tomado el lugar de alguno de sus padres, pues sabía que los empleados de los Hijirikawa tenían unas cuantas generaciones sirviendo a la familia.

—Gracias, Daphne, iremos enseguida. —Daphne le dio una pequeña reverencia a Masato antes de cerrar la puerta y retirarse. El peli-naranja miro a Masato con un poco de curiosidad, pues nunca lo había escuchado dirigirse a una chica por su nombre de pila, a excepción de Fernanda, que lo había obligado a hacerlo.

—No deberíamos hacer esperar a Hijirikawa-san, ¿Me muestras el camino? —Masato viro los ojos antes de tomar la delantera. Al menos se habían vestido bien esa mañana.

Masato había optado por una sencilla camisola blanca, un pantalón de vestir negro, y zapatos del mismo color. Ren simplemente había cambiado el color de la camisola, usando una de un gris claro junto a una corbata anaranjada. Ren observo las finas paredes de papel mientras seguía a Masato, el conocía bien la estructura de ese tipo de casas, las paredes gruesas solo estaban destinadas a las divisiones entre habitaciones, mientras que en los pasillos habían paredes finas de papel y madera, y lo por lo general –al menos en familias adineradas– hasta se tenía un pequeño jardín interno. A Ren no le sorprendería que los Hijirikawa tuvieran más de uno, tomando en cuenta la extensión de su casa.

Por otro lado, Masato no estaba pensando en nada mientras recorría los pasillos de su viejo hogar, en algún momento había considerado que al caminar por ahí se vería sofocado por todos sus recuerdos de la infancia, sorpresivamente no ocurrió.

Para cuando llegaron al comedor, Masaomi estaba esperándolos a la cabeza de la mesa, en uno de sus típicos trajes tradicionales. Ren sabía de sobra que la familia de Masato era muy tradicional, de forma que no le sorprendió en lo más mínimo el ver a ambos padres de Masato con esos atuendos.

Ambos ofrecieron una leve reverencia antes de tomar lugar en los lados opuestos de la mesa, Ren sentía que la tensión en el ambiente era suficiente como para tener un peso en los hombros. Mas, de alguna manera también parecía que todos estaban relajados.

—Ren-kun, es bueno conocerte por fin. —Comento la madre de Masato con una sonrisa amable en su rostro, sus ojos estaban ligeramente cerrados por las esquinas,  

—El gusto es mío, señora Hijirikawa. —Correspondió el muchacho con un gesto similar. No recordaba alguna mención de ella por parte de su madre durante su infancia, aunque la mayor parte de sus recuerdos de la niñez eran difusos.

—Siempre lamente no poder conocerte antes, debido a mi frágil cuerpo no puedo salir demasiado de casa. —Los dos peli-azul se mantuvieron al margen, no era una conversación de la que tuvieran algo que comentar, también, no querían interrumpir.

—Me habría gustado conocerla antes, pero, su salud es primero, señora Hijirikawa. —Replico el muchacho relajándose un poco más. El peli-naranja rápidamente comprendió que, la habilidad que tenía su pareja para lograr esa sensación de confort en el resto, la había obtenido de su madre.

—Pareciera el destino que ustedes se hayan conocido, ¿No lo crees, Hijirikawa-sama? —Masaomi compartió una mirada con su mujer antes de decir nada.

—Una historia bastante romántica. —Tanto Ren como Masato se quedaron sin aire al escuchar esa respuesta. Masato nunca había escuchado a su padre decir algo como eso, mientras que Ren tenía miedo de que lo seguiría en esa conversación.

—¡También lo cree usted, Hijirikawa-sama! —Exclamo la madre de Masato, ignorando la incomodidad de los jóvenes—. Siempre pensé que quería maravilloso que se conocieran, y fueran tan amigos como Renge-chan y yo, pero, sabes que terminaron juntos es igual de hermoso.

La conversación siguió ese ritmo durante más tiempo del que a Masato le habría gustado, sobre todo teniendo en cuenta los comentarios de su madre. Ren, él estaba bloqueando las cosas en las que no quería pensar en ese momento. Tan pronto como hubo un cambió en el tópico, ambos jóvenes lo aprovecharon para hablar de algo diferente a su relación.

Era vergonzoso.

 

Cuatro de la tarde.
Jardin exterior.

