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Te estaba esperando por Yae

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12.- Contando tus infortunios

 

 

*

 

— ¿Cuál es tu nombre?

Cuando el pequeño Itachi pregunta con cierta curiosidad le resulta imposible mentir, — Naruto Namikaze dattebayo — se presenta hasta algo apenado, no se imaginaba encontrárselo esa mañana en la entrada del colegio.

— Humm — el otro hace amago de pensar — ya veo, Sasuke me dijo que fue tu hermano quien lo ayudó el otro día cuando cayó al rio y queria agradecerle — aclara sonriéndole por cortesía.

El pequeño rubio se rasca la nuca riendo algo nervioso, — le dire a Menma que lo estás buscando, —sabe que se ganará un reproche de su gemelo por no haber podido seguir siendo “Menma” en ese momento, pero no quiere ni por asomo que el niño pelinegro delante suyo lo crea quien no es.

— Nii-san — la vocecilla de Sasuke se aproxima y el pequeño rubio se sobresalta.

— Sasuke — Itachi sonríe cuando su menor le da alcance — él es Naruto, hermano de Menma — aclara al ver la carita curiosa de su hermanito.

— Ho-hola´ttebayo — no quiere tartamudear pero traga pesado al saber que todo se vendría abajo si el Menma que no quiere ser Menma por ahora, llegase a aparecer.

— El dobe — dice mordaz el chiquillo desbordando toda la indiferencia que puede — hump.

Una vena de enfado floreciendo en sus sienes le obliga a contestar como su hermano le había prohibido, — ¡no me llame dobe que tú eres un teme!

Levanta su puño con ira deseando agarrarse a golpes con el presumido niño pero la sola presencia de Itachi se lo impide.

— ¿Así? Vaya sorpresa, puedes hablar si pensé que eras un usuratonkachi tartamudo —responde mordaz el más pequeño cruzándose de brazos.

— ¡¿Qué dijiste?!

— Sasuke no digas esas cosas.

Itachi reprende en tono conciliador deteniendo todas las intenciones de Naruto, se guarda su repentino enfado para soltar un suspiro ruidoso.

— Ya será hora de entrar a clases — dice el mayor tomando de una mano a su hermanito — cuídate Naruto — se despide amable alejándose del rango de visión del pequeño rubio.

— Nos veremos después, supongo — bufa medio decepcionado cuando ya se halla solo en medio del pasillo donde varios niños pasan de un lado a otro — es un niño muy bonito´ttebayo — menta en voz alta, el hermano de Sasuke le ha resultado demasiado llamativo.

Sueña despierto el tiempo suficiente para que el lugar quede vacío, sin darse cuenta de que la campana hace un par de minutos que tocó, es tan solo el golpe que recibe en la cabeza responsable de regresarlo a la realidad.

— ¡Pero que…! — quiere saltarle encima al responsable de la agresión y queda genuinamente sorprendido de ver a su hermano con expresión clara de sufrimiento e ira, aun con las manos levantadas luego de haber aventado su mochila.

— ¡¿Pensabas quedarte todo el día soñando con él?! — Reclama al borde de las lágrimas — ¡te dije que Menma no se comporta así!

— Les dije que me llamo Naruto — responde, ve con claridad como su gemelo luce más iracundo de un momento a otro al extremo de saltarle encima dándole un certero golpe en el rostro cayendo ambos al piso.

— ¡Tú eres Menma, aun debes ser Menma! — trata de acertar otro golpe pero se contiene — pensé que ibas a ayudarme… — gimotea desamparado.

Una gigantesca culpa le hace sentir miserable, — ya no quiero ser Menma dattebayo — confiesa detestando haber aceptado el cambio de lugares por tanto tiempo — yo soy Naruto y tú eres Menma.

— ¡No, no, no! — Niega tanto como puede apartándose del otro pequeño rubio — aun no puedo ser Menma…

— Claro que puedes — interrumpe, sujeta a su gemelo de las manos — no importa si a veces tienes miedo, yo me asusto en cuanto nombran un fantasma — trata de animarlo, aunque sea solo un niño sabe que terminaran confundiendo quien es realidad quien si siguen con ese juego — no importa si no eres bueno en todo… lo que importa es que seas tú mismo y tú eres Menma dattebayo.

