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Armas... por Lei Chann

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Notas del capitulo:

Hola!!!

Pinches capitulos aburridos :'v  ¿Quieren ver a los romanticos en acción? Si! Que pena, sigan esperando :v

Capitulo 4- Querer ser de los buenos.

 Fue una noche tranquila en casa Takahashi. En la mañana, Kuroda estaba en el jardín principal delantero arrojando una pelota para que los perros jueguen. El herido pasó su primera noche en casa Takahashi, hasta ahora se la pasó durmiendo y no han podido hablar bien.

Quería saber todo de ese chico. Porqué es que la familia Ijuuin lo dejó, quizás los traicionó o algo así, quién es, que quiere y otras cosas. No puede entregarle toda su confianza al cien por cien por el simple hecho de ser parte de la familia Ijuuin, esa familia que quiere llevarse a Misaki desde hace  tiempo. ¿Y si todo fuese una trampa para tener a un informante dentro de la casa? Eso sin duda no lo perdonaría.

Suspiró cansado y le dio otra calada a su cigarro. Pasaban muchas cosas por su cabeza. Ser el jefe de una gran familia le estaba costando, pero no tenía opción, debía proteger a los que quería.

“¿Qué haré con esa katana y los Usami…?” Pensaba. Aunque las familias nunca tuvieron la mejor relación, podían mantenerse en paz por temporadas, pero esa katana estaba ocasionando el inicio de posibles grandes problemas. Tranquilamente podría devolverla e intentar un nuevo inicio en la relación con los Usami, pero era una jugada peligrosa.

-Kuroda… -El mencionado volteó a ver quien lo llamaba y se encontró con Tsukishima, le sonrió y se acercó para saludar. –Buenos días…

-Buen día. –Dijo y lo beso en los labios. -¿Dormiste bien?

-Claro. –Eran como la pareja perfecta. Se querían tanto, dispuestos a dar la vida por el otro e ir en contra de la marea por su encuentro. –El chico ya despertó…

-Bien, tráelo… -Tsukishima se fue y Kuroda volvió a quedar solo en el jardín, con solo un perro que ya cansado de perseguir la misma pelota se acostó a dormir.

Una brisa fresca removió sus cabellos y, por un momento, recordó a Kymei. Se preguntaba si en algún momento volvería a amar tanto a alguien como a ella. No, no, tenía a Tsukishima y lo amaba con desenfreno a él y nadie más.

Luego de unos minutos, Tsukishima regresó, esta vez acompañado del joven que el día anterior Kisa encontró inconsciente. Es casi de la misma altura que Kuroda, aún tenía las vendas en el cuerpo, aunque podía moverse bien. Kuroda le hizo una seña con la mano y lo invitó a que se sentara en la mesa de té del jardín. Ambos se miraban un tanto serios, aunque el sospechoso tenía una tranquila sonrisa mañanera. Tsukishima que estaba sentado al lado de Kuroda servía las tazas de té y por alguna razón, creía que si podía confiar en el muchacho.

-Buenos días. –Habló el joven para romper el silencio que se estaba tornando incómodo. –Mi nombre es Yukina Kou, realmente estoy muy agradecido de que me haya ayudado y disculpe las molestias que pude ocasionar.

-… -Kuroda se quedo callado unos segundos, pensó que sería más frío, pero todavía no podía confiarse. –Buen día. –Se puso más serio, pero relajado. –Yo soy Kuroda Takahashi, actual jefe de la familia Takahashi.

-Y yo soy Tsukishima, su pareja. –Habló el castaño metiéndose en la conversación con una dulce sonrisa. –Un placer conocerte, Yukina-kun.

-Hey, sé un poco más respetuoso, acabas de conocerlo. –Kuroda regañaba al castaño.

-Está bien, realmente no me molesta, es más, me agrada.

-Yukina…kun, sé que es precipitado, pero… ¿Cómo terminaste en este estado y en la colina de Spoters? Además, quiero saber tu exacta relación con la familia Ijuuin, vi que tienes el escudo en la ropa.–Kuroda lo miraba analizando cada una de sus facciones con cuidado, si algo pasaba, debía recordar el rostro.

