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El aroma de las flores por FershuWestfall

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Notas del capitulo:

{A partir de la hora: nueve de la noche a diez con quince de la noche, hay material +18, para aquellas personas que NO deban leer este contenido, o no quieran hacerlo}

Ren y Syo estaban ocupándose de la decoración y tema de la tienda, pues recientemente y gracias a las cualidades corporativas de Ranmaru, habían conseguido una mejor ubicación en el mercado, consiguiendo que la florería quedará en una de las zonas más transitadas, de modo que, ya no solo bastaba con lucir las hermosas flores de temporada que tenían, sino que, debían conseguir llamar la atención de otras formas, sin opacar a las flores por supuesto.

Mientras Ren y Syo se ocupaban de lo que estaría a la vista del público, Ranmaru, Reiji y Otaya, se ocupaban de ordenar el nuevo almacén, el cual doblaba la cantidad de flores que podían almacenar, y aunque eso podría significar más ventas sin tener que recurrir a proveedores en poco tiempo, también significaba más trabajo para Reiji y Ranmaru, que se encargaban de mantener las flores en buen estado y entregarlas.

—Si vemos el lado bueno, no haremos tantos viajes a la finca de Camus… —Comento Reiji al dejar una maceta bastante grande en el suelo, Otoya y Ranmaru que cargaban con otras, miraron al castaño durante unos segundos, mientras dejaban las suyas.

—Como si ese fuera el problema. —Se quejó el albino sin sonar demasiado fastidiado, lo que denoto que simplemente no quería hablar de algo que encontraba innecesario—. Además, a ti te gusta ir a ver el campo de flores.

—Bueno, tienes razón en eso, pero, el viaje toma demasiado tiempo y es aburrido ir solo. —Replico haciendo un puchero que logró que el pelirrojo riera en silencio, Ranmaru por otro lado, levanto una ceja ante tal comentario.

—En ese caso, iré contigo cada vez que sea necesario. —Murmuro para que aquellas palabras solo fueran audibles para el castaño, quien al escucharlas no pudo evitar sonrojarse levemente, no porque le avergonzará la declaración del albino, todo lo contario lo alegraba demasiado, sino que, no había contado con recibir un comentario de esa clase durante el trabajo.

Otoya, que no había escuchado que fue lo que dijo Ranmaru, sintió una pequeña punzada de celos al ver lo bien que se estaban llevando esos dos, él, así como Ren, había notado la clase de relación que había entre Reiji y Ranmaru, y aunque no podría decir con exactitud que estuvieran saliendo, era consciente de que ambos se querían, de forma que le ponía algo celoso el que ellos pudieran hablar de esa manera entre ellos, a diferencia de él y Tokiya, con quien, si bien ya no tenía problemas para pasar el tiempo, aun no podría perdonarle por completo, e incluso evitaba cada tanto tiempo.

—Reiji, Ranmaru, ¿Creen que podrían ayudarme con el resto de cosas? —Les pregunto a ambos con algo de pesadez en su voz, más que nada porque esperaba que no lo respondieran, o que, aunque dijeran que sí, al final seguirían haciendo cualquier otra cosa menos el inventario y organización, dejándole a él todo el trabajo.

Ren y Syo, que estaban al frente moviendo las estanterías de un lugar a otro, esperando encontrar el punto exacto en que estas lucieran bien, estaban tan concentrados en lo que hacían, que no escucharon en momento en que la puerta se abrió:

—¡Syo-chan! —Aquel grito tan alto y alegre los hizo estremecerse, dejando caer dos recipientes de cerámica de las manos de Ren, mientras que Syo no pudo ni reaccionar, ya que un par de fuertes brazos lo atraparon por los hombros.

—¡Natsuki! Te dije que no vinieras repentinamente. —Le regaño en su típico tono de enfado, y aunque el más alto solía darle una mirada triste al escucharle hablar así, en esa ocasión lo había estado esperando así que solo le sonrió de una manera encantadora.

—Pero, Syo-chan, te envié un mensaje hace unos quince minutos, avisándote que estaba por la zona y pasaría a verte. —Replico algo risueño, pues el hecho de que el otro no se diera cuenta o no se acordara, fuera el caso, le parecía bastante gracioso e irregular, pues Syo no olvidaba las cosas que le parecían interesantes.

—Ustedes dos, lo mejor sería que vayan a hablar al parque que tenemos frente. —Aunque Ren no sonaba molesto, o como si tratará de burlarse un poco de ellos, ambos entendieron que, ciertamente lo mejor sería que hablaran en privado.

—En ese caso, volveré en media hora. —Aviso el más pequeño con un gesto de muñeca, restando importancia a su salida, Natsuki por otro lado, hizo una pequeña reverencia para despedirse de Ren, al mismo tiempo que murmuraba una disculpa por aparecer y llevarse a Syo tan repentinamente.

—Esos dos en serio dan dolor de cabeza. —Se quejó el peli-naranja luego de suspirar, aunque luego de decir aquello termino riendo en silencio, pensando que, con toda probabilidad, él y Masato eran igual de molestos para sus amigos cuando estaban juntos—. Aunque, Masato es más reservado que Natsuki… Bueno, quien no lo es, es la verdadera pregunta. —Termino riendo al pensar en ello.

 

Diez de septiembre.
Once de la mañana.

 

Aine estaba dándole una última revisada a las notas que tenía sobre la mesa, mientras escuchaba la conversación de Ai y Masato, quienes estaban hablando de algunas maneras en que podían mejorar su saludad general. Había sido una coincidencia que los hermanos se encontrarán esa mañana en la cafetería del hospital, pues en los últimos dos meses, solo se habían visto dos veces en el departamento que compartían con Reiji, claro que, Aine estaba seguro de que en algún momento se habría tenido que cruzar con su hermano en las instalaciones, solo que no lo había notado por estar ocupado, y en cualquier caso, no importaba demasiado en ese momento.

—Por lo que he escuchado, y me disculpo por escuchar una conversación en que no tengo lugar, tu salud ha mejorado progresivamente, Hijirikawa. —Comento dejando sus hojas de lado, para luego notar que Ai le había conseguido un café negro, probablemente sin azúcar, así como él lo tomaba cada mañana.

—No se preocupe por ello, Kisaragi-san- —Replico el peli-azul con el ademán de encorvar sus labios hacia arriba un poco—. Ciertamente, me he sentido bastante mejor en poco tiempo.

