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El aroma de las flores por FershuWestfall

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19 de Octubre.
Ocho de la mañana.

 

Entre Camus y Otoya estaban limpiando la última parcela de tierra arruinada por la tormenta que azoto en septiembre. Pocas parcelas del terreno de Camus habían sido afectadas por dicha tormenta, pero, las que lo fueron eran precisamente las de las flores de temporada, aquellas que todos querían regalar y recibir en los meses de otoño, de manera que aquello suponía un problema demasiado gordo para Ren y Camus.

—Camus-san, ¿Cree que se pueda hacer algo por la temporada? —Le pregunto el pelirrojo después de un largo momento de estar en silencio. A Otoya le asustaba un poco el rubio y detestaba la idea de quedarse a solas con él, no obstante, estaba haciendo aquello por trabajo y por ayudar a sus amigos.

—Siempre pueden promocionarse las otras flores, el éxito de las ventas dependerá de la manera en que trabajan en ello. —Respondió sin hacer notar su típico tono de molestia, lo que era una buena señal para el otro, quien probablemente estaba haciendo un bien trabajo en el momento, razón por la cual el rubio no le hablo mal.

—Me pregunto en que estará pensando, Ren, teniendo la noche de brujas a la vuelta de la esquina. —Camus por otro lado, solo quería terminar de arreglar su precioso campo, y ser capaz de mirar los arbustos de flores coloridas que sembraba y cuidado con empeño. Su madre, le había instruido en el arte de la jardinería, y aunque nunca fue su plan dedicarse a ello o a algo relacionado, lo encontraba sumamente relajante y como una buena manera de olvidarse de su trabajo principal por un buen momento. Lo que hacía que todo fuera perfecto, pues no solo conseguía relajarse mientras trabajaba en las flores, sino que también conseguía algo de dinero extra de ello.

—Lo que esté pensando no importa ahora mismo, tenemos trabajo que hacer. —El pelirrojo suspiro procurando no hacer mucho ruido. Levantarse a las cinco de la mañana para llegar a la finca del rubio a exactamente las siete y quince no había sido sencillo, aunque al menos Tokiya había mantenido su promesa de llamarle a las seis, para asegurarse de que estaba despierto y en camino.

—Quizás es tonto que lo pregunte cuando no nos falta tanto, pero, ¿No habría sido mejor contar con más ayuda? —Otoya había querido hacer esa pregunta –ligeramente distinta– desde el primer día, pues dos personas para cinco parcelas de quinientos metros cuadrados cada una parecía una locura.

—Es tonto que lo preguntes ahora, por ello es que me niego a responder. —Replico—. Si tanta energía tienes para hablar, será mejor que la uses para algo útil. —Aquel tono despectivo del rubio logro sacarle una exhalación de resignación.

Después de aquel pequeño intercambio de palabras, ninguno de los dos dijo nada más hasta el momento de despedirse.  

 

Cinco de la tarde.

 

—Y eso fue lo que paso. —Concluyo el pelirrojo con un rostro de agotamiento mental completo. Tokiya y Ranmaru que estaban acompañándolo, compartieron una mirada antes de seguir a sus propios asuntos—. ¡No me ignoren de esta forma! —Se quejó elevando un poco el tono de su voz.

—Te dije que inventarás una excusa para no ir, ese hombre es todo un problema. —Replico el albino de darle un trago a su whisky. A Tokiya siempre le había parecido bastante curioso como Ranmaru podía beber bebidas fuertes por la tarde como si nada, cuando una persona –por lo general– solía esperar a que fuera de noche para tomar ese tipo de tragos. 

—Pero, no es solo ayudarlo a él, también era por Ren. —Argumento el pelirrojo sonando dudoso de lo que él mismo estaba diciendo, no obstante, los otros dos supieron perfectamente que era lo que quería decir.

—Otoya, deberías alegrarte de que hoy acabaron, ya no tienes por qué volver a ir a la finca de Camus-san. —Comento Tokiya dándole una pequeña sonrisa al mencionado, mientras terminaba de limpiar los vasos—. Por otro lado, Kurosaki-san, ¿Ya se decidió sobre “aquello”? —Ranmaru le dio una mirada un tanto irritada al escuchar esa pregunta, en cuanto al pelirrojo, con aquel gesto supo que no era algo que él debiera saber.

—Solo tengo que arreglar unos papeles mañana, entonces será oficial. —Respondió aun cuando era bastante obvio que no quería decir nada sobre ello—. Pero, ni una palabra más de esto. Escuchaste, Otoya, no sabes nada y no puedes decir nada. —El pelirrojo no tuvo siquiera la oportunidad decir que, efectivamente, no tenía ni la menor idea de que estaban hablando esos dos, y no iba a preguntar por ello, no porque no tuviera curiosidad –tenía y bastante–, sino que el albino lo intimidaba lo suficiente como para decidir no preguntar por ello.

—Por cierto, ¿Qué es lo que Ren está haciendo en esta situación? —Cuestiono Tokiya para cambiar el tema, por supuesto que la respuesta le interesaba también. Ranmaru, soltó una exhalación que parecía más una queja antes de responder la pregunta.

—Él y Camus tuvieron que hacer arreglos con otras florerías y jardineros, básicamente, estamos arruinados este mes. —Por supuesto que, los otros dos pensaron que era una respuesta bastante corta y básica, no obstante, era precisa y se ahorraba explicaciones innecesarias.

—Me siento mal por Ren, a él le encanta esta época del año, siempre tiene ideas geniales para arreglos de Halloween. —Agrego Otoya recargando ambos brazos en la barra. Tokiya apoyo las manos en la madera antes de ingresar aun más en la conversación.

—¿Arreglos de Halloween? —Tokiya levanto una ceja al preguntar por ello, sentía que hacer la pregunta no era la mejor idea de todas, pero, no pudo evitar sentir algo de curiosidad por ello, pues lo único que a él le venía a la mente con la idea de la noche de brujas, eran disfraces malos o grotescos, junto con niños cantando “dulce o truco” toda la noche.

