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El aroma de las flores por FershuWestfall

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Primero de noviembre.
Doce y media de la noche.

 

Ren estaba sentado en una banca del parque, había terminado medio perdido en su paseo nocturno, aunque era poco lo que le importaba en el momento debido a que su mente estaba concentrada en Masato. Luego de pensarlo durante el tiempo que estuvo fuera, encontró que no podía enojarse realmente con Masato por dudar de lo que tenía que hacer, hasta cierto punto comprendía la situación de Masato, pues sabía lo mucho que este se preocupaba por su familia, así como lo mucho que amaba su trabajo. Tener que elegir entre su pasión y familia no podía ser sencillo, mucho menos cuando estaba bajo presión.

El peli-naranja suspiro al darse cuenta de que fue algo duro con él, no era que estuviera mal haberle dicho la verdad, no obstante, quizás pudo haberlo ayudado de otra forma. Mientras más vueltas le daba a la manera en que podía ayudar a Masato a solucionar sus problemas, tuvo una abrupta epifanía. Sabía que era con toda probabilidad una de las peores ideas que podía tener en la vida, no obstante, era quizás la única que en verdad hiciera una diferencia.

—Debo estar loco si en verdad planeo hacer esto. —Se dijo a sí mismo al levantarse de la banca, Ren coloco sus manos dentro de los bolsillos del pantalón y emprendió el camino de regreso a casa.

De alguna manera estaba seguro de que Masato lo estaría esperando con una expresión molesta en su rostro, y desde luego que no podía culparlo por ello, después de todo se había ido en medio de la noche sin decirle nada. Sus pensamientos se volvieron más claros entre más se acercaba a su hogar, tenía que disculparse por no entender mejor los sentimientos de Masato en el momento.

El peli-naranja presintió que otra pequeña riña por diferencia de ideas empezaría tan pronto como vio las luces encendidas en la casa que compartía con Masato. Por supuesto que, era algo para lo que se había preparado pensando únicamente en que entendería las decisiones de Masato, y trataría de apoyarlo sinceramente en ellas, después de todo, él lo amaba demasiado como para perderlo por una cosa como diferencia de ideas.

En cuanto entro, empezó a preparar sus palabras para que salieran fluidas de sus labios, sin embargo, estas se le olvidaron en el mismo instante en que sintió como un par de brazos lo atrapaban. Ren no recordaba haber visto a Masato tan desesperado con anterioridad, más bien, estaba seguro de que nunca lo había visto como en ese momento, y al percatarse de que era debido a él, sintió como un peso le oprimía los hombros y el corazón.

—Masato… —Quería disculparse, iba a disculparse hablando con el corazón, mas, fue interrumpido por la voz fuerte y grave de su pareja.

—¡Idiota!, ¡Eres un tonto! —No era que pudiera replicarle, Masato solía tener la razón siempre que hablaba de él—. ¡Y si te pasaba algo! —Aunque aquello era claramente una pregunta, la manera en que sonó para él parecía ser una queja combinada con un regaño, y el hecho de que el peli-azul le mostrará sus ojos vidriosos solo servía para hacerlo sentir peor—. Eres un tonto.

—Lo soy, el peor de todos. —Respondió sintiendo como sus ojos empezaban a humedecerse también, al tiempo que ponía una de sus manos en la cien de Masato. El contrario apretó los labios así como los ojos, tratando de contener las lágrimas—. Lo siento, Masato.

—¡Yo lo siento! Sé que soy indeciso y débil con respecto a mi familia y mi trabajo, pero… Pero, eso no es excusa para considerar la idea de Hyuga-san. —A Ren le habría encantado escuchar eso antes, bastante tiempo se habrían ahorrado si hubiese sido de esa manera, solo que ahora comprendía que las cosas no podían ser como él las quería.

—No, yo tampoco puedo decirte que es lo que tienes que hacer con respecto a ello. —Replico ladeando el rostro un poco, dándole una mirada cálida a su novio—. Ni Ryuya-san ni yo podemos hacerse hacer algo que no quieres, y lo mismo va para tu padre, tú eres libre de hacer tus propias elecciones y los demás debemos aceptarlas. —Masato sabía que Ren tenía un lado profundo y maduro, sabía de antemano que su novio era una persona capaz de encontrar la reflexión más exacta, pero, teniendo en cuenta que habían discutido, no esperaba que la encontrará tan rápido.

—… Gran tonto. —Murmuro el peli-azul antes de volver a abalanzarse sobre el otro, quien correspondió al abrazo enseguida, sosteniéndolo entre sus brazos, tan fuerte como le era posible sin lastimarlo—. Te amo.

—Te amo, Masato.

 

Seis de la mañana.

 

Aine se levantó con una sensación extraña, curiosamente a pesar de ser su día libre y ser capaz de dormir más de cinco horas por la noche, se despertó temprano como si su cuerpo supiera que necesitaba estar activo desde temprano, aunque eso no tenía sentido para él. En cualquier caso, se apresuró a darse un rápido baño, para después beberse una taza de café negro sin azúcar. El peli-turquesa encendió el televisor de la estancia para ver las noticias, pensando en que su hermano menor debía de haberse ido bastante temprano para terminar de arreglar los detalles de la conferencia que impartiría a los estudiantes de medicina.

