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Te estaba esperando por Yae

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14.- Tan cerca que puedes probarlo

 

 

 

— Todo mundo esta rumorando… — bosteza sin delicadeza, sentado a un lado de las graderías Deidara observa a Itachi en su intento de hacer rebotar el balón en la cancha como solía hacerlo.

— Ya lo olvidaran — responde el pelinegro, la pelota de baloncesto pasa de una mano en otra, el lugar esta vacío por lo que quiere aprovechar y jugar un poco.

— Dicen que tus padres te echaron de casa por andar de fácil con Naruto, hum — chasquea la lengua algo fastidiado — y que ahora estás viviendo con él.

— ¿Cómo saben eso? — hace la pregunta pero sin prestarle atención en realidad, flexiona sus rodillas y acomoda los brazos para poder lanzar el balón… pero falla, la pelota rebota contra el aro metálico.

— Los ven llegar juntos todos los días, irse juntos… no puede ser más evidente.

Suspira cuando la escurridiza esfera deja de rebotar hasta quedar inmóvil a unos metros.

— Supongo que el entrenador lo sabe, por eso sigue dejándote faltar a las prácticas. ¿Por qué no vuelves a jugar? Todos piensan que están enfermo o algo, por eso tu último partido fue tan malo.

— No puedo… al menos no por ahora — musita tomando de nuevo el balón entre sus manos, esta vez se mueve tratando de tomar impulso y vuelve a lanzar.

La pelota entra en el anillo limpiamente.

— ¿Por qué? Eres muy bueno y siempre me pareció que te gustaba jugar.

Claro que le gustaba el baloncesto, le encanta maniobrar esa circunferencia para encestar ante las miradas maravilladas de los espectadores.

Pero no puede volver a jugar hasta que su bebé nazca. Sus dientes hacen presión entre sí con cierto enfado, vuelve a tomar el balón del piso para anotar otra canasta.

En esta ocasión al levantar ambos brazos una punzada en el estómago lo detiene.

— ¿Nn? — Deidara nota el repentino temblor en las extremidades del otro, se levanta de las graderías y se acerca — ¿pasa algo?

— Na… nada — rechina los dientes dejando caer la pelota, respira pausadamente en su intento por calmar el ligero dolorcillo que se mitiga con parsimonia.

— ¿Estas enfermo, verdad?

Y antes de que pueda contestar a la pregunta del rubio, Itachi resiente un golpe en el hombro que lo hace tambalear. Alguien acaba de arrojarle otro balón con toda intención de lastimarlo, al sentir retortijones ni siquiera se percató de ello.

— ¡¿Pero serás imbécil?! — Protesta el rubio viendo con  enfado al responsable — ¿no ves que se siente mal?

 

— Creí que Itachi vino aquí porque quería entrenar, si se siente mal que se vaya a enfermería —al autor de la agresión sonríe tranquilamente cruzado de brazos, lleva el cabello de color violáceo todo peinado hacia atrás. — Mejor váyanse.

— ¿Ah? ¿Y cómo porque tendríamos que hacerte caso? — Deidara dibuja una mueca de sarcasmo en tanto toma la pelota agresora en manos. — Tú mejor ve a llorarle a Kakuzu, Hidan.

— ¡¿Qué dijiste?! — se cruza de brazos frunciendo el ceño con altivez para perfilar su rostro.

— Ya déjalo, Deidara — Itachi interviene irguiéndose algo adolorido, como desea partirle la cara a cierto palurdo pero son pocas las cosas que puede hacer sin sentirse mal físicamente después.

 

— ¿Por qué tanto escándalo? — Una nueva voz interviene en escena y otro compañero de salón de Itachi se asoma.

— Que bueno que llegaste Sasori — de inmediato Hidan le habla al pelirrojo de cabellos cortos que acaba de aparecer — dile a tu rubia que vaya a jugar a las muñecas con su amigo en otro lado.

Itachi da un paso hacia al lado previniendo la acción de Deidara, que con una notoria vena de enfado floreciendo en sus sienes arroja el balón con toda su fuerza contra el de cabellos claros. La pelota impacta ruidosamente en la cara del objetivo mandándolo al piso.

— Creo que ahora otro debe ir a la enfermería, hum — satisfecho sonríe.

El pelinegro solo rueda los ojos, sabe que en cuanto Hidan se levante se armara una tonta pelea.