Antes de que Otoya pudiera explicarle sobre ello a Tokiya, escucharon la puerta del bar abrirse, lo que en reacción de cadena, los hizo girar el cuello para visualizar a Masato, seguido de Ren y Reiji. Estos dos parecían totalmente derrotados, mientras que el peli-azul mostraba su rostro neutral de siempre.

—Hablando del diablo. —Dijo Ranmaru sin molestarse en murmurar para no ser oído por los recién llegados.

—¿Por qué hablas de ti mismo? —Replico Ren con una mano en su nuca, aquello lo hizo ganarse un gesto bastante grosero por parte del albino, causándole a Reiji una pequeña risa al igual que a Masato—. Bien, ya que estamos… seis de nosotros, aprovecharé para decir algo muy importante. —Masato alzo una ceja al mismo tiempo que lo hizo Tokiya, que Ren hiciera afirmaciones como esa era bastante extraño, más que nada porque en ese momento parecía que en verdad tenía algo importante que decir, y no como el resto de ocasiones en que solo decía eso para llamar la atención de los presentes.

—Solo no digas que piensas hacerte un tatuaje o algo de ese estilo. —Se quejó el albino quien lo conocía de suficiente tiempo como para saber que aquella cosa importante era algo tonto.

—Esa es la noticia de la siguiente semana, pero, gracias. —Replico Ren socarrón—.  Ahora, lo que quería decir es que tenemos que organizar 400 arreglos temáticos para el día de brujas. —Otoya sintió el peso del mundo en sus hombros, cosa que lo hizo recargar el rostro en la madera de una forma bastante sonora, provocando que todos lo miraran con algo de interés—. Tranquilo, Ikki, todos los presentes y el resto de personal trabajará para ello.

Esa afirmación logro poner la taberna de pies arriba. Masato y Tokiya no sabía nada sobre el tema y preferían no hacer cosas en las que no tenían la menor idea de que estaban haciendo. Ranmaru, por otro lado, no trabajaba en esa área de bastante tiempo atrás, por no mencionar que prefería solo hacer las entregas sin meterse en más problemas. Por último, Otoya y Reiji simplemente se mantuvieron al margen de aquello, pues de cualquier forma, ellos tendrían que trabajar en los arreglos.

—En verdad necesito la ayuda de todos. —El hecho de que aceptará algo tan obvio no era una sorpresa para nadie, pero, el que hiciera una reverencia tan recta y baja sí. Ninguno podía decir cuándo fue la última más que lo vieron así, si es que alguna vez lo vieron de esa forma de manera que el alboroto causado por sus opiniones fue silenciado con ese solo gesto por parte del peli-naranja.

—Nunca dijimos que no. —En cuanto Ren escucho la voz de Tokiya, levanto el rostro para encontrarse con varias medias sonrisas por parte de todos, y conque Masato había puesto una mano en su hombro, mostrándole una sonrisa calurosa.

 

27 de octubre.
Ocho de la mañana.

 

—No estoy en contra de que tengas una relación, eso es parte de tu vida personal y todos lo entendemos. Lo que no puedo permitirte, es el ir “aceptándolo” con tanta naturalidad. —Masato estaba seguro de que era la tercera vez que escuchaba aquello por parte de Ryuya en el mes, por no decir que era la décima vez en tres meses.

—No puedo mentir a nadie, estoy en una relación y eso no debería afectar mi desempeño en el trabajo. —Replico el peli-azul sin sonar a la defensiva u ofensiva, Masato simplemente dijo lo que pesaba sin ánimos de hacer enfadar a su representante. Este último, suspiro antes de sentarse en el sofá del camerino en que se encontraban.

—Por supuesto que no afecta tu desempeño en el trabajo, pero, si tiene repercusiones en tu base de fans, lo que es todo un problema para tu posición en los rankins. —Argumento el mayor cruzando los brazos, aun no mostraba su mirada de enfado, aunque no era que soliera hacerlo.

—Hyuga-san, no creo que ese sea el verdadero problema aquí. —Masato estaba más que seguro que el hecho de que tuviera un compañero –aunque el mundo especulaba una compañera–, no influía demasiado en como el público lo miraba, más que nada porque la verdad era que no había aceptado públicamente el que salía con alguien, simplemente ignoraba las preguntas referentes a aquel rumor, dejando una incógnita para todos.

Ryuya levanto una ceja ante ese comentario, no era la primera vez que el peli-azul le respondía con sus ideas puras, mas, en los últimos días ocurría con mayor frecuencia que nunca, por supuesto, no podía decir que aquello fuera una mala influencia de alguna persona, no obstante, aquello volvía el trabajar con Masato un tanto más “complicado”.

—Hijirikawa, estoy seguro de que entiendes que tenemos que hacer lo mejor para tu carrera —comento con una seriedad abrumadora—, así que escúchame cuando te digo esto: No desmentir los rumores no te está ayudando, y perjudica más de lo que crees. —Masato estaba de acuerdo con la primera parte de su afirmación, pero, no tenía como contrarrestar lo siguiente—. Ahora, quizás no lo sepas porque has estado viviendo fuera desde lo ocurrido con Mai, pero, tu padre me ha estado presionando para que lo dejes y regreses con tu familia, después de todo, eres el heredero de la familia. —El mayor noto como los puños del contario se tensaban al escuchar aquello, de manera que supo que no había escuchado nada de ello, lo que hasta cierto punto era natural debido a que no había tenido contacto con sus familiares en aproximadamente cuatro meses.

 Con toda probabilidad, Masato estaba metido en un pequeño aprieto. Empezando por el hecho de que había estado a punto de decir la verdad en la entrevista del día pasado, afirmando que estaba saliendo con alguien, fue una suerte para él el que tuvieran que hacer una pausa en el momento. Después de ello, estaba el tema de su popularidad. Después de aquel desmayo en medio del trabajo, algunas de sus ofertas para nuevas series y obras desaparecieron, dejándolo con menos trabajos de los esperados. Por último, su familia tradicionalista. Aun si su hermana menor no hubiera fallecido, su padre solo lo habría aceptado a él como el heredero de los Hijirikawa, y sí Masato llego a ser el popular actor de dramas que era, había sido solamente por el apoyo de su abuelo y su hermana. Siendo el primero el único que le enseño a disfrutar de las artes escénicas.