—Bueno, tu enfermedad no estaba avanzada, y tratándose de ti, seguro que has seguido el régimen de cuidados que te dieron al pie de la letra. —Argumento el menor de los hermanos sin una expresión en especial, Aine se preguntaba, si Ai alguna vez sonreía aunque fuera con una expresión torcida.

—Bueno, realmente quiero aliviarme de esto, sin mencionar que… Tengo dos personas presionándome para que tome mi medicina a la hora justa, y coma adecuadamente. —Explico llevándose una mano al cuello, decir que estaba haciendo las cosas al pie de la letra era una cosa, pero, confesar que Ryuya y Ren lo estaban cuidando a tal extremo, lo hacía sentir de alguna forma, como un niño pequeño que necesitaba estar bajo la mirada de sus padres.

—Eso es natural, si Ai estuviera enfermo de algo, yo lo cuidaría las veinticuatro horas del día. —Comento Aine dando una pequeña sonrisa, una del tipo que no das cuenta que haces hasta que alguien más lo menciona. Ai, por su parte, tuvo que girar el rostro al escuchar aquello, se sentía bastante feliz de ese comentario por parte de su hermano, lo suficiente como para sentirse avergonzado. Sin embargo, luego de pensarlo un poco llego a deprimirse.

—Como cualquier buen hermano mayor, aunque sigue siendo algo admirable, Kisaragi-san. —El hecho de que Masato dijera aquello, hizo a los hermanos darle una mirada entre la sorpresa y la preocupación, esto último sobre todo en Ai, quien recordaba perfectamente los inicios de año para la familia Hijirikawa.

—Hermanos eh… —Murmuro Aine tan bajo que ninguno de los otros dos pudo escuchar más allá de “Hermanos”, por supuesto que, tampoco importaba demasiado—. Por cierto, escuche de Reiji que la florería de Ren cambia de ubicación. —Cambio el tema antes de probar el café frente a él, el cual efectivamente no tenía ni una pizca de azúcar o un suplente de esta—. Gracias, Ai.

—Sí, Kurosaki-san tuvo una conversación con el dueño del local, o algo así entendí de la pobre explicación de Kurusu. —Respondió el oji-azul encogiéndose de hombros—. Y ya que menciono esto, Ren hará una especie de celebración, ¿Les gustaría ir?

—¿Celebración?, ¿Por cambiar de ubicación? —Ai ni siquiera pensó en si era correcto preguntar por ello o no, las palabras simplemente salieron de su boca antes de que pudiera pararlas. Para su suerte, Masato había pensado de la misma forma cuando escucho de Ren la idea de la celebración.

—Ren aseguro que ese es solo uno de los motivos por el cual quiere celebrar. —Explico dejando notar que él mismo estaba inseguro sobre la idea de hacer una celebración. Masato nunca se había sentido especialmente cómodo en las celebraciones, fuera cual fuera la ocasión, no le entusiasmaba la idea de hacer una fiesta, aunque, viendo lo emocionado y alegre que estaba Ren, por las razones que fueran, no podía decir nada sobre ello pues quería seguir viendo esa expresión en el rostro de su amante—. Sin mencionar que, es más bien una especie de reunión. —Termino con una expresión suave, causando que los dos acompañantes compartieran una mirada antes de darle una pequeña sonrisa, haciendo notar aun más el parecido entre ambos.

—En ese caso, creo que salir por un par de horas nos vendría bien a ambos. —Expreso el mayor de los hermanos con una expresión bastante fácil de leer, haciéndole saber a Masato que aquello era una excusa perfecta para relajarse un poco de sus obligaciones en la clínica.

 

Dos de la tarde.

 

Natsuki estaba concentrado en sus ideas, aquello era algo bastante habitual en él, quien era considerado un genio de la composición, por supuesto que, seguía siendo algo molesto para Syo, el cual estaba tomando un pequeño descanso de la florería y quería pasar un buen momento con su novio, cosa que en el momento no era posible debido a la concentración del más alto en sus partituras.

Pero, aun con todo eso, Syo no se veía capaz de interrumpir su momento de inspiración, aunque le parecía molesto estar juntos y no hablar durante tanto tiempo, el rostro serio de Natsuki era algo bastante inusual de ver, algo tan hermoso que tenía que apreciarlo adecuadamente cada vez que se le presentaba la ocasión. Sin notarlo, el rubio puso una expresión suave y tierna en su rostro, con toda seguridad, se trataba de la expresión que solo Natsuki tenía permitido ver en él. No lo admitiría ante nadie, pero, en verdad le encantaba estar con él, aun si era bastante contrario de personalidad, aun si llegaba ser molesto en algunas ocasiones, Syo no cambiaría nada de Natsuki.

—“Dedicado a este amor, tu sonrisa honesta, quiero abrazarla con fuerza…” —Syo fue demasiado consciente de la voz de Natsuki al tararear aquellas palabras, él que no tenía demasiados conocimientos sobre música –al menos no como para rivalizar con Natsuki–, entendió que debía tratarse de una balada por el ritmo lento de su canto, por otra parte, también estaban las palabras que uso, dulces e hipnotizantes, algo perfecto para una canción de amor como una balada. 

—Natsuki, tu… —Syo estaba ligeramente feliz de que no estaban haciendo contacto visual, pues aun cuando aquellas palabras no habían sido para él –o esa era la impresión que tenía–, se había atrevido a ruborizarse tan pronto como las escucho.

—Syo-chan, ¡Lo he visto! —En el momento en sus ojos hicieron contacto, Syo sintió un ligero escalofrió, no obstante, este fue “neutralizado” bastante rápido, pues cada vez que Natsuki decía esas palabras, quería decir que: “las estrellas le habían dicho que escribir”—. Esta vez, ha sido una estrella bastante brillante la que me hablo. —Lo había supuesto. Syo estaba más que acostumbrado a escuchar sobre ello. Para Natsuki, componer y escribir letras era tan sencillo como para Syo lo era el arreglarse, simplemente era algo que les parecía natural, aunque, el más alto siempre decía que observar las estrellas lo ayudaba a escribir mejores letras.

—¿En serio?, ¿Qué estrella fue esta vez? —Por lo general el menor simplemente lo escuchaba hablar sobre ello con una expresión indiferente, de vez en cuando mostrando verdadero interés en lo que el otro tenía que decir, como lo era en ese momento. Tampoco diría esto, pero, esa letra que Natsuki tarareo… esperaba que fuera para él.

