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Héroes Miserables por Oveja Psicodelica

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Notas del capitulo: Aquí empieza todo, tal vez se sienta que avanza un poco lento, pero me gusta que la trama se desarrolle un poquito. De cualquier manera espero que disfruten la lectura

El camino hacia la fortaleza duró días, los días más tortuosos en la vida de Ichigo hasta ahora. Habían sido movilizados como animales ¿Como ganado? A él le pareció que los caballos recibían un mejor trato que todos ellos. De seguro hasta su comida sabía mejor.
 Desde el comienzo del viaje, no  transcurrió mucho tiempo para que los prisioneros más débiles comenzaran a flaquear y desfallecer. El número de personas comenzaba a disminuir indiscriminadamente y daba la impresión de que cuando el recorrido llegara a su final, de pie sólo quedarían los soldados y sus caballos. A la mala alimentación,  las escasas dosis de agua y la fulminante fatiga producto de caminar todo el maldito día sin detenerse sino cuando los caballos de los soldados debían descansar, se sumaba el inquietante cambio de clima. Había escuchado que cerca de la costa el clima era extrañamente frío, pero la drástica bajada de temperaturas no parecía normal, el aire comenzaba a sentirse congelado, la brisa calaba sus huesos y agarrotaba sus articulaciones. En parte era acogedor, pues significaba que estaban cerca de su destino. Sin embargo, sus ligeras ropas no les protegían del frío, y no les ayudarían en las noches cuando sus miembros comenzaran a congelarse.
 Mientras iban avanzando el paisaje se colocaba cada vez más verde, tuvieron que cruzar frondosos bosques, incluso manglares. Pero el frío no cedía, había pasado días desde que habían visto por última vez el sol, ahora las tierras se cubrían de densa neblina, tanto de día como de noche. Incluso cuando caía la lluvia, muchas veces acompañada de granizo, resultaba tan fría que la caravana se reducía a un montón de raquíticos perros mojados, tiritando y castañeando los dientes.
Muchas veces durante el transcurso del fatídico viaje Ichigo tuvo que apartar la vista para no observar los lamentables cadáveres que iban quedando prácticamente regados por el camino.
 Lamentablemente para Ichigo, había sido "bendecido" con un cuerpo fuerte y saludable, sin mencionar que contaba con la fortaleza inquebrantable de la juventud. Así pues, nuevamente no tendría el favor de la muerte. Los dioses lo amaban mucho, o por el contrario, le detestaban con todo su ser, Ichigo no podía saberlo.
Cuando la mayoría había perdido ya la esperanza, y se habían rendido a la idea de que probablemente nunca hubo ninguna fortaleza, ni ningún destino en especial, nada más que una interminable caravana destinada a proporcionar la más desesperante tortura para finalmente matarlos de hambruna, fatiga, fácilmente de frío o lo que es peor, la más insoportable desesperación .
 Justo en aquel momento de total desamparo, en el horizonte pudieron divisar las torres más altas que habían visto en sus vidas, rodeadas por lo que serían los muros más ridículamente enormes que de seguro nunca habían existido en todo Alma. Bienvenidos a la Sociedad de Almas.
Cuando atravesaron los altos muros, se encontraron con un lugar que fácilmente podría competir en tamaño con la capital real de cualquier país. Mientras caminaban podían observar cubículos que de seguro hacían de vivienda , huertos, corrales de animales, terrazas y todo lo que se esperaría encontrar en cualquier poblado. Lo único extraño, además del ambiente lúgubre y hostil, eran los habitantes. Habían de todo tipo, gente del norte, del sur, de los mares, salvajes, tanto mujeres como hombres. Todos con una mirada funesta en los ojos, sin vida; todos vestidos de la misma forma, el distintivo traje negro de los condenados; todos con un tipo de arma encima y todos ellos, colocaban su atención sobre los nuevos inquilinos mientras eran conducidos al centro del lugar.
Echando discretas miradas entre los grupos de personas, llamó la atención de Ichigo el hecho de que había un montón de niños entre medio. Él siempre pensó que las personas que llegaban a la fortaleza debían superar cierto umbral de edad, pero al parecer no era así. Arrugó la nariz, profundizando más su fruncido seño. Él no hubiese permitido que sus hermanas fueran arrastradas a un lugar como este.
