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Te estaba esperando por Yae

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26.- En este famoso adiós (Donde te conocí)

 

 

 

 

 

Desde el momento en que supo que iba a ser “madre” de algún modo, Itachi no replica en asuntos como lo que sucedería el día del nacimiento de su primogénito, solo se limita a tratar de mantener a salvo a su bebé no nacido y hablar lo menos posible del asunto.

Tiene motivos de sobra para ello.

Cuando le habla a Naruto sobre la dudosa paternidad, el rubio cambia en muchos aspectos.

Y pese a su orgullo y sentimientos confusos se desvive por conseguir su perdón, no sabe si lo ha conseguido… pero es mejor que continuar como lo que son…

Un par de conocidos a medias que tuvieron que casarse.

No obstante las cosas muy lentamente, a paso de tortuga exactamente fueron mejorando, gestos nimios, cercanía no forzada fueron esenciales para que todo se acomode. Itachi  experimenta momentos únicos e irrepetibles junto a su esposo.

Sentimientos perennes florecen y  con ellos su entorno se llena de más conflictos, no puede decir que odie a su tío… el sentimiento negativo es tan cuantioso que le resulta imposible dirigirlo a alguien que admiró cuando niño.

O eso cree, Madara ha resultado tan tóxico y mezquino que fulmina todo rastro de amor que le albergase, ha perdido la cuenta de cuantas veces es maltratado por su propia familia; las mordaces frases de su madre, el desapego de su padre, sin contar con el recelo de su cuñado y antipatía de sus conocidos…

Itachi Uchiha ha sido bajado de su pedestal de la peor forma, lo han reducido a un desprolijo error que ha barrido todos sus logros, todas sus acciones.

Pero puede vivir con ello siempre y cuando tenga el amor de Naruto y el cariño de su hermano menor, con eso le basta para continuar sin romperse en mil pedazos, es solo con ello que llega al final de su embarazo, deseando con el alma que su hijo este a salvo.

Por eso las palabras de Dan le provocan pánico, “los latidos del bebé están muy bajos”, se siente como el único responsable de poner en riesgo a su hijo de nuevo, un nuevo sentimiento de inutilidad le asalta…

Quizá sea incapaz de cuidarlo, de todos modos no lo hizo bien hasta ese día. Quiere llorar mientras lo preparan, la anestesia cumple su objetivo, no siente más que incomodidad cuando aquel escalpelo le corta la piel… hubiera tolerado cualquier dolor tan solo por escuchar a su primogénito llorar.

Pero no es así.

Lo que se supone debe ser el llanto de vida de un bebé no llega a sus oídos, ni pasados segundos puede escuchar nada, el miedo se condensa en su corazón de tal manera que los sollozos son inevitables.

— Be… bebé… — apenas logra hilar extendiendo su diestra para alcanza aquel diminuto cuerpo que el médico sostiene, lleva la mirada empañada por los sedantes y las lágrimas, su corazón está muriendo con el silencio de los profesionales.

Algo está mal.

Y es después de agónicos segundos en los que Dan se gira quitándolo de su rango de visión que al fin logra escuchar un diminuto llanto, tan quedito pero suficiente para iluminar sus ojos, para devolverle la vida que se le estaba escapando de tristeza.

— Esta muy pequeño… tiene que estar en una incubadora, — es el mensaje del de cabellos celestes, le acerca unos instantes a su hijo para que pueda conocerlo, antes de que lo alejen de su lado con tanta rapidez que apenas si ha podido grabar sus diminutas facciones manchadas en sangre en su memoria.

Todo ha sido su culpa…

 

 

////////////

 

 

Cuando la noticia le llega a Naruto de inmediato se levanta, le da igual la punzada de dolor que lo asalta nada más al caminar, las protestas de la enfermera le tienen sin cuidado, sigue a Sasuke y a su abuelo por los pasillos del hospital en busca de su esposo y su hijo.

Se siente fatal al no haber podido estar presente en el irrepetible momento, pero sus manos sudan de la angustia, necesita saber que ambos están en perfecto estado, que todo ha salido bien.

Abre la puerta de la habitación con mucho cuidado, no quiere asustar a su esposo. Lo halla recostado en la cama con una bolsa de suero en el trípode y aguja clavada en un brazo, luce exhausto, realmente agotado, con los ojos entreabiertos le mira en cuanto pone un pie dentro del cuarto.

— Naru…

— ¡Itachi! — Le interrumpe y corre a su lado para tomarle de una mano, su enorme vientre ha desaparecido y una expresión cansada le dedica, — ¿Cómo estás?

— Mi bebé… Naruto… el bebé… — farfulla con los ojos acuosos.

— Shs… — le susurra acercándose para darle un suave beso en la coronilla, para apresarlo en un medio abrazo.

 

— No se preocupen.

Y es la voz de Dan quien ingresa en ese instante la que aplasta la creciente angustia en Naruto por las palabras inconexas de su esposo junto a la expresión marchita, — ¿el bebé está bien? — pregunta girándose para ver mejor al profesional.

— Si — asiente y un suspiro quedito se escapa de los labios de casi todos los presentes, — su peso y tamaño son algo bajos por eso estará unos días en la incubadora, por lo demás se halla bastante bien. — Pueden ir a verlo si quieren, — agrega antes de que el rubio abra la boca haciendo la petición.

— ¿En verdad? — los ojos azures resplandecen sin soltar a su esposo.

— Así es, pero preferiría que Itachi descansase un poco más.

— No-no… — el aludido niega agotado haciendo amago de incorporarse, le urge confirmar con sus propios ojos que su hijo está a salvo, ya que fracasó estrepitosamente en su labor de protegerlo antes de nacer.

— De acuerdo, — suspira sobándose el cuello de paso, ha sido un día largo, ha extendido su turno para atender a los muchachos — iré por una enfermera y una silla de ruedas, aguarden aquí.

— Te acompaño, — musita Jiraiya siguiendo al médico.

 

— Ya lo oíste, todo está bien, así que trata de calmarte, Itachi. Si estas nervioso de seguro que mi sobrino lo va a sentir en cuanto estén cerca. — Sasuke se acerca a la cama, se supone que aún quedaban algunas semanas para la fecha establecida para el nacimiento, no es de extrañarse que el pequeñín este algo diminuto considerando su tortuosa gestación.

— ¿Ya lo saben padre y madre?

— Si, no deben tardar en aparecerse.

— Nagato de seguro también está por llegar, — Naruto sonríe tratando de animar al pelilargo, luce demasiado apagado para un momento tan lleno de felicidad — sonríe — le murmura quedito ganándose la atención de Itachi, los negros ojos cargados de ojeras lo enfocan, — no estés triste…

El mayor traga pesado y más cuando los labios de su esposo chocan con delicadeza en su mejilla, si no estuviese realmente cansado se ruborizaría esbozando una sonrisa, pero apenas puede dibujar un gesto decaído.

— ¿Ya pensaron en un nombre?

La pregunta de Sasuke provoca un ligero sobresalto al unísono.

No, jamás tocaron el tema en realidad.

Naruto mentiría si dijera que jamás pensó en un posible nombre para el bebé, pero se ha guardado sus propuestas debido a los escabrosos acontecimientos que han ido sucediendo como una avalancha desde que se jugó todo por estar con Itachi. Suspira sin borrar su media sonrisa, si quiere reconfortar a su esposo tiene que conservar todo su ánimo, — algo se nos ocurrirá en cuanto lo veamos.

La bonita pero cansada mirada incrédula del pelilargo le hace suspirar quedito ignorando el bufido molesto de su mejor amigo.

Cuando al fin una enfermera llega con la silla de ruedas se apresura a ayudar a Itachi a subir, puede sentir la ansiedad de su pareja quizá mayor que la suya, no le extraña que Sasuke se quede en la entrada del pabellón de recién nacidos, así que opta por tomar la mano de Itachi estrechándola a la par que avanzan escoltados por la mujer algo mayor que solo sonríe sin ser consiente en realidad de lo nerviosos que están.

 

Contiene la respiración de manera súbita al llegar delante de la cajita transparente, a través del cristal que separa la habitación donde su primogénito se halla, Naruto traga pesado apoyando sus manos, el bebé se ve tan frágil y pequeño que sus ojos escuecen, pero pese a ello su pecho se infla de orgullo al haber contribuido con todo lo que pudo para que ese trocito de vida llegase lo mejor posible a este día. Solo cuando los sollozos de Itachi llegan a sus oídos es que baja la mirada para confirmar que su esposo llora con ambas manos pegadas al cristal.

— Puedes entrar un momento Uchiha-san — la enfermera habla, — le hará bien al bebé sentirte cerca.

Sin decir más o pedir el permiso de Naruto empuja la silla de ruedas del pelinegro dentro de la habitación de cuidados intensivos, el rubio sabe que no puede entrar de momento y no va a exigirlo, ya tendrá tiempo de acunar a su hijo entre sus brazos.

Así que solo se mantiene pegado al grueso ventanal viendo como Dan que se halla dentro le habla a Itachi y le permite tocar al bebé a través de esos círculos a los lados de la máquina, la espléndida imagen le consigue derramar unas cuantas lágrimas de emoción y más cuando Itachi levanta la mirada para verle murmurando algo que Naruto quiere creer fue “es tu hijo”.

Un niño.

— Shinta, — murmura pronunciando con cuidado para que el pelinegro pueda leer sus labios, no es un nombre espectacular, ni glamoroso, simplemente será su pequeño en quien pondrán cada granito de amor y cuidado para cultivarlo con dedicación.