—¡Sirius! —Exclamo juntando las manos frente a su pecho, justo al mismo tiempo que ponía una gran sonrisa en los labios. Syo, que no tenía un amplio conocimiento sobre los astros como lo tenía su novio, sabía exactamente de qué cuerpo celeste se trataba, pues ya lo había escuchado hablar de esa misma estrella con anterioridad.

—La estrella más brillante del firmamento, ¿eh? —Replico el menor apoyando un brazo en la mesa frente a él, y su rostro en su mano—. Entonces, será una canción maravillosa. —Syo se sentía orgullo de Natsuki, quien estaba trabajando para lograr las cosas que se proponía… aun si en algunas ocasiones se trataba de algo más bien tonto.

—¿Eso crees, Syo-chan? —A pesar de que muchos reconocían su gran talento, Natsuki seguía siendo una persona humilde, que buscaba el consejo de los más, y aquello era otra cosa que hacía al menor quererlo más y más cada día.

—¡Por supuesto que sí!, Natsuki, todas tus canciones son maravillosas. —Replico con una expresión bastante típica de él, entre la molestia –por tener que repetir algo que ya ha dicho muchas veces– y la irritación, porque él no creía por sí mismo que su canción fuera hermosa.

Natsuki en tan solo un instante arremetió contra la mesa, abrazando a Syo por encima de esta, muy al pesar del muchacho, quien al darse cuenta de lo que ocurría se puso colorado, aunque no de la vergüenza, sino del enojo.

—¡Natsuki!... —Llamo su atención con su voz bastante alta—. Estamos en público… —Recordó en un murmuro contra el cuello del otro, quien seguía apretándolo en sus brazos. 

—No me importa, Syo-chan. —Por supuesto que no le importaba, aunque no en el sentido de que estaba bien que los vieran de ese modo, sino que, Natsuki no tenía problema alguno con abrazar a alguien en la calle, después de todo, había vivido en Francia durante una época… La ciudad sin pudor.

—Te recuerdo que tengo que volver a la florería, y que esta noche es la fiesta de Ren. —Le dijo al rindiéndose al hecho de que el contrario no lo soltaría tan fácilmente.

 

Cuatro de la tarde.

 

Tokiya estaba mirando a una mesa en específico, no solo porque el pelirrojo estuviera ahí riéndose de lo que un chico moreno estaba diciendo, sino que, al ver quienes estaban reunidos en esa mesa, era capaz de que sería una noche larga para él, y ruidosa para todos los clientes de su bar.

—Te ves como si estuvieras esperando un apocalipsis zombie o algo por el estilo. —Tokiya nunca entendería el sentido del humor de Ren, o quizás solo no quería hacerlo, como fuera, en ese momento no estaba de humor para las bromas cripticas del peli-naranja—. Oye, prometo que no haremos nada estúpido, solo queremos tomar unos cuantos tragos. —Le dijo al notar que el peli-azul no le daba una respuesta rápida e inteligente, como solía hacerlo.

—No importa si celebran o hacen negocios, solo no incomoden al resto de los clientes. —Aclaro mientras limpiaba unos vasos. Como cualquier otra noche, llevaba su uniforme de barman y se mantenía en la barra para atender a las personas que se aparecían ahí, mientras que quienes se acomodaban en las mesas, eran atendidos por sus dos empleados, Shion Amakusa y Van Kyryuin.

—Ichi, deberías ser capaz de relajarte cada cierto tiempo, de otro modo envejecerás muy pronto. —Le advirtió con un tono burlón, aunque, por la manera en que lo dijo, el otro entendió que estaba demostrando que estaba preocupado por él.

—Ren, creo que tienes mejores cosas por las cuales preocuparte. —Le dijo haciendo un gesto con el rostro, para que le diera una mirada a la mesa en que estaban sus amigos, y al hacerlo, noto que Cecil se estaba metiendo con Masato.

—Bien, te aconsejo que descanses un poco. —Reitero mirándolo por encima de su hombro—. También, deberías unirte a nosotros unos minutos.

Regresando con el resto de sus amigos, Ren se sentó junto a Masato, asegurándose de hacerle notar al moreno que no permitiría ni una sola mirada sobre su pareja. Cecil, tan observador como podría ser, empezó a reírse al notar el propósito de Ren para pegarse tanto al peli-azul.

—Por cierto, Cecil, ¿No crees que fuiste grosero con Camus? —Le pregunto Otoya llamando su atención, el oji-verde le devolvió la mirada con una pizca de extrañeza en su mirar—. El otro día, el hombre rubio en el almacén de flores… —Tuvo que recordarle mostrándose resignado a la mala memoria de Cecil para ese tipo de cosas.

—Otoya, eso fue hace un mes… Casi. —Replico quitándole toda la importancia que podría haberle dado, si hubiera querido hacerlo.

—¡Tú te apareces una vez cada dos meses! —Replico el pelirrojo elevando un poco su voz, de manera que sonó un poco más aguda de lo normal.

—Ustedes dos, no podemos estar gritando como si nada. —Los regaño Masato dándoles una mirada fría, provocando que los labios de los otros dos temblaran un poco antes de disculparse en un murmuro—. Por otro lado, Aijima, no puedes ir por la vida siendo grosero con alguien y luego desocuparte de tu responsabilidad solo porque paso tiempo atrás.

—… ¿Por qué se siente, como si una madre hubiera regañado a sus dos hijos? —Murmuro Ranmaru antes de darle un sorbo a su cerveza, ya que éste tenía a Reiji y Ai a sus lados, este par no pudo evitar reír un poco ante dicho comentario.

—Probablemente, porque él es como una madre. —Dijo Reiji con una expresión risueña.

—Él no es el único, ¿Verdad, Reiji? —Agrego Aine conteniendo una burla en sus labios, aunque por supuesto que el castaño le dio una mala mirada ante su comentario, así como Ranmaru arrugo sus cejas al escuchar eso.

—Ustedes tres, no empiecen una escena que no podrán parar. —Dicto Ai mirando a los tres a quienes se dirigió de la misma forma que lo haría un padre ligeramente molesto con sus hijos. Aun cuando los tres eran mayores que él, decidieron que lo mejor era escucharle sin rechistar.