-Es una larga historia… -Dijo rascándose la cabeza con una mano, mirando a la mesa, pero sin abandonar su sonrisa.

-Tenemos tiempo. –Recitó Tsukishima.

-Bien, les contaré. –Yukina se puso serio, cosa que preocupó un poco a Kuroda. –Estuve en la academia de la familia Ijuuin desde pequeño solo porque mis padres eran amigos de los jefes. –Tomó un sorbo de té. –Cuando mis padres murieron en un accidente en avión, ninguno de mis demás familiares quiso hacerse cargo de mí, por eso prácticamente me adoptaron los jefes.

-Entiendo, estar ahí no fue tu elección.

-Así es, fue mi única opción. Cómo me sentía agradecido ya que me ayudaron y salvaron de ir a un orfanato me esforcé al máximo en la academia en cada una de las divisiones. Tenía las mejores notas y creyeron que sería bueno que entre en la familia, así es cómo estoy en la familia. –Paró para tomar aire, el jardín olía bastante bien, a flores.

-Prosigue. –Kuroda atendía a las palabras de Yukina sin perderse de ningún detalle.

-Siempre fui enviado a las misiones para intentar secuestrar a Misaki, pero siempre las odie. –Ese tema hizo que Kuroda se ponga aún más serio. –El día en que Misaki estuvo en la colina de Spoters-

-¡¿Cuándo estuvo ahí?! –Se exaltó. …l no sabía que su amado hijo Misaki estuvo en esa colina. Lo pensó un poco y, sostuvo que quizás fue cuando salieron a merendar y volvieron a la madrugada. –O-olvídalo, sigue.

-Bueno, como decía. –Yukina sonrió. –Ese día, en medio de la persecución…

Yukina corría tras Misaki y Akihiko. De los cuatro hombres que fueron enviados ese día, sin contar a Kyo, el príncipe llevaba la delantera.

-¡Cuidado! –Gritó viendo cómo el peli-plateado  arrojaba unas ramas hacia ellos. Al darse vuelta por solo unos segundos vio que dos de sus compañeros habían caído. –Idiotas…

Siguió corriendo con sus ojos puestos en Misaki, esta vez debía atraparlo, aunque no quería eso. Estaba infinitamente agradecido con la familia Ijuuin, pero en total descuerdo con el plan de secuestrar a Misaki y obligarlo a casarse con la bestia de Kyo. Además, por lo que vio, ese chico de ojos verdes ya estaba enamorado o algo así.

-¡No dejen que escapen! –Al escuchar eso, Yukina sacó junto a sus compañeros unas estrellas de metal que tenían escondidas y comenzaron a arrojarlas contra Akihiko.

El príncipe seguía corriendo y se lamentaba por cada vez que estuvo cerca de herir a alguien, no quería hacerlo. Pero a pesar de que tenía las intenciones más puras en la vida, debía tener una vida difícil. El príncipe sintió un fuerte ardor en la parte de atrás, cerca del omóplato derecho y luego otro un poco más doloroso en el dorsal ancho izquierdo. Inmediatamente llevó su mano a una herida y, al quitarla, la observo empapada en su propia sangre.

-¿Qué…? –Miró hacia atrás, sólo vio a sus compañeros pasar corriendo a su lado, ignorándolo por completo y a su jefe, que únicamente le dedicó una mirada de decepción para luego seguir con su camino. Dos estrellas se habían incrustado en su cuerpo, quizás por accidente, quizás intencionalmente. Y luego de cerrar sus ojos sólo sintió el impacto del suelo contra su mejilla.

Kuroda escuchó todo y parte de la historia no podía creerla aunque no era algo del otro mundo. Ya había sido varias veces victima de mentiras de los miembros Ijuuin. Yukina se quedo callado y esperaba que Kuroda le creyera, porque sinceramente, no mentía.

