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Friamente calculado por Strawberryloveless

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Notas del capitulo:

Finalmente Lucia sale de la operacion, sin embargo, Aria nota que su nueva compañera de piso cambia de humor con facilidad, ademas, parece ser que Laila, su mejor amiga, conoce a la chica.

3. COMPAÑERAS DE PISO

Continúo en la sala de espera, hace ya media hora que el licenciado Armando se fue. He firmado aquel “extraño” contrato en el cual me veo beneficiada a cambio de alojar a esta chica en mi hogar, pero mi instinto, ese que durante 22 años nunca me ha fallado, me advierte sobre algo, debo estar alerta, después de todo, se trata de una chica desconocida.


Me he servido aproximadamente dos vasos de café americano y la operación de la pierna ha demorado más de lo esperado. Pasan ya de las nueve de la noche y Laila no ha parado de llamar, es natural que esté preocupada por mí. Por alguna extraña razón, no he tenido el coraje de decirle que tendremos que compartir el piso con esta chica, tal vez porque ya sé cuál será su respuesta:


-Aria, es una desconocida ¿Cómo has firmado un contrato aceptando alojarla aquí, sin siquiera saber de quién se trata?-
¡Dios! Casi puedo oírla ahora mismo.


Probablemente sea esa la razón por la que decidí no comentárselo. Laila es el tipo de chica que se preocupa por todos, especialmente por mí. Aunque tenemos poco más de un año de conocernos, nos hemos vuelto realmente cercanas desde que empezamos a vivir juntas y debo decir, que mi estilo de vida le preocupa demasiado. Es algo así, como una “madre pequeña” para mí.


-¿Aria Ugarte?- escucho decir a una enfermera en alto.
-Soy yo- la chica se vuelve a verme y asiente con la cabeza. Saca un bolígrafo y emprende camino hacia mí, yo me levanto del sillón y noto que se sonroja mientras me mira de arriba abajo cuando me acerco a ella.
-La operación ha sido un éxito…la paciente será dada de alta en un par de horas más- dice con torpeza y puedo notar lo nerviosa que está, sonrío divertida –“Una más que cae sin siquiera provocarlo”- pienso.
-Bien…-me acerco más a ella y coloco mi mano sobre la suya, arrebatándole el bolígrafo y los papeles de las manos, provocando que el rubor en sus mejillas se vuelva incluso más intenso- Supongo que debo firmar esto ¿no?- le sonrío y ella acomoda los anteojos sobre su nariz desviando la mirada con timidez.
-Eh…si, hágalo por favor-
Tomo con cuidado las hojas con formatos establecidos y leo con rapidez –“La darán de alta pronto”- repito mentalmente, luego hago un garabato rápido que se duplica en tres hojas posteriores. Vuelvo la vista a la enrojecida pelirroja, quien ahora juguetea nerviosa con sus dedos entrelazados.
-¿Algo más?- le sonrío insinuante y ella me mira por encima de sus anteojos.


He tardado más de lo esperado, pero vaya que ha valido la pena. Esa chica sin duda tiene un buen par de pechos –“Y pensar que incluso en un hospital, hay tiempo para hacer estas cosas”- Camino lentamente por el pasillo mientras acomodo mi larga cabellera castaña y es entonces que me topo con ella. Lucia viene en sentido opuesto a mí, la llevan en una silla de ruedas y al verme, noto que me escudriña de pies a cabeza y parece cambiar de expresión a una más seria.


-¡Hola! Te ves peor que antes de llegar aquí…-le digo bromeando, pero ella no corresponde como antes. Dibuja una media sonrisa, ignorándome por completo. Segundos después noto que sus esmeraldas se clavan en otro punto de la habitación, detrás de mí para ser exactos.
Miro por encima del hombro y veo a la pelirroja salir de la bodega en donde hemos pasado un buen rato. Camina con torpeza mientras acomoda su identificación por encima de su uniforme blanco. No tarda mucho para percatarse de nuestra mirada y enrojecer por consecuencia cuando me ve. La ignoro por completo cuando sonriente camina hasta mí, plantándose a un lado.