Sin embargo, así como se despertó por una sensación extraña, decidió ir a ver la habitación de su hermano por un mal presentimiento que le llego a la mente. Y como si pudiera prever las cosas, se encontró con Ai en un terrible estado. Sus mejillas estaban sonrojadas, su cabello hecho un desastre por el sudor y el movimiento, y el hecho de que estuviera destapado aun con el frio que hacía por la mañana, fue bastante para saber que tenía fiebre y no podría trabajar ese día.

Sin perder ni un solo segundo, Aine paso de dejar su taza en la mesa de noche de Ai, a estar humedeciendo un paño para colocarlo en la frente de su hermano, luego lo cubrió con una manta delgada y fue a la estancia a usar el teléfono de casa, solo para avisar que el menor no podría cumplir con sus compromisos de ese día debido a su estado actual. Una vez que Kira le aseguro que se encargaría de arreglar las cosas, Aine regreso al lado de su hermano y espero pacientemente a que este despertará.

Más que preocuparle la tormentosa expresión que pondría el menor al darse cuenta que por culpa de esa fiebre incumpliría su itinerario, estaba preocupado por su estado mental en el momento, pues desde pequeño, cada vez que Ai se enfermaba de una fiebre, sus pensamientos estaban menos interconectados que cualquier cosa carecente de sentido, por decirlo de alguna manera, algo que llevaba al mayor a preocuparse de algún posible desorden mental, así como le preocupaba que de un momento a otro se levantará sonámbulo a hacer cosas que podrían perjudicarlo aun más –pues de pequeño Ai se levantó entre sueños y consiguió romperse la muñeca–.  

El mayor pudo haber tomado algún libro de la estantería que mantenía Ai en su habitación, o leer las noticias en su Smartphone, pero, prefirió mantener sus ojos sobre el menor aun en un silencio absoluto, la preocupación que sentía seguramente era mayor a la que cualquier persona podría soportar.

—Ai…ne. —La nostalgia lo hizo sentir un vuelvo en el pecho, Ai siempre lo llamaba a él cuando se enfermaba, nunca a sus padres ni a la mascota que habían tenido en la infancia. El nombre que pronunciaba en su estado más débil, siempre era el de su hermano mayor—. No te vayas.

—Aquí estoy, Ai. —Le dijo en un intento de tranquilizarlo en sueños, lo cierto era que sabía bien que no lo estaba escuchando, que no importaba que tan alto lo dijera, Ai no lo escucharía.

Ai-chan no quiere que te vayas. —Aine sintió como se le congelaba la sangre al instante. Ai no lo estaba llamando porque lo necesitará ahí para él, estaba recordando el día en que se separaron por primera vez.

Cuando eran pequeños, Aine con diez años, y Ai con seis, sus padres tuvieron su primera discusión significativa, provocando que el padre de ambos decidiera irse con Aine, dejando a Ai con su madre. Los hermanos no habían estado de acuerdo con esa idea, claro está que no eran capaces de expresarlo libremente, por ello no fue hasta el día en que Aine se iba, que Ai exploto, dejando atrás su semblante serio natural por una expresión dolida y llorosa, llamando por su hermano mayor aun cuando este ya estaba montado en el coche en movimiento. Aine había observado como su hermano menor corría detrás del coche con lágrimas en los ojos, solo para ser dejado atrás.

Aine, con un suspiro, se acostó a un lado de su hermano menor y tomo una de sus manos entre la suya, llevándola sus labios para dejarle un beso fugaz. No podía hacer nada para quitar esos recuerdos de la mente de su hermano, no se podía cambiar lo que había sucedido, pero, si podía hacer que tuviera mejores memorias para un futuro, Aine se encargaría de que Ai nunca más mostrará un lado débil ante nadie, aun si para ello debía mantenerse al lado de su hermano menor en todo momento.

 

Ocho de la mañana.

 

Realmente era la peor idea que alguna vez podría haberse le ocurrido. Quizás había arreglado las cosas anoche con Masato –al menos a medias–, pero, si no se arreglaban las cosas desde la raíz, cualquier otra cosa que hicieran no funcionaría a largo plazo.

Al menos se había puesto sus mejores ropas ese día. Aunque, conseguir llegar hasta ahí sin levantar las sospechas de Masato o Ryuya fue un tanto complicado, al final lo consiguió gracias al talento de Reiji para escabullirse por ahí sin que lo notaran, solo que tendría que darle una semana extra de vacaciones en recompensa por su ayuda con ello.

Ren había llegado a la conclusión de que para resolver los problemas de Masato tendría que hablar con su padre, por supuesto que entendía que el peli-azul no lo haría por cuenta propia, lo conocía bastante bien para saber que con respecto a su familia, aun era un niño asustadizo que no iría en contra de los deseos de su padre, por ello era que estaba ahí él mismo para empezar a abrir el camino del cambio, aunque empezaba a comprender porque el otro no podía decir nada.

—Vaya casa la de los Hijirikawa… —Murmuro antes de tocar la bocina que tenían por timbre. Le era bastante curioso que una casa tradicional como la de la familia de Masato estuviera modernizada de esa manera, seguro que aunque preferían mantener las raíces intactas, entendían la importancia y comodidad de lo moderno.

—Buenas tardes, ¿En qué puedo ayudarle? —Ren no conocía al dueño de esa voz, pero, si la voz. Era la misma persona que había llamado a su casa tiempo atrás, cuando la hermana de Masato pasó por el quirófano.