 Masato se tomó un momento para considerar lo que podía hacer en esa situación. No quería negar la existencia de Ren, tampoco quería decepcionar a su base de fans ni mucho menos a su familia. Una situación complicada para una persona como él, quien pone a otros por encima de sí mismo sin pensarlo. Después de un largo rato de silencio, en que pensó en varias posibilidades en las que todo aquello podría terminar, termino por rendirse pues ninguna era buena.

—¿Qué es lo que debo hacer? —El peli-azul sintió como si estuviera vendiéndose al diablo al decir aquello, pues no solo admitía que estaba equivocado con respecto a sus decisiones –de otra manera no habrían terminado en eso–, sino que también  admitía que aún no podía valerse por sí mismo.

 

Medio día.

 

Syo tenía los nervios de punta. Sus diseños estaban saliendo de acuerdo a las indicaciones de Ren y el cliente, sin embargo, el rubio seguía sintiendo que algo hacía falta en ellos, y lo mismo iba para los trabajos del resto. Al final, Reiji, Ranmaru, Otoya, Tokiya, Syo, Camus, Cecil y Ren acordaron hacer cada uno cincuenta arreglos, aunque, sí Masato, Natsuki, Ai y Aine tenían tiempo de darles una mano, estos tomarían unos cuantos de cada uno de los primeros, solo que aquello era una condición poco confiable, pues aquellos tenían trabajos bastante ocupados.

—Cecil, combinar amarillo con rosa no es una idea demasiado bueno. —Comento el pelirrojo al moreno, mirando con un poco de extrañes al dibujo del muchacho.

—¿Por qué no? El amarillo no opaca al rosa y viceversa. —Replico ladeando un poco el rostro en señal de que no comprendía el razonamiento de Otoya para hacerle aquella afirmación. Por otro lado, el resto del equipo –pues todos estaban en el almacén–, miraron al castaño con pesadez en los ojos.

—Idiota, no se trata de que un color no oculte a otro. —El comentario de Camus, si bien denigraba un poco a Cecil, era acertado en cuanto a la idea generalizada que daba—. Tienes que dar un mensaje con las flores, aunque en esta ocasión está más en los colores de la noche de Halloween.

—Odio admitirlo, pero, Camus tiene razón esta vez. —Si ya era sorprendente que el rubio estuviera dando un “consejo”, el hecho de que Ranmaru concordará con él, era como tener una predicción del fin del mundo en las manos—. Nuestras bases deben ser los colores negro, rojo, guinda, naranja y morado quizás, no los que te gusten.

Si bien, Reiji y Ren estaban felices de que alguien más explicará –y en forma sencilla– lo que debían hacer, el hecho de que las dos personas más hoscas en el lugar lo hicieran, y obviamente de una manera poco amable, los hacían replantarse el porque les habían pedido a esos dos ayuda con el diseño y no solo con la entrega.

—En cualquier caso, hemos hecho un buen avance esta mañana también, merecemos un descanso. —Admitió el peli-naranja frotándose un hombro con la mano del brazo contrario—. Camus, Ichi, Cechi, les agradezco el que hayan venido a darnos una mano con esto.  —Los mencionados le dieron un pequeño asentimiento a Ren antes de salir por la puerta hacia la tienda, entonces el peli-naranja se permitió suspirar con pesadez.

—Se puede arreglar lo que hicieron, Ren, solo que tomará un poco de tiempo extra. —Comento Reiji hundiendo los hombros, ninguno quería permanecer por la noche en el almacén, llenando sus orificios nasales con más polen debido a las flores, aunque, si era lo que tenía que hacerse para tener las cosas a tiempo, lo harían sin quejarse más de la cuenta.

—Aunque debemos admitir que algunos de ellos son muy buenos. —Agrego Otoya mirando los diseños de Camus, que si bien todos utilizaban las mismas combinaciones de seis colores, la esencia de cada ramo era completamente distinta al anterior—. Ese hombre puede intimidar demasiado con tan solo su mirada, pero, lo que hace logra atraer a la gente. —El resto miro a Otoya con un ligero brillo de estar de acuerdo en sus ojos, a excepción de Ranmaru, quien simplemente lo miro pensando en que algo malo debía estar ocurriendo en la mente del pelirrojo.

—Cuidado, Ikki, no vayas a decir algo como eso frente a Ichi. —Bromeo el peli-naranja aliviando la sensación en el aire, al menos para él, pues las mejillas del otro quedaron tan rojas como su cabello, provocando una risa ahogada por parte del rubio y el castaño—. Oh vamos, Ikki, no eres tan buen actor como crees.

—¡Ca-cállate, Ren! —Exclamo Otoya tensando los brazos a sus costados al tiempo que apretaba sus puños como reflejo al hecho de tensar los músculos de repente.

—Ren, no es bueno molestar a los niños enamoradizos. —Canturreo Reiji intentando ocultar una risa en su voz—. Otoyan, ¿Por qué no le dices a Toki lo que pasa por tu mente? —Le pregunto una vez que el pelirrojo desvió la mirada para continuar con su trabajo.

—Ren, Reiji-senpai, si tienen tiempo para molestar y presionar a Otoya, también lo tienen para seguir haciendo su trabajo. —Lo raro no era ser regañados por Syo por molestar a Otoya, lo peculiar era el hecho de que, de todos los que habían estado trabajando hasta ese momento, Syo era quien tenía menos arreglos preparados para el evento.

—Enano, mejor habla cuando tengas tus cincuenta arreglos listos. —Replico Ranmaru que había estado pasando desapercibido hasta ese momento. Aunque Reiji estaba a su lado –como siempre–, ni este se había dado cuenta de que en todo ese lapso de tiempo que perdieron, que tampoco había sido tanto, el albino había continuado con su parte del trabajo en vez de descansar un poco.