 

 

 

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////

/////////////

 

 

 

Madara no puede más que maldecir a viva voz cuando al enterarse de que su hijo a nacido no puede verlo hasta que el juez lea los resultados del examen de paternidad y lo declare como padre biológico del niño que acaba de nacer.

 

“Es un niño, es idéntico a Itachi, no le hallo el menor parecido contigo”

Fue el argumento de la llamada de Mikoto hace un par de días, la desdeñosa mujer parecía muy divertida con aquella afirmación. Pero le daba igual, en unas horas tendrían que estar delante del juez y todo estaría resuelto, tendría todo el derecho de ver a su hijo y arrebatárselo a Itachi para poder criarlo junto a Hashirama.

Hashirama.

El estúpido Senju que no contesta sus llamadas los últimos días.

Tan absorto se halla en sus planes que se sobresalta espantado cuando la puerta de su oficina se abre de súbito.

— Mierda, te dije que no entres a mi oficina sin permiso — reclama fastidiado cuando al fin Hashirama parece haberse dignado a visitarlo. — ¿Dónde diablos has estado estos días?

— Tuve algunos compromisos, — responde parco el de cabellos castaños oscuros acercándose a paso lento, — ¿Por qué las luces apagadas? Ya son casi las cuatro de la tarde.

— Ya iba de salida, — masculla arreglando su traje, si el más alto cree que estará de buen humor al ser ignorado los últimos días está equivocado, — también tengo compromisos más importantes que tú.

— ¿Por qué no me dijiste que se trataba de Itachi?

La pregunta hecha de improvisto casi hace tropezar al Uchiha, se detiene de golpe a un par de pasos de la puerta para girarse y toparse con el semblante frío y sombrío de Hashirama, — ¿de qué estupidez hablas?

— No es un chiquillo ingenuo y asustado, se trata de tu propio sobrino… es a Itachi a quien quieres quitarle un bebé que seguro nunca quisiste en verdad.

¿En qué momento se había enterado de todo?

Los ojos negros de Madara se abren espantados ante la acusación, se ha asegurado de mantener todo el asunto en privado, de la prensa y conocidos, se muerde el labio inferior al saberse descubierto.

— Tu sobrino no se merece lo que quieres hacerle.

Le reprocha y eso basta para ponerlo colérico, se abalanza a su pareja tomándolo del cuello del traje para encararlo, para clavarle su furiosa mirada tan cerca que sus narices están chocando.

— ¿Quién eres tú para entrometerte? ¡¿Eh?! ¡Esto no te involucra!

— Has estado diciendo todo el tiempo que criaremos a ese niño juntos, — responde sereno sin cambiar su expresión pese a que lo sostienen con violencia, — todo esto es porque aun crees que te dejé por Mito solo por un hijo, ¿no es así?

Madara estalla rabioso asestándole un golpe en la boca a su pareja, logra hacerlo tambalear pero no consigue derribarlo, trata de repetir su acción y esta vez Hashirama sostiene su furioso puño con su diestra.

— ¡No vales tanto, Hashirama! — escupe sus palabras, está mintiendo y es consciente de ello, quiere darle al Senju la familia que seguramente anhela tanto como para haberlo dejado por una zorra cualquiera, está acorralado por un sentimiento tan ensordecedor que lo ha consumido desde hace años, no está seguro de cuando, pero ha amado a ese hombre toda su vida… al extremo de perdonarle el haberlo botado para casarse con una cualquiera y volver arrepentido.

No sabe cuántas veces más su corazón será capaz de coaccionarlo para que pisotee su orgullo y acepte cualquier cosa que ese hombre le pida.

— Entonces, si terminamos ahora… ¿aun desearás cuidar a ese bebé?

Ha quedado mudo al oírlo… ¿era una amenaza acaso?, la estúpida moral de Hashirama fue una de las razones por las que ocultó la verdad del asunto, su puño tiembla perdiendo fuerza aun atrapado en la mano contraria.

— Quería que lo criásemos ambos… — murmura y el peso de su desilusión le obliga a bajar la mirada sin notarlo, para ocultar la grima que le está queriendo obligar a derramar las detestables lágrimas que suelen escapársele cuando se trata de Hashirama.

— Tu sobrino ama a ese bebé… no es aceptable que quieras hacerlo sufrir para pretender que tú y yo seamos felices con su desdicha.

— ¡Itachi es un estúpido mocoso! — Grita apartándose con violencia, está cansado de que su sobrino actué como una simple mustia para ganar la lástima de todo su entorno, — ¡yo no lo obligué a nada!

— No puedes hacer esto Madara, — se acerca tratando de tomarlo de las manos pero el Uchiha se revuelve arisco.

— ¡Si no quieres ayudarme, puedes irte! De todos modos regresarás cuando veas que puedo darte lo que quieres… — sonríe ladino ocultando su amargura, está apostando todo a que Hashirama volverá al ver que tiene el hijo que desea tanto.

Pero el otro niega entristecido, — estas equivocado, jamás te dejé porque solo quisiera tener hijos…

— ¡Es por eso! — interrumpe enardecido, no aceptará que el abandono fue por falta de amor, preferiría morir antes de considerar que aquel hombre pueda dejar de amarlo.

— Sabes bien porque me casé con Mito, — unos pasos más y ya lo tiene de nuevo cerca, respirando su aire, desafiando su soberbia, desmantelando sus defensas, — cuando gritas que no me amas… que puedes cambiarme en cualquier momento… que no valgo lo suficiente, estas consiguiendo que todo el amor que siento por ti mengue.

Madara afila la mirada y apenas se resiste cuando lo sostienen de ambos brazos, puede jurar al ver los ojos contrarios tan cerca que Hashirama está a punto de llorar. ¿Cómo puede creer todo lo que dice cuando está enfadado? Debería conocerlo mejor.

— Soy egoísta, Madara. No me basta estar a tu lado y dejar que me uses para apartarme cuando estas de mal humor, necesito oír de tu boca que también me amas.

— Deja tu cursilería, — habla mordaz desviando la mirada — no tengo quince años para…

— Ni quince, ni veinte, ni treinta — le devuelven la interrupción y cuando lo mira esta vez el Senju ha endurecido su mirada, — puedo contar con los dedos de una mano las veces que me has dicho que me amas y casi todas son cuando desfalleces en la cama… no me basta… necesito todo de ti.

— Entonces haces mal en seguir insistiendo, — sabe que debe callarse, que su artera lengua solo conseguirá estropearlo todo como la última vez — si quieres un romance lleno de “te amos” búscate otra pareja, Hashirama.

Tarde su cerebro le advierte del dejavù.

“Si buscas una relación llena de te amos, búscate un noviecito de tu edad”

Lanzó el mismo discurso hiriente a su sobrino y este no dudó en tomarle la palabra, cuando el contacto con Hashirama se evapora su corazón grita escandalizado que corrija su error.

— Lo supuse, — un suspiro agotado suelta retrocediendo del Uchiha — como prefieras, no me involucraré más en tu vida. No quiero ver cómo le arruinas la vida a tu propia familia solo por un capricho sin fundamento.

Madara no comprende del todo pero es solo cuando el más alto lo pasa de largo y se dirige a la salida que se gira a prisa queriendo soltar las palabras que mueren en su garganta.

 

Que si se lo pide, dejará todo.

Que si le jura que no le interesa tener hijos, le creerá.

Que si necesita oír cuanto lo ama, se lo gritara todos los días.

Porque no soportaría perderlo de nuevo.

 

— Encontré un buen comprador para mis acciones en la Compañía.

Le habla estando de espaldas, detiene su carrera en la que quiere abrazarlo y susurrarle todas las palabras de amor que el otro quiere oír. Madara siente el momento igual de doloroso que el día en que lo dejó por esa mujer, está seguro de que va a abandonarlo de nuevo, pero… en ese preciso instante pude palpar algo diferente…

No habrá otra oportunidad.

 

— No fueron años desperdiciados, al menos no para mí.

 

Madara oye sin ser capaz de hablar, como aquella vez, si abre la boca solo gritará algo mordaz e hiriente que hará que Hashirama termine odiándolo en realidad.

— Adiós, Madara.

Casi un murmullo, la puerta se ha cerrado casi en silencio y se ha quedado solo en la habitación, no ha sido capaz de detenerlo de nuevo, concederle una nimiedad como son ese par de palabras sobrevaloradas, — te amo… — farfulla en soledad y penumbra.

Sus blancos dientes presionan entre sí, se lleva ambas manos a sus largos cabellos y tira de los mechones que quieren obstaculizar su empañada visión, se gira desolado para estrellar su puño contra el escritorio, para mandar a volar todos los documentos que reposan allí.

¿Por qué le importaba tanto?

¿Acaso no le demostraba su amor?

¿Es que toda su entrega fue en vano durante tanto tiempo?

Sus memorias se encargan de hostigarlo con cada momento en que Hashirama lo buscó, le confesó su amor, cada gesto estúpidamente cursi que lo hacía sentir como un idiota feliz.

¿Entonces porque debían importar tanto un par de palabras insulsas?

 

 

////////////

 

 

Los escasísimos cabellos negros que asomaban sobre la cabecita de su bebé le anegaban el corazón, Itachi moría en medio de sollozos ahogados al poder tocar los diminutos y delgados dedos de su recién nacido aun dentro de la incubadora.

“Solo un par de días más”

Eso dijo Dan y era suficiente para sentirse animado, podía pasarse horas contemplando a través del cristal hasta que le permitiesen entrar en la sala y compartir esos escasos minutos de momento, las piel algo sonrosada y los ojitos oscuros que ahora estaba cerrados, Itachi recuerda que cuando lo vio por segunda vez hace un par de días buscó las marquitas en las mejillas, esas que le hicieran soñar con un error y que su hijo también llevaba la sangre de Naruto.