Los ojos claros del otro que le han mirado atentos se afilan ante las palabras finales, — lo que quieres es quitármelo y no podrás — murmura quedito, tan suave que lo dice solo para sí, se traga sus sollozos — vuelve a ser Naruto entonces — habla más alto llenándose de resentimiento — ese Naruto que se asusta por todo, ese Naruto que no puede llegar a la meta, ese Naruto que siempre falla en clases, ese que eres tu — sentencia dando media vuelta para alejarse corriendo.

Las hirientes palabras le provocan cierta ansiedad al estar de nuevo solo, es consciente de que lo dicho por su gemelo es verdad y aunque le guste algo de la perfección de ser “Menma”, prefiere ser quien es, ser Naruto.

 

 

*

 

 

Un frío espantoso le obliga a despertar seguido de un estornudo escandaloso, Naruto se cubre la nariz para contenerse, está temblando y siente los labios entumidos.

Quedarse a dormir afuera ha sido una idea pésima.

Pero no de las peores en las últimas semanas.

El helado viento invernal sugiere una pronta nevada, el rubio agradece que esta no cayese en la noche porque seguramente ahora estaría por completo congelado, se levanta de la incómoda posición en la que terminó durmiendo. Puede verse ridículo al haber amanecido sentado en la entrada de su casa como si no tuviese sus llaves consigo.

Irónico.

Si a quien dejó encerrado fue a Itachi, Naruto esboza una amarga sonrisa al rememorar los ruinosos eventos de la noche pasada.

Confesiones tardías de un malicioso engaño.

No se imaginó que Itachi pudiese llegar a ser tan malicioso.

Resopla sobándose el cuello y estornudando de nuevo. No tiene ni la más remota idea de que hacer ahora que ya es de día.

Bien puede mandar todo al diablo y exigir un divorcio a horas de sus nupcias, irle a gritar a Fugaku Uchiha que su hijo no es más que una furcia que no sabe quién es el padre del hijo que espera.

Niega mordiéndose la lengua como castigo.

Itachi no es ninguna furcia.

Tal vez se deba al frío de la madrugada pero la nariz le pica y los ojos le arden, como si quisiese ponerse a llorar de nuevo. Si termina repudiando a su esposo lo más probable es que los padres de este terminen con alguna otra solución disparatada.

Se refriega los ojos con el dorso de su mano, si abandona a Itachi no quiere imaginar la que se armara cuando todos sepan lo estúpido que ha sido para cargarse un hijo que tal vez no sea suyo.

Tal vez.

Y el despiadado “tal vez” es el que revolotea en sus pensamientos. Sus manos buscan en los bolsillos de su chaqueta las llaves para abrir.

Estornuda de nuevo, girar la simple llave en la ranura se le está dificultando, casi puede sentir sus dedos escarchados y su vaho caliente brotando de su boca le hace titiritar.

Debió dormir en el kotatsu de la sala.

Entra con cautela una vez logra su cometido, cierra con cuidado antes de suspirar pesadamente.

“Sera mejor dejarlo atrás” dice para si en tanto se dirige a la pequeña recamara.

“Nada de lo que hice fue suficiente para ti” sus poco entusiastas pensamientos le cuestan otra vez esa grima carcomiendo su ánimo.

Se detiene delante de la puerta cerrada, observando el marrón de su pigmento con doloroso detalle antes de decidirse a abrir.

Una vez que quita el seguro gira la perilla con lentitud, de seguro que Itachi está durmiendo cómodamente en el futón, contando con que lo va a perdonar como el idiota enamorado que demostró ser en ese breve lapso, para solucionarle todos sus problemas. Arruga el entrecejo ante su deducción.

Pero sus facciones pierden rigidez al no poder poner un pie dentro del cuarto, el artero pelinegro se halla durmiendo en el piso, exactamente al pie de la puerta, casi como él lo hizo afuera. Puede verle temblar ligeramente, esa maldita casa era un congelador.

Suspira en lugar de bostezar, se inclina para poder ver con más cuidado ese bonito rostro que con facilidad podría engañar a cualquiera. Las bolsas bajo los ojos le hacen considerar que quizá paso tan mala noche como él.

Llorando como un niño abandonado.

— Itachi… — murmura moviéndolo un poco — Itachi despierta… — repite su acción con un poco menos de delicadeza — no debiste dormir en el piso, puedes pescar un resfriado dattebayo — reprocha estornudando después.