—Ya que lo mencionas —Ranmaru le dio una mala mirada a Ren—, ¿No tienes un mensaje que dar, Ran-chan? —Esa era precisamente la razón por la que se había mantenido callado todo ese tiempo. No quería que Ren se entrometiera en sus asuntos.

—Ni lo mencione ni creo que sea el mejor momento para decirlo. —Se quejó, aun a sabiendas de que el “daño” ya estaba hecho y que tendría que decirlo. Ahora, bajo la mirada atenta de cuatro pares de ojos, de los cuales solo le importaba uno, suspiro resignado a la idea—. Decidí… Como decirlo… Conseguí un lugar bastante mejor que mi departamento. —Ranmaru no le había dirigido la mirada a nadie al hacer aquel comentario—. Aunque, es bastante grande para mí solo, así que, ¿Reiji, quieres mudarte conmigo? Así dejarás de ser un estorbo para Ai y Aine.

Los ojos castaños de Reiji se mantuvieron sobre los plateados de Ranmaru durante unos instantes de silencio, dejando que la expresión de su rostro fuera la que hablará por él, pues sus labios parecieron contraerse hacia arriba, en lo que se veía como una sonrisa tensada para no ser mostrada.

—¡Por supuesto que sí!, ¡Todos los días serán de fiesta, Ranran! —Exclamo sin poder contener su gozo o su sonrisa, de misma forma que no pudo evitar darle un abrazo al albino, el cual sorpresivamente no empezó a alejarlo inmediatamente—. Un momento… Fiesta…

—No te atrevas… —Murmuro el albino adivinando que era lo que seguía de aquello.

—¡Hagamos una fiesta de Halloween! —Contrario a lo que Ranmaru y Ren pensaron, fue Otoya quien exclamo aquello con fervor, dejando al castaño con las palabras en la boca y una mano en alto—. Podemos hacerla en mi casa.

—Ahora que lo pienso, nunca he estado en tu casa, Ikki. —Comento Ren para hacer que la conversación fluyera de una manera distinta.

—¡Oh! Yo tampoco he ido a la casa de Otoyan. —Syo miro con cierta preocupación al pelirrojo, pues éste le había dicho anteriormente que, si bien no tenía problema con que algunos amigos fueran a su casa, no era lo suyo el organizar fiestas o pequeñas reuniones en su vivienda, de manera que aquel cambio tan repentino con aquella “norma” que tenía era algo extraño.

—Está es una buena oportunidad para cambiar eso, ¿Entonces, que dicen? —Para Syo, el que su amigo se viera tan entusiasmado por aquello era algo bueno, pues sabía que a Otoya no le gustaba demasiado la noche de brujas, no precisamente por la fiesta sino por otras razones, y aun así parecía que estaba por superar aquello.

—¡Creo que es una idea genial, yo llevaré el pastel! —Reiji fue el primero en responder. Syo suspiro antes apoyar el rostro en la mesa, sobre algunos pétalos de rosas negras que se habían caído mientras hacían los ramos.

—Bueno, haremos una fiesta de noche de brujas al parecer. —Murmuro Ren para Ranmaru al dejar juntos el almacén.

 

Nueve de la noche.

 

Es curioso como una persona acostumbraba a interpretar roles de distintas clases, a decir con suma naturalidad cosas que nunca diría en verdad, y a actuar como si acabará de perder a alguien o recibir la mejor noticia de su vida, todo aquello frente a cientos de personas, no podía pensar en cómo decir algo tan sencillo como lo que Ryuya le había pedido.

Masato se movió de la sala a la cocina, de está al segundo piso, y de ahí al cuarto de lavado, con su mente completamente en blanco. Aquello era diferente de lo que hacía por trabajo, lo comprendía a la perfección, aun así, había esperado que sus habilidades de actuación lo ayudarán un poco con eso, aunque fuera solo para dar el primer paso, actuando –más para sí mismo– como una persona valiente.

—Regrese. —Escuchar la voz de Ren no fue de ayuda, lo cierto es que le metió más nervios al instante. Masato, que en el momento se encontraba en un pequeño cuarto que Ren usaba como estudio para los diseños a lápiz que hacía, fue a recibirlo correctamente a la entrada.

—Bienvenido a casa, Ren. —La sonrisa calurosa de Ren fue suficiente para tranquilizarlo un poco. El peli-azul sintió que podía decir aquello con facilidad si se trataba de su pareja, aunque, también estaba el hecho de que la simple presencia del peli-naranja actuaba como un tranquilizante para él.

—¿Qué tal estuvo tu día, Masato? —Cuestiono luego de plantarle un corto beso en la mejilla. El peli-azul instintivamente se acercó más a él, como si pidiera un poco más de su cariño. Desde luego obtuvo lo que buscaba—. Hoy estas más cariñoso de lo normal.

 —Te extrañe. —Ren sintió como su corazón se detenía con tan solo eso. Masato no era el tipo de persona que tenía esos detalles con frecuencia, más bien era extraño que él empezará las sesiones de azúcar entre ellos.

—Me viste en la mañana —replico divertido—, aunque admito que yo igual me moría por verte. —Ren atrapo al otro entre sus brazos, colocando su mandíbula en la clavícula de él—. ¿Paso algo interesante en tu trabajo?

—… No lo suficiente, ¿Qué hay de ti?, ¿Cómo van esos arreglos? —Respondió desviando la mirada por un corto lapso de tiempo, Ren levanto una ceja al percatarse de aquello, pues por lo general Masato le contaba muchas cosas aun si su día no había tenido nada realmente interesante para ninguno de los dos.

—Bueno, aprendimos que Camus y Cecil no triunfarían en esto. —Respondió conteniendo una risa—. Por otro lado, ellos y Tokiya fueron de mucha ayuda el día de hoy, siento que en verdad podremos terminar a tiempo.

—Lamento no haber podido ir hoy, pero, te aseguro que mañana encontraré algo de tiempo para darles una mano. —Proclamo dándole una expresión confiada. El otro, por supuesto que confió en sus palabras, pues Masato siempre cumplía sus promesas.