 

 

////////

 

 

Nunca fue adepto de ir a la biblioteca para aprovechar sus horas libres y terminar sus deberes del instituto, pero desde que está trabajando poco tiempo tiene para hacerlo en casa.

— Cuando Hinata me dijo que estabas aquí, creí que estaba bromeando.

Teme — Naruto bosteza sin cubrirse la boca al ver a su amigo acercarse a la mesa donde está.

— En verdad estas logrando que todos piensen que estas enfermo — con una nimia sonrisilla socarrona el Uchiha se inclina para ver los apuntes del rubio — a… te equivocaste aquí — señala una de las hojas.

— ¿Qué? pero si lo revise más de cinco veces, — escandalizado toma la hoja de papel para releerla hasta que los otros estudiantes que están alrededor los chitan. — No vengas a distraerme teme que así no terminare nunca dattebayo — musita en tono más bajo.

— Humm, Itachi está algo raro… ¿siguen peleados? — inquiere desviando la mirada en ese instante, no quiere entrometerse pero tal vez la actitud de su hermano se deba a algún conflicto afectivo.

— … — Naruto resopla antes de contestar — no… ¿por qué dices que esta raro? — dirige la atención de sus ojos azules a sus deberes, da suaves golpecitos en la mesa con su bolígrafo conteniendo un suspiro.

— Olvídalo, debe ser solo impresión mía — algo fastidiado por la respuesta evasiva prefiere retirarse — te veré después — con un ademan simple se despide saliendo de la sala.

Naruto se revuelve los cabellos con frustración cuando pierde de vista a su amigo, lo mejor será buscar a Itachi.

Suspira.

Guarda todos sus libros en su maletín antes de salir también.

El primer lugar donde busca a su esposo es en el salón de este pero al verlo vacío recuerda que ese día tiene práctica de deportes. Un ligero estornudo se le escapa cuando sale de uno de los edificios del instituto, la blanca nieve que cubre todo ha obligado a que las clases de gimnasia sean en la cancha del coliseo.

Solo quedan unos días para Navidad y aun no tiene idea de que regalarle al pelilargo. Aunque aún estén algo distanciados quiere hacerle un bonito presente pero sin pedirle consejo a alguien terminara obsequiándole un bote de ramen instantáneo.

Cuando llega a su destino se sorprende bastante cuando ve a solo unos cuantos estudiantes pasándose un balón.

— ¡Itachi! — no puede evitar gritar cuando advierte al pelinegro tomando la pelota de baloncesto para intentar encestar.

El nombrado se sobresalta con el grito al igual que sus compañeros, todos dirigen su atención a quien ha vociferado tan repentinamente.

— ¿Naruto? — el pelinegro inclina el rostro a un lado con ligerísima confusión.

— Ya te dijeron que eso es arriesgado… — se siente algo tonto con la mirada de los curiosos encima — masculla entre dientes acercándose al pelilargo.

— El profesor se llevó a Hidan y Deidara a dirección así que estamos practicando un poco — Itachi explica soltando un resoplido por los murmullos de sus compañeros de salón junto a risillas insidiosas.

 

— Ir a resolver sus pleitos conyugales a otro lado.

 

Naruto se muerde el labio inferior ante el comentario insidioso y las carcajadas mal disimuladas. Sus azules ojos se debaten entre buscar al idiota que está provocándolo o ver la expresión que Itachi luzca en ese momento, pero parpadea de inmediato cuando su pelinegro deja caer el balón para apartarse del centro de la cancha sin decir absolutamente nada.

Sin muchas opciones el rubio ignora las demás risillas para seguir a su esposo.

— En mi salón no son tan idiotas dattebayo — resopla algo fastidiado cruzando sus brazos.

— Creí que estabas en clases — habla sereno pero se siente irritado y gritar le parece cada vez mejor opción.

— Si, pero Kurenai-sensei no vino así que tenemos libre.

— Ya veo — inspira hondo, pudiste escribirme al celular,  quiere completar. Naruto no tenía que llegar dando gritos solo porque estuviese jugando un poco, no es que fuese a terminar en el hospital por sujetar la pelota de baloncesto.