Y es esa acción la que hace sobresaltar al pelinegro, sus oscuros ojos se abren algo confundidos incorporándose de inmediato.

— Naruto… — musita, le ve con exagerada atención haciendo tragar pesado al rubio.

— Creo que aún no son ni la seis, — informa soltando un pequeño resoplido para entrar del todo a la habitación — duerme un poco más, pero hazlo en el futón— habla parco dirigiéndose a su pequeña maleta para buscar algo de ropa limpia.

— Naruto — Itachi repite poniéndose de pie, obvia el dolor en su cuello y espalda por dormir en el piso, puede ver al rubio de espaldas hurgando entre sus cosas, se acerca con cautela tratando de tocarlo pero conteniendo su impulso — sobre lo que paso ayer…

— Le dije a Clarisse que hoy tomaría el turno de la mañana, debo ir a trabajar.

— ¿Clarisse? — repite el nombre femenino con cierta aprensión, nunca había oído hablar de ella, aunque no puede culpar al de ojos azules, muy poco saben el uno del otro. — Solo quiero que hablemos, Naruto.

— Nn… ahora no quiero oírte — murmura bajito pero se sabe escuchado— tengo que ir a trabajar — vuelve a decir cambiándose de camiseta y pantalones, ya podrá tomar una ducha en su empleo.

— Quiero explicarte cómo sucedieron las cosas — el pelinegro pasa saliva con dificultad tragándose parte de su desesperación, lo poco que ha forjado al lado de Naruto está tambaleándose por su propia culpa.

Pero el rubio ignora la petición, colocándose una chaqueta en color naranjado y negro se dispone a salir.

— Naruto — hace un último intento colocándose justo en medio de la puerta, un gesto de enfado es lo que el otro le regala.

El nombrado chasquea la puerta luego de soltar un bufido ruidoso, — si quieres puedes irte — habla claro, los ojos negros se han abierto en demasía con notoria confusión — siempre he sabido que no sientes absolutamente nada por mí, así que este en un buen momento para acabar con todo esto´ttebayo — quiere oírse indiferente pero le cuesta bastante, aunque lo esté proponiendo no soportaría dejar ir a Itachi. Pero sus motivaciones han sido cruelmente cercenadas.

— No… eso no… — hace una pausa forzosa cuando el grueso nudo de tristeza se atora en su garganta — si me dejaras explicarte… eres importante para mí, te quie…

— Y si no vas a irte — interrumpe pese a ser lo último que desease — cuando regrese podremos hablar, pero no esperes que todo siga igual que antes.

— Bien — murmura y asiente. Todo el desazón que siente le está anegando los ojos, pero se controla dejando paso al final para que su esposo pueda irse.

Naruto duda por exagerados segundos, detesta sobremanera el velo de pesadumbre que rodea a Itachi pero por el momento no se siente capaz de consolarlo. — Trata de descansar, hace demasiado frío aquí — encarga a modo de despedida antes de salir de la habitación y de la pequeña casa.

Y en soledad es que Itachi solloza bajito, tan bajito para que ni su propia conciencia pueda oírlo.

 

 

 

///////

 

 

Con la próxima llegada de las fiestas navideñas el restaurante esta obligatoriamente decorado de verde y rojo, las brillantes lucecitas engalanan los pilares juntos a esas tiras de falso pino. Naruto está casi seguro de que en cualquier momento comenzará a nevar.

Va a necesitar comprar una estufa.

— Naruto… — la voz de su compañera de trabajo le hace despegar los ojos azules del paisaje citadino tras los ventanales. — Estas muy distraído. ¿Pasa algo? — Clarisse se acerca, no es sorpresa para ninguno que haya tratado con el hiperactivo rubio por unos días que este se halla afligido por alguna razón, además las ojeras de cansancio que se carga son difíciles de no notar.

— No es nada´ttebayo — tuerce los labios con mala gana.

— Es que con la cara que traes es difícil creerte.

— Es solo que no dormí bien — se cubre la boca para bostezar — tengo mucho sueño.

— Si quieres puedo decirle al jefe que te sentías mal.

— No, déjalo así. De todos modos esto va a llenarse de gente a medio día dattebayo — sus ojos de nuevo recorren el establecimiento con solo una mesa ocupada.

 

— ¿Me dejaste en casa de mi tía por esto?

 

Una aguda voz hace a ambos sobresaltarse para girar en dirección del inesperado sonido.

