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El aroma de las flores por FershuWestfall

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Notas del capitulo:

He decidido que los miembros de Heavens (al menos los tres originales) apareceran en esta historia, cambiando la edad de Nagi, de 13 años a 18. 

 

Once de Agosto.
Cinco de la tarde.

 

Luego de que algunas de sus enfermeras más dedicadas de las áreas de pediatría, cirugía y cuidados intensivos se retiraran del hospital por alcanzar su jubilación o razones aparentemente personales, como en el caso de una peli-rosa que se fue casi en lágrimas, el director de la clínica Sumeragi, Kira Sumeragi se vio obligado a abrir vacantes en cada área, no le molestaba contratar más enfermeras o doctores, estos dos siempre hacían falta no importaba la época del año, siempre estaban ocupados y cada uno con una carga demasiado grande para una sola persona, lo que fastidiaba al oji-dorado era el hecho de que tener que entrevistar a tantas personas de golpe, pues no tenía tanto tiempo para ello, seguía estando al cargo de toda una institución, tenía muchas otras cosas que hacer en su día a día como para llenarse el día con entrevistas de trabajo.

Por esa razón, “dejo” que dos de sus mejores doctores lo ayudaran en sus respectivas áreas, estos dos eran: Aine Kisaragi en el área de pediatría, y para el área de cirugía el menor, Ai Mikaze, con quien tenía trabajando unos cuantos años. Kira, por supuesto que habría preferido hacer cada una de las entrevistas él mismo, ¿Qué mejor manera de asegurarse que haciendo las cosas él mismo? Aunque, no había sido capaz de ello y no solo por su trabajo, sino que en su propio hogar tenía bastantes problemas, de manera que en la actualidad ni siquiera podía lidiar con su propia mente.

—Esto es todo, Sumeragi, no lo soporto más. —Había dicho su mujer al hacer las maletas, Kira estaba estupefacto mientras la veía guardar sus pertenencias más personales a una velocidad increíble—. Me prometiste muchas cosas desde que nos casamos, y no has cumplido ni una sola.

—¿Qué es lo que estás diciendo? —Replico indignado de ser llamado un mentiroso—. ¡Te he dado un hogar!, ¡Una familia a la que amar!, ¿Cómo dices que no he cumplido mis promesas? —Pregunto levantando la voz por primera vez en muchos años, Kira y su esposa se habían casado bastante jóvenes, ambos con veintidós años, de eso había pasado poco más de un año y medio, pero, él no recordaba ni una sola decisión desde poco antes de comprometerse, por eso en el momento en que le levanto la voz él mismo se sorprendido de haberlo hecho.

—¿Una familia? ¡No es una familia si no estás aquí! —Contesto ella notablemente furiosa—. ¡A ti te importa más tu trabajo que tu hijo! —Le grito con el rostro ligeramente rojo de la furia, por supuesto que, aquello también lo molesto a él, ¿Qué sabía ella?, ¿Cómo era capaz de decir eso si todo lo que hacía era por ella y el niño de apenas ocho meses? Kira los amaba tanta como amaba su trabajo, no, con toda probabilidad los amaba más a ellos que a su trabajo en la clínica, pero, ambos eran su responsabilidad y tenía que dividirse en ambos para mantener un orden en su vida, si ella podía verlo y apoyarlo era algo que él no podía inmiscuir fácilmente.

De ahí en adelante, todo se había vuelto una mancha oscura en la memoria de Kira, estaba seguro de que se habían dicho muchas más cosas, al grado que la discusión termino en la amenaza definitiva de divorcio, sin embargo, él no podía recordar con exactitud que cosa se habían dicho. Lo único de lo que podía estar más que seguro, era que ahora era un padre soltero con un trabajo exhaustivo que le consumía casi todo el día. De qué manera se las terminaría arreglando era un completo misterio para él, por el momento solo podía idear pequeñas ideas para hacer las cosas como eran debidas, fuera de eso, no había mucho en lo que pudiera pensar mucho menos si se encontraba en su oficina revisando los documentos que recibía casi cada hora.

—Sumeragi-san… —Lo llamo por segunda vez Aine, quien se había introducido a su oficina sin permiso, aunque eso se debía a que el llamado no respondió cuando esté toco la puerta tres veces antes de decidirse a pasar—. ¡Su-me-ra-gi-san! —Lo llamo una última vez separando su nombre por silabas y con su voz notablemente más fuerte, de manera que termino captando la atención del aludido.

—¿Sucede algo, Kisaragi-kun? —Le pregunto ligeramente aturdido, aunque recordaba ser llamado por él repetidas veces, no sentía que eso en verdad acabara de pasar, si es que eso tenía algo de sentido para alguien. Aine lo miro con ligera preocupación en su semblante, él que era especialista en psicología –aunque se dedicaba a tratar niños–, podía decir que había algo en su mente que en verdad lo estaba afectando, probablemente tenía que ver con su familia, podía decirlo por la manera en que lucía, por supuesto que no era algo que fuera a decir abiertamente, pues a la mayoría de las personas les molestaba que les hicieran notar esas cosas que no querían que los demás se enteraran.

—Quería decirte que he elegido a aquellos que creo califican para trabajar en mi área. —Indico dejando un folder con varios folios dentro en el escritorio de su jefe, Kira miro aun algo aturdido el folder amarillo para después tomarlo en una de sus manos, pensando en darle una ojeada más tarde—. ¿Necesitas hablar de algo? —Le pregunto sentándose en la silla frente al escritorio, Aine tenía algo de tiempo en ese momento de manera que podía permitirse el escuchar un rato a su superior.  

—No creo que necesite hablar de nada con nadie, pero, te agradezco por tomarte la molestia de preguntar. —Indico con una mirada impasible, Aine había llegado a conocer bastante bien al otro por la sencillez de su voz y gestos, si Kira sabía o no que decía más con sus ojos y muecas que con sus palabras, lo desconocía.