—Buenas tardes, mi nombre es Jinguji Ren, y vine a hablar con el señor Hijirikawa. —Directo como siempre, pero, con la excusa de que ir por las ramas no lo ayudaría a entrar al domicilio. El hombre al otro lado de la línea pareció tomarse su tiempo para pensar, y Ren vio venir que le diría que ese día Masaomi Hijirikawa no vería nadie—. Soy amigo cercano de Masato, vengo en su nombre a hablar sobre la propuesta que Hijirikawa-san le hizo. —Mentir no le incomodaba, aunque sabía bien que al final eso jugaría en su contra más adelante.

—Entiendo, espere un momento por favor. —Escucho tan pronto como termino de hablar. Ahora estaba seguro de que la relación padre-hijo no era perfecta, mas, los empleados esperaban el regreso del primogénito.

No tuvo que esperar demasiado para ser atendido por el hombre de la voz, se trataba de un hombre mayor de piel bronceada, por la mirada que tenía sobre él, supo que estaba juzgándolo un poco. Seguro que se preguntaba de donde conocía a Masato.

—Tu…. ¿También eres actor de teatro? —Por lo bien que podía mentir cuando la situación lo requería, seguro que podría ganarse la vida trabajando de actor, aunque en verdad prefería trabajar con las flores que con personas.

—Actualmente no, pero, nos conocimos durante los ensayos de una obra hace tiempo, terminamos volviéndonos buenos amigos. —Explico como si fuera la realidad pura, él mismo se encontraba sorprendido por la facilidad con la que dijo aquello—. Ahora mismo, Masato está bastante ocupado arreglando algunas cosas con Hyuga-san, por eso me pidió que hablará con su padre por él. —Con tan solo la expresión que puso, entendió que aquello le parecía extraño sino sospechoso, aunque al final pareció aceptarlo.

—Sígame por favor.

La casa de Masato en verdad era impresionante, no solo era una mansión tradicional, sino que los jardines interiores parecían traer paz interior a quien los viera, también estaba el hecho de que cada uno de los empleados era demasiado respetuoso. Cada mayordomo o sirvienta que se encontraba por el camino, le hacia una reverencia hasta que este salía de su rango de visión –lo sabía porque se mantuvo pendiente de una muchacha que lo miro con especial curiosidad–.

—Hace tiempo, que Hijirikawa-dono ha estado febril, por supuesto, no está en riesgo de nada, pero, todos estamos preocupados por él. —Le explico el hombre mayor, por su tono no podrías decir que tan preocupado estaba por el señor de la casa, pero, algo en el ambiente le decía a Ren que servir a la familia era todo para él—. Por ello, es que todos esperamos el regreso de Hijirikawa-sama.

Ren termino por comprender las preocupaciones de Masato con tan solo aquel comentario. Si bien no estaba recibiendo mucha información por parte del mayordomo de la familia, el propio ambiente y la poca tensión que escucho en sus palabras fueron suficiente para saber que los empleados dependían de la familia, y que si, por alguna razón el imperio de los Hijirikawa terminará, se quedarían si nada.

Tener esa responsabilidad debía ser duro.

Ren espero paciente fuera de una habitación a obtener el buen visto del mayordomo, si lo hacía, podría ver al padre de Masato.

 

Nueve de la mañana

 

Aine estaba preparando un desayuno perfecto para alguien enfermo. La fiebre de Ai había bajado considerablemente, pero, aun no había despertado exactamente.

—¿Qué hago aquí? —Lo escucho preguntar de un momento a otro, Aine se había dormido por unos minutos, por lo que no estaba seguro de que hora era—. Mai me necesita. —Aine no reconoció ese nombre de nada, Ai nunca le hablaba de chicas y Reiji no había mencionado a ninguna en sus “reportes” semanales de Ai, por lo que tuvo una extraña sensación al escucharlo decir aquello.

—Ahora mismo, tú mismo te necesitas. —Le dijo poniendo la parte frontal de su mano izquierda en la mejilla de Ai, con el contacto pudo advertir que su temperatura había descendido un poco, pero, luego lo comprobaría con un termómetro.

—No… Masato, lo lastimará. —La mente de Ai debía estar tan confundida como la propia. Aine en verdad no podía decir que era lo que estaba pasando por la mente de su hermano menor, hasta que recordó lo que Reiji le había contado poco antes de regresar de Inglaterra.

—¡No pienses en ello! —Exclamo ignorando cualquier otra cosa. Aine de un movimiento brusco capturo el cuerpo de Ai en el propio, haciendo que el menor terminará sentado en sus piernas mientras sus brazos lo envolvían. Si fue instinto o por consciencia, no lo pudo determinar, pero, Ai le devolvió el abrazo, apretándolo contra él al esconder su rostro en el pecho del mayor.

Aine sabía que Ai odiaba cometer errores, seguramente era lo que más odiaba en la vida, sin embargo, como doctor que era debía comprender que esas cosas sucedían y no podía culparse por ello todo el tiempo.

Aunque, sin lugar a duda lo que más intrigado lo tenía, era el hecho de que el menor parecía tan vulnerable en el momento. Quizás de pequeño era tan apegado a Aine que él nunca se dio cuenta de ello, pues el mayor se encargaba de que su hermanito estuviera siempre seguro. El mayor empezó a preguntarse porque cosas había pasado Ai en su ausencia.