—No te preocupes si no lo consigues, aun quedan algunos días. —Agrego Ren cambiando el mirar en sus ojos, estaba claro para Masato que aquello solo era una manera de decirle que no forzará las cosas, pues de aquello nunca salía nada bueno, no obstante, el peli-azul sintió aun más la necesidad de ir con eso—. Oh, ahora que lo recuerdo, Otoya quiere dar una pequeña fiesta de noche de brujas.

—¿En serió?, no suena a algo que él haría. —Replico ladeando ligeramente el rostro en señal de confusión. Así como Ren se había vuelto cercano a Tokiya, Masato lo había hecho con Otoya, y hasta el peli-azul era capaz de ver el tipo de persona que era Otoya, lo que le gusta y no le gustaba con tan solo observar sus gestos—. ¿En verdad lo dijo porque él quiso?

—No eres el único sorprendido con esto, nadie supo que decir a excepción de Reiji, que dijo que él pondría el pastel. —Eso no fue una verdadera sorpresa para ninguno, pues a Reiji le gusta celebrar cosas y según el mismo castaño, un pastel debía ser parte si o si de una fiesta.

—Si es una fiesta de Halloween, ¿Irán disfrazados?

—Iremos disfrazados, tú eres parte del grupo no te excluyas.

 

30 de Octubre
Siete de la noche.

 

—No entiendo porque necesitas todo esto para un simple disfraz. —El peli-azul comprendía la posición de Ai con respecto a ello, él tampoco estaba seguro de porque tenía la idea de que tenía que ser algo perfecto, después de todo solo era una pequeña fiesta entre amigos—. Por otro lado, tampoco entiendo porque quisiste que yo te acompañará a esto.

—Bueno, siempre tienes una buena opinión sobre todo, además de que necesitaba una excusa para invitarte a ti y a Kisaragi. —Informo hundiendo los hombros por un instante, de forma que le quitaba importancia a ello. Masato había prometido recordarle a Ai el tema de la fiesta, pues Reiji ya lo había invitado a los hermanos a la fiesta, aunque estos habían dicho que verían si podían asistir o no.

—No creo que pueda asistir, mañana tengo un seminario que impartir a los nuevos neurocirujanos del hospital —informo—, pero, le recordaré a Aine sobre ello.

—Gracias por considerarlo, entendemos que tienes cosas más importantes que hacer. —Por lo general las personas tomaban un comentario de ese tipo como una queja, no obstante, Masato y Ai que hablaban sin malas intenciones en cada momento, expresaban y entendían aquello como lo que realmente era, una combinación de palabras sin malas intenciones.

—Ya que mencionas esa fiesta, ¿Por qué decidiste disfrazarte de “eso”? —Cuestiono el peli-turquesa cuando doblaron a la derecha en el centro comercial, solo para encontrarse con más decoraciones del día de brujas.

—Es… relativamente sencillo el conseguir las partes del disfraz, además… No quería pensar demasiado en las posibilidades. —Confesó desviando el rostro a su derecha, mirando de paso un pequeño escaparate con pastelillos decorativos.

—Aun así, ¿No crees que es algo rebuscado?, ¿No es de lo que todos se disfrazan? —Aun si las palabras de Ai fueran ciertas, ya era tarde para pensar en otra cosa, sin mencionar que su disfraz iba a juego con el de Ren, por lo que no le importaba demasiado si era algo trillado.

—Sinceramente no creo que nadie del grupo haya tenido esta idea, sus gustos son… demasiado particulares. —Por supuesto que no lo decía como algo malo, pero, en verdad pensaba que cada uno tenía una particular forma de pensar, por ende sus gustos eran completamente distintos así como sus ideas.

—Supongo que tienes razón, conociendo a Reiji, lo más probable es que se disfrace de payaso o mimo. —Afirmo el peli-turquesa con lo que parecía ser una pequeña risa oculta en su voz. Entonces, Masato recordó que Ai y Reiji estuvieron viviendo juntos durante años.

—¿Estas… triste de que Reiji se éste mudando? —No tenía la menor duda de que no era algo que pudiera preguntarle con tanta naturalidad como lo hizo, no obstante, Ai era su amigo y se preocupaba por él.

—¿Debería estarlo? Admitiré que será extraño no tenerlo por ahí, y en definitiva, extrañaré que mantenga el departamento en buen estado. —El peli-azul pensó que eso era algo bastante propio de Ai—. Aun así, estar solo con… mi hermano no es algo que me emocione mucho.

—¿Crees que eso acarreara malos recuerdos? —Masato era de las pocas personas que conocían bien el pasado de Ai, de forma que comprendía en parte el que sintiera un poco de “molestia” por quedarse solo con su hermano mayor—. Si es así, tengo un departamento en desuso…

—No te preocupes, estar con Aine no es ningún problema, sobre todo si piensas en que debido a nuestro trabajo, habrá pocos momentos en que coincidamos en casa. —No era la mejor forma de quitarle la preocupación a alguien, el mismo Ai lo admitía, mas, por el momento era suficiente.

—Mi oferta se mantendrá, Ai. —Se sintió agradecido por ello. Ai y Masato tenían una amistad bastante rara, ambos lo sabían demasiado bien, pero, había una confianza entre ellos que cualquier otro grupo de amigos envidiaría.

—¿Tienes tiempo de ir a otro lugar?, Aine me pidió que comprará un par de bolsas de dulces. —Comento el medico sin dejar pasar demasiado tiempo. El otro asintió ligeramente, para luego encaminarse juntos hacía otra ala del centro comercial.

Luego de comprar una bolsa de paletas y otra de unos chocolates mentolados, Ai se despidió de Masato para irse a casa. Por el camino fue pensando en la presentación que daría el día siguiente, no era algo que le entusiasmará demasiado, pues la gran mayoría de los nuevos neurocirujanos pretendían saber más que uno experimentado y con varios años de trabajo, solo porque sus estudios estaban “más completos” que los que hicieron sus superiores, por otro lado, demostrarle a esos impertinentes que no podían pensar de esa forma era algo que podía decir estaba esperando.