-¿Cómo se que no estás mintiendo? –Interrogó, sus ojos azules no se desviaban de Kou para no perderse la más mínima señal de nerviosismo.

-Señor, le estoy diciendo la verdad. –Yukina miró serio a Kuroda y con la mirada en alto afirmó sus objetivos.-Lo que más quiero es dejar de trabajar hiriendo a personas inocentes. Así que, por favor, déjeme estar a su servicio.

-¿Quieres estar a mi servicio?

-Sé que es muy pronto para pedirle que me deje ser parte de la familia, y que aún no puede confiar en mí, por eso es que quiero que sepa… ¡que lo ayudaré en lo que usted me pida! –Kuroda se quedó callado y pensaba la situación en la que estaba. –Por favor, quiero ser de los buenos.

-Está bien. –Respondió con una sonrisa. Yukina no parecía un mal chico y sólo desconfía porque Ijuuin podría estar usándolo, pero si la verdad estuviera en sus ojos, le creería. –Deberás acompañar a mi hijo y sobrinos a la casa Usami y protegerlos si es necesario, será lo primero que te pediré.

-¿De verdad? ¡Gracias! Lo haré, le prometo que los protegeré de cualquier amenaza. –El príncipe estaba más que feliz, si todo salía bien, podría empezar de nuevo cómo un buen sujeto y llevar la vida que algún día imaginó.

-Bien, antes de eso, llama a los chicos. –Le dio una calada a su cigarro. –Ah, Yukina-kun ¿Cuántos años tienes?

-Voy a cumplir 18. –Diciendo eso se fue del jardín hacía el gimnasio donde estaban entrenando los jóvenes, con una sonrisa.

“Esto es genial” Pensaba  mientras caminaba por el pasillo que llevaba al gimnasio. Quería dar la mejor impresión al jefe Takahashi y que así tenga la oportunidad de ser parte de la familia o al menos estudiante de la academia. Ijuuin cree que esta muerto por lo que deben haberle quitado el apellido y dejar a otro en su lugar. Puede buscar un trabajo de medio tiempo, estudiar arte como siempre quiso e incluso tener una linda novia, pero eso… Sería una vida aburrida; y no es algo que él quiera.

Quiere que dos minutos antes de morir pueda decir: “Mi vida fue interesante”. Porque una vida sin problemas que resolver o miedos que afrontar sería muy aburrida; Exacto, la perfección aburre.

Abrió la puerta del gimnasio y al mirar hacia dentro observó a los cuatro jóvenes entrenando, entre ellos, al chico que siempre debía perseguir, Takahashi Misaki. Entró con algo de timidez y cuando todos lo vieron comenzó a hablar.

-H-Hola, soy Yukina Kou.

-¡Ah, despertaste! –Kisa se acercó a Yukina con una sonrisa. Cuando el menor lo vio, lo recordó. …l es quien lo ayudó, quien le dio la oportunidad de sobrevivir una vez más, a quien le está eternamente agradecido. –Realmente me asustaste cuando te vi ahí tirado. Hola, soy Kisa Takahashi.

-¿Eh? ¿No te llamas Shouta? –Preguntó curioso. El día que los siguieron, Misaki dijo que se llamaba Shouta.

-Jaja, no, Takahashi.-Misaki, Hiroki, Chiaki y Takano, que también estaba por ahí, se acercaron al par que estaba hablando. –Ah, Yukina, ellos son-

-Misaki, Chiaki y Hiroki Takahashi, lo sé. Estuve persiguiéndolos por años. –Dijo con una sonrisa divertida, pero a Hiroki no le simpatizó mucho y ya lo miraba con mala cara. -¿…l no es primo de los Usami? –Preguntó mirando a Takano.

-Sí, pero está en nuestra academia y no lleva el apellido Usami, es nuestro amigo desde la persecución en la colina. –Hablo Misaki. Se sentía un poco incómodo por hablar con un tipo qué hace dos día le arrojaba estrellas, pero trató de ser lo más disimulado posible. Además, es consciente de que solo seguía ordenes, asique no podía juzgarlo cómo mala persona antes de hablar con él. –Soy Misaki, es un placer Yukina-Kun.