—Bueno, supongo que siempre es bueno llevarte con tu supervisor, nunca se sabe cuándo necesitaras un favor. —Se atrevió a bromear con un tono demasiado despreocupado, Kira mantuvo su rostro serio aunque el otro era capaz de ver un destello de gracia en sus ojos—. No seas tan estirado, un doctor se dice debe ser carismático, más si tiene un bebe de menos de un año a su cuidado. —Aine no se dio cuenta de lo que golpeo hasta que observo el rostro de Kira, había pasado de su natural inexpresión a una mueca de mortificación—. Kira…

—Lo siento, es… Ese es un tema que preferiría no discutir ahora mismo. —Le dijo a manera de despedida, pues Aine entendió que lo mejor era dejarlo solo por el momento.

—Claro, yo debo volver a mi trabajo… Nos veremos en otra ocasión. —Kira lo escucho en la puerta sin prestar demasiada atención a lo que oía, una vez más se había sumido en sus propios asuntos, dejando de lado sus problemas laborales…

En serio, tenía que resolver su problema de tiempo antes de que este le causara más problemas de los que podía controlar.

 

Doce de agosto.
Seis de la mañana.

 

Masato estaba acostumbrado a hacerse un estudio cada año, aunque a veces Ryuya, su agente, insistía en que se hiciera uno cada cierta cantidad de meses, y en esa ocasión el hombre estaba especialmente atento a la salud de su cliente, por eso era la tercera vez en el año en que Masato asistía al laboratorio de la clínica para su examen de rutina, el cual era básicamente un examen general sobre su sangre –para determinar alguna enfermedad–, un examen de azúcar en la sangre, y un chequeo de su presión sanguínea.

Masato estaba acostumbrado a esos exámenes desde muy joven, pues su madre siempre había sido bastante enfermiza, de manera que su padre se preocupó por él y su hermana desde pequeños, obligándolos a perderle el miedo a las agujas por medio de esos exámenes de rutina. Aunque, Masato nunca había sentido un miedo particular a las agujas, solo que no le gustaba la sensación de esta contra su piel cuando una enfermera lo pinchaba de la manaera incorrecta, fuera de eso, no le molestaba en lo más mínimo.

—Buenos días, señor, hoy estará a mi cuidado. —Escucho decir a un joven que no había visto antes en la clínica, Masato no necesitaba ser un genio de la deducción para saber que se trataba de un aprendiz de enfermería haciendo sus prácticas profesionales, o quizás su servicio social, una o la otra no importaba, porque estaba seguro de que sentiría el piqueteo horrible en su piel ese día—. Mi nombre es Nagi, Mikado Nagi.

—Hijirikawa Masato. —Se presentó sin muchos ánimos de hablar, no estaba menos preciando al muchacho o algo por el estilo, sin embargo, la mala sensación que tenía en el estómago de todo eso no se iba a ir hasta que sucediese lo que había predicho.

—Bien, estaré checando su presión sanguínea primero, de ahí pasaremos a un examen de glucosa y por último le sacaré un poco de sangre para hacer sus exámenes, ¿De acuerdo? —Masato al menos admitía que parecía un enfermero formado al momento de trabajar, incluso pensaba que su sonrisa era digna de una persona en su ámbito laboral, o al menos el peli-azul tenía la impresión de que los y las enfermeras debían lucir como personas agradables para “ganarse” la confianza del paciente.

—De acuerdo. —Contesto aun con su tono natural de voz, como si estuviera demasiado serio, algo que llego a intimidar un poco al joven, aunque no lo mostro.

Nagi no hablo más que cuando era necesario, como en el momento en que le indico que su presión sanguínea era la normal, unos 120 sobre 80. También volvió a hablar para darle las indicaciones de cómo le haría el examen de azúcar, Masato, por supuesto conocía el cómo se hacia ese examen, pues se lo habían estado haciendo desde que tenía cinco años, no iba a replicarle al enfermero que no necesitaba decirle cada una de esas cosas, que él conocía bien los pasos de todo, más que nada porque esa era una costumbre que los enfermeros debían crearse, pues no todas las personas sabían que hacer en los diferentes chequeos que debían hacerse. 

Una vez que este termino con su trabajo, le indico a Masato que esperará una hora por los resultados, y que un doctor lo vería ahí para explicarle su condición independientemente de si estaba o no sano. Masato, como la persona educada que era le agradeció por su trabajo y se despidió de él con una pequeña reverencia. Ahora tenía una hora para “perder el tiempo” por ahí, al muchacho no le gustaba la idea de irse a “quien sabe dónde” cuando tenía un compromiso en tan poca cantidad de tiempo, por esa razón prefirió quedarse por ahí caminando por las zonas en que podía estar libremente.

—Ah, Masato, ha pasado algo de tiempo. —La voz que escucho lo hizo girarse a su izquierda, a sabiendas de que vería a Ai Mikaze, el doctor que solía atenderlo, frente a él.

—Es un gusto verlo, Mikaze-sensei. —Lo saludo con cortesía y una pequeña sonrisa en el rostro, Masato y Ai congeniaban bastante bien, más que nada porque no hablaban de cosas que no encontraban necesarias hablar. El hecho de que ambos fueran personas serias también influía en ello.

—Masato… ¿Podemos hablar? —El peli-azul se sorprendió un poco de escuchar esa petición por parte de Ai, pues por lo general Ai simplemente hacia las cosas que quería.

—Por supuesto. —Indico con un leve asentimiento.

 

Veinte para las siete de la mañana. 

 

Ai llevo a Masato a la cafetería del hospital, donde incluso a esa hora ya habían algunas personas tomando un pequeño descanso del cuidado de sus seres queridos, el dúo se quedó en una mesa algo apartada del resto, de manera que podían estar seguros de que nadie los escucharía hablar. Ambos habían comprado un café antes de acomodarse.

—Entonces, Mikaze-sensei, ¿De qué se trata? —Le pregunto el muchacho luego de tomar un sorbo de su café negro, al igual que Ai, no se había molestado en agregarle algo de leche o azúcar. Ai pareció ligeramente molesto con la idea de decir lo que lo molestaba.

—Puedes decirme Ai, nos conocemos de bastante tiempo. —Comento con su tranquilidad natural, luego tomo su tiempo para proseguir—. Tu… ¿Cómo haces para que tus sentimientos lleguen a alguien más? —Ai sabía que Masato se sorprendió de aquello aun sin mirar su rostro, pues esté se había girado para no mostrar la vergüenza en su rostro.