El rubio se muerde la lengua, puede advertir la molestia en el otro y no la entiende, si se tomó la molestia de ir a buscarlo y tuvo motivos para llamarle la atención, el doctor le ha prohibido hacer esfuerzos porque su embarazo está catalogado como de riesgo. — Mira Itachi… — inspira hondo, algo de nervios están costándole soltar las palabras que quiere expresar.

— Si tienes algo de tiempo puedes quedarte — ofrece interrumpiendo, fuerza una sonrisa breve y antes de que pueda regresar la mano derecha de Naruto se ha estrellado contra la pared a un lado de su rostro reteniéndolo ahí.

— No puedes jugar, puedes caer o algo — afila su mirada azur.

— Soy totalmente capaz de cuidar de mí mismo — responde en el acto.

— No estas cuidando solo de ti dattebayo.

E Itachi muerde el interior de su labio inferior, se abstiene de contestar. No comprende porque desde que le confesó sobre la paternidad del bebé Naruto actúa como si él fuese a hacer algo que dañe a su propio hijo.

Jamás haría algo que pudiese dañarlo…

— Naruto… — farfulla quedito cerrando los ojos en tanto acerca su rostro al de su rubio esposo, sus brazos se elevan buscando estrecharse contra el cuerpo ajeno, empieza a detestar esa necesidad que lo embarga con mayor frecuencia… sentir afecto, alguna especie de contención, saber que no está equivocándose, que Naruto aun lo ama como pregonaba hace algunas semanas.

Pero como últimamente sucede… es repelido casi del todo. Sus brazos son detenidos por los del rubio y sus labios nunca llegan a rozar los otros, apenas una ligera colisión en la comisura de su boca es lo que Naruto le regala.

— Por favor presta atención a lo que estoy diciéndote´ttebayo —serias y frías se oyen esas palabras, acorde a la perfección con la dura expresión que esboza.

Traga pesado parpadeando con rapidez, — lo hago… — asiente y baja la mirada unos cuantos segundos — eres tu quien no presta atención a lo que yo digo — suspira. Y dando por zanjada la conversación prefiere apartarse sin ser detenido en esta ocasión.

El rubio inspira hondo sin moverse de su posición.

Las cosas no están resultando como esperaba.

En lo absoluto.

 

 

////////

 

 

Las luces del árbol de navidad asoman desde la caja de adornos para las fechas, Menma chasquea la lengua viendo con cierto rencor los inocuos ornamentos que se supone debe colocar en el abeto que su abuelo trajese en la mañana.

Prefiere ignorarlos y enfrascarse de nuevo en su computador portátil, no le ha costado mucho averiguar quién es Madara Uchiha.

Es un empresario que lleva años en el negocio de los automóviles, su compañía está asociada a la de un tal Hashirama Senju y por como lo retratan las páginas de variedades es un triunfador y soltero cotizado. El problema radica en que aún no le halla conexión con Itachi, de ningún tipo, siendo familiares deben verse con regularidad y las veces que ha podido seguir al Uchiha esposo de Naruto no pudo advertirle nada sospechoso.

Bufa cambiando de pestaña en el navegador.

Escuchar música puede que lo relaje un poco.

— ¿Piensas seguir rumiando allí todo el día?

La perfecta voz de Sasuke le obliga a levantar la mirada, su pelinegro novio se cruza de brazos apoyado en el marco de su habitación, viendo con desaprobación como se halla recostado en la cama con el laptop sobre las rodillas.

— Eso se oye como algo que le dirías a Naruto — señala bajando de nuevo su clara mirada a la pantalla iluminada.

— No vayas a empezar de nuevo — rueda los ojos.

Los azures irises se elevan nimiamente para ver mejor al pelinegro y apreciar el fastidio que está generando en Sasuke, — salgamos un rato.

El otro niega sentándose a la orilla de la cama. — Si no vas a usarlos deberías tirarlos — con parsimonia empuja la caja de cartón que contiene los adornos navideños.

— Los subiré al ático, si Jiraiya quiere decorar ese pino que lo haga el mismo — suspira dejando de lado el computador — Sasuke… — le llama frunciendo levemente el entrecejo ante la nula atención, —  Sasuke… — vuelve a llamarlo arrimándose con cautela.

Entonces los oscuros ojos le observan de soslayo como indicándole que puede hablar.

— Sabes quién soy, ¿no es así? — suelta su pregunta confundiendo a su novio, ni siquiera entiende porque ha hecho semejante interrogatorio pero en ocasiones su agotado cerebro necesita aclarárselo a sí mismo.