Al terminar de preparar el desayuno, regreso con una bandeja en las manos al cuarto de Ai, para encontrarlo despierto y mirando por la ventana.

—¿Te encuentras mejor? —Le pregunto dejando la bandeja en la mesa noche, para luego sentarse en la esquina de la cama. Ai le devolvió la mirada antes de responder, como siempre, tenía una mirada profunda.

—Gracias por cuidarme. —Le dijo regresando la mirada al ventanal, Aine no cuestiono aquello ni por un segundo, pues su relación con su hermano menor seguía estando por los suelos después de tanto tiempo.

—Ai, ¿Te acuerdas de Shoe? —Pregunto atrayendo su atención una vez más. Esta vez, la mirada de Ai fue curiosa más que otra cosa, cuando el menor asintió, Aine no pudo evitar reír un poco—. Estabas muy apegado a ese gato, ¿No es cierto?

—Shoe fue mi primer amigo. —Replico sin ningún tono de voz en particular, el mayor pensó que Ai había terminado por volverse excelente con la cara de póker.

—¿Ese no fui yo?

—Tú eres mi hermano*, es diferente. —Aquello logro voltearle la mente por un instante, pues tuvo la sensación de que hablo con el Ai de cinco años que no se despegaba de él ni para dormir—. No te quedes callado, es extraño. —Se quejó cuando Aine no dijo nada sobre aquel comentario.

—Estaba recordando, el día que nuestra madre trajo a Shoe a casa. —Dijo como mentira a medias.

Ese día era el cuarto cumpleaños de Ai, y sus padres habrían querido dar una pequeña fiesta con sus amigos de la escuela y vecinos, sin embargo, Ai no se llevaba bien con ellos porque era demasiado serio y prefería leer libros. Por ello se encontraba compartiendo una lectura con Aine, quien siempre lo animaba a leer diferentes cosas, el hermano mayor siempre estaba con el pequeño, ayudándolo cuando lo necesitaba, o simplemente manteniendo un ojo sobre él cuando esté estaba haciendo sus tareas o jugaba con alguno de sus juguetes. Por el hecho de que siempre estaba pendiente de menor, el mayor tampoco pasaba mucho tiempo con otros niños, pero, ambos parecían estar bien con ello.

Sus padres, que no estaban mucho tiempo en casa querían que ambos jugaran con otros niños, aunque poco hacían por promover el compartir con otros, por ello terminaron encontrando una solución un poco diferente.

A la media tarde, Aine y Ai estaban coloreando unos dibujos de un libro en la estancia, el mayor estaba usando los colores más llamativos para todo, sin importarle que las cosas fueran o no de ese color en la realidad, mientras que el pequeño coloreaba tranquilamente sin salirse de las líneas, hasta que el sonido del a puerta abriéndose llamo la atención de ambos.

—Aine, Ai, les tengo un pequeña sorpresa. —Se trataba de su madre. Ella no era especialmente cariñosa, pero, ambos se sentían en paz cuando estaban con ella. Los niños se levantaron del suelo para ir a la puerta, ambos disfrutaban de las sorpresas aun si uno no lo admitía del todo, para el momento en que llegaron, contuvieron una exclamación al ver de qué se trataba la sorpresa—. Este pequeñín será su amigo de hoy en adelante, trátenlo con cariño, ¿De acuerdo?

—¡Si! —Exclamaron ambos al tomar al pequeño gatito de las manos de su madre, fue Ai quien lo tomo, sosteniéndolo con cuidado. Se trataba de un pequeño gato de pelaje gris y ojos azules, con la peculiaridad de que sus cuatro patitas tenían el pelaje blanco, como si usará zapatitos.

—¿Cómo vas a llamarlo, Ai-chan? —Pregunto Aine acariciando la cabeza del pequeño gato, esté empezó a ronronear para olisquear al menor que lo sostenía.

—Shoe. —Tanto Aine como su madre se sorprendieron un poco al escuchar la respuesta de Ai, pero, la mujer simplemente le sonrió al pequeño antes de darle un beso en la mejilla.

—Feliz cumpleaños, Ai.

—Shoe en verdad amaba estar contigo, Ai. —Dijo Aine recordando las veces que regañaban al gatito por subirse a la cama con Ai o al sofá.

—Era muy amoroso para ser un gato. —Replico el menor llevándose una mano al límite de la clavícula con el cuello—. Oye, ¿Por qué estamos hablando de esto? —Cuestión mostrándose un tanto irritado por ello, o quizás solo estaba verdaderamente curioso por la repentina mención del gato.

—Sé que no tenemos una relación perfecta, pero, deberíamos intentar llevarnos mejor. —Respondió siendo sincero, Ai estuvo de acuerdo con una cosa.

—Por cierto, Ai… —El menor que estaba por empezar a comer su desayuno, le dio una mirada rápida al menor—. Olvídalo, desayuna tranquilo y vuelve a dormir, necesitas recuperarte del todo.

 

Ocho de noviembre.
Dos de la tarde.

 

Ren tenía el rostro sobre la mesa de trabajo. Era Reiji quien se estaba encargando de la parte de enfrente de la tienda, mientras que Otoya y Ren terminaban algunos pedidos que habían encargado ayer. Era el día de Syo, así que estaban sin ideas frescas sobre la combinación de colores, por lo que tendrían que enfocarse en el arreglo florar en sí mismo.