—Ai… Lo más sencillo es decirte que digas las cosas con claridad. —Respondió pensando cuidadosamente en sus palabras, no estaba seguro de que tipo de respuesta era la que esperaba el contrario, lo que sabía bien era que había alguien mejor que él para responder esa pregunta—. Después de eso, supongo que algunos gestos de amabilidad serian una buena idea. —Agrego con una ligera duda en su voz, algo que no pasó desapercibido para Ai. 

—¿Gestos de amabilidad? —Pregunto con una mueca que el otro nunca le había visto poner, de alguna manera, Masato pensó que lucía más joven haciendo ese tipo de expresión—. ¿Cómo preguntar por su día o algo de ese estilo?

—Sí, ese es un inicio. —Masato empezó a sentir curiosidad por ello, no se sentía capaz de preguntarle a quien quería hacerle llegar sus sentimientos, pues su amistad con Ai no era precisamente muy fuerte—. Ai, quizás quieras hablar de esto con un amigo mío, con toda probabilidad, él sabrá aconsejarte mejor que yo. —Le indico con una expresión algo suave, no le gustaba dar consejos que recibía de otras personas, por eso le ofreció aquello.

—Quizás más tarde, por ahora debo regresar al trabajo. —Comento con una expresión algo decaída, cosa que logro preocupar más al otro—. ¿Viniste por tus exámenes verdad? Probablemente ya estén los resultados.

—Claro… Nos veremos en otra ocasión, Ai.

—Hasta otra, Masato.

 

Dos de la tarde.

 

Luego de que Nagi asistiera a un médico a darle los resultados de los análisis a Masato, se fue a su casa con una sensación tétrica, dar malas noticias era lo que menos le gustaba en el mundo, si fuera por él, intentaría mantener una sonrisa en el rostro de todos ya fuera que tuviera que hacer tonterías o algo de ese estilo.

Mientras caminaba por el pasillo de su piso, escucho los llantos descontrolados de un bebe, en los últimos meses no había escuchado un llanto como ese, su naturaleza amable le dijo que tenía que hacer algo, además de que el llanto del bebe no lo dejaría descansar antes de hacer su reporte diario. Por esas razones, Nagi se acercó a la puerta de donde provenía el llanto del niño y toco la puerta lo suficientemente fuerte para que se escucharan los golpes contra la madera.

—En verdad lo siento… —Escucho una voz profunda al abrirse la puerta, Nagi se sorprendió demasiado al ver a Kira, el director de la clínica en que estaba haciendo su servicio social—. ¿Mikado-kun…?

—Ah, Sumeragi-san, yo… ¿Tiene problemas? —Le pregunto con una expresión indescriptible, Kira, que sostenía a un bebe –aun llorando– en sus brazos se sintió demasiado avergonzado de que un joven de apenas dieciocho años se estuviera preocupando por él. 

—No consigo que se tranquilice… —Dijo en un murmullo apenas perceptible, aunque Nagi tenía unos oídos bastantes buenos de forma que escucho bien las palabras de su superior.

—¿Me permite? —Pregunto con una sonrisa confiada, como si quisiera transmitirle a Kira que podía confiar plenamente en él. El peli-negro lo dudo unos segundos, cuando se decidió le entrego al bebe, entonces Nagi empezó a arrullarlo balanceándolo lentamente en cierto ángulo a la parque lo arrullaba con un sencillo tarareo.

Kira, que rara vez dejaba de lado su expresión estoica se dejó notar impresionado cuando su hijo termino de llorar, había intentado demasiadas cosas para tranquilizarlo antes de que el menor acudiera en su ayuda, de forma que su impresión no podía ser disimulada con facilidad.

—Los bebes son susceptibles a ciertos sonidos y ritmos, por eso es que dicen que cantarles una lullaby es lo mejor para tranquilizarlos. —Explico el menor notando la mirada del oji-dorado sobre él.

—Mikado-kun, ¿Le gustaría tomar una taza de café? —Ofreció como una simple excusa para mantenerlo un poco más ahí, pues Kira tenía muchos asuntos que resolver todavía, de forma que sí su hijo empezaba a llorar otra vez, lo atendería a él y no a su trabajo.

—¿Esta seguro?, ¿No soy una molestia? —Le pregunto con una duda temblorosa en su voz, incluso su mirada dictaba que en verdad sentía que solo lograría molestarlo un poco.

—¿Pero, qué es lo que dices? —Replico con una pequeña risa oculta en su hablar—. Te conozco de casi toda la vida, además, ahora mismo me vendría bastante bien tu ayuda. —Comento desviando sus ojos del rostro del menor, pues aunque decía las cosas de manera genuina –no le gustaba ocultar las verdades– no podía admitir que no tenía la menor idea de cómo cuidar a su pequeño hijo.

—En ese caso, me quedaré un rato con usted, y Akaashi-chan. —Dijo al cabo de un rato, Kira había notado que mientras pensaba en ello su rostro parecía algo decaído, de manera que la sonrisa con la que respondió al final no le pareció demasiado real. 

 

Catorce de Agosto
Diez de la mañana.

 

Desde febrero, el mes en que “conoció” a Masato, Ren nunca había pisado ni una sola vez alguno de los sets de grabación donde su novio trabajaba en diferentes series, por eso en esa ocasión no podía ocultar su sorpresa al estar ahí. Cuando Masato insistió en que fuera a ver una de sus grabaciones, Ren no encontró ni una sola excusa para negarse a hacerlo, además que, la ilusión que se veía en los ojos de Masato en el momento en que lo sugirió, era demasiado pura e intensa como para negarle su deseo, y ahora Ren se sentía perdido entre tantas personas moviéndose de un lado a otro, todas hablando por un auricular con micrófono con otras, Ren escucho algunas ordenes de un lado y disculpas por el otro, llegándose a sentir confundido por no saber que tanto estaba pasando al mismo tiempo.

—¡Ren! —Al escuchar la voz de Masato a su espalda se giró con una sonrisa, al fin alguien con quien podría hablar al menos un poco, pero, al darse cuenta de que el peli-azul venía con un hombre mayor, de cabello anaranjado y ojos de un azul profundo—. Hyuga-san, este es Jinguji Ren, Ren, Hyuga Ryuya, mi representante. —Los presento con una sonrisa suave en su rostro, Ren había visto muchas veces ese tipo de expresión en el rostro de su pareja, pero, rara vez lo ponía para alguien que no fuera él.