-El placer es mío. Puedes llamarme solo Yukina y disculpa por lo de hace unos días… y siempre desde hace años. –Se disculpó apenado con Misaki, miraba hacia abajo con una tierna sonrisa.-¡Ah! Antes de seguir hablando, venía a buscarlos.

-¿Para qué? –Preguntó Hiroki con los brazos cruzados, fulminando con la mirada a ese tipo que osaba perseguir a su único primo. Le sorprendía cómo es que Kisa podía mantener la calma frente a él.

-Su padre los mandó a llamar.

-Los esperare aquí. –Dijo el azabache de ojos avellana, Takano. –No creo que me quiera el Sr. Kuroda allí.

-Está bien, no tardaremos. –Dijo Kisa.

Todos salieron juntos del gimnasio mientras Takano se quedó practicando la puntería con los cuchillos; Caminaron entre charlas, conociéndose más con Yukina. Este les contaba todo lo mismo que le dijo a Kuroda, sobre cómo terminó herido; Y volviéndose a disculpar con Misaki por viejas emboscadas.

-Ah, Yukina ¿Por qué siempre disparan tres veces antes de atacarme? –Misaki quería quitarse esa duda desde hace más o menos tres años.

-No lo sé, parece que es un capricho de Kyo.

Llegaron al jardín delantero, donde Kuroda los esperaba mientras hablaba con Tsukishima sobre quién sabe qué. Cuando los vio llegar, el dueño de los ojos azules les hizo un ademán, señal para que se sentaran alrededor de la mesa de té para hablar. Después de treinta minutos, mínimo, en los que Kuroda se la pasó achuchando a su hijo, pobre de él; Hiroki perdió la pisca de paciencia que tenía.

-Tío ¿Para qué nos mandaste a llamar?

-Que amargado… -Dijo Kuroda con un puchero cuando dejó de apretar los cachetes de Misaki. Chasqueó la lengua y volvió a su estado serio. –Necesito que me hagan un favor, chicos.

-Claro ¿De qué se trata? –Preguntó Kisa, que no dejaba de mirar de reojo al príncipe y se sonrojaba cada vez que este le sonreía; quizá por cortesía, quizás porque el pelinegro le parecía muy atractivo.

-Sólo quiero que vayan a la mansión Usami y traten de organizar una reunión para Fuyuhiko conmigo.

-No hay problema, pero ¿Por qué no vas tú? Parece algo muy fácil, aunque si en la mansión Usami intentan matarnos por ser Takahashi y la historia de la katana, será tu culpa.

-Es que me da flojera. –Dijo rodando los ojos.-No se preocupen, Yukina los protegerá por si algo pasa, también irá Takano.

-Okay.-Y se fueron.

Antes de que Yukina se vaya con los demás al gimnasio, fue llamado por Kuroda. Este lo miraba serio y con mucha exigencia para su actitud.

-Escucha, estoy confiándote la protección de mis sobrinos e único hijo, asique más te vale que no intentes nada raro. –Colocó un cigarrillo en su boca y luego lo encendió. –No me decepciones, Yukina.

-No lo haré…, señor.

Todos iban caminando de nuevo por el pasillo para ir al gimnasio. Kisa estaba feliz, no se arrepentía para nada de haber ayudado a ese chico. Ni siquiera sentía algún tipo de rencor contra él por lo de Misaki. Ese chico, Yukina, es… perfecto a los ojos de Kisa. Ese cabello brillante y de un color particular, sus ojos expresivos, incluso le gustaban los aretes en sus orejas. Y el hecho de tener siempre una sonrisa impregnada en su rostro solo hace que sea más irresistible para el pelinegro.