 

El par se encontraba recostado sobre el suave pasto natural del prado, cada uno con un brazo cubriendo sus ojos para evitar las molestias del sol. Los dos se encontraban exhaustos después del almuerzo. Para empezar, después del desayuno Masato y Masaomi habían abordado temas de la compañía, evaluaron el trabajo de Masato durante ese mes, y como trabaría el menor en el futuro. A Ren le había tocado la peor parte en ese momento, pues se quedó hablando con la madre de Masato, la cual menciono el hecho de que ellos no podían tener hijos, al menos no propios.

Ella dejo en claro su deseo de tener al menos un bello nieto, o nieta, e incluso se ofreció a encontrar alternativas para ambos, por supuesto que Ren le agradeció su ayuda y preocupación, dejando caer que aun era pronto para pensar tan a futuro, pues ambos eran jóvenes, todavía tenían cosas que hacer antes de crear su propia familia. La señora Hijirikawa se mostró complacida cuando Ren le dio a entender que se quedaría con Masato para el resto de su vida, luego cambiaron de tema. Al menos hasta el almuerzo. 

—Ha sido un día bastante completo. —Comento el peli-naranja dándose la vuelta sobre los yerbajos. Ren apoyo su rostro sobre una de sus manos, mirando el semblante tranquilo de Masato—. Te ves bastante tranquilo para todo lo que ha ocurrido el día de hoy.

—Supongo que solo sigo analizando —respondió rápido—, quiero decir, ha sido un día fuera de serie lo digo en verdad, sin embargo, el que mis padres hayan aceptado todo esto con tanta facilidad es extraño. —Ren mantuvo sus ojos azules sobre el perfil del otro, tratando de imaginarse que era lo que Masato estaba pensando en ese momento. Desde luego que no era una tarea sencilla, pues a pesar de lo mucho que se conocían, sus maneras de pensar diferían notablemente.

—Quizás no lo aceptan del todo, pero, quieren intentarlo porque quieren verte feliz. —Replico al cabo de unos segundos, considerando que aquello era lo que Masato quería, o necesitaba escuchar—. Creo que, tu madre siempre ha querido que seas la persona que siempre debiste ser, así como quiere que seas feliz con las decisiones que tomas, mientras que tu padre… Creo que él al fin entiende que aun tomando un camino diferente de que él quería, sigues siendo una persona de la cual puede estar orgulloso como padre, como predecesor también. —El contrario pensó en ello, llevo en su mente cinco escenarios distintos con esas posibilidades, y cada uno era bastante diferente a lo que ese día había sido.

—Quiero creerlo de esa forma, pero, fui criado para dudar de actos bondadosos como ese. —Confesó girando el rostro, de modo que Ren no pudiera ver la expresión en su rostro, no obstante, este último noto cierta tensión en su hombro visible.

—De los actos bondadosos de otros, no de tu propia familiar. —Argumento poniendo todo su esfuerzo en sonar seguro de ello, de hecho, Ren podría jurar que debía de ser de esa forma, es cierto que él no podía decir esas cosas con total seguridad porque no conocía a los Hijirikawa en realidad, mas, si pensaba que se trataba de los padres de Masato, de dos personas del selecto grupo que crío a ese hombre tan maravilloso que él amaba, entonces en verdad podía imaginarse que ese día había sido fruto del amor que sentían sus padres por su hijo.

—Quiero creerlo. —Se limitó a decir dando la vuelta, mostrándole a Ren un brillo en sus ojos, uno que indicaba que estaba sintiendo demasiadas cosas a la vez. 

 

Diecisiete de Marzo.
Medianoche.

 

Aine estaba seguro de que había tomado las llaves del departamento del pequeño tazón en que ambos hermanos dejaban su juego de copias. Tan seguro como que ese día había examinado doce casos en la mañana, recibido a veinte niños en el transcurso de la tarde, y caído dormido en el metro mientras regraba a casa para descansar.

Quizás su mente ya no era lo que fue antes, porque no encontró sus malditas llaves por ningún sitio. Su única esperanza recaía en un pequeño peli-rosa algo arrogante aunque buena persona. Aine fue a buscarlo en el piso inferior al propio. De hecho, Nagi no vivía en el mismo complejo que ellos, aunque en los últimos días se había estado quedando en el departamento de Kira después de sus clases de enfermería, debido a que… Bueno, seguía cuidando del pequeño Akaashi, Aine sabía bien de los sentimientos del chico por Kira, él era bastante bueno dándose cuenta de esas cosas, solo que no sabía bien si Nagi era correspondido o no, pues Kira era bastante bueno para ocultar lo que pensaba, lo que sentía… Cualquier cosa.