—Es un gusto conocerlo, Hyuga-san. —Saludo el muchacho con una leve reverencia, como lo haría una persona lo bastante educada, Ryuya respondió de la misma manera antes de indicarle a ambos que tenía que arreglar algunos detalles con los productores.

—Me alegra mucho que vinieras el día de hoy, Ren. —Le dijo manteniendo aquella expresión en su rostro, derritiendo parte de las defensas de Ren, quien le dio una expresión similar.

—Insististe tanto que era imposible decir que no —replico—, además, un día libre del aroma de las flores siempre viene bien, a veces el polen se mete en mi nariz. —Se explicó con una broma bastante obvia, pues a Ren le encantaba estar en su tienda.

—No bromees con eso, no pienso volver a caer. —Le dijo con el mismo tono que utilizo Ren, haciéndolo reír—. En cualquier caso, me gustaría escuchar tu opinión.

—Sabes que no sé mucho de actuación, Masato, pero, si se trata de ti no puedo ser imparcial. —Le dijo haciendo el ademan de acercarse a él, sin embargo, al darse cuenta de que estaban en un lugar “publico” se detuvo al instante.

—Imparcial o no, tu opinión es muy importante para mí.

La pareja compartió una mirada antes de que el peli-azul fuera llamado a empezar la grabación, con un gesto, Ren le deseo suerte en su trabajo y se quedó detrás de las cámaras y los reflectores para observar el trabajo de todos. Tan pronto como todos se pusieron a hacer sus partes, Ren quedo absorto en la interpretación de todos, no solo Masato lo estaba dando todo de sí mismo para dar la mejor presentación que se podía dar, sino que, todos los actores en escena presentaban la misma iniciativa que su novio, logrando crear una atmosfera alrededor de ellos, del tipo que te hacía pensar que todo eso era la realidad.

Ren ni siquiera se dio cuenta de que Ryuya había regresado y se había posicionado junto a él, cuando lo hizo supo de inmediato que estaba manteniendo sus ojos sobre Masato, solo porque él mismo estaba haciendo lo mismo. Aunque comprendía que era su trabajo mirar y velar por el peli-azul, no podía evitarse sentirse algo molesto de que alguien más pusiera sus ojos sobre su novio.

—Jinguji-kun, hay algunas cosas que me gustaría discutir contigo. —Escucho a su lado con una voz bastante plana, no necesitaba pensar demasiado para saber que Ryuya quería saber sobre su relación con Masato, posiblemente quería pedirle que mantuvieran las cosas en secreto más tiempo, o algo bastante cercano a ello.

—Cuando quiera, Hyuga-san. —Respondió sin mirar al hombre a su lado, aun a sabiendas de que esté tenía sus ojos sobre él—. Pero, debo advertir que si es algo relacionado a…

—No es nada de eso, la vida privada de Hijirikawa es algo en lo que no tengo porque comentar, sin embargo, debes estar al tanto de la decisión que ha tomado. —Ren tuvo la sensación de que no estaba hablando de la idea de Masato de admitir que tenía pareja ahora, lo que lo llego a tener un mal presentimiento sobre aquello.

—¿Qué es…? —Ren podía decir que estaba ansioso por saber de qué era lo que estaba hablando Ryuya, pues si no tenía que ver con la idea que Masato había dado el mes pasado, entonces no tenía ni la menor idea de que era de lo que hablaba Ryuya. Sin embargo, antes de que pudiera terminar su pregunta, escucharon el grito de una de las actrices.

—¡Hijirikawa-kun! —Ninguno de los dos presto demasiada atención a la reacción de los actores, en sus ojos solo veían como Masato caía al piso en cámara lenta.

Ren corrió tan rápido como sus piernas se lo permitieron y se arrodillo aun lado de Masato, tomando su cabeza en sus manos para ponerla en su regazo, por supuesto que, debido al shock que sentía estaba llamándolo en una súplica para que despertará, no obstante, Masato estaba inconsciente.

 

(¿?)…  

 

Masato se despertó con un terrible dolor de cabeza, y la sensación de escuchar voces en la lejanía lo había estado siguiendo desde más temprano. Ahora que lo pensaba, lo último que podía recodar era decir una de las líneas que más le costó interpretar, pues se trataba una frase demasiado despectiva sobre el amor homosexual, aquello le era demasiado irónico, luego solo podía ver manchas negras en su mente, como si las luces se hubieran apagado de la nada.

—¿Qué? —Masato fue capaz de distinguir la voz de Ren, ya no sonaba tan lejana como unos instantes atrás, sin embargo, no podía decir si se encuentra a un metro de él o unos cuantos más—. ¿Por qué no me dijo nada? —Aquello fue un murmuro, de eso podía estar seguro.

—Seguramente era algo que quería guardarse para él, no es fácil decir que se sufre de una falta de hierro en la sangre. —Indico Ai, o al menos Masato pensaba que se trataba de Ai, con esa distancia que escuchaba en las voces, bien podría haber sido Aine.

Aquella respuesta no satisfacía a Ren, quien había estado bastante seguro de que entre él y Masato no había ni un solo secreto, ¿Significaba eso que no confiaba en él? Ren quería pensar que solo estaba protegiéndolo o que le diría más tarde ese mismo día, aunque, no importaba la razón por la cual no se lo había dicho antes, estaba molesto porque oculto algo tan importante como eso, pero, estaba aun más molesto consigo mismo por no notar que Masato no se encontraba bien, por no cuidarlo como era debido, ahora mismo estaba teniendo la sensación de que se odiaba.

El peli-azul escucho la puerta abrirse y cerrarse junto a unos cuantos pasos, el doctor –fuera cual fuera de los hermanos– se había ido, dejándolos solos por fin.

—¿Ren…? —Su voz sonó tan débil que el otro podría haber jurado que iba a romperse en cualquier momento, Ren no contesto con palabras, sino que tomo una de las manos de Masato entre las suyas, brindándole una sensación de protección al muchacho.