Al llegar a casa, se encontró con la sorpresa de tener a Aine ahí, el cual parecía estar abatido sobre el sofá. El menor de los hermanos dejo su compra en la mesa y puso un dedo en la garganta de Aine, como si quisiera tomar su pulso.

—Me alegra que tu primer pensamiento fuera que estoy muerto. —Ai nunca fue especialmente bueno con el sarcasmo, pero, hasta él podía entenderlo en esa situación.

—Nunca puedes estar seguro, sobretodo en el mes de Halloween. —Que Ai hiciera una broma era demasiado extraño, así que el mayor no tuvo de otra más que reírse—. Ya que estas aquí, ¿Quieres cenar algo en especial?

—¿Recuerdas cuando hacíamos pizzas juntos? —Por supuesto que lo hacía, aquellos habían sido los momentos favoritos de la infancia de Ai, pues era solamente cuando cocinaban juntos que toda su familia se llevaba bien.

—Entiendo, veré si tenemos lo necesario.

No lo iba a decir, no quería que Aine lo viera tampoco, pero, aquello logro hacerlo sentir bastante entusiasmado.

 

31 de Octubre.
Seis de la tarde.

 

Al final ambos hermanos fueron capaces de asistir a la reunión, aunque con las prisas no habían podido deshacerse de sus uniformes de doctores, por suerte para ellos, Otoya tenía algo de pintura roja lavable de forma que pudieron darle un pequeño toque a sus ropas.

—Me sorprende que sean los primeros en llegar, pensé que no podrían venir. —Admitió el pelirrojo con una pequeña risa en sus labios, éste estaba disfrazado de jugador de un equipo de soccer, justamente el que gano la liga europea el verano pasado—. Pero, me alegra mucho que estén aquí.

—Gracias por recibirnos, Itokki-kun, el placer es nuestro. —Respondió Aine dándole una sonrisa al pelirrojo quien correspondió con el mismo gesto.

Antes de que pudiera decir algo a ello, escucho la puerta sonar una vez más, de forma que fue atender al llamado, encontrándose con Tokiya del otro lado. Este no se veía demasiado diferente de lo normal, pues llevaba un traje negro como lo hacía cuando iba y volvía de sus importantes reuniones –antes de que lo despidieran–, con la diferencia de que traía un sombrero blanco y un elegante emblema de un diamante en la solapa del traje.

—¡Tokiya! —Aunque sabía de antemano que lo vería ahí, Otoya no pudo evitar emocionarse al verlo—. Gracias por venir.

— A ti por invitarme —sonrió—, traje… una botella de vino. —Otoya podría jurar que lo escucho avergonzado por aquello, solo que no veía razón alguna para ello.

Los cuatro formaron una pequeña conversación en base a las noticias globales que habían visto en la mañana, pues entre ellos cuatro no había demasiadas cosas de las que pudieran discutir. De cualquier forma, estuvieron enfrascados en su discusión hasta que la puerta volvió a sonar, esta vez dejando ver a Natsuki y Syo detrás de ella.

El primero iba vestido de un pirata, más concretamente el capitán garfio de los famosos cuentos de Peter Pan, mientras que Syo parecía ser el mencionado héroe de dichos cuentos. Por supuesto, Otoya noto al instante que aquello fue idea de Natsuki debido a la expresión de Syo. Poco después de ellos, se apareció Cecil vestido de lo que parecía ser un zombie.

—Otoya, ¿Crees que invitar a Camus fue una buena idea? —La pregunta del moreno lo hizo atragantarse con el agua que estaba tomando, primero que nada, Otoya no recordaba haber invitado a Camus, así que la única razón que veía para esa pregunta, era que el propio Cecil lo hubiera hecho y sin preguntarle antes.

—No… Um, para nada, Cecil. —Respondió sin mucha convicción en sus propias palabras, lo bueno era que Cecil era bastante malo para notar esos detalles, a diferencia de Tokiya quien no pudo evitar poner una pequeña sonrisa ladeada—. Pero… Quizás no venga debido a que vive bastante lejos de la ciudad. —Siendo sincero, Otoya esperaba que aquello sucedería.

—¿Camus, quién es ese*? —Aine no pudo evitar exhalar de un modo que denotaba su “decepción” ante la pregunta de Ai, no porque preguntará aquello sino por la forma en que lo hizo.

Luego de que Otoya le explicará a los hermanos el personaje que era Camus, Ren y Masato se dignaron a hacer acto de presencia, mostrándose vestidos de una pareja de vampiros.

Ren se veía bastante impresionante con un traje que se asemejaba al de conde Drácula en una versión más moderna, es decir, sin las camisas de holanes exagerados, pero, la capa guinda que le colgaba de los hombros imponía, mientras que Masato parecía el personaje de una novela de época, o de una pintura, pues sus ropas gritaban el ser de época.

Poco después de ellos, Reiji y Ranmaru se presentaron, el primero iba vestido de lo que parecía ser caperucita roja, mientras que Ranmaru simplemente se pegó una cola blanca al pantalón y se puso una diadema con unas orejas del mismo color, para hacerse pasar por el lobo del cuento*.

 

Ocho de la noche.

 

Camus se sentía algo perdido en ese momento, por un momento de… No había forma de decirlo, pero, termino aceptando la invitación de Cecil a aquella pequeña reunión, no sabía bien porque termino aceptando la idea de aquello, pues no lo conocía de nada y tampoco era demasiado amigo del resto del grupo, por no mencionar que tampoco le gustaban demasiado las fiestas, mucho menos estar por la ciudad y escuchar las quejas de las personas por cualquier cosa mientras caminaban a su lado.