Aine espero poco después de tocar la puerta. Como lo había supuesto, Nagi estaba sosteniendo a Akaashi en sus brazos, aunque había algo inesperado en él: Traía un moño en el cabello.

—Kisaragi-san, ¿Qué lo trae por aquí? —Pregunto mostrando su sorpresa al verlo ahí frente a él. Aine no había hablado mucho con Nagi, era Ai quien tenía una extraña amistad con el muchacho no él.

—Me preguntaba si no te habrías quedado con una copia de la llave de Ai, y de ser así, ¿Te molestaría dejármela? —Fue directo, estaba cansado como para hacer una pequeña conversación antes de pedirle aquello, por no mencionar que Nagi parecía estar ocupado con otras cosas.

—¿Puede sostener al bebe un momento? Estoy seguro de que tengo esa llave en mi mochila. —Replico alzando al niño para que Aine lo cogiera en sus brazos. Aine adoraba a los niños, no por nada se había especializado en pediatría, no obstante, nunca había cuidado de un niño en realidad. Él no consideraba que cuidar de Ai cuando eran niños contará demasiado, pues nunca lo atendió realmente cuando era un bebe, más bien solo se aseguró de que no tuviera razones para llorar diferentes de tener hambre o haber hecho sus necesidades.

Aine no fue invitado a pasar, pero, considero que estar a media entrada no era realmente bueno para el niño, de modo que entro al pasillo de bienvenida con el pequeño en sus brazos, y pudo escuchar como Nagi revolvía cosas en su bolso antes de regresar con él.

—Aquí esta. —Dijo entregándole la llave, el dúo hizo malabares para cambiar la llave por el bebe—. Me parecía curioso que Ai-chan no me la pidiera, quizás se olvidó de que la tenía. —Aine no se cuestionó porque lo llamo “Ai-chan”. Simplemente le dio una sonrisa en agradecimiento y se despidió de él de manera cortes.

Una vez en su departamento, se dejó caer sobre el sofá de la estancia sin importarle que su maleta cayera al suelo, soltando algunos de sus archivos sobre este. Cuatro meses. Habían pasado casi cuatro meses desde que inició una extraña relación con su hermano menor, y en esos cuatro meses no había sucedido nada. Literalmente.

Ambos eran doctores, ambos pasaban más tiempo en su ámbito laboral que en cualquier otra parte, tenían sus propios casos en la mente más tiempo que cualquier otra cosa que tuvieran que considerar. Estaban constantemente ocupados con su trabajo, de modo que no le era una sorpresa el no haber hecho ni un solo movimiento en su relación, no más allá de un par de simples besos cuando tenían tiempo libre y estaban en su hogar, pues Ai no se acercaba a menos de dos metros en el trabajo.

—Tonto Ai, diciendo que me va a reparar cuando ni siquiera me dice cuanto me quiere. —Murmuro antes de quedarse dormido sobre el sillón, teniendo un recuerdo de su infancia por sueño.

 

Dieciocho de Marzo
Mediodía.

 

—Luces muy feliz —comento el castaño mirando al albino—, ¿Lastimaste a alguien hoy? —Ranmaru, con su buen humor de ese día no se molestó ni un poco por la suposición de su novio.

—Creo que por fin me he desecho de la fastidiosa tarea de ir a la a casa de Camus cada mes. —Comento volviendo a leer unos papeles que sostenía en sus manos. Ren estaba presente y los ignoraba a ambos mientras terminaba un arreglo de estilo tradicional.

—Creía que ya no te molestaba tanto, ¿Y por qué crees que ya no tienes que ir? —Replico el castaño apoyando los brazos en el mostrador, manteniendo sus ojos cafés sobre el rostro de Ranmaru.

—Bueno, en invierno tendré que verle el rostro, pero, las temporadas de primavera y verano recibiremos flores de otras regiones, bastantes, las suficientes como para no tener que ver a Camus en una larga temporada. —Explico con las comisuras de sus labios ligeramente elevadas.

Reiji exhalo un poco de aire, no le sorprendía demasiado que el albino estuviera feliz por algo como eso, es decir, él y Camus parecían odiarse aunque lo disimularan un poco. Ren por otro lado, se río un poco ante tal revelación tan esperada. Al menos había terminado el arreglo con flores de cerezo, flores de manzano y tallos.