—Debes descansar, Masato, tuviste… una caída bastante mala. —Indico con la preocupación marcada en su voz—. Por otro lado, probablemente tengo malas noticias para ti… —Sabía mejor que nadie que no debió decir eso, pero, Ren no estaba pensando claramente en ese momento, solo podía ver en su mente el momento exacto en que Masato se desmayó en medio del set.

—Ren… Iba a decirte… —Ren estaba agradecido de que Masato tenía los ojos cerrados aun, estaba seguro que su mirada no era la mejor para una persona que acababa de despertarse de un desmayo… de dos días—. Lo siento.

—No tienes que disculparte, no es que hayas elegido enfermarte o algo por el estilo. —Replico sin creer demasiado en lo que decía, al menos la parte en que decía que no tenía que disculparse.

—No me sentía mal… No estaba mareado ni nada… —Empezó a decir como si se tratará de una especie de excusa para no haber dicho nada, claro que Ren lo conocía mejor que eso, y comprendía que solo le estaba explicando cómo se sentía el día en que colapso en media grabación, mas, el peli-naranja no estaba escuchando del todo lo que el otro comentaba sobre aquello, su mente estaba demasiado ocupada pensando en su enfermedad.

Deficiencia de hierro en la sangre, lo que contrae una anemia, a su vez esta puede causar leucemia, cáncer en la sangre, ¿Acaso era una broma de la vida?, ¿Por qué debía haber tanta ironía en su vida?

—Masato, tengo que ir a encargarme de unos asuntos en la florería… —Le dijo con demasiada pesadez en la voz, no había abandonado la habitación en esos dos días más que para ir por un café o cuando Otoya lo obligaba a ir a comer algo, y siempre procuraba regresar lo más rápido posible, solo que, en esa ocasión tenía que encargarse él de la florería, pues había que hablar con Camus e Hibiki, de forma que no podía confiarle eso a Reiji o Ranmaru, pues ambos tenían problemas con los mencionados, por otro lado, Syo y Otoya no tenían la menor idea de administración… Ren en serio tenía que enseñarles sobre eso si quería que las cosas mejoraran en la tienda—. Descansa, ¿De acuerdo?, me asegurare de que Ai y Mikado-kun te atiendan.

 

Dieciséis de Agosto.
Tres de la tarde.

 

Cuando Ren llego a la tienda, no se sorprendió de ver a Ranmaru y Reiji discutir sobre un arreglo de flores que tenían en exhibición, era como si esos dos hubieran nacido para discutir por todo y luego de eso empezar a disculparse el uno con el otro, aunque, prefería eso a tener que soportar las quejas de ambos cuando estaban separados, como dos meses atrás.

—Señoritas, dejen de pelear por el color de las flores. —Les dijo Ren en una broma demasiado clara para ambos, pues los tres habían estado en un mismo equipo de futbol en la universidad, donde el entrenador siempre les decía “señoritas” cuando practicaban.

—No fastidies, Ren. —Exclamo Ranmaru luego de chasquear la lengua, aquello era tan familiar para Ren que no le prestó atención al gesto o al enfado en su rostro—. Camus esta atrás, Syo y Otoya están intentando retenerlo un poco más de tiempo.

—Por otro lado, Hibiki sigue esperando en la habitación de administración, y me temo que tiene malas noticias para ti. —Termino Reiji llevándose una mano a la nuca, mostrando que aquello era peor lo que había estado esperando. Ren suspiro ante tales noticias, lo que menos necesitaba era lidiar con Hibiki, Camus era un caso diferente, uno que podía soportar con facilidad si ignoraba la personalidad molesta del rubio.

—De acuerdo, Reiji habla con Camus sobre el encargo de la temporada, sabes mejor que nadie como tratar con él, Ranmaru, tú iras conmigo a hablar con Hibiki, cuando se trata de negocios, no hay nadie más confiable que tú. —Ren nunca se había considerado un líder o algo similar, sin embargo, Reiji y Ranmaru lo veían como uno cuando hablaba de esa manera con ellos, no sonaba como un jefe ordenando que sus ideas se cumplieran al instante, sino como alguien que comprendía cuales eran las cualidades de cada persona y los ayudaba a provecharlas al máximo.

En el momento en que Ren y Ranmaru entraron a la sala de administración –un pequeño cuarto que habían implementado apenas la semana pasada–, Hibiki levanto la mirada de un libro que había llevado consigo, como siempre, tenía una expresión demasiado seria en el rostro, aunque había una pequeña diferencia entre las otras ocasiones y esa, pues Ren podría jurar que vio un pequeño destello de diversión en los ojos del hombre.

Por otro lado, Camus estaba exasperándose más y más, una cosa era tener que soportar al albino y sus comentarios molestos, otra era soportar la estupidez del pelirrojo y el rubio, los cuales por más que intentaran ocultar que estaban haciendo tiempo, eran demasiados obvios al respecto. Camus estuvo por decirles algo nada amable, cuando escucho la puerta de almacén abrirse, dejando ver al castaño más energético que conocía, y eso no era precisamente un halago.

—Bien, Camus, tengo una lista de flores que sé que puedes conseguirnos esta temporada, y estoy seguro de que te encantará trabajar en el campo con los colores que verás. —Lo dudaba. Demasiado.

Los siguientes minutos, Otoya y Syo escucharon como Reiji y el “invitado” discutían sobre las condiciones del contrato estacionario con la florería, el tipo de flores que se requerían y las fechas aproximadas de entregas. Ambos estaban sorprendidos de la seriedad que estaba mostrando Reiji en esa conversación, sabían bien que él podía comportarse de esa manera cuando la situación lo demandaba, aunque esas situaciones eran bastantes raras de manera que seguían sorprendiéndose.

—¡Ren! —Aquel grito en la puerta los distrajo a todos, haciendo que los cuatro se giraran para ver a un moreno irrumpir en la habitación, tres de ellos lo conocían bastante bien mientras que el cuarto simplemente viro los ojos y continuo leyendo las cláusulas del contrato que había estado escribiendo con Reiji—. ¿Dónde está Ren?