-¿Lista para ir a casa?- pregunta sonriente la chica a mi nueva compañera de piso, quien al parecer la mira seria ¿Qué demonios le pasa?
-¡Claro que sí! – Responde cambiando completamente la expresión de su rostro y la pelirroja sonríe animada – ¡No puedo esperar para llegar al departamento Aria!- Lucia habla mirándome inocente pero sus palabras me dejan perpleja. De reojo noto que la sonrisa de la enfermera desaparece por completo.
-E…eso es bueno. Que te recuperes- la uniformada habla tímida otra vez, mientras se aferra a la tablilla con el listado de pacientes restantes. Luego me lanza una mirada que no logro descifrar y dando media vuelta, desaparece al doblar el pasillo.
¿Qué mierda acaba de pasar? Trago saliva y miro a la inocente chica sentada sobre la silla de ruedas, quien ahora parece ignorarme por completo. No digo más, aun no logro asimilar porque mierda ha hecho eso.


Luego de horas, por fin hemos salido del hospital. He tenido que cargar a Lucia para subirla al asiento del copiloto de mi automóvil y por otro lado, me ha costado un par de minutos cerrar la silla de ruedas para guardarla en la cajuela ¡Tantas molestias en una noche! ¡Que dolor de cabeza! Afortunadamente no demoraremos más que diez minutos en llegar al departamento ¡estoy cansada de manejar! No podría soportar estar sentada por más tiempo.


-¿Por qué has hecho eso?- pregunto a la menor, rompiendo el silencio por primera vez desde que estamos a solas.
-¿Qué cosa?- pregunta con inocencia y yo frunzo el ceño, molesta.
-¡Eso! Lo que hiciste en el hospital, con la enfermera – la luz del semáforo en rojo me permite pisar el freno y poder voltear a verla.
-No sé de qué hablas, solamente decía lo que sentía- ella permanece con la vista fija al frente, no me ha mirado desde que hemos subido al auto.
-No soy idiota ¿sabes?- mis palabras hacen que ella clave sus ojos en mí y yo la observo severa – Sé la intención con la que dijiste aquello. Tú y yo no somos nada, ni siquiera conocidas, así que si vamos a ser compañera de piso, desde este momento te lo digo…- la miro con indiferencia y al instante ella palidece -…no te sientas con ningún derecho de entrometerte en mis asuntos-

Noto que ella desvía la mirada al tiempo que agacha la cabeza, sus cabellos rojizos le cubren el rostro y de repente un bajo sollozo invade mis oídos ¿Está llorando?
-¿Y ahora que mierda te pasa?- ni siquiera su llanto evita que modere mi vocabulario al hablarle.
-Yo…lo siento…-las convulsiones en su cuerpo aumentan, pero ella continua hablando-…lamento si ha parecido otra cosa, pero…-eleva las manos y limpia sus incontenibles lágrimas, frotándose los ojos repetidas veces-…hace mucho tiempo que vivo sola y saber que compartiremos piso…me hizo realmente feliz- ella se vuelve a verme y el corazón me palpita con fuerza.

¿Lo he interpretado mal? ¿Qué se supone que debo hacer? Mierda…la he hecho llorar. Me confunden sus cambios repentinos de humor.

Antes de llegar al hospital bromeaba conmigo y después me ignoraba por completo y ahora… ¡Ahora está llorando! ¿Qué rayos le pasa a esta chica?
-Lamento si ha parecido otra cosa…-balbucea entrecortada con la vista baja, captando nuevamente mi atención. Sus grandes y redondos ojos verdes están empapados de agua cristalina y la punta de su nariz ha tomado un color entre rojo y rosado.
-¿Qué más da? Olvídalo- el semáforo cambia a verde y yo no encuentro otras palabras para evadir lo culpable que me hace sentir su llanto. Bajo la ventanilla y enciendo mi cigarrillo.


Hemos tardado más de media hora en llegar al departamento, al parecer ha sido un día de mierda tanto para mí, como para otras personas. No hemos sido el único accidente del día y eso ha retrasado nuestra llegada con Laila.