— Menma…

Y para su alivio visceral Sasuke siempre sabe como responderle.

— Menma, el idiota que a veces consideró bipolar — agrega resoplando  volviendo su mirada al frente.

— No más que tú — responde guardándose la sonrisa que quiere esbozar, la única línea clara en toda su vida era esa persona que se halla en frente, a quien estuvo esperando desde su niñez y por quien sacrificó todo, incluso quien era. Pero volvería a hacerlo para tenerlo tan cerca, para poder saborearlo, porque allí radicaban sus anhelos esos que siempre estuvo persiguiendo.

Y ninguno dice nada más.

Si de algo pueden jactarse es de saber cuándo guardar silencio, respetar el mutismo que cualquiera pudiese imponer entre ambos sin quejarse por ello. Sinuoso Menma acorta la distancia entre sus bocas, recreándose al ser correspondido, regocijándose con la lengua que roza la suya y con la fulminante sensación que lo embarga cada vez que logra sentirlo.

Luego del satisfactorio beso es el gemelo quien se aparta con lentitud abriendo los ojos que cerrase al contacto tomando las milésimas necesarias en las que puede apreciar el suave rubor casi invisible que se agolpa en las mejillas pálidas. — Sasuke… Sasuke… — repite pasando sus manos por la tibia nuca del pelinegro atrayéndolo más.

— No repitas mi nombre tantas veces — reclama en un murmullo bajo, puede decir que esa es la actitud que más le fascina de Menma, esa tan natural que deja ver tan pocas veces, ya tiene suficiente con sus propias mascaras de indiferencia para no fatigarse con las de alguien más. En ocasiones le resulta sumamente contradictorio considerar que es la misma persona que lo rescató aquel día cuando cayó al rio con ocho años, pero atribuye esa abismal diferencia a que en aquel entonces no conocía bien a Naruto y a Menma como para distinguirlos como lo hace ahora.

— Solo una vez más… Sasuke — sonríe en su fuero interno esbozando una milésima de su alegría en su rostro. Y así con su dicha tan cerca como lo desease hasta volverlo a besar es que puede olvidarse del infortunio de Naruto.

Porque así le da igual lo demás.

 

 

////////

 

 

Itachi hunde su rostro en el hueco entre sus brazos sobre el kotatsu, tiene un montón de trabajos de otros estudiantes que resolver pero no tiene mucho ánimo para terminarlos esa noche. Suspira y cierra los ojos.

Con el tremendo cambio que Naruto está demostrando se siente como el total responsable de ello, como si ya no fuese el mismo Itachi del que el blondo decía estar enamorado y no sabe cómo volver a caber en esa imagen que su esposo tenía de él. Sabe que no tiene relación con su aspecto físico que va cambiando conforme su embarazo avanza, pero le es inevitable considerar que tal vez estar perdiendo esa “imagen” de hace unos meses colabora en el distanciamiento de su esposo.

Y nada más al considerarlo la comida empieza a disgustarle, quiere volver a ser ese reluciente Itachi Uchiha a quien Naruto nunca perdía de vista. Sus dientes presionan entre sí con cierta rabia, no debería ni relacionar el problema con su físico pero su entorno no está siendo nada acogedor. Suspira de nuevo en tanto se incorpora, refriega sus ojos con el dorso de su mano para después cubrir su bostezo.

Presiona la única tecla en su celular para ver la hora, ya dan algo más de las once de la noche. Decide dejar los trabajos para el siguiente día encaminándose a la habitación, abre la puerta con cuidado viendo a Naruto sentado sobre el futón con el ceño fruncido mientras intenta resolver sus labores de matemática.

— ¿Necesitas ayuda? — inquiere acercándose para ver lo que el rubio hace, nota de inmediato el error en aquel ejercicio que está lleno de borrones.

— Ya casi termino — contesta tachando el número que acaba de anotar.

— Debiste cambiar el signo aquí — posa su índice sobre el papel en el lugar justo del fallo.

Las rubias cejas se fruncen más fastidiado por su propia torpeza, — maldito signo… siempre me pasa´ttebayo — resopla.

— Si quieres puedo explicarte.

Naruto resopla nuevamente suavizando sus facciones, se toma algunos segundos para ver a su esposo y la bonita expresión que le dedica — bien.