Por otro lado, Otoya y Cecil seguían conversando entre ellos, mientras que Ren y Syo mantenían una conversación con comentarios casuales por parte de Masato y Natsuki, siendo esos cuatro los que mejor mantenían un tema mientras hablaban, pues los últimos cuatro se detenían a simplemente a mirar a su alrededor cada cierto tiempo.

—Lo siento, tengo que hacer una llamada importa, si me disculpan por favor. —Aviso el muchacho de lentes al disculparse mientras se levantaba del asiento. Los tres con los que conversaba le dieron un leve asentimiento, demostrándole que estaba bien retirarse para hacer su llamada.

—Como decía, deberíamos tener cuidado la semana que viene, se aproxima una tormenta de gran escala y no sabemos cómo puede afectarnos. —Termino Masato manteniéndose serio, lo que hacía muy difícil decirle que quizás estaba siendo demasiado precavido.

—Bueno, es cierto que las tormentas siempre dañan las flores que están fuera del almacén, y ahora mismo tenemos un pedido con Camus… —Agrego Ren empezando a preocuparse por ello, lo normal para él sería preocuparse en su momento por esas cosas, sin embargo, ya que Masato lo había hecho pensar por adelantado, no podía evitar imaginarse los daños que esa tormenta que estaba próxima causaría a su negocio.

—Ustedes dos, no saldrá nada bueno de que se preocupen tanto de antemano. —Advirtió el rubio con una de sus cejas ligeramente fruncida—. Que tomen precauciones está bien, pero, tampoco se coman la cabeza intentando evitar daños que no se pueden evitar. —Termino cruzando los brazos, al mismo tiempo que ponía una expresión interesante en su rostro.

Otoya, que estaba a un lado de Syo, se dio cuenta de esto, así como Ren, con quien compartió una mirada cómplice antes de regresar a su conversación con Cecil.

El resto de la noche paso de una manera tranquila y relajada, incluso Tokiya se unió al grupo durante una media hora, diciendo que esa noche tenían tan pocos clientes que el tomarse un momento para descansar no era problema alguno. El grupo de once paso una noche bastante divertida, recordando anécdotas curiosas de cada uno, o simplemente haciendo comentarios y bromas entre ellos, pues era difícil mantener una sola conversación entre tantas personas. Sin embargo, hubo que Otoya y Ren notaron en un par de sus amigos, llegando a preocuparse por lo que podría ocurrir en los próximos días.

 

{…}

 

Trece de septiembre.
Ocho de la noche.

 

Syo estaba llegando a su límite. Entendía que Natsuki estuviera ocupado haciendo… Lo que estuviera haciendo, pero, estaba en el teléfono con quien sabe quién casi todo el día, dándole su atención a esa persona y no a él.  Si bien, tampoco requería que el oji-verde tuviera sus ojos encima suyo todo el día, no le gustaba la idea de que alguien más recibiera la atención que debía ser para él.

—Todo el día con esa persona… —Murmuro sumamente enfadado mientras “leía” un manga. En los últimos días había ocupado su tiempo libre en mangas y libros, sobre todo los primeros, especialmente porque necesitaba algo que lo distrajera de las flores—. ¿Con quién diablos está hablando? —Le pregunto al aire dejando su revista de lado, pues se dio cuenta de que se estaba saltando diálogos repetidamente por tener su cabeza en otras cosas.

El rubio se levantó del sofá en que había estado recostado mientras leía el manga, dejo el libro en la mesa frente al mueble y se movió hacia la cocina, en busca de algo que lo distrajera un poco, y con ese algo, se refería a comer algo ya que empezaba a sentir algo de hambre. No obstante, a tan solo unos pasos de la cocina, se encontró con la espalda de Natsuki, quien seguía al teléfono.

—Ya veo… No, no es problema alguno, pero… Me gustaría que fuera más pronto que tarde. —Lo escucho murmurar. Syo se preguntó de qué podría estar hablando con esa persona, fuera quien fuera, al parecer tenía algún tipo de negocio con Natsuki, algo que parecía ser bastante importante para el rubio—. Y por favor, no le digas a Syo-chan.

¡! Syo se movía tan silenciosamente como le era posible, “necesitaba escapar” de ahí antes de que Natsuki se diera cuenta de que había escuchado su conversación, a medias. ¿Qué había sido todo eso?, ¿Qué era lo que no podía saber?, ¿Y con quién diablos estaba hablando Natsuki?.. Syo no estaba seguro de cómo debía sentirse con eso, el hecho de que Natsuki le estuviera ocultando algo le oprimía el corazón y poco, y al mismo tiempo hacia que su mente se nublara de un ligero color carmesí, debido a la rabia que sentía de saber que su novio de varios años estuviera ocultándole algo, quizás lo peor era que había descubierto que, fuera lo que fuera que tuviera que ver con aquella persona, no era algo que él podía saber, siendo él quien había estado por años con el alto, quien lo había apoyado durante tanto tiempo y consolado siempre que era necesario.

—¿Quién se cree que es? —Dijo al aire en un intento se soltar la rabia que sentía en el momento, Syo no pretendía hacer una escena de celos por tan poco… Aunque, ¿En verdad era “poco”? El rubio siguió cuestionando las cosas en su mente, sin darse cuenta de los pasos que se aproximaban a él, hasta que fue demasiado tarde.

Para cuando se dio cuenta, tenía un par de brazos flexionados a los lados de su rostro, y unos ojos verdes atosigándolo en silencio.

—Sa–satsuki… —Tartamudear era algo de lo que más odiaba en la vida, pero, siempre que se encontraba con los ojos de Satsuki, era imposible para él no hacerlo. Quizás se debiera al miedo infundado que surgía en él cada vez que éste le hablaba, o a la sensación de peligro que emanaba el contrario en todo momento, incluso podría ser que se debería a ambas cosas.

sí que tienes agallas para escuchar una conversación ajena. —Comento de una manera en que parecía que estaba escupiendo sus palabras, aunque, la mayor parte del tiempo en que Satsuki le hablaba a él, o a cualquier otra persona para hablar con sinceridad, tenía ese tipo de tono vocal en sus palabras—. ¿No es tiempo de que te disculpes? —Al igual que siempre, Satsuki estaba provocándolo con sus palabras, mas, a diferencia de otros momentos ahora no estaba tratando de molestarlo solamente, sino que, en verdad estaba presionándolo con aquello.