 Llegaron al gimnasio y continuaron con lo que estaban haciendo, pasaron el resto del día interrogando a Yukina e intentando averiguar algo sobre los planes de Kyo con Misaki. La noche llegó y todos estaban un poco cansados por el día de entrenamiento. Luego de cenar, cada uno se despidió y se fueron a sus respectivas habitaciones; Pero un dúo particular entró al mismo lugar, la habitación de Kisa.

-Lo siento. –Dijo Yukina mientras extendía un colchón sobre la alfombra.

-¿Por qué te disculpas? –Kisa se reía.

-Es que seguramente quieres tener privacidad, pero yo estoy aquí en tu espacio.

-En realidad no me molesta para nada. –Y de verdad que no le molestaba, se sentía privilegiado por poder estar todas las noches con ese papazote. –Me agrada que estés aquí, a veces es muy solitario.

-Pero tienes a tu familia contigo… -Kisa se sentó en el colchón del suelo, junto a Yukina.

-No lo decía en ese sentido. –Dijo con un notable tono sensual ¡Descarado! Acaba de conocerlo y ya se le está insinuando, pero eso no importa, porque un fallido intento de escritora quiere escribir hard para sus lectores lo más pronto posible.

-¿Ah no? –Pero por más atrevido que sea Kisa, Yukina no se quedaba atrás. –Sí, a veces también me siento solo…, con ganas de pasar la noche con alguien. –Yukina se acercó un poco al rostro de Kisa y lo miraba directamente a los ojos, desbordando pasión.

-Que bien. –Pero Kisa se levantó del colchón con provocación y se recostó en el de él. –Que tengas buenas noches.

Yukina quedó un poco sorprendido, pero sobre todo ya había sido atrapado. Decidido que ese pelinegro sería suyo lo más antes posible cueste lo que cueste, porque ese cambio drástico en unos minutos lo dejo en las nubes. Una persona que parecía un niño de preescolar hace un rato de repente se transformó en un hombre de noches alocadas, le atraía tan brusco revelamiento. Y entre pensamientos, llegó a que quería también hacerlo sonreír, quizás sonrojar con cada pequeña muestra de afecto. Si, quería amarlo como se debe. –Descansa.

“Seré un esclavo de la lujuria, pero puedo hacerlo sufrir un poco” Pensaba Kisa. Claro ¿Por qué apresurarse? Si, al final de cuentas terminaría acostándose con él al menos una vez. Su confianza era tanta que ni siquiera pensaba que el otro lado quería amarlo de verdad y no algo de una sola noche. Las luces se apagaron, una vela se encendió por puro capricho y, cuando cerraron los ojos, se durmieron; Al menos en esa habitación.

En otra, donde solo estaban dos esmeraldas mirando el techo o algo que solo era visible para ellas. Misaki se sentía nervioso y no se quitaba al peli-plateado de la cabeza, sus ojos violetas intensos, su voz suave y ese insoportable olor a cigarrillo que tanto lo embriagaba.

“Mañana lo veré…” Delineó sus labios con su dedo índice y recordaba ese beso, el mismo que lo dejó divagando en algún mundo paralelo. Si le dijeran que le gusto, lo negaría, pero estaría mintiendo. ¡Es imposible enamorarse tan rápido! ¿Y si lo imposible no fuera tan imposible como parece? Si no, Misaki solo estaría siendo víctima de una maldita primera ilusión amorosa. Y las cosas no parecen querer tomar ese camino, porque aún no sabe que Akihiko se siente, prácticamente, de la misma forma que él.

 Se siente con ansioso de que podrá ver a la persona con la que, aquel día, compartió tan repentino y placentero beso; Con ganas de, si se da la ocasión, repetirlo. Y es lo más probable…

Notas finales:

lloré mientras escribia el final :v No se porque, pero me emociono cuando escribia !Es imposible enamorarse tan rapido! ¿Y si lo imposible no fuera tan imposible como parece? : Lloré ahí xD

Dejen comentarios y cualquier sugerencia será leída y considerada con detenimiento tecnico visual :v

Hasta la proxima!

ACTUALIZACI”N: Algún día... pronto.


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