El pelinegro sonríe leve en tanto se acomoda al lado del rubio, desea demasiado que las cosas en su relación prosperen. Empieza a explicar con todo el cuidado que puede, puede leer en las ligeras muecas de Naruto cuando algo no le queda del todo claro y vuelve a repetir con más cuidado.

Es al cabo de algunos minutos que el de ojos azules abre ligeramente la boca todo sorprendido, — deberías ser profesor.

— ¿Por qué lo dices?

— Porque entendí todo, eres muy bueno para enseñar dattebayo — esboza una sonrisa, no creía que los ejercicios fuesen tan sencillos.

Itachi también sonríe animado por las palabras de su pareja, — ¿quieres algo de té? — ofrece arrimándose un poquito más.

— Claro, está haciendo demasiado frío. — Suspira y no puede evitar sentir ese cosquilleo en su estómago cuando tiene demasiado cerca al de cabellos largos, al dueño de esos lindos y lacios cabellos brunos.

 

 

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Ese día en particular está resultando agotador, ir de una mesa a otra llevando los platos sin descansar le sugiere que terminará con dolor de espalda en Navidad. Siendo noche buena el restaurante se ha llenado de parejas que comparten una cena especial o amigos y familias que son demasiado ociosos para preparar la cena de víspera de Navidad en casa.

Naruto le hecha una fugaz mirada a Clarisse que al igual que él lleva pedidos de una mesa a otra, siente cierta tristeza por su compañera, si no cierran pronto ella llegará tarde para pasar la Navidad con su pequeña bebé que de seguro ya está durmiendo.

Y para rematar aún no se decide porque regalo hacerle a Itachi.

Solo a las 10:30 de la noche es que su jefe da terminada la jornada recalcándoles que agradezcan salir temprano ese día, a prisas el rubio se cambia para salir cuanto antes e intentar hallar alguna tienda abierta.

— ¿Pasaras Navidad con Itachi-kun? — su compañera de trabajo se aproxima con una sonrisa.

— Si, pero aun no le compre un regalo dattebayo — explica rápido para terminar de guardar sus cosas en la mochila que siempre lleva a su trabajo.

— Bueno acaban de darnos la gratificación así que no te apures. Si quieres puedo acompañarte a buscar algo.

El ofrecimiento hace respingar a Naruto, estaba seguro de que ella correría a casa para estar con su hija, ­— ¿y Nana?

— Ya está dormida, acabo de llamarle a mi madre. No tiene caso que la despierte, así que el día de mañana la llevaré de paseo — no deja de sonreír.

El rubio se rasca la nuca no muy convencido pero asiente, le urge un poco de ayuda para escoger un presente para Itachi. Pero grande es su sorpresa cuando salen del local tan solo para toparse con Shion, que quien con una sonrisita lleva ambas manos a sus caderas al verlo.

— Vine a recogerte prima — su insinuante sonrisa no le agrada mucho — y de paso venía a darle un pequeño regalo a Naruto — guiña un ojo, extiende la pequeña bolsa de papel que sujeta hacia el rubio

— E… Shion… Naruto y yo íbamos a ir de compras, tiene que buscar un obsequio para su novio — la mayor pasa saliva con pesadez, conoce bien a su familiar y puede asegurar que ese interés por Naruto no es inofensivo.

La muchacha enarca una ceja aun con su presente extendido, — ¡ah! — exclama con evidente sarcasmo — puedo ayudarlos en ese caso, que mejor que la opinión de dos mujeres para comprar el regalo ideal.

— Puedo hacerlo solo, de todos modos gracias por la oferta dattebayo — algo nervioso levanta ambas manos sin saber cómo rechazar el obsequio de Shion.

— No te preocupes será un placer ayudarte — habla fuerte pegándose al rubio y encajándole su regalo en las manos —y no puedes negarte Naruto, es Navidad después de todo.

Y ni las preciosas luces decorando las calles o el manto blanco que cubre las calles lo alivia al ver más de cerca la sonrisa de la prima de Clarisse, no sabe porque pero esa muchacha le da algo de miedo.

 

 

.

 

 

— ¿Estarás con Menma-kun? — Itachi hace algo más de presión en su móvil mientras habla, ya son las 11:15 PM y la comida que ha preparado está enfriándose.