—No es mi culpa si se pone a hablar de no sé qué cosas en nuestra cosa, soy libre de caminar por donde quiera. —Replico desviando sus ojos azules hacia un lado, tratar con Satsuki siempre era complicado, y en general le era mejor cuando “no se atrevía” a mirarlo a los ojos al discutir con él, de forma que demostrará “el miedo que le tenía”.

—¡No estés jodiendo*! —Satsuki coloco una mano en el mentón de Syo, obligándolo a mantener sus ojos conectados. Por supuesto que, debido a aquella reacción por su parte, el pequeño se sintió bastante intimidado, cosa que sus ojos demostraban sin ni un poco de disimulo—. ¡¿Acaso no sabes cuánto le duele a Natsuki que seas así?!, ¿Crees que él está bien con esto? —Syo sabía que las cosas estaban lejos de ser de esa manera. Conocía mejor que nadie a Natsuki y Satsuki, había convivido con ellos durante tanto tiempo, que podía decir con exactitud lo que cada uno pensaba con tan solo cruzar una mirada.

—No sé qué es lo que está pasando por su mente ahora mismo, está siendo distante. —Comprendía que al no estar respondiendo la pregunta de Satsuki, se ganaría una especie de reprimenda por parte de este, sin embargo, Syo lo prefería así. También era cierto que no estaba al tanto de los pensamientos actuales de su pareja, lo que le provocaba un malestar en su corazón, y la única persona con la que podía hablar de ello… No querría escuchar nada.

—Dime, ¿Qué estoy pensando yo en este momento? —Syo cometió el error de mirarle a los ojos, aquellos ojos que parecían poder ver a través de él. En ese instante, vio unos ojos que rara vez veía –en Satsuki–, éste tenía en su rostro el mismo tipo de mirada que ponía Natsuki cuando hablaban de su futuro, de aquel futuro que siempre esperarían y que nunca tendrían.

 —Nunca sé que es lo que estás pensando… —Estaba mintiendo, estaba claro para el más alto que estaba diciendo una vil mentira, sin embargo, prefirió no decir nada al respecto, pues tenía una vista demasiado perfecta del otro.

—Pienso que eres un idiota… Pero, eres uno que me gusta. —Murmuro en su oído, de una manera en que hacía parecer su voz aterciopelada, dándole una sensación similar a los escalofríos a Syo. Éste último sintió como los vellos de su cuerpo se erizaban, como si de alguna manera se sintiera en peligro, aunque claro, estando con quien estaba aquello bien podría suceder por cualquier cosa.

En el momento en que Satsuki atrapo los labios del contrario en los suyos, Syo supo que no podría haber nada para detener las cosas. Por supuesto que no era la primera vez que se veía atrapado en esa situación con Satsuki, a lo largo de su relación con Natsuki, había quedado atrapado con Satsuki en varias ocasiones, lo que termino haciendo que se convirtieran, primero en aliados, luego en amigos, para finalizar siendo amantes. Era completamente extraño e inusual, estar enamorado de dos personas completamente diferentes, y que al mismo tiempo eran la misma, aquello no tenía el menor sentido, pero, las cosas eran de esa forma y no había que pudieran hacer para evitarlo.

Mas, aquello era doloroso para los dos, incluso para Natsuki, quien a pesar de no ser completamente consciente de Satsuki, podía decir que había ciertas diferencias en Syo lo días en que no podía recordar exactamente qué fue lo hizo, como si tuviera lagunas mentales cada cierto tiempo.

Syo siguió los movimientos del otro sin pensar en nada, su mente se había quedado en blanco al contrario que en otras ocasiones, donde pensaba que estaba haciendo algo mal, que terminaría lastimando a Natsuki una vez más, ahora, simplemente estaba pensando en lo bien que se sentían las manos de Satsuki sobre su piel. El contrario, a pesar de que estaba movimiento sus mano por el torso de Syo, tenía su mente en si lo que estaba haciendo y sintiendo era correcto, pues lo que menos quería era lastimar los sentimientos de Natsuki, con quien compartía corazón.

—Sat… Detente. —Le pidió en medio de unas exhalaciones, las que le señalaban al contrario que, aunque decía una cosa en verdad quería lo contrario. Desde luego, él no perdió el tiempo contestándole con un comentario ingenioso, solo se limitó a pasar sus labios al cuello y la clavícula del menor, dejando besos y lamidas por su camino. Syo no podía hacer nada más que retorcerse bajo el cuerpo de Satsuki, la manera en que él lo tocaba era completamente distinta a como lo hacía Natsuki, desde luego, debía deberse a que eran completamente diferentes, aun así, al pequeño le gustaba estar con cualquiera de los dos, pues era como experimentar a dos amantes distintos en tan solo uno.

… ¿Qué tan cruel podía llegar a ser? El tan solo pensar en eso, pensar en la sonrisa sincera que Natsuki le daba todos los días lo hizo empujar lejos a Satsuki sin pensar en nada más. Aquel gesto lleno de sorpresa al contario, quien no pudo disimularlo en lo más mínimo.

—No puedo. —Dijo sin mirarle la cara, Syo, tomo su camisa del suelo, anteriormente quitada por el otro, se la coloco sin darse cuenta que estaba del revés y camino hacia la puerta de la habitación—. Te quiero, Satsuki, pero… A quien amo es a Natsuki, no puedo seguir haciéndole esto, aunque seas parte de él, no eres él.

 

Nueve de la noche.

 

Masato estaba acomodado entre los brazos de Ren, y ambos se habían acomodado en el sofá de la sala. Esa noche, habían decidido relajarse al ver un maratón de películas diversas, era curioso como de una película de comedia, pasaban a una de miedo en aquel especial de cine, aunque, ninguno de los dos estaba prestando demasiada atención a los filmes que se estaban emitiendo, pues ambos estaban al borde de quedarse dormidos, sin llegar a hacerlo solo por el simple hecho de ser conscientes de la cercanía del otro.

—¿No crees que estamos teniendo un clima bastante curioso? —Pregunto Ren luego de un rato de estar en silencio, solo escuchando el ruido blanco de la televisión.