Bajo del auto y miro el alto edificio en el que vivo desde hace un par de meses. Noto que la habitación de mi mejor amiga aún mantiene la luz encendida –“Sigue despierta”- pienso aliviada. Aunque pasan ya de las diez de la noche, Laila no es el tipo de amiga que se iría a dormir sin primero cerciorarse de que estoy bien.


Cierro la puerta del auto y suspiro molesta –“Todavía tengo que bajar la maldita silla de ruedas y cargar a Lucia”- me siento repentinamente tan cansada ¿Cómo terminé metida en todo esto?Abro la cajuela y con las pocas energías que me quedan, me cuelgo el bolso del trabajo sobre la espalda y bajo el mueble de metal.


-No necesitas empujarme- dice la chica una vez que esta sobre la silla – Puedo hacerlo sola- frunzo el ceño y sin insistir siquiera una vez, retiro las manos y comienzo a andar sin decir más.


Cruzamos el largo estacionamiento y entramos por la puerta principal del lugar. Afortunadamente hay rampas y un elevador que le facilitaran las cosas a mi nueva acompañante, quien al parecer, ya está un poco cansada de arrastrarse a sí misma. Me acerco al elevador y presiono el botón para que este descienda. Lucia llega segundos después y se coloca a un costado, sin decir nada. Ambas esperamos pacientes mientras observamos en el tablero como cambian los números conforme baja el elevador. Las puertas se abren y la escucho jadear, vuelvo la vista a ella y noto que no puede más. Pongo los ojos en blanco y me acerco para empujarla.


-Te dije que puedo hacerlo sola…-
-Cállate. A este paso llegaremos mañana y no sé tú pero al menos yo, estoy cansada ¡he tenido suficiente por hoy!- ella me mira aparentemente molesta, pero no dice más, se cruza de brazos y vuelve la vista al frente mientras la empujo presurosa.


Caminamos por el largo pasillo hasta llegar a mi departamento. Introduzco la llave y giro la perilla de la puerta, abriéndola con dificultad. Retrocedo y empujo a la inválida para que entre primero.
-¿Aria?- es la voz de Laila.
-Sí, soy yo- Lucia se vuelve a verme sorprendida mientras cierro la puerta de una patada ¡estoy harta de este día!
-¿Qué? ¿Pensaste que vivía sola?- pregunto y ella asiente con la cabeza. Le hago una mueca como diciendo –“Lástima”- la cual, ella ignora por completo.
-¿Aria, que ha pasado? Has tardado más de lo…- Laila se para en seco cuando nota que traigo compañía - ¡Oh, vaya!-
-¡Es una larga historia! ¿Podemos hablar mañana?- digo en un bostezo y mi mejor amiga asiente no muy convencida.
-Supongo que… ¿eres Lucia?- pregunta mi mejor amiga acercándose más a nosotras. La menor asiente con la cabeza – Vaya que te has hecho daño ¿eh? Es bueno saber que no pasó a más- Laila escudriña las múltiples heridas ya vendadas de la nueva integrante, quien sonriente responde:
-Supongo que fui afortunada- ambas se sonríen y la menor vuelve a hablar – Es un placer conocerte…-
-¡Oh! He olvidado presentarme – dice riendo la de cabellos negros – Me llamo Laila, soy compañera de piso y también mejor amiga de Aria, mucho gusto-


Ambas parecen agradarse a primera vista y yo pongo los ojos en blanco. Camino hasta la cocina y abro el refrigerador, muero de hambre. Embobada, miro el interior del electrodoméstico, la gran cantidad de platillos que ha preparado mi mejor amiga es alucinante. Al parecer, no bromeaba cuando dijo que prepararía “todo un festín”.