Pero no fue así.

Pese a ello, los azures ojos del rubio al otro lado de la habitación separada por un grueso ventanal le hicieron sentir feliz, su esposo sonreía feliz al borde de las lágrimas, trazando líneas distantes que delineaban al diminuto infante que tenía horas de vida entonces.

Por ello le habló esperanzado en que lo hubiese entendido, “es tu hijo” le dijo tan claro como pudo pero tan bajito porque temía despertar al bebé. Era su hijo indudablemente, lo había estado esperando sin dejarlo de amar en todo aquel tiempo y a pesar de todo lo sucedido.

La respuesta de Naruto fue maravillosa, un tenue asentimiento y  lágrimas de felicidad cayendo por sus ojos, “Shinta” estuvo seguro de que vocalizó mudo después y el nombre no pudo parecerle más perfecto.

Era su pequeño Shinta.

 

— Uchiha-san, lo están esperando.

La voz de la enfermera lo trae de entre sus diáfanos recuerdos, da un pequeño brinco cuando siente que su bebé presiona su dedo índice, sonríe dirigiendo su mirada al ventanal, ahí Naruto aguarda igual de emocionado de ver al diminuto ser removerse entre pataleos y amago de llanto como si quisiese tener a sus dos padres a su lado.

Ese día terminaría todo.

Y esta vez mantendría la esperanza.

 

 

///

 

 

— No estén nerviosos, — Nagato trata de animar a la joven pareja poco antes de entrar en la sala del juzgado, dentro de poco el juez leerá los resultados de un examen que ya conocen y dará su sentencia con respecto a la custodia del bebé, Kisame ha trabajado duro pero su mayor expectativa no fue la esperada.

“No le quitaran al bebé al menos hasta que cumpla ocho meses”

Era tan desalentador, tan poco tiempo, se guarda aquel pronostico, no quiere deprimir a los muchachos que apenas acaban de salir del hospital luego del asalto a Naruto y el nacimiento del pequeño Shinta. Aunque apenas pudo verlo a la distancia, Nagato se sintió emocionado cuando sus ojos alcanzaron esa nueva vida que empezaba.

Y la culpa de lo que hizo hace años con su hijo le carcomió en las últimas noches. No pudo ser tan valiente como Itachi para velar por su bebé antes de nacer.

— Ya es hora, — la gruesa voz de Kisame le hace espabilar, el hombre alto se acerca a los tres, — Fugaku, Jiraiya, Mikoto y sus hermanos ya están dentro — aclara al ver las caras angustiadas de los tres.

— Bueno, vamos por todo dattebayo. — Naruto dice inspirando hondo antes de tomar la mano de su esposo, su entusiasmo es admirable.

— Siento no haber podido hacer más, Nagato— le habla al pelirrojo una vez los chiquillos entran a la sala, ha fallado en la promesa de ganar aquel caso.

— Aun no lo demos todo por perdido — sonríe y Kisame está seguro de le encanta ver ese gesto en el rostro del más joven, pero no se lo dirá porque ha fallado en su cometido.

 

Solo asiente y antes de murmurar algo los apresurados pasos de Yahiko les hacen girar en dirección del de cabellos naranjados que llega a prisas.

— ¡Lo conseguí! — Exclama emocionado cuando les da alcance, — no creí… — respira agitado, — que pudiese convencerlo después de lo último que hablamos…

— ¿Yahiko, de que hablas? — Nagato lo mira curioso y lo abanica con su agenda al verlo realmente cansado.

— Pude hacer que se quedara el día de hoy… debería estar en un avión ahora mismo — agrega aun agotado y respirando apresuradamente.

— ¿A quién te refieres?

— A Senju Hashirama, — con una enorme sonrisa se recompone confundiéndolos más.

— ¿Quién es Senju Hashirama? — Nagato enarca una ceja.

— El ex esposo de Mito Uzumaki y pareja de años de Madara Uchiha.

El pelirrojo tarda unos segundos en ubicar a su familiar lejano y abrir la boca sorprendido.

— Hablas de… — Kisame traga pesado ante la información, Yahiko había tenido razón, lo mejor era buscar secretos sucios en la vida personal de Madara y aunque jamás ha estado de acuerdo con esos métodos para ganar un caso, quizá debió hacer una excepción.

— No vamos a perder este caso, Kisame — sonriente su amigo coloca su mano sobre su hombro — confía en mí.

 

 

//

 

 

El exasperante juez lee más de tres veces el resultado de los análisis de paternidad, como restregándoselo en la cara, Naruto muerde la hoja de papel que tiene a manos para contener la frustración.

Esas pruebas no reducen ni un poquito todo el amor que siente por su hijo, porque sin importar lo que diga el mundo, Shinta es hijo suyo. La suave mano de Itachi que se posa en sus nerviosos dorsos le obliga a relajarse.

— ¿No estas asustado? — pregunta quedito cuando los negros ojos le observan de soslayo.

— Estamos juntos, Naruto, sin importar que pase seguiremos juntos… los tres… — una sonrisa triste le dedica pero es suficiente para que el rubio asienta.

Permanecerán juntos, no importa que esta vez tengan que huir al otro lado del mundo, no van a conseguir quebrar a su familia, no después de tanto padecimiento. Dudoso dirige su azul mirada al bastardo de Madara, seguramente el infeliz se halla sonriendo satisfecho, queda algo consternado al no apreciarle la sonrisa ladina que suele esbozar todo el tiempo.

 

— Dadas las circunstancias creo que solo resta definir quién de los padres biológicos tendrá la custodia total del infante, en su mejor interés económico y afectivo.

De nuevo Naruto muerde el papel inquieto, es el turno de los abogados de exponer sus mejores galas y conseguir la custodia, ruega porque no sea el dinero la única razón por la Madara pudiese ganar, porque está seguro de que más amor Shinta no lo tendrá lejos de Itachi.

Ese hombre estrafalario de nombre Zetsu no tarda en enumerar detalles millonarios y todo el tiempo del que supuestamente puede disponer su cliente al estar podrido en dinero, todos parecen olvidar que es un adulto depravado que sedujo a su propio sobrino y lo llevó a la cama sin importarle su lazo familiar.

El juez presta atención hasta que termina, luego Kisame se pone de pie junto a Yahiko, le alegra tener dos abogados y más que hayan ayudado para evitar la anulación de su matrimonio, sabe que su abuela está enfadada pero no importa.

No es como que la viese todo el tiempo, haces años que no sabía de ella para deberle algún tipo de obediencia tardía. Apenas se espabila cuando la mano que Itachi le sujeta presiona con fuerza, eleva sus azules ojos apresurado cuando un hombre de más o menos la edad de Madara entra, hay un silencio sepulcral hasta que Mikoto murmura algo en la parte de atrás de la sala y pasa lo mismo con los pocos presentes.

¿Quién se supone que era?

— ¡No tienes el mas mínimo derecho de estar aquí, Hashirama!

Naruto de nuevo brinca en su lugar ante el arrebato del tío de Itachi, golpea la mesa con claro gesto rabioso.

— Tome asiento, señor Uchiha, — el juez ordena frunciendo el entrecejo.

 

No comprende de que va todo, cuando dirige su mirada a Itachi buscando una explicación es una murmuración lo que su esposo le regala, — es socio de mi tío… y su mejor amigo… o eso creo.

No obstante no tiene tiempo de armarse una película con la poca información, en cuanto ese hombre se presenta como pareja de Madara sus azules ojos se abren desmesurados.

— Llevamos alrededor de diez años de relación interrumpida, la última vez fue por mi matrimonio con Mito Uzumaki.

— Eso es irrelevante para el juicio — Zetsu interviene de inmediato antes de que su cliente estalle de nuevo, Madara parece estar al borde de un ataque.

— Madara me habló de una relación que sostuvo con un menor de edad de donde resultó el embarazo, nunca supe que se trataba de su propio sobrino, siempre me dijo que el muchacho no deseaba tener al bebé y que se lo entregaría al nacer.

Exclamaciones escandalizadas prosiguen y Naruto continua boquiabierto, Itachi jamás diría eso, con las pocas pruebas y testimonios de hasta Dan es imposible pensar que no quisiera a su bebé.

 

— ¡¿Y si es así?! — De nuevo estalla Madara, se puede ver en su expresión que está agotado, recién se logra distinguir que es probable que no haya dormido los últimos días, — ¡¿Quieres quitarme esto, Hashirama?! ¡Bien, no me interesa tener a ese mocoso! ¡Si quieren sigan haciendo fila para ayudar al estúpido de mi sobrino!

— ¡Señor Uchiha!

Otro grito del juez y esta vez los guardias se acercan para calmar el alboroto que está montando.

— No me interesa, pueden quedarse con su estúpido circo y ese maldito crio, — escupe sus palabras con desprecio antes de apartar a los guardias con brusquedad y salir de la sala.

Técnicamente todos los presentes han quedado estupefactos con el accionar de Madara y Naruto puede jurar que vio en sus ojos cargados de cólera, desilusión… esa que te embarga cuando la persona que amas no te ama.

Y le basta observar a ese tal Hashirama para hallar al responsable de aquella visión, con gesto que trata de ser indiferente puede observarle igual de dolido.

 

— Señor juez le pido que evalué este teatro que han confabulado en contra de mi cliente.

— Uchiha Madara acaba de declarar que no le interesa la tenencia de su hijo en lo absoluto.

 

Zetsu y Kisame hablan casi a la vez y el juez golpea la mesa con ese curioso martillo de madera que lleva obligándolos a callar.