Una muchachita de cabellos rubios demasiado claros y de ojos violáceos los observa con desaprobación.

— Shi… ¡¿Shion?! — la mayor casi pega un brinco al ver a la malhumorada jovencita que tenía ambas manos en las caderas luciendo sus curvas en los pantalones que viste junto a un abrigo pesado. — ¿Qué haces aquí?

— Estaba aburrida, si acabo de llegar a Tokio no esperes que me quede en casa sin nada que hacer — responde acercándose a los dos mirando con exagerada atención al flemático rubio — le pedí a mi tía que me diera la dirección de tu trabajo.

— Bueno, estoy en horas de trabajo si quieres después…

— ¿Su nombre? — pregunta señalando a Naruto e interrumpiendo a la otra mujer.

— ¿Eh?... él es Naruto Namikaze, un compañero — presenta — Naruto, ella es Shion. Es mi prima y acaba de llegar a la ciudad.

— Hola — saluda parco restándole importancia a la chica que le recuerda tremendamente a Hinata.

— Voy a quedarme aquí — las más joven decide sentándose en la mesa más próxima.

— Pero mi turno termina en la tarde y las mesas son para los clientes— Clarisse intenta persuadirla, el carácter difícil de la más joven suele ponerlas en apuros.

— ¿Qué no puedo ser yo un cliente? — Enarca una ceja cruzándose de brazos — ¿Cuál de los dos va a tomar mi orden? — cuestiona señalando a ambos meseros.

— Pero…

—  Yo me ocupo — Naruto coloca su mano sobre el hombro de Clarisse — no te preocupes dattebayo — hace amago de sonreír pero su pululosa desdicha no se lo permite del todo. No obstante cuando ve entrando al lugar a Menma junto a Sasuke considera que eso no puede empeorar.

Y siente la bofetada de equivocación cuando tras las caras aburridas de su hermano y cuñado, Sakura, Hinata e Ino ingresan al lugar.

 

— Sera mejor irnos… — Menma le susurra a su novio en cuanto ve la expresión de limón agrio de su gemelo, si estaba casi seguro de que ese día estaría rebosante de felicidad luego de consumar su “noche de bodas”.

— Sasuke-kun, Menma-kun no pueden irse — el afinado oído de Ino; rubia de ojos azules, actúa como alarma de Sakura que también se suma a la petición de permanencia.

— Vamos a pasar un buen rato todos juntos — la chiquilla de cabellos rosados prepara una de sus mejores sonrisas junto a sus pómulos arrebolados antes de acercarse a Naruto — no sabíamos que trabajabas aquí Naruto, espero que no te moleste que vayamos a comer acá.

— No te preocupes Sakura-chan — bufa invocando toda la alegría que puede escarbar de su desdicha sin hallar nada.

 

— ¿Quién se supone va a tomar mi orden? — Shion protesta por haber perdido toda la atención.

— Yo me ocupare de atender a tus amigos, — intentado animarlo Clarisse imita su gesto colocando su mano sobre el hombro del muchacho compungido.

 

Sin duda alguna ese día seria uno de los más pesados en su vida.

 

 

///////////

 

 

Dormir le resulta imposible desde que Naruto se marchó, Itachi suspira con el torso recostado sobre el kotatsu en su diminuta sala. Ya va a dar medio día y solo tiene media ración de arroz en el estómago. Puede ser considerado un genio pero en cuanto a relaciones personales tiene muy poca habilidad.

Si bien su rubio esposo está posponiendo su interrumpida conversación, no quiere creer que sea tan tarde para remediar las cosas, piensa poner todo de su parte para resarcirse y establecer una sincera relación. Sin darse cuenta sus manos han descendido un poco más abajo de su estómago, justo donde su bebé se halla creciendo.

— Dijo que le gusta el ramen… — habla solo, sus oscuros ojos se entornan hacia su móvil contabilizando el nuevo minuto que acaba de transcurrir. Un repentino estornudo le hace brincar en su posición. Se levanta con un ligero sopor entumiendo sus extremidades en tanto busca un abrigo para salir e ir de compras, hace mucho que no cocina, cuando era un niño la gastronomía se le daba demasiado bien, no le resultaba difícil sorprender a Sasuke con alguna delicia culinaria que su hermanito comía encantado.