—¿Curioso, dices? —Replico Masato removiéndose un poco en los brazos del otro—. Ha estado fluctuando entre un calor insoportable y un frío húmedo bastante cuestionable, yo no le llamaría a eso curioso, si no molesto. —Explico girando un poco el rostro, de manera que era capaz de visualizar el de Ren al menos por la periferia de sus ojos. Éste, dejo un delicado beso en la mejilla de Masato, antes de responder:

—Mientras me permita tener una noche contigo, no me importa si se incendian las calles. —Una vez más, Masato daba las gracias a que Ren no podía ver su rostro directamente, ¿Cómo era que, le era tan sencillo hacerlo sonrojar? Ren en definitiva tenía el don de las palabras, eso, o había sido bastante popular en la escuela, y Masato prefería pensar que se trataba solo de la primera opción, de otra manera, se sentía celoso de aquellas personas que llegaron a recibir comentarios de ese tipo de parte del peli-naranja.

—Estoy seguro de que si eso sucedería, lo primero en tu mente sería la florería. —Se quejó a modo de broma tratando de deshacerse de sus acelerados latidos del corazón, en los últimos días, había notado como cada vez que estaba compartiendo un momento como aquel con él, su corazón se aceleraba de una manera increíble, haciéndolo sentirse como si acabará de correr en un maratón.

—Con toda probabilidad, estaría asustado, pero, no estoy seguro de que puedas culparme por ello, después de todo, es de eso que vivo. —Por supuesto que sabía que dé trataba de un comentario para provocarlo un poco, y que Masato no estaba siendo serio con ello, aun así, no pudo evitar darle una respuesta un poco dura y realista.

Masato, se separó de Ren para mirarlo a los ojos, durante todo ese tiempo no lo había escuchado de decir algún comentario de ese estilo, es decir, que sonará como una réplica sin importancia para una broma, y aun así fuera algo que decía en verdad. Ren le devolvió la mirada antes de acercarse a él, colocando una mano en la mejilla de Masato, pasando suavemente la yema de su dedo pulgar por la marca de belleza de este.

—Tu comprendes que, en cualquier otro momento, lo único en mi mente eres tú, ¿Cierto? —Aquella capacidad para decir cosas vergonzosas como esa con tanta naturalidad debía tratarse de un don, ¿Verdad? Masato no era capaz de aquello, o al menos de manera planeada.

—Tú en verdad ere el tipo de persona que debe tener la última palabra, ¿No es cierto? —Tenía las mejillas rojas, sabía eso perfectamente, así como sabía que si Ren seguía tocando su lunar debajo del ojo de esa manera, las cosas terminarían por volverse incomodas para él. El peli-naranja le dio una sonrisa de lado antes de acercarse al rostro de Masato.

—Solo porque me encanta ver esa expresión en tu rostro. —Murmuro prácticamente en sus labios, luego unió estos en un beso lento, haciendo al contario recostarse en el sofá. Ren se mantenía a cierta distancia por encima de Masato, apoyándose en sus rodillas y uno de sus codos, mientras que con su mano del brazo contario, seguía acariciando el rostro de su novio, bajando esta hacia el cuello de Masato al cabo de unos segundos.

Masato se abrazó de la espalda de Ren, pasando sus manos por esta en movimientos sumamente lentos, no obstante, aquel gesto hizo que Ren tuviera que acortar la distancia que los separaba, al grado de que eran capaces de sentir el torso del contrario.

Ren separo sus labios de los de Masato, dejando un pequeño hilo de saliva entre estos, entonces compartieron una mirada antes de que el primero empezará a besarle el cuello. El peli-azul se retorció un poco ante aquel contacto tan extraño para él, desde luego, era la primera vez que alguien le lamia el cuello, y cualquier parte del cuerpo para ser honesto, sin embargo, no lo encontró asqueroso o incomodo, su mente solo podía pensar en la sensación que estaba teniendo ante aquel contacto con Ren. No obstante, en el instante en que sintió una de las manos de Ren en su torso, por debajo de su camisa, impulsivamente se alejó un poco, dándose cuenta de lo que estaba dejando suceder.

—Ren… —Su nombre fue llevado por el ruido del viento, hasta ese momento, no se habían percatado del inmenso ruido que había detrás de la ventana, no hacía falta que pensaran demasiado para darse cuenta de que una tormenta estaba azotando la ciudad.

—Las flo… —No servía de nada que se preocuparan en ese momento, Masato estaba al tanto de que si dejaba que Ren pensará demasiado en ello, terminaría haciendo una locura aun en esas condiciones climáticas. Sin mencionar que, aquella reacción no estaba para nada relacionada con lo que quería hacer.

Ren se sorprendió de que Masato tomara esa iniciativa, y aun cuando su mente quería irse a otros asuntos, le fue imposible pensar en algo diferente a la sensación de los labios suaves de Masato sobre los propios. Otra vez, Ren pasó una de sus manos por debajo de la camisa de Masato, tocando el torso trabajado del peli-azul.

—Masato… Si no dices nada, no podré detenerme. —Le indico en un murmuro en los labios, Ren en verdad no quería separarse de él, no obstante, tampoco quería hacer nada que Masato no quisiera, por eso era que estaba esperando la más mínima señal para detenerse.

Masato se separó lo suficiente de Ren para poder mirarlo a los ojos, dándole una mirada que nunca antes le había dado. Ren, sintió como la sangre se le detenía por un momento, junto al corazón. Esa mirada… ¡Atesoraría esa mirada por siempre!, de hecho, quería seguir viéndola por mucho más tiempo.

—No quiero detenerme.

El peli-naranja apretó al contario contra su pecho, poniendo una de sus manos en la espalda de Masato. Besando su cuello una vez más, empezó a levantar la camisa de Masato con lentitud, hasta quitársela. El peli-azul, sintiéndose expuesto una vez sin su camisa, cerró los ojos rápidamente. Ren, no detuvo al ver la reacción de Masato, pues él mismo le había indicado que podía seguir, por eso fue que empezó a acariciar el torso de Masato con una mano, mientras que con su boca dejaba pequeños besos en el pecho de este.

La respiración del peli-azul se entrecortaba cada vez más, ante cada gesto de Ren, Masato sentía como las partes que el otro estaba tocando ardían más y más, como si le prendieran fuego en cada zona tocada por el contrario. Tuvo esa sensación, aun más fuerte, cuando Ren pasó su mano a su vientre, sin detenerse ahí. Masato soltó una exclamación muda al sentir la mano de Ren sobre su miembro.