 

 

 

—En vista de lo sucedido y lo declarado; la custodia total del recién nacido queda en manos de Uchiha Itachi, y se conmina a Uchiha Madara pagar una manutención de acuerdo a sus ingresos.

Naruto quiere gritar de emoción ante la sentencia pero logra contenerse, pero no puede evitar saltarle a Itachi y abrazarlo con fuerza con una enorme sonrisa estampada en el rostro. No necesitan el dinero de ese tipo, solo la certeza de que no logró separarlos, que él mismo desistió de ello al final.

Y aunque está seguro de que no fue por arrepentimiento, el resultado es lo que importa.

 

Oyen exclamaciones de alivio y sorpresa mezcladas en esta ocasión, los temblorosos brazos de Itachi le corresponden guardándose sus sollozos queditos de emoción, — esteremos con nuestro bebé, Ita… con Shinta… — le susurra con esa misma emoción que esta aguándole los ojos.

Las lágrimas de felicidad son siempre tan maravillosas.

 

 

//

 

 

Los detestaba, a todos y cada uno de ellos. Seguramente ahora estarían disfrutando dichosos el creer haber ganado contra Madara Uchiha… ilusos, solo los dejó ganar.

¿Para qué quería a ese niño si Hashirama lo iba a dejar?

Lo ha traicionado.

Ese maldito Senju prefirió su moral ante el sueño que pensaba cumplirle, Madara se cubre la boca y no logra reunir el ánimo suficiente para abrir la portezuela de su automóvil en el estacionamiento, como lo detestaba, jamás le perdonaría de nuevo.

 

— ¿Aun no conoces a tu hijo, no es así?

 

No se gira pero reconoce esa detestable voz de inmediato, sus puños presionan sobre el capote del automóvil y se traga el gimoteo que lucha por salir de su garganta, —eres un traidor…

— Si, sé que siempre termino haciendo lo que no quieres, Madara. Siento tanto no poder ser lo que quieres; no poder permanecer quieto y en silencio a cada uno de tus caprichos.

— ¡¿Que sabes de lo que quiero?! — harto le grita volteando para encararlo. — ¡vete a celebrar con esos mocosos! ¡dijiste que te irías! ¿Qué haces aquí estropeando mis planes?

— Aun te amo y por esa razón seguiré impidiendo que te conviertas en una persona detestable, — Hashirama le observa sereno y Madara lo detesta más por ser el único desbaratado en esa escena.

— ¡Eres un mentiroso! — le toma del cuello de la ropa como hace unos días, no se ha dado cuenta de que lágrimas de sufrimiento están brotando de sus negros ojos, — si me amaras como presumes… — te quedarías conmigo, calla sin atreverse a terminar su frase.

— Quizá no lo ves como yo ahora, pero ten por seguro que Itachi y ese otro muchacho serán muy buenos padres, estarás orgulloso de tu hijo.

— Para lo que me importa, — se aparta antes de romper en llanto, antes de demostrarle que dejaría todo por él. — Lárgate… ya no hay nada entre tú y yo.

— Lo sé, pero siempre mantendré mi esperanza…

Madara queda en silencio al oír lo último, sus quedas lágrimas terminan menguando, su expresión de completo desconcierto solo se incrementa cuando ve a Hashirama sonreírle como siempre lo hace, esos dientes blancos y resplandecientes, esbozando el gesto por ambos.

— Que un día llegaras a decirme que me amas tanto como yo a ti, que poder abrazarte delante de todos y gritarle al mundo que te amo sin que me niegues y me rechaces. Que solo estamos empezando y no que estarás de nuevo solo en silencio, que en verdad nos pertenecemos.

 

Si, su mundo quedará tan vacío sin aquella persona, pero la razón aun nubla sus ojos sin permitirle ser sincero… tantos años viviendo de esa manera, no era tan simple como el gritarle que lo ama, pero con su silencio solo estaba matando el mismo sus propias esperanzas. Toma mi corazón, llévame a casa…

 

— Siempre mantendré esa esperanza…

 

Lo que parece una reverencia de despedida de un par de conocidos termina en una diminuta tarjeta blanca que el de cabellos lacios deja en el piso antes de marcharse.

Al parecer siempre fue Hashirama quien estuvo esperándolo.

 

 

 

 

 

////////////

 

 

 

Se ve tan irreal, cuando le dan el alta a su bebé hay un montón de gente reunida en la salida, los padres de Itachi, los abuelos de Naruto y sus hermanos, Yahiko, Kisame y Nagato también están allí, junto a Dan aguardan a una distancia algo mayor.

Pero es Nagato quien comienza a aplaudir sonriendo, — ¡felicidades! — exclama radiante, luego de ello siguen más aplausos y felicitaciones.

Itachi esta agradecido pero no puede evitar cuestionarse si sus padres también hubiesen estado ahí si nada hubiera salido bien.

— Si es un niño muy bonito, — Yahiko no tarda en acercarse curioso al ver al pequeño niño que apenas cuenta con unos días de nacido y que envuelto en mantas gimotea cuando la luz le llega al rostro.

— No seas torpe, Yahiko. Aún es muy pequeño, — el pelirrojo reprocha cubriendo de nuevo al pequeñín que Itachi arrulla para calmarlo.

— No creí verlos a todos, dattebayo.

— Si también es mi sobrino, dobe.

— No empieces a insultarme, teme — enfurruñado Naruto también está feliz de tener a sus amigos y familia apoyándolo.

Aunque sea un poco tarde.

 

— Bueno, ya que tendrás que cuidar al bebé, te ayudare en lo que pueda, Itachi, espero demuestres que puedes hacerlo.

La cortantes palabras de Mikoto ocasionan un silencio incómodo, el aludido traga pesado, — no te preocupes madre, te doy las gracias a ti y a padre por haberme cuidado hasta hace algunos meses. Pero no necesito su esfuerzo, ni su aprobación a partir de ahora, Naruto y yo estaremos muy bien solos, educaremos a nuestro hijo y espero en verdad no verlos a menos que sea absolutamente necesario.

— ¡Pero… — la pelinegra está a punto de reclamar la tremenda falta de respeto pero la mano de su esposo que se posa firme en su hombro la calla.

— Comprendemos, Itachi — habla el señor Uchiha apacible — estamos seguros de que estarán bien, espero puedas perdonarnos en algún momento. — Finaliza y gira sobre sus talones, espera que su esposa lo siga y aunque dudosa y segura de que debe dar la última palabra, Mikoto le da alcance a pasos rápidos.

 

— Y yo que pensé que mis padres eran nefastos…

— Ya guarda silencio, Yahiko.

 

 

 

— Todo estará bien´ttebayo — Naruto le murmura a su esposo, — las cosas van a mejorar.

— Ya están bien así — corresponde el gesto sintiéndose seguro y feliz junto al rubio y su hijo. Todo se pintaba prometedor y anhelante desde ese momento.

 

— Naruto — Jiraiya carraspea captando la atención de la pareja, — necesito hablar contigo una última cosa, — con un ademan le indica a su nieto que lo siga.

— ¿Pasa algo Ero-sennin? — pregunta algo inquieto cuando se apartan del pequeño tumulto.

— Nada malo, simplemente quería entregarte esto. — Sonriente le alcanza una pequeña libreta  que se ve como un extracto bancario.

— ¿Qué es esto?

— Es tu herencia, Naruto…

— ¿Q-qué? — La elevada cantidad de dinero allí depositada le hace pegar un brinco — es-es mucho dinero no puedo aceptarlo, además demostré que puedo cuidar de Ita y el bebé dattebayo.

— Sé que puedes hacerlo y lo harás — suspira algo cansado — pero este dinero no te lo estoy dando yo. Es lo que tus padres tenían guardado para ti y Menma desde siempre.

Las manos de rubio comienzan a temblar dudosas, jamás supo de la existencia de ese dinero.

— La casa donde ustedes vivían fue vendida, tus tíos pagaron gastos funerarios y cobraron dinero mientras los cuidaban, cuando los tuve a mi cargo recuperé lo restante junto a cuentas bancarias, se supone que ustedes no tendrían autorización para obtener el dinero antes de la mayoría de edad, pero ya que ahora estas casado necesitas estabilidad, por tu esposo e hijo. — Sonríe en sus levemente arrugadas facciones, puede ser alguien muy festivo la mayor parte del tiempo pero en los últimos meses ha exagerado con el alcohol, — una cantidad igual aun la tendré guardada para cuando Menma cumpla la mayoría de edad. Usa el dinero como lo necesiten, pueden comprar un pequeño departamento más cerca de la ciudad, espero me dejes pagar tu colegiatura hasta que te gradúes… ya sabes… tal vez no me creas y no te culpo pero si necesitas ayuda, puedes contar conmigo.

Es su ofrecimiento final, Jiraiya no quiere perder contacto con lo único que le queda de su hijo; sus nietos. Ya ha peleado con Tsunade hace poco, ya le ha gritado a la mujer que no tiene el menor derecho de intentar manipularlo para que separe a esos muchachos, al menos con ello pudo sentir un nimio desahogo por todo lo sucedido en su matrimonio años atrás.

 

Naruto tiene los ojos brillantes leyendo la cifra una y otra vez, esta emocionado por pensar en sus padres, en que su abuelo trabajó duro para mantenerlo junto a Menma todos esos años, cuando simplemente pudo gastarse el dinero de su herencia para pagar todos sus gastos, pudo no haber tenido la mejor infancia pero al menos tuvo lo necesario para llegar hasta donde se encuentra.

