Las primeras palabras
Según uno de los tantos manuales, libros y revistas que había leído para y sobre el cuidado de los bebés, sus hijos estarían pasando por la etapa en la que empezarían a gatear y decir más de una silaba, aparte de las balbuceadas en ese extraño idioma en el que se comunicaban entre ellos. Pero nadie, ni lo manuales, lo prepararon para lo que se sentiría escuchar las primeras y más claras palabras, provenir de sus pequeñas bocas. Sasuke sintió que iba al cielo, regresaba e incluso hacía una caída libre desde lo más alto, sólo por la felicidad que sintió.
Era una tarde de domingo, día exclusivo para estar con sus hijos. No había tíos, abuelos o trabajo que se entrometiera entre ellos. Así que ahí estaban a la hora del almuerzo, intentando que los pequeños Yusuke y Mizuki, comieran esa nueva especialidad que había aprendido, porque ya era hora de que empezaran a probar con nuevos sabores.
–Vamos Yu, come un poco más –insistió el mayor, estirando nuevamente la pequeña cuchara en su dirección.
En ese momento era el turno de Yusuke para comer, y el que más le daba problemas a la hora de hacerlo, desde que había implementado las papillas a su alimentación. Todo lo contrario a su hermana; Mizuki era una pequeña glotona, que incluso exigía un nuevo bocado cada vez que le tocaba y claro, él no se lo iba a negar.
Sasuke suspiró agotado pero no insistió, en cambio, decidió optar por el plan B; que consistía, básicamente en provocarlo. Nunca lo había intentado, pero estaba seguro que surtiría efecto.
–Bien, entonces no habrá más comida para Yusuke –dijo, sonando tan firme como podía, obteniendo toda su atención.
Limpió su rostro, las manos y su pequeña silla lo mejor que pudo, y se concentró en Mizuki, quien esperaba impacientemente por su nueva porción de comida.
– ¿Aun sigues hambrienta? Eres una insaciable –comentó divertido, mientras estiraba la cuchara. Su hija incluso alargaba sus pegajosas manos para tocar la suya, en un inútil intento de acercarlo con mayor rapidez–. Te gusta mucho, ¿eh? ¿Quieres más?
Como respuesta, Sasuke obtuvo su gesto risueño, y pequeñas y animadas palmaditas que lo hicieron sonreír. Pero, si hubo algo que lo sorprendió más que el que ambos disfrutaran en mayor o menor medida la nueva comida, fue lo sucedió a continuación.
Primero fue Mizuki con un ¡Más! exclamado como tardía respuesta a su anterior pregunta. Después fue un ligeramente molesto Yusuke, con un muy claro ¡No! porque no le había gustado que lo ignoraran e hicieran a un lado, mientras su risueña hermana disfrutaba. Y luego vino la que terminó de sorprenderlo.
– ¡Pa-pá!
Fue como si se hubieran puesto de acuerdo para terminar de dejarlo en shock y hacerlo más feliz de lo que pudieron en ese momento. Cuando por fin reaccionó, lo primero que hizo fue dejar todo a un lado y tomar a ambos bebés en sus brazos, sin importarle que su impecable ropa se ensuciara y su rostro se tornara pegajoso, a causa de las inquietas manos que se movían sobre él. Sentía que la sonrisa en su rostro era una de esas que ponía en escasas ocasiones, (general y últimamente todas se relacionaban con sus pequeños), y que sólo ellos tenían el privilegio de ver.
– ¿Por qué hacen este tipo de cosas que me hacen feliz, pero me dejan sin tener idea de cómo reaccionar realmente? –preguntó, mirando a uno y después al otro. Ambos mirándole también con curiosidad, sintiendo la misma desconocida felicidad que el moreno irradiaba–. Así que esto es lo que se siente –murmuró.
Puso un beso sobre la cabecita rubia y luego sobre la pelirroja, y seguidamente los estrechó entre sus brazos con más fuerza, pero sin llegar a lastimarlos. Transmitiéndoles todo el cariño que sintió desde el principio, hasta ese momento. Pensando y reiterando que sí, había tomado una de las mejores decisiones de su vida.
Porque a pesar de lo joven que era, Sasuke sentía que ser padre había sido una de las mejores cosas que había podido obtener. Dejándose demostrar que este pequeño momento, era una nueva razón para amar.