—Ren está arreglando unas cosas con Hibiki, tú sabes, el hombre que nos renta el edificio. —Respondió Otoya con un pequeño nerviosismo en su voz. Otoya conocía bastante bien a Cecil, por ende sabía que este podía hacer una que otra locura si no se le aclaraban las cosas a tiempo.

—¿En serio? Y yo que venía a decirle que le tengo un evento para el siguiente mes. —Replico con una pequeña molestia en su voz. Al moreno no le gustaba perder su tiempo en vueltas innecesarias… No, no le gustaba no poder decir lo que quería decir cuando quería decirlo, perder el tiempo era algo diferente, cosa que hacia demasiado bien y con mucha frecuencia.

—En ese caso, puedes ir explicándolo a Otoyan y Syo-chan. —Aclaro Reiji regresando a sus asuntos con Camus, entonces Cecil se dio cuenta de la presencia de este.

 

Un cuarto para las cuatro.

 

Kira se estaba impacientando demasiado rápido los últimos días. Había llegado a un pequeño acuerdo con algunos de sus doctores de confianza, por supuesto que… Al ser el director de la institución, era libre de hacer lo que quisiera con su horario mientras cumpliera con sus obligaciones, no era que fuera a aprovecharse de eso una vez que su situación se estabilizara un poco más, por ahora, había concordado con Aine, Shun Amakusa y Eichi Ootori un horario para encargarse de la dirección, Shun era jefe en el departamento de ginecología, mientras que Eichi se encargaba de la contraparte masculina.

—Sumeragi, es hora de hacer el cambio. —Escucho la voz arrogante de Eichi, a Kira no le importaba demasiado la personalidad del personal en su hospital, mientras cumplieran con su trabajo de la manera debida, entonces no tendría ninguna queja. O al menos así era para casi todos sus empleados, con Eichi tenía una especie de rivalidad—. ¿Dejaste a Akaashi con Nagi? —No estaba nada sorprendido de recibir esa pregunta, comenzando por el hecho de que Nagi se había ofrecido a cuidar del niño el mismo día en que ayudo por primera vez a Kira a tranquilizarlo, hasta el hecho de que Eichi se burlaba del muchacho por ser como una madre sobre-protectora con los niños.

—Lo ve como un servicio extra, es bastante tonto si cree que eso le sirve de mucho, pero, no es una oportunidad que yo vaya a desaprovechar. —Respondió algo críptico, aunque Eichi entendía el mensaje en sus palabras bastante bien.

—Y luego dices que la mala persona soy yo. —Replico con una risa irritante para el peli-negro—. En fin, es mejor que vayas a pasar algo de tiempo con tu hijo, no vaya a pensar que Nagi es su madre. —Termino de burlarse saliendo de la oficina del otro.

Kira tuvo que reprimir un tic en su ojo derecho antes de salir de ahí. Eichi en verdad lo irritaba bastante, pero, no podía permitirse perder a un doctor de su calibre, por eso mantenía –o intentaba– en calma.

Kira se despidió de cada doctor, y enfermero que le saludo por su camino, aquello era una costumbre que tenia de mucho tiempo atrás, pues consideraba que la mejor manera de mantener las cosas bajo control, era tener una relación amistosa con cada uno de sus empleados, por supuesto que, al tener una clínica tan grande bajo su control, era imposible que en verdad conociera a todos o pudiera decir los nombres de cada uno de sus empleados, pero, al menos trabaja bien a todo aquel con quien hablaba.

De camino a casa compro unas cuantas cosas, entre ellas unos dulces que llamaron su atención, él no comía cosas con azúcar realmente aunque pensó que serían un buen agradecimiento para Nagi, pues no solo estaba siendo su niñero a tiempo parcial, sino que también estaba haciendo su trabajo social en su hospital, ambos cosas eran demasiado exhaustivas y sin una retribución notable –le pagaba por cuidar a su hijo, aunque pensaba que no le daba suficiente–.

—Regrese… —Anunció sin elevar demasiado la voz, porque nunca se sabía cuándo había alguien para recibirlo o no. Kira no se sorprendió en lo más mínimo cuando no recibió respuesta alguna, si lo pensaba detenidamente, con toda probabilidad tanto Nagi como Akaashi debían estar dormidos.

El hombre dejo su compra en la cocina del departamento y de ahí fue a la estancia, encontrándose con una imagen demasiado tierna como para ser verdad. En el sofá grande, se encontraba recostado Nagi boca arriba, con su rostro angelical en una paz que rara vez se veía en él, y en el pecho de esté, se encontraba su hijo de menos de un año durmiendo tan pacifico que le daba a él la sensación de relajarse automáticamente, Nagi también estaba abrazando al pecho contra él con suavidad, aunque de una manera firme como si estuviera asegurándose de que no pudiera moverse, de forma que no se caería.

Kira tomo con cuidado de no despertar a ninguno al niño para llevarlo a su cuna, así podría descansar cómodamente en su pequeña camita junto a su muñeco favorito de un oso, una vez que lo hizo, se aseguró de arroparlo correctamente y acariciar con suavidad su mejilla, apreciando lo que parecía ser una pequeña sonrisa en sus diminutos labios. Cuando regreso a la sala, dudo un momento de qué hacer con Nagi, primeramente porque no tenía la menor idea de cuando se habían quedado dormidos, segundo, estaba más que seguro de que el muchacho debía estar muy cansado, tercero, no sabía si esté tenía un toque de queda en su casa o si vivía solo como muchos universitarios.

Al final, opto por moverlo del sofá a su cama, donde podría descansar adecuadamente. Kira, tomo al muchacho en sus brazos como si se tratara de una princesa, solamente porque era la manera más sencilla de levantarlo en esa situación, entonces lo llevo a su cuarto y lo acomodo en la cama, cubriéndolo con una sábana.

—¿Sume…ragi-san? —Pregunto por él demasiado adormilado, algo que le hizo un poco de gracia a Kira.

—Descansa, Mikado-kun, hoy has hecho bastante y mereces un momento para ti. —Le dijo con una voz aterciopelada, dándole la sensación al menor de tener incluso más sueño.

 

Cinco de la tarde.