Para poder empezar como debió hacerlo desde el inicio con Itachi, con su Itachi y su pequeño Shinta.

No será fácil, nada bueno en la vida lo es.

Pero no estará solo en ese camino. La sonrisa cálida de su esposo y su hijo serán suficientes para iluminar cualquier camino.

 

 

 

 

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De no ser por Nagato, Itachi hubiese terminado deprimido por todos los cuidados que su bebé necesita y de los cuales todos son tan nuevos que incluso para toda su habilidad en los estudios no basta.

 Están quedándose con el primo de Naruto hasta que puedan recuperar el depósito de su pequeña casa, y consigan un nuevo lugar donde no necesiten su estufa todo el tiempo. Apoya su cabeza sobre la cama a la altura de su pequeño hijo que apenas se ha quedado dormido luego de un baño y leche caliente. Tiene las pestañas largas, Naruto dijo que son como las suyas, pero Itachi no está seguro de que tenga pestañas tan bonitas. Los labios sonrosados y las mejillas ahora regordetas son encantadoras, tiene los ojos negros, de tono tan profundo como el carbón, como todo Uchiha.

Puede que este evitando hallarle algún parecido con Madara, sabe que a larga tendrá facciones de su tío y no es que odie la idea, sabe que es inevitable. Pasa su anular por la suavísima piel sin despertarlo, siempre se queda demasiado tiempo observando a su primogénito, sin darse cuenta de que quizá nunca haya sonreído tanto en toda su vida.

— Voy a salir un rato — un Naruto terminando de cerrar su chaqueta naranjada entra en la recamara.

— Shs, — el pelinegro lo chita suavemente poniéndose de pie para acercarse a su esposo, — acaba de quedarse dormido.

De inmediato los ojos azules viajan a su hijo y sonríe más que orgulloso, ese pequeño se parece tanto a Itachi que de seguro será tan encantador como él, — papá va a salir un rato — habla en un murmullo para aproximarse y darle un beso tan suave sin querer despertarlo, conoce bien la potencia de sus pulmones cuando alguien interrumpe su sueño, — cuida a mami mientras no estoy — dice más bajito como un secreto entre los dos.

Itachi frunce el entrecejo unos instantes pero sonríe enternecido después, desea poder apreciar todos los días escenas tan maravillosas como esas, porque son todo lo que necesita para ser feliz.

— Yahiko dice que puede conseguirme empleo donde él trabaja, sería como mensajero pero los horarios no son nada malos, — el rubio informa una vez que se aparta de su hijo y se dirige a la salida para no despertarlo, —los veré después — radiante se acerca para besar a su esposo en los labios, le corresponden de inmediato pintando con realidad aquellas fantasías que tuvo hace tanto, por las que ha luchado hasta conseguirlas.

 

Un espléndido abrazo y tiene que salir, aunque le han dicho que mejor descanse una semana más para que la herida del cuchillo se cierre por completo, Naruto no puede darse el lujo de seguir desempleado.

Pero antes de presentarse en el bufete donde trabaja Yahiko tiene que hacer una parada.

 

 

— Aunque rompiste muchos platos los primeros días, siempre has sido un buen empleado, — su antiguo jefe es un hombre bastante mayor, por ello suele ser un cascarrabias de vez en cuando — si necesitas algo, eres bienvenido aquí, cuídate mucho, muchacho.

— Se lo agradezco mucho — está algo apenado por los halagos, — por darme un empleo sin saber nada y por todo.

— Eres un buen muchacho Naruto, serás un buen hombre.

Se esforzará por serlo, porque necesita saber a dónde van los hombre buenos.

 

— Naruto, me alegra verte de nuevo — y aunque quiso evitarla se topa con Clarisse al salir del local, — la verdad… siento lo que pasó en el hospital… ¿cómo vas con Itachi-san? ¿aún están…

— Hola Clarisse, — suspira — oye… quería darte las gracias por ser mi amiga y darme buenos concejos… pero no creo que nos veamos de nuevo, no quisiera que fueses a decirle a Shion para que ella haga algo que lastime a Itachi o al bebé… — resopla guardándose su enfado al recordar lo que Menma le dijo que sucedió el día que nació Shinta, como la prima de Clarisse actuó.

— Eso fue… Shi-Shion me dijo lo que paso ese día y — dudosa trata de explicar, no quiere que el rubio tengan esa imagen de la amistad que le ofreció desinteresada, quizá ahora sus sentimientos han cambiado pero eso solo coloca a Naruto en un lugar más importante en su vida.

— Lo siento Clarisse, pero esta vez seré egoísta con mi amistad, siempre voy a amar a Itachi y pese a todo te aprecio por eso no te diré mas dattebayo.

La mujer se muerde el labio inferior sin poder replicar, el rubio tenía razón y aunque no se lo dijera fue una pésima amiga. No merece la amistad de alguien como Naruto.

Así que solo puede gimotear cuando el invaluable muchacho da media vuelta y se despide probablemente para siempre, no tiene muchas probabilidades de verlo nuevamente.

 

Al salir del local Naruto siente un alivio visceral, ha tenido suerte de no encontrarse con Shion.

— Así que volviste.

O eso pensaba.

— Eres algo cobarde, Naruto… Clary no merece que… — se sobresalta cuando el muchacho se acerca tanto como si sus manos fueran a parar a su delgado cuello.

— Quizá sea cobarde, porque no quería verte, — casi sisea arrugando el ceño, si bien la chica nunca le pareció del todo mala al parecer se equivocó al no considerar de lo que fue capaz.

— Por culpa de tu noviecito me suspendieron y a tu hermano también — le devuelve el gesto poco amable.

— No metas a Itachi en esto, si alguna vez intentas hacerle algo de nuevo… —inspira hondo acentuando su enfado, la mujer delante suyo ha llegado a colmarle, — no me importará que me expulsen por devolverte el favor´ttebayo.

Guardando toda la compostura y educación que se supone le dieron sus padres y abuelo, pasa de largo a Shion, espera haber sido lo suficientemente claro, desafortunadamente la seguirá viendo hasta que se gradúe, al menos Itachi ya no lo hará dentro de poco.

 

 

///////

 

 

El día de la graduación está despejado, con un sol apacible y algunas nubes que convierten el día en uno refrescante, los estudiantes de último grado se acomodan en las graderías para tomarse las fotos y estar listos para cuando recojan ese trozo de cartulina tan importante.

Las nubes maliciosas parecen tomar forma de corazones y flores empalagosas, Menma tuerce los labios apartando la mirada del cielo.

— Si estas peor que un limón, — la voz amena de Naruto hacen al nombrado chasquear la lengua.

— Esto es muy aburrido — murmura cerrando los ojos y cruzando los brazos, cualquier cosa le resulta mejor que estar ahí sin hacer nada.

— No dirías lo mismo si Sasuke estuviese aquí — no puede ver como su gemelo sonríe, — vamos no seas tan amargado, sabes que el teme es demasiado orgulloso, deberías buscarlo tú.

Siempre lo hago, piensa el menor sin dignarse a responder, no es que le falten ganas de buscar al otro muchacho, pero se ha reprendido al intentar llamarlo o tratar de coincidir de alguna manera, suspira quedo.

— No te preocupes Menma, de seguro que el teme esta igual que tu dattebayo.

¿Acaso Naruto ha hablado con Sasuke?

Se muerde la lengua, seguramente ambos si han hablado mucho esos días, ya no tiene por qué incomodarle esa relación, es inevitable.

Ambos seguirán siendo los mejores amigos probablemente por toda la vida.

 

 

*

 

 

— No debiste hacerlo, — fue su murmuración en cuanto pudo visitar a su gemelo en el hospital luego del incidente en el que solo fue un espectador asustado cuando las voces extrañas irrumpieron en su conversación con Sasuke por teléfono, estuvo aterrado por la angustia al no poder hacer nada, oír burlas y la voz molesta de su novio reclamando algo.

Luego un estruendoso pitido y la llamada finaliza.

Cuando Nagato lo llama para informarlo solo puede sentirse peor aún, fue Naruto quien estuvo para proteger a Sasuke, para hacer lo que él fue incapaz.

—  Pero lo prometimos dattebayo — la sonrisa algo magullada y cansada de su gemelo intensifica su culpa.

¿Por qué tenía que ayudarlo?

¿Es que Sasuke le interesaba tanto para arriesgarse de esa manera?

Oh, no quiere sentirse más celoso, de ser así terminará odiando la acción de su hermano por sobre las posibles consecuencias, porque considerará que simplemente lo hizo para robarle su atención, par a acapararlo como siempre parecía, dejando de lado a Itachi incluso.

Sería espantoso de ser cierto.

— Menma…

Le llaman y respinga, su hermano mayor parece preocupado, es un gesto que pocas veces le ve y por eso le resulta novedoso, — estaba pensando… — responde por impulso, últimamente se la pasa haciendo las cosas sin meditarlo lo suficiente y eso le molesta.

Menma no es así.

El no debería ser así.

O quizá es como siempre ha sido.

— ¿Y en qué piensas? — de nuevo Naruto sonríe, medio incorporado en la cama le provoca la sensación de hermano mayor después de mucho tiempo y no está seguro de porqué.

—En el día en que… lo prometimos, — dice en tono bajo, recuerda bien el momento en que el inusual trato se hizo.

Tenían como doce años, fue poco antes de que su trato afectivo se volviese tan osco, una insulsa pelea nuevamente desencadenada por Sasuke y los celos que no puede evitar tener terminaron con ambos dándose golpes y rodando sobre el césped del jardín llenándose de barro.