—Nu-nunca he… —No estaba realmente avergonzado de nunca haber experimentado algo como eso con ninguna persona, no obstante, de alguna forma se sentía apenado de confesarle a Ren que no tenía la menor idea de que hacer en ningún momento.

—Yo tampoco. —Revelo el peli-naranja sin ningún tono de voz en especial, como si aquello fuera una sola confesión más. La cara de Masato revelo algo de sorpresa, aun en contra de su deseo—. No te veas tan sorprendido, nunca quise hacer esta clase de cosas con alguien a quien no amará con todo mi corazón. —El peli-azul puso sus manos en las mejillas de Ren, acercando sus rostros de manera que sus respiraciones de combinaban.

—Eres todo un caso, ¿No es cierto? —Ren se sintió ligeramente confundido ante aquellas palabras—. Estoy seguro de que, esperaba por ti, y tú esperabas por mí.  —El mirar de ambos se relajó de una manera tan natural, que los dos podrían jurar que el tiempo se detuvo el tiempo suficiente para poner sus pensamientos en orden.

—Me alegre que llegarás cuando más te necesitaba, Masato.

El ruido del televisor que inundaba la habitación, el ruido de la feroz lluvia que azotaba las calles, e incluso los truenos que sonaban en la lejanía, no era nada para Ren comparados con los gemidos de Masato ante su toque. Antes de continuar, Ren le había asegurado que lo haría sentir bien, y cumpliría con esa promesa.

En algún momento, sin que el peli-azul fuera realmente consciente de ello, el primero se libró de cada prenda de ropa que los cubría ambos. Masato, estaba sumido en la situación, pues esta se apodero de él por completo, llevándolo a seguir las acciones de Ren sin pensar demasiado en nada. Por ello, cuando el otro se posiciono de una manera en que, sus caderas quedaban niveladas, de tal forma que sus miembros erectos quedaban juntos, rozándose. En el instante en que Ren comenzó a frotarlos con una de sus manos, el peli-azul se retorció hacia atrás, llenándose de aquella sensación tan extraña y a la vez placentera.

—Ren… Esto. —No era ni capaz de decir sus ideas de una forma clara, la situación en verdad lo estaba sobrellevando.

—Masato, ¿Nunca te habías liberado? —Le pregunto al oído luego de notar como el mencionado se corría con tan poco. Desde luego, Masato se guardó el derecho de contestar aquella pregunta tan vergonzosa—. En ese caso, haré que saques todo.

Ren se río un poco ante la expresión que puso Masato ante aquella afirmación, después, paso de tener sus labios en el lóbulo del contario, a estar justo al frente de sus caderas, callando la pregunta que el otro estaba por hacer en cuanto atrapo su miembro en sus labios. El peli-azul se retorcía ante la sensación de los labios y la lengua de Ren en tal parte de su cuerpo, aquello era completamente como cuando estaba besando su cuello, pues lo primero era completamente erótico, esto estaba en un nivel completamente diferente.

Al mismo tiempo, que Ren trabaja con su boca el miembro de Masato, empezó a estimular sus testículos con su mano, haciendo que el otro no pudiera contener más las exclamaciones de había estado tratando de contener todo ese tiempo. Pero, aquello solo consiguió hacer que Ren se impacientara un poco, pues se moría por hacer más cosas con Masato, para ver que otro tipo de reacciones tendría éste. Por ello, dejo lo que estaba haciendo para besar la entrepierna del peli-azul, y usar su mano para jugar en otra parte.

Justo cuando Masato sintió como los dedos de Ren se paseaban por su cavidad, le dio una mirada de pánico al peli-naranja. Claro que, no quería pedirle que se detuviera, aun si aquello le provocaba un miedo por desconocer lo que tenía que hacer, quería ser completamente de Ren. Por otro lado, Ren se sintió mal de que aquella mirada asustada le hiciera sentir aun más deseo de seguir con ello, no se detuvo desde luego, pues no había fuerza alguna en ese momento que pudiera hacer que se detuviera, quería que Masato le perteneciera por completo, no podía esperar más tiempo por ello.

—Esto te dolerá un poco, Masato. —Confeso con algo de arrepentimiento en su voz, no quería verlo sufrir, sin importa la razón por la cual sintiera dolor. Mas, aquello era parte de eso, y comprendía que sería peor para Masato el que no lo hiciera. El oji-azul, también comprendió aquello con aquella mirada que Ren le dio, por ello fue que, como un buen niño, escucho lo que el otro le dijo con atención—. En ese caso, relájate tanto como puedas, así sentirás un poco menos.

Masato trato de relajarse tanto como fuera posible, pero, en cuanto sintió como el dedo medio de Ren se introducía en su cavidad, dejo escapar un pequeño grito, inmediatamente se mordió un dedo, intentando contener cualquier otro grito que quisiera escaparse de sus labios.

Aquello era tan extraño que ni siquiera podía pensar en algo para describir la sensación que estaba teniendo. En un principio, era increíblemente incomodo, como ninguna otra cosa que hubiera experimentado anteriormente, después paso a sentirse bien de manera ligera, no obstante, seguía sintiéndose más que extraño ante eso, sobre todo cuando Ren introdujo un segundo dedo en él, diciéndole que, tenía que dilatarlo apropiadamente o sino, terminaría lastimándolo. Mientras Ren seguía asegurándose de no lastimar a Masato, besaba su entrepierna cada tantos segundos, por otro lado, Masato estaba seguro de que llegaría su límite antes de llegar más lejos.

—Ren, ya… no aguanto más. —Confesó con la voz entrecortada al igual que su respiración, así mismo, tenía en sus ojos ese mirar que logro descontrolar a Ren con anterioridad. Al ver aquello, el peli-naranja no pudo contenerse ni un poco más.

—Levanta las caderas. —Le indico acomodándose para lo que seguía, Masato hizo lo que Ren le pidió, mentalizándose para lo que venía ahora, pues estaba seguro de que seguiría siendo algo doloroso en un principio.

Y por supuesto, no se había equivocado. Masato estuvo por derramar unas cuentas lágrimas al sentir lo que era tener el miembro de Ren dentro de sí, solo que no se permitió hacerlo en un principio, pues no quería que Ren se preocupara por él. El peli-naranja, noto los ojos cristalizados de Masato, comprendiendo la idea del contrario, entonces se encorvo tanto como su cuerpo se lo permitió, y empezó a besar los pómulos de Masato con suma delicadeza.