Con toda probabilidad lo más molesto de ese día era ver a tantos niños por la calle, todos vestidos de diferentes cosas junto a una bolsa para los dulces, algunos iban acompañados de sus padres en su búsqueda de dulces, otros iban en grupos de amigos –aunque estos se veían más grandes que los que iban con sus padres–. A Camus no le gustaba la gente en general, pero, encontraba a los niños más molestos por el simple hecho de que en general, era demasiado irrespetuosos con todo y decían lo primero que les venía a la mente, aun si era una tontería.  

—Debí quedarme en casa con Alexander. —Se dijo a sí mismo al caminar sin rumbo alguno, había terminado por “perderse” mientras buscaba la dirección que el moreno le dio—. Aun puedo regresar… —Sus palabras fueron perdiendo volumen, pues se dio cuenta de que de alguna manera termino frente a la casa del pelirrojo.

Luego de ser recibido por Cecil, el cual a su parecer se veía bastante mal en ese “traje” de zombie, se decidió a simplemente escuchar la conversación a su alrededor. Esta, giraba alrededor de anécdotas de la noche de brujas de cada uno, y unas cuantas otras cosas de cualquier otro día. En verdad, Camus pensaba que estar ahí era un completo error que pudo haberse evitado con mucha facilidad si solo no hubiera decidido pasearse por la ciudad.

—Camus, ¿Te ha pasado algo como eso? —No tuvo que pensar demasiado para responder que no, pues no tenía ni un solo recuerdo de algo “extraño” que le hubiera pasado de joven—. ¿En serio? Quizás eres como una cucaracha espiritual*.

—¿Qué quieres decir con eso, Aijima? —Tratándose de Cecil, no debía ser un insulto o algo de ese estilo, pero, ser llamado cucaracha nunca podría ser algo bueno. 

—Es una manera de decir que tienes un poder espiritual que asusta a los fantasmas, de forma que estos no se entrometen en tu camino. —Explico Masato haciendo un pequeño ademan con las manos. Camus levanto una ceja al escuchar aquello, él no era japonés y algunas de sus historias o explicaciones le parecían demasiado ridículas aunque no era algo que fuera a decir en voz alta.

—Eso es algo bastante bueno, así estás seguro de que ninguno te molestará en la vida. —Añadió Otoya con una sonrisa—. ¡Ah!, ¡Deberíamos ver películas de fantasmas! —Exclamo con las mejillas sonrojadas, denotando que había bebido una cierta cantidad de alcohol para ese momento.

—Tú no soportas las películas de miedo, Otoya. —Se quejó Tokiya aun sabiendo que éste no lo escucharía por estar embriagado.

—No creo que ver películas sea una buena idea. —Comento Syo mirando de reojo a Natsuki, puesto que este, si bien durante la película no sentía miedo o hacia comentarios referentes a ello, más tarde no podía conciliar el sueño por lo que había visto—. ¿Y si mejor jugamos algunos juegos?

—Chibi-chan, ¿Eres consciente de que somos un grupo de doce hombres, todos mayores de veinticuatro años? —Aine y Ranmaru dieron un resoplido al escuchar aquello, pues ambos vieron algo de gracia en el comentario de Ren—. Aunque, supongo que hay cosas para las que no somos demasiado viejos como para jugar.

—Ren, los juegos con alcohol no son buenos. —Lo regaño Ai leyendo su expresión con demasiada facilidad, y el regaño de este provoco la risa de Tokiya y Masato, quienes estaban de acuerdo con el peli-turquesa.

—Creo que la idea de las películas no es mala, aunque es algo tarde y mañana tengo el primer turno. —-Menciono Aine con una mano en la nuca, Ai le dio una mirada interrogativa al mantenerse callado, pues hasta donde sabía, ambos tenían el siguiente día libre—. Ai, ¿Te quedarás otro rato?

—No, tengo que preparar algunas cosas.

Luego de que los hermanos se despidieran, el resto término mirando el especial de las películas de “Destino Final” que estaban dando en TNT.

 

Diez de la noche.

 

Aine y Ai iban caminando en silencio, algo bastante normal en ellos dos pues rara vez tenían algo de qué hablar que no contrajera malos recuerdos para alguno. Desde que salieron de la casa de Otoya, hasta la entrada de su edificio el silencio entre ellos había sido desesperante para Aine, quien intentaba mantener las cosas en calma con su hermano, pero, ya no sabía que más hacer para lograrlo.

Una vez que estuvieron en los pasillos de camino a su departamento, se encontraron con Kira, con su hijo Akaashi en los brazos, y Nagi, quienes parecían estar saliendo… Para pedir dulces.

—Sumeragi-san, que sorpresa verlo vestido de… ¿De qué va vestido? —Aine no estaba seguro de si era una especie de diablo, o si simplemente se había vestido de rojo, y ambas opciones parecían estar perfectamente bien.

—Supuestamente de… ¿De qué? —El que ni él mismo supiera de que estaba vestido era una buena manera de decir que Nagi lo convenció de aquello, más viendo que el menor parecía estar vestido de un tigre.

—¡Eres Winnie Pooh! —Exclamo claramente molesto de que no recordará quien era—. Ah, yo soy Tigger y Akaashi-chan es Pliget. —Agrego con una sonrisa de oreja a oreja. Los hermanos compartieron una mirada intentando no hacer ninguna expresión—. Mikaze-chan, Kisaragi-chan, ¿Vienen de una fiesta?

—Algo así, pero, somos dos aburridos que no soportamos demasiado los ambientes divertidos, así que regresamos a dormir. —Replico Aine con una mano en la cadera—. Suerte con la colecta de dulces, Nagi.

—¡Les daré algunos pasado mañana! —Prometió alegre antes de seguir caminando.

— Es como sucumbir a los deseos de un niño… De un niño de 18 años. —Se quejó Kira llevándose una mano a la parte de atrás de la cabeza. Aine comprendió bien lo que debía sentir.

—Bueno, solo será por un corto tiempo ¿No?, Nagi terminará su servicio social en breve, y regresará al a universidad. —Comento Ai haciéndole notar a Kira que sus días de paz terminarían bastante más pronto de lo que esperaba—. Aunque claro, siempre puedes pedirle que te ayude de vez en cuando, en cualquier caso, lo mejor será que no lo dejes ir muy lejos con tu hijo. —Termino antes de seguir avanzando, dejando a sus mayores detrás.