Si, padre y madre dijeron que saldrían a una reunión o algo así. Me pidieron que los acompañase pero no tengo animo de algo tan tonto — la voz enfadada de Sasuke es lo que oye al otro lado.

— Si quieres puedes venir aquí.

Esa es una pésima idea Itachi — un medio suspiro llega a sus oídos — es mejor que tú y el usuratonkachi estén a solas, así a ver si resuelven ese problema que tienen.

— No es un problema — responde mordiéndose el labio inferior.

Como digas, de todos modos nos veremos mañana — un suspiro que distingue apenado se escucha — feliz Navidad…

Itachi sonríe al imaginarse la cara de bochorno de su hermanito al decir la frase tan trillada, — feliz Navidad, Sasuke.

Cuando corta la llamada resopla algo más calmado, le resulta extraño que sus padres estén optando por darse tantas salidas desde su boda, no le agrada la idea de que su hermanito pase solo esa festividad y por ello agradece en parte que Menma esté ahí.

Da un ridículamente corto recorrido por su sala viendo la mesa puesta con la comida esperando, no quiso preparar nada pero se obligó a ello pese a los nervios que le ocasionaba preparar los alimentos. Sus dedos sujetan con fuerza su celular mostrándole la pantallita y los minutos que pasan, quiere llamar a Naruto pero es probable que aun este trabajando.

Suspira sentándose sobre la alfombra, su oscura mirada se entorna a la ventana viendo con detalle los copos que caen con lentitud, la suave nevada de seguro hará que los trenes se retrasen.

Antes de que vuelva a suspirar se sobresalta al escuchar algunos golpes provenientes de afuera de su casa, se pone de pie a prisa dirigiéndose a la puerta para abrir, espera que se trate de Naruto pero es solo el helado viento nocturno lo que siente.

Un leve escalofrió le recorre, se abraza a sí mismo en tanto trata de hallar el origen del golpeteo que se escucha con más suavidad; al vivir en una zona rural sus vecinos no quedan nada cerca, solo el contenedor de basura a un lado del camino parece ser el sitio que emite el ruido. Itachi vuelve a entrar para tomar un abrigo y salir en nueva cuenta aprovechando la luz del farol para acercarse, utilizando la linterna de su móvil se asoma al contenedor pegando un pequeño brinco cuando ve saltar a un delgado gato negro de este.

El oscuro felino le maúlla desde uno de los lados, en perfecto equilibrio y a una distancia considerable, lleva la una de las patas delanteras levantada que se relame con cuidado.

Itachi lo observa con detalle notando el ligerísimo temblor del gato, quien con sus amarillos ojos también lo analiza de pies a cabeza antes de maullar de nuevo.

— ¿Cómo llegaste aquí? — pregunta sin esperar una respuesta, con cautela se acerca al animalito que de un salto cae a la nieve buscando otro refugio, — no voy a hacerte nada — aclara extendiendo su diestra mostrándole sus intenciones pero el minino le sisea para correr con una leve cojera a las cajas de madera apiladas al lado del contenedor y escabullirse en medio de estas.

Suspira siguiendo al atemorizado gato, aun con la luz del flash de su celular encendida se aproxima al escondite del felino totalmente negro, lo halla agazapado al rincón que le gruñe en cuanto lo ve. Itachi lo medita unos instantes antes de regresar a su casa a prisa y buscar un pequeño platillo donde coloca algo del reducido pavo que ha preparado, también rebusca algún cuenco donde sirve leche antes de volver a salir con la comida en manos. Espera que el minino no haya huido y sonríe cuando lo ve aun acurrucado al fondo de la madera.

— Ten… — le ofrece colocando los platillos en la entrada del pequeño escondite — no te preocupes, creo que no tiene tan mal sabor — sonríe para si al percatarse de la naturalidad con la que le habla al animalito que no puede responderle. — Voy a dejar una ventana abierta, puedes entrar si hace más frío.

Sabe que el felino no comerá en su presencia así que se aparta devolviéndose a pasos cortos, levanta la mirada al cielo y puede ver los copos caer con más rapidez, de nuevo le echa un vistazo a su móvil.

Naruto aún no llega.