—Lo siento, Masato, tendría que haber sido algo más romántico. —Murmuro en la mejilla de Masato, besando su lunar una vez más.

—No seas tonto, no importa la situación que sea, mientras seas tú. —Replico uniendo sus labios en un beso profundo, sorprendiendo al otro nuevamente, pues por lo general era Ren quien comenzaba ese tipo de besos y no Masato, quien solía resistirse a eso.

—Que digas esa clase de cosas, me hace bastante feliz. —Decidió admitir antes de empezar a mover sus caderas en contra de Masato, haciendo movimientos lentos y circulares para empezar, asegurándose de no lastimar demasiado a su novio.

Masato, por cada penetración soltaba pequeñas quejas, las cuales poco a poco fueron convirtiéndose en gemidos de placer. Él no comprendía del todo como algo tan incómodo como eso podría transformarse en esa sensación tan placentera, sin embargo, así había sido y ahora no quería que se detuviera. Poco después, los movimientos de Ren fueron más rectos, rápidos y duros, provocando que, la sala se llenara por los gemidos de ambos, y por una mala articulación de palabras cortas por parte de los dos.

Aquel intercambio de pocas palabras era como escuchar el éxtasis de alguien más, sabiendo que eras tú quien lo que provocaba, algo que hacía que el otro quisiera más y más, de manera que se encontraban en una especie de bucle, uno encendía más al otro, y el contrarió empezaba a dar más de sí mismo.

Tan pronto como una fina capa de sudor cubrió a cada uno, comprendieron que estaban en el punto crítico de todo aquello. A esas alturas, ninguno era capaz de hablar, lo único que salía de sus bocas eran jadeos, hasta que no pudieron más. Al llegar al clímax, ambos soltaron un grito con el nombre del contrario, justo al mismo tiempo en que un trueno retumbaba en el aire, ocultando el alarido de cada uno.

 

Diez con quince de la noche.

 

Syo había estado caminando bajo la lluvia por poco más de una hora. Su idea había sido ir a ver a Otoya, pero, cuando lo llamo para avisar que iría a pasar la noche con él, escucho una voz de fondo y prefirió no molestarlo pues no sabía con quien se encontraba y tampoco quería hacerle pasar un mal momento al pelirrojo, por ello fue que invento una excusa tonta para esa llamada, y continuo vagando por las calles aun cuando la tormenta empezó a caer.

Mientras caminaba sin importarle demasiado el estar mojado, en cualquier caso un resfriado no era nada para él, quien rara vez se enfermaba y cuando lo hacía no le duraba demasiado ese estado. Lo único que le llegaba a preocupar en ese momento, era que las calles estaban completamente solas si no tenía en cuenta que él estaba ahí, además de que, el alumbrado público estaba fallando debido a la lluvia, de manera que tenía bastante poca visibilidad mientras seguía avanzando por la calle.

Una vez más, la lluvia empezó a agravarse, haciendo que el sonido de las gotas de agua al golpear el suelo, ventanas y techos sonará demasiado, como si cada uno de esos golpes tuviera una especie de amplificador natural.

Por eso fue, que no escucho los pasos apresurados a su espalda. Syo no supo que había alguien detrás de él hasta que sintió un par de brazos sobre él, y el rostro de cierta persona en su hombro. No traía sus lentes.

Syo-chan, ¿Por qué? —Syo sintió como se le congelaba la sangre, algo que tendría que haber pasado antes, cuando la lluvia lo empapo por completo. Aquel… Ese era Natsuki, no Satsuki.

—Natsuki, no deberías estar afuera en la lluvia. —Le dijo con un tono demasiado serio, uno que solo usaba cuando estaba molesto consigo mismo, por hacer que Natsuki fuera a ese extremo por él.

—Tu tampoco. —Replico apretando su cuerpo un poco más—. ¿Por qué te fuiste así, Syo-chan? —Volvió a preguntar, esta vez con un tono de voz que le índico a Syo lo lastimado que se sentía Natsuki.

—Quería caminar, estabas haciendo una llamada así que no quise interrumpirte. —Era un mentiroso, siempre que no recordaba algo a causa de Satsuki, le decía una mentira de ese tipo, Syo se arrepentía todo el tiempo por ello, pero, tampoco podía simplemente decirle que tenía una segunda personalidad dentro de sí mismo.

—¿Syo-chan, estas molesto conmigo? —Natsuki le dio la vuelta a Syo, para mirarlo a los ojos, quería ver el rostro del pequeño cuando le contestará.

Syo mantuvo el contacto visual con esos ojos verdes, de alguna manera aun cuando era Natsuki, podía ver el tipo de mirada que daba Satsuki en ellos, por ello se sentía ligeramente intimidado por su pareja.

—No estoy molesto contigo, Natsuki. —Respondió poniendo la mejor expresión que podía, una suavizada para Natsuki, en la que intentaba decirle que todo estaba bien, aun cuando, nada estaba bien en realidad.

—Te amo, Syo-chan, y no quiero que estés molesto conmigo. —Le dijo aun sonando bastante lastimado, cosa que hizo que el otro se enojará aun más consigo mismo.

—Yo también te amo, Natsuki, lamento hacerte preocupar por mí. —Le dijo poniendo sus manos en las mejillas del otro, acercando sus rostros—. ¿Me perdonas?

—Siempre, Syo-chan. —Respondió terminando la distancia entre ellos, y con ese beso, ambos volvieron a ser conscientes de la lluvia que seguía cayendo sobre ambos—. Siempre quisiste un beso bajo la lluvia, ¿Cierto, Syo-chan? —Murmuro Natsuki al separarse un poco de él.

—¡Ese eras tú, tonto! —Replico en un pequeño grito, aunque sus mejillas sonrojadas le decían lo contrario a Natsuki.

—Tienes razón, ese era yo. 

Notas finales:

* La expresión que Satsuki utiliza también prodría traducirse como: "No bromees", o "no jueges conmigo", pero, debido a que es Satsuki y a la situación, lo traduje de ese modo. (Si, suelo pensar los dialogos que dirán en japones, y luego los traduzco a lo más similar en español). 

Bueno, he aquí el capítulo de este mes, me ha csotado, pero, lo he hecho en tiempo,  y ahora... Me temo que no nos veremos hasta Octubre. Bueno, yo espero que les guste. 


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