—Lo siento, Ai nunca ha tenido demasiado tacto. —Se disculpó Aine haciendo una pequeña reverencia hacia Kira, demostrando lo avergonzado que estaba por el comportamiento de su hermano.

—Si no pudiera con su personalidad, no seguiría trabajando en mi hospital. —Replico Kira con una expresión curiosa, dándole a entender a Aine que no se preocupará por ello—. Nos veremos en otra ocasión, Kisaragi.

Aine se apresuró a alcanzar a Ai para recriminarle sobre su “mal comportamiento” con Kira, pero, le fue imposible decirle nada una vez que llego a su lado, pues se lo encontró revisando unos papeles –presumiblemente el historial médico de alguien– para su próxima cirugía.

 

Once y media de la noche.

 

Masato se estaba quitando el maquillaje del rostro, en un principio no debió tomarle demasiado tiempo, pues solo se había puesto una base blanca para aparentar que su piel era del mismo color que el mármol, no obstante, el muchacho volvió a pensar en lo que Ryuya le había pedido unos días antes. Masato estaba pasando por una especie de dilema, pues elegir entre la persona que amaba y lo que amaba hacer era lo más difícil que podría hacer.

—Masato, ¿Todo en orden? —Masato miro el reflejo de Ren en el espejo, éste estaba apoyado en el marco de la puerta, con los brazos cruzados sobre el pecho. Claramente, el peli-naranja sabía que algo estaba mal y no se rendiría hasta averiguar qué era lo que le sucedía a su novio—. Tienes poco más de una semana comportándote de una manera extraña, primero pensé que debía tratarse de algo en el trabajo, pero… Eso nunca antes te ha afectado. —El argumento de Ren era demasiado bueno, Masato nunca dejaba que los problemas en su trabajo –si se presentaba alguno– interfirieran de alguna manera en su vida personal—. ¿Acaso…

—No es nada de qué preocuparse, Ren, te lo aseguro. —Estaba mintiendo a medias—. Me he recuperado de mi enfermedad, Ai puede dar fe de ello. —Agrego con una mirada tranquilizadora, mas, Ren fue capaz de ver a través de ello.

—Masato, sé que algo paso, ¿Por qué no quieres decírmelo? —Masato sintió como el corazón se le comprimía al escuchar el tono dolido de Ren. El peli-azul se dio la vuelta para encarar a Ren, acercándose lo suficiente a él como para tomar sus manos.

—No quiero ocultarte nada, Ren, pero, tampoco es fácil para mí decir esto. —El otro comprendía que hubiera cosas que fueran complicadas de explicar, o difíciles de expresar en palabras sencillas, aunque, eso no significaba que no pudieran ser hablabas en un momento de tranquilidad, algo que tenían casi todas las noches.

Lo que en verdad lastimaba a Ren en esa ocasión, era el que él mismo tuvo que encarar a Masato para saber qué era lo que estaba ocurriendo. La pareja se trasladó a la sala para hablar con tranquilidad sobre ello.

El peli-azul le explico cada pequeño detalle de lo ocurrido, o más bien de la situación en que se encontraba ahora mismo, pues como había dicho Ryuya, su carrera estaba siendo afectada por su negativa a negar los rumores que existían de él teniendo pareja –aunque eran ciertos–, sino que su padre quería que dejará todo eso para convertirse en el heredero apropiado que siempre debió ser.  A todo ello, se añadía la presión que sentía el peli-azul al tener que tomar una decisión tan grande como la que tenía frente a él.

Ren escucho atento cada palabra de Masato, notando la tensión en garganta cada vez más notorio. Tenía la sensación de que el peli-azul rompería en llanto en cualquier momento, y por más molesto que pudiera estar por el tener que enterarse con tanto tiempo de retraso, ver llorar a Masato era algo que no podría perdonarse nunca, fuese o no su culpa, no quería ver ni una sola lágrima en el rostro de su amado.

—Hacerte elegir es algo demasiado cruel, no pueden quitarte las cosas que amas simplemente porque quieren continuar con lo suyo. —Replico Ren cruzando los brazos sobre su pecho. Él, que reconocía que la mayor parte del tiempo era una persona egoísta, pensaba que Masato debía pensar un poco más en sí mismo que en el resto de personas y sus deseos, le parecía demasiado injusto que quisieran imponerse sobre él solo por la manera en que él era.

—No puedo ir en contra de los deseos de mi padre, Ren, aunque… Tampoco puedo seguir decepcionando a quienes apoyan, no es momento para permitirse ser egoísta y hacer lo que yo quiero. —El argumento de Masato era pésimo, eso fue lo primero que pensó Ren al escucharlo. Él no le diría que estaba siendo un tonto al pensar así, porque ambos tenían una opinión sobre el tema, y el hecho  de que no concordaran no quería decir uno que estuviera mal y el otro no.

—Mencionaste que Ryuya te dio una opción, ¿Cuál fue? —A esas alturas saber aquello no debía ser una prioridad, probablemente no era algo que debiera preguntar tampoco. Masato le explico que básicamente tendría que negar todo, y para demostrarlo irse a otro región del país durante un no corto periodo de tiempo—. Es estúpido.

—Ren…

—No, Masato, no pueden decirte que hacer, eres un adulto capaz de tomar sus propias decisiones con respecto a todo, si no quieres heredar la empresa familiar no tienes por qué hacerlo, sino sientes que tengas que mentir sobre el tener una relación no deberías hacerlo. No eres un niño que tiene que seguir las reglas que le imponen, eres un hombre capaz de pensar por sí mismo. ¿O no?

Tenía razón, Masato sabía eso perfectamente aun así no se vió capaz de darle ninguna respuesta al peli-naranja, quien se levanto con un suspiro del asiento para irse.

—Ren, ¿A dónde crees que vas?       

—Un paseo nocturno nunca mato a nadie, ¿No?

 

 


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