 

Nagi se despertó estando un poco confundido, no precisamente porque estuviera en una habitación que no era la suya, pues no sería la primera vez –se había quedado en casas ajenas por una resaca anteriormente–, el problema era que no recordaba haberse quedado en una habitación. El muchacho se tomó unos segundos para pensar en cómo había llegado de la sala hasta ahí, entonces recordó la voz de Kira diciéndole que durmiera un poco más, sorprendentemente, a él que nada lo avergonzaba, se sonrojo ante el pensar en ello.

El muchacho salió de la habitación después de arreglarse el cabello, no sabía exactamente que esperar una vez que se asomará a la estancia, pensó en irse directamente como pudiera desaparecer con tanta facilidad, sin embargo, el dulce olor que emanaba de la cocina lo atrajo más rápido de lo que pensaba.

—Ah, ya despertaste. —Lo escucho decir dándole la espalda, Nagi estaba seguro de que no hizo ruido alguno al entrar en la habitación, y al menos que su respiración fuera demasiado ruidosa sin él darse cuenta, Kira debía tener ojos en la espalda o algún tipo de súper poder.

—Lamento haberme quedado dormido… Gracias por cuidar de mí, Sumeragi-san. —Al menos Kira no lo estaba viendo. Nagi sentía como sus mejillas ardían y prefería que nadie lo mirara con ese sonrojo tan bestial en el rostro.

—No es algo por lo que tengas que disculparte, pasas la mañana atendiendo el hospital, y la tarde a un niño que para tener ocho meses y poco más, es demasiado problemático. —Replico con una sonrisa suave en su rostro, aunque Nagi no estaba mirándolo podía sentir la expresión en el rostro del otro por la manera en que sonaron sus palabras—. ¿Te quedas para la cena? —Pregunto al darse la vuelta, cuando los ojos azules de Nagi se encontraron con los dorados de Kira, el menor sintió como si el otro estuviera mirando dentro de él.

—Oh, no, no quiero molestar más de la cuenta, lo mejor será que me vaya. —Respondió con una pequeña mueca de disculpa en su rostro, Kira lo observo unos instantes antes de decir:

—No eres ninguna molestia, no deberías pensar así de ti mismo, además, puedes ver esto como un agradecimiento por todo tu trabajo. —Nagi no recordaba haber sido tratado con tanta amabilidad desde que dejo su casa en Hokkaido. El menor miro fijamente el rostro de Kira, tratando de ver si había algo más que amabilidad oculta en él, pues desde que se mudó a esa ciudad, se había encontrado con todo tipo de personas.  

—No puedo rechazar esa oferta. —Termino diciendo al relajarse un poco. Kira, que rara vez ponía una sonrisa para alguien más que sí mismo, se atrevió a hacerlo, dejándole ver al muchacho que hasta él podía tener gestos suaves.

 

Ocho de la noche.

 

Masato estaba leyendo un libro que Ai le llevo, no era especialmente interesante para él ya que se trataba de un libro de medicina, y por lo general leer sobre enfermedades lo hacía sentir enfermo, como si se tratará de una persona hipocondriaca.

Aunque al menos se estaba manteniendo distraído con algo, pues su mente no quería afrontar aun lo que Ryuya le había dicho esa tarde, después de que Ren tuviera que irse por sus asuntos en la florería, su representante lo visito para hacerle saber cómo “arreglarían” las cosas a partir de ese momento.

El ruido de la puerta al abrirse de forma lenta, lo hizo apartar los ojos de la lectura para encontrarse con los ojos azules de Ren, quien lucía sumamente cansado y preocupado, lo que en un principio era una mala combinación.

—¿Cómo te sientes? —Le pregunto directamente, sentándose en una silla que estaba cercan a la cama en que estaba descansando.

—Estoy bien… —Dijo sin demasiada convicción en sus palabras. Ren no solo se veía preocupado a sus ojos, sino que había un destello de enfado en su mirada, algo que el peli-azul encontraba completamente normal después de haberle ocultado su condición.

—¿Seguro? Puedo llamar a un doctor ahora mismo si lo necesitas… —Habría pensado que era su imaginación si no se encontrará en una mala condición, pero, no pensaba que hubiera razones para que estuviera tan protector con él, al menos no por el momento.

—Estoy seguro, Ren. —Respondió manteniendo la calma, pues lo único que Ren estaba demostrándole, era cuando lo quería y lo mucho que le importaba su bienestar—. Iba a decirte ese día, al terminar la grabación. —Dijo al cabo de un par de segundos en silencio—. Aunque no me sentía cansado en ese momento, supongo que puse más presión en mí de lo normal.

—Masato, ahora mismo no quiero saber nada de eso, puedes decirme en cualquier momento que estas bien, que no sientes como si necesitaras cuidarte más de lo regular, pero, no hay nada que puedas decirme para quitarme esta sensación de encima. —Comento Ren dejándose ver su lado más cansado, el hombre estaba agotado física y mentalmente, razón por la que no quería tener conversaciones poco productivas—. Contrario a lo que parece, no estoy molesto contigo en lo más mínimo, quizás me decepciona que no me dijeras tan pronto como te enteraste, pero… ¿Quién soy yo para juzgarte? Yo ya estaba enfermo para cuando comenzamos a salir.

—Pero, tú me lo dijiste al inicio. —Replico alzando un poco la voz—. Fuiste sincero con ello desde el inicio, en cambio yo tarde demasiado y tuviste que verme en un mal momento.

—¿Mal momento?, ¿Un desmayo?... Es cierto que duro un par de días, pero, tú me viste pasar por todo ese proceso, realmente no quiero recordarme con el cabello tan corto… —Se quejó con una mueca graciosa, haciendo al otro contener una risa.

—¿Cómo puedes bromear tan fácilmente? —Se quejó aun con una risa contenida en su boca—. Decirte algo como eso como si fuera normal, no se sentía bien, por eso pensé en… No sé, esperar un momento adecuado para ello.

—Masato, no tienes que darme ninguna explicación, tu no querías preocuparme antes de sentirte verdaderamente enfermo, incluso sé que estando enfermo intentarías que no me preocupara por ti, porque esa es la persona que eres tú. —¿Cómo era posible que supiera que decir en todo momento? Ren debía tener el don de la palabra, porque nadie más lograba hacerlo pensar de la misma forma que él lo hacía—. No te gusta hacer preocupar a nadie, aun cuando tú eres una especie de mar de la preocupación cuando se trata de tus amigos. —Dicto con un tono divertido y algo juguetón. Aquello era algo que amaba de Masato, esa manera tan profunda de querer a alguien destacaba entre todas sus cualidades.