-Lo he metido al congelador porque pensé que no volverías esta noche-
-Entiendo. Comámoslo mañana, sería una pena desperdiciar tanta comida, además podemos aprovechar que Lucia está aquí para no dejar sobras-
Laila asiente y yo saco un cartón de leche, luego tomo un vaso de vidrio y vierto el líquido blanco en él. Bebo con rapidez y al instante, mi estómago deja de crujir.
-¿Gustas algo de comer o beber?- miro en dirección a Lucia, quien al parecer ha quedado maravillada con lo servicial que es mi mejor amiga, pues no para de verla y sonreírle.
-No gracias, estoy bien- se limita a responder bajamente.
-Laila – ella vuelve a mirarme - preparemos la tercera habitación, esta chica se quedara aquí por un buen rato-
-De acuerdo- responde casi de inmediato y aunque parece sorprendida por la noticia, no me cuestiona sobre ello.
-Por hoy, dormiré contigo ¿te parece bien? – Laila asiente – Y tú dormirás en mi habitación…-ahora hablo para Lucia, quien extrañamente por un segundo, parece inconforme, pero no dice nada -…mañana iremos en busca de un colchón y demás muebles para acomodar y preparar el nuevo dormitorio - ambas asienten con la cabeza y yo decido dejarlas para tomar un baño.


Sí, me gusta dar órdenes y que las cosas se hagan a mi parecer. Laila es demasiado flexible a mis ideas, por lo que nunca hemos tenido problemas o desacuerdos absurdos. Sin embargo, me preocupa que la nueva inquilina sea motivo para un primer conflicto entre ambas.


Cuando salgo, me siento como nueva. He recuperado mi energía y mi humor se ha suavizado un poco. Me encamino a la sala, en donde la pelirroja y Laila platican animadamente. Lucia está sentada en el sillón para tres personas escuchando con atención a mi mejor amiga, quien al parecer no ha podido esperar y le ha preguntado todo lo sucedido respecto al día de hoy. Suspiro tratando de mantener la calma y ambas se vuelven a verme cuando notan mi presencia.

-¡Has salido!- la de cabellos negros me sonríe mientras se acerca a paso lento - ¿Podemos hablar?- pregunta en un susurro y yo asiento extrañada.
-Ahora volvemos- anuncio a Lucia quien nos observa con atención.
Una vez que hemos cerrado la puerta de la habitación, noto que Laila está muy inquieta, pone el seguro de la puerta y se vuelve a verme cruzada de brazos –“Esto no es bueno”- digo en mis adentros.
-¿Pasa algo?- pregunto preocupada al ver su semblante.
-¿Has firmado un contrato sin siquiera avisarme?- suspiro poniendo los ojos en blanco.
-Sabía que dirías eso Laila, por esa razón decidí esperar para contártelo personalmente…-
-Aria, yo también vivo aquí, es normal que quiera ser considerada antes de tomar la decisión de traer a una extraña a vivir con nosotras-
-Lo sé, lo sé. Escucha, era lo más adecuado. Me convenía firmar ¿entiendes?-
-¿Te convenía? A mi parecer, has tomado la decisión por impulso-
-No ha sido así…escucha-
-Como sea Aria, ya has firmado el papel ¿no? – asiento con la cabeza y ella suspira furiosa ¡Mierda! Nunca pensé que ella pudiese reaccionar de esta manera – Espero que en futuras ocasiones me consideres antes de tomar una decisión que nos afecte a ambas-
-Lo haré, lo lamento- la miro un poco avergonzada, no me gusta hacerla enojar.
-Anda, no te enfades- digo tocando su cintura y haciéndola brincar de sorpresa.
-¡Aria!- dice tratando de ocultar su sonrisa, ese es su punto débil después de todo.
-No te puedes enojar conmigo, admítelo- le doy un ligero golpe en el hombro y ella sonríe. Ahora que parece más tranquila yo también lo estoy.
-Está bien, no estoy enojada contigo, pero hay una cosa más…-Laila vuelve a ponerse pensativa y yo ladeo la cabeza interrogante-
-¿Qué pasa? ¿Es sobre Lucia?-
-Si…-ella me mira fijamente antes de volver a hablar-…Aria, ¿esa chica no te parece conocida?-

Me quedo mirándola sorprendida ¿Qué si Lucia me parece conocida? No. Sin duda recordaría a una chica tan atractiva como ella…o al menos, eso era lo que creía.



CONTINUARA...

Notas finales:

Hola! que tal les ha parecido el tercer capitulo de esta historia? No olviden dejarme su hermosa opinion en los comentarios, no hay nada mas que me impulse a escribir, que saber si les esta gustando! Un beso y gracias por leer <3


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