Recuerda haber reclamado por enésima vez que se alejase de Sasuke, y en esa ocasión Naruto en lugar de decir que era su amigo le impone el acuerdo; “¡solo lo estaba ayudando! ¡esos idiotas eran cinco! ¡se supone que yo cuide a Sasuke si tu no estas, porque se lo importante que es para ti!”

Su puño se mantuvo en alto sin asestar en nuevo golpe, no procesa bien aquella declaración.

“Cuidaras a Itachi también… ¿no es así? Si yo no estoy ahí dattebayo.”

No le gusta el trato, no quiere cumplirlo pese a ser tan viable.

“¡Di que lo harás!”

Son pocas las veces que Naruto se impone como hermano mayor y esa fue una de esas ocasiones, casi como regañado estrecha la mano de su hermano.

Es un trato.

 

Era un trato, se siente decepcionado al no cumplir su parte, su hermano puso en riesgo su vida para proteger a Sasuke y él solo pudo comportarse como un idiota con Itachi.

 

 

— No te preocupes Menma, — la sonrisa enorme que su gemelo le dedica le hace tragar pesado — sé que no odias a Itachi y que lo ayudarás también si lo necesita…

 

 

 

*

 

 

 

No es como si ahora estuviesen a mano, solamente hizo lo que debía el día que nació Shinta, no podía dejar que esa chiquilla loca se aprovechase de su estado. Se muerde la lengua al comprender.

Naruto de seguro tuvo la misma sensación cuando Sasuke estuvo en peligro, no solo era su mejor amigo.

— Naruto… — le llama abriendo los ojos al fin.

— ¿Hum? — el rubio se gira curioso para verle.

— Gracias… — farfulla — por ser mí hermano…

El gemelo mayor tarda unos segundos en reaccionar, cuando lo hace le da una fortísima palmada en la espalda acompañada de su brillante sonrisa. — Ni me des las gracias, siempre seremos hermanos dattebayo.

Puede quejarse del golpe o minimizar sus palabras pero Menma solo atina a sonreír, un gesto diminuto y casi invisibles, pero genuino y duradero.

No tiene mucho tiempo para disfrutar la escena porque los aplausos de los demás en las sillas los devuelven al acto de graduación, puede ver a su cuñado junto a su salón, Itachi indudablemente iba recuperando del todo esa brillantez que tenía hace meses, solo que ahora sabe que su hermano ya no sufre observando al Uchiha a distancia.

Y aunque no lo admita está feliz por Naruto.

Desvía sus ojos un poco a la izquierda y ve a Nagato llevando una pequeña carriola en color rojo, a su lado esta Sasuke, tan perfecto e indiferente como siempre, o eso cree hasta que se topa con la oscura mirada.

Los negros ojos lo enfocan antes de apartarse algo incomodos y eso le brinda a Menma seguridad.

 

 

 

//

 

 

Ha sido un evento bastante memorable, aunque sus suegros no estuvieron presentes sabe por Itachi que le llamaron para felicitarlo. Naruto se despereza estirando sus brazos por sobre su cabeza soltando un bostezo, se halla sentado en sobre el césped cerca de la casa de su abuelo, la vista de esos campos verdes es simplemente maravillosa.

—  ¿Dónde dejaste a Itachi?

— Está despidiéndose de Nagato, — otro bostezo — se llevan bastante bien dattebayo — no se gira para ver a Sasuke, está más enfocado en el lento atardecer que va llegando entre los colores rojos y naranjados del cielo.

— Fue un buen día — el pelinegro susurra sentándose a su lado.

— Más que eso — se deja caer hacia atrás con los brazos cruzados tras su cabeza, — Menma preguntó por ti.

Naruto sonríe cuando nota como su amigo suelta un bufido para disimular el tenue rubor en sus mejillas.

— No vine a hablar de tu hermano.

— ¿Entonces?

El Uchiha suspira acomodándose mejor, para poder apoyar su mentón sobre sus rodillas, no es que adopte esa postura muy a menudo pero por ese día va a permitírselo, — no te di las gracias por lo que hiciste.

— No te preocupes — sonríe — eres mi mejor amigo y eres la persona más importante para Menma, jamás permitiría que algo malo te sucediese dattebayo.

— No es solo por esa noche Naruto, es por querer a mi hermano también — suelta otro suspiro y dirige su mirada al ocaso — suena tan raro… a veces oía hablar a algunas chicas del salón, diciendo que los polos opuesto se atraen… que tú y yo seriamos la pareja perfecta…

Naruto lo mira curioso, nunca supo de esos rumores, quizá porque es demasiado distraído.

— No es tan sencillo, si no tienes nada en común con la otra persona sería algo demasiado efímero.

— También lo pensé, — se incorpora para quedar a la par de Sasuke, — pero Menma siempre decía que los sentimientos no son física, no existe una ley universal para enamorarse y estoy de acuerdo con eso´ttebayo.

— Tú e Itachi no tienen muchas cosas en común tampoco, — dice con ligero sarcasmo.

— ¡Ah! Pero tengo su infinita paciencia. ¿Y quién dice que no tenemos nada en común? Nos gustan las mismas películas, el mismo sabor de helado…

Su enumeración con los dedos de las manos es interrumpida por la abrupta risa que Sasuke suelta, — eres un dobe, Itachi es muy mercurial(1) así que la tienes fácil, — completa con expresión divertida.

—… — Naruto se queda en silencio haciendo un puchero de inconformidad, no parece que Sasuke haya dicho algo malo, solo que no entiende a que se refiere, debe recordarse preguntarle a Itachi que significa mercurial más tarde. — ¿Es que no tienes nada en común con Menma?

Un ligero silencio prosigue y aunque no es incómodo sirve para evanescer la sonrisa del pelinegro, — nunca dije eso.

— Entonces deberías hablar con él, no quiero ser un entrometido y ni siquiera sé porque están peleados pero… — bufa — ¿no pueden intentar hablar?, son más inteligentes que yo dattebayo.

— Hn.

 

— Me gustaría intentarlo ahora.

Naruto pega un respingo cuando oye a su hermano, Menma acaba de aparecer tras suyo como una especie de aparición malévola, aunque su expresión calmada sea nueva.

—E… i-iré a buscar a Itachi, los veo en la noche en casa de Ero-sennin — el rubio se pone de pie a prisas apartándose para dejarlos solos, cruza los dedos emocionado esperando que su cuñado y hermano puedan resolver sus problemas.

Hacen una curiosa y bonita pareja.

Ríe en sus adentros.

 

 

//

 

 

Tuvo que rechazar la cena que Jiraiya planeó para esa noche en honor a la graduación de Itachi, hubiese querido acompañar a sus familiares pero la insistencia de Yahiko no le deja otra opción.

El de cabellos naranjados se la ha pasado llamándolo desde hace días para que acepte una invitación a comer.

Y cree que ya es momento de decirle todo, con ello es más que seguro que decline en su insistencia de que vuelvan a salir, porque indudablemente no podrá olvidar jamás lo que sucedió hace años y lo que le hizo a ese bebé que ahora sería un niño adorable.

— Pedí vino, — Yahiko sonríe, está seguro de que esa es su oportunidad para enmendar un poco su indecisión de hace años. —Espero no te moleste.

— No, está bien — el pelirrojo suspira algo inquieto cuando sirven la bebida rojiza a la para que les entregan el menú para decidirse.

— Estoy encantado de que aceptaras mi invitación, ¿Cómo están Naruto e Itachi?

— Bastante bien, de hecho ya encontraron un buen departamento, los estoy ayudando con el contrato y lo demás  — suspira dándole un sorbo a la bebida.

— Me alegra mucho, eso quiere decir que tendrás más tiempo después, ya sabes, me gustaría que pudiésemos vernos más a menudo.

— Yahiko, — suspira dando otro sorbo — hay algo que debo decirte antes que continúes con esto.

— ¿Esto?

— Sabes de que hablo — bufa algo más inquieto, está sintiendo que las palmas de sus manos están sudando.

— No quiero presionarte, — el más alto hace amago de sujetar sus manos sobre la mesa pero elude el contacto, —¿Nagato?

— Veras… — inspira hondo antes de comenzar, era mejor hablar del incidente de una vez, — en la universidad…

— No, lo que paso en aquel entonces ya no es importante — interrumpe — quiero que nos demos otra oportunidad, conocernos de nuevo y…

—Estaba embarazado, — interrumpe logrando con las dos simples palabras que Yahiko quede atónito, el de cabello naranjado abre más los ojos y retrocede en su posición.

— ¿Qué?

— Lo que oíste… lo que pasó entre nosotros… no tomamos precauciones y… — un nudo pesado se asienta en su garganta dificultándole hablar, — estaba tan asustado cuando lo supe.

— ¿Por qué no me lo dijiste?

El tono de Yahiko ha pasado de ameno a aterradoramente serio, Nagato puede ver como sus ojos se han ensombrecido, como su mandíbula esta tiesa y sus manos presan la servilleta sobre la mesa para contenerse.

— Tu llegaste ese día feliz porque Konan y tú, — suspira haciendo otra pausa, quiere desviar la mirada pero debe asumir su responsabilidad en el asunto también, Yahiko tenía derecho a saber a qué iban a tener un hijo, sin importar nada debió decírselo.

— Esa… esa no es excusa — vacila negando varias veces, toma la copa de cristal terminando su contenido, — Dios, Nagato dime que no… —traga pesado.