—¿Cómo te fue el otro día, Ren? —Pregunto el pelirrojo mientras cortaba con una pinza especializada las espinas de unas rosas. El peli-naranja suspiro al levantar el rostro y seguir con su arreglo, el cual tenía como tema principal unas hermosas flores moradas.

—De alguna manera conseguí algo de tiempo, pero, la cuestión es como decirle a Masato que tiene que hablar con su padre en los siguientes días. —Otoya puso una expresión entre la preocupación y la confusión, a su parecer decirle a alguien que tenía que hablar con su familia no era algo demasiado problemático, aunque él no entendía demasiado bien los problemas de padre-hijo, después de todo, se había criado en un orfanato luego de perder a su madre, y no sabía quién era su padre.

—Supongo que no le dijiste que hablarías con su padre por él, ¿O sí? —Pregunto apoyando el rostro en una muñeca, Ren echo la cabeza hacía atrás antes de responderle con un gesto negativo—. ¿No fue el que te mantuviera algo oculto lo que te hizo enfadar en primer lugar?

—No llegues ahí, Ikki, es cierto que me veo como un hipócrita, pero, hay de situaciones a situaciones. —Él no pensaba defender lo indefendible, solo quería dejar algo en claro.

—¿En verdad crees que eres amigo de Masato? —Cuestiono Masaomi mostrándose como la calma antes de la tormenta. Ren, se mantuvo en sereno ante la pregunta, se esperaba varias preguntas por parte del padre de Masato, de forma que no estaba sorprendido porque empezará por ahí.

—Es cierto que tengo una opinión diferente a la suya, y a la usted, Hijirikawa-san, pero, ahora mismo creo que debería darle un poco de tiempo a su hijo para considerar lo que hará. —Replico evadiendo el tema central de la pregunta, Masaomi no se inmuto ante aquello.

—No hay nada que considerar, Masato nació para hacerse cargo de la empresa familiar, cualquier otro camino es impensable. —Seguramente Masato pensaba lo mismo, si fue criado para tomar el lugar de su padre en un futuro, era imposible que no tuviera esa misma idea en lo profundo de su mente.

—No puedo decir nada al respecto, yo no entiendo del todo las responsabilidades que su hijo debe de tener ahora mismo, sin embargo, creo que es temprano para que las deje en su cargo. —Ren trato de decir aquello con tranquilidad, no le serviría de nada ese viaje si hacia enfadar al padre de su novio, de hecho, sería más que solo contraproducente.

—Él está listo para tomar las riendas. —Fue una respuesta simple y rápida, como si cualquier otra cosa fuera complemente innecesaria para dejar en claro que era tiempo.

—Al final, creo que logre algo aunque solo lo sabremos hasta que ellos dos hablen. —Termino explicando para luego poner toda su atención en el arreglo de flores.

Otoya pensó que la expresión de Ren era para tener escalofríos, de forma que prefirió no decir nada al respecto, y concentrarse en su propio trabajo o no terminaría a tiempo.

En algún momento, Ranmaru se apareció para dar su opinión sobre ambos jarrones, dejando en claro que estaban mal y que les convenía cambiar algo, por supuesto que esa fue toda la ayuda que ofreció antes de irse a hacer la segunda tanda de entregas del día, Ren agradecía el tener una opinión extra al respecto, solo que si se trataba de una “queja” tan solo, entonces prefería no escucharla.

—Ren, ya es tarde para el descanso. —La expresión de Reiji solo lo hizo regresar a la realidad, pues había acordado reunirse con Masato, Ren quería aprovechar ese descanso para decirle a Masato sobre lo que había ocurrido con su padre, por ello llegar tarde parecía ser una especie de herejía.

—Bien, les encargo la tienda, vuelvo en una hora y media. —Dicto el peli-naranja levantándose de su silla, dejando solos al pelirrojo y al castaño.

—Lo veas por donde lo veas, las cosas no le están saliendo bien. —Comento Reiji apoyando los codos en la mesa de trabajo. Otoya estaba de acuerdo con ello.

—Pero, cuando las cosas son sencillas no son divertidas, ¿Verdad, Rei-chan? —Replico el muchacho con una sonrisa, aquel comentario hizo que el otro levantará una ceja.

—Entonces, ¿Te divierte tu situación con Toki? —Pregunto con una mirada divertida, provocando el sonrojo por parte del otro.

—Hay de situaciones a situaciones. —Replico citando las palabras de Ren.

 

Veinte para las tres.

 

—Justo a tiempo. —Aunque no era un comentario mal intencionado y venía acompañado por una sonrisa sincera de Masato, no le sentí demasiado bien a Ren, quien prefería llegar un poco antes a cualquiera de sus reuniones.

—Sería un insulto llegar tarde a una reunión contigo. —Retomado asiento frente a él. Masato hizo una negación con la cabeza, y se rio como si aquello le pareciera algo tonto.

—Dijiste, que teníamos que hablar de algo importante. —Le recordó sin mostrar demasiada preocupación por ello. Ambos sabían que a esas alturas, una conversación seria no significaba terminar con la relación, más bien, eso parecía algo completamente imposible para ambas partes.