Pero extrañamente con el paso del tiempo fue volviéndose más estricto con lo que preparaba, todo debía estar en el punto exacto de cocción y elaborado sin la menor equivocación. Por esa razón empezó a tener problemas con lo que cocinaba, su espinita de perfección le exigía volver a preparar cualquier cosa que fallase aunque fuese una minucia.

Desde luego que a su madre no le agradaba nada que desperdiciara ingredientes de esa manera, fue por ello que paulatinamente ha ido cogiéndole cierta tirria a eso de cocinar.

Pero si desea prepararle ramen a Naruto debe volver a intentarlo.

Inspira hondo con las llaves en manos dispuesto a ir a la tienda de comestibles más cercana. Y son los golpes en su puerta los que anuncian una intempestiva visita.

— Nagato, — dice el tono neutro al ver al pelirrojo en cuanto abre.

— Hola Itachi, espero no ser inoportuno. — El familiar de Naruto le mira sonriente.

— Naruto no está y yo voy de compras — explica del modo más amable que puede.

— Ya lo sabía, por eso vine a hacerte algo de compañía. Traje mi automóvil así que puedo llevarte.

El pelinegro suspira y asiente.

 

 

No quiere ser descortés con Nagato pero lo último que desea ese día es socializar con alguien, quiere cocinar y dormir hasta que el rubio regrese, la incertidumbre está agobiándolo por completo. Así que para evitar una conversación se está tomando demasiado tiempo el leer cada etiqueta de los productos que está escogiendo.

— Ya es algo tarde, luego de las compras te invito a comer.

Le da un vistazo fugaz al pelirrojo quien empuja el carrito de compras por el pasillo donde solo ha seleccionado unos cuantos vegetales.

— No tengo mucho apetito, las náuseas aun me incomodan — devuelve el paquete de fideos a la estantería al considerar que tiene demasiados conservantes.

— No por ello vas a dejar de comer — sonríe, quiere animar al pelinegro, tan solo con verle se dio cuenta de que algo estaba mal; tiene ojeras y luce algo pálido. — Es una invitación sin opción a negativas, buscaremos algo ligero.

Itachi suelta un bufido para asentir, — está bien. Te lo agradezco.

 

 

///////

 

 

— Quiero algo ligero — la prima de Clarisse está demorando exageradamente con su selección de platillo, cosa que no ayuda a Naruto y su execrable día. — ¿Qué me sugieres?

— Una hamburguesa — sugiere parco, al no haber ramen el menú solo eso propone.

— Estoy a dieta — la fémina continua leyendo todo lo que ofrecen en la carta dando miradillas ocasionales al rubio que a un lado de su mesa espera con libreta en mano.

— El té helado es muy popular aquí dattebayo.

— No me gusta el té.

— El primer vaso de agua es gratis — dice algo más irritado, casi estrujando el papel contiene un bufido.

— Una hamburguesa estará bien — al fin se decide sonriéndole al de zarcos ojos.

Naruto se muerde la lengua antes de escupir alguna grosería, debe conservar su empleo y clientes tan molestos suelen ir con demasiada frecuencia, — enseguida — se gira dando grandes zancadas antes de que a la muchacha le dé por cambiar de opinión.

 

 

 

— No estas escuchando.

Sasuke respinga ante la voz de Menma que lo observa con el ceño fruncido. Su novio se ha pasado casi cada minuto atento a su atarantado hermano rubio.

— Pide lo que quieres — el Uchiha resopla dándole un sorbo a su bebida.

— Si vas a estar viendo a Naruto puedo irme para no estorbar — suelta mordaz, las risillas de Sakura y las demás chicas en la mesa contigua lo están poniendo de mal humor.

— Cuando dices tantas incoherencias juntas créeme que lo considero — responde cansino, detesta los celos compulsivos de Menma y le cuesta bastante lidiar con ellos. — Ya regreso — anuncia antes de ponerse de pie y dirigirse a los lavabos, siente demasiada intriga por el tosco saludo de Naruto al verlos adjuntándole una horrida expresión.

Un hondo suspiro sale de sus labios, lleva el rostro apoyado en ambas palmas mientras se halla sentado en algunas cajas de tomates en el depósito a un lado de la cocina.

A pesar de todos los contratiempos que junto a Menma tuvieron que enfrentar desde que sus padres fallecieron, a Naruto le gustaba su vida, la creía brillante.