—No quería decirte… porque es la misma enfermedad que se llevó a tu madre. —Después del comentario de Masato, se creó un silencio entre ambos, uno en que evaluaban al otro mediante una mirada profunda.

—Estuve pensando en eso… Tengo tanto miedo de que esa enfermedad vuelva a quitarme a alguien importante para mí. —Por primera vez, desde el mes de abril, Masato vio esa expresión de vulnerabilidad en Ren. Desde aquel mes en que Ren entro a su tratamiento, el peli-azul se había decidido a no hacer que volviera a mirarse de esa forma, sin embargo, ahí estaba con esa expresión una vez más.

—No hay fuerza en el mundo que vaya a alejarme de ti, Ren. —Dicto el peli-azul tomando las manos de su novio entre las suyas. Ren apretó su agarre en las manos de Masato, como si dijera que no quería soltarlo nunca en la vida—. Voy a reponerme, solo tengo que ser más cuidadoso con lo que hago y con lo que me alimento. —Ren lo vio tan convencido de ello que él mismo empezaba a creer que todo estaría bien con tan solo eso, como si fuera tan facil.

—Deja que yo cuide ti esta vez, Masato. —Le pidió con un semblante tranquilo y con una voz tan profunda que Masato sentía que podría perderse en ella si la escuchaba una vez más—. Si siempre estas cuidando de los demás, yo quiero ser quien cuide de ti.

—Ren… Permíteme estar siempre contigo, no hay nadie más en este mundo quien quiera estar. —Se sentía al borde del llanto, desde luego desde un lado de la felicidad, aunque seguía siendo un llanto al final. Ren soltó las manos de Masato para llevar las propias a las mejillas de este, acercando sus rostros lo suficiente para juntar sus frentes.

—No tienes que pedirme permiso para estar a mí al lado, al contrario, yo quiero ser egoísta con el mundo y mantenerte conmigo. —Replico con una tenue sonrisa en sus labios, logrando el mismo tipo de expresión en el otro—. Si pudiera hacerlo, te mantendría lejos de los ojos de todos.

—No exageremos las cosas, por favor. —Contesto a ello con una pequeña risa en la voz.

—Te amo, Masato.

—Te amo, Ren.

 

Veintiséis de Agosto.
Siete de la mañana.

 

Ren termino el desayuno justo en el momento en que Masato bajo a la planta baja, en los últimos días había sido de esa forma, con el primero encargándose de los quehaceres matutinos y nocturnos, dejando que el otro descansará la mayor parte del tiempo, solo encargándose de algunas cosas por la tarde, aunque eran bastante pocas ya que en las tardes estaba solo en su hogar.

—Buenos días, Ren. —Saludo Masato al entrar en la cocina, como siempre, el olor de la comida de Ren lo hizo sentir más hambre del que tenía.

—Buenos días, Masato, ¿Dormiste bien? —Pregunto mientras servía los platos en la pequeña mesa que tenían a ahí, por lo general tomaban el desayuno en la misma cocina, dejando el comedor solo para la comida y la cena.

—Excelente. —Respondió al sentarse frente a un plato. Ren acaricio el cabello de Masato con una sonrisa en el rostro y luego se sentó frente a él—. ¿Qué paso con las indicaciones de Hibiki? —Pregunto una vez que Ren se acomodó para empezar a comer juntos.

—Al final, Ranmaru consiguió reformar el contrato con él. —Respondió apoyando un codo en la mesa y su rostro en la mano—. Reiji también convenció a Camus de criar las flores más difíciles de la temporada, con esos dos ahí no sé para qué es lo que yo sirvo. —Concluyo con una pesadez fingida, para Masato estaba claro que en verdad pensaba un poco de eso, mas, también tenía bastante claro que sin Ren, ninguno de ellos podría mantener el negocio en una sola pieza.

—Tú lo has dicho antes, ¿No? Que todos tienen cosas con las que son buenos. —Respondió al comentario recordándole aquello—. Ellos son buenos con esas cosas, pero, son terriblemente malos para mantener el orden entre ellos mismos, es por eso que tú tienes que “guiarlos”.

—¿Sabes? De alguna manera siempre sabes que decirme para que me sienta mejor. —Comento de forma casual, no obstante, ese comentario se sintió un tanto raro para Masato, quien pensaba exactamente lo mismo de Ren.

—Quizás estoy tomando esa cualidad tuya prestada. —Replico con una seriedad fingida, haciéndole notar al otro que se trataba de un intento de broma—. Por otro lado, Ai me dijo que fuera hoy a hacerme un chequeo de sangre.

—No has tenido ni un solo problema hasta ahora, quizás las preocupaciones que tomamos estén dando sus resultados. —Concluyo con una pequeña esperanza de que las cosas estén estuvieran mejorando para Masato—. Pero, siempre es mejor asegurarse.

—Exactamente. Te deseo suerte el día de hoy. —Dijo al terminar su parte, Ren estuvo por decirle que no se molestará en recoger las cosas, que ya se encargaría de él, pero, Masato fue más rápido—. Solo por hoy, déjame encargarme un poco de ti, ¿De acuerdo? —Le pidió con una expresión suave al mismo tiempo que depositaba un beso en la mejilla de este.

—Tu siempre ganas, ¿No es cierto? 

 

Notas finales:

Oh, vaya, me he tardo bastante en subir el último capítulo que estaba listo para publicar, pero, lo cierto es que aunque esta fue una semana relajada, estoy bastante ocupada con mi carrera, por lo cual a partir del siguiente caoítulo (mes septiembre) solo habrá una publicación por mes, -aunque esto ya estaba decidido desde antes-, aunque, si o si tengo que terminar el capítulo de septiembre en septiembre para mantener el orden, y luego seguir en noviembre con el respectivo mes. 


En fin, yo espero que este capítulo también les guste, y me disculpo porque les haré esperar tanto tiempo entre cada continuación. 


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