— Por eso me fui de la universidad, mis padres no lo hubieran aceptado, tu no lo sabias y… — sabe que sus ojos se están anegando que a pesar del tiempo rememorar ese desafortunado evento le hace sentir fatal. — Ódiame Yahiko, ódiame como yo me odio por haber interrumpido mi embarazo… fui tan cobarde, tuve tanto miedo — ahora está llorando, se lleva ambas manos al rostro, ha llevado aquel secreto solo para si durante tantos años, nunca se imaginó decírselo a esa persona. — Cada noche… imagino como sería de estar aquí…

Contiene su grima y mira al otro, está seguro de que le gritará unas cuantas cosas para irse dolido, si no lo ve de nuevo será lo mejor para ambos.

Pero está llorando.

Puede ver como Yahiko derrama lagrimas igual que él, como se queda sentado y su rostro jovial esta estático, las trasparentes gotas saladas empañan sus mejillas con desolación, — lo lamento tanto… fue mi culpa…

Nagato no sabe cómo responder y las ganas de llorar se incrementan, están en un lugar público pero lo único que quiere es abrazarlo y decirle que la culpa es de ambos… que aquella condena deben compartirla, porque a pesar de jamás estar juntos de nuevo no podrán borrar lo que ya fue.

— Nagato… — le llaman, las manos del de cabellos naranjas al fin apresan las suyas, los ojos marrones aún están empañados, — por favor perdóname… jamás debí dejarte… si tan solo…

— Tu también perdóname… — hipa sin querer, quizá ya no sea amor pero Yahiko siempre será importante en su vida, — por no decírtelo… por huir…

Y es solo así, sujetándose las manos sobre la mesa en medio del local iluminado a media luz que sufren juntos, no hay abrazos dramáticos ni llanto ensordecedor.

Solo sus lágrimas derramadas al unísono por un hijo que no pudieron tener, por aquella diminuta vida que no pudo ser, por sus malas decisiones, por todos esos años de silencio, por esos errores que ahora lamentan.

Nagato sabe que no es tan sencillo, le ha llevado años sobreponerse a su propia decisión y el intentar enterrar sentimientos de antaño, no es como si pudiesen hacer de cuenta que nada ha sucedido, que pueden empezar de nuevo y seguir su romance de adolescentes.

Y agradece que Yahiko no hable más de eso, es un pequeño luto que ahora el otro debe afrontar, al parecer se equivocó cuando pensó que no le interesaría, que olvidará con facilidad, quisiera preguntar en que está pensando, la razón de las silenciosas lagrimas que continúan cayendo, incluso cuando Nagato ya ha dejado de llorar.

— Nosotros ya tuvimos nuestro inicio y final… — murmura luego de varios minutos, es doloroso ver llorar a esa persona.

— Me quedaré aquí… a tu lado en silencio, si es a lo único que puedo aspirar está bien… — inspira hondo limpiando los restos de lágrimas que quedan con el dorso de su mano, — déjame permanecer a tu lado, Nagato.

El pelirrojo no responde, puede negarse y pedir distanciarse definitivamente, pero es curioso cómo se siente más ligero luego de compartirle la carga a Yahiko, ya no es el único responsable por lo sucedido, la angustia apabullante que experimenta al recordar ha menguado lo suficiente para considerar permanecer cerca del otro.

Puede ser algo egoísta pero al fin ha encontrado algo de alivio en su dolor y es solo con esa idea que asiente antes de brindar una caricia sobre las manos de Yahiko, rozando con sus dedos los nudillos ajenos.

Pueden enterrarse mutuamente.

 

 

 

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— Itachi me dijo que las cosas entre tú y Naruto están mejor, — es el dialogo de apertura de Sasuke al estar a solas con Menma, el otro muchacho lo mira de soslayo sentado sobre el verde césped de aquel bonito paisaje que va tornándose en naranjado y rojo a la llegada del ocaso.

— Hemos podido… resolver nuestras diferencias — habla bajo y haciendo una pausa, cosa que le resulta curiosa porque el gemelo pelinegro casi nunca lo hace.

— Hn, se tomaron su tiempo — Sasuke suspira observando el horizonte sintiéndose inusitadamente bien, se toma el tiempo de pensar en la persona a su lado, recuerda bastantes cosas en las que estuvo involucrado, mas recuerdos que los que conserva de sus padres… probablemente sin la compañía de ambos hermanos el cariño de Itachi no hubiese bastado para hacerlo sentir feliz del todo… quizá.

 

Suspira de nuevo pero esta vez un poco más alto consiguiendo que Menma se gire para verlo.

— Te extraño.

La sencilla pero significativa declaración provoca la sensación de evidente felicidad en el Uchiha, también lo extraña… tanto que es difícil admitirlo, llegar a su casa y hallar un vacío que la ausencia de su hermano hubo dejado era más difícil sobrellevar sin la compañía de Menma.

Sin esas salidas ideales que los llevaban a lugares que solo a ellos les importa, sin darse la espalda, aguardando lo necesario y compartiendo más cosas en común de lo que alguna vez alguien pudiese imaginar, no necesitan ser opuestos para enamorarse, ya el mismo Naruto lo dijo, y aunque ninguno tuviese tan magnánima paciencia como Itachi estaban bien…

O al menos lo estuvieron.

— También te extraño… — se decide a murmurar, bajito para no sentirse avergonzado pero con la suficiente claridad para ser escuchado, puede ser osco la mayor parte de las veces pero Sasuke nunca ha sido estúpido.

— Sé que… —Menma suspira — piensas que soy mejor de lo que soy…

— Eres Menma, — interrumpe mordiéndose la lengua unas milésimas — siempre lo he sabido, que seas mejor o peor eso me es irrelevante, claro que no estaría de acuerdo con tu mediocridad… — bufa sin estar muy seguro de sus palabras están logrando transmitir lo que siente y lo que piensa, lo que quiere en realidad.

Los ojos azules de otro pelinegro se le quedan mirando fijos, cohibiéndolo solo un poquito, son segundos agobiantes antes de que el Namikaze suelte una risa breve pero elevada, de esas que no se ven muy a menudo.

— No puedo permitirme la mediocridad, Sasuke.

— ¿Entiendes las cosas que digo? — se ve obligado a preguntar.

— Por supuesto, pero de algún modo siempre me sentí inferior a Naruto, él tiene la fortaleza que a mí me falta, como no considerar que pudieses preferirlo.

— Idiota.

Resopla enfadado, el tema de los celos le tiene hasta el hartazgo.

— Lo soy, convertirme en lo que soy pudo ser mi proyecto pero no soy feliz con ello, Sasuke, y puede que no te guste el tipo de persona que sea en realidad, no quiero ser tu infelicidad.

El más joven resopla en silencio volviendo su mirada de nuevo al frente, ya se hacía una idea de la pena que Menma sentía desde niño, si él mismo sufrió por algo parecido al sentirse menos que Itachi, luchando por alcanzarlo y superar sus logros, queriendo más atención de sus padres, mas halagos y felicitaciones que ahora no desea. No después de todo lo insignificantes que serán ante sus progenitores si llegase a cometer el menor error, ya no necesita la aprobación de ellos ni mucho menos su atención, ya le es innecesaria.

 

— Si eso llegase a suceder, yo te lo diré, hasta entonces no hagas presuposiciones tontas. — Fue su argumento final, vira topándose con los ojos clarísimos viéndoles fijos como si no creyese del todo lo que acaba de decir.

— No lo haré… ya no presupondré nada Sasuke — y de nuevo esa sonrisa breve se dibuja por unos segundos.

El tiempo suficiente para que Sasuke acorte la escasa distancia que los separa para colisionar sus labios con los contrarios, viendo, sintiendo, siendo por completo testigo que aquella persona le importa más de lo cree, que aquel abrazo que prosigue es simplemente maravilloso, que son esas sensaciones las que merecen su atención y a las que no piensa dar la espalda.

 

 

*

 

— ¿Te gusto? — fue lo primero y único que pudo preguntar luego de la penosa confesión bajo la lluvia hace algunos días, no se han visto desde entonces, si bien aquel día quiso regresar para ver si lo encontraba aun, se contuvo.

Y aunque no lo confesaría a ninguna persona viva se pasó los siguientes días pensando en aquel Namikaze que resultaba hermano gemelo del dobe.

Aquella persona con la que compartió demasiado tiempo en el concejo de estudiantes y quien curiosamente le confesó estar enamorado sin que pudiese esperarlo.

— ¿Mi respuesta cambiará en algo la tuya?

Le devuelve la interrogante con otra pregunta y bufa molesto, — ni siquiera me dejaste terminar de hablar en ese momento.

— He pasado la mitad de mi vida observándote, estando enamorado de ti — Menma habla directo sorprendiéndolo, apenas están a unos pasos de los jardines del instituto y Sasuke debe admitirse estupefacto por la gigantesca osadía. — Preguntándome si me ves… ¿me ves?, si en las reuniones del concejo me notas… si te importo.

Sasuke está perplejo, se le hace increíble como Menma puede decirle todo eso con la mirada fija y casi sin ápice de vacilación o nervios, puede cuestionarse pero es sin duda la firmeza con la que habla la que le vale para creer en lo que le dicen.

— Lo hago… te veo… — cree decir en sus pensamientos pero se da cuenta que las palabras huyen de su boca con claridad cuando el gesto del otro parece suavizarse como los labios cerrados en una línea recta se curvan nimiamente con complacencia. Retrocede un paso con ciertos nervios al haber pensado en voz alta.

— ¿Lo sabes? — Menma solo da un paso hacia adelante volviendo a reducir la distancia, — estoy encantado de conocerte…

 

Puede decir lo mismo, es curioso pero no le molesta la cercanía, no le importa terminar los deberes del instituto ya muy tarde luego de una salida o dos, puede que recién  este tomando total atención de Menma pero no tarda en descubrir que en pocas ocasiones están en desacuerdo, que le gusta observarlo en silencio cuando están escuchando música, que esos momentos que deberían ser insignificantes cada vez le importan más, que solo a ellos dos les importan, que están donde deben estar…

Al menos mientras sean jóvenes.