—Es sobre tu relación con tu familia. —Hablar de ello era difícil para ambos, para Masato, que no solía hacer mención de su familia era una sorpresa desagradable que Ren le pidiera hablar de ello, por otro lado, Ren no quería entrometerse demás en como Masato manejaba sus problemas,  aunque ya lo había hecho—. Yo…

Ren termino explicando de la forma más concisa que pudo, Masato mantuvo el semblante sereno mientras escuchaba la explicación por parte del peli-naranja, ocasionalmente levantando una ceja. Cuando el otro termino de hablar, hubo un silencio incomodo entre ambos, donde cada uno buscaba comprender lo que estaba en la mente del otro.

—No sé, si debo felicitarte por lograr conseguir una semana, o si debo reprenderte por ser tan imprudente. —Con la mirada que estaba recibiendo por parte de él, estaba seguro de que se inclinaba más por el regaño que por otra cosa—. Que llegues hasta ese extremo por mí, me hace sentir que soy demasiado afortunado, pero, como dijo mi padre… Mi vida fue decidida desde el momento en que nací, no hay nada que tú o yo podamos hacer para cambiar eso. —Ren pudo sentir la frustración por parte de Masato en sus palabras, lo que lo hizo saber con seguridad de que él mismo quería cambiar eso, aun si estaba designado a que pasaría de una forma u otra.

—Antes te dije que te apoyaría en lo que eligieras, aun así, debes saber que siempre hay una opción más, una que al principio parece loca o imposible, pero, está ahí para ti. —Lo sabía, lo sabía demasiado bien, sin embargo, Masato veía más allá de lo que él quería hacer o deseaba tener. El peli-naranja lo había notado, había demasiadas personas que esperaban el regreso de su joven maestro, y que dependían de ello.

Aun así, quería que Masato fuera egoísta por esa vez. No le estaba pidiendo que dejará su posición en la familia para siempre, sino que llegará a un buen término para todos.

—Lo aprecio, en verdad lo hago, Ren. —No dijo lo que el otro no quería escuchar, no iba a poner peros en ese momento, quería pasar un buen momento con su pareja y no pensar en la terrible decisión a la que tendría que llegar en poco tiempo.

—Que me tengas en consideración es algo que aprecio.

 

Once y media de la noche.

 

Ai estaba dudando de si ese “recuerdo” que estaba teniendo repetidamente era tan solo algo que había soñado, o si en verdad había sucedido. Tenía la sensación de que se sentía demasiado real como para ser un sueño, como si su cuerpo recordará la sensación a la perfección mientras su mente pensaba en ello, era por eso que pensaba que en verdad había sucedido, y si era de esa forma, no podría mirar a su hermano a la cara nunca más.

—Mikaze-sensei, lo esperan en el quirófano. —Le aviso Nagi, que estaba por terminar su servició social como estudiante de enfermería en la clínica. Ai le agradeció con un gesto y salió de su oficina con la mirada en alto, tenía varios meses de no entrar a hacer una operación, por lo que estaba algo ansioso con la idea, no obstante, siendo el profesional que era no podía dejar que eso alterará su mente demasiado.

—Nagi, lo mejor será que vayas a descansar a la sala de empleados, es muy tarde para que vayas solo a casa. —Advirtió el peli-turquesa sin mirar al muchacho detrás de él, Nagi le dio una mirada desde lo bajo a Ai, pues había una clara diferencia de altura, pensando en que esa amabilidad tosca era algo casi emblemático del doctor.

—No sé preocupe por ello, Mikaze-sensei, Sumeragi-san dijo que me llevaría. —Comento con una sonrisa, Ai no se molestó en girarse a verlo, simplemente emitió un débil sonido que parecía decir que aquello estaba bien antes de separarse en la intersección de los pasillos.

Si bien se libró de una pequeña distracción al enfocar su mente en la operación que haría, obtuvo una nueva al ver a su hermano en la puerta del quirófano, usando el uniforme de operaciones.

—¿Leíste el reporte completo? —Pregunto el mayor con una mirada cansada a la par de irritada, el menor instintivamente pensó que había tenido un mal día, ya que no podía estar molesto con él en el momento, no se habían visto en tres días después de todo.

—Mujer, catorce años, fractura en las costillas, pulmones oprimidos, padece diabetes. —Enumeró el mejor con una tranquilidad sorprendente—. Operación de emergencia para reacomodar las costillas antes de que empiecen a sanar, también hay que revisar sus venas principales. —Agrego pasando por un lado de su hermano, aún tenía que esterilizarse antes de empezar la operación. Aine lo siguió e hizo lo mismo, evitando el paso de ponerse la bata y gorro de cirugía.

 

.~

 

—Buen trabajo, Ai. —Lo felicito una vez que la paciente estuvo fuera de riesgo y lista para los puntos, de lo que se encargaría Aine.

—No te equivoques al coser, una cicatriz extra no le sentará nada bien. —Le dijo sin ansias de provocarlo, aunque lo logro. El menor de los hermanos, habiendo terminado su trabajo ahí salió a limpiarse y seguir con su trabajo de esa noche, pues aún tenía que revisar a otros de sus pacientes. Aine se concentró en hilar bien la cocedura de la muchacha, de manera que los puntos no la molestaran en su día a día una vez que la dieran de alta.

Al terminar, le agradeció a todo el personal por su trabajo y fue a limpiarse, dispuesto a encontrar a Ai para dejar en claro algunas cosas.