La caminata se detuvo cuando  llegaron a las puertas de el edificio más alto dentro de los muros. Agrupados al rededor habían pequeños grupos de personas. Ichigo supo inmediatamente que se trataba de personas en su misma situación, provenientes de otros lugares. De modo que inmediatamente tuvo una impresión de cómo lucían ante las demás personas; francamente una escena lamentable, sujetos confundidos y acobardados, famélicos, sucios y harapientos.
Un hombre salió del edificio, su elegante porte contrastaba dolorosamente con absolutamente todo el lugar, sólo había que observarlo para determinar que no formaba parte de la misma chusma que se aglutinaba al rededor. Era alto, cabello y ojos marrones. Daba la impresión de ser un sujeto tranquilo, hasta podría inspirar cierta amabilidad a primera vista. Pero sólo hacía falta que Ichigo mirase sus ojos para conocer de la severidad y frialdad del hombre. Había aprendido a no caer en la trampa de las apariencias desde que era pequeño, y esta vez tampoco volvería a fallar.
-Sean bienvenidos a su nuevo hogar. Mi nombre es Aizen Sousuke y soy el Comandante en jefe de esta fortaleza. Mi intención no es tomar gran parte de su tiempo, sé muy bien que la mayoría se encuentra fatigado y hambriento, por lo que seré breve. Su tiempo aquí, es el tiempo que dure su vida, ya no son dueños ni de ella ni de su muerte. Siéntanse afortunados, son los héroes de todo el continente, aunque claro -el hombre esbozó una oscura sonrisa-. Nadie lo sabrá. Sus nombres no serán recordados, y nadie llorará sus muertes. Pero aquí el deber pesa más que el honor, y cuando salgan afuera a destrozar o ser destrozados, lo entenderán. Por ahora... -
Aizen no pudo acabar su discurso, algo llamó su atención y su mirada se clavó en el lugar donde estaba ocurriendo. Unos metros atrás, un grupo de hombres armados y en sus caballos se dirigían hacia ellos. A pie iba otro hombre, alto, tanto como Ichigo, tal vez un poco más. Sus manos estaban atadas por una cuerda, cuyo extremo iba amarrado a la montura de un caballo. No se podía apreciar su rostro, pues la capucha de su traje no  lo permitía. Al principio Ichigo había pensando que se trataba de otro sacrificio de algún reino para la fortaleza. Sin embargo, esa  vestimenta color blanco sucio ya la había visto antes. Cuando habían llegado pudo notar que un reducido, casi ínfimo grupo de personas, en vez de usar la típica vestimenta negra, llevaban encima ropas blancas; lo que significaba que este hombre pertenecía a dentro de los muros. Ahora la interrogante era por qué demonios parecía un prisionero.
-Encontramos al bastardo - Dijo un hombre con un parche en el ojo, incontables cicatrices y el cabello negro en punta. Bajó de su caballo y desató la cuerda de la montura. Acto seguido propinó una violenta patada al hombre maniatado que le hizo desplomarse sobre el suelo. Con la caída, la capucha cayó sobre sus hombros y su rostro quedó expuesto, aunque no fue el rostro del hombre lo que sorprendió a todos, su cabello era aquello que arrebató las palabras de toda la multitud. Azul vibrante, reluciente aún con toda la suciedad. Ichigo se estremeció. En Alma uno podía tener el cabello negro, gris, rubio, rojo, naranja... Pero colores como azul, rosa, verde... Sólo significaba una cosa: Corrupción.  En todo el continente de Alma era  acontecimiento extraño que un bebé naciera con esa clase de marca, se trataba 1 nacimiento   entre un millón, pues el extraño color de su cabello significaba que llevaban en sus venas la sangre de la misma corrupción, sangre de hollow.