 

 

*

 

 

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Fue maravilloso, lo invitaron a tener un momento maravilloso; puedo sentir el amor… creyó sentir el amor, quiso embriagarse en la ilusión durante unas horas porque se sentía enamorado.

Y por un instante dejó de obedecer a su sentido común como si el mañana nunca fuese a llegar, pero con la desilusión sus escasas lágrimas se secaron, terminó hecho un desastre y sin considerarlo la vergüenza llegó restregándole en la cara que cada acción genera una reacción.

Puede considerarse afortunado al haber conseguido salir de ese lodazal en el que pudo quedarse, pero es consciente de que no lo hizo solo y son esos lazos que lo ayudaron los más atesorados ahora. Es humano y como tal ha cometido muchos fallos pero es sin dudar el afrontar su responsabilidad y continuar sin eludir las consecuencias uno de sus mayores logros.

Pero aún queda demasiado camino por recorrer.

 

 

Sus oscuros ojos se pierden en las luces de la ciudad, en la cegadora brillantez de los edificios y luminarias que distan mucho del cielo despejado del lugar donde solían vivir. No puede decir que le desagrade del todo su nuevo hogar, sin importar la locación o la situación es feliz al compartir sus días con Naruto y Shinta.

— ¿Quieres compañía?

Sonriente de gira viendo al rubio acercarse, salir del departamento para quedar también en el pequeño balcón con el que cuenta y desde donde se observa gran parte de la ciudad.

— Claro — asiente apoyando ambos brazos sobre el barandal de concreto.

— Nagato está cuidando a Shinta y Sasuke va a subir lo último que queda del camión de mudanzas con Menma, — le explica imitando su postura, ya dan más de las ocho de la noche y deben terminar de acomodar lo más importante en su nuevo hogar. — ¿Estas bien?

— Si, — vuelve a asentir soltando un ligero suspiro — solo hacía un pequeño recuento.

— Un, dos, tres… un, dos, tres…

Itachi respinga curioso ante la repentina cuenta de Naruto, le mira de lado viendo su gran y reluciente sonrisa.

— Esa noche en casa de Sakura tenía miedo de pisarte los pies si te invitaba a bailar — sonríe algo apenado rememorando, — por eso me la pase practicando antes de que llegaras… un, dos, tres… un, dos, tres…— dio un par de giros como si estuviese bailando.

— Pero no me invitaste a bailar— Itachi también sonríe, se acerca y toma su lugar junto al rubio para completar la escena de baile.

— Es que estabas bebiendo mucho — una risa se le escapa — cada vez que contaba; un, dos, tres, le dabas un sorbo a tu bebida.

— Debiste llevarte un chasco muy grande.

— Por supuesto que no, habías aceptado mi invitación. ¿Cómo podría pensar mal de ti? Esa noche… fue muy feliz.

Itachi continua sonriendo, lleva atesorando cada palabra que Naruto le dedica, cada gesto y sintiéndose esta vez “él” el dichoso de tener el amor de esa persona, que esos ojos azules lo contemplen  sin apartarse asegurándole que lo acompañará en lo que les reste de vida. — Te amo, Naruto… — le dice lleno de devoción, porque es lo que siente.

— Bueno… yo te amo mucho más´ttebayo — le responde en medio de una sonrisa inclinándose para poder sostenerlo y juntar sus labios.

 

 

— ¿Quieren dejar de jugar?

La voz enfurruñada de Sasuke les hace erguirse y apartarse ligeramente apenados.

— Aún queda mucho que hacer y ustedes están aquí perdiendo el tiempo.

El hermano menor se cruza de brazos bufando, Menma también se asoma por detrás de su novio.

— Solo tomábamos un pequeño descanso teme, ya volvemos al trabajo.

— Pues este pequeñín ya tiene hambre — esta vez es Nagato quien entra al pequeño balcón con Shinta en brazos, el infante de unos cinco meses ya, se remueve inquieto como si fuese a llorar, su piel blanca y cabellos negros hacen juego con sus oscuros ojos que enfocan a Itachi para empezar a llorar más alto.

Toma en brazos a su hijo arrullándolo para calmarlo junto a los mimos que Naruto le dedica para consolarlo. Un suave beso en la mejilla de su hijo y solo resta entrar al departamento que ahora convertirán en su hogar donde su pequeña y nueva familia siempre estará ahí para apoyarlo y brindarle todo el amor que pueda necesitar.

Porque aunque no lo sepa siempre estuvo aguardando por ello.

 

 

 

 

 

Ende.

 

 

 

 

Anexo.

 

 

La noche estrellada estaba demasiado fría, tanto que le hace titiritar, sus manos hacen fricción entre si soplando su vaho caliente para confortarse.

— ¿Por qué querías venir aquí?

La pregunta de Sasuke le hace sonreír, su pequeño hermano esta a su lado, de pie frente al pequeño rio donde hace años se cayese, aquel día donde conocieron por primera vez a los gemelos Namikaze. Con la poca luz que brinda la luna es solo el reflejo que queda sobre el agua lo más llamativo del paisaje.

— Nostalgia supongo.

— Ya te oyes como un anciano.

Ríe enternecido.

— Oye Itachi.

— ¿Si?

— ¿Recuerdas que una vez te dije que era muy extraño que tu salieses con Naruto y yo con Menma?

— Si, estabas enojado conmigo — puede verle un puchero casi invisible a su menor, Sasuke se encoge en hombros conteniendo un bufido apenado.

— Ya no importa, de todos modos no tiene que importar.

— Tienes razón Sasuke, no tiene que importar, si Naruto y Menma están bien… si tú y yo estamos bien con esto, lo demás no tiene que importar.

— Hn… — chasquea la lengua.

— Aun así, todo esto es gracias a ti, — sonríe y Sasuke le mira enarcando una ceja.

— ¿Por qué lo dices?

—  Porque si no hubieses hecho ese berrinche cuando tenías ocho años, quizá no estaríamos aquí ahora, gracias Sasuke.

— Oh cállate.

 

 

 

***

 

 

 

Notas finales:

 

 

Mercurial(1): Sé que puedo estar equivocándome pero leí una vez en un manga que esa palabra hacía referencia a una persona que puede adaptarse con facilidad a cualquier situación.

 

Saludos, hemos llegado al final de esta historia.

Supongo que debo dar algunas explicaciones, siento haber demorado tanto en subir el final; no es algo que haya planeado, de hecho en algún momento dije que había estado enferma, desafortunadamente cuando ya tenía el 80% de este capítulo me puse peor, estuve hospitalizada por unas semanas, no quiero agobiarlos con mis problemas pero fue por ello que se me hizo imposible terminar esto, cuando volví a mi casa los malestares aun me tenían en cama, fue bastante difícil, en estos días he estado mejor por eso me di la tarea de releer el capítulo y finalizarlo, siento la tardanza.

Que puedo decir del final, me di cuenta que tenía muchas escenas de despedida que cerrar y se me alargó la cosa sin querer, de hecho planeaba que el anexo tratase de algo que sucede unos diez años después pero no me convenció, por eso preferí dejarlo en una pequeña charla entre Itachi y Sasuke, no me dio mucho tiempo de tratar su relación de hermanos como hubiese querido pero aun así me gustó el final que le di a esta historia.

Me plació escribirla aunque tuve algunos inconvenientes, fue divertido aunque siempre estuvo en mis planes que fuese lo menos dramática posible… fallé miserablemente.

 

Algunas cosas respecto al fic:

 

— Desde el inicio estaba planeado que Madara fuese el padre del bebé.

— Pensaba colocar a Menma como un antagonista más, de hecho iba a ser maniáticamente malo (D:) pero ya no pudo ser, creo que siempre pongo malos que no son tan malos, además Sasukin hubiese sufrido si Menma se ponía loco.

— Iba a incluir un romance entre Clarisse y Naruto pero me retracté, eso hubiese puesto la relación de Naruto e Itachi en un punto de quiebre donde una reconciliación no hubiese quedado muy bien.

— También pensaba agregar una escena al final donde Madara se encuentra con Hashirama en otro país y lejos de todos, pero eso queda a su imaginación.

— En este fic quería poner algo de lo difícil que puede resultar un embarazo sin planificar, espero no haberme desviado mucho y también lo que significa la crianza de un bebé pero me quedé sin capítulos para eso.

— Además al inicio estaba planificado que Itachi no le dijese nada a Naruto sobre Madara y la paternidad del bebé hasta casi el final, pero de nuevo, eso hubiese hecho una reconciliación muy poco viable y creíble.

Creo que eso es todo, este es el primer fic de esta serie, tengo planeado subir dos más con temática m-preg luego de finalizar “Maleficio” pero como aún estoy algo indispuesta subiré un capítulo de un fic a la semana así que de momento no habrá nada nuevo, quizá algún shot pero nada seguro.

Muchísimas gracias por su apoyo para este raro fic, una dedicatoria a Geion por preocuparse por mi estado de salud, muchas gracias,

Espero podamos leernos en alguna ocasión mientras sigo compartiendo mis fics con NauIta ja ja, creo que escribo como el 50% de los fics que hay de esa pareja… quizá sean menos, ojala fuese menos.

De nuevo gracias por su tiempo y en especial a quienes dejaron su opinión respecto a la historia, espero este final les haya agradado, cuídense mucho y nos leemos en otra ocasión.

 

Yae.

 

 


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