Y estaba seguro del amor que le brinda a Itachi es por completo puro.

Su plan era enamorarlo y vivir feliz a su lado.

Pero las cosas no siempre resultan como uno espera.

Otro suspiro agotado brota de su boca.

— ¿Tan mal estuvo?

Naruto respinga al oír la voz de Sasuke quien ingresa por la puerta abierta.

— Este lugar es solo para el personal dattebayo — dice con cierta mala gana. — ¿Cómo entraste?

El pelinegro rueda los ojos acercándose un poco más, — tu no me has respondido. Creí que las cosas entre Itachi y tu estaban yendo bien.

— Tu hermano no me quiere… — confiesa con un bufido — estoy empezando a creer que nunca va a quererme.

— Hn — musita dando una par de pasos más hasta poder sentarse al lado del rubio, — Itachi puede ser muy listo pero a veces es un completo idiota, aunque este embarazado puedes dejarlo si no te crees capaz de enamorarlo.

— ¿Qué clase de concejo es ese? — Los ojos azules le dedican una mirada mortal al pelinegro — es tu hermano y no es que yo no sea capaz´ttebayo.

 — Hn — repite en su gesto de leve indiferencia — este invierno está demasiado frío — agrega cambiando de tema.

— Extraño el verano, podríamos ir a la piscina o de campamento — suspira con cierta nostalgia.

— Y en verano dirás que quieres hacer muñecos de nieve, todas las personas son igual de tontas — arremete sin tacto ganándose otra filosa mirada azur de su mejor amigo — es verdad, tú lo eras aún más; en primaria te la pasabas tropezando antes de llegar a la meta en gimnasia y tenías suerte de no reprobar algún curso…

— ¡Oye teme ya bájale a tus…

— Ahora es diferente — Sasuke interrumpe al molesto rubio que se ha puesto de pie con violentas intenciones — no es que tus notas en clases hayan mejorado, es solo que ya no necesitas la ayuda de nadie para estudiar y en gimnasia llegas siempre primero — habla sin mirar a Naruto, prefiere prestarle atención a la mancha oscura y desagradable que nota en una pared — tienes bastantes admiradores y gente que te reconoce. Lo has logrado todo con tu esfuerzo — una fugaz mirada de soslayo le confirman a un rubio desconcertado.

— Sasuke…

— Tu mejor que nadie sabe qué esfuerzo y dedicación son necesarios para alcanzar lo que se desea — se pone de pie limpiando el polvo imaginario de sus pantalones — está bien si esta vez quieres dejar las cosas así, Itachi es muy complicado. Solo no vayas a echar de menos la nieve en verano.

Naruto se ha quedado repentinamente enmudecido, Sasuke muy pocas veces suele alentarlo de alguna manera y aunque sus métodos sean toscos puede leer a la perfección sus verdaderas intenciones.

— Gracias… gracias dattebayo — sonríe algo más renovado, ha conseguido restaurar parte de sus ánimos con las pocas palabras del pelinegro, sin necesidad si quiera de haberle tenido que contar la desairosa situación con Itachi.

— Solo estamos hablando de nieve, dobe — una sonrisilla soberbia se asoma en la comisura de sus labios en tanto atrapa el rojo tomate que Naruto le ha lanzado como agradecimiento.

 

 

Pero es Menma quien observa con tremendo enfado las miradas apacibles que comparten ambos muchachos. Se muerde los labios y presiona los puños con fuerza, al final del pasillo no tuvo que acercarse más para oír parte de esa odiosa conversación.

Debe afrontar y solucionar las cosas como están presentándose, así como siempre lo ha hecho.

 

 

Continua.

 

 

 

Notas finales:

 

Saludos, bueno algunas aclaraciones:

Con respecto a Amor Yaoi y el asunto que ocasionó el pánico, aun no estoy enterada de si se resolvió completamente o que nuevas medidas ha tomado Marfil con todo esto, por ello estaré resubiendo mis historias en FF.net y Wattpad, en ambos figuro como YaeMisara y Yae_Misara respectivamente si a alguno le resulta más fácil leer en algún otro sitio (ténganme paciencia D: aun no le entiendo del todo a esas páginas).

Muchas gracias por el apoyo y las lecturas, de hecho las actualizaciones irán antes aquí en AY, cualquier queja duda o sugerencia es bienvenida.

Nos leemos en el siguiente, cuídense mucho.


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