Suelta un suspiro cansado cuando se halla en la entrada de su casa, se queda por innecesarios minutos observando el camino por donde se supone el rubio debe volver. Ha comprado un pequeño presente para su esposo que espera dentro a un lado de las campanitas que colgaron en la pared a modo de decoración. Exhala su vaho caliente sobre sus manos frías tratando de calentarse un poco en tanto espera, lo mejor sería entrar pero el interior de su casa se siente demasiado desolador.

Cuando ya falta poco para la media noche es que empieza a desesperarse, sus dedos teclean la pantalla de su móvil buscando el número de su esposo para llamar.

El rubio le dijo en la mañana que estaría para cenar juntos, Itachi esperaba una apacible velada donde pudiesen hablar e intentar acercarse más, por ello se esmeró preparando la comida y envolviendo con cuidadoso detalle el pequeño regalo que compró con lo que pudo reunir en esas semanas.

Acerca el móvil a su oído oyendo solo el beep de fondo, el molesto sonidillo se repite unas cuantas veces hasta que lo mandan al buzón. Con cierta ansiedad guarda su celular para sentarse en el pórtico aguantándose el frío de la noche. Ideas pesimistas comienzan a rondar por su cabeza, hasta el punto de considerar que Naruto no vendrá porque no desea verlo, se encoge en hombros reteniendo el poco calor que se proporciona a sí mismo.

Luego de tortuosos minutos comprueba que ya pasa de la media noche y solo suspira con tristeza, se agazapa cubriéndose con los brazos sin percatarse si quiera de que el negro felino se ha asomado desde su refugio para verle con curiosidad después de haber acabado con la comida que le dejaron.

— Es mi culpa — farfulla, con cada pequeño desplante por parte de Naruto siente que esa pesada culpabilidad solo se incrementa ahondando cada vez más en su interior, hasta el punto de angustiarse tanto que solo desea llorar sin atreverse a hacerlo.

Y es que así que permanece rememorando solo fallos y malos momentos, obviando los detalles maravillosos.

 

— ¡Itachi!

 

Solo cuando le llaman a la distancia que reconoce de inmediato el tono de voz, se espabila irguiéndose en el acto. No puede evitar sonreír cuando ve al rubio acercarse corriendo y también a prisas es que va a darle alcance.

— Llegaste… — suspira aliviado cuando queda justo en frente aguantándose las ganas que tiene de abrazarlo pero teme ser apartado.

— ¿Qué haces aquí afuera? — de inmediato Naruto se quita su abrigo para colocárselo al pelinegro que tiene las mejillas todas rojas debido al frío.

— Te esperaba — sonríe ante el gesto y más cuando su esposo se quita los guantes que lleva para poner las cálidas manos sobres sus frías mejillas.

— No quería llegar tan tarde, pero debiste esperar dentro, puede darte una pulmonía o algo´ttebayo — calla antes de reprender, aunque quiso no pudo apresurar su regreso. — Vamos dentro que estas helado. —  Lo abraza con cuidado para ambos entrar en la pequeña casa.

Naruto traga pesado al ver la comida esperando sobre el kotatsu, no debió dejar que Clarisse y Shion lo convencieran para ir de una tienda a otra, si al final no encontró nada que pudiera gustarle a Itachi.

— Voy a calentar la comida — dice el pelinegro tomando los platos para llevarlos a la cocina.

— Ya lo hare yo — inspira hondo tomando de una mano al Uchiha — ven, — lo jala a su lado viendo los brillantes ojos negros — siento haber tardado tanto dattebayo.

— No importa.

— Sí que importa — hace una pausa para volver a inspirar — Ya sé que me demore, pero quería darte algo — rebusca entre sus bolsillos sacando una pequeña cajita rectangular — feliz Navidad.

Itachi esboza una sonrisa ante el gesto y antes de recibir el obsequio abraza al rubio de súbito sorprendiéndolo.

— Feliz Navidad, Naruto.

 

 

 

Continua.

 

 

Notas finales:

 

Siento en verdad el retraso, pero me quede en casa de mi hermana durante la navidad y ahí no me dejaron escribir ni un solo instante. Este capítulo debía ser más largo pero quise dejarlo ahí porque deseaba publicar antes de navidad, como no pude hacerlo ya no le agregue un par de escenas que faltan e irán en el siguiente. Espero les haya resultado interesante este medio especial atrasado, muchísimas gracias por las lecturas y los comentarios.

Felices fiestas a todos y nos leemos en el siguiente… espero que antes que 2017 (:D).

Yae.


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