Cuando lo encontró, esté estaba conversando con un señor mayor, Aine espero fuera de la sala compartida, no quería interrumpir lo que podría ser una conversación importante, además, no era como si no pudiera esperar unos minutos más luego de tener aquella duda durante días.

—Necesitamos hablar. —Le dijo a su hermano en cuanto este salió de la habitación, Ai lo miro con cierta exasperación, el otro supo que estaba de acuerdo con que tenían que hablar de ello, aun si parecía estar molesto por su presencia—. Bien, sígueme, se dé un lugar en donde podremos hablar sin que nadie moleste.

Ai dudaba de que hubiera un lugar así, no porque no hubiera salas vacías en el hospital, sino que, al ser ambos médicos, eran constantemente llamados a atender situaciones peliagudas. En cualquier caso, el menor siguió a su hermano en silencio, pensando en que si Aine quería hablar de algo, probablemente la memoria que lo había estado persiguiendo esos días era verdadera y no un sueño vivido.

Los hermanos terminaron por llegar a la azotea de la clínica, a ser el mes de noviembre se sentía demasiado fresco, y aun con la bata blanca encima el menor sintió bastante bien como el viento se colaba en sus huesos.

—¿De qué quieres hablar? —Pregunto al ver que su hermano no decía nada, como si de repente no encontrará las palabras para preguntar lo que quería saber. Aquello era poco común de Aine, al menos Ai pensaba que su hermano era el tipo de persona que no tenía problema alguno con preguntar las cosas que quería saber.

—El otro día, cuando te enfermaste… —Empezó buscando recordar con claridad cada pequeño detalle de lo que había sucedido.

‹‹Ai parecía no querer soltar a su hermano por nada en el mundo, Aine incluso había empezado a sentir el peso de Ai sobre sus piernas, pero, aun con eso seguía sosteniendo el cuerpo de su hermano entre sus brazos.

—Ai-chan, está bien, tu hermano mayor esta aquí. —Dijo el mayor cerca del oído del otro, en un intento de tranquilizarlo un poco, pues aun si no sabía que era lo que estaba recordando, comprendía bien que era algo que lo hacía sentir vulnerable. 

—Hermano, no quiero que te vayas, quiero estar siempre contigo. —En verdad, parecía que estaba hablando con el pequeño Ai de cinco años, eso lo llenaba de una nostalgia que no sabía que podía sentir, al igual que lo hacía sentir extraño.

—No me iré otra vez, Ai-chan, lo prometo. —Replico el otro frotando la espalda del pequeño. Debido a la cercanía de sus cuerpos, Aine sintió como la respiración y la palpitación del corazón de Ai cambiaron con ese gesto, también, fue capaz de sentir algo más, algo que lo hizo abrir los ojos con sorpresa.

—Te quiero, hermano, quiero que estemos juntos siempre. —Aine comprendió que no lo decía desde la vista del amor fraternal. ››

Ai analizo el recuerdo que Aine le contó, era casi idéntico al de él, excepto por eso último, estaba seguro de que algo más había sucedido, aunque quizás el mayor no quiso mencionarlo. Los hermanos compartieron una mirada en un silencio llevado por el fuerte viento que estaba soplando ese día.

Ai quiso decirle algo referente a que se trató de que estaba enfermo, mas, en el mismo instante en que abrió sus labios para soltar sus palabras –de una forma lago impertinente–, fue sorprendido al encontrarse entre los brazos de su hermano una vez más.

—¿Qué crees que…? —Cuestiono, pero, sus palabras fueron cortadas por los labios de su hermano sobre los propios, Ai que de la sorpresa no pudo cerrar los ojos observo que Aine también mantuvo los ojos abiertos, esperando no perderse la expresión del otro.

—Quería comprobarlo. —Respondió en un murmuro, aun con sus labios a una distancia mínima de los de su hermano menor—. ¿Te gusto?, ¿Preferirías que fuera tu amante en vez de tu hermano? —Ai, a pesar de la fuerte brisa helada que golpeaba su rostro, sintió como sus mejillas se calentaban al enrojecerse por aquellas preguntas de su hermano.

—… Cuando dejarás de molestarme. —Replico frunciendo las cejas, sabía bien que no engañaría a Aine con eso, por ello simplemente mantuvo sus ojos sobre los del otro.

—Entonces, ¿Cómo debo tratarte? —Cuestiono con una mirada increíblemente seria—. No solo quiero que nos llevemos bien, quiero que seamos sinceros con lo que en verdad sentimos.

—Si es así, ¿Por qué haces esto?, ¿Acaso te sientes responsable de mis sentimientos? —Probablemente no debía mostrarse tan alterado como lo estaba haciendo, él era el tipo de persona que mantenía las cosas tranquilas sin importar la situación, y aun así estaba ahí luciendo molesto cuando no lo estaba en verdad. Aine miro a su hermano durante unos segundos antes de darle una sonrisa que hizo al otro estremecerse un poco.

—¿En verdad me crees lo suficientemente bueno como para tomar los sentimientos de los otros en cuenta? —Sabía bien que su hermano no era la persona que parecía, lo había visto usar esa expresión aterradora con otras personas, pero, nunca lo había hecho con él—. ¿Crees que te besaría solo porque creo que tú lo quieres? No soy tan amable o considerado, Ai. —Por supuesto que no lo era, si fuera así las cosas habrían sido diferentes desde un inicio.