Ahora Ichigo comprendía porqué todos aquellos que vestían el blanco iban siempre encapuchados. Probablemente todos sabían qué eran, sin embargo, de igual manera debían esconderse ante la gente. Muchas personas habían perdido seres queridos a manos de los hollows, y en este lugar, quienes deben sostener el peso del pecado de esas criaturas eran los Corrompidos, o Arrancar como también solían llamarse. Cubrir su cabeza dentro de los muros probablemente representaba la vergüenza que se debía sentir por pertenecer a esa deleznable raza. Aunque Ichigo dudaba que lo hicieran por voluntad propia, se imaginaba que había sido una conducta impuesta por quienes se sentían ofendidos o asqueados por la marca de su raza.
-Bien hecho Comandante Zaraki - habló Aizen. Y se volvió  para dirigirse otra vez al grupo de reculados-. Como ya se habrán percatado, aquí habemos reunidos hombres y mujeres de todos los rincones de Alma; olvidamos nuestros hogares, alcurnias, raza, religión y nos convertimos en los protectores del continente. Lamentablemente, existen... Criaturas, sobre las que nos han dicho cosas...que está malditos, que son salvajes y sedientos de sangre, y que a pesar de no ser humanas  totalmente, no son totalmente monstruos. No podemos aceptarles como iguales, pero tampoco podemos arrebatarles el derecho de la sangre - El joven corrompido miraba inalterable a la multitud, sin amedrentarse, no expresaba ninguna clase de miedo, sólo fiereza. Era su respuesta ante las miradas asombradas y curiosas del puñado de personas que le observaban sin ningún descaro. Aizen continúo hablando-. Comprendo su sorpresa - dijo mientras comenzaba a dar vueltas al rededor de la fiera, dirigiéndose a la multitud-. Desde que son niños se les ha hablado sobre los Corrompidos, pero estoy totalmente nunca han visto ninguno, ni sus padres, ni sus abuelos. Puedo asegurarlo, ya que siempre que nace un corrompido... es aquí donde acaba. Y ahora les digo, todo lo que les han contado sobre ellos son invenciones. Aunque no quieran, estos son sus nuevos compañeros, ustedes cuidarán sus espaldas y ellos las suyas, si esta simple regla no funciona... No sobrevivirán.
-De igual modo no lo harán - habló por primera vez el corrompido.
-Silencio pequeña mierdecilla - le amenazó el llamado Zaraki, agarrando el cabello del joven y jalándolo sin delicadeza para que le mirara a los ojos. Sólo obtuvo en respuesta una sonrisa arrogante - Ten cuidado, gato de mierda, porque la próxima vez no te traeré de vuelta vivo - agregó el hombre del parche.
- Me extrañarías - le respondió el peliazul y Zaraki se carcajeó, aunque al instante y sin previo aviso, le propinó un feroz rodillazo en el abdomen que dejó inmediatamente inconsciente al joven-. !Llévenlo a un agujero! - gritó el hombre e inmediatamente aparecieron un par de soldados que se llevaron al inconsciente joven.
-!Escuchen bastardos! - gritó Zaraki -. Yo soy el Comandante que se encargará de la formación de las nuevas nenitas. Si alguno de ustedes cree que es una buena idea escapar de los muros, observen al pobre infeliz de allá -dijo mientras apuntaba al peliazul-, y estoy seguro que comprenderán que no podría ser la peor ¡Ahora todos entrarán a ese edificio, que será su nuevo adorable hogar, vestirán estas horribles ropas, comerán, dormirán... Porque mañana será el peor día de sus vidas!
El discurso de Zaraki fue tan acogedor que el corazón de Ichigo dio un vuelco. Sólo escuchar sobre ropas, comida, y un lugar donde echarse a dormir hizo que su corazón se llenara de alegría. ¿A quién le importaba morir mañana, si hoy podía vivir como rey?
Ichigo dio una última mirada al joven arrastrado por los soldados antes de adentrarse en el edificio. Había pensando que el trato que estaba recibiendo era consecuencia de su raza, pero resultó que era el castigo reservado para aquellos que intentan escapar.
No era más que una demostración de lo peligroso que era el lugar donde había ido a llegar. Si te quedabas, probablemente morirías en alguna misión en manos de un enemigo, y si te ibas acabarías muerto de la mano de un compañero. Vaya basura de nuevo hogar.

Notas finales: Eso sería por ahora. Gracias por leer. Me gustaría saber sus opiniones, si les gusta, si lo odian, si lo quemo, etc. Estaría muy feliz

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