—Supongo que esa fue otra razón para aceptar tan pronto el contrato con Masato. —Comento Ren queriéndolo provocar un poco, haciendo uso de su voz más “molesta”. Sin embargo, Ranmaru no se inmuto ante eso, simplemente lo miro con un poco de desdén.

—Hay dos posibilidades, o tu novio está protegiendo tu negocio y sueño, o es muy tonto, tú elige cual es. —Replico el albino con las mismas intenciones que el otro, de hecho si pensaba que Masato había sido algo tonto y que precisamente lo fue porque estaba protegiendo los intereses de la florería, pues al hacer el contrato con él se olvidaron por completo de su viejo rentor, Hibiki.

Ren removió un poco la cabeza mientras ahogaba una pequeña risa. Él mismo había considerado aquello en algún momento.

—Probablemente yo soy más tonto, pero, eso solo nos hace una pareja idónea, ¿No lo crees? —Reiji había estado mirando de un lado a otro, comprendiendo que la amistad de esos dos era bastante peculiar, aunque no iría tan lejos como para decir que no entendía que estaba pasando. Él sabía que simplemente eran un par de idiotas que no podían hablar de manera normal, no obstante, incluso esos comentarios estaban casi fuera de lugar para ambos.

—Antes de que sigan haciendo el idiota —dijo el castaño llamando su atención—, les recuerdo que estábamos trabajando y van a venir en cualquier momento por ese arreglo tradicional. —El par aludido desvió la mirada por un momento, bastantes desacostumbrados a que Reiji fuera la voz de la razón en algún momento, porque… Por favor, el castaño no solía ser quien pusiera las cosas en orden.

—Lo sentimos, Rei-chan, los viejos gajes del oficio. —Comento el peli-naranja hundiendo los hombros un poco, Ranmaru por otro lado simplemente le dio una mirada cansada a su novio. Reiji supo que aquello era lo mejor que iba a obtener por tan poco, además que no estaba esperando un comentario romántico o algo por el estilo por parte de Ranmaru.

Lo conocía tan bien como se conocía a sí mismo, por ello sabía que al no estar solos él no diría nada relativamente lindo.

—Lamento llegar tarde. —Escucharon los tres al mismo tiempo que escuchaban las campanitas de la puerta sonar—. Ser el presidente de una empresa es difícil, no me dejan salir cuando quiero. —Aquello sonaba demasiado irónico, literalmente el jefe de todos no era capaz de irse antes porque el resto no se lo permitía.

—Tranquilo, Masato, el arreglo durara varios días. —Aseguro el peli-naranja recibiendo a su pareja con un beso—. ¿Quieres que te acompañe?

—No, creo que debería hacer esto solo esta vez, pero, te lo agradezco, Ren. —Replico con una mirada suave, incluso sus labios estaban ligeramente curvados, dejando una expresión demasiado tierna en su rostro.

—De acuerdo, deséale feliz cumpleaños de mi parte también. —Pidió el peli-naranja dejando un beso en la mejilla de Masato. Este último saludo, y se despidió del resto con un simple gesto. Se fue tan pronto como había llegado.

—¿Cumpleaños? —Cuestiono Reiji inflando las mejillas. Ren se volvió para mirarlo a los ojos con una expresión un tanto nostálgica.

—Es el cumpleaños de Mai, que en paz descanse. —Respondió ladeando el rostro al igual que sus labios, su mueca era casi una sonrisa en realidad.

—Ha sido todo un año para todos nosotros, ¿No lo creen? —Comento Ranmaru con una seriedad que contrastaba bastante su anterior alegría.

—¡Y los que nos faltan! —Replico Ren guiñándoles un ojo a ambos.

 

 

 

 

FIN

Notas finales:

Pff... Me pesa no haber hecho estas cosas en tiempo. Quiero decir, en wattpad termine la historia justo cuando tenía que hacerlo, el 18 de Marzo de este año, cumpliendo exactamente un año de haber inciado a escribirla... 


En fin, no tengo excusa, no más allá de que tenía esta cuenta en el olvido completo. No sé si alguien vaya a leer esto, digo... Después de esperar tanto tiempo...


En cualquier caso, agradezco que lo lean, si leen esta el final, si leyeron una parte. Si comentaron o no. Todo se agradece. 


¡Gracias!


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