—Sé que eres una persona fría que solo se interesa por sí mismo en un principio, por eso me sorprende que puedas sentir algo aparte de amor por ti mismo. —Replico separándose de él, puso una mano en su cintura y espero una réplica por parte del mayor, pero, esté simplemente empezó a reírse.

—Ciertamente, tú y yo somos casi idénticos en apariencia, pero, somos personas opuestas. —Dijo con una expresión un tanto más suave, aunque parecía estar perturbado por alguna razón—. Tu eres frío por fuera y aparentas que nada te molesta, pero, interiormente estas roto, buscas aquello que te hace falta, eres amable y te culpas demasiado por los errores que cometes.

—Tu, por otro lado estas más que solo roto, tienes una personalidad horrible porque haces pensar que te preocupas por todos a tu alrededor y que eres amable, cuando la verdad es que no te importa nadie que no seas tú, incluso tus amigos más cercanos son prescindibles para ti. —Que pudieran hablar con tanta naturalidad sobre lo peor del otro, mostraba lo fuerte que era su lazo en realidad.

—Exactamente, ¿Y sabes que es lo que me perturbo tanto? —Ai desvió la mirada con aquella pregunta, no necesitaba hacer un análisis de ello para saber la respuesta.

—Si estas tan roto como aparentas… Es mi deber arreglarte.

 

Quince de noviembre.
Seis de la mañana.

 

Masato respiro profundo antes de dar el primer paso, no podía creer del todo que ese día había llegado. Seguramente, los empleados domésticos detrás de él y de Ren pensaban que estaba ahí para tomar su lugar como jefe de la familia Hijirikawa. Ren le dio una mirada por la periferia a su novio, estaba preocupado por la presión que debía estar sintiendo en ese momento.

El peli-azul pareció relajarse hasta un punto de la serenidad cercano al zen, entonces abrió la puerta del despacho de su padre y entro con decisión. Ren no estuvo seguro de que debía entrar con él o no, pero, vio la mirada que Masato le dirigió en un pequeño instante, entiendo que lo necesitaba ahí con él.

Masaomi le dio a ambos una mirada que congelaría a cualquiera, mas, ambos siguieron con decisión hasta sentarse frente al líder de la familia. La tensión en el ambiente era tanta que fácilmente podría cortarse con un cuchillo. Como si pudieran hablar con tan solo el mirarse al rostro, Masaomi y Masato parecieron compartir unas palabras mudas. Ren no podría qué era lo que pensaba cada uno aun si los conociera de toda la vida.

—Padre, no estoy aquí para hacerme cargo de la empresa. —Dicto Masato con una tranquilidad sorprendente. Su padre, mantuvo la mirada seria ante el comentario de su hijo, pasando su mirada por un segundo al otro.

—Lo dices como si tuvieras otra opción. —Replico el hombre—. No recuerdo haberte dado más de dos años para que trabajaras en tus obras, sino dije nada antes, fue porque parecía ir bien. —Ren apretó los dientes con ese comentario. La última vez que se encontró con Masaomi, escucho un poco sobre ese tema, aun así no esperaba que sacará a relucir en esa ocasión.

—Si ese fue el punto de inflexión, debes comprender que siempre hay tiempos muertos en las obras. —Replico Masato tomando las palabras que Ryuya le había dicho a él tres años atrás—. Ahora mismo, es el mi mejor momento en la actuación. —Termino tensando los músculos de sus manos.

—También es un momento importante la empresa. Es un momento perfecto para la transición. —Replico su padre manteniéndose tranquilo, por su voz podía preverse que no había ni una sola pizca de duda en sus pensamientos.

—Perfecto o no, no voy a hacerlo. —Parecía tan serio como si estuviera dando una entrevista a la milicia. El peli-naranja sentía con más intensidad que no tenía razón alguna para estar ahí, parecía ser que Masato no lo necesitaba ahí, lo estaba haciendo bastante bien sin su ayuda—-. Siempre he querido seguir el camino de la interpretación, y antes de que hagas mención a mis responsabilidades, comprendo bastante bien porque quieres que continúe con el legado de la familia, sin embargo, aun si me criaste para ello, no soy el indicado para hacerlo. —Por primera vez, Masaomi frunció el ceño ante las palabras de su hijo.

{…}

 

Medio día.

 

 Ren echo el cuerpo hacia el respaldo del sofá, dejando caer su cabeza en sobre la tela blanca que cubría el mueble, todo ese día parecía sacado de un drama juvenil, o quizás de una novela, si era sincero no estaba del todo seguro de como las cosas se tornaron de esa forma, aunque estaba agradecido de saber que ese ya no sería un problema para ninguno, no al menos en un buen tiempo.

—¿En qué piensas? —Cuestiono el peli-azul al sentarse a su lado, el otro notó que tenía un pequeño plato con pastel en sus manos.

—Creo que hemos pasado por demasiadas cosas en menos de un año. —Contesto dándole una mirada por la periferia, aunque él no había hecho nada en verdad, de alguna manera había conseguido cansarse, probablemente era cansancio mental solamente, pero, aun así se sentía decaído energéticamente.

—Eso demuestra lo fuerte que somos juntos, ¿No lo crees?

—Como siempre, tienes razón.

 

 


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